Juan Carlos Mathews
Expreso, 1 de octubre del 2025
La relación entre Perú y la República de Corea ha evolucionado significativamente en las últimas décadas, consolidándose como un ejemplo de cooperación bilateral con impacto global. Un hito importante fue la Declaración de Lima de 2013, que estableció un marco de colaboración centrado no solo en comercio e inversión, sino también en ciencia, tecnología e innovación. Desde entonces, ambos países han desarrollado una agenda que va más allá de lo económico, constituyéndose en una plataforma de desarrollo compartido.
El Tratado de Libre Comercio (TLC), vigente desde 2011, ha sido clave para dinamizar el comercio bilateral y diversificar las exportaciones peruanas. Este acuerdo brinda a las empresas de ambos países un entorno estable y predecible. Para Perú, ha significado acceso preferencial a un mercado sofisticado; para Corea, una puerta de entrada hacia América Latina. Más allá de los beneficios económicos, el TLC ha fomentado una mayor integración productiva y un entendimiento empresarial y cultural entre ambas naciones.
No obstante, la verdadera proyección de esta relación radica en el desarrollo industrial y la transferencia de conocimiento. Corea del Sur, reconocida mundialmente por su innovación tecnológica y proceso de industrialización, representa un modelo valioso para Perú, que busca diversificar su economía. La clave está en adaptar las experiencias coreanas al contexto peruano, fortaleciendo cadenas de valor, productividad y generando empleo de calidad.
La transferencia de conocimiento es esencial. No se trata solo de importar tecnología, sino de desarrollar talento especializado y capacidades locales. En este contexto, la cooperación entre la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) y ITPO Korea (Oficina de Promoción de Inversiones y Tecnología) cobra relevancia. Estas entidades promueven el desarrollo industrial sostenible alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y apoyan la expansión de empresas coreanas en países en desarrollo, como Perú.
Un ejemplo concreto es el avance del sector farmacéutico peruano, que participó recientemente en la feria CPHI Korea 2025 a través del gremio COMSALUD de la Cámara de Comercio de Lima. Este tipo de eventos fortalece los vínculos industriales y abre nuevas oportunidades para otros sectores productivos peruanos.
En un mundo marcado por la digitalización, la transición energética y la necesidad de economías resilientes, la cooperación entre Perú y Corea ofrece un marco ideal para abordar desafíos conjuntos. La creación de programas de formación, proyectos de innovación compartida y alianzas entre universidades y centros tecnológicos son fundamentales para una cooperación sostenible de largo plazo entre los sectores público y privado.
La experiencia coreana demuestra que el conocimiento, la planificación estratégica y la inversión en capital humano pueden transformar una economía. Para Perú, esta alianza representa mucho más que comercio: es una oportunidad para avanzar hacia un modelo de desarrollo industrial moderno, sostenible y competitivo. En los próximos años, esta debe ser la dirección estratégica a seguir.