Pablo Bustamante Pardo
Expresidente de IPAE
Director de Lampadia
Todos estamos gratamente sorprendidos y felices que el padre Roberto, como le dicen en Chiclayo, haya llegado al pontificado. El pastor y misionero que llegó al Perú hace 40 años, que nutrió su vocación y liderazgo entre nuestra gente, en solo dos años ha pasado del arzobispado de Chiclayo a prefecto y Cardenal en Roma, y misteriosamente a Papa.
Desde el balcón del Vaticano, en su primera aparición pública, no se olvidó del Perú, todo lo contrario, compartió su amor por nuestra patria ‘urbi et orbi’.
“Un saludo en modo particular a mi querida Diócesis de Chiclayo en el Perú, donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe y ha dado tanto para seguir siendo Iglesia fiel de Jesucristo”.
El Papa León XIV fue del Perú a Roma, pero ahora, desde Roma al Perú nos dice algo muy importante que los peruanos debemos aquilatar y hacer nuestro.
Esta ‘tierra de santos’, como la llamaba el su antecesor, ha preparado y forjado a Robert Prevost Martínez, y lo ha llevado a la ciudad eterna como su ‘Santidad’.
Los peruanos, que en el alma somos nobles, positivos y acogedores, debemos recoger el regalo del cielo con este Papa, que no es cualquier cosa.
Parece encarnar lo bueno del progresismo, un sincero amor y dedicación a los pobres basado en la acción solidaria, no en el fariseísmo de los que se golpean el pecho para la foto.
Pero al mismo tiempo se muestra realista con la esencia de la historia, la doctrina y la humanidad. “La teología marxista busca reemplazar la gracia por la revolución, y termina adorando al Estado por encima de Dios”.
Ensamble que todos debiéramos hacer nuestro, pues no podemos ser indiferentes con la pobreza, especialmente con la pobreza extrema. Pero sin dejar de entender y enseñar que solo haciendo cariño a un alma, no se cura la pobreza de la sociedad.
La pobreza se vence creando riqueza.
Dios nos ha regalado la capacidad de tener vidas prósperas.
Sería estúpido no reconocer, que hace 200 años, prácticamente el 100% de la humanidad vivía en la miseria más absoluta, y que gracias al ingenio, la educación y el empeño del ser humano, gracias a la economía de mercado que rompió con las relaciones de reyes y siervos, hoy día la pobreza no pasa de un insoportable 10%. Insoportable, porque tenemos todas las capacidades para abolirla, especialmente en el Perú. Un país que ha podido hasta forjar un Papa.
Porque si Robert Prevost hubiera visto en el Perú que la miseria no tiene cura, no podría tener el entusiasmo que muestra en su sonrisa, en su prédica sincera por los pobres y en su sacrificio personal ante una tarea tan grande, ser el líder espiritual de los católicos y un faro de equilibrio y sentido del deber en una humanidad en conflicto y angustia.
Los peruanos nos hemos levantado muchas veces de caídas donde se apagaban todas las luces. En mi humilde opinión, León XIV nos trae luz y esperanza. Si hemos llegado a Roma, podemos llegar a la prosperidad. Solo depende de nuestro empeño y de nuestro sentido de nación, que ahora debemos fortalecer. Lampadia