Felipe James Callao
El Comercio, 12 de setiembre del 2025
“A mayor inversión minera, mayor demanda de bienes industriales. Y a medida que esta demanda se expande, también lo hacen los proveedores nacionales, generando empleos de calidad y nuevas oportunidades para pequeñas y medianas empresas manufactureras”.
La economía peruana tiene varios motores y hay dos que destacan por su impacto conjunto: la minería y la industria manufacturera. Forman una alianza estratégica que impulsa el crecimiento económico, genera empleo y crea un efecto multiplicador que se siente en todos los rincones del país.
Es imposible hablar de economía peruana sin mencionar a la minería. Este sector representa aproximadamente el 15% del Producto Bruto Interno (PBI) y más del 60% de las exportaciones nacionales. Además, da empleo directo a más de 200 mil personas e indirectamente a más de un millón de peruanos, según datos del Ministerio de Energía y Minas.
Pero la minería no es solo eso, sino que también genera un enorme encadenamiento productivo, especialmente con la industria manufacturera. La minería moderna requiere maquinaria pesada, estructuras metálicas, productos químicos, sistemas eléctricos, cal industrial, uniformes especializados, embalajes, repuestos y mucho más. Todos estos productos son fabricados por empresas industriales, muchas de ellas locales, que han encontrado en el sector minero a su principal cliente.
Así, el crecimiento de la minería se traduce directamente en el crecimiento de la industria, tanto en Lima como en regiones como Arequipa, Cusco, Cajamarca, Apurímac o Moquegua. A mayor inversión minera, mayor demanda de bienes industriales. Y a medida que esta demanda se expande, también lo hacen los proveedores nacionales, generando empleos de calidad y nuevas oportunidades para pequeñas y medianas empresas manufactureras.
En los últimos años, miles de empresas industriales se han convertido en proveedores de la minería, ya sea fabricando insumos, repuestos, componentes, equipos o brindando servicios especializados. Este proceso de articulación productiva ha permitido que sectores como la metalmecánica, la industria química o incluso la textil crezcan en paralelo con los grandes proyectos mineros.
La integración vertical hacia adelante, es decir, que la minería procese más sus minerales dentro del país —mediante fundiciones o refinerías—, no ocurrirá simplemente porque se ordene desde el Estado. Ocurrirá cuando hacerlo sea rentable, y eso solo se logrará si el país alcanza una escala de producción lo suficientemente grande como para justificar esas inversiones.
Queda todavía mucho por hacer para aprovechar al máximo esta alianza estratégica. Muchas mineras siguen importando parte de sus equipos o insumos, lo que demuestra que aún hay espacio para fortalecer la industria local.
Impulsar clústeres industriales regionales, promover la transferencia tecnológica y fomentar encadenamientos productivos y aprovechar nuevos mecanismos como las Zonas Económicas Especiales Privadas son algunos de los caminos a seguir.
En un país que aún busca diversificar su matriz productiva y dejar atrás la dependencia de la exportación de materias primas, la relación entre minería e industria debe entenderse como una oportunidad de desarrollo nacional.
Hoy, en el evento organizado por InPeru en Madrid, el empresario minero Roque Benavides invitó a los industriales españoles a invertir en el Perú, integrándose a la Sociedad Nacional de Industrias y aprovechando las múltiples ventajas que ofrece nuestro país. Con este encuentro, quedó reafirmada la alianza entre minería e industria como motores del desarrollo del Perú.