Fernando Calmell Del Solar
Expreso, 9 de diciembre del 2025
El comunismo, que mató a millones de personas para mantener el poder, fracasó a fines del siglo pasado. Algunos entendieron que, para sobrevivir, debían adaptarse. Así, dejaron de lado la lucha entre el proletariado y la burguesía para tomar banderas como el género, el medio ambiente, los derechos humanos y un largo etc., abriendo el abanico de conflictos para seguir generando el caos y división que les permita a ellos ganar terreno en lo político.
En el Perú, esas ideas calaron muy bien en quienes en el siglo pasado eran denominados social confusos, personas de clase media alta o alta, que, resentidos con sus padres o abuelos, adoptaban las ideas del socialismo y el comunismo en rebeldía. Ahí tenías a García Sayán, Villarán, Diez Canseco, Costa, Nieto y otros muchos más, quienes, a finales del siglo pasado, entendieron que la hipocresía podría seguir siendo su bandera y que, a través de los organismos internacionales, las ONG y puestos claves en los gobiernos, podrían generar lucro, pero sobre todo, lograr el control del aparato estatal y las instituciones, algo que por voto popular o mérito laboral jamás pudieron conseguir.
Fue con el nefasto gobierno de Paniagua donde estos social confusos ya reciclados coparon el poder del Estado, de la justicia, la prensa y muchos espacios más. Lo que no solo les permitió tener el tan añorado control, sino que les permitió engendrar una nueva camada de “tecnócratas” que moldearon, en el gobierno de Toledo, el Estado peruano a su antojo y que hoy sigue bajo su poder. Entendieron que, para permanecer en el poder, el botín del Estado debía repartirse.
Se le entregó la justicia a los supuestos defensores de los DD. HH. para perseguir a la PNP y las FFAA. A los comunistas se les devolvió la educación para que el adoctrinamiento de los jóvenes y su embrutecimiento les permita en el futuro tener un pueblo que controlar, con la condición de que permitan que los progresistas incluyan el adoctrinamiento “cultural y social” de las famosas agendas 20-algo, planteadas desde organismos como la ONU.
Finalmente, los mercas entendieron que, sin generación de riqueza, el modelo fallaría. Por eso, bajo la política del chorreo, moldearon normas y leyes para permitir el crecimiento de algunos amigos, mientras el resto de los peruanos se ahogaba en la informalidad y la sobrerregulación.
Señores, son estos grupos de personas —social confusos, comunistas, progresistas y mercas— quienes hoy conforman lo que se denomina caviar. En resumen, el caviar es esa persona parasitaria que defiende únicamente su bienestar económico lucrando del Estado, sus ONG y los organismos internacionales, y lucha diariamente para mantener el control del Estado como lo han hecho por los últimos 25 años. El caviar también es el que grita que el sistema no funciona y que solo ellos lo pueden arreglar.
Amigos, el cambio de ciclo es romper con ese sistema nefasto que los mantiene a ellos en el poder tras las sombras y que destruye día a día el esfuerzo de los peruanos por salir adelante.






