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Siempre hay un cisne negro

Siempre hay un cisne negro

Gonzalo Galdos
Publicado en @FactorEjecutivo

La teoría del cisne negro, de Nassim N. Taleb, es una metáfora que describe un suceso, sorpresivo o inesperado, de gran impacto socioeconómico y que recién, una vez que ha sucedido, se racionaliza por retrospección inapropiadamente; es decir, se explica en forma retroactiva para que luzca como predecible o explicable y, por tanto, trata de dar la impresión de que puede anticiparse.

En el caso de la pandemia del COVID-19, cuyos fatales estragos estamos sufriendo actualmente, han sido numerosos los intentos de explicar o, mejor dicho, justificar la falta de previsión y preparación de gobiernos, autoridades, sistemas de salud, empresarios, instituciones y personas, para enfrentar un evento de trágica magnitud. En adición a ello, algunos políticos y líderes de opinión quieren persuadirnos a pensar que era impredecible y, por tanto, que les perdonemos a los responsables una negligencia acumulada durante años por la falta de un mínimo análisis o, sencillamente, su absoluta incompetencia.

A pesar de ser poco frecuentes, la historia está plagada de cisnes negros, los mismos que fueron muy visibles y tangibles en su momento de aparición, porque el impacto que tuvieron fue de tal magnitud para el mundo entero que llegaron a cambiar la forma de vida de las personas. Por eso, resulta muy sorprendente cómo se les llega a olvidar, al punto de que en pocos años son ignorados o descartados, tal como lo fue esta pandemia desde su inicio. Para entender esa amnesia selectiva, merece la pena prestarle atención a ciertas características que hacen invisibles a los cisnes negros para la mayoría de los mortales.

  • En primer lugar, son eventos de muy baja probabilidad de ocurrencia, por ello, son subestimados; sin embargo, a medida que el tiempo transcurre, esta probabilidad va en aumento, como la de un terremoto o incluso un cataclismo.
  • La segunda característica es que, luego de que un evento de este tipo se produce, existe la tendencia (o tal vez la necesidad psicológica) a pensar que ya no volverá a ocurrir en la misma magnitud; un supuesto muy arriesgado que no tiene fundamento.
  • Y tercero, existe la creencia de que ya aprendimos a controlar y gestionar el evento la última vez que ocurrió, sin tomar en cuenta que quizás los que así lo hicieron ya no viven o no transmitieron sus aprendizajes a los posteriores responsables.

Estas características son propias de los sesgos que afectan nuestras decisiones y nuestro comportamiento, siempre aportamos mas evidencia de que somos la especie más torpe, cuando se trata de cometer varias veces el mismo error. La del COVID-19, No ha sido la primera pandemia en el mundo, ni será la última. Tampoco la más grave, pero todo indica que hemos aprendido muy poco de experiencias previas.

Debido a mi afición por el tenis, he tenido acceso al caso de una institución que sí aprendió las lecciones de su experiencia funesta con una pandemia y que podría ser un ejemplo de perseverancia en el entendimiento de la teoría del cisne negro. Se trata de la Junta del All England Lawn Tennis Club (AELTC) que canceló, por primera vez desde la segunda guerra mundial, el torneo más importante del mundo: el Grand Slam de Wimbledon, pero al hacerlo cobró una póliza de seguro por pandemia de 141 millones de euros, a los que se suman una serie de ahorros por la cancelación de otros 45 millones.

Si bien es cierto que Wimbledon factura normalmente 300 millones de euros incluyendo los derechos de TV y el merchandizing, las ganancias al final de un buen año son solo de 45 millones, dentro de los costos está considerado el pago anual de la póliza que asciende a 1.5 millones. Lo interesante del asunto es que tomaron esta póliza contra pandemias en el año 2003, como consecuencia de la crisis sanitaria del SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Grave). No cabe duda de que la decisión de tomar el seguro hoy se aprecia como muy buena y en ese entonces seguramente se vería como muy razonable. Pero lo que pocos saben es la enorme persistencia que tuvieron para mantener intacto el pago anual del seguro por 17 años, a pesar de los pedidos cortoplacistas de muchas personas y administraciones tratando de ahorrarlo por considerarlo una exageración. Ese fue el verdadero reto y también el mérito, consistió en mantener la memoria institucional intacta y los buenos resultados son evidentes. En contraposición, ninguno de los otros tres torneos de grand slam tomó un seguro similar y hoy enfrentan graves crisis.

Si su sentido de previsión y capacidad de aprendizaje le ha impresionado, debo informarles que, por si fuera poco, el seguro también incluye ataques terroristas y hasta la cancelación del torneo por duelo nacional ante el fallecimiento del monarca, cuyo antecedente existe, aunque el más cercano se remonta a 1930. Podríamos decir que el AELTC es la excepción que confirma la imprevisión de los demás. Sin embargo, y a pesar de nuestros sesgos, se puede aprender por vecindad. En las mismas fechas, el Royal & Ancient Golf Club, organizador del Grand Slam Open Británico de golf, también canceló su torneo y cobró un seguro similar por una suma no revelada.

Todo indica que la verdadera lección en muchos ámbitos de la actividad humana es que no nos debemos preguntar si realmente existen los cisnes negros solo porque no los hemos visto. Las preguntas correctas serían ¿cuándo podremos verlos? y ¿estaremos preparados? Lampadia




Teoría de Einstein se comprueba después de cien años

Teoría de Einstein se comprueba después de cien años

En un anuncio que electrizó al mundo de la astronomía, el jueves pasado, un grupo de científicos anunció que finalmente han detectado las ondas gravitacionales, las ondulaciones del espacio-tiempo que Albert Einstein predijo hace más de un siglo. Esto significa que grandes concentraciones de masa pueden distorsionar el espacio-tiempo. Muchos científicos han comparado la importancia de este descubrimiento con el momento en que Galileo usó el telescopio para observar los astros.

El descubrimiento de estas ondas, creado por la violenta colisión de dos agujeros negros de masas muy superiores a la de nuestro Sol. Este anuncio genera un gran entusiasmo entre los astrónomos, ya que abre la puerta a una nueva forma de observar el cosmos. “Hasta este momento hemos posado nuestros ojos al cielo, pero no podíamos escuchar la música”, dijo el astrofísico de la Universidad de Columbia Szabolcs Marka, un miembro del equipo descubridor. “El cielo nunca será el mismo.”

Vox.com

Las ondas gravitacionales fueron detectadas el 14 de septiembre de 2015. Sobre la base de las señales observadas, los científicos del Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (LIGO) estiman que los agujeros negros de este evento eran de entre 29 y 36 veces la masa del Sol y que el suceso se llevó a cabo hace 1.3 millones de años. 

De acuerdo con la teoría general de la relatividad, un agujero negro que orbita alrededor de otro pierde energía a través de la emisión de ondas gravitacionales, haciendo que se acerquen poco a poco entre sí durante miles de años y, luego, mucho más rápidamente en los últimos minutos. Durante la última fracción de segundo, los dos agujeros negros chocan y forman un único agujero negro de mayor masa. Esta fusión estelar emite energía en forma de ondas gravitacionales. Estas se han observado en LIGO, una instalación diseñada especialmente para detectar estas ondas. 

LIGO está formada por dos interferómetros láser, separados por una distancia de 3,000 kilómetros. Uno de ellos está en Louisiana y el otro en el estado de Washington. Sus brazos son tubos de vacío de varios kilómetros de longitud y tienen espejos para reflejar la luz y combinar los rayos para crear un patrón de interferencia, el cual se utiliza para conseguir mediciones extremadamente precisas de las interferencias de las ondas. La infografía (abajo) muestra claramente la composición y funcionamiento de LIGO:

Este descubrimiento pareciera una celebración de aniversario, ya que ha ocurrido cien años después de que el genio de la física del siglo XX, el científico Albert Einstein, creador de la teoría reconociese que las vibraciones producidas en los confines del universo por fenómenos masivos (que él había predicho en la Teoría de la Relatividad General) no se detectarían nunca por ser casi imperceptibles al llegar a la Tierra. Cien años más tarde, los investigadores de LIGO consiguieron captarlas. Un hito científico de la Astrofísica.

Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (LIGO)

Las ondas gravitacionales, teorizadas por primera vez por Albert Einstein en 1916 como parte de su teoría de la relatividad general, son una ondulación del espacio-tiempo producida por un cuerpo masivo que se transmite a la velocidad de la luz. Al desplazarse, las ondas gravitacionales comprimen el espacio, lo cual produce una señal muy característica en el fondo cósmico de microondas, una débil radiación remanente del Big Bang. Los científicos encontraron una prueba indirecta de la existencia de las ondas gravitacionales en la década de 1970 (cálculos que mostraron alguna vez cambian ligeramente las órbitas de dos estrellas en colisión) y el trabajo fue honrado como parte del Premio Nobel de 1993 en la física. Pero el anuncio del jueves fue la detección directa de una onda gravitacional.

Para entender mejor esta teoría y cómo fueron descubiertas las ondas gravitacionales, compartimos un video ilustrativo de Georgia Tech:

Según Gizmodo, si conseguimos ver, y no sólo representar, la radiación gravitacional, se abrirá ante nuestros ojos, toda una nueva manera de observar y entender el universo. El profesor de Física, Cliff Burgess, de McMaster University, explica que actualmente se observa al espacio con luz visible, por lo que si vemos el universo, éste no se ve transparente, sino opaco. No hay nada que se pueda hacer al respecto. Sin embargo, si pudiéramos ver las ondas gravitacionales, se podría ver más allá de donde se puede ver con la luz física. Eso es lo importante. Se podría tener acceso directo a algo que está muchísimo más lejos de lo que podemos ver actualmente.

Wikipedia
Wikipedia

Por lo tanto, el haber encontrado pruebas de las ondas gravitacionales pone fin a la búsqueda de una predicción clave de la teoría de Einstein, la cual cambió la forma en que la humanidad percibe conceptos clave como el espacio y el tiempo. Esto ha abierto nuevas e interesantes vías a la astronomía, que permitirán efectuar medidas de estrellas lejanas, galaxias y agujeros negros en base a las ondas que emiten y hoy no vemos ni medimos.

Actualmente, científicos e ingenieros de todo el mundo se están reuniendo para detectar las ondas gravitacionales y entender más acerca de ellas. Aplaudimos este gran acontecimiento, pero principalmente el enorme e interminable esfuerzo de cien años para conseguir este logro. Esperamos que continúen. Lampadia




Inteligencia Artificial: ¿Se puede controlar?

Inteligencia Artificial: ¿Se puede controlar?

El mundo está cambiando y cada vez dependemos más de la tecnología, que está avanzando a pasos agigantados. La inteligencia artificial es una de las áreas más importantes para el desarrollo de estos avances, aunque se cuestiona su poder, y la amenaza que podría presentar en el futuro. No nos referimos a los tradicionales opositores al cambio, sino a las advertencias de los seres humanos más inteligentes, como Stephen Hawking.

El uso de máquinas que están programadas para pensar y actuar con un cierto nivel de inteligencia “humana” y autonomía se conoce como inteligencia artificial (IA). Nuestras vidas están cambiando radicalmente por esta tecnología, y ya se utiliza en una amplia gama de servicios cotidianos. Muchas aplicaciones en computadoras, celulares y retailers son diseñadas para buscar patrones en el comportamiento del usuario y luego reaccionar a ellos. También están programadas para utilizar la información almacenada en sus bases de datos para mejorar la reacción a los comandos y predecir ciertas conductas.

Por ejemplo, la IA se utiliza en supermercados para averiguar qué productos se deberían colocar juntos, el color y el precio son comparados con otros, y si deben ser colocados vertical u horizontalmente. Las empresas invierten una gran cantidad de dinero en IA para predecir la conducta de sus clientes-consumidores y cómo hacer que aumenten sus compras.

Sin embargo, existe un miedo de qué podría suceder si la IA permita desarrollos que vayan en contra del bienestar de los seres humanos. Hay un riesgo de seguridad en la creación de una máquina más inteligente que cualquier humano ya que no hay garantía de que se podrán controlar y limitar sus acciones.

Hace poco, el físico Stephen Hawking, la mente viva más brillante del mundo, le advirtió al comediante John Oliver que: “La inteligencia artificial podría ser un peligro real en un futuro no muy lejano.” Hawking expresó su preocupación de que un sistema [robótico] con IA podría “diseñar mejoras para sí mismo y ser más astuto que todos nosotros”. Cuando Oliver le preguntó en broma, “¿Pero por qué no estaría emocionado de luchar contra un robot?”, Hawking respondió simplemente: “Perderías.” Ver en Lampadia (L): Entrevista a Stephen Hawking por John Oliver:

Como afirma el filósofo y visionario, Zoltan Itzvan: “La venida de la inteligencia artificial será probablemente el evento más significativo en la historia de la especie humana. Por supuesto que puede ir mal. Sin embargo, puede igual de bien catapultar nuestra especie a nuevas e inimaginables alturas. La inteligencia artificial puede causar quelos libros de ciencia y tecnología sean completamente reescritos con nuevas ideas – mejores y más complejas. Será una nueva era de aprendizaje y vida avanzada para nuestra especie. La clave, por supuesto, es no darle libertad”.

Una manera de controlar la IA fue propuesta por Isaac Asimov (en 1942) en sus Tres Leyes de la Robótica:

1. Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.

2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la 1ª Ley.

3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la 1ª o la 2ª Ley.

Sin embargo, forma parte de la ciencia ficción. Nick Bostrom, Director del Instituto del Futuro de la Humanidad de la Universidad de Oxford, explora dos enfoques diferentes para controlar la superinteligencia artificial: Mediante sus capacidades y motivación. Pero de inmediato agrega que cada mecanismo tiene sus debilidades.

El control de las capacidades puede adoptar diferentes formas. Existe la contención física. Bloquear el IA en una caja sin acceso a Internet. Pero siempre existe el riesgo de que logre hackear el sistema. Otra forma es con incentivos. El problema de repartir recompensas por buen comportamiento es que la IA podría eludir o querer eliminar el control humano para conseguir su premio.

Otro enfoque es el motivacional: con el diseño de un sistema que aprenda a través del tiempo al igual que los seres humanos y adquieran valores a medida que maduran. El problema es que los científicos no saben realmente cómo funciona esto en los seres humanos. Y entre los seres humanos ya tuvimos a Hitler, Stalin, Mao, Pol Pot y Al-Assad, por mencionar unos ejemplos. Bostrom cree que este enfoque es una de las avenidas más prometedoras de control de una superinteligencia y sugiere investigar este tema más a fondo.

La humanidad está a punto de dar nuevos saltos en su calidad de vida por los avances tecnológicos que están empezando a masificarse. (Ver en L: Robots ingresan a la fuerza laboral). Esto nos lleva a debatir seriamente los aspectos éticos del uso de las nuevas tecnologías y su posible amenaza. Aunque ya estamos un poco tarde.

Más allá de los miedos tradicionales al cambio, la reacción estratégica debiera ser la de prepararse para adoptar las nuevas tecnologías que nos permitan desarrollarnos. Es difícil pensar en algún problema que una IA no pudiera solucionar: Enfermedades, pobreza, destrucción del medio ambiente, entre otros. Además, podría crear oportunidades para aumentar considerablemente nuestras capacidades intelectuales y nos podría ayudar a crear un mundo mejor, hasta hoy, tal vez utópico. No olvidemos que Fernando Savater nos dice que el hombre evoluciona a través de la tecnología. (Ver en L: Hasta ahora somos solo parte de la comparsa de abstencionistas).

Debemos empezar a prepararnos, y analizar posibles alternativas para el control esta gran tecnología, que promete increíbles oportunidades para el futuro. Y por supuesto, permitir que los peruanos seamos parte del nuevo mundo, logrando cuanto antes el nivel de desarrollo y bienestar general necesarios. Lampadia