Jaime de Althaus
Para Lampadia
La municipalidad de Lima podría ser multada nada menos que con 160 millones por no haber presentado estudio de impacto ambiental (EIA) para la vía expresa sur, que unirá la vía expresa con la Panamericana Sur.
Más allá del exagerado monto de la multa, el caso nos lleva a una pregunta de fondo: ¿tiene sentido exigir un EIA para una obra que descongestionará el tránsito en Barranco entre otros beneficios? Como me dijo el experto Carlos Loret de Mola, ex presidente del CONAM, “cualquier obra que aligere el tráfico de Lima es bienvenida desde el punto de vista ambiental”.
Este caso debería servir entonces para iniciar un debate que lleve a eliminar o simplificar la pesada normativa ambiental que frena muchas inversiones, distinguiendo qué requiere un EIA y qué no.
El sentido común nos indica que tal estudio debería exigirse en actividades o proyectos que sí pueden alterar ecosistemas o afectar recursos hídricos, o pueden generar emisiones o residuos nocivos, o explotan intensivamente recursos naturales.
Por ejemplo, la gran minería, la explotación petrolera, construcción de hidroeléctricas y represas grandes, plantas industriales químicas, metalúrgicas o de tratamiento de residuos peligrosos.
También para construcción carreteras o infraestructura en zonas de alta biodiversidad o ecosistemas frágiles.
Pero ¿qué sentido tiene exigir estudio de impacto ambiental a actividades o proyectos que más bien generan un impacto ambiental positivo porque reducen congestión vehicular y aligeran el tránsito? En general no debería exigirse EIA cuando se trata de mantenimiento y mejora de vías ya existentes, construcción de ciclovías, pasos peatonales o puentes o vías rápidas sobre vías urbanas, por ejemplo. O instalaciones de energías renovables en terrenos industriales, por poner otra área.
Ya es hora de revisar toda la legislación ambiental sectorial para eliminar la obligación de presentar EIA para todas aquellas actividades que realmente no lo necesitan y donde eventualmente bastaría con presentar una simple declaración de impacto ambiental.
El peso excesivo, innecesario y profuso de la regulación ambiental solo sirve para mantener a un ejército de burócratas y consultores sin beneficio alguno para la comunidad y el ambiente y más bien con perjuicio del empleo y el crecimiento.
Lampadia