Los Panamericanos, su preparación, inauguración, desarrollo y clausura, nos han mostrado la grandeza del Perú; nuestra capacidad de hacer bien las cosas, nuestra diversidad, nuestra cultura con sus colores, trajes, paisajes, música, bailes, además de la entrega de los atletas y el buen comportamiento de la (mejor) hinchada.
Hemos mostrado, sin lugar a dudas, un país grande, maravilloso y positivo.
Qué diferencia con nuestra vida política. Por decir lo menos, la pequeñez en toda su expresión: intrigas, mentiras, incapacidad, mediocridad, irresponsabilidad y falta de miras y compromiso.
Siempre hemos dicho que el Perú es infinito. Tenemos todo. Diversidad, cultura, una geografía extraordinaria, múltiples y abundantes recursos y gente trabajadora, creativa y muy alegre, como lo muestra el espacio deportivo y cultural.
Es mentira que el peruano no tiene cultura. Basta ver cómo se comporta fuera del Perú. Acá en la Patria, el problema es el sistema: caótico, sin reglas y con impunidad. Pero cuando los incentivos son los correctos, los resultados son extraordinarios. Por ejemplo, durante los Panamericanos, los asistentes han mantenido orden y limpieza, no había papeles en el piso, los baños del Estadio Atlético, estaban impecables, haciendo así gala de gran cultura. Un evento bien organizado y ordenado llamó al orden y la limpieza.
Esa es la esencia del Perú y de los peruanos.
Pero qué hacemos con la política, que no hace otra cosa que cortarnos las piernas e impedir que salgamos de pobres.
En las dirigencias políticas se ha instalado el negativismo, el desconocimiento de nuestros avances y hasta la oposición radical a todo proyecto de desarrollo. Ya sea minero, petrolero, e incluso de la de infraestructuras como la de la hidro-vía amazónica, etc.
El radicalismo anti inversión ha devenido en el mejor mecanismo de ‘movilidad política’. Veamos nomás el caso del gobernador de Arequipa, un oscuro y desprestigiado personaje, acusado de múltiples violaciones, que en solo un mes a pasado a ocupar una posición expectante en la baraja de líderes radicales.
Gran responsabilidad de esta situación radica en los medios de comunicación, que a lo largo de los últimos años han coqueteado con personajes del club de los antis; y por supuesto, también es responsabilidad de la clase dirigente no política, que ha brillado por su ausencia. Se ha regalado el país a la aritmética de las turbas minoritarias y a los quejosos sin ideas de desarrollo, entre los cuales hay varios congresistas de las izquierdas y más allá de las izquierdas.
¿Cómo podemos hacer para que un gran país se exprese también en la política? No queda otra cosa que participar en la vida nacional. Tenemos que fundar instituciones cívicas que contrarresten la prédica anti sistema, presionar a los gremios empresariales por un mayor compromiso con los valores del desarrollo y la prosperidad, y fajarnos todos para llevar nuestras grandezas a nuestras realizaciones.
Perú, ¡Impón tu grandeza a la política! Lampadia