Luis Carranza
Perú21, 12 de octubre del 2025
Los problemas más serios los vemos en el altímetro (altura) de la seguridad.
Tenemos cambio en el equipo de pilotos de nuestro avión Perú y todo apunta a que la zona de turbulencia se ha adelantado algunos meses y todavía nos queda medio año para las elecciones. Si bien es cierto que la principal obligación de este nuevo gobierno es garantizar elecciones limpias y transparentes, hay mucha incertidumbre sobre lo que pueda pasar en la economía. Así que veamos cómo se encuentra el tablero de control de nuestra economía.
Respecto al anemómetro (velocidad) de crecimiento, no se vislumbra mayor problema, deberíamos estar en torno a un 3% de crecimiento para 2026; el recientemente aprobado octavo retiro de las pensiones generará un impulso sobre el consumo que compensa la desaceleración de la inversión privada, que podría adelantarse si pasamos a un escenario de turbulencia intermitente. Los indicadores de crédito, morosidad, aumento de empleo, términos de intercambio, entre otros, se mantienen muy estables. Por el lado financiero, tampoco se vislumbra mayor turbulencia, dadas las extraordinarias condiciones externas y la abundancia de reservas internacionales que permitiría amortiguar el potencial impacto negativo de acentuarse las protestas sociales. Un buen gabinete mitigaría bastante este riesgo.
En la crisis política de 2000, estábamos atravesando una severa crisis económica y se escogió un muy buen ministro de Economía con mucho manejo político, Javier Silva Ruete, que tranquilizó mucho a los mercados. Nuestra situación de empleo y de fortaleza macroeconómica es totalmente distinta ahora.
Sin embargo, con el avión que tenemos podríamos ir a una velocidad de 6% a 7%, pero hay que hacer algunas reparaciones llegando al próximo aeropuerto en 2026; este equipo de pilotos no tiene ninguna capacidad de emprender grandes reformas.
Respecto al variómetro (nivelación) fiscal, las cosas vienen mal desde los últimos tres equipos de pilotos, acentuándose en las últimas horas de vuelo. La regla fiscal no se viene cumpliendo, el gasto corriente viene creciendo de manera desbocada y si bien las condiciones externas son inmejorables (apreciación cambiaria y buenos términos de intercambio), hemos venido descendiendo en los últimos tiempos. No se espera que esto se acentúe, pero tampoco somos muy optimistas de que se ponga un freno y se estabilice el deterioro fiscal. Pero no hay de qué preocuparse, pues las reservas nos aguantarán sin problemas hasta llegar al aeropuerto 2026.
Los problemas más serios los vemos en el altímetro (altura) de la seguridad. La seguridad es una función esencial de la existencia del Estado. Lo que vemos en los últimos años es un aumento descontrolado de los temas de seguridad en prácticamente todo el país. Si nuestro nuevo piloto solo lograse contener la caída en este indicador, sería bastante positivo. Para revertir la caída necesitamos reformas institucionales en la Policía y el sistema judicial, que en estos momentos es impensable que se asuman.
Los mayores riesgos están en el indicador de horizonte de los grandes proyectos, especialmente los proyectos mineros. Este evento de la vacancia puede generar un mayor activismo político desde el lado más radical de nuestra sociedad, generando conflictividad social que podría intentar parar importantes proyectos como Tía María, Zafranal o San Gabriel; peor aún, este activismo político podría tratar de generar problemas sociales en operaciones mineras importantes. Creo que aquí están los riesgos más graves del tablero económico de nuestro avión. Al final del gobierno de Alan García, el activismo político llevó a postergar importantes proyectos que ya estaban listos, como Quellaveco, que recién entró en operación en 2022, y Tía María, que entraría en operación en 2027.
Pero así como tenemos estos riesgos, creo que este nuevo equipo tiene grandes oportunidades, y esto está asociado al coordinador de giro de los grandes proyectos de infraestructura, la falta de compromiso político hace que ante cualquier vuelta o giro que tengamos que dar, el avión se desestabilice, es decir, que estos proyectos se estanquen. La línea 2 del metro, aeropuertos regionales, proyecto vial Santa Rosa, Majes Siguas II, Chavimochic, y la lista sigue. En todo proyecto, siempre surgen problemas y, si no hay voluntad política de trabajar con el sector privado en resolver los problemas, estos proyectos se estancan. Cada proyecto tiene su propio panel de control con indicadores de avances. Hacerles un seguimiento cercano a los responsables de cada uno de estos indicadores aseguraría que se mantenga el avance. Esto no tendrá mayor impacto en el crecimiento del próximo año, pero sí en el bienestar futuro de la población y en el crecimiento en el mediano plazo. Aquí, creo, están las mejores oportunidades para este equipo.
Pero como estamos en un Perú fragmentado con gran descontento y desilusión en la población, porque sienten con justa razón que la clase política sigue fallando, eso vuelve la situación muy vulnerable porque cualquier evento desafortunado puede gatillar otra crisis. Así que, estimado lector, abróchese bien el cinturón, no use los servicios higiénicos y tenga el rosario a mano, por si acaso.