Jaime Spak
Para Lampadia
Para los que nos apasiona la psicología, el psicoanálisis es una de las más importantes ayudas que puede tener un ser humano.
Dicen que el psicoanálisis, es como volver a recorrer el camino de la vida y poder ver los letreros que se pasaron de largo.
Imagínense ustedes que un mudo va al psicoanalista y por un largo periodo no pronuncia palabra alguna.
¿Ustedes creen que este profesional podrá ayudar a esta persona?
La respuesta cae de madura.
Pero además de esto, nos damos con la sorpresa que el costo de las sesiones los paga el estado.
Pues bien, algo de esto ha sucedido en los últimos cuatro años, en donde dos mudos, Pedro Castillo y Dina Boluarte, se negaron a brindar declaraciones a la prensa.
Ustedes pensaran, estas personas no declaran por timidez, o porque tienen demasiadas malas acciones por confesar.
En los últimos años hemos tenido presidentes que era un placer escuchar.
Fernando Belaunde Terry tenía una capacidad de improvisar y una memoria prodigiosa.
Ni hablar de uno de los políticos más brillantes e inteligentes que hemos tenido, Alan García.
Podemos no estar de acuerdo con sus gobiernos. El segundo fue superior al primero, cuando tenía que declarar ante la prensa lo hacía con una capacidad y conocimiento de los temas que impresionaba.
También hemos tenido presidentes como Fujimori, Toledo y Humala que no se expresaban de la manera más correcta.
Fujimori a veces tenía problemas para indicar el género de lo que hablaba.
Toledo, con su voz engolada, se veía que hacía muchos esfuerzos cuando se presentaba ante la prensa.
El mismo Humala tenía muchas limitaciones al momento de declarar.
PPK no le huía a la prensa.
Sagasti es una persona muy preparada para dirigirse al público.
Vizcarra hablaba, pero nadie le creía lo que decía.
Pero todos declaraban.
En el caso de los últimos dos presidentes que hemos tenido, tenemos una especie de discurso del mudo.
Castillo, incluso antes de ser elegido, asistió al hotel Country Club a un encuentro con empresarios, y les dijo a los periodistas que iba a declarar saliendo.
Grande fue la sorpresa, cuando acabada la reunión se fugó por la parte posterior del hotel, dejando a los periodistas con los crespos hechos.
Una vez elegido tenía un contingente policial que impedía que periodistas se le acercarán, incluso una periodista del canal estatal que era el único permitido a acercarse, fue objeto de una agresión de sus fuerzas de seguridad.
Este pésimo presidente, en el primer año de su gobierno tuvo la friolera de 59 ministros, es decir un promedio de seis días por ministro.
¿Se puede gobernar de esa manera?
Imposible.
Agazapada, mientras Castillo ejercía la presidencia, Dina Boluarte se paseaba por todos los canales declarando a diestra y siniestra.
Apenas el incapaz de Castillo dio el hasta ahora no entendido golpe de estado, ella estaba lista para asumir el cargo.
En varios artículos he mencionado que Boluarte tenía una oportunidad única, ser la primera mujer presidente y de ejecutar los cambios necesarios para volver a enrumbarnos por el camino del progreso.
Tengo que reconocer que me equivoque, aunque sigo siendo de la opinión que las mujeres son más capaces de tomar decisiones que los hombres.
No tenía ni tiene capacidad alguna para dirigir el país y se convirtió en la mujer más frívola del país.
Tuvo un primer ministro que no duro más de 15 días, y luego nombro a su abogado personal Alberto Otárola como presidente del consejo de ministros.
Ahora es su enemigo íntimo.
Debemos de reconocer que tuvo algunos buenos ministros como Hania Pérez del Solar, Javier Gonzales Olaechea, José Arista, Rómulo Mucho y el último, el defenestrado José Salardi.
Y de los demás ni hablar.
Esta señora que va a hablar con el psicoanalista se queda muda sin ser muda.
Lo que no desea, es confesarle a este profesional todas las barbaridades que ha hecho en este corto tiempo.
Aliarse con el más inculto político del Perú, como es Acuña y tener pactos bajo la mesa con el partido político Podemos, que lo dirige una persona que ha sido confinado a arresto domiciliario a la espera de su juicio, pero que mientras es congresista está en libertad.
Ella no podrá declarar nunca ante la prensa.
Lleva más de seis meses sin hacerlo, y es porque nunca tendrá respuestas sobre sus mentiras:
- El escándalo Rolex.
- El problema del cofre donde se indica que ayudo a Cerrón a fugar.
- Las cirugías.
- El aumento de su sueldo.
- Su hermano que le infecta la cabeza de ideas descabelladas.
Tendremos que seguir pagando las sesiones de una mujer que demuestra su mutismo en cada sesión.
No es justo.
Los peruanos merecemos respeto. Lampadia