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Seguridad nacional, economía y pandemia

Seguridad nacional, economía y pandemia

Juan Carlos Llosa Pazos
Capitán de Navío, Jefe del Estado Mayor de la Comandancia General de Operaciones de la Amazonia
Para Lampadia

La seguridad nacional suele ser uno de los asuntos más complejos que los estados deben abordar como parte de sus obligaciones fundamentales e intransferibles, dadas sus dimensiones y los intereses involucrados. Según el Libro Blanco de Defensa de nuestro país es la situación en la cual el Estado tiene garantizada su independencia, soberanía e integridad y, la población los derechos fundamentales establecidos en la Constitución.

Las amenazas a la seguridad nacional son múltiples y algunas veces hasta parecen inverosímiles, en un momento dado, como lo es ahora la pandemia del coronavirus por su alcance global.

De todo aquello que signifique amenazas para los estados, la guerra suele ser la mayor perturbación a la seguridad nacional (SN), y ha sido y probablemente seguirá siéndolo, un fenómeno político que acompañe al hombre hasta los estertores de su existencia, en la que sólo habrán de cambiar sus modalidades, magnitudes y adversarios, nunca sus efectos malignos. Otrora excálibur y tizonas, arcabuces y mosquetes, hoy satélites artificiales para uso militar y misiles inteligentes de casi infalible precisión. Sus escenarios recurrentes de tierra, mar, aire, y aún del espacio, han sido rebasados por un quinto fabricado por el hombre y cuya configuración lo hace incontrolable: el ciberespacio. Aquel es el ambiente operacional donde se desarrollan lo que se conoce como guerras de quinta generación.

Como es conocido, nuestro país a lo largo de su devenir independiente, ha tenido que lamentar la pérdida de miles de vidas por agresiones externas e internas, que consiguieron vulnerar nuestro principal valor como sociedad, que es la paz. Las experiencias vividas nos han hecho ir optimizando los modelos de organización de la Seguridad Nacional, e incluso incorporar algunas conceptos y teorías de lo que se conoce en el mundo académico de seguridad y defensa como Revolución en Asuntos Militares (RAM). Sobre lo primero, con la Ley N° 28478 Ley del Sistemas de Seguridad y Defensa Nacional, se crea el organismo rector del sistema que es el Consejo de Seguridad Nacional, en cuyo seno se aprueban la política de seguridad y defensa nacional y las directivas que de aquella se derivan. Tal vez esta organización podría completarse con una dependencia o agencia estatal integradora del más alto nivel como el Homeland Security de los EEUU (creada en   el 2002). Sobre lo segundo, las RAM, uno de los aspectos más destacable lo constituye el énfasis en las operaciones y doctrinas conjuntas.

La SN puede ser vista como una moneda de dos caras. En una aparece el frente interno y en la otra el externo, que se ha extendido a la llamada seguridad internacional, que tiene en Barry Buzan, profesor emérito de relaciones internacionales del London School of Economics uno de sus  principales teóricos. En el frente externo, la disuasión estratégica, para la cual hay que estar siempre preparado, sigue siendo considerada la principal garantía de seguridad nacional, así como los acuerdos internacionales colectivos y de cooperación continental y regional ante amenazas que son trasversales, transnacionales y omnipresentes.

En el frente interno, la disuasión no es precisamente un tema central cuando se lucha contra delincuentes ideologizados como son los terroristas, que van mutando sus estrategias y medios para conseguir sus objetivos demenciales en una guerra sin tiempo, en la que no persiguen ni el dinero ni las comodidades que este brinda, sino adueñarse del poder político en todo el territorio de la república o al menos en algún espacio significativo de este, donde la ley sea la suya.  Estos grupos pueden establecer, en un entorno de seguridad subcontinental afectado por diversos   movimientos subversivos, conexiones internacionales para radicalizar y extender la violencia desmedida.   

En general los modelos de seguridad nacional dependen de las circunstancias y del enfoque que les de cada estado. Sobre ello hay una basta y muy interesante bibliografía, que parte del modelo clásico centrado en la territorialidad y que casi no se distingue de la defensa nacional. En ese modelo, la geopolítica decimonónica jugó un papel principal. Aquella disciplina académica ha evolucionado considerablemente desde la Segunda Guerra Mundial y aún más después del fin de la Guerra Fría. De circunscribirse a ese enfoque -que más obedece a particularidades pasadas- se puede correr el riesgo dar una mirada incompleta al entorno de seguridad, incluso cuando se coloca el acento en el orden interno, al dejar de lado por ejemplo la lucha contra la criminalidad transnacional.

Los modelos actuales de seguridad nacional contemplan temas críticos como la geoeconomía o la inteligencia económica, y ahora con mayor razón la seguridad biológica o bioseguridad, un aspecto que en lo que va del año, se ha vuelto crítico para la seguridad alrededor del mundo por sus múltiples efectos entre ellos en las economías.  

Como sostiene el economista Antonio Fonfría investigador del Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI) de la Universidad Complutense de Madrid, en su ponencia sobre seguridad económica y estrategia de seguridad nacional, “el crecimiento económico está necesariamente vinculado a la seguridad y con ello ha sido notoria la intervención de las FFAA con sus capacidades logísticas, ha tenido un impacto enorme en la seguridad económica como bien público”. En la conferencia llevada a cabo en junio del presente año durante el ciclo de conferencias de “Seguridad y Defensa en Tiempos del COVID-19” importante evento organizado por la Escuela Superior de Guerra Naval de la Marina de Guerra del Perú por los 90 años de esa casa de estudios, el investigador español afirmó que la pandemia del coronavirus es un fallo en la seguridad que está teniendo consecuencias muy graves en la inversión a nivel global, y que afectan la seguridad nacional. Según el experto español a la luz de los acontecimientos de este año, un nuevo modelo de seguridad debe contemplar un adecuado equilibrio entre las demandas de aquella y las exigencias de los mercados. La ubicación de su centro de gravedad variará según las perspectivas que en política tengan conservadores, liberarles y socialdemócratas, señala Fonfria.

En la búsqueda de este equilibrio, la filosofía conservadora, por ejemplo, podría posicionar el centro de gravedad más hacia la seguridad nacional que a la libertad de los mercados, y en virtud a ello dictar   medidas restrictivas, económicas y financieras, que lleguen incluso a intervenciones durante el tiempo que duren las emergencias. Sin duda bajo ese esquema, las reglas del mercado se sujetarían menos de lo habitual al Laissez faire. Para muchos entendidos, el C-19 deja como lección aprendida en adelante, que la seguridad económica no puede estar fuera de una estratégica de seguridad nacional.

Otro tema de interés a raíz de la pandemia, tiene que ver con el considerable impacto de las llamadas fakes news que generan zozobra en los públicos y por consiguiente pueden desencadenar hechos lamentables. Para contener los perjuicios de las fake news se debe incluir la comunicación estratégica como disciplina inherente a la seguridad nacional.

Sobre todo esto, en nuestra realidad podríamos deslizar algunas preguntas ¿Qué sabemos los peruanos de nuestra seguridad nacional?, ¿Cuántas universidades, organizaciones sin fines de lucro u otros centros académicos estudian este crucial asunto para aportar soluciones viables? ¿Cuánto interactúan universidades y escuelas de postgrado privadas y públicas, con el fin de compartir conocimientos y experiencias con las escuelas superiores de las FFAA? Tal vez sea momento de reflexionar sobre la convivencia de promover más el estudio multidisciplinario de temas de SN.  Es posible que con ello se contribuya a formar una tecnocracia de la   que surja de una visión compartida de los retos que demandará en el futuro la seguridad nacional. Lampadia