Ricardo León Dueñas
Expreso, 27 de noviembre del 2025
Si bien queda la apelación en la instancia superior, la pena impuesta por la Sala Superior de Justicia contra el expresidente Martín Vizcarra, de 14 años de pena efectiva de carcelería y una inhabilitación para ejercer cargos públicos de 10 años por recibir sobornos en su condición de gobernador regional de Moquegua por los casos Hospital de Moquegua y la obra Lomas de Ilo, resulta una que finalmente hace justicia luego de un interminable proceso penal para con quien venía burlándose descaradamente de todo un país.
Solo queda, por tanto, esperar que la Corte Suprema de Justicia ratifique dicha condena en un futuro cercano y así se consolide la situación procesal de Vizcarra con una sentencia firme y definitiva.
De esta manera, Vizcarra se convierte otra vez en un inquilino (la vez pasada lo fue por unos cuantos días, cuando le dictaron una prisión preventiva por los mismos casos) en el presidio exclusivamente destinado a los expresidentes que han delinquido y que está ubicado en el Fundo Barbadillo. Acompañará en dicho establecimiento penitenciario a los exmandatarios y sentenciados también por corrupción Alejandro Toledo y Ollanta Humala, y a Pedro Castillo, privado de su libertad en virtud a una prisión preventiva por su flagrante participación en el fallido golpe de Estado que propició en diciembre de 2022 junto a la hoy indebidamente asilada ex premier Betssy Chávez y su entonces asesor Aníbal Torres.
No muy lejanos están los tiempos cuando este nefasto personaje gozaba de la vergonzosa lisonjería de sus acólitos en los medios y de mucha gente entre ignorante e incauta, todos rendidos a sus soporíferas monsergas por televisión en su calidad de presidente (2018-2020), luego de la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski, al que previamente traicionó, y en donde gestionó la peor performance de un país en la pandemia del COVID-19.
Sus infames negociados, que le costaron la vida a más de 200,000 peruanos en aquella tragedia, fueron las consecuencias de la vil trayectoria en el poder de este sujeto. El mismo que también cerró prepotentemente el Congreso en septiembre de 2019 para gobernar a su antojo, sin la fiscalización parlamentaria a la que está obligado un mandatario en democracia, y nos endilgó un referéndum trucho, del que hasta ahora sufrimos sus consecuencias.
Esperamos que esta sentencia no solo sea ratificada, sino que vengan otras más por todos sus demás delitos. Vizcarra representa lo peor de la política peruana, ya de por sí repudiable. Su merecida inhabilitación por el Congreso hasta por tres veces, con un máximo de 10 años, no le impidió seguir haciendo campaña política a través de su desconocido hermano, un NN en la política y que hoy aspira a la presidencia sin tener oficio ni beneficio, por tan solo tener el mismo apellido y un nombre parecido. Una situación entre vergonzosa e indignante, propia de un psicópata que le ha hecho mucho daño al país y que amenaza con seguir haciéndolo.






