Fausto Salinas Lovón
Para Lampadia
La última crisis en Machu Picchu, tampoco resuelta definitivamente, ha dejado una vez más, una lección muy clara: el turista no importa.
Al Gobernador Regional le importaba tomar los recursos del Ministerio de Cultura, apropiarse de la gestión de Machu Picchu (pese a que preside la Unidad de Gestión de Machupicchu sin éxito alguno) o aparecer como el gran componedor de esta crisis. Nunca le importó el turista.
Al Alcalde de Urubamba le importaba cobrar directamente el pasaje de subida en bus a MachuPicchu, hacer clientelismo intra provincial con esos recursos o favorecer a nuevos operadores. Nunca le importó que el precio del pasaje mejore, la calidad del servicio se supere o que haya competencia en la prestación de este servicio para beneficio del turista.
Al Alcalde del distrito de Machu Picchu, al que acusan de defender los intereses de la Empresa de su padre en Consettur, tampoco le importó el turista. Su prioridad era mantener el statu quo actual y los ingresos de la Empresa Municipal Tramusa que es parte de ese consorcio, si es que no su futuro político en la guerra interna en Somos Perú por la candidatura regional. Su preocupación nunca ha sido el turista, aunque su pueblo vive de él.
Al Mincetur y al Ministerio de Transportes, de la planilla de plata como cancha ( mejor dicho APP), solo les importaba que la hora pase, lavarse las manos, hacer creer que el problema no era de ellos. Los miles de turistas secuestrados en Machupicchu, las vías férreas interrumpidas, las cancelaciones y el deterioro del destino no eran su culpa.
Al Ministerio de Cultura, en los últimos 25 años, con honrosas y contadas excepciones, no le importa el turista sino la conservación. No actúa con hipocresía. Lo ataca todos los días con límites de carga absurdos, una gestión prehistórica de los sitios de Patrimonio Cultural, con la venta presencial de entradas con colas en el mismo destino alentando la extorsión a los turistas, con su tolerancia a las mafias de carrusel de boletos. El MinCul ataca sin piedad al turista, no ahora con el actual Ministro, siempre. Pese a que sus sueldos los pagan los turistas.
A los congresistas de la Región no les importa el turista. Les importan los pequeños bolsones electorales que hay detrás de las empresas de buses, de los comerciantes y artesanos, los pueblos involucrados a quienes hacen creer que tienen derecho a acceder a la renta del turismo o los porteadores del Camino Inca. Ellos buscan votos, no satisfacción del turista o conservación del destino.
A los políticos que hablan sobre el tema, que de pronto levantan la ceja para opinar sobre este tema que no conocen, tampoco les importa el turista aunque hablan de él. Les importa el rédito político que creen obtener al hablar de este tema.
A ninguno de estos políticos les importa el turista, ni el turismo en general como actividad que genera más del 3% del PBI y da empleo a más de 1.5 millones de personas, porque ellos cobran aunque no haya turistas. Su sueldo no está asociado al éxito o fracaso de su gestión, sino al tiempo que calientan el asiento. Les importa permanecer en el cargo y pasar por sueldos, viáticos, dietas, aguinaldos, que el Estado paga en función del tiempo de permanencia y no en función del éxito o fracaso de la gestión.
A los únicos que les importa el turista, porque saben que de ellos viven y que su grado de satisfacción marca el rumbo de nuestro destino turístico y el futuro del sector, son los empresarios del sector turismo y sus trabajadores. Sin embargo su limitado peso político, su ausencia en las instancias de gestión de los destinos turísticos y su limitado peso político les impide cambiar el curso de los acontecimientos. Sus esfuerzos por haber advertido esta crisis, por plantear soluciones desde sus gremios empresariales no tienen eco ni cambian el curso de las cosas.
Sin turistas no hay turismo. Sin turismo no hay empleos, ingresos, impuestos. Sin turistas no hay futuro para el destino Perú.
Tal vez la mejor reforma que se puede plantear en la política peruana es asociar el éxito de las principales actividades productivas de cada distrito o provincia a los ingresos públicos asignados. Si al turismo le va bien, llegan más visitantes y están satisfechos con la visita, esos distritos y los sectores que dirigen la actividad, reciben los recursos previstos o más. Si los turistas son secuestrados, maltratados y el número, cantidad, calidad y satisfacción desciende, los ingresos públicos también.
Un modelo de asignación de recursos vinculados a la performance de las principales actividades económicas. En las zonas agro exportadoras también. En las zonas mineras igual. Solo así podríamos vincular la gestión pública al éxito de la principal actividad económica de la zona, sino seguiremos como estamos, donde por ejemplo, en la principal región turística del país, el turista no importa. En las regiones mineras los principales opositores son las autoridades. En las zonas agro exportadoras donde las autoridades lideran el chantaje a fundos y empresas agroexportadoras. Lampadia