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¿Cómo relanzar la OMC?

¿Cómo relanzar la OMC?

Como veníamos advirtiendo en Lampadia: ¿Es el fin de la OMC?, la OMC, organismo internacional que vela por los marcos institucionales que rigen el libre comercio, veía peligrar su funcionamiento desde diciembre del año pasado por el cese de EEUU en la renovación de sus árbitros integrantes.

Hoy en día, al no contar con un órgano de apelación que lidie con las disputas comerciales en curso, la organización requiere de una profunda reforma que permita reavivar su legitimidad de cara a un mundo cada vez más desglobalizado y con miras a enfrentar una profunda recesión económica que ha introducido la crisis del covid 19 (ver Lampadia: La globalización sigue perdiendo fuerza).

¿Qué medidas puede impulsar en el corto plazo para lograr este cometido?

Un reciente artículo publicado en la revista Project Syndicate titulado “Reviviendo la OMC” esboza algunas iniciativas interesantes al respecto. Como dejan entrever las reflexiones del presente artículo, es claro que ante la ausencia de EEUU y la presencia de una China cada vez más afable al proteccionismo, urge hacer un llamado a que los países miembros en vías de desarrollo se involucren más en las negociaciones, defiendan a ultranza las reglas que permiten la competencia libre en el comercio y aborden más temas que permitan ahondar en los acuerdos y normas comerciales ya existentes.

La OMC ha sido fundamental para países como el Perú – gracias a ella nuestro país cuenta con tratados de comercio que cubren el 90% de nuestro comercio exterior- y lo será aun más para facilitar el comercio en un escenario recesivo como el que se proyecta azotará nuestra región según las proyecciones de varios organismos multilaterales. Hoy que hemos entrado en una profunda recesión, necesitamos aprovechar el sector externo de nuestra economía, que se va a recuperar más rápido que nuestro sector interno. Es hora de que nuestro país, así como otros miembros similares en cuanto a nivel de desarrollo tomen la batuta de esta organización y no permitan que deje de funcionar en los próximos meses. Lampadia

Reviviendo la OMC

Ngozi Okonjo-Iweala
Project Syndicate
22 de junio, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

La Organización Mundial del Comercio tiene un papel insustituible que desempeñar en la transformación de las perspectivas económicas de los países y la vida de las personas en todo el mundo. Aunque la crisis del COVID-19 ha enfocado la salud deteriorada de la organización, su posterior declive no es inevitable.

La Organización Mundial del Comercio está en las noticias principalmente por las razones equivocadas hoy en día. Muchas personas lo consideran como un policía ineficaz de un libro de reglas obsoleto que no es adecuado para los desafíos de la economía global del siglo XXI. Y los miembros de la OMC generalmente están de acuerdo en que la organización necesita reformas urgentes para seguir siendo relevante.

Los últimos meses han traído más desafíos. El órgano de apelación de la OMC, que juzga las disputas comerciales entre los países miembros, dejó de funcionar efectivamente en diciembre pasado en medio de desacuerdos con respecto al nombramiento de nuevos jueces para el panel. Y en mayo de 2020, el Director General Roberto Azevêdo anunció que renunciaría a fines de agosto, un año antes de que finalizara su mandato actual.

Quien sea el sucesor de Azevêdo se enfrentará a un gran desafío. Desde su establecimiento en 1995, la OMC no ha podido concluir una ronda única de negociaciones comerciales, por lo que ha perdido la oportunidad de ofrecer beneficios mutuos para sus miembros. Se suponía que la Ronda de Desarrollo de Doha, que comenzó en noviembre de 2001, debía concluir en enero de 2005.

Quince años después, los miembros de la OMC siguen debatiendo si el proceso de Doha debería continuar. Algunos piensan que ha sido superado por los acontecimientos, mientras que otros quieren continuar con las negociaciones.

Hasta ahora, la OMC también ha entregado decepcionantemente pocos acuerdos notables, aparte del Acuerdo de Facilitación del Comercio, que entró en vigencia en febrero de 2017, y la decisión de 2015 de eliminar todas las formas de subsidios a la exportación agrícola. Mientras tanto, algunos de sus miembros han trabajado juntos en una serie de acuerdos comerciales regionales mucho más amplios que cubren cuestiones apremiantes como la economía digital, la inversión, la competencia, el medio ambiente y el cambio climático.

La Ronda de Desarrollo de Doha, que tenía la intención de modernizar el libro de reglas de la OMC, cubre muy pocos de estos temas. E incluso algunas de las reglas existentes de la organización pueden eludirse fácilmente, alterando así el equilibrio de derechos y obligaciones entre los miembros. Durante la actual crisis de COVID-19, por ejemplo, algunos países han impuesto controles cuestionables a la exportación de suministros médicos y productos alimenticios para mitigar la escasez.

Pero a pesar de estos desafíos, la OMC no ha sido un “fracaso”. Más bien, se ha basado en los éxitos de su predecesor, el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), que entró en vigencia en 1948. El sistema de comercio multilateral basado en normas que comenzó con el GATT ha contribuido enormemente al crecimiento económico mundial durante las últimas siete décadas, reduciendo los aranceles promedio y eliminando constantemente las barreras no arancelarias.

Como resultado, el nivel de vida ha mejorado en la mayoría de los países. Además, el comercio mundial basado en normas ha ayudado a apuntalar la paz y la seguridad, porque los socios comerciales tienen más probabilidades de resolver las diferencias mediante negociaciones que a través de conflictos armados.

No obstante, los miembros de la OMC reconocen hoy la necesidad de reiniciar la organización para el siglo XXI. Los países desarrollados creen que han soportado la carga de la liberalización del comercio durante demasiado tiempo, y que los países en desarrollo deberían asumir más obligaciones si están en condiciones de hacerlo. Mientras tanto, los países en desarrollo menos desarrollados y de bajos ingresos dicen que las normas de la OMC están obstaculizando sus esfuerzos para crecer y modernizar sus economías.

En las últimas dos décadas, el comercio internacional se ha convertido en un ogro para los críticos que lo culpan por los problemas económicos que enfrentan algunos países. Pero el comercio no es un juego de suma cero: los derechos y obligaciones pueden ser equilibrados, como lo ha demostrado la evolución de las reglas comerciales globales y regionales desde 1948. La pregunta que enfrentan la OMC y sus miembros ahora, por lo tanto, es cómo avanzar y alcanzar acuerdos de beneficio mutuo.

Todos los miembros deben participar en este esfuerzo, porque esa es la única forma en que la organización puede recuperar su credibilidad y llevar a cabo su función de elaboración de normas. Por lo tanto, las nuevas negociaciones deben tener en cuenta los diversos niveles de desarrollo económico de los miembros y aspirar, como siempre, a alcanzar acuerdos justos y equitativos. Otras prioridades cruciales para la OMC incluyen una mayor transparencia, en forma de notificaciones oportunas de las medidas comerciales de los países, y un sistema efectivo de solución de controversias que exige la confianza de todos los miembros.

Una OMC moribunda no sirve a los intereses de ningún país. Un sistema de comercio internacional efectivo y basado en normas es un bien público, y el hecho de no revivirlo socavará los esfuerzos de los gobiernos para sacar a la economía global de la recesión causada por la pandemia del COVID-19.

La OMC tiene un papel insustituible que desempeñar en la transformación de las perspectivas económicas de los países y la vida de las personas en todo el mundo. Aunque la crisis actual ha enfocado la salud deteriorada de la organización, su posterior declive no es inevitable. En una economía mundial ya en peligro por el COVID-19, ahora debemos aplicar el antídoto (voluntad política, determinación y flexibilidad de los miembros) necesario para revivirlo. Lampadia

Ngozi Okonjo-Iweala, ex director gerente del Banco Mundial y ex ministro de finanzas de Nigeria, es presidente de la Junta de Gavi, la Alianza de Vacunas y un enviado especial de la Unión Africana para el COVID-19. Es miembro distinguido de la Brookings Institution y Global Public Leader en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard.




EEUU amenaza con aumentar aranceles a China

EEUU amenaza con aumentar aranceles a China

Como hemos escrito anteriormente en Lampadia:  Desaceleración global es altamente probable en 2019 , El Perú crece por debajo de su potencial, el desempeño futuro del conflicto comercial EEUU-China es sumamente importante en la coyuntura económica internacional porque podría comprometer el crecimiento de muy corto plazo de países emergentes como el Perú, siendo ambos países sus principales socios comerciales. Por ahora el precio del cobre ya bajó.

En esta línea, el pasado 5 de mayo afloraron en las redes sociales dos inusitados tuits del presidente de EEUU, Donald Trump, que amenazaban a China con imponer una mayor carga arancelaria – 25% para ser exactos –  tanto a las importaciones chinas con menor gravamen (10%) – valorizadas en US$ 200,000 millones – como a aquellas inafectas – valorizadas en US$ 300,000 millones –, a puertas del cierre de las negociaciones de un acuerdo comercial que parecía ya tener la aprobación de ambos países hasta hace unos días.

Y las reacciones en los mercados financieros internacionales no se hicieron esperar. Desde Wall Street, pasando por las bolsas de valores de Europa, y las de Asia reportaron notables pérdidas en los últimos días; mientras que el dólar ganaba terreno frente a importantes divisas como el euro y el yuan, y lo correspondiente también sucedía con las monedas de los mercados emergentes, incluido nuestro sol.

¿Qué motivaciones hay detrás de las reacciones del presidente Trump? Pero más importante aún, ¿están realmente justificadas a la luz del futuro bienestar del país americano?

Un reciente artículo publicado por The Economist (ver artículo líneas abajo) señala lo siguiente respecto a la primera pregunta, Trump podría haber pensado que su amenaza aumentaría la presión sobre China, ayudando a obtener más concesiones justo antes de la recta final”.

En efecto. Trump realizó estas declaraciones a puertas de la última sesión de negociaciones comerciales llevada a cabo esta semana – previo al firmado del acuerdo histórico con su homólogo Xi Jinping –  anticipándose a que los chinos modificaran sus principales compromisos pactados en las últimas reuniones, que, según sus fuentes en la Casa Blanca, este sería el caso.

En nuestra opinión, esto último se explicaría porque, si bien las condiciones del acuerdo eran claras en la esencia – como indica The Economist – sus detalles y compromisos eran imprecisos y concretamente porque estaban afectos, entre otras cosas, al desempeño de la economía china frente a las reformas. Aparentemente este último factor habría sido uno de los determinantes del posible cambio de parecer de las autoridades chinas.

Por otra parte, y respondiendo a la segunda pregunta, The Economist agrega, “Pero Trump se está engañando a sí mismo si piensa que puede poner a China de rodillas con aranceles y que EEUU no sufrirá daños”.

Si bien la primera ronda de aumento de aranceles de 10% al 25% – que se haría efectiva a partir del viernes 10 de no llegarse a una solución al conflicto – sobre las importaciones valorizadas en US$ 200,000 millones tendría un impacto menor en los consumidores estadounidenses- al ser en su totalidad insumos industriales – el gravar al resto de productos chinos – que incluyen los bienes de consumo – sí incrementaría los precios generando menor bienestar entre ellos en un período de tiempo no menor.

Ello se ilustra mejor con un principio fundamental que provee una de las teorías que históricamente han explicado mejor el comercio internacional: La teoría de la ventaja comparativa de David Ricardo. EEUU al ser menos competitivo relativamente que China en una gran gama de productos manufacturados, debería especializarse en productos de alguna otra rama productiva de la economía, de manera que sean provistos a un precio competitivo en los mercados internacionales. Si se pretende proteger industrias no especializadas en dichos productos, tarde o temprano, los precios aumentarán por los mayores costes arraigados, trasladando malestar al consumidor.

Si bien pueden haber razones de incomodidad por parte del presidente Trump con los productores chinos relacionadas a la violación a los derechos de propiedad intelectual y un amplio déficit comercial con China, consideramos que de ninguna manera el mejor camino para solucionar dichas atingencias debería ser recurrir a un proteccionismo desenfrenado, considerando además que el libre comercio –junto a la globalización – ha sido una de las principales fuerzas propulsoras del desarrollo global en las últimas dos centurias (ver Lampadia: Recuperando lo mejor del capitalismo). Por el contrario, debería ser el imperio de la ley y la profundización de sus relaciones bilaterales con China lo que debería llevar a EEUU a darle solución a tales problemas.

En este sentido, esperamos que en las reuniones que están siendo llevadas a cabo entre las delegaciones estadounidenses y chinas se llegue a un acuerdo comercial que permita dejar atrás esta nefasta guerra comercial, que, como cualquier otra guerra de otra índole, ninguno de los que participan en ella, no termina de percibir bajas. Lampadia

Las conversaciones comerciales entre EEUU y China están en riesgo de ruptura
De vuelta a tus estaciones de batalla

Tras los indicios de progreso, un tuit de Donald Trump siembra dudas

The Economist
6 de mayo, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

JUSTO CUANDO parecía que EEUU y China estaban cerca de un acuerdo, el presidente Donald Trump ha llevado a los dos países al borde de una guerra comercial en toda la regla. En un par de tweets a fines del 5 de mayo, amenazó con imponer aranceles del 25% en todas las importaciones chinas, una tasa que se aplica a solo una porción mucho menor de las importaciones en la actualidad. “El acuerdo comercial con China continúa, pero muy lentamente, mientras intentan renegociar. ¡No!” dijo. Hace solo un mes había proclamado que se estaba preparando un “acuerdo épico”. El repentino cambio de tono sacudió a los inversores en Asia y, sobre todo, en China. El CSI 300, un índice de las principales acciones chinas, cayó casi un 6% el 6 de mayo, su peor día en más de tres años.

La primera pregunta es cuáles serán las consecuencias para las negociaciones comerciales. Las reuniones intensificadas en las últimas semanas habían alimentado la impresión de que un acuerdo estaba a la vista. Los negociadores estadounidenses, encabezados por Robert Lighthizer, el Representante de Comercio de los EEUU, estuvieron en Beijing la semana pasada. Esta semana, Liu He, un viceprimer ministro chino, iba a encabezar una delegación de docenas de funcionarios chinos de alto nivel en un viaje a Washington para la próxima ronda de discusiones. Los observadores comenzaron a escudriñar el programa público de Trump para encontrar vacíos cuando Xi Jinping, el presidente de China, podría reunirse con él para firmar su pacto. Junio parecía una buena opción. Pocos apostarían en eso hoy.

Trump podría haber pensado que su amenaza aumentaría la presión sobre China, ayudando a obtener más concesiones justo antes de la recta final. En cambio, existe una posibilidad real de que pueda provocar un endurecimiento de la posición de China. Algunos incluso especularon que Liu y su delegación viajera de funcionarios se retirarán de las reuniones de esta semana. “Dejemos que Trump suba los aranceles. Veamos cuándo pueden reanudarse las conversaciones comerciales”, tuiteó Hu Xijin, editor de Global Times, un periódico chino de propiedad estatal conocido por su veta nacionalista. (Los reguladores chinos parecen contentarse con dejar que Hu use el software para evadir el Great Firewall y enviar dichos mensajes a Twitter, que de otro modo está bloqueado en China).

Durante meses, el resumen de un acuerdo ha sido claro. China se comprometería a comprar más productos de EEUU para reducir su superávit comercial, y EEUU se comprometería a reducir los aranceles de las importaciones chinas siempre que China establezca el campo de juego para las compañías extranjeras. Pero los detalles siempre fueron desconcertantes. ¿Cómo medir el progreso de China en la reforma de su economía? Los funcionarios estadounidenses se han cansado de lo que ven como el avance de China en el cumplimiento de sus promesas. ¿Cómo hacer cumplir el trato? EEUU quería el derecho de imponer aranceles sin amenaza de represalias si China violaba el acuerdo. Los asesores chinos dijeron que eso era inviable. Dadas estas dificultades para alcanzar un gran acuerdo, un conjunto de compromisos más imprecisos parecía el resultado más probable. Las tensiones comerciales seguramente persistirían, reavivándose de manera intermitente en los próximos años, pero la perspectiva de los aranceles ojo-por-ojo se reducirá.

Ahora, sin embargo, el riesgo inmediato es la escalada. El año pasado, EEUU impuso aranceles del 25% sobre las importaciones chinas por un valor de US$ 50,000 millones y el 10% sobre otros US$ 200,000 millones adicionales, dejando unos US$ 300,000 millones aproximadamente sin tocar. Trump ha amenazado con un aumento de dos pasos. Primero, el viernes, EEUU elevaría los aranceles del 10% al 25%. Poco después, colocaría aranceles del 25% sobre todos los bienes restantes (un período de comentarios públicos ralentizaría la implementación real). Hasta ahora, China ha sido moderada en su represalia a los aranceles estadounidenses, incluso ha reducido los aranceles a las importaciones de automóviles desde EEUU a medida que avanzaban las conversaciones. Pero si EEUU sigue adelante con los aranceles en todos los ámbitos, Xi estará bajo presión para defenderse. Debido a que China importa mucho menos de EEUU de lo que exporta a EEUU, los aranceles son solo una opción limitada para ello. Un escenario es que podría perjudicar a EEUU de otras maneras – por ejemplo, es usando los medios estatales para que los consumidores se opongan a las compañías desde Starbucks hasta Apple, que cuentan con China como una gran fuente de ingresos. “El primer paso en las negociaciones es generar confianza”, dice Zhu Ning, economista de la Universidad de Tsinghua. “Ahora parece que la confianza casi se ha ido”.

Una guerra comercial total, sin duda, sería perjudicial para ambos países. Como el mayor exportador, China probablemente sufriría más. Pero Trump se está engañando a sí mismo si piensa que puede poner a China de rodillas con aranceles y que EEUU no sufrirá daños. Durante el último semestre, el gobierno de China ha administrado un estímulo moderado que ha estabilizado el crecimiento y ha impulsado un gran repunte en su mercado de valores. Incluso con la caída del lunes, las acciones chinas siguen subiendo un 25% desde principios de año. El gobierno ha mantenido la potencia de fuego fiscal en reserva, en parte debido a la incertidumbre sobre la guerra comercial. Aumentar su programa de estímulo ayudaría a amortiguar el golpe de los aranceles más altos. En cuanto a EEUU, los consumidores se han visto protegidos en gran medida del impacto de los aranceles en las importaciones chinas porque se han centrado en los insumos industriales. Si se aplicaran aranceles a todas las importaciones, los consumidores no se librarían: el costo de los productos desde almohadas a teléfonos inteligentes aumentaría considerablemente.

El riesgo de una desaceleración mutua asegurada ha quedado en manos de Trump en el pasado. Fue cuando el mercado de valores estadounidense cayó bruscamente en diciembre cuando comenzó a construirse un impulso hacia un acuerdo comercial con China. Xu Gao, un economista de Everbright Securities Asset Management, una firma china, sigue siendo optimista de que prevalecerá la misma lógica. Trump, afirma, retirará en última instancia la amenaza arancelaria, por temor a socavar el crecimiento de EEUU. Incluso con toda la fanfarronada, eso todavía parece plausible. Pero la cercanía del error de cálculo es demasiado evidente. Lampadia




Trampa ideológica, política y académica

Trampa ideológica, política y académica

En los países del hemisferio norte, en particular, EEUU, se vienen pronunciado diversas voces desde el ámbito ideológico, político y académico, que con feroz ímpetu, inciden en los supuestos males de la  globalización y el libre comercio. Esto viene tanto desde las izquierdas más radicales hasta de las derechas extremas, con el argumento de que la globalización y el libre comercio produjeron  desigualdad al interior de sus países.

Este verbo está creando un pensamiento prevaleciente en los círculos intelectuales, políticos y mediáticos, que está erosionando fuertemente las líneas de acción económicas, alentando el proteccionismo y debilitando la globalización.

Esta coyuntura tiene dos fallas graves: primero, no es necesariamente cierto que se ha producido el nivel de desigualdad acusado en EEUU, y segundo, dicho análisis no toma en cuenta, que a nivel global, en los países emergentes, se ha producido una acelerada disminución de la desigualdad.

El mundo en conjunto es hoy un mejor lugar para vivir, con menos pobreza, menos desigualdad, mejores indicadores de salud, menor violencia y mayor esperanza de vida.

En lo concerniente al supuesto crecimiento de la desigualdad en EEUU, que tuvo como centro de debate el discurso populista en torno al estancamiento de los ingresos de las clases medias en dicho país que llevó a la presidencia al entonces candidato por el Partido Republicano, Donald Trump, no solo resulta ser falso, sino que aparentemente sería producto de una malintencionada manipulación de las cifras de pobreza de dicho país (ver Lampadia: Cuidado en el manejo de cifras de pobreza).

Como hemos escrito en Lampadia: Retomemos el libre comercio, Otra mirada al mito de la desigualdad, si uno realiza ciertos ajustes a los ingresos familiares promedio en EEUU tomando en cuenta el tamaño de los hogares, las transferencias e impuestos, se tiene que dichos ingresos aumentaron en un 51% entre 1979 y 2014, lo cual contradice flagrantemente la tesis de Trump.

En lo que corresponde al crecimiento de la igualdad dentro de los países emergentes, toda la evidencia empírica realizada en torno al crecimiento de la clase media en estos países, producto del crecimiento económico experimentado en los últimos años, ha sido impulsado en gran medida por la globalización y el libre comercio. Por ejemplo, según estimaciones del BID al 2016, sólo en América Latina y el Caribe, la clase media casi se duplicó en la última década y alcanzó las 186 millones de personas. 

Y si se quiere llevar el análisis de la desigualdad a un nivel global, han sido justamente- valga la redundancia- la globalización, el libre comercio y el capitalismo los que ha generado que en los últimos 200 años se pase de un 85% de la población global que vivía en pobreza extrema a solo un 10% al día de hoy, habiéndose acelerado durante las últimas décadas, un hecho nunca antes visto en toda la historia de la humanidad y que refleja un alto grado de prosperidad alrededor del globo (ver Lampadia: Recuperando lo mejor del capitalismo).

Dicho esto, lo que necesita el mundo no es otra cosa que más globalización y más libre comercio, y no mayor proteccionismo, ni antiinmigración. Aún cuando el análisis hecho por los líderes de las principales fuerzas políticas de EEUU y Europa fuera cierto – lo cual, como hemos ido mostrando con los datos, es altamente criticable –  su manera de diseñar e implementar política pública no está tomando en cuenta las potenciales consecuencias que tendrían en el resto del mundo. Al tomar sólo en consideración lo que sucede al interior de sus países, dichas políticas interrumpen un proceso de crecimiento que , como hemos demostrado, ha sido virtuoso para todo el mundo.

En ese sentido, este debate nos debe llevar a la reflexión y a estar muy atentos a los movimientos políticos que acontezcan a futuro en el plano internacional, y la producción académica y mediática, porque la invasión de artículos con sesgos antiglobalización y anticomercio es terriblemente perniciosa y no debería terminar por nublar nuestro entendimiento de que ambos procesos generan desarrollo. Muchos de estos artículos inclusive ignoran –intencionadamente- que la economía global está tendiendo hacia una economía basada en los servicios, dado el amplio campo de acción que están teniendo las nuevas tecnologías introducidas por la Cuarta Revolución Industrial (4IR) en las industrias manufactureras. 

Muchos argüirán que estas discusiones no son tan importantes para países como el nuestro que se encuentran al otro lado del globo y cuyos problemas estructurales internos – como la corrupción y la informalidad laboral – ya son suficientes para estar mostrando preocupación por aquellos externos, en apariencia, de menor valía. Pero nosotros siempre insistiremos en defender el libre comercio y la globalización en las grandes discusiones políticas y académicas, puesto que nuestro modelo de desarrollo se sostiene en gran parte en ambos pilares. Lampadia




El capitalismo necesita modernizarse

El mundo ha evolucionado de manera drástica en las últimas décadas. Los cambios económicos y sociales impulsados por las nuevas tecnologías, el comercio, la demografía o la migración influyen en los resultados de las políticas públicas, incluidas las que afectan a la relación de los Estados con sus poblaciones y los servicios públicos, que deben adaptarse a esas evoluciones ajustando sus políticas e innovando nuevas formas de lograr los objetivos.

El capitalismo nos ha traído muchísimos beneficios. Ha integrado efectivamente los mercados globales y han producido inmensos beneficios para la humanidad en su conjunto, como una gran disminución de la pobreza global y de la desigualdad entre los países más ricos y los más pobres.

Lamentablemente, en los países más ricos como EEUU y Europa, hay una tendencia populista que le está restando legitimidad y aprobación a los beneficios del capitalismo y la globalización. El aumento del apoyo al populismo de derecha en las democracias occidentales ya está alterando la historia, transformando la política y representando una amenaza para las democracias más prestigiosas.

No sin razón según The Economist, “la economía de Estados Unidos se ha convertido en una distopía capitalista; un sistema de extracción por gigantes atrincherados. Europa muestra signos de la misma enfermedad. El creciente proteccionismo y la mayor digitalización pueden empeorar las cosas.”

Según la revista, hay demasiada concentración de mercado y eso está dañando el desarrollo futuro. La competencia, a pesar de lo que dicen los críticos, tiene grandes beneficios como distribuir la riqueza, bajar los precios y brindar mayores opciones de empleo. Aumenta la productividad al presionar a las empresas a crear mejores productos por menos.

Como se puede observar en los gráficos inferiores (y como dice The Economist en el artículo ‘En todo el oeste, las empresas poderosas son cada vez más poderosas’), “si los beneficios en Estados Unidos cayeran a niveles históricamente normales gracias a una mayor competencia, y los trabajadores del sector privado obtuvieran los beneficios, los salarios reales subirían un 6%. Si la competencia también reviviera el crecimiento de la productividad, los salarios podrían aumentar mucho más. Sin competencia, el capitalismo es torpe y favorece a los pocos, no a la mayoría.”

Por lo tanto, lo que propone The Economist es actualizar el capitalismo actual, para lo cual plantea tres reformas:

  1. Los regímenes de datos y propiedad intelectual deben utilizarse para impulsar la innovación, no para proteger a los titulares.
  2. Los gobiernos deben eliminar las barreras al comercio, como las cláusulas de no competencia, los requisitos de licencias ocupacionales y las complejas regulaciones escritas por cabilderos de la industria
  3. Las leyes antimonopolio deben adaptarse al siglo XXI

Según la revista inglesa, esto “Eso podría no detener el auge del populismo. Pero una revolución de la competencia haría mucho para restaurar la fe del público en el capitalismo”.

Ver artículo completo:

Competencia
La próxima revolución capitalista

El poder de mercado está detrás de muchos males económicos. Es hora de restaurar la competencia

The Economist
15 de noviembre, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

El capitalismo ha sufrido una serie de golpes poderosos a su reputación en la última década. El sentido de un sistema preparado para beneficiar a los propietarios de capital a expensas de los trabajadores es profundo. En 2016, una encuesta reveló que más de la mitad de los jóvenes estadounidenses ya no apoyan el capitalismo. Esta pérdida de fe es peligrosa, pero también está justificada. El capitalismo de hoy tiene un problema real, pero no el que a los proteccionistas y populistas les gusta comentar. La vida se ha vuelto demasiado cómoda para algunas empresas en la vieja economía, mientras que, en la nueva economía, las empresas de tecnología han desarrollado rápidamente el poder de mercado. De hecho, se necesita una revolución, una que desate la competencia, obligando a disminuir las ganancias anormalmente altas de hoy y asegurando que la innovación pueda prosperar mañana.

Los países han actuado para impulsar la competencia antes. A comienzos del siglo XX, Estados Unidos rompió los monopolios de los ferrocarriles y la energía. Después de la segunda guerra mundial, Alemania Occidental colocó la creación de mercados competitivos en el centro de su proyecto de construcción nacional. El establecimiento del mercado único europeo, un proyecto promovido por Margaret Thatcher, valoró la apertura de mercados internos a empresas extranjeras dinámicas. Ronald Reagan fomentó la competencia en gran parte de la economía estadounidense.

Hoy se necesita una transformación similar. Desde 1997, la concentración del mercado ha aumentado en dos tercios de las industrias estadounidenses. Una décima parte de la economía está formada por industrias en las que cuatro empresas controlan más de dos tercios del mercado. En una economía saludable, se esperaría que los beneficios se redujeran, pero el flujo de efectivo libre de las empresas es 76% superior a su promedio de 50 años, en relación con el PBI. En Europa la tendencia es similar, aunque menos extrema. La participación de mercado promedio de las cuatro firmas más grandes en cada industria ha aumentado en tres puntos porcentuales desde 2000. En ambos continentes, las empresas dominantes se han vuelto más difíciles de desalojar.

Los involucrados se burlan de la idea de que lo tienen fácil. Sin embargo, los mercados consolidados se vuelven domésticos, y argumentan que la globalización sigue calentando el horno de la competencia. Pero en las industrias que están menos expuestas al comercio, las empresas están obteniendo enormes beneficios. Calculamos que el conjunto global de ganancias anormales es de US$ 660 mil millones, más de dos tercios de los cuales se realizan en Estados Unidos, un tercio de eso en empresas de tecnología.

No todas estas rentas son obvias. Google y Facebook brindan servicios populares sin costo para los consumidores. Pero a través de su control sobre la publicidad, suben sutilmente los costos de otras empresas. Varias industrias de la vieja economía con altos precios y grandes ganancias se esconden debajo de la superficie del comercio: tarjetas de crédito, distribución farmacéutica y verificación de crédito. Cuando el público trata más directamente con los oligopolistas, el problema es más claro. Las aerolíneas protegidas de Estados Unidos cobran más que sus pares europeos y ofrecen un peor servicio. Las empresas de televisión por cable son conocidas por sus altos precios: se estima que el cliente promedio de televisión en Estados Unidos gasta un 44% más hoy que en 2011. En algunos casos, la ira pública abre la puerta a los recién llegados, como Netflix. Con demasiada frecuencia, sin embargo, no lo hace. Los mercados de valores valoran incluso a los participantes amigables con el consumidor, como Netflix y Amazon, como si también se convirtieran en monopolios.

El creciente poder del mercado ayuda a resolver varios enigmas económicos. A pesar de las bajas tasas de interés, las empresas han reinvertido una parte pequeña de sus beneficios extraordinarios. Esto podría deberse a que las barreras a la competencia mantienen fuera incluso a los recién llegados bien financiados. A continuación, desde el cambio de milenio, y particularmente en los Estados Unidos, la participación del trabajo en el PBI ha estado disminuyendo. Los precios monopolísticos pueden haber permitido a las firmas poderosas devorar el poder adquisitivo de los salarios. La participación laboral ha disminuido más rápidamente en industrias con creciente concentración. Un tercer enigma es que el número de nuevos participantes ha estado disminuyendo y el crecimiento de la productividad ha sido débil. Esto también puede explicarse por la falta de presión competitiva para innovar.

Algunos argumentan que la solución a los excesos de capital es reforzar lo laboral. Elizabeth Warren, una posible candidata presidencial estadounidense, quiere poner a más trabajadores en los consejos. El Partido Laborista británico promete la propiedad compartida de los empleados. Y casi todos los de la izquierda quieren revitalizar el poder decreciente de los sindicatos. Hay un rol para los sindicatos en una economía moderna. Pero un retorno al capitalismo al estilo de la década de 1960, en el que los oligopolios ganan grandes márgenes, pero se reparten a los trabajadores bajo la amenaza de huelgas, es algo que se debe evitar. Tolerar los beneficios anormales siempre y cuando se distribuyan de una manera que satisfaga a quienes tienen el poder es una receta para el amiguismo. Las personas privilegiadas favorecidas podrían hacerlo bien: ser testigos de la brecha entre los trabajadores mimados y los extranjeros olvidados en Italia. Pero una economía compuesta por incumbentes cómodos eventualmente verá un colapso en la innovación y por lo tanto un estancamiento en los estándares de vida.

Mucho mejor es deshacerse de rentas en sí mismas. El poder de mercado debe ser atacado de tres maneras. Primero, los regímenes de datos y propiedad intelectual deben utilizarse para impulsar la innovación, no para proteger a los titulares. Eso significa liberar a los usuarios individuales de los servicios de tecnología para que lleven su información a otra parte. También implica exigir que las grandes plataformas concedan licencias de datos masivos anónimos a sus rivales. Las patentes deben ser más cortas y más fáciles de impugnar en los tribunales.

En segundo lugar, los gobiernos deberían derribar las barreras de entrada, como las cláusulas de no competencia, los requisitos de licencias ocupacionales y las complejas regulaciones escritas por cabilderos de la industria. Más del 20% de los trabajadores estadounidenses deben poseer licencias para realizar su trabajo, en comparación con solo el 5% en 1950.

En tercer lugar, las leyes antimonopolio deben adaptarse al siglo XXI. No hay nada de malo en el cometido de los partidarios para promover el bienestar del consumidor. Pero los reguladores deben prestar más atención a la salud general competitiva de los mercados y al rendimiento del capital. Los reguladores de Estados Unidos deberían tener más poderes, como los británicos, para investigar los mercados que se están volviendo disfuncionales. A las grandes empresas tecnológicas les resultará mucho más difícil neutralizar a los potenciales rivales a largo plazo, como lo hizo Facebook cuando adquirió Instagram en 2012 y WhatsApp en 2014.

Estos cambios no resolverán todos los males. Pero si llevaban las ganancias en Estados Unidos a niveles históricamente normales, y los trabajadores del sector privado obtuvieran los beneficios, los salarios reales subirían un 6%. Los consumidores tendrían más opciones. La productividad aumentaría. Eso podría no detener el auge del populismo. Pero una revolución de la competencia haría mucho para restaurar la fe del público en el capitalismo. Lampadia




Acero: Aumento de aranceles de EEUU es un boomerang

El proteccionismo del gobierno de Trump está desmontando el sistema de libre comercio que tomó muchos años en forjarse, habiendo sido los EEUU su principal impulsor.

La nueva ola proteccionista se expresó con gran show y promesas de bienestar para la industria local y para el estadounidense común con el caso del acero, que empezó con una tasa de 25%, que hoy alcanza a 59 tipos diferentes de acero. Pero lo peor, es que, para efectivizar la medida, el gobierno ha tenido que recurrir a procesos de licencia previa de importaciones, mediando las correspondientes superaciones de las oposiciones de los productores locales. Algo que empezó con plazos de 30 días y ya se ha salido de las manos. Medidas que los peruanos conocemos por experiencia propia durante los fatídicos años 80.

No solo eso. Más allá de las justificaciones falsas para justificar la medida arancelaria, como, por ejemplo, seguridad nacional, los resultados en el empleo ya se ven negativos, tal como sucedió en el gobierno de Georg W. Bush, quién tuvo que desmontar el esquema a los 18 meses de su incepción.    

Así es el proteccionismo, solo termina desprotegiendo a quienes supone proteger.

Los agentes económicos responden a incentivos, y muy espacialmente a las señales de precios. Los impactos de la manipulación de precios, mediante elementos ajenos a las decisiones de negocio y de mercado, terminan, generando una serie de efectos colaterales adversos. Además, los procesos proteccionistas se terminan auto reproduciendo y multiplicando vertical y horizontalmente. Ver en Lampadia: Cuando el Estado interviene en los mercados se cae en abismos (Del ‘ogro filantrópico` o la ‘mano negra’).

¿Tendrá el gobierno de Trump la capacidad de enmendar errores? Está por verse.

Como invocamos hace medio año, con ocasión de la Cumbre de América, el Perú debe levantar las banderas del libre comercio, el único espacio económico global que nos permite traer riqueza desde el exterior para propiciar el bienestar de los peruanos. 

Luego de leer nuestro análisis los invitamos a leer el informe de Project Syndicate al respecto:

El lío proteccionista de Trump

Anne O. Kruger
Traducido por Esteban Flamini
15 de noviembre de 2018
Project Syndicate
Glosado por Lampadia

Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos lideró al mundo en la reducción de barreras proteccionistas y la creación de un sistema comercial abierto basado en reglas. Eso dio lugar a medio siglo del crecimiento económico más rápido de la historia de la humanidad. Pero el gobierno del presidente estadounidense Donald Trump se ha lanzado a deshacer el progreso alcanzado, echando a correr un proteccionismo contagioso, que probablemente se extenderá mucho más allá de las industrias que el presidente quiere aislar de la competencia extranjera.

Tómese por ejemplo la importación de acero, a la que el gobierno de Trump impuso en marzo un arancel del 25%.

  • Como fundamento para la medida se adujo la “seguridad nacional”, pese a que la industria militar estadounidense equivale a apenas el 3% del consumo de acero del país.
  • Si a Trump realmente le preocupa la seguridad nacional, ¿por qué Estados Unidos no mantiene mineral sin explotar como reserva estratégica para futuras hostilidades?
  • En cualquier caso, los aranceles también alcanzan a aliados de Estados Unidos como Canadá, lo que desmiente el argumento de la seguridad nacional, de una vez y para siempre.
  • En el caso de rivales como China, las importaciones de acero ya estaban sujetas a aranceles de hasta el 70%, y solo se correspondían con un 2% del consumo estadounidense de acero.

Ahora Estados Unidos grava la importación de 59 tipos diferentes de acero. Si una empresa estadounidense no puede obtener un proveedor local, debe pagar el arancel o solicitar una exención (“exclusión”). Si opta por lo segundo, debe declarar la cantidad y la fortaleza del acero que necesita, su composición química, las dimensiones del producto (por ejemplo, tubos o láminas), etc.; y tiene que presentar una solicitud por separado para cada tipo de acero, incluso si la única diferencia son las dimensiones. Además, hay que demostrar que no se pudo obtener localmente. [El mismo procedimiento que tuvimos en el Perú en los años 80 con las fatídicas y fatales licencias de importación].

Una vez recibida la solicitud, se publica por 30 días, para dar a productores locales la posibilidad de cuestionarla. Si no aparece ningún proveedor alternativo, se supone que el solicitante recibirá una exención, válida por un año, en un plazo de siete días desde el final del período de oposición. Pero en realidad, las exenciones se están otorgando con grandes demoras.

El Departamento de Comercio de Estados Unidos contrató a 30 empleados nuevos para que revisaran las solicitudes como parte del proceso de oposición y exenciones. Pero al 1 de noviembre, se habían presentado 31,527 solicitudes y 14,492 oposiciones de productores de acero. Según QuantGov, la Oficina de Industria y Seguridad de Estados Unidos aprobó 11,259 solicitudes, rechazó 4,367, y todavía tiene que procesar más del 50% de las que recibió. Al 2 de noviembre, el precio del acero laminado en caliente en Estados Unidos registraba un alza interanual del 33.4%.

Allá por el 2002, cuando la industria estadounidense del acero convenció al presidente George W. Bush para que subiera los aranceles a las importaciones del 8% al 30%, el sector empleaba a unos 187,000 trabajadores. Se calcula que los nuevos gravámenes llevaron a la creación de unos 6,000 puestos de trabajo en el sector, pero se perdieron unos 200,000 empleos en las empresas estadounidenses consumidoras de acero. El gobierno de Bush terminó anulando todos los aranceles 18 meses después de haberlos introducido.

Hoy en Estados Unidos hay unos 80,000 trabajadores del acero, y las empresas consumidoras emplean a varios millones más. Según un estudio publicado en marzo, los aranceles de Trump al acero y al aluminio pueden crear 33,400 puestos, pero destruirán 180,000 puestos en el resto de la economía.

Todo esto era predecible. Los aranceles al acero ya están poniendo a las empresas consumidoras (por ejemplo, fabricantes de autos, máquinas herramientas y equipamiento agrícola) en seria desventaja respecto de sus competidoras extranjeras. Y mientras esas empresas pierden cuota de mercado, la industria estadounidense del acero también perderá competitividad, al estar protegida de la competencia extranjera.

Como demuestra la enorme cantidad de solicitudes de exención, administrar una política proteccionista es extremadamente complejo, incluso si se trata de una sola industria. Y ahora, el lío proteccionista de Trump se está poniendo peor. Corea del Sur aceptó adoptar “restricciones voluntarias a las exportaciones” a cambio de una exención respecto de los aranceles estadounidenses al acero, y ha encargado a su asociación local de productores la distribución de cuotas de exportación entre sus miembros. Pero las autoridades aduaneras estadounidenses todavía tendrán que incurrir en el costo de controlar todas las importaciones de acero.

Para colmo, el gobierno estadounidense analiza la introducción de otros aranceles. En un mitin de agosto, Trump volvió a amenazar con imponer un gravamen del 25% a los automóviles, en particular los importados desde la Unión Europea. El Instituto Peterson para la Economía Internacional calcula que, si cumple las amenazas, el costo de un auto nuevo en Estados Unidos aumentará entre 1,400 y 7,000 dólares, tanto si es de fabricación nacional o extranjera. Además, Benn Steil y Benjamin Della Rocca, del Consejo de Relaciones Exteriores, hallaron que los aumentos de costo derivados de los aranceles al acero ya han puesto en riesgo hasta 40,000 empleos en la industria automotriz estadounidense.

En síntesis, los aranceles de Trump al acero ni reducirán el déficit de cuenta corriente de Estados Unidos ni generarán creación neta de empleos. Los aranceles a las importaciones no tendrán ningún efecto sobre esos indicadores, pero sin duda aumentarán los costos para los consumidores y productores estadounidenses. Lampadia




El nuevo juego del ‘libre comercio’

El TLCAN, que en su momento marcó la agenda del libre comercio, promoviendo los tratados bilaterales versus la agenda global de comercio de la OMC y solidificó el camino de la promoción de la globalización económica, está sufriendo hoy día una oleada de populismo y nacionalismo liderada por Trump.

El líder estadounidense populista cuestiona el orden económico internacional pro comercio en aras de una supuesta recuperación de la salud interna de su economía. Pero, al final, parece que la tan cacareada renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) solo tiene como objetivo “transferir los beneficios altamente específicos que provienen del proteccionismo de un grupo a otro.”

Detrás de todos estos enfrentamientos, lo que hay es puramente malabarismo para beneficiar a grupos de interés específicos, vinculados al espacio industrial tradicional estadounidense.

Lamentablemente, los efectos colaterales de esta ruptura de los sacrosantos contratos comerciales destruyen del orden internacional y hacen ver que, con el único expediente de un simple putsch populista, se pueden alterar y desvirtuar las estructuras de un mundo que costo mucho esfuerzo construir y que, en las últimas décadas, produjo una gran disminución de la desigualdad global y la mayor reducción de la pobreza de la historia.

Este es un antecedente muy perjudicial para el futuro del libre comercio en el mundo y para la impostergable necesidad de perseverar en la superación de la pobreza, especialmente, en los países emergentes.

Líneas abajo, compartimos un análisis sobre los daños y posibles impactos del nuevo TLCAN:

El nuevo TLCAN es solo antiguo proteccionismo y mala economía

MISES WIRE
Setiembre, 2018
Carmen Elena Dorobăț, PhD in economics from the University of Angers, and is Assistant Professor of Business at Leeds Trinity University
Glosado por Lampadia

Un nuevo acuerdo comercial de América del Norte está en proceso entre los Estados Unidos y Canadá, luego de que se llegó a un acuerdo tentativo con México la semana pasada. El acuerdo reemplazaría el acuerdo del TLCAN de casi 25 años entre los tres países. Tanto los medios como la industria están sufriendo de “fiebre de negociación”, ya que esperan ansiosamente los resultados de las negociaciones.

No se sabe mucho acerca de qué implicará este nuevo acuerdo exactamente. Sin embargo, las pocas cosas que sabemos indican que no hay necesidad de ninguna emoción. El nuevo acuerdo comercial será simplemente una amalgama del antiguo TLCAN, el TPP previamente rechazado y algunas medidas proteccionistas nuevas.

¿Es probable que sea una victoria para el libre comercio? Ni por una milla.

Primero, el acuerdo con México especifica que dos tercios del valor de un automóvil (en comparación con el 62% del TLCAN) deben ser fabricados en América del Norte, y casi la mitad debe ser fabricado por trabajadores que ganen un mínimo de $ 16 por hora. Solo los fabricantes de autos que cumplan con estos nuevos requisitos podrán enviar vehículos a través de la frontera con ningún arancel; otros pagarán un impuesto de aduana de 2.5%. Esto es una gran noticia para los sindicatos industriales en los EE UU y también será beneficioso para los sindicatos canadienses en caso de un acuerdo. Pero México también espera que esto obligue a los fabricantes de automóviles a aumentar los salarios. Sin embargo, estas reglas de origen y requisitos de salario y contenido solo aumentan los costos de fabricación. Esto puede eventualmente reflejarse en precios de automóviles más altos, y puede provocar la reubicación de las industrias automotrices de América del Norte a jurisdicciones de menor costo en el largo plazo.

En segundo lugar, las importaciones de acero y aluminio, actualmente sujetas a aranceles después de los últimos intentos de política de Trump para reconstruir las industrias metálicas de EE UU es probable que estas restricciones se mantengan en forma de un plan de cuotas. Los impactos de las cuotas y los aranceles son similares y provocarán aumentos y pérdidas de precios para los consumidores y las industrias adyacentes.

Otras medidas incluyen la extensión de los derechos de autor a un término de 75 años después de la muerte del creador y la eliminación del Capítulo 19 del TLCAN, según el cual las empresas podrían demandar por derechos antidumping o compensatorios ilícitos. Estas medidas aumentan la influencia de los gobiernos en las transacciones comerciales y la intervención en los precios y es probable que reduzcan la innovación a largo plazo. Lo irónico es que la extensión de los términos de copyright existía en la Asociación Transpacífico que Trump se negó a firmar a principios de 2017.

Canadá se ha opuesto a estos dos cambios, pero puede aceptarlos si se le da algo más a cambio. Puede, por ejemplo, negociar para mantener su umbral de minimis muy bajo para bienes libres de impuestos de $ 20, en comparación con $ 800 en los EE UU y ahora $ 100 en México. O puede luchar para continuar la protección, de una forma u otra, para sus ricos ganaderos de Ontario y Quebec, cuya gran influencia sobre la política canadiense los convierte en un poderoso grupo de interés.

Si le parece que el “mucho más justo, realmente buen trato” con México (y posiblemente con Canadá) es simplemente cambiar las regulaciones comerciales de un área a otra en lugar de reducirlas, sus ojos no lo están engañando. La razón de estos cambios es transferir los beneficios altamente específicos que provienen del proteccionismo de un grupo a otro. Incluso estos son bastante efímeros, porque cuando las importaciones disminuyen, también lo hacen las exportaciones. Si los consumidores gastan más en bienes nacionales, los precios internos aumentan, y cuanto más aumentan, más se reducen las exportaciones.

El nuevo acuerdo comercial se trata simplemente de hacer nuevos negocios para nuevos intereses especiales. El libre comercio o los intereses del consumidor nunca entran realmente en la ecuación. Las donaciones de campaña sí.

La opinión de Mises sobre esto fue muy directa y práctica. En Gobierno Omnipotente, demostró que los acuerdos comerciales modernos no guardaban ningún parecido con los tratados comerciales de Cobden y Chevalier:

En la era del laissez faire, los tratados comerciales se consideraron un medio para abolir, paso a paso, las barreras comerciales y todas las demás medidas de discriminación contra los extranjeros … Entonces cambió la situación. El significado de los tratados comerciales cambió radicalmente. Los gobiernos se entusiasmaron por sobrepasarse mutuamente en las negociaciones. Un tratado se valoraba en proporción, ya que obstaculizaba el comercio de exportación de la otra nación y parecía alentarlo a uno.

Es vano esperar algo de cambios puramente técnicos en los métodos aplicados en las negociaciones internacionales sobre asuntos de comercio exterior.

Si también le parece que el inevitable impacto perjudicial del nuevo acuerdo comercial sobre los precios internos y el nivel de vida es contrario a los objetivos declarados de otras políticas gubernamentales, tiene razón de nuevo. Mises explicó en Burocracia cómo los intereses de los grupos poderosos a menudo entran en conflicto, y las administraciones estatales se encargan de ellos de manera fortuita:

El departamento de trabajo apunta a mayores tasas salariales y a menores costos de vida. Pero el departamento de agricultura de la misma administración apunta a un aumento en los precios de los alimentos, y el departamento de comercio intenta aumentar los precios internos de los productos básicos por tarifas. Un departamento lucha contra el monopolio, pero otros departamentos están ansiosos por lograr -a través de aranceles, patentes y otros medios- las condiciones requeridas para construir la restricción monopólica.

A medida que varios acuerdos comerciales cambian nombres, cláusulas y proponentes, con la vieja táctica de cebo y cambio, el proteccionismo solo cambia su disfraz poco convincente. “El nuevo acuerdo sin sentido para el consumidor” sería un nombre más apropiado. Lampadia




Guerra comercial y armamentismo

La administración Trump parece mostrar señales de que detrás de su absurda guerra comercial, que ha estresado todas las relaciones internacionales, viene el impulso de una carrera armamentista que favorecería a las empresas del rubro en EEUU.

Durante el primer año de Donald Trump en la Casa Blanca, las tensiones entre Estados Unidos y Rusia y China, han aumentado notoriamente. Con Rusia parece desarrollarse una relación de amor-y-odio, mientras que con China los temas son más álgidos, y van desde el tema comercial y geopolítico al de control de inversiones chinas en EEUU.

En el caso de China, parte del interés de Trump no va por donde los titulares mayormente comentan. Como afirmó recientemente el FT: “Si bien los titulares sobre la guerra comercial de la administración Trump con Beijing a menudo se centran en materias primas como el acero, aluminio y soya, la motivación subyacente del nuevo estado de ánimo proteccionista es la ansiedad estadounidense sobre el rápido crecimiento de la destreza tecnológica de China.”

La verdad es que “la ansiedad de Estados Unidos sobre la proeza tecnológica china se refleja en Washington, donde los políticos están reconsiderando sus actitudes hacia la inversión extranjera”.

Sin embargo, uno de los temas que más están preocupando a los ciudadanos a nivel global es una posible guerra armamentista. Tanto Trump como Putin han usado una retórica belicosa sobre sus arsenales nucleares, acercando a sus países a una nueva carrera armamentista. Trump ha dicho que la capacidad nuclear de Estados Unidos necesita una renovación. Le dijo a Reuters el año pasado que “si los países van a tener armas nucleares, vamos [EEUU va] a estar en la cima”. Putin, en marzo de este año, dio a conocer una serie de nuevas armas nucleares y advirtió a los gobiernos occidentales que “ahora son necesarias en esta nueva realidad. “Una carrera armamentista sería peligrosa y costosa para ambas partes. Por lo tanto, un acuerdo para reducir la retórica sería una victoria tanto para Putin como para Trump.

En los últimos meses, la administración estadounidense ha publicado tres documentos de gran calado: la Estrategia de Seguridad Nacional, la Estrategia de Defensa Nacional y la Revisión de la Postura Nuclear. En todos ellos, se señala muy explícitamente a China y Rusia como las grandes amenazas al orden internacional.

Más grave aún, hace unos meses, Donald Trump prometió un aumento “histórico” en los gastos de las Fuerzas Armadas en el próximo presupuesto federal. “Este presupuesto es la expresión de mi promesa de mantener seguro a Estados Unidos. Incluirá un aumento histórico en gastos de defensa”, dijo el mandatario a periodistas al término de una reunión con gobernadores en la Casa Blanca.

Según las notas de prensa de la Casa Blanca (y una nota que compartirnos líneas abajo) el plan de Trump incluirá un aumento de 54 mil millones de dólares en gastos de defensa y recortes en ayuda internacional. Esto incrementaría el gasto militar de Estados Unidos (que ya es el más elevado del mundo) en 10 %.

En la última visita de Trump a Europa, para asistir a la reunión de la OTAN, Trump, después de generar nuevos enfrentamientos con Alemania, pidió que sus aliados aumentaran sus presupuestos de defensa a 4% de su PBI.

Veamos algunos informes internacionales:

i. Trump les dice a los líderes de la OTAN que aumenten el gasto militar al 4 % del PBI

Reuters
11 de julio, 2018

Traducido y glosado por Lampadia

Marlene Awaad | Bloomberg | Getty Images

El miércoles pasado, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo a los líderes de la OTAN que deberían aumentar sus gastos de defensa a 4 % de la producción económica de su país, el doble del objetivo actual del grupo de 2 %.

Los aliados de la OTAN ignoraron la demanda como parte de la presión impetuosa de Trump para que los aliados gasten más en su propia defensa en una cumbre en Bruselas, pero el jefe de la alianza debería apuntar a cumplir su objetivo antes de ir más lejos.

“Primero deberíamos llegar al 2%”, dijo el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y agregó que ocho de los 29 aliados cumplían ese objetivo, mientras que otros tenían un plan para hacerlo: un gran cambio a los años de recortes presupuestarios de defensa.

El Secretario General de la OTAN responde a la nueva solicitud de gastos de defensa del 4% de Trump 
Miércoles, 11 de julio de 2018

Una portavoz de la Casa Blanca dijo que hizo sus comentarios cuando instaba a los líderes a aumentar sus desembolsos en defensa y no eran una propuesta formal.

Una fuente cercana al presidente francés Emmanuel Macron también restó importancia a las palabras de Trump como retórica y dijo que “no es una demanda nueva”.

ii. Trump está listo para ayudar a algunos estados de la OTAN a comprar armas de EEUU

Reuters
22 de julio, 2018

Traducido y glosado por Lampadia

El jueves pasado, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que estaba listo para ayudar a los países más pequeños de la OTAN a comprar armas estadounidenses mientras los empujaba a gastar más en su propia defensa.

“No vamos a financiarlo para ellos, pero nos aseguraremos de que puedan recibir pagos y varias otras cosas para que puedan comprar, porque Estados Unidos tiene, de lejos, el mejor equipo militar del mundo: los mejores jets, los mejores misiles, las mejores armas, lo mejor de todo “.

Trump obtuvo una victoria personal en la cumbre luego de pedir a los aliados europeos que aumenten el gasto o pierdan el apoyo de Washington.

La Casa Blanca ha estado impulsando una iniciativa de “Buy American” que tiene como objetivo ayudar a recaudar miles de millones de dólares más en negocios de armas.

La iniciativa ha despertado inquietudes en Europa, donde algunos ven el aumento de las ventas de armas como un objetivo clave de los repetidos llamamientos de Trump a los miembros de la OTAN para que aumenten sus gastos militares.

“Todo el mundo quiere comprar nuestro equipo … Así que estamos ayudando a algunos de esos países a ponerse en línea y comprar los mejores equipos”. Trump enumeró a los mejores fabricantes de armas de EEUU, Lockheed Martin Corp, Boeing Co y Northrop Grumman Corp por su nombre. Otras empresas estadounidenses que se beneficiarán de la venta de armas de EEUU incluyen el fabricante de misiles Raytheon Co y General Dynamics Corp, que construye buques de guerra y otros equipos militares.

El asesor comercial de la Casa Blanca, Peter Navarro, encabezará un equipo de alto nivel que asistirá al Farnborough Airshow la próxima semana para abogar en nombre de las compañías aeroespaciales y de defensa de EEUU. (Reporte de Andrea Shalal y Mike Stone, Edición de Tim Hepher, William Maclean y Lisa Shumaker)

iii. Una carrera armamentista global de US$ 100 mil millones que Trump quiere ganar

Clay Dillow, especial para CNBC.com
CNBC.com
28 de febrero, 2017
Traducido y glosado por Lampadia

El comercio mundial de armas de US$ 100 mil millones está en auge y Estados Unidos sigue siendo el líder firmemente atrincherado de la industria, que representa el 33% de las exportaciones mundiales de armas.

El año 2016, las exportaciones de armas de Estados Unidos alcanzaron aproximadamente US$ 38 mil millones, según la consultora de gestión Avascent. Los principales clientes de Estados Unidos son Arabia Saudita (13 %), Emiratos Árabes Unidos (8.7 %) y Turquía (6.3 %).

Según los datos publicados por el Instituto Internacional de Investigación de la Paz de Estocolmo (SIPRI), entre 2012 y 2016 las transacciones internacionales de armas aumentaron en un 8.4% durante el período de los últimos cinco años, el mayor aumento para cualquier período de cinco años desde el final del Guerra Fría.

Las exportaciones de armas a los ejércitos extranjeros han representado una parte cada vez mayor de los ingresos de los contratistas de defensa de EEUU durante los últimos años. Los principales contratistas de defensa estadounidenses como Lockheed Martin, Boeing, Raytheon y Northrop Grumman han mantenido sus ganancias al encontrar nuevos clientes en el extranjero, principalmente en Asia y Medio Oriente.

iv. La carrera armamentista de IA: el miedo tecnológico detrás de la guerra comercial de Donald Trump con China

La ansiedad de Estados Unidos sobre la proeza tecnológica china se refleja en Washington, donde los políticos están reconsiderando sus actitudes hacia la inversión extranjera.

Fuente: Getty

Por Shawn Donnan en Washington
Financial Times
4 de junio, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

El ZGC Innovation Center se anuncia a sí mismo como una incubadora integral para las nuevas empresas tecnológicas del futuro estadounidense. Su instalación principal se encuentra en Santa Clara, California, justo al final de la calle de los campus de Google y Apple. Su nueva ubicación en Boston está atrapada entre dos de las instituciones educativas más prestigiosas del mundo: la Universidad de Harvard y el Instituto de Tecnología de Massachusetts.

Además de abundantes oficinas y laboratorios, el centro ofrece otra atracción a emprendedores ambiciosos en inteligencia artificial, robótica y otras tecnologías: capital a través de su fondo de inversión. “Nuestra incubación total y los servicios de apoyo comercial en el centro acelerarán drásticamente el crecimiento de su puesta en marcha”, declara su sitio web.

Sin embargo, la incubadora también podría ser fácilmente la zona cero en una guerra de innovación del siglo XXI entre las dos economías más grandes del mundo. Detrás de las instalaciones de Silicon Valley y Boston se encuentra Zhongguancun Development Group, un fondo de capital de riesgo que se originó en el distrito tecnológico de Beijing y es propiedad del gobierno municipal de la ciudad.

Si bien los titulares sobre la guerra comercial de la administración Trump con Beijing a menudo se centran en materias primas como el acero, aluminio y soya, la motivación subyacente del nuevo estado de ánimo proteccionista es la ansiedad estadounidense sobre el rápido crecimiento de la destreza tecnológica de China.

En un momento en que EEUU se enfrenta en una batalla por la preeminencia tecnológica con China, el proyecto ZGC es exactamente el tipo de inversión china respaldada por el estado que los políticos estadounidenses en todo el espectro político ven con escepticismo.

“China se ha enfocado en las industrias estadounidenses del futuro, y el presidente Donald Trump comprende mejor que nadie que si China logra capturar estas industrias emergentes, Estados Unidos no tendrá futuro económico”, dijo Peter Navarro, director de política comercial e industrial de la Casa Blanca, dijo a reporteros recientemente.

La pelea más inmediata de Trump ha tomado la forma de una batalla más amplia contra lo que la Casa Blanca ha calificado como “agresión económica” de China.

Vista desde EEUU, la estrategia industrial Made in China 2025 del presidente Xi Jinping es un esfuerzo liderado por el estado para establecer el liderazgo chino en las tecnologías de la próxima generación de equipos militares y de comercio, especialmente IA, robótica y edición de genes.

Muchos funcionarios estadounidenses ahora cuestionan uno de los supuestos básicos sobre cómo opera la economía estadounidense: su apertura a la inversión extranjera.

Mientras que algunos ejecutivos de tecnología ensalzan el potencial de cooperación en áreas como la IA, el establishment de Washington las considera cada vez más como parte central de una creciente competencia geopolítica.

Algunos analistas estadounidenses temen que sea demasiado tarde para tomar medidas decisivas para evitar que los chinos entren en el sector tecnológico. “Es posible que ya hayamos perdido en esto”, dice Ely Ratner, otro ex funcionario de la administración Obama.

Estados Unidos no tiene la infraestructura necesaria para controlar adecuadamente las inversiones, dice Ratner, quien asesoró al entonces vicepresidente Joe Biden sobre la política de China. Por esa sola razón, “congelar (parar) la inversión china tiene sentido en algunas industrias”.

Ni Zhongguancun Development Group ni su brazo estadounidense, ZGC Capital, respondieron a las solicitudes de comentarios. Pero en su sitio web, la empresa matriz china es transparente sobre el propósito de sus empresas en el extranjero.

“Seguir con la estrategia nacional ‘Belt and Road Initiatives’… ZDG está [expandiendo] activamente sus negocios en el extranjero “, dice, citando la estrategia de desarrollo global de Xi. El objetivo es “aprender la experiencia en el extranjero de [un] ecosistema de innovación”.

El modelo es similar al seguido por un creciente número de compañías tecnológicas chinas y fondos que han aparecido en lugares como Silicon Valley buscando absorber el conocimiento y las nuevas empresas, dice Brewer Stone, socio del banco de inversión boutique Nfluence, que se especializa en Inversiones tecnológicas de EEUU-China.

El director comercial de la Casa Blanca, Peter Navarro, acusó a China de apuntar a las ‘industrias del futuro’ de Estados Unidos. © Reuters

“Gran parte de esto es solo inversión comercial… Su interés número uno es encontrar compañías de buena calidad para invertir y obtener buenos retornos “, dice Stone.

Mientras que muchos en Washington miran con creciente recelo a las inversiones tecnológicas chinas, no faltan las compañías estadounidenses ansiosas por obtener fondos, especialmente aquellas que buscan ingresar a un mercado complicado pero muy grande.

Aunque el enfoque de Trump en la tecnología china tiene un fuerte apoyo bipartidista en Washington, sus tácticas han sido muy criticadas. El mayor error, según muchos críticos, ha sido la disposición de la administración Trump para librar guerras comerciales simultáneas. El impulso de las tarifas impulsadas contra China ha estado acompañado por una que ha golpeado a aliados como Canadá y la UE que podrían haberse unido a una lucha contra Beijing.

Lobovsky de Formlabs teme que los esfuerzos de Trump y otros para aumentar el escrutinio de las inversiones chinas puedan desalentar a los inversores o que las empresas recién creadas apenas tengan en cuenta las ofertas. También ve lo que a él le parece una política industrial que podría ser contraproducente al impedir que las empresas estadounidenses interactúen con contrapartes dinámicas en China o que puedan hacer negocios allí.

Desde su punto de vista, el proteccionismo actual parece miope. En la impresión 3D yace un futuro para las cadenas de suministro que podría eliminar la necesidad de que las empresas produzcan en países de bajo costo como China. Si eso ocurriera, podría mover la manufactura que Trump está ansioso por repatriar un paso más cerca de casa.

“La administración de Trump debe centrarse en fortalecer nuestra economía y nuestra industria tecnológica”, dice Lobovsky. “Si todos están tan preocupados por Made in China 2025, ¿por qué no hacemos Made in USA 2025 para competir?”

Lampadia




Perspectivas sobre las reformas en la India

Desde la postulación de Narendra Modi, hemos seguido el desarrollo de India que, dados sus antecedentes y planteamientos, nos hacían prever un giro sustancial hacia la economía de mercado con especial énfasis en el sector privado. Bastaba ver su lema: “No red tape, only red carpet for investors” (nada de tramitología, solo alfombras rojas para los inversionistas). Ver en LampadiaLa visión de país y reformas que el Perú necesita.

Ahora, en menos de un año, el primer ministro indio Narendra Modi, llamado ‘modifier’ por su afán reformista, buscará la reelección. Si bien su gobierno se atribuye el mérito de que India sea la principal economía de más rápido crecimiento del mundo, la percepción de los votantes no es tan optimista.

Sus reformas y su lucha contra la corrupción, especialmente el desbarajuste que se produjo con el retiro del 86% de los billetes, para detener el dinero negro, han originado que cada vez más indios sienten que la economía ha empeorado, según los resultados de una encuesta del Banco de la Reserva de la India (RBI). Los resultados de la encuesta mostraron que la opinión pública sobre el empleo también se ha debilitado desde hace tres meses. Y el aumento de los precios está aumentando sus problemas. “… los sentimientos sobre la situación económica general del período actual empeoraron con respecto a la ronda anterior, ya que el 48% de los encuestados consideró que la situación se había deteriorado”, dijo el RBI en su informe publicado el 6 de junio.

Modi siempre se ha presentado como un hombre que quiere hacer negocios. “ustedes saben los cambios que hemos realizado y la mejora en nuestras calificaciones soberanas. Más valioso que estos números es el hecho de que el pueblo indio ha acogido con satisfacción las reformas del gobierno “, dijo Modi en enero de 2018, dirigiéndose a los líderes mundiales en el Foro Económico Mundial.

Desde entonces, los inversionistas extranjeros han retirado más dinero que en el año de la última crisis financiera mundial, la rupia se ha devaluado y, recientemente, la agencia calificadora Moody’s advirtió sobre una rebaja si las finanzas de la India se extienden más allá de su objetivo.

La verdad es que la India es la mayor democracia del mundo y, probablemente, el país más difícil de gobernar. Con mayor razón, las dificultades del gobierno para implantar reformas, constituyen un reto de proporciones inmensas. Modi busca impulsar la competitividad de un país que tiene una población del mismo tamaño que la China y que por décadas ha sufrido por ser muy proteccionista, estar plagado de procesos burocráticos asfixiantes, con problemas religiosos, étnicos y políticos, que ningún gobernante quisiera enfrentar.

Sin embargo, las dificultades para avanzar y validar el proceso parecen estar acumulándose. El mundo necesita que la India pueda consolidar su proceso de crecimiento. El artículo que compartimos líneas abajo del Financial Times describe las dificultades, que esperamos puedan superarse.

Modi ahora tendrá que duplicar los esfuerzos para garantizar que los votantes compren su narrativa antes de las elecciones del próximo año. Una gran batalla de percepción se avecina. Lampadia

India: Narendra Modi busca más ‘potencia de fuego’ económico

El crecimiento es sólido, pero se necesitarán más reformas para producir los resultados prometidos por un gobierno que espera reelegirse el próximo año.

Amy Kazmin en Nueva Delhi
Financial Times
24 de junio, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

Un empresario que dice que los negocios están en su sangre, Ajay Gandhi, de 61 años, no piensa muy bien del establishment político de la India. Él lo culpa de las regulaciones bizantinas y una burocracia intrusiva que deja a las empresas privadas frente a lo que él dice que son “obstáculos inimaginables en cualquier [otra] parte del mundo”.

La desilusión del contador con base en Hyderabad es aún más profunda porque pensó que India estaba en la cúspide del cambio en mayo de 2014, cuando Narendra Modi llegó al poder respaldado por una comunidad empresarial harta de la parálisis política de la anterior administración dirigida por el Congreso. El premier tenía una reputación, construida durante la presidencia de Gujarat, por crear un clima acogedor para la inversión privada. Su abrumador mandato nacional generó esperanzas de una serie de reformas favorables al mercado.

“Está identificado estrechamente con la comunidad comercial y empresarial: son sus principales partidarios”, dice Gandhi, que emplea a unas 270 personas en sus compañías de software y contabilidad. “No son de una ideología izquierdista… Pensé que entenderían las áreas con cuello de botella para los negocios y los abordarían”.

Después de cuatro años turbulentos, Gandhi se siente decepcionado. El año pasado, India subió 30 puntos en el informe de Ease of Doing Business del Banco Mundial al rango 100 de 190 países.

“Me demostraron que estaba equivocado”, dice. “Hay 1,000 factores irritantes que enfrenta todo negocio que solo se puede ver a nivel del suelo. Pero ellos [el gobierno de Modi] no tienen oído para eso, y no tienen un ojo para eso. Solo están mirando los titulares”.

El debate sobre el récord económico de Modi promete intensificarse a medida que el primer ministro, que subió al poder con promesas de más empleos y oportunidades, postule para un segundo mandato en las elecciones nacionales que ahora están a menos de 12 meses de distancia.

Lo que no está claro es si su historial económico ayudará u obstaculizará sus perspectivas. India se está recuperando de los embates de su prohibición draconiana de efectivo y una transición difícil a un nuevo sistema impositivo. Ahora que está recuperando algo del impulso perdido, la economía enfrenta una nueva amenaza de la turbulencia global.

Modi mismo estableció expectativas muy altas. Los votantes se preguntarán sí ha cumplido.

En los últimos cuatro años, la administración de Narendra Modi ha invertido en programas de infraestructura y bienestar social © AFP

La pregunta puede parecer extraña para los de afuera. India es la economía más grande y de más rápido crecimiento en el mundo con un producto bruto interno que crece un 7.7 % en el primer trimestre de 2018.

En los últimos cuatro años, la administración ha impulsado una nueva declaración de bancarrota, reordenó el régimen impositivo previamente intrincado y fortaleció su marco de política monetaria. Ha invertido en carreteras y ferrocarriles e intentado hacer que los planes de bienestar social sean más eficientes. Los partidarios del gobierno dicen que estos esfuerzos han puesto a India en camino para un crecimiento estable y acelerado.

“Llevamos a cabo las reformas estructurales que han establecido el escenario para un alto crecimiento sostenido en el futuro para que podamos crecer durante décadas sin ciclos de auge y caída”, dice Jayant Sinha, el ex viceministro de Finanzas, quien dirigió el ahora abandonado esfuerzo por privatizar la transportista estatal Air India. “No hay otro gobierno en los últimos cuatro años en ninguna parte que haya intentado una agenda de reformas que sea tan radical, [o] impactante, como la de la India”.

Hace apenas dos años, Arvind Subramanian, el principal asesor económico del gobierno, pronosticaba con un fuerte optimismo que la India estaba preparada para un crecimiento del PBI de entre el 8 % y el 10 %. Ese es el rango, según la mayoría de los economistas, necesario para generar suficientes puestos de trabajo para su joven población, y para alcanzar el status de renta media-alta en las próximas décadas.

Pero en lugar de reformar los mercados de trabajo y tierras altamente regulados de la India, o privatizar empresas estatales ineficientes, el tiempo y la energía se desviaron hacia la caprichosa prohibición de efectivo de Modi, cuando el 86 % de los billetes se cancelaron abruptamente en un intento de erradicar el dinero negro. Los críticos argumentan que la administración también fue lenta en hacer frente a la gravedad de la crisis de la deuda mala de la India, un gran lastre para el crecimiento.

Arvind Subramanian, el principal asesor económico, © AFP

Ahora, el FMI y Moody’s, la agencia de calificación, pronostican que la India crecerá entre un 7% y un 8% este año y el próximo. Eso es saludable para los estándares mundiales pero muy lejos del crecimiento de dos dígitos necesario en los próximos años para que Nueva Delhi eleve su ingreso per cápita (sólo fue de US$ 1,709 el año pasado según el Banco Mundial) más cerca de los US$ 8,123 de China.

Yashwant Sinha, padre de Jayant, que fue ministro de Finanzas, “dejamos pasar el 2014, el 2015. El 2016, llegamos con el martilleo de la desmonetización y el martillo de un impuesto a los bienes y servicios fallidos. Ahora estamos viendo una tasa de crecimiento tibia de poco más del 7 %”.

TN Ninan, presidente del periódico Business Standard, “en este nivel de ingreso per cápita, crecer un 7 % no es algo súper impresionante”, dice. “Si estuvieras haciendo algo bien, deberías estar creciendo a un 9% o 10 %”.

Ahora un clima económico mundial más volátil con precios del petróleo en alza, amenazas de guerras comerciales e inestabilidad del mercado financiero ha expuesto las vulnerabilidades macroeconómicas de la India, en particular sus frágiles finanzas públicas y el creciente déficit en cuenta corriente.

Jahangir Aziz, jefe de investigación de mercados emergentes en JPMorgan: “El déficit fiscal se está ampliando y no hay una potencia de fuego adicional dentro de la política fiscal o monetaria para proteger a la economía”.

Como reflejo del nuevo nerviosismo, los inversores de carteras extranjeras retiraron 6,700 millones de dólares de los mercados de la India entre el 1 de abril y el 4 de junio, como parte de un cambio cada vez mayor desde los mercados emergentes hacia los EEUU.

Adi Godrej, presidente del grupo de bienes de consumo del mismo nombre:
“En India, si haces demasiado, desestabilizas las cosas” © AFP

Modi llegó al poder con la primera mayoría de partido único de cualquier gobierno indio en 30 años. “Pudo haber hecho lo que quisiera, nadie lo debatía”, dice Gandhi.

Pero el primer ministro tenía poco apetito por las reformas que podrían erosionar su popularidad. Un intento inicial de revisar la controvertida ley de adquisición de tierras de 2013 en la India, que según los negocios hace que sea demasiado caro obtener tierras para la industria, fue abandonado luego de una protesta de los agricultores.

La India atrajo US$ 40 mil millones en IED en 2017 según la ONU, pero como porcentaje del PBI es aún más bajo que en su punto más alto hace una década, mientras que el crecimiento del empleo es lento. Mientras tanto, montones de deudas incobrables en los bancos estatales han sido olvidadas. Se cree que los préstamos incobrables llegaron a su punto máximo, pero la limpieza llevará años.

Las esperanzas se desvanecieron para una revisión de las leyes laborales que hacen que sea casi imposible para las grandes empresas despedir a los empleados, reglas que los economistas dicen que han impedido la creación de empleos y la manufactura a gran escala.

El movimiento más audaz de Modi hasta ahora también es quizás el más extraño: la prohibición de efectivo de noviembre de 2016. Con la gran economía informal severamente perturbada, los empleos perdidos y el crecimiento afectado, los indios todavía debaten si los beneficios superan los dolorosos costos.

India en números

7.7%: Aumento del PBI en el 1T de 2018, menor que lo previsto

US$ 40 mil millones: IED atraída en 2017

US$ 1,709: El ingreso per cápita de la India (China US$ 8,123)

Modi cedió ante las quejas de las pequeñas empresas y redujo muchos requisitos para las empresas con ingresos de menos de US$ 300,000.

Rajiv Kumar, vicepresidente del grupo de expertos del gobierno NITI Aayog, insiste en que las acciones de Modi darán frutos. Lampadia




AdP por el ALCA

AdP por el ALCA

La Alianza del Pacífico debería proponer el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA)

Jaime de Althaus
Para Lampadia

La guerra comercial desatada por el presidente norteamericano Donald Trump contra la China, Europa, Canadá y otros países está ya en su tercera ronda de retaliaciones. Lo último ha sido la amenaza de Trump de imponer un arancel de 20% al ingreso de automóviles europeos, luego de que entraran en vigencia aranceles impuestos por la UE a varios productos norteamericanos.

El problema es que una caída en el comercio global, que termine afectando el crecimiento de la China y del propio Estados Unidos, tendrá como consecuencia la reducción del potencial de nuestro país. El tema es preocupante y, el Perú desperdició la Cumbre de las Américas realizada el 13 y 14 de abril en Lima para formular ante la delegación norteamericana un alegato en defensa del libre comercio mundial en aras del interés de todos los pueblos y también de los mismos Estados Unidos, algo que Lampadia reclamó en varios artículos.

“Ojo con el neo imperialismo brasileño y madrina de los países del Alba. Recordemos su complot contra el libre mercado desde la convocatoria de  Estados Unidos en Miami para la primera reunión del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en diciembre de 1994 así como la penetración de sus compañías privadas más emblemáticas”. Lampadia, 9 de junio, 2014

Pero todavía estamos a tiempo de hacer un planteamiento interesante en esa línea. Recordemos, en efecto, que el tema central de la Cumbre de Lima fue la corrupción, específicamente la “Gobernabilidad Democrática Frente a la Corrupción”. Concluyó en una declaración que contenía 57 iniciativas que los gobiernos debían poner en marcha para combatir la corrupción. Pero nadie vio la relación entre el crecimiento exponencial de la corrupción en nuestros países, inducida principalmente por el Estado y las empresas brasileras y por el mercantilista “socialismo del siglo XXI”, y el aborto de la propuesta del ex presidente George H. Bush de formar una Área de Libre Comercio en las Américas (ALCA), rechazada precisamente por el Brasil a favor de su proyecto de expansión económica y política en América Latina.

Quien sí lo hizo fue Francisco Tudela en un artículo publicado el 16 de abril en El Comercio. El recuerda que la I Cumbre de las Américas fue convocada entre el 9 y el 11 de diciembre de 1994, en Miami, EEUU, con dos objetivos clarísimos para el futuro: conservar y fortalecer la democracia representativa en el hemisferio occidental y concluir las negociaciones para establecer un área de libre comercio en la integridad de las Américas, para el 2005.

Pero lo que ocurrió fue que en la Cumbre de las Américas llevada a cabo en Mar del Plata el 2005, los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, de Brasil, Luiz Inácio ‘Lula’ da Silva, y de la Argentina, Néstor Kirchner, desviaron deliberadamente la agenda de la cumbre. “Kirchner alegó que el tema del ALCA no estaba en la agenda; Lula… atacó el concepto mismo del ALCA, proponiendo el proteccionismo como una defensa contra el “neoliberalismo”. Tabaré Vázquez, el presidente uruguayo, los secundó. El resto, por ignorancia, frivolidad o complicidad, avaló el secuestro de la cumbre”.

Por supuesto, nunca más volvió a plantearse el tema del fortalecimiento de la democracia representativa ni mucho menos el de la integración económica de toda la región a través de un área de libre comercio de las Américas. Antes bien, señala Tudela, “Los adalides del “socialismo del siglo XXI”, por el contrario, sentaron las bases para la geopolítica del mercantilismo socialista, que generó intencionalmente la peor crisis de corrupción en la historia de América Latina”. Y concluye que, con el conjunto completo de medidas anticorrupción contenidas en el Compromiso de Lima, “estamos combatiendo los efectos de la geopolítica del mercantilismo socialista y no la causa conceptual de la gigantesca crisis de corrupción que vivimos”.

El ALBA frenó el ALCA

La causa es obvia: haber abandonado el proyecto de fortalecer la democracia representativa en el continente y de crear una Área de Libre Comercio de las Américas, desde Alaska hasta Tierra del Fuego, en favor del proyecto geopolítico brasilero o de lo que Tudela llama la “geopolítica del mercantilismo socialista”. La corrupción era el arma de penetración de la expansión política y económica brasilera.

Lo increíble –agregamos nosotros- es que el presidente Trump coincide póstumamente con la “geopolítica del mercantilismo socialista” no solo al no plantear ni por asomo volver a la idea del ALCA sino, por el contrario, al torpedear el único proyecto que pudo avanzar en esa línea que es el NAFTA, y al levantar barreras proteccionistas para proteger su mercado.

Como sabemos, el proteccionismo es el instrumento del mercantilismo para favorecer con medidas artificiales los ingresos rentistas de los grupos de trabajadores y empresas protegidos. El problema es que esa política termina siendo un boomerang, porque encarece los productos para los consumidores y reduce la competitividad de la economía. El proteccionismo mercantilista siempre termina cavando su propia tumba. Trump, a pesar de tener una balanza de servicios ampliamente favorable, por mejorar la balanza comercial bilateral en el corto plazo con algunos países, está matando el largo plazo. Lampadia ha desarrollado ampliamente este tema.    

Por eso, a fin de contrarrestar de una manera inteligente la suicida estrategia anti-global de Trump, deberían ser nuestros países –ya no Estados Unidos- quienes propongamos retomar la propuesta del ALCA. Podría hacerlo la Alianza del Pacífico, recogiendo los mismos argumentos que desarrolló el presidente Bush –republicano como Trump- para sustentar su propuesta en la I Cumbre de las Américas. El presidente del Perú debería proponerles esta iniciativa a los presidentes de la Alianza del Pacífico.

El comercio no es un juego de suma cero. Ha llevado y lleva al crecimiento mundial como nunca ha ocurrido en la historia. Y es la gran oportunidad para un país como el Perú. Lampadia




Las Herencias del PT

Este es el quinto de una serie de artículos de nuestro colaborador Sebastiao Mendonca, con la que describe cómo el Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, fundado y destruido por Luiz Inácio Lula da Silva, deja a la economía brasilera con tres candados simultáneos: pensiones deficitarias, deuda pública costosa y carga tributaria alta.

Lula, el principal símbolo del populismo latinoamericano moderno, montó un mecanismo muy efectivo de expansión política regional que ha dejado a Brasil con dos décadas perdidas. Ahora, los países latinoamericanos tardarán muchos años para resolver los problemas generados y pagar los costos en destrucción política, económica e institucional provocada por el PT y Lula en toda la región. Lula, pues ha sido uno de los elementos más perniciosos de la política regional. Gobernó el país durante cuatro períodos, dos directamente y otros dos a través de Dilma Rousseff (quién no pudo terminar el último mandato), y lo llevó hacia el proteccionismo y el asistencialismo, cooptando a sus opositores y promoviendo altísimos niveles de corrupción gubernamental. Ver en Lampadia: La peor Red de corrupción latinoamericana.

Como explicamos anteriormente, uno de los factores de la interrupción nuestro desarrollo es producto de los escandalosos niveles de corrupción diseñados y ejecutados por el ‘putch’ imperialista de la izquierda brasileña, comandada por el ‘gran Lula da Silva’ y sus socios del chavismo y del castrismo. Ver en Lampadia: Brasil corrompe política y negocios – Y nosotros disparamos fuera del objetivo.

En Lampadia queremos insistir en este tema porque consideramos que nuestro país es vulnerable al populismo y a las ideologías anti-sistema. La historia del PT, su ascenso, sus 4 gobiernos, y su derrota, deberían servir para que las nuevas generaciones no repitan los errores que llevaron al PT al poder y lo sostuvieron en él por 13 años, sus equivocadas políticas públicas, y la debilidad de las izquierdas latinoamericanas que se suben a botecitos que solo navegan mientras les duren las prebendas. Lampadia

Sebastiao Mendonca Ferreira
Centro Wiñaq
Para Lampadia

Como hemos explicado en el primer artículo de esta serie, el PT fue creado en 1980 por sindicalistas, grupos marxistas radicales, sectores de la iglesia católica e intelectuales de izquierda. Su ascenso político fue rápido. Podemos decir que aún antes de llegar al gobierno, el PT ya había ganado una influencia significativa sobre la política nacional y sobre el pensamiento de la juventud, especialmente de aquellos segmentos que estaban en contra del gobierno militar.

Hoy, en el 2018, dos años después del iImpeachment de Dilma Rousseff, el PT no ha muerto. Sigue siendo uno de los tres mayores partidos políticos del país junto al MDB (ex-PMDB) y al PSDB. Sin embargo, podemos decir con bastante confianza que, después de 13 años de gobierno, la Era del PT ha terminado. Es oportuno entonces hablar de las herencias del PT.[i]

Un nudo Gordiano de la economía

Después de haber recibido una economía saneada y haber de haber disfrutado los beneficios del súper ciclo de commodities, el PT entregó el país con la peor crisis económica de las últimas décadas, e hizo retroceder el ingreso per cápita seis años, al 2011[ii]:

  • Un Estado sobre-dimensionado e ineficiente
  • Genera una carga tributaria del 35% del PBI
  • Empresas públicas saqueadas o quebradas
  • Un sistema de pensiones insostenible y más deficitario que antes
  • Sin grado de inversión y con una calificación de economía especulativa[iii]
  • Con una deuda pública cuyo pago cuesta anualmente cerca de 6.5% del PBI
  • La economía brasileña es aún más cerrada y más hostil a las inversiones de lo que era antes de los gobiernos del PT.
  • El Brasil está en el puesto 136 de 158 países en el índice de libertad económica. [iv]
  • En el ambiente de negocios, está en el puesto 125 de 190 países (Méjico está en el puesto 49 y Chile está en el 55).[v]
  • El PT dejó un país donde es muy difícil crear empleo productivo.

En síntesis, la economía que el PT deja al país tiene tres candados simultáneos: pensiones deficitarias, deuda pública costosa y carga tributaria alta. Ese conjunto de factores combinados cuestiona la viabilidad fiscal del país y constituye una traba imposible de superarse, a menos que se realicen reformas estructurales drásticas en el sistema de pensiones y en los costos fijos del Estado. La realización de esas reformas estructurales, implaría grandes recortes de gastos y tendría un alto costo político para quienes las realizara.

Michel Temer comenzó a tocar el tema y desistió por los problemas políticos que le generó. Lo más probable, entonces, es que las reformas se posterguen todo lo posible y que la economía brasileña tenga mucha dificultad para retornar a un nuevo ciclo de crecimiento en los próximos años. El Banco Mundial proyecta un crecimiento futuro de 2.2%, requiriendo más de 30 años para duplicar sus ingresos. Como referencia: China con un crecimiento futuro de 6.5% duplicará sus ingresos cada 11 años e India con 7% lo duplicará cada 10 años.

Una economía “tortuga”, aislada de los motores de la economía global, difícilmente va responder a las expectativas de progreso de la población, generando frustración y creando un espacio político para que el PT recuerde a la población como progresaban los brasileños mientras ellos estaban en el poder. La nostalgia de la bonanza de las commodities va ser una carta política disponible para el PT y partidos similares.

La manipulación de la pobreza

El populismo ha sido un rasgo tradicional en la política brasileña. Getúlio Vargas instaló un Estado paternalista 88 años atrás y transformó el populismo y el desarrollismo en las principales referencias para pensar las políticas públicas del país. El populismo está en todo el país, pero es especialmente fuerte en los estados el noreste. Allá, el pasado sigue existiendo y familias de caudillos populistas se mantienen en el poder por generaciones y décadas enteras.

El PT ha hecho del populismo uno de los ejes de su política. El programa Bolsa Familia, con cerca de 60 millones de beneficiarios, ha creado un sector social, de 30% de la población, adicto a las donaciones del Estado. Ha creado, por tanto, un electorado cautivo del PT y del discurso populista. No es gratuito que, en las encuestas electorales, Lula obtenga siempre un 30% de intención de voto. Una parcela muy significativa de ese porcentaje está conformada por los beneficiarios del Bolsa Familia. Sería una sobre-simplificación atribuir la popularidad de Lula exclusivamente a los programas populistas, pero sería también un error no incluirlo como uno de los principales factores detrás de esa popularidad.

Ese populismo en un amplio sector social, reforzado por el PT, genera un sistema de incentivos nefasto que influencia a todos los políticos nacionales para asumir un discurso demagógico. Una fórmula segura para de ganarse votos en ese sector es asumir un discurso en el cual se arguye que la Bolsa Familia está siendo amenazada por políticos elitistas y presentarse como defensor de los más necesitados.

El populismo es mucho más que un programa social como el Bolsa Familia, es una concepción en la cual el ciudadano no visualiza que puede forjar una ruta de ascenso social sin que un político bondadoso le transfiera recursos del Estado. Es una visión de la política en la cual los políticos demagogos son percibidos como los grandes benefactores de los pobres, como personas que, por su empatía social, canalizan los recursos públicos hacia quienes más necesitan.

El populismo es un distractor muy efectivo que sirve de camuflaje para la corrupción. En un ambiente populista el debate nacional se distorsiona, evitando discutir la calidad de la gestión pública. Los gobernantes corruptos presentan las críticas y denuncias como ataques malintencionados de quienes quieren quitar a los pobres los beneficios de los programas sociales. A pesar de la abundancia de testimonios, pruebas y sentencias condenando a Lula, cerca de 24% de la población no cree que él esté involucrado en los actos de corrupción investigados por Lava Jato y un 46% opina que él no debería estar preso.[vi] Ello significa que existe un 22%, que cree que Lula es corrupto, pero le perdona la corrupción por los programas sociales. El populismo es un factor que corrompe no solo a los políticos y a las empresas, sino también a la población.

La manipulación del pensamiento

La manipulación del pensamiento ha sido un elemento fundamental de la estrategia del PT. Este es uno de los campos que el PT mejor domina, y una de las herencias más difíciles de superar.

En la parte final del gobierno militar la influencia del marxismo se expandió en Brasil. Fue un marxismo post-leninista, ligado a la Escuela de Frankfurt[vii] y al teórico italiano Antonio Gramsci.[viii] En ese tipo de marxismo, la política y la cultura deben basarse en la idea de construir una hegemonía cultural[ix]. En aquél entonces, no había en el Brasil otras corrientes de pensamiento que pudieran competir con el marxismo, así que los marxistas y filo-marxistas “jugaron solos en la cancha”. Además, los líderes de izquierda tenían el aurea de luchadores contra la dictadura militar. Esa aurea de heroísmo le daba a la izquierda y a sus ideas una posición de superioridad moral. En la política, la superioridad moral puede ser decisiva.

El marxismo cultural que se propaló entre los intelectuales y artistas brasileños en las dos últimas décadas del siglo pasado ha buscado moldear el imaginario de la sociedad, y su lenguaje para justificar la postura populista. Ellos dieron una atención especial a los creadores de ideas y de cultura: periodistas, académicos y artistas. Bajo esa influencia, un gran sector, sino la mayoría, de los intelectuales renunciaron a la libertad de pensamiento para transformarse en soporte del PT. El Estado instaló una serie de mecanismos de financiamiento, premios y reconocimiento social para incentivar a aquellos que defendían las ideas y valores del populismo petista. El antropólogo Flavio Gordon ha calificado ese fenómeno como un proceso de corrupción de la inteligencia brasileña por parte del poder político.[x]

El número de publicaciones (periódicos, documentales y revistas) y obras de arte (teatro, cine, etc.) de inspiración marxista se expandió notablemente en los años 80 y 90. La presencia de intelectuales y periodistas afines a esas ideas en los medios de comunicación también aumentó, logrando una amplia difusión de sus ideas en la población. Las concepciones marxistas y populistas fueron ganando posiciones académicas en buenas universidades (USP, UE Campinas, UFRJ, etc.) generando una maquinaria de aprobación de teses y reproducción de sus concepciones con las nuevas generaciones.

Con la victoria del PT esas ideas se consolidaron en las universidades y medios de comunicación y sus voceros adquirieron gran prestigio. Las críticas liberales o conservadoras eran presentadas como retrógradas o defensoras de intereses económicos excluyentes, y no faltaban las acusaciones de fascistas. Actualmente, las concepciones marxistas y populistas mantienen una sólida hegemonía en las universidades, especialmente en las carreras de humanidades, y cuentan con toda una generación de profesores, autoridades y alumnos que razonan dentro de sus marcos. El dominio de las ideas marxistas y populistas en los ambientes universitarios brasileños es casi absoluto.

Es recién en este siglo que otras concepciones sociales (liberales y conservadoras) han generado voceros calificados y han logrado abrir espacio en los medios de comunicación y centros académicos, comenzando a ampliar los criterios de análisis de la sociedad brasileña y lograr una influencia, aún bastante minoritaria, en las nuevas generaciones (millennials).

Con el descubrimiento de los mecanismos de corrupción montados por el PT, en especial el Petrolão, sus líderes y seguidores se han desprestigiado, perdiendo su tradicional ventaja moral, y posibilitando que los debates se den en una forma más horizontal. Sin embargo, tomará muchos años para que la herencia ideológica del PT sea desplazada de su posición hegemónica en la sociedad brasileña.

La corrupción de la política

La corrupción en Brasil no ha sido una invención del PT. Brasil, en el inicio del siglo XX fue un capitalismo de apellidos[xi] y posteriormente se transformó en un capitalismo de compadres (crony capitalism).[xii] El control del negocio de los contratos públicos por parte de los políticos existe hace muchas décadas. Sin embargo, la institucionalización de la corrupción como parte de una Política de Estado es, sin dudas, la obra del PT. Ningún partido político ha tenido sus tres últimos tesoreros presos por corrupción.[xiii] Nunca antes, en Brasil, los primeros ministros (José Dirceu y Antonio Palocci) y ministros de finanzas (Palocci y Guido Mantega)[xiv] estuvieron directamente involucrados en el funcionamiento del esquema de corrupción del partido de gobierno. Bajo el PT, la corrupción se volvió una Política de Estado.

La internacionalización de la corrupción para fines de manipulación política también ha sido una obra del PT. Para expandir el populismo en América Latina y África el PT montó tres mecanismos: (1) el Foro de Sao Paulo, (2) la corrupción de partidos políticos y (3) el soporte en marketing político.

  1. Con el Foro de Sao Paulo, el PT montó una red continental de promoción política e ideológica, un espacio de colaboración y celebración, algo parecido a una “Internacional de la izquierda” dirigido por Lula y Fidel.[xv]
  2. Con la corrupción, Lula y Marcelo Odebrecht han financiado a los partidos y gobiernos de izquierda en toda la región y de África: Venezuela, Perú, Cuba, El Salvador, República Dominicana, Argentina, Angola, Mozambique, etc.)[xvi]. El dinero para el financiamiento de los partidos aliados ha salido del BNDES, el gigantesco banco nacional de desarrollo económico y social de Brasil.
  3. El soporte en marketing era brindado por medio de los asesores de campaña del PT (Duda Mendonça, Joao Santana y sus equipos), dirigiendo campañas políticas exitosas en los mismos países antes nombrados. En el caso del Perú, el equipo de Joao Santana trabajó en las campañas de Ollanta Humala y en la revocatoria de Susana Villarán.[xvii]

Con ese trípode de ideología, corrupción y marketing, el PT montó un mecanismo muy efectivo de expansión política regional. Los países latinoamericanos tardarán muchos años para resolver los problemas generados y pagar los costos en destrucción política, económica e institucional provocada por el PT.

Conclusiones

El PT se desarrolló en Brasil porque encontró un país con tradiciones populistas (líderes populistas con arraigo de masa, tradiciones populistas en el pensamiento político del país, amplia intelectualidad populista, etc.), con instituciones públicas aptas para implementar las políticas populistas: sector público grande, banco de desarrollo gigante, corrupción política, etc., e ingresó a la política en un momento propicio.

La Era PT puede ser calificada como típica del período post-dictadura militar. La represión política realizada por los militares evitó el desorden social, pero también destruyó los impulsos creativos de los años 60. Los defensores del orden social fueron vistos como cómplices de la represión y los opositores ganaron un áurea de coraje, inteligencia y espíritu democrático, sin importar la mediocridad de sus ideas políticas ni si eran defensores de dictaduras peores que la de los militares. Ese ambiente distorsionado ofreció condiciones ideales para el crecimiento del PT, y para que personas como Lula y Dilma llegaran a ser presidentes de un país de dimensiones continentales.

Desatornillar al PT del poder fue relativamente rápido, en sólo tres años se precipitaron los acontecimientos, pero requirió una lucha muy compleja. Ello fue posible por la admirable labor de Lava Jato destapando el Petrolão, por las mayores manifestaciones sociales de la historia del país, con más de 6 millones de participantes en las marchas por todo el país, y porque una nueva generación de actores políticos irrumpió en las redes sociales.

El PT ha sido destituido del poder, pero no está destruido. Ellos saben como hacer política populista y tienen un electorado cautivo del orden del 30% del país, saben articular un discurso político demagógico y han sido muy efectivos destruyendo la reputación de sus rivales. El PT, además, cuenta con el apoyo de “organizaciones sociales” financiadas con los recursos públicos (movimientos de los sin-tierra y de los sin-techo), y con una amplia militancia en la clase media, especialmente en los empleados del Estado y de las empresas públicas. Ello significa que el PT seguirá siendo un importante actor de la política brasileña.

Sin embargo, el Brasil cambió en esos años. El período post-dictadura ha quedado en el pasado, y sus fantasmas y mitos se han ido disolviendo en el nuevo paisaje político. Los 33 años de democracia han hecho posible un renacimiento del pensamiento político y algunas instituciones como los institutos liberales han sabido aprovechar el tiempo y han comenzado a formar una nueva generación. El marxismo aún es fuerte pero su hegemonía ideológica comienza a ser fracturada. Las ideas populistas ya no se propagan sin que surjan contendores.

La máscara ética del “luchador” Lula, de los “ex-guerrilleros” Dilma Rousseff y José Genoíno, y de la militancia del PT ha sido retirada. Las pruebas de Lava Jato y las confesiones de los múltiples colaboradores eficaces han puesto en evidencia su real carácter deshonesto y demagogo. A pesar de sus múltiples esfuerzos, el PT ha fracasado en provocar una conmoción social que obligara al poder judicial a retroceder y liberar a un condenado por corrupción.

Lula, el principal símbolo del populismo latinoamericano, ha mostrado sus pies de barro y su alma oscura.

Sin Cuba, sin Brasil y sin Venezuela, la izquierda continental va tener que inventar otros mitos con los cuales confundir a las nuevas generaciones. La experiencia del PT muestra la importancia de la narrativa y de la simbología para que una fuerza política logre acumular fuerza en una sociedad democrática.

Nuestros países seguirán siendo vulnerables al populismo y a las ideologías anti-sistema. La historia del PT, su ascenso, sus 4 gobiernos, y su derrota, debería servir para que las nuevas generaciones no repitan los errores que llevaron al PT al poder y lo sostuvieron en él por 13 años. Lampadia

 

[i] Ello no quiere decir que el PT jamás volverá a gobernar el Brasil, pero si lo hace, será en un contexto muy distinto del actual, y bajo condiciones también muy distintas.

[iii] Todas las calificadoras de riesgo (S&P, Moody’s, y Fitch) han retirado el grado de inversión y han calificado el Brasil como una economía que no puede garantizar las inversiones. La situación fiscal y la incapacidad de los gobernantes para realizar las reformas necesarias son las dos razones por las cuales el Brasil puede tener dificultades de pago.

[vii] La escuela de Frankfurt ha sido la última escuela de marxismo que alcanzó cierto prestigio intelectual. Miembros de esa escuela fueron: Jürgen Habermas, Herbert Marcuse, Erich Fromm.

[viii] En caso del Perú, el marxismo que se difundió estuvo mucho más ligado a los grandes países comunistas, la Unión Soviética y China, y al Trotskismo. La “nueva izquierda”, con afinidades ideológicas al PT, ha sido minoritaria en Perú.

[ix] Antonio Gramsci fue un marxista italiano cuya producción intelectual ocurrió en los años 30, presenciando el ascenso del fascismo. Impresionado por la derrota de los comunistas, Gramsci desarrolló los conceptos de hegemonía cultural y política y del intelectual orgánico. Sus obras alcanzaron gran difusión en Brasil en los años 60, cuando la literatura marxista clásica estaba restringida por el gobierno militar, haciendo que su influencia en los intelectuales brasileños fuera mayor que en otros países latinoamericanos.   

[x] Gordon, F. (2017). A corrupção da inteligência. Rio de Janeiro: Editora Record.

[xi] Estamos llamando capitalismo de apellidos a aquellas sociedades en que el poder económico y político se mantiene en torno a un pequeño grupo de familias, una especie de continuidad de las sociedades oligárquicas previas.

[xii] El concepto de capitalismo de compadres está trabajado por muchos economistas, Mancur Olson fue uno de ellos. El libro “Good Capitalism, Bad Capitalism”, de William Baumol, hace una buena descripción del capitalismo de compadres y del rol de la libre competencia para su superación.

[xiii] Paulo Ferreira, Joao Vaccari Neto y Delúbio Soares, ex-tesoreros del PT, están presos por corrupción.

[xiv] José Dirceu, Antonio Palocci y Guido Mantega están presos por corrupción.

[xv] El Foro de Sao Paulo, conformado por los principales partidos de izquierda latinoamericanos, fue, creado por Lula y Fidel Castro en 1990, y se ha venido reuniendo casi anualmente desde entonces, promoviendo estrategias comunes para que la izquierda llegue al poder en los países de la región. A diferencia de la Internacional Comunista y de la Tricontinental Cubana, el Foro de Sao Paulo no dirigía el accionar de sus miembros, sino que les ofrecía un modelo común de estrategia y coordinaba acciones en las campañas electorales.

[xvi] El PT también trabajó en África haciendo alianzas políticas y financiando a algunos de los gobiernos más autoritarios y corruptos del continente: Angola, Mozambique, Guinea Ecuatorial, etc. https://istoe.com.br/86965_MEUS+QUERIDOS+DITADORES/ 

[xvii] En el caso del Perú, Joao Santana visitó el país, definió las estrategias y encargó la implementación de las campañas políticas a un publicista argentino conocido por el pseudónimo de Luis Favre.




El ‘americano feo’ desestabiliza las relaciones económicas del mundo

El ‘americano feo’ desestabiliza las relaciones económicas del mundo

Con el despropósito liderado por Trump en la cumbre canadiense hace un par de días, se perfila cada vez con mayor claridad, un mundo para el siglo XXI, liderado por tres autócratas: Putin, Xi Jinping y Trump.

Todavía hay muchos personajes que ven en Trump un factor de cambio positivo. Nuestra visión en Lampadia ha sido todo lo contrario, desde que apareció en el espacio político. El  30 de junio de 2015, publicamos en nuestro ticker: “DEBEMOS DECLARAR A DONALD TRUMP PERSONA NON GRATA A LA HUMANIDAD”.

Veamos que pasó en Canadá:

1. El trompazo de Trump al mundo

EEUU llama traidor al premier de Canadá y “socialista” al comunicado final

El presidente de EE.UU., Donald Trump, estrechando la mano del primer ministro canadiense, Justin Trudeau, el sábado, durante la cumbre (Evan Vucci / AP)

La Vanguardia
BEATRIZ NAVARRO
11/06/2018
Glosado y editado por Lampadia

El origen del G7

Difícilmente Valéry Giscard D’Estaign podía imaginarse, cuando creó las reuniones de las siete mayores potencias democráticas del mundo, en plena crisis petrolera, que su 44.º edición terminaría con el representante de Estados Unidos dando un portazo y fulminando con un tuit la firma que horas antes había estampado en el comunicado final, pero es así como acabó la reunión del G-7 en Canadá.

La pataleta de Trump

Furioso porque los demás líderes ofrecieran una versión del acto distinta de la suya, Donald Trump se retractó de los acuerdos firmados, calificó de “deshonesto y débil” al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, por sus declaraciones a la prensa y anunció aranceles para los vehículos de importación.

Intercambio de observaciones y agravios

  • La oficina de Macron critica la “incoherencia e inconsistencia” estadounidense.
  • “Hay un lugar en el infierno para cualquier líder extranjero que hace diplomacia con mala fe con el presidente Trump y luego le da una puñalada en la espalda en cuanto se va por la puerta”, declaró ayer el consejero de la Casa Blanca sobre Comercio, Peter Navarro.
  • Trump, adujo, “le había hecho un favor” al ir a Quebec a pesar de tener “cosas mejores que hacer” y firmando “ese comunicado socialista” que el G-7 logró pactar a duras penas.
  • “Este es uno de los mayores errores de cálculo de un líder de Canadá en la historia moderna”, aseveró Navarro en la televisión Fox News.
  • Larry Kudlow, asesor económico de Trump, acusó en la CNN a Trudeau de “traición” y dijo que el presidente no podía permitir que le debilitaran ante la cumbre con el líder norcoreano, Kim Jong Un.
  • Los líderes europeos demostraron que también ellos saben usar las redes sociales, si bien de forma más sutil que Trump.
  • La delegación alemana ganó la batalla de la comunicación con la difusión el sábado de una foto en que se ve al presidente sentado con cara de pocos amigos y rodeado del resto de los miembros del G-7 mientras Angela Merkel le interpela.
  • El portavoz Steffen Seibert, autor del tuit, subrayó ayer que “Alemania man­tie­ne su adhesión al comunicado acordado”.
  • Más duro fue el ministro del Exterior, Heiko Maas, al decir que “una cantidad extraordinaria de confianza puede quedar rápidamente destruida con un tuit. Por eso es tan importante que Europa se mantenga unida y defienda sus intereses aún más agresivamente”.
  • Un portavoz de la primera ministra británica, Theresa May, dijo a Efe que “seguimos comprometidos con el acuerdo recogido en el comunicado”.
  • “Es importante que Europa defienda sus intereses aún más agresivamente”

Reverberaciones

El mensaje de aislamiento de Trump en la escena internacional estaba claro.

Fue Emmanuel Macron quien llevó la voz cantante en las discusiones sobre comercio el viernes.

  • “Estaba pactado así, se había preparado muy bien y mantuvo una auténtica discusión con Trump, con ejemplos concretos” sobre cosas que este ha dicho y no son ciertas o carecen de lógica económica, explicaron a este diario fuentes diplomáticas europeas desde Quebec.
  • “En un formato así no puedes ignorar sin más los argumentos, y diría que Trump quedó algo desestabilizado”, aseguraron las fuentes.
  • “Nuestras discusiones han permitido restablecer la verdad sobre los intercambios comerciales entre Europa y EE.UU.”, tuiteó victorioso Macron el sábado.

Ese día, tras un duro tira y afloja, EE.UU. firmó el comunicado final del G-7, un texto que rechaza el proteccionismo y aboga por resolver las disputas comerciales por vías legales. Unas horas después, Trump se desmarcó del documento aunque ya estaba firmado. Antes de abandonar la cumbre había hecho una lectura exultante de sus discusiones con los otros líderes del G-7 que se desmoronó cuando estos dieron su propia versión de los hechos y expresaron sus opiniones.

Trump tiene una curiosa concepción de la diplomacia que mezcla las relaciones personales con la política. Su enfado con Trudeau se debe en parte a que este negó que Canadá esté a punto de firmar una revisión del Tratado de Libre Comercio de las Américas que expire a los cinco años, como había dicho Trump. O a que discrepara, como Macron, de que las importaciones de acero y aluminio de Canadá y la UE sean una “amenaza para la seguridad de EE.UU.”, el supuesto al que se ha acogido para aprobar los aranceles sin consultar al Congreso.

Más allá de los roces personales, que Europa, Canadá y México vayan a responder a EEUU subiendo los aranceles a algunos de sus productos irrita mucho a Trump. “Siempre decían que eso no iba a ocurrir”, recordó ayer el presentador de la Fox a Peter Navarro.

2.¿Quién es quién en la foto de Merkel y Trump que resume la tensión del encuentro?

De BBC News Mundo, 10 junio 201

Derechos de autor de la imagen INSTAGRAM @BUNDESKANZLERIN

Se esperaba que fuera una reunión del G7 incómoda… y parece que una imagen vale más que mil palabras.

Una fotografía publicada en la cuenta de Instagram de la canciller alemana, Ángela Merkel, da cuenta de la tensión existente en la cumbre celebrada este viernes y sábado en Canadá entre los países más industrializados del mundo.

BBC Mundo te cuenta quién es quién en la imagen que captura un momento que Merkel calificó de “reunión espontánea entre dos sesiones de trabajo”, pero que para muchos resume a la perfección el ambiente general de una cumbre marcada por los enfrentamientos.

1. Donald Trump, presidente de Estados Unidos

Trump sorprendió a los aliados de Estados Unidos —sobre todo a la Unión Europea, México y Canadá— cuando recientemente anunció un arancel del 25% sobre las importaciones de acero de estos países y del 10% sobre las de aluminio. Todos amenazan con medidas de represalia y esta grieta eclipsó la cumbre, dejando a veces al presidente estadounidense totalmente aislado. Trump abandonó la reunión antes de terminar, quejándose de que Estados Unidos es “como la alcancía de cerdito de la que todos roban”.

Pero también dijo que su relación con los otros líderes del G7 era de “10 sobre 10”.

2. John Bolton, asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos

Han pasado solo tres meses desde que fue nombrado el principal asesor de seguridad del presidente Trump, pero John Bolton ya ha logrado un impacto. Uno de los argumentos del presidente para justificar los aranceles son “motivos de seguridad nacional”, una opinión que Bolton ha respaldado contundentemente.

3. No identificado

4. Shinzo Abe, primer ministro de Japón

Se ha visto sometido a una presión cada vez mayor para unirse a las medidas de represalia contra los aranceles de Estados Unidos. Esto lo coloca en una posición difícil: se ha esforzado por mantener una relación cordial con el presidente Trump y se dice que los dos se reunieron al menos diez veces desde que ocupa la Casa Blanca.

5. Yasutoshi Nishimura, secretario adjunto del gabinete de Japón

El diputado del partido gobernante de Japón trabajó en el ministerio de Comercio Internacional e Industria.

6. Angela Merkel, canciller de Alemania

Estuvo al frente de las conversaciones para tratar de resolver las diferencias en la cumbre, como queda patente en esta imagen. Al parecer, Merkel sugirió la idea de establecer un mecanismo para resolver las disputas comerciales entre EE.UU. y sus aliados. Cuando se le preguntó durante la cumbre sobre su relación con Trump, Merkel dijo que los dos líderes no siempre estaban de acuerdo, pero que podían hablar entre ellos. “Puedo decir que mantengo una relación muy abierta y directa con el presidente estadounidense”, dijo.

7. Emmanuel Macron, presidente de Francia

Se enzarzó en una pelea sobre los aranceles con el presidente Trump en Twitter justo horas antes de que comenzara la cumbre, lo que llevó a algunos a preguntarse si la aparente buena relación entre ambos había terminado. A pesar de esto, se vio que se mantiene en buenos términos y el equipo del presidente Macron dijo que sus conversaciones con Trump fueron “francas y sólidas”.

8. Theresa May, primera ministra de Reino Unido

En una llamada telefónica, May le dijo a Trump la semana pasada que encontraba los aranceles de los Estados Unidos “injustificados y profundamente decepcionantes”. Pero también adoptó un tono más conciliador en la cumbre, instando a los líderes a retirarse del borde de una posible guerra comercial.

9. Larry Kudlow, director del Consejo Económico Nacional de Estados Unidos

El principal asesor económico de Trump defiende la medida de aumentar los aranceles y dice que el presidente estadounidense no debería ser considerado responsable de los crecientes conflictos comerciales con sus aliados. Kudlow dijo que el llamado del presidente para eliminar todos los aranceles entre las naciones del G7 era la “mejor manera de promover el crecimiento económico”.

El presidente francés, Emmanuel Macron, tuiteó una imagen tomada aproximadamente al mismo tiempo que la de Merkel pero desde un ángulo diferente, mostrando lo juntos que estaban los líderes del G7 y sus asistentes cuando se reunieron alrededor de Trump.

Derechos de autor de la imagenTWITTER @EMMANUELMACRON

La foto de Merkel se viralizó en las redes sociales, generando todo tipo de “memes” e intentos por saber qué estarían diciendo los mandatarios en ese momento.

3. Trump afecta severamente la relación de EEUU con Canadá

El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, rechazó frontalmente las declaraciones realizadas por el presidente estadounidense, Donald Trump, y dijo que el nuevo TLCAN no tendrá una cláusula de disolución automática.

“Los canadienses somos educados pero no permitiremos que nos empujen”

En la misma línea, Trudeau afirmó que Canadá impondrá “sin ninguna duda” represalias comerciales a Estados Unidos a partir del 1 de julio a pesar de las amenazas hechas por el presidente estadounidense, Donald Trump.

El canadiense afirmó durante la conferencia de prensa que cerró la Cumbre del G7, que el comunicado conjunto “firmado por todos” los miembros del grupo de países industrializados, contiene “lenguaje consensuado” sobre el comercio internacional, incluida la voluntad de reformar la Organización Mundial del Comercio (OMC) especialmente en lo referente a la resolución de disputas.

La primera ministra del Reino Unido, Theresa May, también dijo que el documento, que todavía no ha sido distribuido por los anfitriones canadienses, reafirma la imposición de sanciones a Rusia hasta que Moscú no cambie “sus acciones” con respecto a la anexión de Crimea.

Comentarios de los líderes desde casa

“Seamos serios y dignos de nuestra gente. Cuando hacemos compromisos, los cumplimos”, dijo Emmanuel Macron en un comunicado de la oficina del presidente de Francia citado por la agencia de noticias AFP. “La cooperación internacional no puede ser dictada por ataques de ira y comentarios desechables”, agregó.
 
“La retirada, por así decirlo, a través de tweet es, por supuesto, aleccionadora y un poco deprimente”, dijo Merkel en una entrevista de televisión.
 
El ministro de Relaciones Exteriores, Heiko Maas, dijo que Trump “en realidad no fue una sorpresa, hemos visto esto con el acuerdo climático o el acuerdo con Irán”.
 
4. De la pataleta en Canadá a pacificar la península coreana en Singapur
 
Peter Baker, New York Times, June 10, 2018

El domingo pasado, el presidente Trump escaló un amargo enfrentamiento con algunos de los aliados más cercanos de Estados Unidos, atacando al primer ministro de Canadá en términos inusualmente personales y dejándose llevar por una crisis diplomática cuando llegó a Asia para negociar un acuerdo nuclear con Corea del Norte.

Nunca he visto algo como esto”, dijo Robert D. Hormats, quien asesoró a los presidentes republicanos y demócratas en una docena de cumbres del G7, comenzando con la primera en Rambouillet, Francia, en 1975, cuando todavía era el Grupo de los 6.

Colofón

Es una lástima que las relaciones internacionales, y sobre todo los temas vinculados al comercio internacional, se manejen de la peor manera. En verdad, los intercambios propiciados por Trump en Canadá son algo que nunca se ha visto.

El peligroso líder estadounidense, se ha peleado con todo el mundo, con sus émulos y con sus amigos, incluyendo a Canadá, tradicionalmente el país más amigo de EEUU.

Como dicen los chinos, cuando las cosas se complican, ‘estamos viviendo tiempos interesantes’. Tres líderes con claras tendencias autoritarias empiezan a diseñar la esencia del clima político del siglo XXI:

  • Vladimir Putin desde Rusia
  • Xi Jinping desde China
  • Donald Trump desde EEUU

Pronto será necesario pensar en cómo enfrentar este desarrollo, desde la perspectiva e intereses de los países más pequeños, como el Perú. Lampadia




Donald Trump inició su guerra comercial contra todos

Llegó el día que tanto temíamos. Donald Trump ha iniciado la guerra comercial que siempre quiso. Y está afectando más a algunos de sus países aliados que a China, el país que acusó repetidamente por prácticas comerciales desleales. La semana pasada, anunció que aplicaría aranceles del 25% a las importaciones de acero de Canadá, la Unión Europea y México. Un arancel de 10% entró en vigor para el aluminio importado de los mismos países.

Con los distintos conflictos comerciales en los que está involucrada la administración Trump, es cada vez más difícil saber qué viene luego. Las tarifas impuestas son las que se anunciaron en marzo pasado; pero China solo exporta alrededor de tres mil millones de dólares en acero y aluminio a los Estados Unidos, mientras que entre Canadá y la Unión Europea exportan más de veinte mil millones de dólares, por lo que serán más afectados.

Canadienses, europeos y mexicanos prometieron responder a la movida estadounidense imponiendo aranceles a las exportaciones estadounidenses, como soya, bourbon y jeans. Así es como escalan las guerras comerciales, se sabe cuando empiezan, pero no como terminan. Una espiral de ojo por ojo podría poner en peligro el crecimiento de la economía de EEUU. Trump parece convencido que extraerá concesiones muy amplias de los socios comerciales más cercanos de Estados Unidos. La semana pasada, Trump ordenó al Departamento de Comercio abrir una investigación que podría conducir a la imposición de fuertes aranceles a los automóviles y camiones importados de Europa. El jueves, nuevamente amenazó con retirar a los Estados Unidos del acuerdo del TLCAN con Canadá y México.

En Europa y Canadá, el nivel de ira hacia Trump está aumentando drásticamente. “Esto es proteccionismo, puro y simple”, dijo el jueves Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea. En el Financial Times, el columnista Edward Luce escribió: “El presidente de EEUU está comprometido con la búsqueda de una guerra comercial de todos contra todos… El hecho de que representa una amenaza para el orden global es una característica, no es un error, de sus acciones”.

En resumen, Trump está llevando a los EEUU a un enfrentamiento simultaneo con México, Canadá, Europa, Rusia y China.

De la guerra comercial a la destrucción del Estado de Derecho

Parece que Trump ya se esta saliendo de control. Con respecto a las investigaciones sobre la trama rusa durante las últimas elecciones presidenciales, Trump afirmó que tiene el “poder absoluto” para otorgarse el perdón presidencial, indultarse a sí mismo.

“Como ha sido establecido por numerosos estudiosos legales, yo tengo el derecho absoluto para PERDONARME a mí mismo.
¿Pero por qué tendría que hacerlo, si no he hecho nada malo? Mientras tanto, la interminable cacería de brujas,
dirigida por 13 molestos y conflictivos demócratas (y otros) continua hasta las elecciones de mitad del período”.

En ABC’s This Week, Giuliani, quien representa al presidente en el caso del fiscal especial desde hace unas pocas semanas, dijo, por ejemplo, que Trump “probablemente” tenía el derecho de perdonarse a sí mismo, mientras aseguraba que él “no tenía la intención” de hacerlo. “Sería impensable que el presidente de Estados Unidos se perdone a sí mismo”, dijo el ex alcalde de Nueva York. “Eso probablemente conduzca de inmediato a una destitución”.

Ya nada puede sorprendernos con respecto a Trump. Esta amenaza es un ataque a la base del Estado de Derecho y el balance de poderes, en una democracia que pretendía ser un modelo institucional. 

Más allá de que Trump pueda citar a algunos juristas que respalden semejante afirmación, esta amenaza constituye una de las afrentas más sucias a la institución presidencial de EEUU y, en nuestra opinión, hace innecesario esperar otros elementos de juicio para concluir que este personaje debe abandonar el poder cuanto antes.

Volviendo al tema comercial, es muy lamentable que, como respuesta al proteccionismo de Trump, se haya desatado una oportunista ola de mercantilismo por parte de muchas empresas en EEUU, que están mirando el corto plazo,  a expensas de la salud del país y del resto del planeta. Lampadia

Por qué el EEUU corporativo ama a Trump

Los ejecutivos estadounidenses apuestan a que el presidente es bueno para los negocios. Pero no a largo plazo.

The Economist
24 de mayo, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

La mayoría de las élites estadounidenses creen que la presidencia de Trump está perjudicando a su país. Los mandarines de la política exterior están aterrorizados de que las alianzas de seguridad se estén arruinando. Los expertos finanzas advierten que el endeudamiento se está descontrolando. Los científicos deploran el rechazo al cambio climático. Y algunos expertos legales advierten sobre una inminente crisis constitucional.

En medio del tumulto hay una sorprendente excepción. Los que dirigen empresas han hecho sus cálculos sobre la era de Trump. En el balance, les gusta. Los ejecutivos reconocen que el valor de los recortes de impuestos, la desregulación y las posibles concesiones comerciales de China superan los brumosos costos de instituciones más débiles y guerras comerciales. Y están dispuestos a jugar con la visión económica elaborada en la casa del presidente Donald Trump, en la que las empresas se liberan del Estado y de la competencia desleal extranjera, y las ganancias, la inversión y, finalmente, los salarios se disparan.

Los fuegos artificiales financieros en exhibición en el primer trimestre de este año sugieren que esta visión se está haciendo realidad. Las ganancias de las empresas que cotizan en bolsa aumentaron un 22% en comparación con el año anterior; la inversión aumentó un 19%. Pero el aumento de la inversión es diferente a las anteriores: está sesgado hacia los gigantes tecnológicos, no hacia las empresas con fábricas. Cuando se trata de calcular los costos totales de la era Trump, América Inc es miope y descuidada.

La vista desde la suite presidencial

Desde que ganaron el Congreso y la Casa Blanca, los republicanos han tratado de desatar el poder de los negocios. Después de las elecciones, Trump celebró cumbres televisadas en vivo con magnates desde la sala de juntas en la Trump Tower y más tarde desde su nuevo cuartel general en la Oficina Oval. Aunque los ejecutivos se han cansado de este tipo de pantomima, particularmente después de las equivocaciones de Trump en las protestas por la supremacía blanca en Virginia, siguen siendo alcistas (bullish). Una razón es la reforma republicana de impuestos corporativos aprobada en diciembre, la primera en esa escala desde 1986, que da varias cosas de alto impacto, incluida la reducción de las tasas corporativas a niveles promedio europeos. Un ahorro anual de US$100 mil millones para las empresas, que representa un 6% de sus ganancias antes de impuestos. También representa una décima parte del déficit fiscal.

La desregulación está en pleno apogeo. Esta semana se produjo una relajación de las reglas bancarias. Los líderes de muchas agencias han sido reemplazados por los designados por Trump. El cambio de funcionarios a cargo, dicen las empresas, implica que están siendo más útiles. Un sorprendente número de mesas directivas respaldan una postura firme sobre el comercio con China. Si, por razones de argumento, China capitulara a las demandas estadounidenses e importara US$200 mil millones más bienes al año, podría aumentar las ganancias de America Inc en otro 2%. Los beneficios para los negocios de Trump son claros, por lo tanto: menos impuestos y trámites burocráticos, posibles ganancias comerciales y un aumento del 6-8% en las ganancias.

El problema es que las empresas suelen ser pobres en la evaluación de riesgos nebulosos, y la visión general del entorno de los CEOs es falible. Durante los años de Obama, la América corporativa estaba convencida de que estaba sitiada cuando, de hecho, a juzgar por los números, estaba en una era dorada, con ganancias promedio 31% por encima de los niveles de largo plazo. Ahora los ejecutivos piensan que han entrado en un nirvana, cuando la realidad es que las reglas del sistema de comercio del país se están tambaleando, la apertura y los tratados multilaterales giran hacia la arbitrariedad, la insularidad y los acuerdos transitorios.

A medida que los contornos de este nuevo mundo se vuelvan más claros, también lo harán sus costos para las empresas en términos de complejidad y previsibilidad. Tome la complejidad primero. Una de las ironías de la agenda del equipo Trump es que, si bien quieren salir de la regulación de las empresas en casa, cuando se trata de comercio internacional quieren regular. Cuando juegan con los aranceles, un gran número de empresas tiene que escabullirse para responder porque tienen cadenas de suministro globales. Los aranceles al acero propuestos en marzo cubren apenas el 0.5% de las importaciones estadounidenses, pero en lo que va del mes 200 firmas estadounidenses listadas han discutido el impacto financiero de los aranceles en sus conferencias con los inversores.

Con el tiempo, se acumulará una red de distorsiones. Debido a que el comercio se está volviendo más regulado, está surgiendo una nueva burocracia de vigilancia. El 23 de mayo, el Departamento de Comercio lanzó una investigación sobre las importaciones de automóviles. Un proyecto de ley en el Congreso prevé examinar todas las inversiones extranjeras en Estados Unidos para garantizar que no pongan en peligro el “liderazgo tecnológico e industrial del país en áreas relacionadas con la seguridad nacional”. Las empresas estadounidenses tienen US$8 billones de capital hundidos en el extranjero; las empresas extranjeras tienen US$7 billones en Estados Unidos; y ha habido 15,000 ofertas empresariales entrantes desde 2008. El costo involucrado en el monitoreo de toda esta actividad podría ser en última instancia enorme. A medida que Estados Unidos evita la cooperación global, sus empresas también enfrentarán una mayor regulación duplicativa en el exterior. Europa ya ha introducido nuevos regímenes este año para instrumentos financieros y datos.

El gasto de volver a regular el comercio podría incluso superar los beneficios de la desregulación en casa. Eso podría ser tolerable, si no fuera por el otro gran costo de la era Trump: la imprevisibilidad. En casa, los recortes tributarios corporativos expirarán en parte después de 2022. Los negociadores de Estados Unidos están buscando una cláusula de caducidad de cinco años en un nuevo acuerdo NAFTA, aunque Canadá y México preferirían algo permanente. Los ejecutivos corporativos esperan que la beligerancia en el comercio sea una estratagema tomada de “The Apprentice”, y que surjan acuerdos estables. Pero imaginen que Estados Unidos firma un acuerdo con China y que el déficit comercial bilateral no disminuye, o las empresas chinas dejan de comprar componentes estadounidenses de alta tecnología a medida que se vuelven autosuficientes, o se genera una burla a Trump por tener un mal acuerdo. Si es así, la Casa Blanca podría romperlo.

Las nuevas leyes de la jungla

Otra razón de la creciente imprevisibilidad es el impulso de Trump de mostrar su poder con actos de pura discrecionalidad política. Acaba de pedirle al servicio postal que aumente los precios de entrega para Amazon, su bête noire y la segunda firma cotizada más valiosa del mundo. Podría atacar con ira a otras firmas de Silicon Valley, después de todo, controlan cada vez más el flujo de información política. El destino de ZTE, una firma de telecomunicaciones china prohibida en Estados Unidos por violaciones a las sanciones, se ha vuelto su capricho personal. Inevitablemente, otros países también están jugando más duro. La autoridad antimonopolio de China está bloqueando la adquisición por parte de Qualcomm por US$52,000 millones de NXP, una empresa rival de semiconductores, como moneda de cambio. Cuando la política se convierte en una negociación continua, el lobby explota. El entorno empresarial menos predecible que resulte aumentará el costo del capital.

A medida que la expansión de Estados Unidos se extiende, estas intervenciones arbitrarias podrían intensificarse. Trump espera que los salarios aumenten, pero se prevé que el 85% de las empresas del S&P 500 amplíen los márgenes en 2019, lo que refleja un control de los costos. O los accionistas, o los trabajadores y Trump, van a estar decepcionados. Dado que las tasas de interés están aumentando, es probable que haya una recesión en los próximos años. En una recesión, las empresas estadounidenses pueden encontrar que su legendaria flexibilidad se ve comprometida porque la política de despedir trabajadores y reducir costos se ha vuelto tóxica.

Los republicanos tienen razón en que los recortes de impuestos y una sabia desregulación pueden impulsar la competitividad de las empresas. Pero se avanza poco en otras prioridades, incluida la reparación de la infraestructura, garantizar que las pequeñas empresas no sean aplastadas por los monopolios y la reforma del sistema educativo. La mayoría de las empresas se enorgullecen de ser sensatas, pero en algún momento eso se convierte en complacencia. Las empresas estadounidenses pueden concluir un día que este fue el momento en que experimentaron todos los beneficios de la era Trump, al tiempo que no contabilizaban los costos. Una estrategia que asume ingresos pero no gastos raramente tiene sentido. Lampadia