Jaime de Althaus
Para Lampadia
Jean Ferrari ha sido nombrado director general de futbol de la Federación Peruana de Futbol, pero no parece que hubiese puesto como condición para aceptar el cargo la ejecución de una reforma profunda del futbol como la que se puso en marcha durante la gestión de Edwin Oviedo como presidente de la FPF pero que abortó precisamente cuando Agustín Lozano asumió la presidencia de la FPF luego de que Oviedo fuera injustamente acusado de asesinato.
Recordemos que Oviedo, quien convocó a personalidades de alto prestigio para los distintos comités de la Federación, lanzó una reforma que consistía, entre otras cosas, en un proceso de licenciamiento de los clubes de modo que, para permanecer en primera división, debían acreditar gestión corporativa, canchas propias de fútbol, divisiones inferiores, etc. No sería de extrañar que los intereses mafiosos opuestos a esta reforma hayan confabulado contra Oviedo. Es lo que él mismo insinúa en entrevista concedida a Expreso: que el fiscal Carrasco quien lo acusó, se reunía con Lozano. Es algo que debe investigarse.
Porque el resultado fue que el mencionado proceso de licenciamiento de suspendió hasta hoy y el futbol peruano sigue sumido en la mediocridad, la corrupción y los manejos e intereses de corto plazo.
Considerando que Lozano es la cabeza de ese sistema fallido y turbio del fútbol peruano, Ferrari debió poner su plan de reforma como condición para asumir el cargo. Ha hablado, si, de llevar a cabo una “reestructuración”, pero aparentemente sin contenido, porque ha anunciado que va a iniciar el recorrido por las diferentes áreas de la FPF para realizar un diagnóstico deportivo y plasmar su cronograma de trabajo. Habla de “un gran proyecto”, pero está por definirse. Lo más probable es que si realmente va al fondo del problema y plantee reformar los clubes, ese proyecto sea rechazado.
Está a tiempo de acordar con Lozano esos grandes lineamientos. Porque no se trata de ingresar a ese puesto simplemente para ganar un buen sueldo, sino para cambiar de raíz las cosas.
No vamos a los mundiales porque el sistema que tenemos no genera buenos jugadores, porque no hay divisiones inferiores fuertes en los clubes. Tampoco hay competencias entre colegios estatales y privados de todas las edades en todo el país, porque tampoco hay canchas. En ese sentido, dicho sea de paso, el candidato presidencial que ofrezca poner una cancha de fútbol y entrenadores en todos los colegios para realizar campeonatos inter escolares desde las categorías infantiles en adelante, sin duda jalará votos.
El futbol peruano es demasiado importante como para seguir viviendo en el autoengaño y en el pantano.
Ir al mundial tonifica el orgullo, la autoestima y la unidad nacional. Tiene una importancia geopolítica. Ferrari tiene que poner condiciones para llevar a cabo una reforma verdadera.
Lampadia