Luz Pacheco Zerga
Presidenta del Tribunal Fiscal Constitucional
El Comercio, 28 de setiembre del 2025
“No dejemos que la violencia nos domine, ni en el lenguaje ni en los hechos”.
Según la RAE, “odio” significa: “antipatía y aversión hacia algo o hacia alguien cuyo mal se desea”. No basta, por tanto, la simple antipatía para calificar un discurso como de odio: debe manifestar el mal que se desea al destinatario.
La muerte de Charlie Kirk ha puesto de manifiesto la importancia de esta calificación en la sociedad contemporánea. Kirk criticaba la cultura ‘woke’ porque consideraba que el privilegio blanco “no existe”; que era un concepto racista inventado por la izquierda para dividir a la gente. También criticó el movimiento Black Lives Matter y la enseñanza de la Teoría Crítica de la Raza (CRT) y la “historia de la opresión”, según la cual los blancos deben “odiarse a sí mismos” y los negros verse como víctimas. No estaba de acuerdo con la inmigración masiva: “Solo hago una pregunta muy simple. Si no eres estadounidense, está bien. Regresa a tu lugar de origen. No te voy a hacer daño. No te voy a encarcelar. Simplemente regresa. Hasta la vista. Pero tenemos una cultura que proteger. Tenemos un país que amar. (…) Sin pasaportes dobles, sin doble lealtad, sin doble ciudadanía (…). Amo este país y detesto ver lo que la migración masiva le está haciendo. No es una cuestión racial. Pienso que es una cuestión de thumos (espíritu)”.
Indudablemente no todos estaremos de acuerdo con su argumentación, pero ¿se puede afirmar que el suyo era un discurso de odio? Y su simpatía por Trump ¿lo convierte en un odiador? Yo no siento simpatía por Trump, pero eso no me convierte en odiadora, solo en disidente. ¿O el hecho de tener ideas distintas nos convierte en adversarios?
Por otro lado, la persona que lo asesinó, Tyler Robinson, según su madre, había virado sus opiniones políticas hacia la izquierda. También dijo que se había vuelto “más pro gay y orientado hacia los derechos de la comunidad trans”. La pareja de Robinson, que vivía con él, había estado en proceso de hacer la transición de hombre a mujer, señaló la fiscalía. El intercambio de mensajes de texto entre Robinson y su pareja fue reproducido por los fiscales en el documento de la acusación. Entre ellos se lee: “Estaba harto de su odio. Hay odio que no se puede negociar”. Y en la bala encontrada con el rifle había una serie de frases grabadas, entre ellas: “¡Eh, fascista!; ¡Atrapa!” y en uno de los tres cartuchos sin disparar: “Si lees esto, eres GAY, Lmao”.
¿Quién odiaba a quién? ¿Quién deseó el mal a quién? El discurso del odio lleva a patear a un policía caído en el suelo o a destruir inmuebles. Recuperemos nuestras raíces: no dejemos que la violencia nos domine, ni en el lenguaje ni en los hechos. Recomencemos el camino del diálogo. No podemos imponer nuestras ideas como si fueran las únicas válidas: el respeto exige convicciones y apertura, sin relativismos ni prepotencias.