Patricia Teullet
Perú21, 22 de setiembre del 2025
«Como no hay muchas empresas públicas y tampoco hay un dinamismo especial en la creación de infraestructura en el país, un número considerable de trabajadores estatales está sencillamente ligado a la burocracia, cuyo aumento se da como una manera común para el pago de favores», sostuvo Patricia Teullet.
Según cifras reveladas en la última convención anual de Apoyo Consultoría, hay 1.6 millones de empleados públicos, mostrándose también una tendencia creciente en cuanto a la participación de estos en los ingresos laborales totales. Resulta especialmente interesante ver algunas de las características que diferencian a estos trabajadores de los que laboran formalmente en el sector privado. La primera sorpresa: el salario promedio mensual es considerablemente mayor entre los trabajadores públicos, siendo de 4,200 soles versus los 2,700 del sector privado. También se muestra que porcentualmente hay más trabajadores públicos que privados fuera de Lima, especialmente en la sierra y selva.
Es cierto que una parte importante de estos trabajadores públicos pueden ser, entre otros, policías, maestros, médicos o enfermeras, pero hay muchos que no responden a las funciones del Estado ni realizan labores que redundan en el bienestar de la comunidad.
Como no hay muchas empresas públicas y tampoco hay un dinamismo especial en la creación de infraestructura en el país, un número considerable de trabajadores estatales está sencillamente ligado a la burocracia, cuyo aumento se da como una manera común para el pago de favores, sea con la creación de un puesto de línea o la contratación de asesores. Como consecuencia, se generará un incremento del gasto público improductivo que termina justificándose con la creación de trámites que dificultan el desempeño y productividad de la empresa privada.
Cuando el gasto público aumenta por inversión, se espera un beneficio derivado de la misma que, además, se puede controlar más o menos rápidamente en caso de que sea necesario. No ocurre lo mismo con los salarios del burócrata público: una vez creado un cargo, el gasto corriente generado por las remuneraciones es casi imposible de reducir, salvo que sea con una reforma importante e impopular que generará protestas. Y el Perú ya pasó por dicha experiencia en un momento en el cual, además, empresas públicas improductivas y deficitarias empleaban a millones de personas. Petroperú y Sedapal son los recordatorios permanentes de esas épocas.
Una causa común del incremento del número de empleados estatales se debe también a la frecuencia del cambio de cargos públicos como los de ministros: lo usual es que cada uno llegue “con su equipo” a hacer cambios, incluso en cargos técnicos. Esto origina la demora de procesos en marcha que pueden darse por el cambio de criterios o simplemente porque hay que explicar (y empezar) todo de nuevo.
Exceptuando a los servidores públicos que cumplen tareas relacionadas con el quehacer del Estado, el objetivo debería ser reducir la proporción de trabajadores del Estado con relación a los trabajadores privados en el sector formal. Y esto es especialmente importante fuera de Lima.
Por el momento, los incentivos están dados para que no sea así y especialmente en regiones, donde hay más obras de infraestructura truncas por incompetencia o falta de presupuesto.
Ganar simpatías creando empleo innecesario es un típico caso del populismo cuyos costos se trasladan a los siguientes gobiernos y, así, se va perdiendo la fortaleza macroeconómica que todavía venimos aprovechando.