Fernando Calmell Del Solar
Expreso, 7 de octubre del 2025
«Es octubre, el mes morado y, como todos los años, miles de peruanos se vuelcan a las calles a rendir su fe. Pero este año no solo salen ellos, sino que somos testigos también de cómo salen grupos a causar el caos, paralizar el país y, por supuesto, «dirigentes» que solo buscan réditos políticos para lograr encajar algún puesto en las elecciones que se vienen»
Es octubre, el mes morado y, como todos los años, miles de peruanos se vuelcan a las calles a rendir su fe. Pero este año no solo salen ellos, sino que somos testigos también de cómo salen grupos a causar el caos, paralizar el país y, por supuesto, “dirigentes” que solo buscan réditos políticos para lograr encajar algún puesto en las elecciones que se vienen.
Se disfrazan de generación Z, de dirigentes comuneros o de lo que la oportunidad les dé para levantar la voz y salir a gritar contra el sistema. Son los mismos de siempre, las mismas banderas, los mismos eternos dirigentes que cambian la excusa para protestar, pero reclaman siempre lo mismo: un rompimiento del sistema. Claro, ellos buscan, como buenos comunistas, que todo se rompa para ser los únicos beneficiados.
Ellos capitalizan el creciente descontento ciudadano, que año a año sigue acumulando rabia, desesperación y frustración ante un país que para ellos no avanza. Y no solo no avanza, sino que se enfrentan a un Estado que cada vez se la hace más difícil y donde campea la corrupción, el crimen organizado y la inseguridad ciudadana.
Capitalizan la realidad, donde los peruanos vemos cómo las autoridades y funcionarios de todo tamaño se asocian con el “emprendejo” de turno, un amigo, un familiar, un delincuente con buenos contactos, que terminan adjudicándose obras con contratos que están diseñados para robar. Claro, una vez firmados, pasan a estar dentro de la ley, pero todos sabemos que estos contratos se diseñaron para no terminarse nunca, para lucrar más a costa de la plata de todos los peruanos y, en el camino, dejarlos sin pistas, hospitales, escuelas, etc.
Ante tanta frustración, ante tanta evidencia de corrupción, los peruanos claman un rompimiento del sistema. Pero, amigos, el rompimiento del sistema actual que la mayoría de los peruanos exige en estas elecciones no es un cambio hacia el comunismo, el estatismo o sueños de opio hacia una nueva Constitución. Lo que los peruanos claman es que se rompa con el sistema que solo favorece a algunos que saben usarlo para aprovecharse de él; que se rompa con un Estado que solo pone barreras y trabas para su desarrollo; que se termine con los Odebrecht y emprendejos locales; que se termine con las mafias de la economía ilegal y del clientelismo de poner diputados, senadores, gobernadores y presidentes para solo consolidar sus posiciones y hacer que el Estado trabaje para ellos.
Está en manos no solo de los nuevos políticos, sino de todos y, sobre todo, de los empresarios, dejar las medias tintas, lo políticamente correcto y la hipocresía, para decidirnos de una vez que ese rompimiento sea para el desarrollo y no un salto al vacío hacia el comunismo. Eso es el cambio de ciclo.