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Lo bueno, lo malo y lo feo entre Navidad y Reyes

Lo bueno, lo malo y lo feo entre Navidad y Reyes

Durante los días de fiestas solemos bajar la guardia, disminuir nuestras conexiones con la realidad y gozar de un merecido descanso. Ya transcurrieron la Navidad, el Año Nuevo y la Bajada de Reyes. Pero el mundo no para, las noticias tampoco y, hay algunas que no debemos perdernos.

Líneas abajo hemos recopilado y glosado diferentes publicaciones. Algunas nos iluminan, otras solo nos informan y otras nos alarman. Hay de lo bueno, lo malo y lo feo. Gracias a Dios, en esta ocasión, hay mucho más de lo bueno.  

  • El Presidente Humala dice ‘Inclusión para crecer’, pero eso es falso.

Este gobierno ha aumentado mucho el consumo público. Tenía enormes ingresos que ya no tiene.

¿Qué nos puede sacar de este problema?

Crecer un montón. Es la única forma de salir adelante.

Primero viene el crecimiento, después puedes hacer todo lo que quieras.

Miguel Palomino, Portafolio, 1 de enero 2016, entrevista: Omar, Avellaneda

  • [El 2015] ha sido un mal año. Los factores externos explican parte del problema, pero el bajo desempeño se debe fundamentalmente a razones internas.

La inversión pública cayó cerca de 12%.

Se gastó 2,812 millones de soles en armamento. Se decretó como secreta la compra de armamento.

[El Ministro de Defensa dice que mucha de la inversión fue en vehículos de transporte. Entonces, ¿por qué es secreta?].

Se incrementó el empleo estatal. La planilla creció 17% (2013) y 19% (2014)… Es un monto insostenible.

Yo no estaría orgulloso. La demanda interna es cada vez menor. Se usó el gasto público en programas sociales que no tienen impacto en mejorar las condiciones de vida.

En el 2015 la anemia es dos puntos más alta que en el 2011.

Humala recibió un crecimiento de 8%, deja uno de 2% a 3%.

Luis Carranza, Perú21, 3 de enero 2016, entrevista: Mariela Balbi

  • Proyectos de desarrollo no se pueden imponer o pretender llevarlos adelante por la fuerza.

[¿Pero si se pueden paralizar por la fuerza?].

Martín Vizcarra, Correo, 1 de enero 2016, entrevista: Damián Retamozo

  • Sí creo que es fundamental el crecimiento porque es requisito absoluto para salir de la pobreza en la que todavía estamos.

Hay que pensar en no tolerar la pobreza.

Creo que hemos avanzado más en reducción de pobreza extrema. Es el gran logro de los últimos 20 años. El ‘boom’ nacional ha ayudado, pero el factor número 1 es que se empoderó a los más pobres para resolver sus problemas ellos mismos y ese empoderamiento ha tenido mucho que ver con la conexión.

Una estadística muy potente, viene del censo agropecuario. Se le pregunta al campesino si trabaja fuera una parte del año. En el censo del 94, 20% dijo que sí. En el censo del 2012, fue 40%. La gente se está moviendo y esto mejora las condiciones de vida.

La clave para que los hijos salgan es la educación superior. Aún si la educación fuera buena, va a haber desilusión.

Regionalización: Una parte importante del gasto público se decide a nivel local.

Creo que hay un sesgo muy peligroso a favor de las inversiones de mucho impacto político.

El gran cambio está en la efectividad del Estado. Ahí sí hemos dado marcha atrás. Hay un empantanamiento del Estado.

Richard Webb, El Comercio, 27 de diciembre 2015, entrevista: Fernando Vivas

  • Ha sido un gobierno al que le tomó mucho tiempo entender la importancia de la inversión privada. Hubo en los primeros años un ninguneo del crecimiento, un desdén retórico desde el más alto nivel político que se transmitió hacia abajo en el aparato estatal. Ello provocó indolencia en muchas autoridades y un exceso de regulaciones absurdas, que en honor a la verdad vienen de hace 10 o 15 años, pero se agudizaron en este gobierno.

¿Incluir para crecer? Es exactamente al revés. No conozco ningún país que haya podido reducir la pobreza sin crecimiento.

Los funcionarios públicos se la juegan si sienten que tienen respaldo político arriba.

Diversificación productiva: Es mejor tener una economía diversificada. Las discrepancias empiezan con los instrumentos. Cuando se anunció el ‘plan’ en 2014 se dijo que nos iba a devolver a la senda del crecimiento del 7% o que iba a triplicar el PBI per cápita para el 2030, evidentemente se exageró su impacto.

Gianfranco Castagnola, El Comercio, 3 de enero 2016, entrevista: Gonzalo Carranza

  • En los últimos 30 años, los ‘dinosaurios’ nos han vendido la idea de que la única forma de progresar es cuando una mina se abre o cierra. [¡…¿?…!]

Deberíamos terminar ‘el gobierno’ con al menos 5% de inversión en Educación.

[Al igual que el Ministro de Educación, el fallido ‘outsider’ no sabe que ya invertimos el 6% del PBI en educación, 3% el Estado y 3% el sector privado. ¿Más del mismo negacionismo y ninguneo de la inversión privada? Ojo que sumó a Mora].

Me dicen: ‘Julio, el país es minero’. ¿Qué dijimos con el salitre, con el guano? Y, ya ves, eso se terminó.

[¿Discípulo de Ghezzi y Gallardo? ¿Topo de Tierra y Libertad? ¿Miembro de Ciudadanos por el Cambio? ¿Candidato del gobierno? – Dicen que quien insulta lo recibe de vuelta: ¿Dónde están los dinosaurios?].

Julio Guzmán, La República, 3 de enero 2016, entrevista: Raúl Mendoza

  • La política peruana es digna de un comic. ¿Cómo puede Susana Villarán, supuestamente preocupada de los derechos humanos, asociarse con un candidato militarista y matonesco como Urresti? ¿Qué hace que el PPC se asocie al Apra, liderado por su archienemigo Alan García, al que en el pasado acusó de corrupto o desleal? ¿O que Acuña, el del dinero ’como cancha’, lleve en su plancha a la veleta Anel Townsend y al presunto defensor de la ética Humberto Lay? ¿Por qué gente supuestamente inteligente o con experiencia política comete errores y cae en contradicciones aparentemente tan obvias?

Alfredo Bullard, El Comercio, 26 de diciembre 2015

  • ¿Para qué sirvió el 2015?

Termina en América Latina la hegemonía de gobiernos que han estado en el poder durante todo este siglo. Brasil, Argentina, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua han tenido el mismo gobernante o la misma élite política en el poder en lo que va del siglo XXI.

Primer año en la historia sin nuevos casos de poliomielitis en África. Esta es una buena noticia promovida por Bill Gates. 

[Ver: El eslabón que cierra el Círculo Virtuoso del Capitalismo

Moisés Naím, El Comercio, 26 de diciembre 2015

  • Va a dejar a Lima en desventaja en su carrera para convertirse en un ’hub’ de Sudamérica. Si no se hace algo urgente, Lima se estancará.

Postergación de las obras de ampliación del Jorge Chávez

[No hay disculpas para esta muestra de irresponsabilidad e indolencia].

Peter Cerda, IATA, Portafolio, 25 de diciembre 2015, entrevista: Carlos Hurtado de Mendoza

  • Gobierno de Humala boquea ley para derribar narcoavionetas. Reglamento de ley se encuentra encarpetado en el MTC.

[Sin comentarios].

La Razón, 26 de diciembre 2015

  • Voto electrónico es seguro y se puede ejecutar en el Perú.

Según Fernando Tuesta, ya ha habido pruebas en el Perú sobre aspectos que tienen que ver con seguridad, auditoría, y ya han sido superadas.

[¡No al voto electrónico! En un país donde se reparte dinero y otras asistencias a los pobres no se puede usar el voto electrónico. Bastaría que los funcionarios del asistencialismo digan que ‘conocerían’ los votos de los beneficiarios de los programas asistencialistas para que se pueda manipular las elecciones. Ver en Lampadia: La peligrosa campaña por el voto electrónico.]

Expreso, 26 de diciembre 2015

  • Desde el final de la II Guerra Mundial, la relación transatlántica ha sido crucial para la seguridad internacional y la estabilidad de la economía. Esa alianza, hoy, es más débil y tiene menos peso en el mundo que nunca.

La pérdida de contenido de la relación transatlántica significa que en el futuro las realidades económicas pesarán más que los valores. Será una desgracia para una alianza que, con todos sus defectos, ha contribuido más que ninguna otra en la historia a promover la democracia, la libertad de expresión y el Estado de derecho.

La Alianza vacía, Ian Bremmer, El País de España, 7 de enero 2016

  • No hay inconveniente en admitir que España es un país plurinacional siempre que tales naciones se entiendan como realidades culturales. Los nacionalistas quieren convertir la diversidad cultural en fundamento de separación política.

Comenzaré con quienes pueden saltarse este artículo con tranquilidad, porque la cosa no va con ellos… Me refiero, claro está, a quienes no votan (…) Tampoco aspiro a dirigirme a la secta de los cambistas, los adictos en cuerpo y alma al cambio. No a mejorar, a perfeccionar o a corregir, sino a cambiar. (…) Y por supuesto nada tengo que decir a los enclaustrados en lo que llaman “pragmatismo”, o sea, los que se contentan con las más obvias letanías: la ley está para cumplirla. (…) “No nos metamos en honduras”.

(…) Piden diálogo. No parece fácil. Oí en Espejo público a García Page contestar bien a un nacionalista que le preguntó por qué no referéndum en Cataluña: sería conceder de antemano lo que se pretende preguntar, porque la autodeterminación no consiste en irse, sino en poder elegir entre irse o quedarse sin contar con los demás. En su ensayo L’art de conférer, uno de los mejores, Montaigne hace una encendida defensa del diálogo y la controversia, proclama que prefiere el coloquio con quien piensa distinto que él porque así aprende más, etcétera… Pero también advierte: “Me es imposible tratar de buena fe con un tonto, porque bajo su influjo no sólo se corrompe mi juicio, sino también mi conciencia”.

Ni podemos ni debemos, Fernando Savater, El País de España, 7 de enero  2016

Lampadia

 

 




Mayor bienestar con malas noticias

Mayor bienestar con malas noticias

Desde el nacimiento de Lampadia hemos hecho hincapié en mostrar, con cifras y fuentes, la evolución de los indicadores sociales y económicos del Perú desde la promulgación de la Constitución de 1993 y, especialmente de los diez años previos al gobierno del nacionalismo que nos regaló un ominoso punto de inflexión. Ver: Cifras de la Prosperidad y Punto de Inflexión.

Nuestro enfoque contradecía permanentemente el negativismo y ‘negacionismo’ con el que una buena parte del establishment político y académico calificaba nuestra realidad. Además, nuestras notas de análisis e información contrastaban notoriamente con el ambiente mediático, cargado de malas noticias, escándalos y hasta distorsiones con los que se sigue alimentando, día a día, la formación del sentido común de los peruanos.

De tiempo en tiempo, leemos en boca de ciertos analistas quejas sobre esta situación negativa del clima mediático. Se habla de que lo que se busca es el rating, de la morbosidad del público y a veces de la lejanía de los dueños de los medios y sus periodistas, con el sentido de misión y vocación que todavía algunos esperamos de la prensa.

En esta nota queremos compartir con nuestros lectores un brillante análisis de Matt Ridley, de su reciente libro: The Evolution of Everything (La evolución de todo), en el que nos dice: “No puedo reconciliar en mi mente esta extraña yuxtaposición de optimismo y pesimismo. En un mundo que nos da una oferta inagotable de malas noticias, las vidas de las personas mejoran y mejoran”.

En nuestra opinión, una de las más importantes responsabilidades de los líderes de opinión y de los medios de comunicación es promover la formación de ciudadanos empoderados y comprometidos, sobre todo en un país, que como el nuestro, está todavía en construcción.

Podemos entender los espacios de la inmediatez informativa en que se desenvuelve el mundo mediático, pero no debemos dejar de lado el eco de los grandes procesos históricos y el fomento de una mejor educación cívica.

Revisemos algunos pasajes de la magnífica obra de Ridley. (Traducido y glosado por Lampadia):

La Evolución de Todo

“Hay dos maneras de contar la historia del Siglo XX. Puedes describir una serie de guerras, revoluciones, crisis, epidemias y calamidades financieras. O puedes apuntar a la gentil pero inexorable mejora de la calidad de vida de casi todos en el planeta: el aumento de los ingresos, la conquista de las enfermedades, la desaparición de los parásitos, la creciente persistencia de la paz, la mayor duración de la vida, los avances de la tecnología. Escribí un libro sobre esto último. Estaba glorioso de que el mundo fuera un muy mejor lugar de lo que jamás había sido. Sin embargo, lee los periódicos y pensarás que habíamos sido sacudidos de desastre en desastre, y que nos esperaba un inevitable futuro de más desastres. No puedo reconciliar en mi mente esta extraña yuxtaposición de optimismo y pesimismo. En un mundo que nos da una oferta inagotable de malas noticias, las vidas de las personas mejoran y mejoran”.

“Creo que ahora ya entendí: Las malas noticias son hechas por el hombre ‘top-down’ (de arriba a abajo) deliberadamente, impuestas a la historia. Las buenas noticias son accidentales, no planeadas, emergentes, evolucionan gradualmente”.

“Las cosas que van bien son largamente  no intencionales; las que van mal son mayormente intencionales. Dos ejemplos:

Uno: La Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa, el Tratado de Versalles, la Gran Depresión, el Régimen Nazi, la Segunda Guerra Mundial, la Revolución China, la Crisis Financiera del 2008; cada uno de estos eventos fue el resultado de decisiones ‘top-down’ hechas por, relativamente, un pequeño número de personas que trataban de imponer sus planes, ya sea por políticos, banqueros centrales o revolucionarios.

Dos: El crecimiento del ingreso global, la desaparición de enfermedades infecciosas, la alimentación de siete mil millones de personas, la limpieza de ríos y del aire, la reforestación de gran parte del mundo desarrollado, la Internet, el uso de telefonía celular para operaciones financieras, el uso de la genética individual para condenar a los criminales y liberar a los inocentes; cada uno de estos eventos fue serendípico, un fenómeno inesperado ofrecido por millones de personas que no tenían la intención de causar estos grandes cambios. Todas las cosas interesantes son incrementales, dice el filósofo Sir David Butler, y “solo muy pocos de los grandes cambios en las estadísticas de los estándares de vida de los seres humanos de los últimos cincuenta años, fueron el resultado de acciones de gobierno”.

“Dejar que las cosas buenas evolucionen, mientras hacen daño, ha sido el tema dominante de la historia. Por eso es que las noticias están solo llenas de cosas malas, pero una vez que suceden, encontramos que el gran bien ha sucedido sin anuncios. Las cosas buenas son graduales, las malas repentinas. Las cosas buenas evolucionan”.

“Equiparar ‘orden y control’ sigue teniendo un atractivo intuitivo, dice Brink Lindsey. ‘A pesar del obvio éxito de los mercados no planeados, a pesar del espectacular desarrollo del orden descentralizado de Internet, y a pesar de la muy publicitada nueva ciencia de la complejidad y del estudio de los sistemas auto-organizados, todavía es ampliamente asumido que la única alternativa a la autoridad central es el caos’”.

“El ‘volante’ (timón) de la historia es el cambio incremental a través de ‘prueba-y-error’, con la innovación dirigida por recombinaciones y esto pertenece a muchas más cosas que solamente a aquellas que tienen genes. (Le debo esta noción a Richard Webb, un experto en evolución e innovación).”

“Una buena apuesta sobre el Siglo XXI es decir que estará mayormente dominado por shocks de malas noticias, pero que experimentará un casi invisible progreso de buenas cosas. Incrementales, inexorables, inevitables cambios nos traerán mejoras materiales y espirituales que harán la vida de nuestros nietos más ricas, sanas, felices, inteligentes, limpias amables, libres y más pacíficas y más iguales –casi todo serendípicamente, como producto de la evolución cultural. Pero las personas con grandes planes causarán dolor y sufrimiento en el camino”.

“Démosle un poco menos de crédito a los creacionistas y alentemos y celebremos la evolución de todo”.

En Lampadia seguiremos tercamente difundiendo información sobre los grandes procesos de la humanidad desde una perspectiva del ‘vaso medio lleno’, mirando hacia adelante y promoviendo una mayor participación de los ciudadanos en la vida del país. ¡Ojalá podamos comprometernos con un mejor y más balaceado clima de ideas! Lampadia      




¿Cómo pueden negar nuestro desarrollo?

¿Cómo pueden negar nuestro desarrollo?

Según el INEI, en su publicación: Mapa de pobreza provincial y distrital del Perú, de setiembre 2015, Curgos, en el departamento de La Libertad, es el “distrito más pobre a nivel nacional”. En Lampadia, el siete de octubre pasado, conocedores de la dinámica social y económica del país, publicamos nuestro análisis del informe del INEI como: El crecimiento económico sigue siendo el protagonista en la reducción de la pobreza – El Mapa de la Riqueza del Perú.

Ahora, nos encontramos con el muy significativo artículo de Richard Webb titulado: Oh, Curgos querido (El Comercio, 19 de octubre, 2015), en el que describe cómo los estudiosos de Cuanto viajaron inmediatamente a Curgos, para medir su realidad. El reporte de los especialistas, comentado por Webb, es impresionante: el distrito más pobre del Perú tiene una dinámica social y económica que dificilmente podría llevarnos a calificarlo como el más pobre del país. Veamos el artículo: 

Presentación en PDF: Oh, Curgos querido

En nuestra publicación sobre el ‘Mapa de la Riqueza del Perú’, el INEI indicaba que el crecimiento acumulado del PBI entre el 2009 y 2013 fue de 29.4% y que la incidencia de pobreza cayó en 9.6% a nivel nacional, con 5.2% y 18.7%, a nivel urbano y rural, respectivamente. “Los resultados objetivos de la evolución socio-económica del Perú son muy alentadores y, nos hacen ver este mapa, más que uno referido a la pobreza, como uno indicativo de la riqueza”.

El informe del INEI permite confirmar que el crecimiento favoreció más a los segmentos pobres, creando un modelo que algunos especialistas han denominado anteriormente como “pro-pobre” y “pro-clase media”. La relación positiva entre el crecimiento económico y la reducción de la pobreza ya ha sido ampliamente documentada, sin embargo, en la prédica anti liberal y anti capitalista y, en muchos medios, se sigue cuestionando esta realidad.

Durante dicha década, el crecimiento sostenido, impulsado mayormente por la inversión privada, la apertura de mercados y la disciplina macroeconómica, logró reducir la pobreza en 43% y la pobreza extrema en 60%. (Ver en Lampadia: Al menos 80% de la reducción de la pobreza es por el crecimiento). El Mapa de Pobreza del INEI sustenta el argumento pro-inversión y pro-crecimiento.

Ya anteriormente, el estudioso Richard Webb, nos ha ilustrado sobre la realidad de inclusión en el Perú rural andino con su libro: ‘Conexión y despegue rural’, en el que nos muestra como se incrementó el ingreso de su población desde 1994. Ver el siguiente gráfico:

La verdad pues, como se demuestra una y otra vez, el Perú ha tenido un proceso de desarrollo pro-pobre y pro-clase media que ha llegado a la mayor parte de la población. Cuando se dice que en el país tuvimos crecimiento con reducción de pobreza y desigualdad, se está dando un testimonio extraordinario de inclusión.

Con tanta evidencia en el sentido de los avances sociales y económicos, solo queda concluir que los ‘negacionistas’, aquellos que niegan el progreso, aquellos que dicen que: “En nuestro país el crecimiento económico ha servido para poco (para pocos, para ser más específico)”, como el aprendiz de gurú, Carlos Meléndez en El Comercio. Estos, sufren de una ceguera profunda o de una mala intención que debemos denunciar y que, por supuesto, terminan siendo comparsa de nuestros políticos de la izquierda tradicional, que están en un juego de poder antes que en uno de desarrollo.

Como dijo Christine Lagarde en la reciente reunión del BM y del FMI en Lima: “hermanos, hay mucho por hacer” (parafraseando a Vallejo), pero de ahí a negar lo avanzado, como hizo el Humalismo para llegar al poder e interrumpir nuestro desarrollo, hay un paso con el que nadie debería coquetear. (Ver en Lampadia: Punto de inflexión).

Muchas veces, la conjugación de nuestro proceso de desarrollo se presenta como la expresión de un ‘Vaso medio vacío’, cuando, si somos serios, debemos presentarlo como ‘Un vaso medio lleno’. Lampadia

 

 

 

 




El BCRP, la isla de excelencia del aparato público

El BCRP, la isla de excelencia del aparato público

En estos tiempos de angustia por la salud del país, llegó días atrás, una grata noticia para el Perú. La revista internacional The Banker (propiedad del prestigioso Financial Times), galardonó al presidente del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), Julio Velarde, como el Banquero Central del Año 2015 a nivel global. El reconocimiento le llega a Velarde al cumplir un poco más de ocho años al frente del banco (fue designado presidente el 6 de setiembre del 2006 y ratificado el 17 de julio del 2011), pocos meses después de que injustificadamente se le exigiera reducir su sueldo. Más allá de esta anécdota, The Banker elogia la forma en que este lúcido y ponderado economista condujo la política monetaria del país en medio de las turbulencias financieras globales y el enfriamiento económico del país. Un mérito enorme.

Como señala en su comunicado, “The Banker destaca los esfuerzos y logros del Banco Central de Reserva del Perú, que navegó en un entorno cambiante adoptando las medidas monetarias necesarias con prontitud. Precisó además, que el BCRP intensificó su trabajo para promover el crédito en moneda nacional y mejorar la estabilidad del sistema financiero del país, algo que, a causa de las tasas de crecimiento recientes de Perú y el alto nivel de dolarización del crédito corporativo, es una tarea particularmente difícil”.

“Mantener la inflación baja, en comparación con otros países, y a pesar de la depreciación del sol en los últimos años, fue un desafío (…). Hemos tenido una inflación subyacente muy baja (…) cerca de un 2% desde el 2001, con la inflación general (por debajo de 3%), la más baja en la región a pesar de que el Perú ha sido la economía de más rápido crecimiento (en América Latina) en los últimos años”, señala Velarde en una entrevista concedida a The Banker.

Y es cierto, en los últimos diez años, los de mayor crecimiento del país en más de un siglo, la inflación promedio no superó el 3 por ciento mientras que nuestra tasa de crecimiento acarició un promedio de 7% anual. Este ha sido, sin duda, un mérito del BCRP, el cual, desde su nueva Ley Orgánica de los años 90, se constituyó en el ancla de la economía del país, logrando crear un largo período de estabilidad macroeconómica que los peruanos no conocíamos y sin la cual, no se podría haber logrado los niveles de inversión y crecimiento que hemos gozado.

Nada de esto hubiera sido posible, si es que el BCRP no fuera, probablemente, nuestra isla de excelencia en el Estado peruano. Sucesivos gobiernos han entendido la necesidad de respetar su autonomía constitucional y su Ley Orgánica.

Ambos instrumentos, promulgados en 1993, indican expresamente  que la finalidad del BCRP es preservar la estabilidad monetaria. El Banco Central tiene una meta anual de inflación de 2.0 por ciento, con un rango de tolerancia de un punto porcentual hacia arriba y abajo. Como ha señalado, Richard Webb  La  Ley Orgánica del Banco Central de Reserva del Perú de 1993 le hizo caso a Milton Friedman. No impuso al BCR un piloto automático, pero sí acotó su margen de maniobra. Al referirse a la finalidad del Banco, la ley sólo menciona un objetivo, el de “preservar la estabilidad monetaria”. Punto.

Recordemos que anteriormente, el BCRP era un instrumento político del gobierno de turno. Una caja sin fondo para financiar el populismo y los caprichos de los gobernantes. Antes de su actual regulación, terminamos con reservas internacionales negativas, e inclusive, este “templo” de la economía peruana fue severamente afectado por la corrupción.

Adicionalmente, la ley le asigna las siguientes funciones: regular la moneda y el crédito del sistema financiero, administrar las reservas internacionales a su cargo, emitir billetes y monedas e informar periódicamente al país sobre las finanzas nacionales. Pero, quizá lo más importantes es que la Carta señala  que para que el BCRP pueda cumplir con su finalidad es necesario que sea autónomo.

En países que todavía sufren de condiciones políticas regresivas o que están impregnaos de populismo, como hemos constatado durante los últimos años en varios países vecinos, se plantea instrumentalizar, o simplemente se avasalla a los bancos centrales para ponerlos al servicio de intereses de corto plazo de sus gobiernos, contrariando los intereses de Estado, que por su naturaleza, son necesariamente de largo plazo. Nuestra historia del último medio siglo y nuestra actual debilidad institucional, nos obligan a ser escrupulosos en el tratamiento de nuestro Banco Central, tal como se ha hecho durante los últimos cinco gobiernos. Julio Velarde ha revestido esta función con grandes honores. Lampadia




Un poco de humildad, es el momento para la reforma política

Un poco de humildad, es el momento para la reforma política

En todos los foros en los que los peruanos hemos podido intercambiar opiniones sobre nuestro sistema político y sobre la regionalización se ha planteado la necesidad de debatir y revisar, reformar o mejorar dichas instituciones. En cuanto a la regionalización, el propio Presidente de la República pidió en su presentación al Congreso del 2013, que debatamos el tema. Se pensaba que el actual Congreso iba a efectivizar algunas reformas, pero ni siquiera pudieron cambiar la denominación de los llamados Presidentes Regionales.

Las recientes elecciones de autoridades regionales y locales, han hecho patente, nuevamente, las debilidades de nuestro sistema electoral desde: la relativa ausencia de los partidos políticos nacionales; reglas que favorecen a los movimientos llamados regionales, que se pueden montar de la noche a la mañana; determinación de la idoneidad de los candidatos y una estructura política des-articuladora de la representación nacional.

Pero algo que no puede pasar desapercibido es “el fracaso de los partidos políticos nacionales”. Esto, ya sea por los resultados de los que participaron, como por la ausencia de postulaciones que cubran el conjunto del territorio nacional.

Después del reciente fracaso de los partidos políticos, estamos seguros que los ciudadanos esperan de ellos un poco de humildad y consecuencia con los reclamos nacionales. En la situación en que se encuentran, desprestigiados según todas las encuestas y con el peso que se acaban de poner a sus espaldas, ya no pueden seguir manteniendo las estructuras políticas y los sistemas electorales que favorecen sus intereses de grupo. Ahora deberían viabilizar las reformas reclamadas por la ciudadanía y puntualizadas por diferentes especialistas en múltiples ocasiones.

Por ejemplo, Enrique Bernales sostiene que los ajustes que deben efectuarse para contar con un Estado de verdad han sido identificados: “La agenda está prácticamente lista: ley de partidos políticos, revisión de leyes electorales, derogación del voto preferencial, retorno de la bicameralidad, relaciones Ejecutivo-Legislativo, revisión y mejora de la regionalización, de los sistemas transversales de gobierno, de los mecanismos de elección y funciones de los órganos jurisdiccionales y de control constitucional. Estas medidas debieron adoptarse hace tiempo, pero más vale tarde que nunca. El Estado Peruano no puede llegar al 2016 en la crítica situación en que hoy se encuentra” (ver en Lampadia (L): Se debe revisar la estructura del Estado).

A esto se puede agregar el planteamiento de Alberto de Belaunde, que sugiere rediseñar los Jurados Electorales Especiales (JEE), que son la primera instancia del sistema electoral (ver en L: Institucionalización de los JEE).

Además, según José Luis Sardón no se debe alentar la fragmentación legislativa y menos que solo una fracción de los muchos partidos inscritos tenga representación parlamentaria (ver en L: Fragmentación legislativa).

En el tema de la regionalización, es evidente que debe hacerse una evaluación seria y proceder a una reforma que se hace urgente. En Lampadia recogimos la propuesta del Presidente de la República y promovimos un debate que deberíamos enfrentar con mucha seriedad más allá del Congreso. Ver nuestras reflexiones en L: Por una descentralización más efectiva, Enfrentando el debate sobre la reforma de la regionalización y Descentralización y Regionalización – Cara y Sello del nuevo Perú. En este último artículo hacemos una clara diferenciación entre los resultados de la regionalización (que tiene carácter político) y la verdadera descentralización (que es de carácter económico y social) y que ha tenido avances extraordinarios. Eso, por supuesto, no justifica esos argumentos sobre que el divorcio de la política y la economía son positivos, eso es indeseable y contraproducente. Más bien, los éxitos económicos y sociales de los últimos 20 años, se han dado a pesar del atraso de la política.

También hemos publicado opiniones importantes sobre este tema, de múltiples autores como Jaime de Althaus, Richard Webb, Carlos Milla, Roberto Abusada, Eduardo Ferreyros, Luis Carranza, Gianfranco Castagnola y otros  que pueden revisarse en L: /analisis/opiniones-autores.

Nuestro país es extraordinario y está destinado, tarde o temprano a realizarse en el éxito y el bienestar general. No hace falta que sigamos profundizando la crisis política y el debilitamiento de la economía para reaccionar. Con un poco de humildad y consecuencia, sentados al mismo lado de la mesa, podemos resolver todos nuestros problemas. ¡Acción! Lampadia




Propuestas para mejorar el sistema

Propuestas para mejorar el sistema

La semana pasada Lampadia organizó una conversación sobre el futuro del sistema de pensiones. Los invitados fueron: Luis Valdivieso, Presidente de la Asociación de Administradora de Fondo de Pensiones (AAFP) y ex Ministro de Economía, Richard Webb, Director del Instituto del Perú de la USMP y ex Presidente del Banco Central de Reserva y Juan Mendoza, director de la Maestría en Economía de la Universidad del Pacífico. Esta conversación fue conducida el Director de Lampadia, Pablo Bustamante, y su equipo, Pablo O’Brien.

En enero de este año, Lampadia propuso la alternativa de usar el IGV como un mecanismo para incorporar a los independientes al sistema. (Ver en L: El IGV como aporte al Fondo de Pensiones y formalización del empleo)  La idea es que cuando uno compra, presenta un DNI o RUC que establece una identificación entre el IGV y quién pago. Los independientes podrían así canjear parte de los pagos de IGV de sus facturas y boletas, por aportes a sus cuentas individuales.

Conversación:

Webb principalmente expresó su opinión negativa en relación al sistema. Según él, el costo del 13% de aporte al año obligatorio descapitaliza a las personas, sobretodo a los empresarios independientes que llevan una vida que exige ahorro e inversión. El argumento de la seguridad social no es suficiente para obligar a los empleados a ahorrar, y un sistema como Pensión 65 es posible.  (Ver en Lampadia (L): Las AFP por Richard Webb)

El Presidente de AAFP,  Valdivieso, afirma que independientemente de que uno ahorre en un sistema obligatorio o no, todos enfrentamos dos problemas: el riesgo de longevidad, en el cual la capacidad de generación de ingresos va a ser menor al costo de vida, y la nuclearización de la familia, en la que el concepto de familia extendida va desapareciendo, y puede llegar hasta la individualización. Con estos dos puntos claros, se puede abordar el tema del ahorro obligatorio o voluntario, y de corto o largo plazo.

El beneficio de ahorro en un sistema que conjuga riesgos es que si se enfrentan conjuntamente se tiene más posibilidades de éxito. El sistema contributivo [similar al de la ONP] basado en la formalidad, en un país como este, puede no ser el mejor. Otro problema es que la esperanza de vida está aumentando, y esto significa que cada vez se va a vivir más tiempo después de la edad de jubilación, y son años que tienen que ser financiados durante la vida laboral.

Por otro lado, el catedrático de la Pacífico, opinó que no cree que existan argumentos sólidos para que haya un ahorro forzoso, y destaca que el sistema actual no está funcionando bien, con una cobertura de solo 25%. Esto se debe a la densidad de cotización ya que las personas no siempre aportan, dependiendo de si están en planilla o no. (Ver en L: Cobertura es principal problema del Sistema de AFP: Enfoquemos adecuadamente el debate.)

En el caso hipotético en el que se busque el ahorro, el problema es que se grava el salario formal. En un país con tanto empleo informal, el que se imponga el ahorro en este sector aumenta la pérdida de eficiencia y, por la manera que se ha planteado, crea barreras para formalizar. Además, la falta de liquidez en valor presente puede impedir la inversión en otras maneras de ahorro, como por ejemplo la educación o en vivienda.

Lo importante del momento actual es cómo hacemos para rescatar el sistema antes de que alguno de los muchos proyectos que pululan en el Congreso, vaya a terminar de destruirlo.

Una alternativa es fortalecer el sistema actual, creando incentivos para incorporar a los independientes, sin que sea obligatorio.

Más bien los sistemas contributivos, que se basan en la idea de que los jóvenes mantienen a los mayores, puede llegar a ser insostenible, como los modelos Ponzi. (Ver en L: Cuidado, no destruyamos las AFP, mejoremos el sistema) Lo que se está planteando, más bien, es que se financie con los impuestos existentes, como plantea Levy del BID (impuestos a la renta)  o como propone Lampadia (en base al IGV).

Mendoza, junto con un equipo de la Universidad del Pacífico, ha evaluado otra alternativa. Se plantea utilizar parte de los pagos por IGV con cuentas individuales. Uno compra y una fracción de los impuestos pagados van a una cuenta personal. Esto tiene el potencial de formalizar rápidamente, ya que atrae a los informales al darles un crédito cada vez que pagan IGV. Conceptualmente esto coincide con lo planteado por Lampadia.

Un problema con este sistema, como dice Webb, es que no llegaría a las zonas más pobres del país, en las que no se paga IGV. Para estos casos existe Pensión 65, que podría ser restringida para proteger a los adultos mayores en situación de pobreza extrema.

Efectivamente, es muy difícil lograr una solución universal. De lo que se trata es de ampliar la cobertura y lograr una mayor legitimización del sistema.

Al final de la importante conversación con Webb, Valdivieso y Mendoza, identificamos algunos objetivos mínimos:

  • El sistema requiere mejoras
  • Es imposible lograr una solución única y universal
  • Lo prioritario es ampliar la cobertura en la población independiente en una proporción importante
  • Con buenos incentivos para el sector independiente, no tendría que insistirse en la obligatoriedad de aportes
  • Para los trabajadores independientes, un aporte que afecte sus ingresos disminuye sus posibilidades de capitalización y establece una fuerte barrera a la formalización
  • La alternativa de usar parte de los pagos por IGV, puede ser efectiva para ampliar la cobertura, no gravar los ingresos, promover la formalización laboral y mejorar la recaudación del IGV
  • Sería ideal eliminar el sistema Ponzi de la ONP, que ya representa un costo eventual de unos US$ 100,000 millones y que es muy injusto para quienes no logran aportar por 20 años (ellos pierden el íntegro de sus aportes)

Este tema debe ser tratado técnicamente y no con apremios políticos. Esperamos que esta conversación sea un aporte para una discusión seria sobre el futuro del sistema de pensiones en el Perú. Lampadia.




“El gobierno tiene el deber de hacer reformas”

“El gobierno tiene el deber de hacer reformas”

Entrevista a Richard Webb

Por Juan José Garrido

(Perú 21, 21 de Septiembre del 2014)

Lampadia: Los conceptos vertidos por Richard Webb en esta entrevista plantean una agenda de reflexión sobre el Perú. ¡Extraordinarios!

Richard Webb es claro sobre lo que el país necesita en términos de manejo económico, y nos da un lúcido panorama sobre las acciones que el actual gobierno debería aplicar para que la situación mejore.* El ex presidente del Banco Central de Reserva considera que la informalidad ha disminuido con respecto a los ochenta y que se ha confundido adónde se quiere llegar con el camino que se transita para alcanzar el objetivo.

¿Cuál es tu balance de estos últimos 24 años?

Me parece que el único balance posible es que ha sido un periodo extraordinario. La salida de la crisis tan larga de los años 70 y 80, con una combinación de terrorismo, un Niño muy fuerte, crisis de la deuda e hiperinflación. Había muchos que creían que el Perú ya estaba condenado, no veían la posibilidad de salir, al menos de una forma significativa de esa situación. Creo que pocos se imaginaban lo que vino a partir de los años 90, esta extraordinaria recuperación. Mucha de la economía empresarial quebró o cambió de manos, llegaron capitales nuevos, de afuera y de nuestro país, donde han surgido nuevos empresarios. Esto también ha ocurrido a nivel de la pequeña empresa, y todo gracias a un marco institucional, normativo, muchísimo más favorable.

Este crecimiento tan vertiginoso y dinámico fue bastante desordenado; ocurrió en medio de una informalidad muy grande, de un Estado que no supo o no pudo administrar ese crecimiento…

No había Estado antes; yo diría que se reforzó al Estado. Y hubo Estado en el sentido de reglas de juego y varias instituciones, algunas nuevas, otras que existían, pero que eran poco efectivas, muy mal manejadas.

¿Para ti la informalidad ha aumentado o disminuido respecto a los 80?

Yo creo que ha disminuido. Además, a mí el término informalidad me parece desafortunado, ya que incluye desde el contrabando a la señora viejita que está sentada con una canasta de plátanos. Yo hablaría de una economía tradicional, donde incluiría al minifundista y a muchos de la pequeña actividad no agrícola que se da en el campo y pueblitos, el comercio del menudeo.

¿Y la contraparte sería el comercio ilegal?

Otro extremo sería lo ilegal. La viejita en la vereda también es ilegal, pero no pensemos en los extremos. Casi no hay empresas totalmente fuera de ley: las pequeñas empresas en cualquier pueblo y en cualquier distrito de Lima están registradas en los municipios y cumplen algunas normas; muchas veces tienen a uno o alguno de los trabajadores en planilla, pero a otros no. Hay un proceso de formalización que se viene dando y no es entendido. No creo que debamos verlo en blanco y negro. Me parece mala leche insistir en categorizar entre formal e informal. Si bien la oficina de estadística ha hecho un trabajo útil, hace más difícil que la gente entienda que, más que formal o informal, hay un mundo gris, donde casi no hay nada que sea 100% formal.

Perú aparece en el puesto 106 sobre 144 en protección de los derechos de propiedad. ¿Cómo hemos podido sostener tasas de crecimiento tan altas y por tanto tiempo si la propiedad está en permanente disputa? El caso Orellana, por ejemplo, es un problema de derechos de propiedad…

Todo está en registros públicos. El que esté allí y pienses que ya se acabó el problema está lejos de ser la realidad…

Lo que significa que podríamos haber crecido mucho más…

Mientras más claro y sólido y eficiente es el sistema de registro de propiedad, hay menos margen para robo, menos inseguridad, y por ende más eficacia.

¿Cómo mantendremos el crecimiento con instituciones tan precarias?

Se habla mucho de instituciones, pero las instituciones son muy adaptables y hay instituciones que no se ven, que son normas. El derecho de propiedad residencial en las ciudades aquí casi no está a nivel de registros públicos, a pesar de Cofopri. Mucho de lo que hizo Cofopri se ha deshecho después. La situación es de alta informalidad en el sentido legal. Sin embargo, uno no ve que eso haya impedido un tremendo dinamismo de inversión en vivienda, en negocios, en traspasos, alquiler, compra-venta. Toda la propiedad inmobiliaria que no está en registros públicos es la gran parte de Lima y en otros lugares, y funciona. Podría funcionar mejor si todo estuviera registrado, pero no ha sido un gran impedimento. Aquí se subestima la fuerza de las instituciones informales.

¿Crees que la clase política y empresarial (las élites) entienden las razones estructurales por las cuales el Perú ha crecido?

Es una cuestión de puntos de vista. Yo, porque he vivido épocas muy anteriores, lo veo como un gran entendimiento porque lo comparo con, por ejemplo, cuando empecé a trabajar. Me parece extraordinaria la comprensión que veo en la forma en que hablan los políticos, en los proyectos de ley. Uno quisiera que fuera mucho mejor, pero lo que veo, comparado a lo que teníamos antes, supone un cambio cultural enorme. Los grupos que empujan cosas como Repsol son pocas voces en el Congreso. No tienen verdadero eco a nivel gobierno.

¿Por qué crees que ha ocurrido este cambio cultural? ¿Por los desastres de los 80 o por un proceso de culturización paralelo?

Los dos factores grandes han sido el desastre propio, que ha sido extremo, y hay un cambio global… Este es otro mundo…

Pero en la región hay países que han ido a contracorriente, y las malas ideas transitan las fronteras muy fácilmente…

No creo, nosotros tenemos mucha más influencia que viene de Estados Unidos y Europa, además de China y los países asiáticos. Esos son referentes mucho más poderosos que Bolivia o Venezuela para el país y los peruanos.

Tú, que has estudiado mucho al Perú rural, ¿dirías que esto también se ve en esas zonas?

Sí. Lo que se ve son indicios de una cultura empresarial difícil de distinguir a la de las ciudades. Se dice que una foto vale mil palabras, y yo tomé una foto en Chumbivilcas, en Cusco, que para mí dice casi todo. Estábamos cruzando la puna y no había nada, y de repente un grupo de gente al lado de la pista y paramos (era una feria de la comunidad). Caminando, vi a una señora que estaba en el grass y me di cuenta de que tenía tres libros, y uno era de David Fischman, un gurú de la psicología empresarial. En medio de esta pampa, en una de las provincias más pobres, con mayor analfabetismo, esta mujer estaba leyendo cómo ser mejor empresario. A mi regreso, en Lima, encontré otro de los libros y lo compré. Decía lo mismo que David. En la puna, en el distrito más pobre, leen lo mismo que se lee en los distritos más ricos de Lima.

¿Eso sucede a partir de la conectividad?

Sí, ha sido desencadenante, ha abierto oportunidades. Cuando primero vi lo de los caminos, pensé que ahí se abría la posibilidad de traslado. En efecto, todo eso ha cambiado porque hay una mayor red capilar. Digamos, pequeñitos caminos donde entran carros. Esto claramente ha ayudado mucho más el movimiento de productos. Acobamba también estaba en el índice de los más pobres, pero está lleno de vehículos, que venían directo a Lima, a Huancayo, a Huanta y a la capital de la región Huancavelica. La gente está en movimiento, hay una explosión de movimiento de la gente, que ha tenido un impacto enorme en el mercado laboral. Las telecomunicaciones han dinamizado el mercado de servicios y de mano de obra. Y ahora hay celulares por todos lados.

En África están usando celulares para educación financiera y para modelar comportamientos en salud, educación, tips para lavarse las manos, cosas así… ¿Por qué crees que no ha sido parte de la oferta de servicios? ¿Por qué los programas sociales solo se basan en cosas materiales y no en articular soluciones de comportamiento, de cultura?

Creo que el Estado se ha dormido en eso. Es una frustración de muchos países y es curioso. Desde que esto tomó vuelo en Kenia y en Sudáfrica, muchos países han intentando replicarlo. Ha habido muchos intentos. Aquí se tiene que crear una plataforma tecnológica, institucional y empresarial, porque se necesita mucha interconexión entre bancos y entidades que manejan dinero. Tiene que haber compañías telefónicas y tiene que existir entidades del Estado. Además, aquí todo el mundo quiere ser el que maneja, el que dirige. Creo que eso es lo que ha hecho demorar. Y las entidades reguladoras quieren hacerlo bien y se demoran. Aunque, claro, esta es apenas solo una interpretación.

Una de las grandes restricciones para el desarrollo en el Perú es la ineficiencia del Estado. Hemos visto una migración de la educación pública a la privada y comenzamos a ver lo mismo en salud… ¿Cuál es el rol del Estado? ¿Debería hacer menos tareas y de mejor calidad?

No tengo ninguna duda de que hay que aceptar el aporte de la empresa privada, las concesiones, las obras conjuntas, el trabajo con las ONG, el estímulo de la responsabilidad social empresarial. Todo esto definitivamente nos lleva a un accionar más de equipo.

Existe cierta reticencia en nuestro país porque se cree que el lucro está reñido con el interés social. Tenemos, por ejemplo, el rechazo de un tercio de la población a la privatización del agua…

Yo creo que está evolucionando en buena dirección. Hay una enorme aceptación ya de la actividad privada y de la lógica del trabajo conjunto.

¿Qué deberíamos mejorar en nuestro proceso de desarrollo?

Me parece que el confundir adónde uno quiere llegar con el camino. Cuando uno trata de definir un camino, mira a un país y mira a los países ricos, y dice: así es como tiene que ser. Pero uno puede llegar por distintos caminos. Para mí, cuando yo escucho este tipo de planteamiento, pienso en las mamás que están preocupadas porque su hijo parece chico y quiere impulso, que crezca, que dé un salto, cuando el crecimiento es algo orgánico. No podemos adivinar, es demasiado complejo. Lo mejor que podemos hacer es evitar que se dañe y dejar que el crecimiento siga su lógica. Hay que confiar más en la lógica de los organismos, y creo que esa es la lógica básica de una economía más liberal, que deja más espacio para que la gente vaya descubriendo y tomando sus decisiones. El Estado tiene que poner la plataforma básica para innovar e ir descubriendo lo que rinde. Eso incluye caminos, la red digital, seguridad, justicia, etc.

¿Cuál es tu visión del Perú en 10 o 15 años?

Es optimista. Mi idea básica es que se requiere un esfuerzo extraordinario para no crecer.

¿Esta disminución de la tasa de crecimiento en estos últimos dos años es inducida por los errores del gobierno o tenía que ocurrir?

Creo que se debe a factores más allá del gobierno. Me parece que el gobierno, en efecto, ha podido ser más proactivo por la demanda del gasto público y también debería hacer algunas reformas, como lo referente a la tramitología e ineficiencia del Estado, pero no creo que el que no se haya hecho explique que bajemos de un 7% a un 1%.

Las expectativas de la población dicen que vamos a estar igual o peor. ¿Crees que este gobierno tiene aún espacio para hacer reformas?

Yo creo que sí hay un espacio y hay un deber, una responsabilidad. Hay mucho que se puede hacer a nivel micro, atacar impedimentos específicos, pero también se necesita trabajar a un nivel conceptual más general. Ir pensando en un esquema de gobierno que permita más agilidad.

Estamos a año y medio de elecciones generales. ¿En qué se tiene que enfocar el próximo gobierno?

Reformas del Estado y calidad institucional. Para mí eso tiene que ser prioridad número uno, y la seguridad personal, seguridad ciudadana. Está claro que hay una pésima educación, pero aquí yo tengo ideas heterodoxas. Toda mi vida he sido profesor. Aunque no soy especialista en educación, creo que me ha convencido la crítica que está saliendo dentro de la especialidad educativa con relación a qué debe ser la educación. Me he quedado espantado con la mala calidad de los profesores y de lo poco que se entiende este problema a nivel de las élites.

Es, además, políticamente incorrecto decirlo. La gente no quiere culpar a los maestros…

El problema es de sistema más que de los maestros como profesionales. La esencia del problema es la mala gestión pública del maestro. Las reformas apuntan a mejorar la calidad del maestro con evaluaciones y a gastar más en infraestructura e incentivar mejorando el sueldo, pero el problema es que no se fiscaliza el trabajo. Los maestros son el ejército más grande del país, hay un problema de manejo de recursos humanos gigantesco. La mejor medida y comprobación de lo que estoy diciendo es que dos de cada tres o quizás tres de cada cuatro maestros, según el estudio que hice, tienen una chamba paralela que es más exigente, importante, prioritaria de la que hacen en la escuela pública, porque en la escuela pública no les pasa nada si no hacen bien su trabajo.

Es muy fácil criticar al Estado, pero criticamos poco a la actividad empresarial. ¿Cuál es tu percepción de la actividad privada?

Evaluar eso significa mirar los resultados y hemos tenido un dinamismo empresarial extraordinario en estos años. Ese es el trabajo del empresario y lo ha estado haciendo, el grande y el chico. Tendría que decir que es excelente la performance del empresariado.

Para algunos, el empresariado peruano ha cooptado al Estado y la agenda política nace en Confiep. ¿Cuál es tu lectura?

No soy analista político, pero uno ha escuchado esa crítica desde siempre. Siempre se dice eso, se podría comprobar con el país en otros tiempos. Yo he vivido otras décadas donde había grupos empresariales muy poderosos con mucha llegada a la agenda pública y me cuesta creer que ahora es peor que en otros momentos. Al contrario, mi impresión es que ahora es mejor, en parte porque el sector empresarial se ha vuelto más diverso, entre compañías extranjeras y nacionales, y se han desarrollado distintas actividades con distintos intereses. El mercantilismo es culpa del Estado más que de las empresas. Uno tiene que partir de que las empresas siempre van a estar buscando mejorar su situación y, si se puede lograr una ley más favorable, van a tratar de lograrlo.

¿Dirías que el empresariado peruano es ahora mucho menos mercantilista que antes?

No sé si mucho, pero menos sí. Una vez más, no es el empresario el mercantilista. Los empresarios siempre son mercantilistas, o quisieran serlo. La cosa es si se le deja ser o no. Ahora, hay pocos sectores donde se puede decir que esto es claramente mercantilista, pero no creo que se pueda generalizar. Para mí la industria que es claramente mercantilista son las AFP, porque el Estado ha creado el marco y les da el retorno, y ellos mismos lo manejan y lo protegen.

Si pensamos en el Perú del 2030 o 2040, ¿hacia dónde lo ves encaminado?

Creo que el país va a seguir desarrollándose, va a mejorar el nivel de vida, la calidad de vida, pero también la producción. Hay una marea tecnológica y económica en el mundo que nos levanta y parece que va a haber cambios extraordinarios que van a seguir viniendo de la tecnología que recién empezamos a imaginar, cambios en la producción, pero también en el manejo institucional, salud, seguridad y educación. Todos estos ámbitos tienen tremendas posibles mejoras gracias a las nuevas tecnologías. Y esto es mirando lo que es incipiente. A la vez, también me parece que hay peligros grandes que da miedo pensar que están ahí. El mundo sigue siendo muy peligroso. El control de las plagas, estamos viendo ahorita mismo, el efecto del cambio ecológico y el terrorismo. Todas esas son cosas gigantes, tremendas olas que habrá que ir pasando.




CRÓNICA DE UNA REINSERCIÓN

CRÓNICA DE UNA REINSERCIÓN

Comentario de Lampadia:

Extraordinaria entrevista de Augusto Townsend, editor central de Economía de El Comercio. El relato de los ex funcionarios del Banco Mundial, Armeane M. Chosky y Demetris Papageorgiou, sobre su participación en la estabilización de la economía peruana a inicios de los noventa, tiene una enorme relevancia histórica. Es importante en primer lugar que se reconozca y valore el aporte de quienes participaron en esta auténtica gesta que fue la base sobre la que se construyó nuestro al actual crecimiento que es, sin duda, cimiento de nuestro futuro. El testimonio de estos economistas debiera servir para que evitemos, a toda costa, cometer el mismo error y para que quede claro que el populismo solo engendra pobreza. Las decisiones que se tomaron en ese momento se hicieron, probablemente, porque no quedaba otra y el resultado, salir de la postración en la que nos encontrábamos, fue casi un milagro. Es muy importante saber poner los acontecimientos históricos en perspectiva, así como no pretender negarlos, ni reescribirlos.

Artículo original:

HISTORIA. CÓMO PASAMOS DE PARIA INTERNACIONAL A ECONOMÍA LIBERALIZADA

Dos ex funcionarios del Banco Mundial que participaron en las negociaciones con el Gobierno Peruano para estabilizar la economía a inicios de los noventa, cuentan en exclusiva qué tuvo que hacerse para que el país lograra reinsertarse en los mercados globales.

CRÓNICA DE UNA REINSERCIÓN

Detalles no revelados de cómo se liberalizó la economía en los noventa

Por: Augusto Townsend.

Armeane M. Choksi y Demetris ‘Dimitri’ Papageorgiou son dos completos desconocidos para la inmensa mayoría de peruanos. Sin embargo, se trata de dos ex funcionarios del Banco Mundial que fueron instrumentales a inicios de los noventa para lograr la reinserción del Perú a la economía global, en aquellas épocas en las que éramos un paria internacional.

Ambos estuvieron de visita en Lima hace algunas semanas, y si bien están desde hace mucho tiempo desvinculados del Banco Mundial, accedieron a conversar con Portafolio Economía & Internacional sobre aquellos meses iniciales del primer gobierno de Alberto Fujimori, antes de que se violentara el orden democrático, en los cuales se aplicaron las ambiciosas reformas liberalizadoras que lograron estabilizar la economía del país y sentaron las bases para su crecimiento posterior.

Poco se sabe de cómo se dieron las conversaciones entre el improvisado Gobierno Peruano de ese entonces y los organismos multilaterales para que el Perú volviera a ser sujeto de crédito. Aquí la versión de Choksi y Papageorgiou, quienes enfatizaron que sus declaraciones se hacían a título personal.

¿En qué momento empezaron a trabajar con el Perú?

Armeane M. Choksi (AC): Al inicio del gobierno de Fujimori, cuando [Juan Carlos] Hurtado Miller era ministro de Economía. El Banco Mundial (BM) ya trabajaba con el país, pero hablo del momento en que mi departamento se hizo responsable del caso peruano. Fue ahí cuando Dimitri y yo, y también Ricardo Lago, nos involucramos muy de cerca. El Gobierno Peruano quería reanudar el pago de intereses al banco y nosotros nos preguntábamos cómo podríamos reintegrarlos al sistema financiero internacional si lo hacían. La complicación era que no podíamos prestarle hasta que pagaran toda la deuda atrasada, que en ese momento ascendía a…

Demetris Papageorgiou (DP): Unos US$200 o US$300 millones. Alan García había dejado de pagar como cuatro años, así que estaban completamente al margen de los mercados financieros.

AC: Empezamos entonces una serie de discusiones con Hurtado Miller y luego con Carlos Boloña que se enfocaron en dos temas: qué tipo de reformas se comprometía a implementar el Perú para que la economía saliera del hoyo y qué mecanismos podíamos desarrollar nosotros en el BM para solucionar el problema de los atrasos. Como decía, nosotros no podíamos prestarle al Perú hasta que nos pagara, y el Perú no tenía dinero para pagarnos. Lo que hicimos fue convencer al G7 y conseguimos que diera fondos que irían directamente a pagarnos, de modo que el BM reanudaría los préstamos al Perú y este le pagaría, a su vez, al G7. Fue una aproximación muy controversial en su momento y nos costó mucho conseguir la aprobación de nuestro directorio.

¿Quién presidía el BM en ese entonces?

AC: Lewis Preston. Como usted sabe, la burocracia del BM se mueve lentamente en condiciones normales, y esta era una situación muy inusual. Pero lo que permitió que se avanzara fue el tipo de reformas que el Perú estuvo dispuesto a implementar y que nosotros estábamos dispuestos a apoyar. Estas contemplaban una estabilización macroeconómica, una liberalización transversal del comercio, la desregulación de los mercados, la liberalización financiera, la privatización de empresas estatales, es decir, convertir a la economía peruana en una verdaderamente libre. Un cambio de 180 grados, así de grande fue. Y no fue algo de “hagámoslo paso a paso”, que es lo que muchos gobiernos harían. El Gobierno Peruano decidió no solo que iría adelante con las reformas, sino que lo haría rápido.

¿Quién era la voz convencida dentro del gobierno?

AC: Cuando discutíamos de cerca con Carlos Boloña, tendría que decir que fue Jaime Yoshiyama. Ambos fueron claves en impulsar el proceso. De mi primera reunión con Yoshiyama salí pensando: “¿Está hablando en serio este señor o solo nos está diciendo lo que queremos oír?”. Esto último nos pasaba a menudo, pero la prueba de que sí hablaban en serio fue que implementaron las reformas muy rápido. Así que pusimos a disposición del Perú tres préstamos simultáneamente: uno para la liberalización del comercio, otro para la liberalización financiera y uno más para la estabilización macroeconómica. En total sumaron US$1.300 millones y el acuerdo que tuvimos con el gobierno fue que los ayudaríamos con todas las reformas. Les dijimos que someteríamos estos préstamos a la aprobación de nuestro directorio una vez que implementaran la gran mayoría del programa. No queríamos decirle al directorio que eran promesas de reforma. Queríamos ver primero los resultados.

DP: Desde el momento en que acordamos el plan, pusimos como plazo que las cosas tenían que estar listas para diciembre de 1991. Si las reformas se hacían, lo llevaríamos al directorio. Esto era similar a lo que el Fondo Monetario Internacional (FMI) había hecho, pero nosotros no podíamos hacer nada sin permiso de nuestro directorio mientras que el FMI sí. Debo haber escrito el mismo papel 100 veces para convencerlos.

¿Cómo hicieron para persuadirlos si el gobierno de Fujimori no tenía el respaldo de un partido sólido y era, más bien, un improvisado en la política?

AC: Es cierto, y recordemos también que cuando Fujimori hizo campaña, lo hizo con un programa heterodoxo. Sus asesores eran muy heterodoxos, entre ellos, Danny Schydlowsky. Así que cuando empezamos a negociar estábamos muy escépticos. Pero Boloña, Hurtado Miller y Yoshiyama, todos construyeron credibilidad frente a nosotros. No puedo opinar sobre la dinámica interna de la política, pero sí puedo decir que hubo coincidencia casi absoluta entre lo que el Gobierno Peruano dijo que iba a hacer, lo que el sector empresarial creía que debía hacerse y lo que nosotros esperábamos que se hiciera.

DP: Yo discrepo un poco con eso. La gran mayoría del sector privado estaba en contra de las reformas. Solo unos cuantos estaban de acuerdo. La mayoría de la población tampoco lo estaba.

AC: De acuerdo, pero al menos entre nosotros y el gobierno hubo un alineamiento casi total. Ellos eran los principales convencidos de que había que hacer las reformas y nosotros jugamos, más bien, un rol de apoyo.

¿Quién fue entonces el autor intelectual de las reformas?

DP: Diría que fue una mezcla. La primera vez que nos preguntaron qué debía hacer el Perú para reinsertarse en la economía global, mencionamos algunas áreas donde se necesitaban cambios importantes, pero no pusimos números. Sin embargo, cuando Boloña fue a Washington lanzó unas metas que no esperábamos por lo ambiciosas. Debo decir, por otro lado, que el Banco de la Nación fue un gran obstáculo. Boloña logró eliminar unos cinco o seis bancos de desarrollo que había, pero no pudo hacerlo con el Banco de la Nación. Fuera de esto, la mayoría de las reformas fue propuesta por el gobierno. 

AC: En efecto, el gobierno puso las metas y nosotros las discutimos extensamente con ellos. Pero siempre estuvieron en el asiento del piloto. Y debo reconocer que en muchos casos me sorprendieron con las cosas que estaban dispuestos a hacer. Ciertamente no era mi intención detenerlos, sino asegurarles que estaríamos detrás de ellos apoyando

Deme un ejemplo.

AC: En liberalización del comercio. Otros países con los que habíamos trabajado que tenían aranceles altísimos nos decían que los bajarían de 80% a 30%, y luego a 20% y a 10% en un período de 5 a 7 años. Pero aquí se hizo de golpe y de manera transversal. Roberto Abusada nos comentó que el promedio de arancel hoy en el Perú es de 1,3%, lo cual es extraordinario. Recuerdo que muchos de los asesores originales de Fujimori eran lo que en la academia se conoce como gradualistas. Pero el gobierno adoptó una terapia de ‘shock’, como había propuesto Mario Vargas Llosa.

DP: De hecho, mucha de la gente que asesoraba a Vargas Llosa se pasó al gobierno de Fujimori. Uno al que Armeane y yo conocíamos muy bien, porque era un colega nuestro en el BM, fue Richard Webb, y a través de él, a Roberto Abusada, quien podríamos decir que fue el padre de la liberalización del comercio.

¿Por qué creen que se mantuvieron las reformas?

AC: Los países que suelen reformarse a este nivel son los que están entre la espada y la pared. Reforman, pero después de cierto tiempo regresan a sus malos hábitos de siempre. Ese no fue el caso aquí. Fue más parecido al caso chileno, que era un modelo a seguir.

DP: Pero en Chile, al menos en lo que se refiere a la liberalización del comercio, las cosas fueron más graduales. En un estudio que Armeane y yo hicimos sobre la región, descubrimos que los esfuerzos de liberalización más exitosos fueron los que se hicieron rápido.

¿Y qué pasó con los asesores heterodoxos originales?

DP: Yo me encontré con Danny [Schydlowsky] en Washington en esa época. Es muy amable y una gran persona, pero nunca entendí lo que quería decir en términos económicos.

AC: Simplemente desaparecieron. Muchos de ellos creían que los cambios no serían exitosos. Tenían una visión del mundo fundamentalmente distinta. Estas eran iniciativas muy ambiciosas y en algunos casos, como en materia de privatización, querían aprender más sobre el asunto. Así que hicimos una conferencia con expertos en privatizaciones de Inglaterra, Nueva Zelanda, Chile, etc., en el Hotel Pueblo [en ese entonces] de Pepe Picasso. Yo tuve algunas diferencias con un gobernador del Banco Central de Reserva (BCR), quien estaba impaciente con nosotros por el proceso de deuda que mencioné al inicio, y amenazó varias veces con suspender los pagos de intereses si no nos apurábamos por el otro lado.

¿Qué hicieron entonces?

DP: La responsabilidad del pago de los intereses fue retirada del BCR y puesta en manos del Banco de la Nación. Alfredo Jalilie, quien estaba a cargo, tenía una enorme presión encima. Había que pagarle a las multilaterales mientras que la gente se moría de hambre en la calles. Era perfectamente entendible así que estuvimos dispuestos a aceptar cierta flexibilidad para evitar las protestas. Por ello, en ocasiones el pago de los intereses podía llegar meses tarde. En una conversación con Yoshiyama le pregunté si en algún momento tuvo dudas de que todo funcionaría, y me dijo que sí. En 1991 hubo una presión tremenda de los exportadores para devaluar. Yo en ese momento pensé que si lo hacían, se acababa el juego, porque la devaluación no tendría fin y se echaría a andar la ‘maquinita’. Cualquier otro grupo de interés diría que si favorecieron a uno, debían hacerlo con todos. Y esa presión se mantuvo porque hubo que esperar tres años para ver la primera cifra de crecimiento.

Mucha gente en el Perú piensa que lo que el gobierno de Fujimori hizo en materia económica y de seguridad no justifica la violación del orden democrático y del Estado de derecho. ¿Cómo lo vieron ustedes?

AC: Nuestro involucramiento fue solo en la parte económica, así que la única opinión que puedo y debo dar al respecto es que las reformas económicas fueron excelentes. El aspecto político es algo que prefiero dejar a juicio de los peruanos.

DP: No olvidemos que Armeane dejó el Perú en 1992 y yo en 1993, así que mucho pasó después de eso.

Les repregunto: ¿Era necesario que el gobierno deviniera en autoritario para implementar ese tipo de reformas económicas?

AC: Es una buena pregunta y ciertamente era un asunto delicado para el BM. Al menos en el pasado, el BM trató siempre de mantenerse al margen del tema político. Le prestábamos a países que creían en el libre mercado y también a los socialistas y comunistas. Pero hubo muchas discusiones y yo personalmente recibí presión de otros países latinoamericanos que me decían que había que suspender todas las operaciones en el Perú. Lo discutimos internamente y creo que el BM tomó la decisión correcta de no involucrarse en el tema político. Pero volviendo a tu pregunta de si es necesario el autoritarismo para las reformas, hay mucha discusión sobre esto en la academia, por ejemplo, en torno a si la liberalización económica debe venir primero y la política después o al revés. Las opiniones están divididas. En Europa del Este ocurrieron a la vez, con resultados positivos en algunos casos, como Polonia, y negativos en otros. Pero mi respuesta es no. No se necesita un régimen autoritario para implementar reformas. En los países de América Latina que tuvieron éxito con las reformas se dio además una transición intelectual que permitió que sucesivos gobiernos con distintas posiciones políticas las mantuvieran. Fue el caso de Chile y también el de Perú.

¿Creen que esa transición intelectual ha ido más allá de las élites?

AC: Una vez que adoptas estas reformas, creas una nueva clase media que tiene un interés de parte en preservar el sistema. Sé que hay mucha disparidad de ingresos en este país, pero los pobres han mejorado mucho más rápido que los demás. Lo que la gente no entiende es que la liberalización económica no beneficia solo a los ricos y a la clase media, sino que favorece tremendamente a los pobres. Y lo otro que no se entiende es que la inflación es un gran impuesto que golpea más a los pobres que a los ricos.

DP: Cuando un país crece como ha crecido el Perú, hay dos grupos que se benefician principalmente. El primero es de las personas con destrezas especiales, cuyo talento es escaso. El otro es la gente de bajos ingresos. Puede que sus ingresos aún no sean muy altos, pero son mucho mayores que antes. Quienes dicen cosas como que un empresario obtuvo US$100 millones a expensas de los pobres no se están fijando en que el beneficio del pobre crece a un ritmo mucho mayor.

¿Qué otros paradigmas hace falta superar?

 AC: Por ejemplo, que uno no hace ricos a los pobres haciendo pobres a los ricos. Todos tienen que subir. Debe entenderse que el crecimiento es una fuerza importantísima para el alivio de la pobreza. Lo hemos visto en China y en India, y, por supuesto, también en el Perú.

DP: Y es claro, además, que las políticas sociales  que pueda implementar un gobierno no son independientes del crecimiento económico. Dependen de que haya crecimiento.

Publicado El Comercio, 30 de marzo de 2014.




Crecimiento descentralizado

Crecimiento descentralizado

En el artículo Crecimiento divergente, publicado en Día_1 de El Comercio del lunes 10 de junio, Efraín Gonzales de Olarte, economista  y vicerrector de la PUCP, nos presenta un país centralista, donde el centro (Lima y Callao), lidera los indicadores económicos, produce el 50% del PBI y su producto per cápita dobla al del resto. Sin embargo, esta visión estática, no recoge la dinámica de nuestra economía, es como ver la historia con la última foto, la de hoy, sin recoger los procesos sociales, las películas.

Gonzales llega a sostener que “en cada fase de auge del ciclo económico, el centro crece más rápido que la periferia, es decir, se acentúa la divergencia y desigualdad”. Esta afirmación no es rigurosa y no refleja nuestra realidad.

La verdad es que la evolución de nuestra economía en los últimos 20 años ha sido única en nuestra historia, tanto por su intensidad como por su calidad y alcance. Hemos crecido alto y sostenidamente, afirmando un proceso pro pobre y pro clase media , como indica el BID y, además, contrario a lo manifestado por el autor de la nota indicada, el desarrollo ha sido pro provincias, como lo hemos informado muchas veces en Lampadia.

Nuestro crecimiento, más allá de haber reducido la pobreza, la desigualdad y la desnutrición infantil, también ha sido mayor en las regiones, creando en ellas más empleo y un mayor aumento de los ingresos. Como se ve en el cuadro anterior entre el 2001 y el 2010, el empleo y los ingresos han crecido más aceleradamente en provincias que en Lima.

En cuanto a la desigualdad, el INEI, el Banco Mundial y la Cepal destacan que, entre el 2001 y el 2011, la desigualdad en el Perú disminuyó en alrededor del 14% (reduciéndose el coeficiente Gini de 0.525 a 0.452), uno de los descensos más rápidos de la región.

Pero Gonzales no solo se equivoca con las relaciones entre el centro y la periferia, sino también con las relaciones dentro de cada región. Señala que “estas mismas características las podemos encontrar en cada región, donde también hay divergencia entre el crecimiento de cada ciudad y de su entorno rural”.

La respuesta a esta inexactitud está en el extraordinario libro de Richard Webb, Conexión y despegue rural, que muestra que en la sierra rural, la región más pobre del Perú, se ha producido una revolución económica y social sin precedentes. Su conclusión es contundente: Mientras en el período de casi cien años, de 1900 a 1994, el crecimiento de los ingresos de las familias rurales, fue de solo 1.4% por año, entre 1994 y el 2011, se incrementaron a un ritmo de 7.2% anual.

Por otro lado, el INEI (ENAHO) muestra que entre el 2001 y el 2010, los ingresos en el sector rural crecieron en 83%, mientras que en el área nacional urbana aumentaron en 46% y en Lima Metropolitana en 34%. ¿De dónde sale, pues, el argumento de que las ciudades de las regiones crecen más que sus áreas rurales?

A modo de conclusión podemos afirmar que las cifras muestran que el país atraviesa por un franco proceso de crecimiento y de descentralización económica. El camino es el correcto, no hay que turbar el proceso, lo que si tenemos que hacer es enfrentar nuestras limitaciones en educación, infraestructuras, calidad institucional y clima de inversión.

 




Amanecer andino

Amanecer andino

Cuando hace tres años Richard Webb comenzó a visitar las zonas más alejadas de nuestra sierra rural para efectos de la investigación (“Conexión y despegue rural”) que acaba de publicar la Universidad San Martín de Porres, esperaba encontrar lo que había aprendido a relacionar con el lugar desde sus primeras visitas: “tierra, atraso, pobreza y desesperanza”.

Lo que Webb encontró fue muy diferente: “una explosión de emprendedurismo […] un hervidero de movimiento”, según lo ha resumido en una reciente entrevista con este Diario. “Es otro Perú adentro”.

Para descubrir qué había detrás de estas impresiones, Webb y su equipo empezaron a estudiar 176 distritos rurales seleccionados aleatoriamente entre el tercio más pobre de los 1.833 distritos del país. Lo que muestra la data que levantaron con estas investigaciones, sumada al análisis que posteriormente hicieron de otras cifras ya existentes, es impactante. Es como si a mediados de los noventa nuestro ande hubiese comenzado a sacar los pies de la especie de pantano económico en el que había estado atrapado secularmente (Webb sostiene que durante “dos mil años o más” la economía rural andina no había podido salir de un esquema de subsistencia) y no hubiese dejado de avanzar desde entonces.

Por ejemplo, solo entre el 2001 y el 2011 en estos distritos el jornal agrícola promedio aumentó en 73%, el precio de la hectárea de tierra agrícola en 88% y el precio de una casa en el centro del pueblo distrital en 166%. Los datos que Webb analizó en una mirada más panorámica sobre el total del área rural andina, por otra parte, eran todavía más poderosos: si entre 1900 y 1994 el ingreso rural por habitante en la sierra creció a un ritmo de 1,4%; desde 1994 hasta el 2011 comenzó a crecer a un ritmo cinco veces mayor (7,2%).

¿Qué fue lo que hizo posible el desempantanamiento? Pues Webb destaca, en primer lugar, la conectividad. A partir de 1995 se triplicó la construcción anual de caminos, al tiempo que se mejoraba la calidad de los mismos. Lo que esto significó para acercar a personas y, por lo tanto, crear mercados, es difícil de subestimar: solo en el antes mencionado período 2001-2011 el tiempo promedio que tomaba ir de la capital de cada uno de estos distritos a la ciudad más cercana se redujo a la mitad.

La infraestructura de conexión que empezó a penetrar aceleradamente nuestra sierra rural desde 1995, por otro lado, no consistió solo en caminos. Por esos caminos llegaron profusamente los celulares, Internet y los colegios secundarios (la educación es otra forma de conectarse con el mundo). Y también otro tipo de infraestructura como la electricidad, que tiene en común con la de conexión ser un instrumento de empoderamiento.

Eso fue, sin embargo, solo parte de la receta. La otra parte la puso el emprendedurismo de la gente, que, como dice Webb, ha “agarrado” estos instrumentos “con las dos manos”. Desde 1994, cuando empezaron a tener caminos para sacar sus productos (como para que tenga sentido apuntar a una producción que no sea solo de subsistencia) o energía (como para poder congelar lo que uno produce y así poder sumar más stock), la producción agrícola por habitante de nuestra sierra rural comenzó a aumentar a un ritmo de 5% anual (7 veces más que el exiguo 0,7% anual al que aumentó durante los 94 años anteriores).

Esto, claro, desmiente el socorrido mito con el que ciertos sectores reaccionarios pretenden convencernos de que el crecimiento no ha llegado a la sierra rural y ha sido solo el privilegio de algunos enclaves del país. Si los caminos pudieron llegar a todos estos distritos, fue con el dinero que el crecimiento produjo para el Estado. Y si tuvo sentido para los campesinos andinos aumentar consistentemente su producción para poder sacar gran parte de ella por esos mismos caminos, fue porque al otro lado de estos últimos había cada vez más personas con mayor capacidad adquisitiva.

De hecho, no solo es verdad que el crecimiento ha ayudado enormemente a estos sectores, sino que los ha ayudado más que a las ciudades (entre 1994 y el 2011 el crecimiento del ingreso por habitante en estos distritos fue 2,5 veces mayor que el de las zonas urbanas). Otra cosa es qué tan atrás estaba nuestra sierra rural cuando comenzó a avanzar: para todo efecto práctico, en el medioevo.

Así pues, el crecimiento que la economía de mercado ha traído para el Perú está haciendo que, como dice Webb, “por primera vez en la historia del Perú estemos avanzando de una forma integrada como país”. Y lo está haciendo no de una forma en que las personas son cargadas hacia adelante por un Estado benefactor, sino de una forma en que este les permite empoderarse. Empoderarse y desplegar unas energías emprendedoras que, además de progreso material, traen un legítimo sentido de orgullo personal (“Bienvenidos a Gamarrita”, se anunciaba en el cartel de una feria que Webb visitó en Huancavelica). Todo lo cual explica, en fin, la palabra que el economista usa para describir lo que significaría no seguir alimentando este crecimiento y que, demás está decirlo, nuestro Diario suscribe plenamente: “pecado”.

Tomado de El Comercio, 12 de marzo, 2013




“Hay una explosión del emprendedurismo rural”

“Hay una explosión del emprendedurismo rural”

El destacado economista Richard Webb, presidente del Instituto del Perú y ex presidente del BCR, relata en la siguiente entrevista las principales conclusiones de su libro “Conexión y despegue rural”, el cual ya es considerado un estudio revolucionario. Asegura que el Perú vive su mejor momento y que sería un pecado retroceder. La entrevista es de la periodista Milagros Leiva.

Estuve leyendo el reporte que hizo “The Economist” acerca de su investigación sobre el despegue rural en el Perú y los halagos a su estudio. Entre otras cosas usted señala que hemos mejorado. En 1940 el Perú era 65% rural y 35% urbano, ahora más del 80% de los peruanos vive en las ciudades. ¿Qué hace falta para que ese 20% alcance el desarrollo?

Todavía es como 25% rural. El problema es que ellos siguen viviendo en situaciones extremadamente difíciles para el desarrollo. Es un patrón de residencia que estaba bien para una economía de subsistencia, que es como la población peruana ha vivido durante dos mil años o más. Cuando llegó la posibilidad de tener otro nivel de desarrollo, gracias a la tecnología y comercio internacional, ese patrón de vida no estaba bien adaptado porque es disperso. La gente vive en pequeños núcleos de población en una punta del cerro, en una quebrada. Viven desparramados.

¿Para superar la pobreza hace falta aglutinar a esas familias, a esos centros poblados?

Sí, y está dándose. Es justamente lo que está pasando, pero todavía falta mucho para completar el proceso. Según las estadísticas, la población rural ya no es como antes que crecía lentamente, menos que las ciudades, pero siempre crecía, hoy está bajando.

Ha dicho que 3 de cada 4 peruanos no trabajan en el campo…

Pero ese uno es 25%, todavía es un montón de gente que sigue saliendo del campo. ¿A dónde se está yendo? Ese es uno de los aspectos que más me interesa de este trabajo. Ya no se están yendo a las ciudades sino a los pueblitos. Los pueblitos están creciendo más rápidamente que Lima, Chiclayo, Trujillo o Arequipa. Hace 30 años el campesino vivía en su chacra en el cerro, abajo había un pueblito y allí no había colegio secundario, médico, electricidad, teléfono y mayormente no había caminos o eran pésimos. Hoy día tienen todo. Y tener posibilidad de movimiento y estar en contacto ayuda a la productividad de varias formas. Lo más obvio quizás es que puedes sacar tus productos. Antes la producción agrícola se consumía donde se producía. Hoy ya se pueden sacar los productos porque hay más caminos.

En los últimos diez años se han construido 50 mil kilómetros de caminos rurales que era lo mismo que se había registrado en los 50 años previos. ¿Pero acaso son suficientes?

No, claro que no, todavía es muy reciente. Estamos hablando de 15 años, donde todo ha empezado a levantarse, pero estamos partiendo de un nivel atrasadísimo y dificilísimo. El Perú tiene una de las geografías más difíciles del mundo. Un economista muy prestigioso francés vino al Perú por los años 50, Louis Baudin, y escribió un libro famoso que se llama “El imperio socialista de los incas”. Él no podía entender cómo se podía vivir en un país con una geografía tan difícil. La primera vez que subí manejando a Huaraz todo era tierra; Huancavelica, tierra y caminos terribles con curvas y caídas… Eso era lo normal. Un chofer taxista me dijo que antes había sido camionero y que iba a Pucallpa. Estamos hablando de los años 60. Me contó que el viaje de Lima a Pucallpa en camión duraba cinco o seis días. Así de primitivos éramos.

¿A cuántas poblaciones rurales ha llegado su estudio?

A 50 distritos en cinco provincias de extrema pobreza. Escogimos Chumbivilcas en Cusco, Acobamba en Huancavelica, Cotabambas en Apurímac, Pachitea en Huánuco y Celendín en Cajamarca. De todos, Celendín es el de menos extrema pobreza. El estudio duró más de tres años.

¿Después de estos viajes qué puede concluir? ¿En qué momento del Perú estamos?

En un buen momento. Estamos avanzando rápidamente, y por primera vez en la historia del Perú estamos avanzando de una forma integrada como país. Casi no se podía hablar de país antes, hoy sí. La gente se está moviendo, ahora tienen teléfonos y caminos. La conexión viene también con educación y ahora hay menos analfabetismo. El castellano se está volviendo la lengua peruana y estamos conectados. Además, con el DNI, ya casi no hay gente indocumentada. Estamos hablando de hechos. Se está produciendo un salto que nunca antes ha habido en el Perú. Nunca antes la población rural ha tenido la experiencia de una mejora tan grande, hoy están las condiciones para seguir avanzando.

¿Cómo está encaminado el Perú con el gobierno de Humala? En la última semana hubo un terremoto político con la posible compra de Repsol y el supuesto desvío a la gran transformación.

Hasta ahora felicito al gobierno en el manejo de la economía, pero también veo una serie de deficiencias. Una de las que más me preocupa es el terrible problema de la informalidad, que es un problema que no hemos legislado con sentido práctico sino utópico. Se ponen estándares que solo algunos pueden cumplir y los que no, quedan afuera como ilegales, evasores, que es bien injusto en la mayoría de los casos. Es gente tan pobre que no puede tener un contador para manejar una bodega y pagar impuestos.

¿Cómo hacemos entonces?

Si queremos que la cosa vaya reduciendo, se tienen que imaginar esquemas de política más razonables, más universales y prácticos. Eso es entrar en la verdadera reforma del Estado. Se entra al problema con la imagen de la pensión, del salario mínimo, de las protecciones; simplemente hay que recortar esa imagen para bajarla a un nivel realista para el país. La gente que habla y piensa y requinta y exige y legisla, todos tienen esta imagen de algo como debería ser; no se atreven a aceptar otras realidades. La formalización no puede hacerse con esos estándares que tenemos en Lima.

¿Y qué piensa usted de los programas asistencialistas creados por Humala?

Pensión 65 me parece bien, así como está formulado, como una cosa bien dirigida a una extrema necesidad. Lo que yo quisiera ver es algo más de energía en cuanto a todo lo que está bajo la categoría de no regalar pescado sino enseñar a pescar. Hay que ayudar a la gente a producir más.

Humala empezó su gobierno hablando de inclusión. ¿Cómo entiende usted esta palabra?

Como el tener las mismas oportunidades para ser productivo y me remito a lo que hablábamos al principio: tener caminos, escuelas secundarias, electricidad, telecomunicaciones. Son instrumentos que te empoderan, porque uno ve que la gente cuando le ponen los instrumentos los agarra con las dos manos. Eso es lo que se está viendo. Hay una explosión de emprendedurismo rural. Se está viendo a nivel rural lo que antes se dio a nivel urbano. Todo lo que nos fascinamos con Gamarra, ahora pasa en el campo, pero no se creía, no se trasladaba esa posibilidad a lo rural. Hay una idea más pesimista.

Muy paternalista, por cierto. ¿Esa visión está cambiando?

Recién. Hay mucha gente a la que todavía no le entra la idea, están incómodos con la idea y tienden a rechazarla; pero los estudiosos del tema rural ya están discutiendo las mejoras. Obviamente se enfatiza la desigualdad y los problemas ecológicos, y puede haber verdad en todo eso, pero creo que no llegan a un reconocimiento suficiente de la dinámica que se está dando.

¿Y usted qué enfatiza?

En mi libro tengo una cita de Manuel Vicente Villarán, quien en el año 1908, o sea hace 105 años, refirió, en su tesis, que en ese entonces el pesimismo era bastante más fuerte todavía y se vinculaba más a concepciones racistas: nunca van a poder, nunca van a aprender. Él refutó totalmente e hizo una afirmación extraordinariamente visionaria. Villarán dijo: Esa gente ni produce ni consume, se dice, pero el día en que se le ponga caminos, ferrocarriles, ya verán cómo se levanta. Tanto que un día van a levantarse más que nosotros en las ciudades, en términos económicos. Bueno, yo lo que quisiera es que la gente se diera cuenta de que él acertó totalmente.

Hace poco escuché a un político decir que solo quien entienda el emprendedurismo podrá ganar la próximas elecciones y ser, además, un buen gobernante. ¿Usted también cree eso?

El emprendedurismo es parte del cuadro. El primer día de mi primer viaje que fue a Chumbivilcas, estaba cruzando un altiplano cusqueño, donde ya no hay árboles, pobre, no había casi nada, poquísimas casas, y pasamos una feria. Treinta personas al lado de la pista de tierra. Paramos para conversar y caminamos entre la gente. Estas señoras sentadas con su falda abierta con cebollas y otras cosas desparramadas alrededor vendían tres libros. Uno de ellos era “El éxito es una decisión” de David Fischman, el gurú del emprendedurismo. Los otros dos libros: “La vaca” y “La vaca para jóvenes”, de Camilo Cruz, algo que no entendía. Unos días después estaba en Javier Prado, en un semáforo esperando y vi a un chico vendiendo los mismos libros de “La vaca”, los compré. Pura psicología del emprendedurismo. Te alienta, te enseña a crecer, a vencer tus inhibiciones. Hablamos de gente que está afuera, marginada y que hay que incluir, pero en uno de los lugares más remotos del Perú están leyendo los mismos libros que en San Isidro y son libros que tienen que ver con el emprendedurismo popular. En Paucará, Huancavelica, encontré una feria que decía: “Bienvenidos a Gamarrita”. En Chumbivilcas, un restaurante se llamaba Chifa Gastón y estoy seguro de que antes no se llamaba así.

¿Esperó encontrar todo eso?

No, para nada. Yo me fui con la foto que tenía en la cabeza de mis primeros viajes a la sierra. Tierra, atraso, pobreza y desesperanza. Pueblos sin luz. Eso esperé encontrar y viví todo lo contrario, pueblitos que han explosionado, un hervidero de movimiento. Nunca me imaginaba tanta conexión, tanto movimiento. Es otro Perú adentro. De ese grado de conexión tenemos que darnos cuenta.

¿Este es nuestro mejor tiempo?

Sí, de todo el Perú que he vivido, no creo que hayamos tenido un mejor momento que este. Estoy convencido. Y no solo la economía, la democracia se ha desarrollado mucho durante mi vida, tenemos un Estado más completo, un Estado que debería tener una nación y no solo una ciudad, a pesar de los problemas y grandes debilidades. Sería un gran pecado no aprovechar este crecimiento.

¿Qué le diría a los 9 millones de peruanos que son pobres?

Hay 9 millones de peruanos que son económicamente pobres, pero no creo que sean pobres en otros sentidos. Los alentaría a mantener la esperanza de que van a salir de su pobreza monetaria. Es posible y ahora más que nunca.

“Humala no me asusta”

¿Se está construyendo un proyecto reeleccionista con Nadine?
La realidad es que no lo pienso. Uno escucha por todos lados comentarios. Evidentemente es una primera dama muy activa y personalmente eso no me preocupa. Al contrario, me parece que falta gente en el gobierno y que ella está haciendo cosas. Mi impresión es que está ayudando al presidente.

¿Usted está a favor del indulto a Fujimori?
A favor. Por dos razones: siempre me pareció algo injusto el juicio, la condena, y segundo por su enfermedad.

¿Siente que los monotemas Nadine y pedido de Indulto a Fujimori son una telenovela política que nos distrae de lo central?
Sí, hay una tremenda ausencia de consideración seria, pensada, discutida, sustentada, de las grandes opciones del país. Ahora se está tratando de retomar el concepto de una oficina de planificación en el país. Ojalá y se vuelva un instrumento. Se necesita mucho más que eso. Tenemos el Acuerdo Nacional, pero está pintado.

¿Cómo describe a Humala como gobernante?
Como alguien que tiene valores, que sí tiene una preocupación por el país, tiene cierto sentido común y valores humanos. No me atrevo a aventurar mucho, me refiero a lo político. Humala no me asusta.

Entonces no cree que sea parte del eje chavista…
No lo creo, eso es algo de corazoncito. Hay que recordar la relación que él ha tenido. Sin duda le debe muchísimo a Chávez. Es entendible eso. No sé cuán amigos eran, pero sí tenían una buena relación.

Tomado de El Comercio, 5 de mayo, 2013