Ana Cecilia Jara
El Comercio, 30 de octubre del 2025
“El tema previsional no solo debe ser técnico, debe volverse parte de una conversación nacional sobre el futuro y el bienestar”.
La mayoría de familias se traza objetivos para sacar adelante sus hogares. Algunos padres buscan que sus hijos sean profesionales, otros los educan según sus creencias o no tienen descendencia y se enfocan en sus proyectos de vida. Cada persona también tiene metas: terminar el colegio, estudiar, trabajar o emprender. Con aspiraciones claras, todos luchan por alcanzarlas.
En el campo de las pensiones, si bien tenemos un sistema que recién ha sido reformado con la Ley de Modernización del Sistema Previsional Peruano (32123), nuestro país no tiene un propósito común: que todos los peruanos tengan derecho a una pensión, independientemente de su condición laboral o nivel de ingresos.
Por eso es vital construir ese objetivo compartido. El desafío es lograr un acuerdo de principios entre trabajadores, empleadores, políticos, reguladores y administradoras, con un sistema centrado en el afiliado, que proteja su bienestar futuro.
En el Perú, la desconfianza en las instituciones y la falta de reglas claras y duraderas complican las reformas. El octavo retiro y los recientes cambios a la Ley 32123 reflejan esta dificultad. Por ello, urge generar consensos que permitan construir un sistema previsional en el que todos confiemos.
Nuestro país también enfrenta problemas estructurales como la alta informalidad laboral, que afecta al sistema de pensiones. Sin embargo, no podemos paralizarnos. Es posible crear incentivos que permitan el paso de la informalidad a la formalidad.
El camino será largo y complejo por el entorno polarizado y se requerirán constantes análisis, pero es un proceso necesario para el desarrollo del país.
Debemos abrir espacios de escucha genuina para lograr entendernos. Se necesita sensibilidad y firmeza para crear un sistema que acompañe a las personas en su vejez.
No basta con tener la razón o hacer las cosas bien. Se requiere conexión y ese vínculo se construye con transparencia, coherencia y un propósito claro: que el Perú tenga un sistema previsional con empatía y sensibilidad social, al servicio de todos.
Esto me hace recordar las sabias palabras de la Madre Teresa de Calcuta: “El que no vive para servir no sirve para vivir”. En suma, vale la pena fortalecer lo que ya existe, no solo pensando en el largo plazo, sino entendiendo el presente y asumiendo un rol activo en él. El tema previsional no solo debe ser técnico, debe volverse parte de una conversación nacional sobre el futuro y el bienestar.






