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Una nueva gran riqueza productiva para los peruanos

Una nueva gran riqueza productiva para los peruanos

Este mes se aprobó el reglamento de la Ley Forestal (N° 29763, promulgada en el 2011), mediante el cual se  implementaría un mecanismo imprescindible para poner en valor una de nuestras fuentes de recursos renovables más importantes y que el Perú ha descuidado desde siempre: nuestro sector forestal en general y los cultivos forestales en particular.

Perú es el único país de América Latina que no ha desarrollado plantaciones forestales, eficientes y competitivas. Esto es inaceptable considerando que el 82.4% del país (106 millones de hectáreas) se encuentra cubierto de áreas forestales. Somos el segundo país en América Latina y el onceavo en el mundo con mayor área de bosque, lo que muestra el enorme potencial de nuestro patrimonio forestal. Pero además, lo que es más importante aún, solo en la sierra, tenemos siete millones de hectáreas deforestadas y, por lo tanto, con solo promover la reforestación en esa zona, tendríamos la posibilidad de crear riqueza en las mejores condiciones ambientales posibles. 

La aprobación de este reglamento nos abre las puertas a participar y aprovechar un mercado de commodities global cuya demanda continuará  en aumento y que su precio es básicamente inelástico. Al 2050, la población mundial llegará a aproximadamente 9 mil millones de personas y, según el BCRP, cada persona consumirá alrededor de 0.5 m3 de madera al año, llegando a un total de demanda de madera rolliza de 4,500 millones de m3 al año.

Esto explica el incremento mundial de cultivos forestales. Los países que han desarrollado su industria forestal lo han hecho a través de plantaciones (o cultivos) forestales comerciales con tecnología de punta. Entre ellos se encuentra Chile, Ecuador y Uruguay, entre otros, que ya han tomado acciones para impulsar decididamente los cultivos forestales con fines comerciales.

Nueva Generación de Plantaciones en Chile

Por ejemplo, Chile cuenta con dos millones de hectáreas de bosques para explotación comercial lo que le permite exportar más de 6,700 millones de dólares anuales y emplear a 250 mil personas. Más de 6 mil empresas participan en la industria forestal chilena, considerando una diversa gama de actividades económicas. Las dos principales empresas forestales de Chile -Arauco, que forma parte del grupo industrial Angelini, y Empresas CMPC del grupo Matte- están hoy día entre las más grandes del mundo. Como hemos señalado en Lampadia (Madera: Fabulosa reserva productiva), el potencial de desarrollo del sector forestal en el Perú debería ser del orden de cinco veces el de Chile, y constituye un buen ejemplo de una magnífica oportunidad que se está desperdiciando para generar una producción forestal de más de US$ 35,000 millones anuales, dando empleo de calidad a toda la población de la selva y a buena parte de la de la sierra.

Plantaciones de Nueva Generación, Chile

El Perú no puede seguir quedándose atrás. Es por eso que celebramos la aprobación de los reglamentos que permitirán la vigencia de la Ley Forestal y de Fauna Silvestre. Vale la pena destacar los beneficios de esta normativa, que marca un hito histórico y nos impulsa hacia la multiplicación de nuestra riqueza.

Amazonas, Perú

Lo más importante es notar que las nuevas normas permitirán impulsar la reactivación del sector forestal que espera duplicar las exportaciones de productos maderables de US$150 millones a US$300 millones anuales en dos años. Además se espera reducir las importaciones en 50% al 2021. En 6 años se podrán cosechar los primeros cultivos. Asimismo, se espera que contribuyan a controlar la tala ilegal mediante el fomento del mercado de madera formal, así como el impulso a iniciativas como el Pacto Nacional por la Madera Legal.

Algunos de los beneficios del reglamento son responder a las demandas y necesidades de los usuarios, reconocer los derechos de las organizaciones indígenas, promoverla inversión forestal, incentivar la legalidad y es importante destacar que ha sido producto de un proceso participativo entre Estado y las organizaciones civiles, usuarios del bosque y sus recursos.

Cultivos forestales, Ucayali

Además, según la Directora Ejecutiva del SERFOR, Fabiola Muñoz, se promoverá la creación de 500,000 nuevos puestos de trabajo directos, vinculados al impulso de los cultivos forestales con fines comerciales en tierras públicas y privadas. La meta al 2030 es que de las 10 millones de hectáreas deforestadas, se puedan reforestar por lo menos 2 millones de hectáreas.

Entre los beneficios resaltamos la reducción de las trabas burocráticas. El Estado estaría tomando, sorprendentemente, un enfoque más facilitador y promotor que controlista, simplificando los procedimientos y volviendo muchos de ellos on-line (al estilo de la India) para una mayor fluidez de los procesos. Según la representante del Serfor, “hay trámites administrativos que han visto reducidos sus tiempos de gestión en 75% u 80% a raíz de la publicación del reglamento de la Ley Forestal y de Fauna Silvestre”. “En los casos de la Declaración de Manejo hemos reducido casi el 95% del tiempo”, añadió. Estos trámites solían demorar entre dos meses y un año.

Deforestación de bosques en Ucayali y Loreto

En el caso de las concesiones para el aprovechamiento de productos maderables, manifestó que el Estado no solo redujo trámites, sino que también fijó una serie de incentivos.

 “El Estado está promoviendo un manejo integral del territorio, ya que antes si uno quería aprovechar recursos como la madera se tramitaba una concesión forestal maderable, o si se quería aprovechar un recurso como la castaña entonces se debía gestionar una concesión de castaña, pero el Estado no tenía muchos incentivos para que en un solo territorio haya un manejo de varios recursos a la vez”, puntualizó.

Tenemos que aprovechar la favorable coyuntura para cultivos forestales de alta calidad. Además de contar con una situación geográfica favorable, tenemos 10 millones de hectáreas aptas para reforestación, de las cuales 7 millones están en la sierra, 2.5 en la selva y 0.5 en la costa.  

En el país hay un potencial de reforestación que no se ha desarrollado por erradas políticas proteccionistas de recursos y por normas híper controlistas, aderezadas por normas discontinuas que generan desincentivos a los operadores de calidad y dejan el espacio abierto para los taladores ilegales y demás corruptelas. Las áreas deforestadas y degradadas, resultado de actividades agrícolas y ganaderas mal manejadas pueden ser recuperadas por reforestación. Sin embargo, la actividad de reforestación aún es marginal en el País en relación con su potencial. Las autoridades no han percibido aún el potencial de los cultivos forestales para recuperar áreas degradadas y mejorar los ingresos. En el país aún no se ha cerrado el ciclo de plantación-manejo-cosecha, que garantizaría el abastecimiento permanente de las industrias.

Con el fin de determinar mejor los derechos que tiene cada quien en la zona de selva, el reglamento dispone “realizar una zonificación forestal, respetando los usos y costumbres tradicionales. Sobre esa base, se permitirá la cesión en uso de tierras forestales en las comunidades, las mismas que mantendrán la posesión, uso, disfrute, aprovechamiento y reivindicación de tierras de producción y recursos forestales y fauna silvestre.”

Sin embargo, este reglamento solo incentiva la inversión de los pequeños y medianos empresarios, ya que se establece que los concursos para las concesiones entre 5,000 y 10,000 hectáreas con fines maderables se den a favor de medianos y pequeños empresarios.

Esta es la gran falla del reglamento: se debería incentivar la inversión de grandes operadores forestales para generar el desarrollo de una gran industria que traiga tecnología de punta y genere amplios encadenamientos. La nueva forestería del Perú, debiera mover la aguja de nuestra economía, como lo hizo la minería desde los años 90.

Las inversiones extranjeras pueden contribuir a superar las limitaciones tecnológicas que actualmente existen, promoviendo la creación de clústeres industriales en los que se dé valor agregado a la producción forestal (maderas, pulpas, no maderables, recubrimientos, etc.), mejorando las infraestructuras de transporte, apoyando la investigación y aumentando la vinculación de las economías locales con los mercados extranjeros. Se puede generar un claro y positivo de encadenamiento, desde las empresas corporativas a nivel internacional, a las autoridades locales, empresarios y funcionarios de gobierno a nivel local. 

Proyecto Reforestación de áreas de pastura en la Sociedad Agrícola de Interés Social “José Carlos Mariátegui”, en Cajamarca

Es importante fomentar los incentivos a nivel local, las comunidades y los pequeños y medianos empresarios, pero para poder desarrollar el enorme potencial del sector forestal, debemos incentivar la presencia de grandes operadores globales.

Mientras que es notable el esfuerzo del Estado por modernizar la política forestal, debería otorgarse una mayor atención a la promoción de la inversión privada en cultivos o plantaciones forestales, reforestación, principalmente en la sierra, entre otras actividades que generarán grandes beneficios económicos y sociales al país, así como el de la ampliación de la frontera de la formalidad. Lampadia




Una nueva realidad global trae efectos disruptivos y oportunidades

Una nueva realidad global trae efectos disruptivos y oportunidades

En un mundo integrado en crecimiento, existe una necesidad urgente de conectar las habilidades y capacidades para catalizar las mejores ideas para los mercados globalizados. La ventaja del poder de la industria de la tecnología es su meritocracia. Si se construye algo bueno, va a ser utilizado, la empresa va  a surgir y se puede tener éxito. Eso es un beneficio maravilloso de esta nueva industria de ‘nubes’, tanto para la economía como para la cultura global.

¿Es perfecto? Definitivamente no. Pero lo que está haciendo Silicon Valley generar riqueza  mediante la innovación y la creación de nuevas herramientas que eleven la calidad de vida. No se puede negar el verdadero beneficio de herramientas como Google, Wikipedia, Ride-Share, Facebook, Wase, AirBnB, etc. Se trata de herramientas económicas reales que aportan información, valor y los medios de vida a las personas que antes no existían. Y sólo hemos arañado la superficie de lo que es posible; cada día brotan nuevas industrias que crean valor posible sólo por las nuevas tecnologías.

El artículo de The Economist que compartimos líneas abajo muestra los beneficios de estos hubs tecnológicos como Silicon Valley, así como los problemas que pueden enfrentar. El cambio es difícil, pero la tecnología no se detiene. El dominio de Silicon Valley es sólo el siguiente paso por el camino natural del progreso en el que están avanzando los negocios. Y pase lo que pase, las cosas seguirán cambiando.

 

Dentro de Silicon Valley

El imperio de los ‘geeks’

Silicon Valley debiese ser celebrada. Pero su insularidad arriesga una reacción en contra.

Publicado por The Economist el 25 de julio 2015. Traducido y glosado por Lampadia

 

Los ingleses tienen Silicon Fen y Silicon Roundabout, los escoceses tienen Silicon Glen. Berlín alardea de Silicon Allee, Nueva York de Silicon Alley. Pero el cerebro del mundo tecnológico es el ecosistema en los alrededores de San Francisco. Los emprendedores de Silicon Valley y los innovadores, tecnólogos y adinerados están ocupados en revolucionar casi todos los aspectos de la economía global.

Un lugar llamado así por su habilidad en fabricar semiconductores de silicio está transformando la forma en que las empresas toman las decisiones, las personas hacen amigos y los manifestantes, alborotos. Los emprendimientos tocan a más personas, más rápido que nunca. Airbnb ayuda a las personas a transformar sus casas en hoteles, opera en 34,000 pueblos y ciudades alrededor del mundo. Las empresas “a pedido” como Uber están cambiando lo que significa ser un empleado. Al igual que las grandes plataformas como Google, Facebook y Apple se benefician de los “efectos de la red”, porque cada nuevo usuario hace el servicio más valioso para el resto, por lo que el éxito del Valley como un lugar para poner en marcha el fondo, el personal y vender una empresa de tecnología se alimenta de sí misma.

El capitalismo norteamericano tiene un nuevo centro de operaciones en el oeste. Las empresas de tecnología de la zona tienen un valor de más de US$ 300 mil millones. El año pasado, uno de cada cinco graduados en escuelas de negocios de Estados Unidos se enfocó en tecnología.

La gran y disruptiva creatividad de Silicon Valley no se parece a nada desde la genialidad de los inventores del siglo 19. Su triunfo se debe celebrar. Pero la acumulación de tanta riqueza tan rápido viene con riesgos. Los años 90 vieron una burbuja financiera que terminó en una espectacular caída. Esta vez el peligro es la insularidad. Los geeks viven en una burbuja que sella su imperio del mundo por el que están haciendo tanto para cambiar.

Forro de silicona

La economía estadounidense sería fuertemente golpeada si se repitiera la crisis financiera que sucedió con la caída de las puntocom en el 2000. Con el índice Nasdaq cerca de su máximo histórico, es un temor común. Afortunadamente, aunque el dinero y el talento se están vertiendo en el Valley, no hay aún demasiado riesgo de una caída desastrosa. Esto es porque las empresas de tecnología de hoy no solo tienen modelos de negocios más sólidos que sus predecesores puntocom, también cuentan con un pequeño grupo de proveedores de fondos.

Actualmente, las empresas se mantienen privadas por más tiempo. Acceder a inversionistas ricos significa que el riesgo es asumido por las personas que pueden darse el lujo de tener esas pérdidas. 

Mantenerse privados le permite a los emprendedores evitar dolores de cabeza que vienen con el ser cotizados: las molestias de los inversionistas activistas, la ingrata tarea de cumplir, el ritual de la trituración de los informes trimestrales. En teoría, un círculo de inversionistas es mejor que una multitud anónima de accionistas haciendo que los gerentes actúen en el beneficio de todos los propietarios de una empresa.

Pero mantenerse privado también tiene sus riesgos. Uno es que las empresas que no están obligadas a hacer públicas sus cuentas auditadas permanecerán veladas del escrutinio de los analistas y vendedores y, por lo tanto, pueden actuar irresponsablemente. Los “unicornios” tecnológicos de Estados Unidos, empresas que han llegado a una valoración de más de mil millones de dólares, valen entre todos unos US$ 300 mil millones. El riesgo de que los recursos sean asignados indebidamente es alto.

El otro riesgo es que un encantador círculo con una gran riqueza se aísle de todo el resto. Para un grupo reescribiendo las reglas para industria tras industria, ese es un peligro.

El imperio de los geeks saca su fuerza de una cultura de tecno-evangelismo que permite a los empresarios repensar los antiguos sistemas y utilizar los nuevos. Muchos habitantes del Valley creen que la tecnología es la solución para todas las enfermedades y que el gobierno es solo una molestia que aún carece de un algoritmo. Hasta ahora las relaciones públicas con los titanes tecnológicos han sido en su mayoría armoniosas. Los consumidores disfrutan sus aplicaciones para taxis, streaming de música y programas de reconocimiento vocal.

Sin embargo, el agrietamiento de las industrias establecidas resulta inevitablemente en un conflicto. Uber es una de las empresas más envueltas en esta controversia. Los reguladores europeos están también examinado a empresas como Facebook y Google por todo, desde protección de datos a preocupaciones antimonopólicas. Y los reguladores estadounidenses están, aparentemente, buscando si Apple ha abusado de su influencia en el negocio de la música.

La evolución de Silicion: Cómo el sector tecnológico de EEUU ha cambiado desde 1980

Los críticos son habitualmente de industrias que quieren proteger sus privilegios; el comportamiento agresivo de los geeks es a veces parte de una destrucción creativa que lleva al progreso. Pero esa no es la única fuente de ira. Silicon Valley también domina los mercados, succiona el valor que tienen los datos personales y erige modelos de negocios que hacen dinero, en parte, eludiendo impuestos. Existe el riesgo de que los consumidores globales se sientan explotados y que los efectos de la reducción de la base imponible enfurezca a los votantes. Si se arraiga la percepción de que enormes ganancias por la explotación de datos y evasión de impuestos se están cristalizando en las fortunas de unos pocos que viven en un paño de tierra cerca de San Francisco, podría haber una reacción violenta.

Cuidado con el ‘techlash’ (o reacción tecnológica)

Las empresas del Valley son casi las únicas que pujan en contra de los impuestos y las regulaciones. Son libres de operar como quieran en el marco de la ley. Pero se arriesgan a convertirse en blancos porque son muy globales. Deben recordar que la ley puede cambiar. Si quieren un asiento en la mesa cuando eso suceda, necesitan ser parte de los mercados en los que ellos venden, no aislados de ellos. Incluso las empresas privadas dirigidas por genios necesitan de una licencia de la sociedad para operar.

En el mejor de los casos, Silicon Valley es una expresión de la libertad y la creatividad iconoclasta. Sería una lástima terrible que se convirtiera en una manifestación impopular y remota de elitismo.

 

 




Alivio y superación de la Pobreza (separando la paja del trigo)

Alivio y superación de la Pobreza (separando la paja del trigo)

Agustín Laje, Director del Centro de Estudios Libertad y Responsabilidad (LIBRE), en su artículo ¿Por qué hay tantos niños ricos de izquierda?, sostiene que el joven que ha aprendido a vivir mediante el esfuerzo de otros (sus padres), quiere lo mismo para los demás. Un buen sentimiento, pero completamente errado pues sus padres jamás hubieran mantenido a un completo desconocido que no integre su grupo familiar.

Agrega que el joven que vive de la redistribución de la riqueza que efectúan sus padres en su favor, “ha aprendido de forma inconsciente a concebir la economía como una torta dada que debe ser repartida, cuando lo cierto es que en la economía la torta no está ni dada (debe producirse) ni puede ser repartida por una figura paternalista sin que ello ponga en peligro los propios incentivos que llevaron a crear dicha torta”.

 

 

Laje señala, además, que “lo que no entiende el niño rico de izquierda, es que los peores totalitarismos que ha vivido la humanidad han sido consecuencia precisamente de querer hacer de la sociedad moderna una ‘gran familia’ y del Estado un ‘buen padre’”.

Lo mismo sucede cuando un buen ser humano es conmovido por una desgracia individual, a la que se reacciona con los mejores sentimientos y brinda algún tipo de apoyo o ayuda, que luego se proyecta a la necesidad de apoyar inmediatamente a todos los que tengan problemas similares. Así, nace el asistencialismo en una concepción que puede llevar a pensar que hay que distribuir la “torta”. Una suerte de modelo mental ‘Ganar-Perder’, determinista, que implica que la riqueza existe per se y no es creada. Cuando contrariamente, el modelo ‘Ganar-Ganar’ es el mejor para lograr la prosperidad de los ‘más’.

Así ha pasado precisamente con la humanidad, que ha tenido un crecimiento exponencial de bienestar, ingresos y trabajo, durante los últimos 200 años.  

 

El mismo tipo de pensamiento, se introduce ‘osmóticamente’ en muchos religiosos que por su sagrada función conviven con la miseria física de muchos seres humanos, a quienes dedican su vida, ayudando de la manera que un alma sola puede hacer, de uno en uno. De esta vivencia, vemos muchas veces que con el corazón en la mano, se proponen acciones sociales imbuidas de la misma concepción asistencialista.

Está muy claro que la miseria no puede ser dejada de pasar y que debe ayudarse a soportar la pobreza extrema, tanto por parte del Estado, como de las empresas e individuos con mayores capacidades, pero eso no debe llevarnos a confundir la necesidad de diseñar políticas públicas que permitan eliminar la pobreza en forma sostenible, mediante los mismos procedimientos que aplicaron los países que ya lo lograron: buena educación, acceso a buenos servicios públicos, disposición de infraestructuras que faciliten sus labores y calidad de vida e, inversión e innovación que permitan la creación de empleo de calidad para el sustento de vidas dignas.

Los países que todavía mantenemos altos niveles de pobreza, corremos el riesgo de caer en políticas que confunden los planos individuales con los sociales. Y peor aún, el mayor riesgo, históricamente comprobado, el del populismo. Aquella prédica que se cuela por todas las ranuras sentimentales y promueve falsas esperanzas.

Por esa razón es que una sociedad, una nación que quiera emprender un camino sólido hacia la prosperidad, necesita buenos líderes. Estos, nos parecerán, duros, algunas veces, pero todos sabemos que el camino al bienestar tiene siempre luces y escollos, requiere una buena dosis de persistencia y el sacrificio de la gratificación inmediata, por el bienestar futuro.  

Laje explica que: “En primer lugar, debe decirse que los principios de justicia socialista basados en la necesidad (“de cada uno según su capacidad a cada uno según su necesidad” decía Marx), resultan apropiados para regir órdenes sociales micro, tales como la familia o el grupo de amigos en las sociedades modernas. En efecto, hace justicia la madre que da a sus hijos según sus necesidades y urgencias, y no según otros criterios como podría ser el mérito. ¿Acaso consideraríamos justo que el padre de familia evalúe el mérito de sus hijos, por ejemplo, en la escuela, a la hora de decidir si suministrarles o no alimento?”

“Ahora bien, si intentáramos aplicar hasta las últimas consecuencias el principio de la necesidad como criterio de justicia en un orden extenso, sólo una situación de incompleta injusticia e ineficiencia podría derivarse de tal cosa. El legítimo altruismo familiar devendría en ilegítimo saqueo social por parte de una autoridad planificadora que acabaría a la postre con toda libertad individual y hundiría a la sociedad en el hambre y la miseria (el genocidio soviético y el genocidio maoísta son sólo dos ejemplos históricos de lo dicho)”.

Recomendamos leer el artículo de Laje. Es muy importante entender porque el sentido común puede a veces llevarnos a proyectar nuestro pequeño espacio de experiencia personal para sustentar la construcción de trampas sociales y políticas que al final hacen más difícil la superación de la pobreza. Reflexionemos sobre los peligros del asistencialismo desaprensivo y del populismo. Estamos entrando en un nuevo proceso electoral, tengamos muy presente que, lo que tenemos o queremos para nuestro hogar, no se puede lograr del mismo modo para el conjunto de la sociedad. Lampadia

 

 
 



La pobreza total del Perú no se puede calificar de crónica

La pobreza total del Perú no se puede calificar de crónica

Un reciente informe llamado “Los olvidados, pobreza crónica en América Latina y el Caribe” escrito por Renos Vakis, Jamele Rigolini y Leonardo Lucchetti, tres miembros del staff del departamento de Reconstrucción y Desarrollo del Banco Mundial, sostiene que uno de cada cinco latinoamericanos se encuentra en situación de “pobreza crónica” y que, específicamente en el Perú, ésta llega al 24.4% de la población al 2012. Sin embargo, esta información hay que tomarla con pinzas ya que muchas veces estos informes no hacen un análisis muy fino de las realidades particulares de cada país, y están más dirigidos a movilizar voluntades políticas en determinada dirección.

Existen varios problemas con este análisis. Primero hay que empezar definiendo qué es pobreza crónica. En ninguna parte de dicha publicación se hace la precisión. Se da a entender, con gráficos y leyendas, que pobreza crónica se refiere a quienes han sido “olvidados”, estarían tratando de subsistir con menos de US$ 4 día tras día por persona y no habrían podido despegar de su condición en los últimos años de crecimiento económico.

Sin embargo, en otras fuentes,como por ejemplo en los análisis de la OECD, se define la pobreza crónica como “la pobreza extrema experimentada durante muchos años, toda una vida, o que perpetúa de generación en generación”.  Acá hay una gran diferencia entre considerar a quienes no viven perpetuamente en pobreza (subsistir con menos de US$ 4 día) o pobreza extrema (subsistir con menos de US$ 1.5 día).

Afirmar que en el Perú, al 2012, existe una pobreza crónica de 24.4% (igual a la pobreza total) es una falacia.El término “crónico” implica inetabilidad, permanencia, imposibilidad de revertirse, etc. Es un término mal usado para transmitir la situación de pobreza en la región. Simplemente no puede existir más pobreza crónica que pobreza total de la población, cuya reducción ha sido sumamente dinámica. Como se puede observar en el gráfico inferior, las tasas de pobreza están disminuyendo constantemente y seguirán haciéndolo.

Si análizamos el informe por su extremo absurdo, tendríamos que considerar que en el año 2004, la pobreza crónica habría sido de 58.5%. Esta cifra se ha reducido en la última década, llegado a 23.5% a finales del año pasado. Por lo tanto, por lo menos una proporción importante de estos “pobres crónicos” habrían dejado de serlo en una década. Eso desvirtua el uso de la calificación como “crónico”.

Sorprende que algunos analistas y economistas tomen esta definición como “face value”, que no apliquen su criterio para dar contexto y profundidad de análisis al tema. Por otro lado, este documento es responsabilidad de unos funcionarios del Banco Mundial, no es un documento oficial del Banco.

La razón por esta acelerada reducción se basa en que con un crecimiento alto y sostenido se puede luchar contra la pobreza. Como afirma un estudio de Macroconsult, por cada punto porcentual de crecimiento del PBI, la pobreza se reduce en 0.66%. El crecimiento económico ha sido la mejor política de inclusión social.

En la última década hemos demostrado que podemos salir de la pobreza creando más riqueza. La pobreza, crónica o no, se ha reducido de manera sorprendente. El mismo Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, destacó que Perú se ha convertido en la “envidia del mundo” por su “sobresaliente” crecimiento económico en la última década, que ha permitido sacar de la pobreza a millones de peruanos.

El problema de este informe es que intenta generalizar al Perú con el resto de países de la región, y no considera nuestra realidad. Habla sobre el crecimiento en entre el 2000 y el 2012, que es de 2.5 % en América Latina, la reducción de desigualdad de la región en cinco puntos porcentuales según el coeficiente de Gini (de 0.57 a 0.52 en el mismo periodo) y la reducción de la pobreza y pobreza extrema, 16% y 50% respectivamente.

Las cifras del Perú son mucho más alentadoras. Recordemos que el Perú ha tenido un crecimiento constante de alrededor de 6.5% en la última década y nuestra desigualdad se redujo en casi 9 puntos porcentuales, bajando de 54.1 a 45.3. Con respecto a la reducción de pobreza, la tasa ha disminuido en 60%, y la pobreza extrema en 70.2% (como se puede visualizar en el gráfico).

Lo que sí debemos hacer es retomar el crecimiento económico, esa es la manera más eficaz de combatir la pobreza, fomentando la inversión privada y el funcionamiento de los mercados. Casi 85% de la reducción de la pobreza desde el 2004 se debe exclusivamente al crecimiento económico. No como dice un reciente despacho del INEI: “Gracias a la inversión pública y a los programas de inclusión social del Gobierno, un millón de peruanos salieron de la pobreza entre los años 2011 y 2013”. El crecimiento ha beneficiado fuertemente a todos los niveles económicos y a casi todas las regiones; y en las palabras del Banco Mundial, “la estabilidad macroeconómica y los niveles récord de crecimiento sostenido han proporcionado el espacio para mejorar las oportunidades de ingreso para los peruanos. Estas oportunidades han beneficiado más que proporcionalmente a los pobres, sobre todo en años recientes”.

No hay que dejarse llevar por estudios ni desalentarse por cifras alarmantes. El Perú ha experimentado un proceso muy positivo en la reducción de la pobreza. Sin embargo, todavía existen 7.3 millones de personas en situación precaria y 1.4 millones de pobres extremos. Motivo por el cual, nuestra agenda pendiente debe seguir privilegiando el crecimiento económico, apostando por la mejorar la educación, cerrar las brechas de infraestructuras y seguir mejorando sustancialmente a la población y, no extremar el juego político autodestructivo como el que ahora nos abruma y paraliza. Lampadia




Madera: Fabulosa reserva productiva

Madera: Fabulosa reserva productiva

El Perú ha desaprovechado la riqueza potencial de sus bosques. Basta ver el mapa del Perú con cierto detenimiento para descubrir que el 50% de nuestro territorio está cubierto de bosques naturales (68 millones de hectáreas). Somos el segundo país Latinoamericano con esta riqueza y décimo primero a nivel mundial. A pesar de ello, hemos despreciado este inmenso potencial como se ve expresado en que nuestras exportaciones no llegan ni al uno por ciento de la demanda global por recursos forestales. Como hemos señalado en Lampadia, este es un desperdicio sin nombre que las regulaciones actuales no llegan a corregir y se ve agravado por la tala ilegal que sufre la selva amazónica al punto de poner en riesgo de extinción especies como la caoba.

Sin una clara visión que promueva una política adecuada para el desarrollo forestal, nuestros bosques vienen siendo desbrozados por mafias de taladores ilegales que incluso han llegado al asesinato de dirigentes nativos con el fin de perpetuar su comportamiento delictivo. Aunque no existen cifras precisas, se cree que por lo menos el 50% de la madera que se extrae en el país es de dudosa procedencia.

Mientras los taladores ilegales operan literalmente amparados en la Ley de la Selva, el Estado poco o nada hace para detener este tráfico y mucho menos para que se efectúe una explotación racional, técnica, eficiente y legal, que ponga en valor este magnífico recurso, hoy desperdiciado y saqueado. Desde el 2004, en que se dieron las últimas concesiones madereras  ya se mostraba la falta de efectividad de esta política, el sector ha estado en el abandono. Como recuerda el Comité de Madera e Industria de la Madera de Adex, “de los 17 millones de hectáreas con aptitud forestal que existen en el Perú, menos de 2 millones se encuentran en producción real”. De las 613 concesiones forestales que se otorgaron hasta el 2004, las cuales cuentan con 7’622,244 hectáreas, solo el 35% se halla en actividad, según Serfor. Las exportaciones peruanas de madera solo ascienden a 150 millones de dólares anuales.

¿La razón? El sistema de concesiones no crea las condiciones e incentivos suficientes. Un estudio de la Universidad del Pacífico concluyó que el periodo de concesión es muy breve, por lo que no creaba los alicientes necesarios para que el bosque se explote adecuadamente y al largo plazo, como exige la naturaleza del recurso.

Como señaló en Lampadia, antes de su sensible fallecimiento, Antonio Brack Egg, uno de los mayores problemas que impiden el desarrollo de la industria forestal es que “el estado no garantiza los derechos de los inversionistas y eso empezó antes del 2006, cuando un grupo de personas, cerca de Atalaya, invadió un campamento forestal con una inversión española calculada en 36 millones de dólares, quemó el campamento, se robó todo lo que podía llevarse, y gente política del gobierno de aquel entonces los apoyó. Eso paralizó enormemente. Tenemos que ser conscientes: El sector forestal en el Perú puede ser un sector económicamente poderoso, fuerte, pujante, pero tenemos que dar el marco y el control para que eso se verifique, y dar confianza al inversionista”.

Otra debilidad importante ha sido la limitación impuesta por la definición de los bosques como propiedad del Estado, así sean plantaciones industriales y de reforestación. Estas últimas debieran tener la “condición de cultivos forestales”, y por ende, el mismo tratamiento que los cultivos agrícolas. Mientras esta condición no se establezca con claridad, el manejo de las plantaciones estaría sujeto a regulaciones engorrosas y disuasivas de su desarrollo.  

Recientemente entró en funcionamiento el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor). Este organismo está diseñado para incentivar la actividad forestal del país. Como señala su directora Fabiola Muñoz, la idea es “crear una industria forestal fuerte y competitiva, por ello el Serfor antes que una institución controlista busca ser un ente promotor. Vamos a modernizarnos para desaparecer la lista interminable de trámites”. Espera en breve contar con una plataforma para trámites en línea y, especialmente de vigilancia satelital para un mayor control de los bosques. Un avance considerable.

Según Muñoz, el potencial es inmenso. Solo para el mercado interno peruano se importa anualmente 1,000 millones de dólares en productos maderables y sus derivados. En los últimos diez años las importaciones de estos productos han crecido 281%, mientras que nuestras exportaciones solo se incrementaron en un 115%. (Ver cuadro)

Como se ha hecho en Chile y otros países que han sabido manejar este recurso, se debe desarrollar una industria poniendo en valor los recursos forestales. Chile cuenta con dos millones de hectáreas de bosques para explotación comercial lo que le permite exportar más de 6,000 millones de dólares anuales y emplear a 250 mil personas. Como hemos señalado en Lampadia, “el potencial de desarrollo del sector forestal en el Perú debería ser del orden de cinco veces el de Chile, y constituye un buen ejemplo de una magnífica oportunidad que se está desperdiciando para generar una producción forestal de más de US$ 25,000 millones anuales, dando empleo de calidad a toda la población de la selva y a buena parte de la de la sierra”.

Ese es el reto. “El Perú se ha trazado la meta de tener dos millones de hectáreas reforestadas y cero de deforestación al año 2030”, ha señalado Muñoz. Para ello Serfor “está trabajando en tres líneas: la primera es sobre el patrimonio forestal que ya tenemos para promover un manejo forestal sostenible. Sobre las áreas degradadas tenemos que plantar bosques que pueden ser con fines comerciales (…). Otro elemento fundamental es la lucha contra la deforestación, no perder más bosques naturales”, detalló la directora de Serfor.

Actualmente existen al menos 10 millones de hectáreas aptas para la reforestación. De ellas, 7 millones están en la sierra, 2.5 millones en la selva y 0.5 millones en la costa. La reciente promulgación del Régimen de Promoción de Plantaciones Forestales en tierras de propiedad privada permitirá que unas cuatro millones de hectáreas se siembren con recursos maderables de fines comerciales, lo que generaría que el Perú exporte unos 1,000 millones de dólares en el corto plazo. Hay que recordar que la madera es uno de los pocos commodities que incrementa su demanda anualmente. Para el 2050 se espera que esta llegue a los 4,500 millones de metros cúbicos de madera rolliza. El Perú no puede desaprovechar sus favorables condiciones naturales para crear una gran industria forestal.

Actualmente el sector forestal representa un irrisorio 0.1% del PBI, nuestras exportaciones son 40 veces menores que las de Chile, teniendo el potencial de ser cinco veces mayores. Es hora  que empecemos a desarrollar esta industria y que apuntemos a ser una potencia maderera. Como es el caso de la explotación de otros recursos naturales, este desarrollo permitiría múltiples encadenamientos con otros sectores, una gran demanda de empleo de calidad,  mayores exportaciones y recursos fiscales. Además, con buenas concesiones, se formalizaría todo el sector y se tendría una actividad legal que si podría competir con éxito con la tala ilegal y los sembríos de coca.

El desarrollo del sector forestal es clave para la generación del empleo a vistas de la tercera revolución industrial, ver en (L): Apuntes para la creación de empleo al 2034 (II). Lampadia




El Perú no es igual a ningún otro país

El Perú no es igual a ningún otro país

Informalidad

Últimamente se está discutiendo sobre el tema de la informalidad, muchas veces calificándola como un problema o como “un elefante que todavía no hemos sacado del closet” y hasta dándole un tinte delictivo. Otras veces se le confunde con actividades abiertamente delictivas como el narcotráfico asociado al terrorismo, la tala ilegal, la minería ilegal y el contrabando armado.

El 70% del empleo es informal según las cifras oficiales, pero eso no nos hace un país informal. El empleo adecuado llega al 65% de la PEA (se ha duplicado durante los años de crecimiento de la economía). Más allá del proceso histórico que dio origen a este fenómeno, es evidente que ha llegado el momento para superar esta situación que tiene más que ver una “formalidad excluyente” y con normas laborales que están entre las más rígidas del planeta.

Pero también tiene que ver con la naturaleza de los peruanos, con su vocación por ser independientes, empresarios o emprendedores. En el siguiente cuadro podemos ver que el 93% de la élite universitaria, recientemente convocada por IPAE al último CADE Universitario, desea ser empresario:

Ver aqui encuesta del CADE Universitario 2014

Otro ángulo de las recientes discusiones, es que se sigue creando mitos sobre la supuesta incultura, falta de respeto por las normas y tolerancia de los peruanos con la corrupción. Esto es solo producto de análisis superficiales que se entretienen en los aspectos negativos, sin mirar el conjunto de la sociedad e información que amplíe el horizonte de análisis. Por ejemplo, veamos un reciente editorial de El Comercio que comentamos en Lampadia, ver: Roban pero hacen obra.

El Comercio comentó: “Aún una tercera explicación puede tener que ver con la informalidad. Una especie de “a mí no me importa lo que ese señor haga con mis impuestos porque yo no pago impuestos”.  (…) Naturalmente, caben varias explicaciones más. Pero una cosa es segura en todas las opciones: esta desvalorización de – o este cinismo frente a– la decencia significa, por un lado, un problema para nuestra democracia. Pocos incentivos hay en nuestra política para que las personas realmente rectas entren en ella, (…) al menos como sociedad, (…) no parecemos tener mucho autorrespeto. (…) el hecho es que no aspiramos a tener como líderes a personas que podamos realmente respetar”.

En Lampadia agregamos. “¿Qué reflexión habría que agregar al comentario del editorial, sobre los peruanos (3´000,000) que viven en el extranjero? Ellos no se pasan las luces rojas; cumplen las leyes; son solidarios, pues remiten unos US$ 3 mil millones anuales a sus familiares en el Perú. Incluso, algunos de ellos llegan a ser alcaldes y representantes políticos, sin que nadie los tilde con él: “roban pero hacen obra”.

Lo que está muy mal en el Perú no es el ciudadano, sino el sistema: La estructura política, el sistema electoral, la desacreditación de los partidos políticos (que se la ganaron solos), una pésima regionalización, ausencia de un servicio civil meritocrático que se aleje del compadrazgo y el favor político de turno, un buen sistema de control que no debe ser un impedimento a las buenas decisiones públicas, superar los niveles de corrupción y la impunidad en los estamentos del Estado.

Veamos otros datos de la encuesta que hizo IPSOS en el CADE Universitario, que reflejan que nuestros jóvenes están listos para superar las limitaciones comentadas:

La informalidad debería ser analizada desde una perspectiva más amplia, tal vez desde el siguiente enfoque: “Formalidad Excluyente e Informalidad Limitante”.

Un apagón de 30 años

Algo parecido sucede cuando se compara al Perú con otros países sin reparar que acá se “apagaron las luces” durante 30 años (60s, 70s y 80s). Se prohibió la inversión privada en el campo, la minería, la pesca y hasta en el turismo. Se condenó a las regiones a la exclusión y se empobreció a todo el país: ciudadanos, empresas y Estado. Por esta razón es que tenemos agendas pendientes que todavía no hemos podido superar a pesar de los grandes avances de los últimos 20 años.

Tenemos una agenda pendiente que podríamos llamar “social”, pues abarca a la educación, salud, instituciones, infraestructuras, tecnología y pobreza. Pero también tenemos otra agenda pendiente, que podríamos llamar “productiva”, que explica el atraso productivo en la puesta en valor de nuestros abundantes recursos naturales en minería, pesca, energía, forestería y biodiversidad.

En resumen se puede decir que hablar de los problemas y oportunidades del Perú, requiere miradas amplias y profundas. Nuestro país está destinado a ser uno muy exitoso, sin pobreza y con bienestar general, solo tenemos que hacer las cosas relativamente bien. Por eso es muy importante hacer un esfuerzo para entenderlo y explicarlo mejor. Lampadia




Como un buen economista puede perder perspectiva

Como un buen economista puede perder perspectiva

La verdadera materia prima de la riqueza Comentado por Lampadia

Ricardo Hausmann, Ex ministro de planeamiento de Venezuela, Jefe de Economía del BID y profesor de Harvard.

Publicado por Project Syndicate, julio 2014

Traducido del inglés por Ana María Velasco

TIRANA – Los países pobres exportan materias primas en bruto, como cacao, hierro y diamantes. Los países ricos exportan -con frecuencia a esos mismos países pobres- productos más elaborados, como chocolates, automóviles y joyas. Si los países pobres quieren hacerse ricos deberían dejar de exportar sus recursos naturales en bruto y concentrarse en agregarles valor. De lo contrario, los países ricos se quedarán con la mayor parte del valor y con todos los buenos empleos. Una forma de lograr esto es siguiendo el ejemplo de Sudáfrica y de Botsuana y emplear la riqueza natural para forzar la industrialización aguas abajo a través de restricciones a la exportación de minerales en bruto, una política que llaman “beneficiación”.

[Este pensamiento trae de regreso la concepción de la teoría de la dependencia, que asumía que el valor de los commodities bajaría cada vez más, mientras el valor de la tecnología subiría hasta producir una brecha que se podía denominar como la “Cruz de la Muerte”. La realidad de los largos últimos años, es lo contrario, los precios de la tecnología bajan aceleradamente mientras los de los commodities suben, una suerte de “Cruz de la Vida”. Ver en Lampadia: Grave error de lectura de América Latina y Más sobre los perjuicios de la Teoría de la Dependencia.

Además, este razonamiento asume que los commodities, por ejemplo, los concentrados de cobre en el Perú, tienen un bajo valor agregado. La realidad es todo lo contrario, ver: Más allá de los mitos – La minería tiene un alto valor agregado.]

¿Son estas ideas acertadas o erradas? La verdad es que hay ideas que son aún peor que erradas, son castrantes. Esas ideas hacen que uno enfatice las cuestiones secundarias -por ejemplo, la disponibilidad de materias primas- pero impiden ver las oportunidades más prometedoras que existen en otros ámbitos.

[Comentario que no es aplicable al Perú, pues a diferencia de casi todos los países del mundo, en esta tierra se proscribió la inversión privada por treinta años (60,70 y 80s). Como resultado de semejante política, nos empobrecimos, se sembró exclusión en las regiones (ricas en RRNN), solo se invertía algo en Lima, Arequipa y en las fronteras de la costa, Tacna y Tumbes, con tremendos subsidios. Adicionalmente a los impactos económicos y sociales, al dejar de invertir como el resto del mundo, acumulamos una “reserva productiva” que aún no hemos podido poner en valor. Al mismo tiempo, obviamente, acumulamos también, una gran brecha social y económica en educación, salud, instituciones, infraestructuras, pobreza y tecnología, que seguramente supera el 50% de nuestro PBI. Semejante brecha solo puede ser cerrada en un plazo razonable, poniendo en valor dichos RRNN.]

Tomemos como ejemplo a Finlandia, un país nórdico donde existe una enorme cantidad de árboles en relación a su escasa población. Un economista clásico diría que, en vista de esto, Finlandia debiera exportar madera, cosa que ha hecho. En contraste, un economista del desarrollo tradicional diría que Finlandia no debe exportar madera en bruto, sino agregarle valor, transformándola en productos como papel o muebles, cosa que este país también ha hecho. Sin embargo, los productos relacionados con la madera representan apenas el 20% de las exportaciones de Finlandia. [Pero, como lo explica el propio Hausmann, Finlandia siguió un proceso paulatino e incremental en su estrategia productiva.]

Esto se debe a que la madera abrió un camino diferente y mucho más próspero hacia el desarrollo. Talando árboles y cortando madera, los finlandeses encontraron que sus hachas y serruchos perdían el filo y se dañaban. Afilando y reparando estas herramientas, a la larga Finlandia se convirtió en un buen productor de máquinas para talar árboles y cortar madera.

Los finlandeses pronto se dieron cuenta de que también podían fabricar máquinas que cortaran otros materiales, ya que no todo lo cortable está hecho de madera. Su próximo paso fue automatizar las máquinas cortadoras, porque cortar todo a mano puede llegar a ser muy tedioso. De ahí pasaron a otras máquinas automatizadas porque, al fin y al cabo, no todo en la vida es cortar. Y de las máquinas automatizadas eventualmente terminaron en Nokia. Hoy en día, las máquinas de diferentes tipos constituyen el 40% de los bienes que exporta Finlandia. [Un proceso natural y de larga duración que debe seguirse desde el desarrollo de los mercados y las inversiones correspondientes, sin dar saltos aventureros. En el Perú esto ya está sucediendo con el sector industrial, el cual, por ejemplo, está exportando maquinaria minera a China y a varios otros países, justamente por haber seguido el mismo proceso de Finlandia. Este proceso no requirió de la intervención de ningún burócrata ni de ningún iluminado gobernante.]

La moraleja de esta historia es que agregarle valor a las materias primas que uno posee es uno de los posibles caminos hacia la diversificación, pero no necesariamente el más largo ni el más fructífero. [En el caso del Perú, la gran inversión minera de los últimos 20 años, ha ayudado a formar el sector industrial más grande, más fuerte, competitivo y exportador de nuestra historia.] Los países no están limitados por los recursos naturales que poseen. Al fin y al cabo, en Suiza no hay cacao y China no fabrica chips de memoria avanzados. Pero ello no ha impedido que estos países tengan una posición dominante en el mercado del chocolate y de las computadoras, respectivamente.

Tener la materia prima cerca es una ventaja sólo cuando el costo de trasladarla es muy alto, [o cuando la demanda internacional compensa los costos de  transporte y, cuando los desarrollos industriales sobre la base de las mismas materias primas, está más cerca de los mercados finales] lo que es más válido para la madera que para los diamantes o incluso el hierro. Australia, pese a su lejanía, es un importante exportador de mineral de hierro, pero no de acero, mientras que Corea del Sur exporta acero aun cuando debe importar hierro.

Lo que revela la experiencia de Finlandia es que los caminos más prometedores hacia el desarrollo no implican agregar valor a las materias primas, sino añadir capacidades a las capacidades ya existentes. Esto significa combinar capacidades nuevas (por ejemplo, la automatización) con las ya establecidas (como las que se utilizan para hacer las máquinas cortadoras), y así poder penetrar en mercados diferentes y más atractivos. En contraste, para obtener materias primas, basta con llegar al puerto más cercano.

Pensar el futuro en base a la ventaja de tener cerca cierto recurso natural limita a los países a productos que emplean de manera muy intensiva ese recurso, lo que resulta ser extremadamente restrictivo. Por ejemplo: ¿la cercanía a qué materia prima en particular hace que un país sea competitivo en la producción de automóviles, impresoras, antibióticos o películas? La mayor parte de los productos exige numerosos insumos y, en general, la proximidad a un par de ellos no marca una diferencia suficiente. [Otro razonamiento forzado, pues el acceso a teléfonos celulares, internet e impresoras 3D, es perfectamente compatible con la puesta en valor de RRNN,  máxime, si la riqueza que pueden generar se canaliza a las inversiones estratégicas que pueden crear capacidades ampliadas en la sociedad del conocimiento.]

La política de beneficiación obliga a las industrias extractivas a vender su producto localmente a precios más bajos que los de exportación, por lo cual opera como un impuesto implícito que sirve para subsidiar las actividades aguas abajo. En principio, no hay nada oprobioso en gravar eficientemente a las industrias extractivas, pues permite que las sociedades se apropien del valor que genera su riqueza natural. Pero no hay motivo para dedicar esa capacidad de gravar para favorecer a las industrias aguas abajo. [Tampoco es el caso del Perú, pues sus RRNN son para exportación y localmente se venden en base a las cotizaciones internacionales. Pero habría que preguntarle a los americanos que piensan de la posibilidad de reindustrializar su país con la explotación del Shale Gas y crear un camino de reducción de las desigualdades que generó la tercerización de dichos procesos.] Como mis colegas y yo hemos demostrado, estas actividades no son ni las más próximas en términos de capacidades, ni tampoco las más valiosas como trampolines hacia un mayor desarrollo. 

Se puede afirmar que el impacto económico más notable que tuvo la industria del carbón de fines del siglo XVII en Gran Bretaña, fue el haber fomentado el desarrollo de la máquina de vapor como solución al problema de bombear el agua fuera de las minas. Pero ese invento terminó revolucionando la manufactura y el transporte, lo que cambió la historia del mundo, el lugar que en ella ocupó la Gran Bretaña – y hasta la ventaja de tener carbón cerca.

En contraste, darle prioridad a plantas siderúrgicas o petroquímicas en países ricos en hierro o petróleo refleja una profunda falta de imaginación dado que a menudo los beneficios son muy limitados, pues la proximidad a la materia prima  no es una ventaja significativa. Mucho más creativos fueron los Emiratos Árabes Unidos, donde utilizaron los ingresos del petróleo para invertir en infraestructura y servicios, transformando así a Dubái en un exitoso centro turístico y empresarial.

Esta discusión es relevante hasta para Estados Unidos, donde está imperando desde hace pocos años y casi por casualidad, una importante política de beneficiación. En 1973, durante el embargo petrolero, el país restringió la exportación de crudo y gas natural. En los años subsiguientes, Estados Unidos se convirtió en un gran importador de energía, por lo que la restricción a las exportaciones se volvió irrelevante, aunque nunca se abandonó formalmente. Pero la reciente revolución energética producida por el shale o esquisto ha hecho que la producción de petróleo y de gas aumente dramáticamente en el último quinquenio. Ahora la restricción a la exportación causa que el precio interno del petróleo y sobre todo del gas natural esté hoy muy por debajo del precio de exportación.

Esto constituye un subsidio implícito a las industrias que emplean gas y petróleo de manera intensiva, y es posible que desplace ciertas inversiones hacia Estados Unidos. Pero ¿es ésta la mejor manera de emplear la capacidad del fisco de gravar o regular el comercio? ¿No estaría mejor Estados Unidos usando su capacidad de gravar el gas natural para estimular el desarrollo del equivalente tecnológico actual a lo que representó la máquina de vapor? [No lo creemos, su problema más álgido hoy, es la desigualdad de ingresos que pretenden aliviar con el uso interno de energías más económicas.]