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Arellano: la clase media marca la pauta

Arellano: la clase media marca la pauta

En la siguiente entrevista publicada por Perú 21, Rolando Arellano, ratifica la importancia de la expansión de la clase media para la economía y la estabilidad de la sociedad y las instituciones. Precisando que se trata de un fenómeno inédito, agrega que la emergencia de las clases medias es la gran novedad económica y social de las últimas décadas, una clase media que marca la pauta en la economía, la sociedad, la política y todas las expresiones de nuestra prosperidad.

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Enrique Vásquez: Gobierno desaprobado en política social

Enrique Vásquez: Gobierno desaprobado en política social

En la siguiente entrevista, Enrique Vásquez, especialista en temas de pobreza, afirma que en cuanto a políticas sociales, el gobierno de Ollanta Humala está desaprobado. Señala que haber reemplazado, a tontas y locas, el antiguo Pronaa por Qali Warma ha conducido al gobierno a una debacle. Las cifras estremecen: en el 2012 los programas sociales perdieron 900 millones de soles por mala administración y filtraciones. Asimismo, Vásquez precisa que Qali Warma no ha definido correctamente sus objetivos y que, en cuanto a proveedores, hay de todo los tipos: desde empresas sin RUC hasta transportistas, arquitectos y constructores de edificio que se dedicaron a distribuir alimentos. Una entrevista esclarecedora sobre la improvisación del MIDIS.

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Sedapal: No hay agua para los pobres

Sedapal: No hay agua para los pobres

En el siguiente editorial de El Comercio se comenta el anuncio por parte de Sedapal de una nueva estructura de precios a partir del 2015 que permita a cada hogar pagar tarifas acorde con sus ingresos. Lamentablemente, su deficiente cobertura implica que actualmente el 30% de limeños tienen que recurrir a otras fuentes con precios hasta 12 veces mayores a las tarifas oficiales actuales. Si bien Sedapal espera realizar inversiones por más de S/. 2000 millones anuales hasta el 2016 para cubrir esta s,  el año pasado no pudo ejecutar más que  S/. 266 millones de un presupuesto de S/. 414 millones. Estas metas poco realistas podrían terminar por ahogar a Sedapal. Mientras tanto, los pobres seguirán sin agua.

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“Siento que la generación más joven va a llevar al Perú al nivel que siempre hemos soñado”

“Siento que la generación más joven va a llevar al Perú al nivel que siempre hemos soñado”

A una semana del 28 de julio, podríamos decir que este cocinero es considerado casi un símbolo patrio. Muchos lo quieren como presidente, pero Gastón Acurio prefiere seguir en lo suyo: haciendo política desde su cocina. “Habría que estar loco para ocupar un cargo político”, bromea, y acaba una vez más con el sueño de aquellos que le escriben por el Twitter: “Sálvanos, Gastón”. La entrevista fue realizada por la periodista Ana Núñez.

-Contaste una vez que por un tema de “traumas, fantasmas y demonios” no soportabas antes el amargor de la aceituna negra. ¿Qué historia tuya hay detrás de esa antigua aversión a las aceitunas, Gastón?

Debe ser algo familiar… Es interesante, porque el peruano tiene un problema con el amargo. No hay un solo plato de la cocina peruana en donde el amargo sea un sabor importante. La cocina peruana es cítrica, picante y dulce. El amargo es una virtud gastronómica en Europa. Es un asunto cultural. Quizá por ahí vaya lo de las aceitunas. Pero es un tema de ir liberándose de estas murallas que vas construyendo en tu cabeza por miedos, influencia familiar o cultural, etc.

-¿Así como superaste el problema con el amargo, lograste matar esos fantasmas, esos demonios?

Nooo, no quiero. Ni hablar. A los demonios hay que dormirlos un poquito y que se despierten de vez en cuando, cuando las causas lo ameriten. ¿Cómo valorar el cielo si no conoces el infierno?

-¿Has estado en el infierno?

Sí. Si el demonio habita en ti, en el sentido de esta dualidad que tiene el ser humano, que la llevas dentro, y que se expresa en los momentos más inesperados y te termina dominando a veces…

-¿En qué momento de tu vida te sentiste dominado por el lado oscuro de esa dualidad?

Cuando empecé, porque recibí un mal ejemplo en mi formación. El cocinero de ahora no tiene nada que ver con el cocinero que tuve como profesor. La imagen del cocinero de antes es la de un personaje histérico, ególatra, vanidoso, ensimismado en su mundo puramente culinario; egoísta en el sentido que no revela sus recetas. A mí me metió un patadón un día un jefe de cocina porque me demoré en… Era normal en la formación de aquella época.

-¿Era normal…?

Sí, o sea, “apúrate, huevón”  ¡Plafff! Esas son cosas que aprendes a no hacerlas, ¿no? Pero de lo que es difícil sustraerse es de esta obsesión por que todo salga perfecto y que los convertía en ogros irascibles cuando algo no salía bien. Cuando abrí mi primer restaurante, entonces, sí pues, gritaba como un loco cuando algo no salía bien; hasta que terminé un día en la clínica por un ataque de estrés y ahí se acabó. Ahora nadie grita y lo más importante: si algo no sale bien, mañana saldrá mejor. No pasa nada.

-Mario Vargas Llosa escribió un artículo que tituló “El sueño del chef”. Ahí cuenta la historia del niño que a los 8 años gastaba sus propinas en ingredientes de cocina y que luego lograría una hazaña cultural y social al frente de la gastronomía peruana. Pero olvidó decirnos cuál es ese sueño tuyo, Gastón…

Yo tengo muchos sueños, me levanto con la ilusión de hacer algo nuevo cada día. Son sueños que buscan crear, producir y que están relacionados con lo que me gusta hacer y con el impacto que eso puede generar en mi entorno, en mi país. Y sí, pues, creo que el sueño más grande que tenemos miles –porque yo me siento parte de una generación– es que podamos vivir el momento que el Perú siempre debió tener.

-¿Cuál es ese momento?

Ser un país protagonista en el mundo, un país capaz de inspirar al mundo, que sea reconocido por su cultura, por sus productos, pero también por sus logros como sociedad. Hay muchas batallas por librar aún, pero estamos en el camino.

-Batallas libradas junto a tu “ejército de cocineros”, como los llamas…

Lo fascinante es que ahora ya no es solo de cocineros sino de toda una generación. Los peruanos finalmente hemos perdido el miedo en el sentido más histórico. Nuestra multiculturalidad se ha convertido en un ingrediente de seguridad y eso se traduce en música, moda, arte, cultura, empresarios comprometidos, etc. Ahora creemos en nosotros mismos, condición número uno para conquistar una libertad económica, que es lo que nos falta. Tenemos libertad política, la emocional la hemos logrado recientemente, y ahora vamos por la libertad económica.

-Tienes una preocupación especial por el tema educativo. En el 2007 creaste el Instituto de Cocina de Pachacútec y ahora te has propuesto crear una universidad. Pero, aún con estos esfuerzos, el nivel de educación en nuestro país sigue siendo uno de los últimos en el mundo.

Si tienes claro que la educación es la mejor herramienta para saldar deudas sociales, para que los jóvenes que no tuvieron oportunidades puedan competir, tienes dos caminos: eludir esa responsabilidad o enfrentarla. Mi responsabilidad en lo personal es intentar hacer la mejor universidad del mundo. Tenemos 25 hectáreas cerca de Santa María y la idea es que ese desierto, en cien años, sea como Berkley, una universidad de estudiantes y profesores de todo el mundo, vanguardista en todo sentido, que genere luz, cambio, líderes. Pero, claro, entiendo lo que dices. Por eso pienso que debemos tener objetivos y un plan de 50 años.

-¿Cuáles serían esos objetivos?

El primer objetivo es que la educación pública en el Perú sea mejor que la privada; el segundo, que la educación en el Perú sea la mejor de América Latina. Logrado esto, para que sea una de las mejores educaciones del mundo hay un paso. Pero debe haber una obsesión en todos los peruanos para que ni un talento en las ciencias, en las artes, en la cultura, se pierda por falta de oportunidades. Ese es un pasivo muy grande que el Perú no se puede dar el lujo de asumir.

-Dicen que la gastronomía es al Perú como el fútbol a Brasil o Argentina. Quizá por eso las críticas a nuestra comida, como las de Martín Caparrós, hacen sonar tambores de guerra. ¿Cómo las tomas tú?

Es importante decirlo mil veces: no hay mejor herramienta para progresar que la crítica. La buena y la mala. La bienintencionada e incluso la malintencionada, que te permite conocer a tus enemigos. Y mal haríamos en promover intolerancia frente a una crítica en un discurso gastronómico cuya bandera es la tolerancia, y que en ningún momento ha dicho que somos mejores que otros, sino simplemente que queremos ser cada día mejores. Lo importante es explicar que las críticas no son una amenaza sino una oportunidad para mejorar.

-Hubo también quienes aprovecharon la intoxicación de Morrisey para desprestigiar a la comida peruana. ¿Este suceso te parece una anécdota menor o es preocupante para la imagen de nuestra gastronomía?

No, es una alerta de que hay que seguir trabajando en lo que se conoce técnicamente como la inocuidad alimentaria. Es cierto que existe la posibilidad de que personas que no han desarrollado los anticuerpos puedan sufrir algún tipo de intoxicación si toman el agua que nosotros estamos acostumbrados a tomar, pero la realidad es que lo que le pasó a este señor le pudo haber pasado en cualquier país del mundo. Y si además aparentemente (Morrisey) tenía una debilidad estomacal… Pero todo eso ya pasó, ya fue. Entonces no era tan importante.

-Estamos a ocho años del bicentenario y quizá sea momento de replantearse la pregunta de Zavalita. ¿Se sigue jodiendo el Perú?

No, para nada, estamos en buen camino. Faltan muchas batallas que luchar, pero el 2021 es una fecha icónica, una meta, una ilusión que para la generación a la que pertenezco implica muchas cosas. Soy muy optimista con la generación más joven, siento que esa generación va a llevar al Perú a los niveles que siempre hemos soñado en todos los terrenos: en la política, en la cultura, en la actividad empresarial, en la investigación, etc. Creo que el 2021 el Perú va a ser un país querido y reconocido en el mundo.

-¿Jornadas como la del miércoles en el Congreso, el día de la llamada “repartija”, no te hacen sentir que en lo político las cosas no mejoran?

Pero quién ha construido el desarrollo del Perú en los últimos 12 años, ¿la política o la sociedad? Es la sociedad civil la que ha construido el desarrollo del Perú trabajando duro, creando, haciendo, arriesgando. Pero más allá de un gobierno, de una casta política, el sistema no está acompañando esa energía. La gran oportunidad es hacer que a quienes les estamos entregando el poder estén a la altura de esa responsabilidad, pero no podemos descorazonarnos porque algunos ejemplos no lo estén. Lo que quiero decir es que en realidad somos los ciudadanos los que tenemos el poder.

-Ese poder ciudadano, concentrado básicamente en los jóvenes, le ha enmendado la plana al Congreso esta vez; ha logrado rectificar cuestionables acciones políticas. Esto es esperanzador, cuando menos…

Hoy más que nunca este poder ciudadano no está dispuesto a ser un mero espectador de las decisiones que se toman en este Perú que estamos construyendo con gran sacrificio. Hoy los jóvenes están llenos de sueños para sus vidas y su país, no creen en ideologías extremas ni sueñan con que el Estado les regale nada. Pero sí creen en la democracia como un sistema que debe ser conducido por gente preparada e intachable. Por eso es que salen a las calles a reclamar cuando ven que sus supuestos líderes no están a su altura. Esto no puede ser más esperanzador para el futuro del Perú. Son los jóvenes los que llevarán al Perú a lo más alto que jamás hayamos imaginado.

-La clase política está muy desprestigiada en nuestro país. La gente no se siente representada por ella. ¿Compartes este sentimiento de rechazo?

A mí no me gusta generalizar. Creo que hay políticos buenos y políticos malos. Como hay empresarios buenos y empresarios malos. Y creo que la política tiene más tribuna de la que debería, porque la realidad es que hay muchas historias de gente que hace política sin tener cargos políticos, gente que está haciendo cosas muy buenas por su país. Pero sí es cierto que la democracia se debilita mucho cuando se descubre una doble moral, y nuestra democracia está muy frágil todavía. Cada 12 años, siempre hay algún problema… Estamos en el año 13, así que tenemos que trabajar para fortalecerla.

-¿Desde tu lugar, desde tu cocina, desde tus institutos, estás haciendo política también?

Cuando los cocineros salimos a promover el Perú, estamos haciendo política, política cultural, política económica. En mi campo, desde la cocina, hacemos política todos los días, intentando elevar la imagen del Perú en el mundo, intentando promover nuestros productos en los mercados, intentado integrar a las cadenas productivas que estaban históricamente olvidadas en nuestra actividad económica. Para un médico, hacer política es luchar por que la salud llegue a todos por igual; para un profesor, buscar que sus alumnos cada día tengan una mejor formación. Pero un cargo político… habría que estar loco, ¿no?

-¿Habría que estar loco para aceptar un cargo político?

Sí, hay que haber nacido para ser político y yo no he nacido para eso. Mi terreno es la cocina y de ahí no me voy a mover.

-Un gran sector de la población, sin embargo, desearía que ocupes un cargo político. Algunos te quieren de presidente. En el Twitter hay un hashtag “Sálvanos, Gastón”…

(Ríe). ¿De verdad? Qué bárbaro… La verdad, sería muy malo que un cocinero tenga la arrogancia y la vanidad de querer ser presidente. Muy malo. Hay mucha tarea que demanda conocimiento, pasión, trabajo, dentro del terreno de la cocina, y que puede ser muy bueno para el Perú. Si nuestra huancaína tiene la universalidad del ketchup algún día, ¿eso no es bueno para el Perú? Claro que es bueno. Qué tiene que ver eso con creerse una suerte de mesías, para lo cual tienes que tener otro tipo de habilidades…

-¿Habilidades que crees que no tienes…?

Nooo, para nada. La del político es una personalidad distinta, es diferente. Yo no tengo la menor intención… A veces parece, quizá, porque hablamos cosas… Los cocineros no podemos tomar una posición política porque representamos a todo el país. Obviamente, si hay temas de corrupción o que atenten contra la democracia, seremos los primeros en salir al frente. Pero no estamos en esa situación. La crítica que podría hacerles, eso sí, es que se pelean mucho. Deberían estar discutiendo ideas en pro de objetivos y no peleándose. Por eso no quiero ser político…

-Steven Levitsky escribió hace poco que una candidatura tuya tendría la capacidad de “jalar” el caudal de votos “paniagüistas”.

No, ya los candidatos están más o menos claros…

-Pero varios de ellos, como García y Toledo, están enfrentando investigaciones y procesos por corrupción, y quizá no lleguen al 2016.

Yo creo que el 2016 competirán cuatro o cinco candidatos. Probablemente, haya outsiders, pero digamos que, en la derecha, Keiko representará la candidatura. En el centro, creo que quien se ha ganado la posibilidad de aglutinar las fuerzas de la izquierda y la derecha moderada en ambos casos es Lourdes Flores. En el caso del partido de gobierno, me parece que se perfila el señor Abugattás o Jaime Delgado. Y en el Apra, y esta es mi opinión, creo que, por la lealtad que le ha mostrado a su partido, quien se ha ganado el derecho de postular es el señor Mulder.

-¿Y a Alan dónde lo dejas?

Eso es lo que va a ser. Yo te digo lo que debería ser…

-¿Y en ese partidor de ninguna manera podrías estar tú?

Para nada. En ese escenario político del 2016 ya hay candidatos y creo que en todos los casos, salvo que aparezca un outsider, el camino será el mismo y seguirá siendo perfectible. En mi opinión, la mejor opción siempre es el centro, porque –por su propia naturaleza– es un punto en común, el que busca sin apasionamientos y sin una ideologización extrema encontrar caminos que respondan a los objetivos de todos y, según sea el momento, puede girar hacia un lado u otro para cumplir esos objetivos sin la prisión que puede significar una ideología. Una opción que busque abrazar a todos es la ideal.

-¿Estás satisfecho con lo avanzado por Ollanta Humala en sus dos primeros años de gobierno?

Como todos los gobiernos, tiene cosas buenas y cosas malas, pero creo que hay una buena capacidad de autocrítica, lo que es importante para ir corrigiendo cosas. Tenemos un buen ministro de Economía, tenemos a ministerios que funcionan mejor que otros, pero nada es perfecto, hay que ir avanzando. Hemos tenido gobiernos realmente desastrosos. Personalmente, creo que hay que estar alertas en cosas muy importantes, como la defensa de un modelo que tiene que ir perfeccionándose en el tiempo y que apuesta por la libertad en todo sentido, económica, política, de credo, de opción sexual.

-¿Puede ser el 2016 el momento para que finalmente el Perú tenga una presidenta o crees que en cuanto a gobernantes no tiene nada que ver un asunto de género?

Pienso que el tener una presidenta sería un mensaje muy saludable dentro y fuera del Perú. Históricamente, la mujer ha cumplido y cumple un rol admirable. Yo voy pertinentemente a Pachacútec y sé cuál es el rol de la mujer en la familia, en sacar adelante a sus hijos, etc. Tener una presidenta sería muy esperanzador.

Publicado por La República, 21 de julio de 2013




“Hay que ser bien ingenuo para pensar que la marcha fue solo por la Ley del Servicio Civil”

“Hay que ser bien ingenuo para pensar que la marcha fue solo por la Ley del Servicio Civil”

Juan Carlos Cortés. Presidente Ejecutivo de Servir, la Autoridad Nacional del Servicio Civil. Es abogado por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Fue presidente de Ciudadanos al Día, consultor de la Organización Internacional del Trabajo y docente de la Academia de la Magistratura. La entrevista fue realizada por el periodista Emilio Camacho.

Su imagen no ilustra las páginas policiales, pero Juan Carlos Cortés es uno de los hombres más buscados del país. El presidente de la Autoridad del Servicio Civil o Servir es uno de responsables de la Ley del Servicio Civil que esta semana encendió las protestas de centrales sindicales como la CGTP y la CITE, y los medios no han dejado de acosarlo. Entre el jueves, el viernes y ayer sostuvo doce entrevistas a un ritmo frenético de cuatro por día. Es más, cuando la avenida Abancay soportaba la furia de los opositores a la Ley de Servicio Civil, Cortés iniciaba su rush mediático, en el décimo piso del edificio en el que se ubica Servir. “Es un poco duro todo esto”, dice antes de empezar esta entrevista. Luego recobra la compostura y se alista para las preguntas como si nada. Esta semana el media training le ha salido gratis.

¿Es de los que piensan que un funcionario público debe tener vocación de servicio?

Lo que he encontrado en el Estado peruano, desde hace mucho tiempo, es que hay personas que tienen una vocación enorme por el servicio, a pesar de que ganan mucho menos de lo que podrían ganar en el sector privado. He trabajado siete años con el premio de Buenas Prácticas en Gestión Pública de Ciudadanos al Día y cada año era una cosa espectacular. Veías personas de todas las edades y regímenes que vivían por hacer más cosas por los ciudadanos.

¿Y usted siempre tuvo vocación por trabajar en el Estado? Se me hace difícil pensar en un joven Juan Carlos Cortés interesado en dirigir algún día un organismo del Estado.

No pensé en ser cabeza de un organismo, pero mi trayectoria siempre ha estado muy cercana al Estado. Siempre me ha llamado mucho el tema político y he trabajado como asesor de ministerios en diferentes momentos de mi vida.

¿Hace cuánto tiempo está vinculado al Estado?

Como trabajador del Estado a tiempo completo, mi primera experiencia ha sido Servir. Pero yo ya había asesorado a instituciones hace unos 15 años. Entré al Consejo Directivo de Servir en el 2008, pero antes de eso ya tenía esta vocación. Había trabajado con personas que conocían el Estado. Por ejemplo, una persona a la que reconozco mucho es Nuria Sparch, la primera directora de Servir. A ella la conocí en la PUCP. Fui su jurado en su examen de grado.

¿Fue jurado de quien luego fue su jefa?

Exactamente. Con ella he aprendido un montón de cosas y con otras personas que siguen acá.

Aterricemos en la coyuntura. Caretas dice en su última edición: “El sindicalismo ha encontrado en la oposición a la Ley del Servicio Civil su nueva fuente de entusiasmo”. ¿Usted se siente responsable por los nuevos bríos con los que ha salido a marchar la CGTP?

No. Yo me siento responsable de tratar de aportar con una ley que puede significar un cambio fundamental para los empleados públicos. De eso sí me siento responsable, y quiero ser responsable. Para esto ha sido importante el apoyo del presidente, del primer ministro, de los ministerios de Economía y de Trabajo. Ha sido un trabajo muy arduo y de mucha discusión interna.

¿Y en algún momento se sentaron frente a frente con las centrales sindicales? ¿Usted conoce a Mario Huamán de la CGTP?

Por supuesto. Las puertas siempre han estado abiertas, hay el mayor respeto entre ellos y nosotros. Yo me he encontrado hace poco con Winston Huamán (secretario general de la Confederación de los Trabajadores Estatales-CITE) y nos hemos saludado afectuosamente y con respeto.

Pero ellos dicen que ustedes no les consultaron para la confección de la norma.

En la confección de la norma lo que sucedió es que apostamos por el consenso interno en el Ejecutivo, viendo lo que había ocurrido con otras reformas.

Eso excluía a las centrales sindicales.

Digamos que teníamos que sentarnos en una mesa y ponernos de acuerdo nosotros. Y esto demoró. Trabajamos desde febrero del año pasado, y en diciembre ya había un compromiso del premier y el presidente por presentar la ley. Por eso fuimos vehementes. Pero sí nos hemos sentado a la mesa con las centrales sindicales para presentarles el proyecto. Lo que nunca hubo fue una negociación con ellas; sí hubo una presentación y una exposición de ideas.

¿Qué lo ha sorprendido más: la oposición de las centrales sindicales a la Ley de Servicio Civil o que el fujimorismo coincidiera con ellas?

En realidad, la capacidad de sorpresa no existe. Uno, cuando tiene algunos años en esto, sabe perfectamente que el Congreso es una entidad eminentemente política. Lo que cabe aquí es el análisis político. Lo mismo con las centrales sindicales.

Hay quienes dicen que ustedes han despertado la desconocida vocación del fujimorismo por la defensa de los trabajadores.

Lo que digo es que actuaron políticamente. Son un grupo de oposición y actúan en una coyuntura determinada. Es absurdo pensar que la marcha de ayer (jueves, en la Avenida Abancay), y lo que pasó en el Congreso, solo tiene que ver con la Ley de Servicio Civil. Hay que ser bien ingenuo para sostener eso.

La ley establece una evaluación y esto es lo que genera temor en las centrales sindicales, que piensan que se viene una ola de despidos masivos. ¿Qué garantía hay de que esto no va a pasar?

Nos hemos preocupado de que esta norma tenga una serie de garantías, que están establecidas claramente. Primero, los factores a medir, como desempeño, deben estar relacionados con las funciones del puesto. Segundo, la evaluación se realiza en función a metas mensurables y verificables. Tercero, el servidor debe conocer por anticipado los procedimientos, factores o metas con los que es evaluado. La idea de esta evaluación es mejorar, no hay otra lógica. ¿Por qué? Con la evaluación, un analista, iniciando el año, va a saber cuáles son las metas de la institución, las metas de las áreas y las metas de cada trabajador. ¿Y quién puede salir desaprobado? Aquella persona que no ha hecho absolutamente nada en su institución.

Me dice que la evaluación sirve para mejorar. ¿Mejorar debe entenderse como depurar?

No. no. Digo que esta evaluación sirve para mejorar, por ejemplo, porque puede servir para articular las áreas de una institución. Y esto se detecta al medir los objetivos de la misma.

Usted me hace toda esta explicación pero no dice que quien no pase la evaluación será separado de su institución.

Deme tres segunditos. Le repito, ¿quiénes serán desaprobados en la evaluación? Los que no hicieron nada. Los que no cumplieron ninguna meta ni objetivo. Esos van a salir desaprobados. Se les capacitará, pero si en la segunda evaluación son nuevamente desaprobados, allí sí se van. Además, dígame, cómo puede haber despidos masivos, es imposible. ¿Usted se imagina que el 80% de empleados de una institución no haga nada? Eso es imposible. Si eso sucede, el que tiene que irse es el jefe.

¿Quiénes pasan por la evaluación?

Todos.

Si usted se quedara en Servir hasta que la ley fuera implementada totalmente, ¿también sería evaluado?

A mí ya me han evaluado. Apenas ingresó el premier Jiménez, todos los jefes tuvimos una evaluación de 360, que es que te evalúan los de arriba, los de abajo y los pares.

¿Y qué tal salió en la evaluación?

¿En mi caso? Bien. Fue interesante. Me ayudó a efectuar cambios personales en el tema de dirección. La gerencia de Servir también acaba de ser sometida a una evaluación de parte de la Politécnica de Madrid. Nos hicieron ver una serie de problemas. Entre otros, que teníamos que tener una comunicación más cercana con toda la institución. No, no, mire, nosotros…

…no se corren a la evaluación.

No. Es más, como nosotros tenemos que comprobar las cosas, acá en Servir también estamos en evaluación de desempeño. La gente está totalmente llana a esto.

Dígale eso a la CGTP: “Nosotros también somos evaluados”.

(Sonríe). Ellos lo saben.

Vamos al detalle de la ley. ¿Esta norma unifica a otros regímenes laborales como el CAS, el de la carrera administrativa y el que se rige con las reglas del sector privado, o crea un cuarto régimen?

Lo que pasa es que, en los seis años en los que debe implementarse la ley, las instituciones estatales se acogerán a esta de una manera muy especial. No es que hacemos los reglamentos e inmediatamente todas ingresan. Hay un tema fundamental para nosotros, y es cómo empezamos a planificar el crecimiento de las instituciones en su personal. Y cómo esto significa fortalecer a las áreas de recursos humanos. Para hacer esto, cada institución va a demorarse unos meses. Entre otras cosas se debe hacer un perfil de cada puesto de trabajo, y establecer el valor de ese puesto. Finalmente viene el concurso.

¿Mientras todo este proceso concluya no habrá cierto paralelismo? No habrá cuatro regímenes en lugar de tres.

Cuando concursen podría ser que sí. Si hay trabajadores 276 (carrera administrativa) y 728 (régimen privado), que no quieren ingresar al nuevo régimen civil, podrían quedarse en sus regímenes. Los CAS sí tienen que concursar. Entonces, tenemos que por un tiempo, en el peor de los casos, van a sobrevivir los del 276 y 728 que no quisieron postular.

Allí las centrales advierten una debilidad, que en cierto periodo habrá cierto paralelismo.

Sí, puede haber ese paralelismo. Pero lo que estamos haciendo es respetar la voluntad de las personas. Nos dicen: “La Ley Magisterial ha sido distinta”. Pero, claro, la ley magisterial ha sido distinta. En ella hay un solo perfil: el maestro. Pero en el régimen público hay una serie de perfiles.

Otra cosa que le han criticado a la ley es que deje sin capacidad de negociar colectivamente a los sindicatos el tema de salarios. Digamos que usted ha limado las garras de los sindicatos. 

(Sonríe). Veamos, se cree que la única cosa que hacen las centrales sindicales es negociar colectivamente. Eso no es así. Las organizaciones sindicales también hacen una serie de acciones en defensa de sus afiliados. Claro, lo más visible es el tema de la negociación, pero no es lo más importante.

¿No?

No, y vamos a ver por qué no. Este es un tema que se discutió mucho en la comisión que creamos en el Ejecutivo. Hay dos cosas que se pusieron en discusión: cuántos negocian en este momento remuneraciones. Y lo que nos enteramos es que en los últimos años no ha habido negociación por remuneración, salvo en algunas instituciones que tienen recursos propios, como la Sunat o la Sunarp.

¿Me está diciendo que la negociación colectiva es un espejismo?

El porcentaje que nos dio el Ministerio de Trabajo, considerando las empresas estatales, es de 14%. No puedo negar que hay una expectativa por la negociación colectiva pero pensamos en mejores maneras de ordenar el sistema estatal.

¿Y cuánto cuesta esta reforma?

Hemos hecho una valorización  del qué pasaría si todos los CAS y 276 pasaran inmediatamente al servicio civil, eso costaría 2.500 millones de soles en los seis años. Pero hay que ver cómo venimos creciendo. En los últimos 12 años hemos venido creciendo a un ritmo de mil millones de soles por año en la planilla del Estado.

¿Se puede reducir este crecimiento de mil millones al año en la planilla del Estado?

Yo no creo que se reduzca. Lo que podemos hacer es ordenarnos. Lo que nosotros queremos es no pensar en cómo achicar o reducir los puestos; lo que buscamos es cómo darles a los ciudadanos un buen servicio.

Ustedes hicieron una ayuda memoria para explicar la Ley de Servicio Civil en la que decían que solo un 9% de estudiantes universitarios están interesados en entrar al Estado. Si es tan grande el desinterés, ¿cómo puede crecer a un ritmo de mil millones por año la planilla del Estado?

Lo que ha pasado es que el Estado ha tenido un crecimiento totalmente desordenado. Ahora, no necesariamente los que han entrado son los mejores. Eso queremos corregirlo con los concursos que plantea la ley. Eso también erradica temas de corrupción y tarjetazos.

¿Ha viajado mucho con el cargo que actualmente tiene?

No tanto como hubiera querido.

¿Cuál es la situación más extrema de la que ha sido testigo?

A mí los que me interesan son los funcionarios que a pesar de las carencias se esfuerzan por hacer las cosas bien. Lo he visto en todo el país.

¿Y cuál es el peor ejemplo que ha encontrado usted del desorden que existe en el empleo público?

El peor ejemplo es que en el Perú conviven tres regímenes. En el Perú hay tres personas que hacen lo mismo y tienen derechos e ingresos distintos. Hay más de 500 normas sobre el tema y 400 conceptos remunerativos.

Publicado por La República, 7 de julio del 2013




Para reflexionar

Para reflexionar

En este espacio ofrecemos palabras, frases y pensamientos de diferentes personajes, que invitan a la reflexión. Esperamos que sean del interés de nuestros lectores. 

 

  • “Nuestra capacidad exportadora se ha venido diversificando en los últimos 20 años. Ese perfil sigue cambiando y hay que asentarlo como tal. Va a tomar otros 10 ó 20 años para que este cambio se haga aún más evidente”

    “El Perú está creciendo a 6% de una manera coherente, creíble, basada en 20 años de trayectoria. Lo único que tienen que hacer los peruanos es seguir creyendo en su modelo”.

    “El Perú no ha tenido una crisis recientemente, tuvimos una hace 20 años y no la desperdiciamos. En ese momento se diseñó un plan de crecimiento que dio muy buenos resultados. Yo no creo que debamos cambiar el curso. Hay que afinar ciertas cosas pero no cambiar el rumbo, que es uno de crecimiento basado en inversiones”

    (ALBERTO VERME, Pdte. de Banca para Europa, Oriente Medio y África de Citibank, El Comercio 17 de junio, 2013)
     

  • “El Siglo XX no fue solo el de las grandes carnicerías humanas sino también el del fanatismo y la estupidez ideológica que las incitaron”

    (MARIO VARGAS LLOSA, El hombre sin cualidades – La República, 15 de junio, 2013)




Basta de fracasos en educación

Basta de fracasos en educación

La crisis de la educación es ya un mal crónico. Lo tenemos claro hace décadas. Desde el estado y la sociedad, se han planteado objetivos de todo tipo en el Acuerdo Nacional y en muchos CADE por más de 30 años, los hemos discutido en todos los foros académicos y de reflexión nacional,  hay consenso en cuanto a la naturaleza de la crisis (mala educación) y la imperiosa necesidad de superar el problema. Sin embargo, no avanzamos, peor aún: en algunos casos retrocedemos, como sería ahora con el mal proyecto de reforma universitaria.

Por alguna razón no hemos logrado movilizar los recursos necesarios, ni priorizar la gestión, ni convocar la mejor gente para su manejo, y tampoco hemos tenido un buen liderazgo.  Es evidente que no podemos seguir así. Frente a esta realidad, surge por sí sola la pregunta ¿Por qué fracasamos si somos absolutamente conscientes del problema?

Los economistas José Gallardo y Piero Ghezzi, en un artículo firmado por ambos (Ver La paradoja de la inacción), señalan que la falta de acción del estado ante el problema educativo, entre otros, se origina  en la ausencia de “grupos de interés influyentes que logren que el gobierno priorice la resolución de problemas impostergables”. Ante este escenario plantean la posibilidad de crear una burocracia especializada, de un nivel equivalente a las que manejan la macroeconomía, (MEF y BCR).

Efectivamente, los peruanos aprendimos con mucho dolor, del resultado del populismo y de las malas políticas públicas que produjeron inflación, déficit fiscal, sobre endeudamiento público y empobrecimiento. Hace ya un par de décadas que mantenemos un manejo macroeconómico prudente, que ha permitido no solo la recuperación de nuestras finanzas, sino también que la sociedad en conjunto haya aprendido y aquilatado su importancia, respaldando a dos equipos sólidos, como los mencionados, que de alguna manera son como grandes pilares que sostienen la carpa bajo la cual se protege la salud de la República. Según la recomendación de Gallardo y Ghezzi, deberíamos construir un equipo igual, sólido y fuerte, para que vele por un mejor manejo de la educación.

De igual manera, Jaime de Althaus (Ver Reforma sin liderazgo) nos recuerda que los eventuales “afectados” por las necesarias reformas de la educación y el servicio público, como el SUTEP, están organizados y se movilizan para proteger sus privilegios, mientras que las grandes mayorías que se beneficiarían con los cambios, no tienen capacidad organizativa y no representan públicamente sus intereses. Así es como la educación pública sigue en manos de un sindicato que promueve la lucha de clases y que no tiene propuestas pedagógicas.

En cuanto a la educación superior, en el Congreso de la República se está debatiendo, sin mayor participación ciudadana, un proyecto de reforma universitaria que tiene la oposición de prácticamente todas las universidades del país. Lamentablemente, con la disculpa de la calidad educativa, otra vez grupos políticos alejados del interés nacional, pretenden hacer una reforma a tontas y locas, en su pequeño mundo, mal hecha, y por supuesto con el bonito ropaje que siempre le ponen a los proyectos que solo terminan creando lo contrario de lo que ofrecen, como son las llamadas Normas Contra-Propósito. (Ver Normas Contra-Propósito).

Con toda razón, las universidades peruanas están rechazando el intervencionismo y la regimentación que pretende el proyecto de  ley. A estas alturas debiera ser evidente que, en la sociedad del conocimiento, en el mundo del acelerado cambio tecnológico, en el reino de la innovación, donde las influencias de la globalización tienen una dinámica imparable y no predecible, es absurdo y ridículo, intentar uniformizar la educación mediante la planificación estatal y sujetarla a procedimientos burocráticos estatales. Esto se aplica también a los demás estamentos educativos.

Como señala el periodista Mirko Lauer (Ver Invasión legislativa en las universidades), “es inimaginable que un proyecto tan rechazado como el que comentamos sea aprobado al caballazo en una democracia”.

Todos los peruanos debemos exigir el más amplio debate sobre los temas educativos y que se convoque a los mejores cuadros para diseñar y ejecutar nuestra salida de la trampa de la mediocridad y la inacción (Ver Una impostergable revolución educativa).




Tenemos que mantener el crecimiento si queremos reducir la pobreza

Tenemos que mantener el crecimiento si queremos reducir la pobreza

El INEI acaba de informar que el 2012 la pobreza se redujo en dos puntos: de 27.8% pasamos a 25.8. Es decir, medio millón de peruanos dejaron de ser pobres. Si bien estos datos nos indican que seguimos en la ruta correcta, sin embargo, debemos formulamos algunas preguntas porque, es evidente, que la velocidad con que se ha venido reduciendo  la pobreza ha descendido significativamente. Por ejemplo, el 2006 la pobreza cayó en 6.5%, el 2007 en 6.7%, el 2008 en 5.1%, el 2009 en 3.8%, el 2010 en 2.7%, el 2011 en 3%, y ahora 2%.

El menor ritmo de reducción de la pobreza, se produce no obstante que durante los últimos años hemos incrementado sustancialmente el gasto social. Por ejemplo, solo el 2012 el incremento ha sido de 51%.

Lampadia conversó con dos economistas para establecer las correctas relaciones entre pobreza y crecimiento y absolver las preguntas que surgen con el informe del INEI. Miguel Palomino, director del IPE, confirma que estamos en el camino correcto porque seguimos reduciendo la pobreza, sin embargo sostiene que al desacelerarse en el crecimiento económico, se está desacelerando la reducción de la pobreza. Agrega que, en la medida “que hemos avanzado bastante en arrinconar a la pobreza, cada vez se hará más difícil reducirla, algo que solo puede superarse con más crecimiento”.

Por su lado, César Peñaranda, presidente Instituto de Estudios Económicos de la CCL, explica que el 80% del total de reducción de la pobreza se debe al crecimiento de la economía en tanto que solo el 20% a los programas sociales. “Si se desacelera la economía el ritmo de reducción de la pobreza también disminuirá”. Peñaranda agrega que para evitar desaceleraciones necesitamos crecer a un ritmo de 8% anual.

En síntesis, se puede afirmar que el Perú sigue enrumbado y reduciendo la pobreza. Pero la desaceleración del 2012 puede convertirse en una tendencia real si es que no impulsamos todos los instrumentos de que disponemos para seguir fortaleciendo nuestra economía. Ahora bien, es justo reconocer que hay un contexto internacional adverso con una economía desacelerada y con precios de commodities a la baja, pero nada justifica, por ejemplo, la paralización de más de 41 mil millones de dólares en proyectos mineros, de hidrocarburos, infraestructuras y otros, sin que el Estado muestre voluntad y decisión para resolver las trabas correspondientes.Tampoco es justificable la lentitud para promover las asociaciones público-privadas en el tema de las infraestructuras, y la falta de enfoque y acción para afrontar la Agenda Pendiente en Educación, Infraestructuras, Instituciones y Clima de Inversión, tal como hemos planteado en Lampadia (La Agenda Pendiente), el HSBC en su documento “The World in 2050” (“El mundo en el 2050”), y Tony Blair hace unos días en la UPC.

Esperemos que por falta de visión, liderazgo y decisión, no se esté configurando, una vez más,  la trampa en la que hemos caído a lo largo de toda nuestra historia, “la de las oportunidades perdidas”. Esta vez tenemos una población muy atenta y demandante de progreso y bienestar, que ha renunciado a migrar del país, y que planea construir acá su futuro con el esfuerzo que se puede apreciar todos los días a lo largo y ancho de todo el Perú. Ahora no podemos fallar.




Educación pública sigue a la deriva

Educación pública sigue a la deriva

El futuro de la educación pública del Perú continúa siendo incierto. A dos años del actual gobierno, las reformas anunciadas están virtualmente paralizadas por la excesiva lentitud con que se ejecutan. Los cambios ofrecidos se han quedado en buenas intenciones. Mientras tanto los hijos de los pobres siguen recibiendo una educación de mala calidad que los condena a permanecer en la pobreza.

La actual administración ha admitido que el mayor problema de la educación pública es su baja calidad y que la solución pasa por reestructurar el ejercicio de la docencia en el sector público, pero poco o nada ha avanzado en esa dirección.

Una investigación de los economistas Arnette Beltrán y Janice Seinfield (“La Trampa Educativa en el Perú” – Universidad del Pacífico) señala que la situación es tan crítica que se debería declarar en emergencia la educación para iniciar ya la evaluación necesaria para separar a los maestros incompetentes

Beltrán y Seinfield alertan que si se aplican los plazos fijados por la ley magisterial aprobada por la actual mayoría parlamentaria, el Perú tardaría ¡nueve años! en depurar el magisterio.

Dicha ley establece que la evaluación de directores de colegios y maestros debe hacerse a partir su desempeño docente, pero es imposible porque el sistema educativo carece de experiencia y especialización para hacerlo. Por ello el concurso de este año para  directores se hará solo con pruebas de conocimientos teóricos. La evaluación de desempeño, califica además la experiencia en cargos directivos, la capacidad de liderazgo y las buenas prácticas.

Otro cambio estancado es el de la educación rural. El año pasado, el gobierno anunció que iba a destinar 1,200 millones de soles para fortalecerla, pero no pudo invertir ni 100 millones.

Hugo Díaz, experto internacional y vicepresidente del Consejo Nacional de Educación, informó a Lampadia que el estudio de Beltrán y Seinfield confirma una realidad dramática que él pudo constatar hace unos años, en una evaluación de 18 preguntas que hizo a alumnos del 5º de secundaria de colegios privados y a estudiantes de Educación del último año: Las notas de los escolares duplicaron a las de los futuros maestros, quienes se equivocaron en el 60% de  operaciones de suma y resta.

El año pasado –según Díaz-, el MEF (Ministerio de Economía y Finanzas) ofreció financiar un programa de formación de especialistas en evaluación de desempeño docente con apoyo de la Universidad Católica de Chile, una de las mejores del mundo en esa especialidad, y a pesar de haber traído tres veces a dos expertos, el MINEDU descartó la ayuda y las cosas siguen igual.

El MEF también ofreció financiar un programa que replicara la exitosa experiencia colombiana en educación rural, que tiene 60 años de desarrollo, un gran reconocimiento internacional y numerosos premios. Inclusive se costeó el viaje de 15 funcionarios del MINEDU a Colombia con ese fin, pero tampoco se aprovechó.

“Lo grave es que nuestras autoridades educativas no tienen idea sobre qué hacer con la educación rural”, subrayó Díaz.

Tenemos uno de los peores niveles de educación escolar del mundo porque el Sutep la ha secuestrado; y porque el estado es ineficiente. El presupuesto de educación se ha triplicado en 12 años hasta llegar al 6% del PBI (sumando las inversiones públicas y privadas), además un millón de alumnos de las escuelas estatales han migrado a las privadas, y sin embargo nada ha cambiado.

Esta situación demanda soluciones urgentes para enfrentar la crisis educativa. La más urgente es poner fin a la injerencia del Sutep en la educación pública. Una segunda solución sería darle directamente a los padres de familia el dinero destinado a la educación pública, mediante el sistema de vouchers que existe en otros países, para que ellos elijan a qué escuela deben ir sus hijos (ver Una impostergable revolución educativa y La gran reforma pendiente).

Hugo Díaz ha llegado al respecto a una conclusión que muchos peruanos compartimos: “En la medida en que no haya voluntad política y un compromiso real de impulsar el cambio, serán remotas las posibilidades de alcanzar una educación pública de buena calidad”.




Perú entre países con mayor igualdad de ingresos de A. Latina

Perú entre países con mayor igualdad de ingresos de A. Latina

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) informó que Latinoamérica es una de las regiones del mundo donde existe la mayor desigualdad en el ingreso, pese a que ha logrado mejoras en ese campo en la última década.

Sin embargo el PNUD informa que el Perú se encuentra entre los países donde se da mayor igualdad de ingresos.

Así lo informó el coordinador del Informe Nacional de Desarrollo Humano de Colombia 2013, Hernando Gómez quién indicó que “América Latina sigue siendo la región del mundo que tiene más alta desigualdad, de lejos”. Esa circunstancia se da a pesar de que en América Latina, “por

primera vez en cuatro décadas”, durante los dos últimos años la desigualdad en la distribución del ingreso “ha disminuido”, algo que no ha ocurrido en ninguna otra parte del mundo, según Gómez.

Tomado de Expreso, 26 de abril, 2013 




IEP, de prejuicios y estudios

IEP, de prejuicios y estudios

En una reciente entrevista, Roxana Barrantes, directora general del Instituto de Estudios Peruano (IEP), publicada en el diario Gestión, sostiene que en el Perú la desigualdad no es solo económica sino también territorial, porque, según ella, “Lima crece a un ritmo diferente al de otras zonas”. Esta reflexión parece provenir de un prejuicio antes que de un estudio de la realidad peruana. Lima ya no es el Perú. Los últimos 20 años han cambiado nuestra geografía económica y social.

Para sorpresa de muchos, hoy la inversión, la economía, el empleo y los ingresos crecen más en las regiones que en Lima. Por ejemplo, durante la última década, el empleo y los ingresos han crecido el doble en provincias, más en las zonas rurales que en las urbanas y más en la sierra y la selva que en la costa.

Para muestra varios botones:

  • Crecimiento económico: Siete regiones del interior crecieron por encima del promedio nacional de 6.4% entre el 2001 y el 2011, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática: Cusco (8.9%), Ica (8.8%), Madre de Dios (7.3%), La Libertad (7%), Ayacucho (6.9%), Arequipa (6.7%) y San Martín (6.6%). Como se ve la mayoría de ellos superaron a Lima (6.8%).
  • Empleo: De una muestra de 30 ciudades, reportada por el Ministerio de Trabajo el 2011, en 14 se registró un incremento del empleo superior a la capital: Piura (16.3%), Sullana (16.1%), Puno (15.6%), Huaraz, (10.8%), Talara (10.2%), Cajamarca (8.2%), Arequipa (8.1%), Puerto Maldonado (7.9%), Huánuco (7.3%), Tacna (7.3%), Ayacucho (6.7%), Pisco (6.6%), Trujillo (6.3%) y Cusco (5.5%). El empleo, que en Lima aumentó solo el 5.4%, es el canal más efectivo para reducir la pobreza y la desigualdad.
  • Ingresos: En ingresos por el trabajo, los incrementos en provincias también han sido significativos, llegando en Moquegua 1,564 soles mensuales de promedio, en Arequipa a 1,259,  en el Callao a 1,189, y en Tacna a 1,136, mientras que, en Lima, el ingreso promedio alcanza los 1,368 soles mensuales. Sin lugar a dudas, otro Perú.

En cuanto a la desigualdad, el coeficiente de Gini nos dice que el Perú ha logrado reducirla de 0.545 en 1999 a 0.452 en el 2011, de acuerdo a los datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe -CEPAL- y del Banco Mundial. Algunos negacionistas de izquierda han recalculado su propio coeficiente Gini, al que ponen en un nivel actual de 0.6, sin embargo han debido reconocer que durante los últimos 10 años la reducción del mismo ha sido de 12%.

Si bien aún hay tareas pendientes para acortar las distancias entre los peruanos y establecer una agenda nacional de cara al futuro, es de esperar que los estudiosos se alejen de los buenos deseos y de los prejuicios y se acerquen a los indicadores de la realidad, pues solo con ellos se podrán construir bases sólidas para dicha agenda.




Pobreza contra las cuerdas

Pobreza contra las cuerdas

A estas alturas ya sabemos que la única manera de reducir la pobreza es con crecimiento económico, que la inversión privada es el motor del crecimiento y que, a su vez, solo el trabajo productivo puede hacer sostenible la superación de la pobreza, no así el asistencialismo, por más justo y urgente que este pueda ser. En nuestro anterior informe Diez millones de peruanos adecuadamente empleados, ya hemos visto como se viene dinamizando la creación de empleo en el Perú.

Ahora queremos destacar el impacto del crecimiento en la reducción de la pobreza. La relación entre el crecimiento económico y la pobreza (que los economistas llaman elasticidad crecimiento/pobreza), ha aumentado sostenidamente durante los últimos años, habiendo llegado a triplicar su efecto.

Según estudios del INEI, el MEF y el BCR, entre 1994 y 1998, por cada punto porcentual (1%) que crecía el PBI, la pobreza se reducía  en solo 0.43%. Durante la última década por cada punto (1%) de incremento del PBI la reducción de la pobreza se dinamizó desde una disminución de  1% hasta llegar en el 2010 a una reducción de 1.7%, una relación magnífica. Hace pocos años en un CADE en Trujillo, se consideraba que la débil relación de 1 a 0.5 (crecimiento/pobreza) era una trampa que hacía dudar del camino del crecimiento como fuente de la disminución de la pobreza.

Hoy es notoria la fuerza de nuestro crecimiento y la velocidad de reducción de la pobreza. Por ejemplo, en el último informe social de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) se destaca el éxito del Perú en el tema de pobreza,  ubicándose como el tercer país de la región donde más cayó aquella en el 2011.

El informe titulado “Panorama social de América Latina 2012” resalta además que el Perú logró reducir la pobreza de 31.3% en el 2010 a 27.8% en el 2011. Vale recordar que en el 2004 la pobreza se situaba en 58.7%.  Ver el siguiente cuadro 1.

 

Los ingresos por trabajo, según la CEPAL, han sido los más determinantes para explicar la variación de los ingresos en los hogares pobres peruanos. Mientras el Perú redujo su tasa de pobreza en 3.5%, los demás países latinoamericanos lo hicieron en promedio en solo 1.6%. Recordemos que solo hasta hace pocos años nuestra performance económica era la peor de la región. Ver cuadro 2.

Este es un proceso muy positivo que debemos fortalecer, precisamente, por lo que aún falta lograr. Lamentablemente hay gente, que, ante lo que está por hacerse, pretende desandar el camino. Cuidado, hay que mantener el crecimiento económico, el ritmo de la inversión privada y la creación de trabajo productivo.