Uri Landman
Para Lampadia
El “seppuku”o “harakiri”, es el ritual de suicidio japonés por medio del corte del vientre. Formaba parte del código ético de los samuráis y se realizaba de forma voluntaria para morir con honor en lugar de caer en manos del enemigo y ser torturado.
Lo que están haciendo los pobladores del pueblo de Aguas Calientes es un suicidio, pero nada tiene que ver con el honor o la ética, todo lo contrario, es una vergüenza nacional que no tiene excusa y que debe ser rechazado por todos nosotros.
La semana pasada, más de 2,000 turistas se quedaron varados a causa del bloqueo y sabotaje de las vías del tren por parte de pobladores de Aguas Calientes. Este acto deleznable por parte de los pobladores, se debe a un conflicto entre la empresa Consettur, quien tuvo la concesión durante los últimos 30 años y la nueva concesionaria, elegida a dedo, por el alcalde de Urumamba, San Antonio de Torontoy, cuyos dueños son pobladores de Aguas Calientes.
Ante esta situación de conflicto preguntamos:
¿Dónde está la presidente del Perú?
¿Dónde está el ministro de cultura?
¿Dónde está el ministro de turismo?
La respuesta es muy sencilla: en cualquier sitio menos en donde deberían estar. Ninguno de ellos está en Cusco.
Ante la falta de autoridad que ponga orden e imponga la ley, miles de turistas nacionales y extranjeros han pasado hambre, frío, maltratos y sobre todo una inmensa desilusión al no poder visitar la maravilla de MachuPicchu. Hemos escuchado con vergüenza como turistas mexicanos, chilenos, argentinos, entre muchos otros, declaraban ante los medios que nunca más regresarán a visitar la ciudadela inca y que tampoco la recomendarán a sus familiares y amigos en sus países.
El daño a la imagen de MachuPicchu y de nuestro país ya está hecho. Según la Asociación Peruana de Turismo Receptivo Interno, las reservas de paquetes turísticos a Cusco, han caído 15% y la región Cusco ha perdido unos 3 millones de dólares por cada día de conflicto.
¿Alguno de ustedes ha leído en los medios que los egipcios van a dar una tregua de 72 horas para que los turistas puedan ver las pirámides o que los mexicanos den una tregua para visitar Chichén Itzá?
Los pobladores de Aguas Calientes han tenido el desparpajo de otorgar una “tregua” de 72 horas, mediada por la Defensoría del Pueblo, para que los turistas puedan visitar MachuPicchu y luego regresar a Cusco. Esta acción denigra la imagen del país y nos pinta peor que una república bananera.
Desde hace ya buen tiempo, las autoridades han demostrado una total ineptitud y corrupción al momento de administrar la ciudadela inca.
Un claro ejemplo de ello es la venta de las entradas. En lugar de vender la totalidad de las entradas por internet para que cualquier turista en el mundo pueda comprar su boleto en la comodidad de su casa, 1,000 entradas de las 5,600 que hay habilitadas al día, se venden físicamente en el pueblo de Aguas Calientes. Ello, obligaba a los turistas a pernoctar una noche en dicho pueblo, pagando caro por servicios malos, ya que el primer día te habilitaban un espacio y recién el segundo día te vendían el boleto. Absurdo por donde se le mire. ¿Adivinan quién era ministra de cultura cuando se dio esta resolución ministerial? Nada menos que la golpista Betssy Chávez, ex ministra del corrupto Castillo.
Otra muestra clarísima de los pésimos manejos de MachuPicchu, es que el turista tiene que pagar 24 dólares por un viaje de 20 minutos que lo lleva de Aguas Calientes hasta la ciudadela en una trocha de barro, en lugar de poder tomar un teleférico como lo hay en Kuelap.
¿Por qué no se da luz verde a este proyecto encarpetado hace años? Se debe a la angurria de autoridades y pobladores locales que no quiere perder el “negociado” de los buses, en desmedro del servicio a los turistas.
A las autoridades cusqueñas y muchos de los pobladores que piensan que MachuPicchu es suyo y que tienen el derecho de manejarlo como mejor les parezca, les tengo que dar una triste noticia: ¡están equivocados! MachuPicchu no le pertenece a los cusqueños y para ser más claros, tampoco le pertenece solamente al Perú. MachuPicchu es una maravilla de la humanidad y el Perú tiene el deber de velar por su conservación y administración, para que todos los turistas del mundo puedan visitarla y apreciar su belleza y misterio sin tener que pasar por maltratos y penurias.
Para aquellas autoridades sin visión, como el gobernador regional de Cusco que amenaza con un levantamiento si no obtiene lo que quiere, le tengo otra noticia: existen seis maravillas más: La gran Muralla China, Petra, El Coliseo de Roma, Chichen Itzá, El Taj Mahal y el Cristo Redentor en Brasil, donde si están dispuestos a recibir al turista y su dinero, con todas las comodidades y seguridades para que tengan una buena experiencia.
Como decía mi padre: somos un país bendecido por la tierra, castigado por la gestión de los malos gobernantes. Lampadia