Jaime de Althaus
Para Lampadia
Si José Antonio Kast gana la presidencia en Chile, como parece, aplicará un programa económico parecido al programa libertario de Milei en Argentina:
Reducción del gasto público en US$ 6,000 millones, reducción de impuestos, particularmente del impuesto a la renta que podría bajar a un 20% para las empresas que generen empleo formal, reducir regulaciones que aplastan la iniciativa privada, simplificar o flexibilizar regulaciones laborales para crear empleo y reducir la informalidad.
Si llega aplicar estas y otras propuestas, Chile recuperará las altas tasas de crecimiento que tuvo hace más de una década, de la misma manera como Argentina va a empezar a crecer tasas muy altas luego de la reducción del riesgo país y de las reformas que ahora podrá aprobar después de los buenos resultados de las elecciones legislativas. De hecho, ya estaba creciendo a más de 7% hasta abril o mayo, gracias a la reducción del gasto público en un 30%, el déficit cero, caída de la inflación, renacimiento del crédito y profundas desregulaciones. Pero comenzó el ataque del Congreso al equilibrio fiscal y hubo luego el revés de la elección en la provincia de Buenos Aires, que revivieron el riesgo peronista.
Si Chile y Argentina -y quizá también Ecuador que ya dio el salto histórico de eliminar el subsidio a los combustibles, y luego Bolivia, que también aplicará reformas liberales- relanzan su crecimiento a velocidades altas, el Perú no puede quedarse atrás.

La pregunta entonces es si las distintas opciones de la derecha peruana ofrecen también esa clase de propuestas para devolverle libertad a las fuerzas productivas y volver a crecer a tasas altas.
Todavía es relativamente temprano para hacer esta evaluación porque los planes de gobierno están aún en gestación, pero por lo que los candidatos han adelantado solo habría una propuesta claramente de ese tipo que es la de Carlos Espá, aunque aún está por verse si logra crecer en intención de voto. El ideario de su agrupación, Sí Creo, pone énfasis en la desregulación, la eliminación de impuestos antitécnicos, la reducción de tasas impositivas y exoneraciones, la simplificación tributaria y administrativa, y erradicar la corrupción y el clientelismo en el Estado implementando reformas de agilidad, eficiencia, meritocracia y desregulación.
El único candidato de la derecha que ha presentado un esbozo de programa es Rafael López Aliaga en CADE. Sus propuestas apuntan parcialmente en la misma dirección:
- Bajo déficit fiscal (no se propone su eliminación) y baja deuda pública.
- Reducción del Estado (plan de incentivos para retiro y meritocracia) y del gasto público (ratio 50% inversión / 50% gasto corriente).
- Gobierno Digital Centralizado y simplificación administrativa, pero no se habla de una desregulación profunda de las actividades económicas.
- Los principales contribuyentes destinarán el 50% de su impuesto a la renta a obras por impuestos.
Pero al mismo tiempo propone aumentar considerablemente el gasto en programas sociales como Pensión 65 y Juntos, y para el sector informal propone apoyo crediticio y capacitación, pero nada en términos de simplificación y flexibilización del marco legal para permitir que los informales accedan a la formalidad con derechos.
Fuera de eso, propone crear empresas estatales para comprar productos nativos, leche y lana y para explotar el litio y exportar baterías y autos eléctricos desde Puno.
Fuerza Popular no ha presentado plan de gobierno, pero por declaraciones de sus lideres estamos ante una posición más de centro: economía social de mercado para promover inversiones y mercado “tanto como sea posible”, protegiendo a los más vulnerables con “tanto Estado como sea necesario”. Son expresiones muy generales en las que no se advierte la idea de devolver libertad económica para liberar a los emprendedores del peso de las regulaciones estatales de modo que puedan crecer y formalizar.
Carlos Álvarez parece carecer, hasta el momento, de ideas económicas o de una propuesta liberal.
Philipp Butters, por su lado, ha planteado fusionar algunos ministerios, desregular la inversión minera e integrar a los mineros informales, así como privatizar en buena cuenta PetroPerú y Sedapal, y grandes proyectos, pero no ha planteado eliminar regulaciones que asfixian los emprendimientos e impiden la formalización. Ha hablado de capitalismo popular, pero no ha anunciado las reformas que permitirían potenciarlo.
En general, no se advierte en las propuestas incipientes de la derecha peruana una visión tan clara como la que vemos en Chile y Argentina, e incluso Bolivia.
Esperemos que madure en estos meses, para no quedarnos atrás y retomar el crecimiento acelerado que nos lleve al desarrollo.
Lampadia






