Jaime de Althaus
Para Lampadia
El Perú logra mantener un mínimo de estructura y continuidad pese al caos institucional y a la informalidad gracias a unas pocas instituciones que funcionan, entendiendo instituciones como entidades, pero también como reglas de juego.
Por supuesto, la institución madre es el capítulo económico de la Constitución.
Pese a haber sido casi anulado por toneladas de regulaciones que asfixian la libertad económica, ese capítulo prohibió el crédito fiscal del BCR al Tesoro y permitió la privatización de empresas públicas. Entonces tenemos un BCR que es arquetipo de meritocracia y garante de que no haya inflación. El Perú es el país con menor inflación en América Latina. Eso es un activo.
Y tenemos ex empresas públicas privatizadas que son garantía de buen servicio: la telefonía, el aeropuerto Jorge Chávez, los puertos, parte de la generación y distribución de energía eléctrica, Camisea, parte de la banca, algunas minas, etc. En cambio, el agua potable, que no se privatizó, es un desastre.
El Comité de Operación Económica del Sistema Interconectado Nacional (COES), que planifica y distribuye la generación eléctrica, es un ejemplo de excelencia. César Butrón Fernández, su presidente, es casi tan antiguo como Julio Velarde: está en ese cargo desde el 2008.
La Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) es también una entidad técnica y meritocrática que, como el BCR, tiene un curso muy riguroso para ingresar a trabajar en ella. La SBS es una garantía del buen funcionamiento del sistema financiero.
El equilibrio fiscal ha sido una institución en el Perú desde los 90, producto de la lección aprendida de la hiperinflación de fines de los 80. Lamentablemente ese valor se viene deteriorando.
La meritocracia en educación es una institución producto de una difícil conquista política, pero ha sufrido ataques clientelistas que la mellan y los aumentos generales concedidos no guardan relación con los méritos ni con los resultados educativos
Hay otras instituciones que parecen menores pero que cumplen funciones específicas importantes como la cuota de pesca, por ejemplo, que funciona muy bien y ha permitido la conservación de la biomasa de anchoveta.
Tenemos al INEI, que increíblemente mantiene credibilidad y un buen nivel técnico pese a dificultades presupuestales.
El SENASA jugó y juega un papel clave en el éxito de las agroexportaciones. Las propias agroexportaciones son un pilar económico del país gracias a una legislación que incluyó la flexibilidad laboral. Esta flexibilidad, lamentablemente, no existe en el mercado laboral general, cuya legislación es más bien es un ejemplo de una institución excluyente, extractiva, fallida.
Proinversión es también un activo nacional. En los últimos dos años ha multiplicado la cantidad y el monto de asociaciones público-privadas (APP) adjudicadas. Las APP en general funcionan bien porque aseguran mantenimiento.
Las AFP son otra institución exitosa, generadora de gran ahorro nacional como el que nunca tuvo el país, pero en la medida en que genera una bolsa de recursos se ha convertido en objeto de saqueo político.
Reniec y Migraciones funcionaban bien, gasta que Migraciones entró en caos. Recién parece haber recuperado eficiencia pues ya los pasaportes se pueden sacar nuevamente en minutos, como era antes.
¿Qué tienen en común la mayor parte de estas instituciones?
Pues que no administran ni reparten recursos de modo que no son objeto de codicia política, o están en manos privadas o son entidades técnicas a cargo de una meritocracia rigurosa.
Tienen problemas las que tienen recursos económicos o electorales y que por lo tanto pueden ser presa del clientelismo político, como las AFP o el equilibrio fiscal o la meritocracia en Educación, donde el magisterio es un bolsón electoral.
De todos modos, nada es seguro. El BCR puede convertirse en una fuente de recursos para el fisco si se viola la Constitución. De allí la importancia de elegir bien al sucesor de Velarde.
¿Qué hacer con los servicios públicos politizados, clientelizados y patrimonializados? Pues introducirles gestión privada y meritocracia a todo trance. Lampadia