Entrevista a Luis Bustamante Belaunde
Perú21, 10 de agosto del 2025
Carlos Cabanillas
Luis Bustamante Belaunde cree que la abulia es la amenaza principal al 2026. Critica la mediocridad partidaria y la antipolítica con la que Fujimori y Velasco golpearon la democracia. Compara el actual escenario político con el de 1990. Y como buen arequipeño, culpa al centralismo y recuerda a su amigo el nobel.
La campaña de 1990 fue la más literaria; la que marcó el escenario actual.
La más literaria y la que más gente movió. El país de ahora está desmovilizado, a diferencia del que viví. Un alineamiento de los astros favoreció el surgimiento de Libertad. Ahora ninguna personalidad es capaz de convocar con un mínimo de aceptación y carisma.
Faltan líderes. ¿Aparecerán? Tras el Fredemo, nadie quiere lanzarse con anticipación ni hacer alianzas.
Faltan líderes. Es difícil pedir carisma a un líder en un país donde todos terminan en la cárcel. Primero, hay que formar ciudadanos y, después, formar líderes. Debería haber inquietudes partidarias más allá de las firmas falsas.
¿No le gusta ningún candidato?
No me gusta ninguno. El paisaje a un año de las elecciones no me convence para nada. ¿Qué domina en el Perú de hoy? Ni la derecha ni la izquierda. Dominan los mediocres. Es una ‘mediocracia’. No es casualidad. Nuestra democracia ha sido muy maltratada. Desde el gobierno militar se maltrató a los partidos políticos. La democracia representativa fue desprestigiada.
Hugo Chávez aprendió de Velasco. Y Pedro Castillo busca una Constituyente con pocos partidos y muchos pueblos originarios y movimientos sociales.
Trataron de sustituir a los partidos por la democracia directa, la democracia social, la democracia participativa o de participación plena… Esos apellidos son siempre sospechosos, porque buscan desaparecer al sustantivo. El gobierno militar quería sustituir al ciudadano. La arrogancia fatal de la que habló Hayek.
La reforma constitucional de Paniagua concluyó que una Asamblea Constituyente era autoritaria.
Se hizo una reforma y ahí quedó. Ese es el riesgo cuando se habla del Congreso Constituyente, una figura antidemocrática. El gobierno militar también deja como herencia el voto preferencial, que es la muerte lenta de los partidos. Es provocar una implosión. Y trae transfuguismo. Otro problema es la descentralización. Iban a ser cuatro o cinco macrorregiones. Pero la peor decisión fue acogerse a una medida transitoria para la regionalización mientras se constituían las regiones grandes. No hay nada más permanente en el Perú que lo transitorio.
Las prisiones preventivas, los jueces provisionales, los fiscales interinos, el Reinfo…
Lo vitalicio y lo provisional funcionan al revés. La Constitución Vitalicia de Bolívar duró dos meses. En cambio, el Estatuto Provisional de la República demoró varios años. ¿Y ahora cómo bajarse de ese tigre? Es un capítulo perdido.
La campaña del 90 definió el escenario de hoy: el outsider, la informalidad, la polarización, el antivoto, el racismo. Antes se votaba por el mejor. A partir de Fujimori, votamos por “un presidente como tú”. Y con Castillo votamos por el peor.
Candidateaba lo mejor de cada partido político. Todas eran figuras absolutamente respetables. En esa época se respetaba el ejercicio político. El desprestigio al Congreso fue inducido desde la presidencia. Se hablaba de “partidocracia”. Ahora todos terminan en Barbadillo. Las elecciones son una votación anti. De ahí el éxito de los antisistema. Eso es pervertir la votación.
Usted fue el encargado del plan de gobierno. Hoy, los planes se plagian, no se leen o no se implementan. Perdieron por decir la verdad.
No se hacen, se plagian y no se leen. Es verdad que perdimos por decir la verdad.
La unicameralidad fue un maltrato de Fujimori. Y encima encareció el Congreso.
Fue un maltrato. Uno de los mayores disparates. Un Congreso unicameral es una dictadura disfrazada. Cuando fui senador, el sueldo era US$2,000. Teníamos cinco personas: asesor sénior, asesor júnior, secretaria, chofer y seguridad.
¿Qué le parece el nuevo Senado?
Una cosa es lo que se diseña en el papel y otra es la realidad. Tenemos un derecho electoral perverso. Un sistema electoral impregnado de corruptelas, carente de mecanismos de control. El concepto no me parece mal, pero no me gusta que haya dos tipos de senadores.
Como Fujimori, muchos candidatos presidenciales irán al Senado por si acaso.
Sí. Con la dispersión partidaria que, siempre y cuando se mantenga un límite mínimo para acceder al Congreso y conformar bancada… Si eso lo podemos regular bien, el peligro disminuye. Pero el Congreso unicameral es una perversión. Termina desnaturalizando al Congreso.
“ESTAMOS DESINTERESADOS”
La universidad es una herramienta política.
Me ha tocado ser primero académico, luego político y finalmente volví a la academia. Para mí es clarísimo que si uno está en política no puede estar en la universidad. He tratado de establecer una muralla china. No me gusta nada que en el Congreso estén los dueños de universidades privadas. No me parece apropiado ni correcto.
¿Cuál es la mayor amenaza al 2026?
La mayor amenaza a ocho meses de las elecciones es la desmovilización. La política se define por presencia activa o ausencia pasiva. Y si la mayoría de la gente tiene una ausencia pasiva, vamos mal.
Como el ausentismo en la pandemia. Más que estar polarizados, estamos desinteresados.
Hay una molicie generalizada. Estamos desinteresados porque hemos sido víctimas de un maltrato sistemático al sistema democrático y a la legislación electoral. Los ciudadanos deben tomar conciencia. Y tener ilusión.
¿Se anima a analizar a algunos candidatos?
Preferiría que no. Tengo mis ideas claras. Sé quiénes deberían estar en el combate y quiénes están sobrando. Están sobrando los atorrantes. Los que se guían más de su pasado que de su futuro. Los que no aprenden las lecciones de la realidad. Esos para quienes el gobierno de Castillo y Boluarte no sirven de escarmiento. Esa gente me da miedo. Que, a pesar del fracaso patético de la izquierda, haya gente que todavía siga postulando que la izquierda es la bandera popular. El enemigo número uno de una democracia termina siendo el populismo, tanto el de izquierda como el de derecha.
¿Es izquierda o es contra Lima? Arequipa es “una pistola que apunta al corazón de Lima”.
Es un voto contra lo que significa Lima. El centralismo político hace mucho daño. En el sur, la gente se siente muy postergada, porque el escenario centralista del poder atenta contra sus intereses.
En el 90 Henry Pease marchó contra el terrorismo. Pero hoy la izquierda apoya terroristas.
Y lo mismo pasa con la minería ilegal. No se atreven a darle una solución definitiva al tema. Conviene la confusión entre la minería ilegal, la artesanal y la informal. Tengo mucho miedo de eso porque es un sector armado que mueve mucho dinero.