Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia
El primero de enero se inaugurará un nuevo gobierno municipal en todas las provincias y distritos del Perú, y definitivamente, ésta será una gran oportunidad de demostrar, cuando menos en Lima, donde tenemos un tercio de la población del país, cómo se deben hacer las cosas.
Siempre me pregunto, ¿qué es lo que más te molesta al salir de casa cada mañana? La mayoría de los amigos contesta:
- El tráfico.
- Los huecos en las pistas.
- La cantidad de “rompemuelles” (los tenemos hasta a 50 centímetros de distancia entre ellos).
- Los semáforos que no funcionan.
- Los absurdos límites de velocidad recientemente impuestos.
- El endemoniado transporte público.
- La falta de respeto a las reglas de tránsito de los conductores.
- El comportamiento abusivo de las autoridades policiales.
- Saber que falta agua en asentamientos humanos.
- Que haya hacinamiento popular en los cerros de Lima.
El alcalde elegido para la Municipalidad Metropolitana de Lima, tiene sin duda una ardua labor por delante, pero si quiere que se note algún cambio debido a su administración, le sugiero que desde el día uno, elimine los “rompemuelles” redundantes. Los alcaldes han llegado al absurdo de ponerlos a las avenidas y no a las calles transversales, cambiando con esto la lógica de las preferencias en los cruces, ocasionando más accidentes. De los huecos en las pistas, es increíble, pues “no tienen” asfalto para tapar huecos, pero les sobra para más rompemuelles.
Seguro que Rafael López Aliaga (RLA), quien ya habló del asunto, ha de contar con un plan para resolver prontamente la sincronización de los semáforos, por lo que no profundizaré en esto. Por otro lado, el objetivo es que el tránsito fluya, en consecuencia, haber limitado en muchas avenidas la velocidad a 30 km/h, es absurdo. Frente a colegios es razonable ese límite, pero sólo a la hora de entrada y salida de los escolares en días de clase, fuera de esos horarios, eso no es razonable.
El endemoniado transporte público es un tema que pasa por:
- Trazo de las rutas.
- Aplicación del reglamento a los transportistas, fijación de paraderos, no permitir recoger y dejar pasajeros en segundo carril.
- Las empresas de transporte público deben tener sus vehículos en buenas condiciones, registrados a nombre de la empresa y todos los vehículos deben asumir solidariamente las obligaciones y responsabilidades civiles y papeletas impuestas a sus asociados, caso contrario, no hay comportamiento de empresa única.
- Deben contar con una cobertura de seguros, mediante una póliza que cuando menos, cubra responsabilidad frente a terceros.
Debemos hacer una revisión del sentido del tránsito en todos los distritos, incluyendo las rutas y características de las ciclovías. Por ejemplo, Barranco es de Ripley, tiene ciclovías en el malecón, en San Martín y en Grau donde dejan sólo un carril para autos, mientras que estos autos sólo pueden transitar en el malecón de sur a norte, en San Martín de norte a sur y en Grau de sur a norte. Debiera haber una sola ciclovía longitudinal del distrito y hacer fluir el tránsito. Así ocurre en todos los distritos.
La cosa no queda sólo ahí, al término de una intervención policial, nadie entiende por qué razón los autos siniestrados tienen que ir a parar a la puerta de las Comisarías. Independientemente de ocupar las calles con carros o motos chancados y dificultar el tránsito de esa zona. No tiene ninguna lógica que se pasen días o semanas allí “estacionados”. ¿Por qué no los meten en un depósito? ¿Por qué, si no son garantía para el pago de una reparación civil, no les requisan las placas y permiten que los propietarios los lleven a un taller a reparar? Finalmente, el responsable tendrá que asumir los daños, pero no por eso, el vecindario de una comisaría tiene que sufrir las consecuencias de transitar por pistas que han sido “tomadas” por vehículos chocados, y el mal aspecto que eso da.
A riesgo de ser reiterativo, creo que debemos pensar adecuadamente la lógica que debe tener el legislador, respecto a las normas que se dan en términos de seguros obligatorios.
A diferencia de los países civilizados, donde un vehículo no puede circular sin contar con la correspondiente póliza de seguros, la que obviamente incluye la responsabilidad de daños a terceros, en el Perú se ha optado por no exigir tal seguro, sino únicamente el SOAT. Para este efecto, ni el Estado impone reglas razonables, ni las compañías de seguros se quieren comprar el pleito.
¿Qué función cumple el SOAT? Pues cubrir únicamente los gastos médicos de las personas que intervinieron en el siniestro. Como consecuencia, hemos llegado al absurdo que, un SOAT para motocicleta cuesta 590 soles al año, mientras que el SOAT para automóvil se puede comprar por 45 soles al año.
Si uno analiza el daño que puede infligir una moto a terceros, es infinitamente menor que aquel que ocasiona un automóvil. ¿Qué criterios hacen entonces que esas tarifas sean tan distintas? Y la respuesta viene siendo que: La frecuencia de los accidentes en motocicleta es mucho más alta y que el daño sufrido por estos motociclistas accidentados es mucho mayor. Esto quiere decir que, en el Perú, no hay el menor respeto ni consideración por los terceros afectados en un accidente.
Estoy seguro que, al lector le vendrá de inmediato el recuerdo de algún evento de tránsito, en el que un chofer de “combi” o “taxi”, después de chocarlo le contestó: “Qué quieres que haga pe´ hermanito, no tengo plata ni para comer. Piña pe´, si quieres te doy 10 “luquitas” y quedamos parches. Es todo lo que tengo”. O que si hubo un atropello o accidentados que requerían atención médica, ese chofer no tenía forma de afrontar los gastos médicos, más allá que la cobertura del SOAT, si realmente lo tiene. Me parece que el concepto que ha manejado el legislador y el gobernante, oculta un profundo desprecio por lo que pueda sufrir un conciudadano. Esto lamentablemente retroalimenta una cultura egocentrista y de falta de solidaridad. Ya viene siendo tiempo de corregir esto, entre tantas otras cosas, y empezar a mirar con respeto al prójimo.
Suscribo la preocupación de RLA por la falta de agua en los cerros de Lima, para eso es importante que el alcalde de Lima tenga un asiento en el Directorio de SEDAPAL, e injerencia en sus decisiones. Debemos urgentemente y como solución de corto plazo, instalar “bladers” de agua en las alturas de los cerros y abastecerlos con un bombeo adecuado, pero tenemos la obligación de extender urbanizaciones populares debidamente planificadas, con habilitación urbana y construcción adecuada de vivienda popular. No es posible que traficantes de terrenos, tengan más capacidades que el Estado y generen asentamientos inadecuados.
Estoy seguro que Rafael López Aliaga trabajará varias de las sugerencias aquí planteadas, para hacer la diferencia respecto al pésimo gobierno nacional, pues a él no le corresponde refugiarse en el lloriqueo de Castillo. Lampadia