Ismael Benavides
Expreso, 18 de julio del 2025
El importante aumento en los precios de los minerales ha traído consigo un incremento considerable de los ingresos del tesoro del estado peruano. Todos los minerales que exportamos se mantienen a precios muy altos, incluyendo zinc, plomo, y estaño, y lo que más han subido son el oro, 40% con relación al 2024, la plata 21%, y recientemente con el anuncio de los aranceles de Trump el cobre ha subido 17%, a pesar de que la minería informal no tributa, Todo esto ha significado un aumento de ingresos al fisco de 13.5% o S/11,819 mil millones a mayo del 2025 sobre el nivel de ingresos al mismo mes del 2024. Sin embargo, en paralelo el gasto público ha aumentado 7.2%, especialmente el gasto corriente que ha aumentado S/5,895 mil millones, es decir gasto inútil y burocrático.
El gobierno y el MEF deben ser muy cuidadosos con los ingresos que vienen de recursos no renovables como los minerales, pues además de ser sujetos de agotamiento, pueden tener variaciones de precio notables con caídas de ingresos para el fisco, y no se pueden destinar ingresos que pueden ser temporales para gasto corriente como salarios que se vuelven permanentes. Los ejemplos en nuestra historia abundan, desde el salitre y el guano al caucho que dejó de ser competitivo. Y más recientemente solo tenemos que mirar a nuestro vecino Bolivia, que tanto pondera nuestra izquierda, y que dispendió sus enormes reservas e ingresos de gas natural, primero estatizando la industria privada del gas, y en segundo lugar gastando, desde el 2005, con Evo Morales, los ingresos provenientes de ese recurso natural en un esquema político-económico-social que destinó esos ingresos a mantener un tipo de cambio artificial, enormes subsidios sociales a los combustibles, alimentos y a mantener empresas públicas ineficientes, que perdían dinero todos los años y por supuesto para la corrupción.
Hoy prácticamente se han acabado esas reservas de gas y Bolivia sin esos ingresos está colapsando social y económicamente con una inflación de 17%. Similar situación vive Venezuela con Chávez y Maduro que destinaron los ingresos del petróleo con fines similares a Bolivia, además de mantener a Cuba y otras islas del Caribe, y su producción petrolera bajó de 3 millones de barriles diarios a 500 mil con el consecuente colapso de su economía.
Los ingresos extraordinarios que recibe el estado ya sea de nuestros recursos naturales no renovables o precios extraordinarios de nuestras exportaciones, deben ser invertidos en infraestructura, educación de calidad y otros elementos que vayan en beneficio de mejoras en la calidad de vida de los peruanos. Tenemos un superávit comercial de US$9,690milones a mayo, y nuestros términos de intercambio, es decir la diferencia relativa de los precios entre lo que importamos y exportamos, según el IPE, está en un 17%, mayor al máximo que se ha medido que fue el año 1951 y 52% mayor a la época de mayor crecimiento reciente del país del 2006 al 2013. En 1951 durante el Gobierno de Manuel A. Odría el estado gastó esos ingresos extras, en obras de infraestructura de gran servicio a la población, cómo la carretera Panamericana, grandes unidades escolares, hospitales, y conjuntos de vivienda para la población urbana. Alan García hizo lo propio con más de 150mil obras de todo tamaño, dejando una economía estable y un superávit fiscal al final de su gobierno.
Para el actual gobierno parece que siguiera la fiesta, usando los ingresos extraordinarios, no presupuestados de nuestros recursos no renovables en gasto corriente y en desastres como Petroperú. Han previsto aumentar el déficit fiscal de 2.2% del PBI a 2.8%, es decir unos US$8mil millones, que tendrían que financiarse con deuda, solo añadiendo a la pesada carga que significa servir nuestra deuda que ya excede los costos de atención a la salud y otros servicios indispensables para la población. Lo que necesita el Perú hoy es una política de austeridad, no dispendiosa y expansiva del presupuesto público y promover el crecimiento por la inversión privada cuyos indicadores vienen positivos en todos los ámbitos, destrabando y desburocratizando las inversiones, promoviendo la inversión minera para reponer nuestros stocks de minerales explotables y dando señales claras aprobando leyes como la nueva ley agraria. Los excedentes de ingresos tributarios por nuestros minerales deberían ir a reponer el Fondo de Estabilización Fiscal y eventualmente a la creación de un Fondo Soberano de Riqueza.