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Sierra y selva rurales lideran crecimiento por primera vez en nuestra historia

Sierra y selva rurales lideran crecimiento por primera vez en nuestra historia

En el informe del INEI sobre la Evolución de la Pobreza Monetaria 2007 – 2012, vemos que la pobreza el 2012 se redujo a 25.8%, y que los ingresos del decil más pobre crecieron 42.9% entre los años 2007 y 2012, mientras que los del decil más rico aumentaron en 7.1%, lo que confirma que nuestro crecimiento viene favoreciendo en mayor medida a los sectores más pobres. Esto es lo que los especialistas llaman crecimiento pro-pobre, algo que pocos países logran durante sus despegues económicos.

La misma tendencia de mejora de los ingresos en los sectores más pobres se muestra en los deciles 2, 3 y 4 donde los incrementos fueron de 47.4%, 44.9% y 41.4%, respectivamente.

Pero no solo se trata de un crecimiento pro-pobre sino también de un “crecimiento pro-regiones”, puesto que los ingresos en la sierra y la selva crecieron más rápido que los de la costa. En la sierra rural el ingreso promedio mensual creció 47.8% en el período 2007-2012 y el de la selva rural 41.4%. El menor crecimiento de los ingresos se registró en Lima Metropolitana y la costa urbana con 12.8% y 12.2%, respectivamente. Todo esto confirma la información que sobre inversión, ingresos y empleo de los últimos 10 años, hemos publicado en Lampadia. (Ver Diez millones de peruanos la hacen).

Esta realidad también se corrobora por el estudio de Macroconsult ¿Qué implicancias tuvo el crecimiento económico de la última década en la evolución de la pobreza y desigualdad?, que establece que nuestro crecimiento ha favorecido, sobre todo, a los más pobres, así como en el libro de Richard Webb Conexión y despegue rural , que señala que el crecimiento de los ingresos en la sierra rural entre 1994 y el 2011 se incrementó a un ritmo de 7.2% anual, mientras que durante los 100 años previos lo hizo solo a un ritmo de 1.4%. El informe del INEI sobre el tema señala que durante los últimos años, este proceso se ha acelerado aún más, pues en el período 2007-2012, la sierra rural ha elevado su tasa de crecimiento a 9.6% por año y el de selva rural a 8.3%.

Para mantener un acelerado ritmo de reducción de pobreza, les guste o no a los enemigos del modelo económico, tenemos que buscar un crecimiento alto y sostenido, y además avanzar en la agenda pendiente, en educación, infraestructuras, instituciones y clima de inversión, como nos lo acaba de recordar Tony Blair. En cuanto a la reducción de la pobreza, es importante tomar en cuenta que según el Banco Mundial, el 80% de su reducción se explica por el crecimiento.

Nuestro objetivo de crecimiento debiera ser de 8 a 10% anual. Ya sabemos qué se requiere para ello, solo hay que reconocer la realidad del Perú de los últimos años y no estar jugando a mezclar el agua y el aceite en búsqueda de un Dorado imaginario.




Amanecer andino

Amanecer andino

Cuando hace tres años Richard Webb comenzó a visitar las zonas más alejadas de nuestra sierra rural para efectos de la investigación (“Conexión y despegue rural”) que acaba de publicar la Universidad San Martín de Porres, esperaba encontrar lo que había aprendido a relacionar con el lugar desde sus primeras visitas: “tierra, atraso, pobreza y desesperanza”.

Lo que Webb encontró fue muy diferente: “una explosión de emprendedurismo […] un hervidero de movimiento”, según lo ha resumido en una reciente entrevista con este Diario. “Es otro Perú adentro”.

Para descubrir qué había detrás de estas impresiones, Webb y su equipo empezaron a estudiar 176 distritos rurales seleccionados aleatoriamente entre el tercio más pobre de los 1.833 distritos del país. Lo que muestra la data que levantaron con estas investigaciones, sumada al análisis que posteriormente hicieron de otras cifras ya existentes, es impactante. Es como si a mediados de los noventa nuestro ande hubiese comenzado a sacar los pies de la especie de pantano económico en el que había estado atrapado secularmente (Webb sostiene que durante “dos mil años o más” la economía rural andina no había podido salir de un esquema de subsistencia) y no hubiese dejado de avanzar desde entonces.

Por ejemplo, solo entre el 2001 y el 2011 en estos distritos el jornal agrícola promedio aumentó en 73%, el precio de la hectárea de tierra agrícola en 88% y el precio de una casa en el centro del pueblo distrital en 166%. Los datos que Webb analizó en una mirada más panorámica sobre el total del área rural andina, por otra parte, eran todavía más poderosos: si entre 1900 y 1994 el ingreso rural por habitante en la sierra creció a un ritmo de 1,4%; desde 1994 hasta el 2011 comenzó a crecer a un ritmo cinco veces mayor (7,2%).

¿Qué fue lo que hizo posible el desempantanamiento? Pues Webb destaca, en primer lugar, la conectividad. A partir de 1995 se triplicó la construcción anual de caminos, al tiempo que se mejoraba la calidad de los mismos. Lo que esto significó para acercar a personas y, por lo tanto, crear mercados, es difícil de subestimar: solo en el antes mencionado período 2001-2011 el tiempo promedio que tomaba ir de la capital de cada uno de estos distritos a la ciudad más cercana se redujo a la mitad.

La infraestructura de conexión que empezó a penetrar aceleradamente nuestra sierra rural desde 1995, por otro lado, no consistió solo en caminos. Por esos caminos llegaron profusamente los celulares, Internet y los colegios secundarios (la educación es otra forma de conectarse con el mundo). Y también otro tipo de infraestructura como la electricidad, que tiene en común con la de conexión ser un instrumento de empoderamiento.

Eso fue, sin embargo, solo parte de la receta. La otra parte la puso el emprendedurismo de la gente, que, como dice Webb, ha “agarrado” estos instrumentos “con las dos manos”. Desde 1994, cuando empezaron a tener caminos para sacar sus productos (como para que tenga sentido apuntar a una producción que no sea solo de subsistencia) o energía (como para poder congelar lo que uno produce y así poder sumar más stock), la producción agrícola por habitante de nuestra sierra rural comenzó a aumentar a un ritmo de 5% anual (7 veces más que el exiguo 0,7% anual al que aumentó durante los 94 años anteriores).

Esto, claro, desmiente el socorrido mito con el que ciertos sectores reaccionarios pretenden convencernos de que el crecimiento no ha llegado a la sierra rural y ha sido solo el privilegio de algunos enclaves del país. Si los caminos pudieron llegar a todos estos distritos, fue con el dinero que el crecimiento produjo para el Estado. Y si tuvo sentido para los campesinos andinos aumentar consistentemente su producción para poder sacar gran parte de ella por esos mismos caminos, fue porque al otro lado de estos últimos había cada vez más personas con mayor capacidad adquisitiva.

De hecho, no solo es verdad que el crecimiento ha ayudado enormemente a estos sectores, sino que los ha ayudado más que a las ciudades (entre 1994 y el 2011 el crecimiento del ingreso por habitante en estos distritos fue 2,5 veces mayor que el de las zonas urbanas). Otra cosa es qué tan atrás estaba nuestra sierra rural cuando comenzó a avanzar: para todo efecto práctico, en el medioevo.

Así pues, el crecimiento que la economía de mercado ha traído para el Perú está haciendo que, como dice Webb, “por primera vez en la historia del Perú estemos avanzando de una forma integrada como país”. Y lo está haciendo no de una forma en que las personas son cargadas hacia adelante por un Estado benefactor, sino de una forma en que este les permite empoderarse. Empoderarse y desplegar unas energías emprendedoras que, además de progreso material, traen un legítimo sentido de orgullo personal (“Bienvenidos a Gamarrita”, se anunciaba en el cartel de una feria que Webb visitó en Huancavelica). Todo lo cual explica, en fin, la palabra que el economista usa para describir lo que significaría no seguir alimentando este crecimiento y que, demás está decirlo, nuestro Diario suscribe plenamente: “pecado”.

Tomado de El Comercio, 12 de marzo, 2013




Medio millón de pobres menos

Medio millón de pobres menos

El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) anunció que poco más de medio millón de peruanos salieron de la pobreza el año pasado y, lo cual es quizás aún más importante, más de la mitad de los mismos vive en las zonas rurales. Hay una descripción muy amplia y detallada de esta información en una nota de prensa (ver), una presentación (ver) y un informe técnico (ver) del INEI.
 
Un importante pero poco comentado trabajo de investigación descompone la reducción de la pobreza en nuestro país entre aquélla que resulta del crecimiento económico y aquélla que responde a los programas sociales. Según el estudio, el 80% de la reducción de la pobreza está explicado por el crecimiento económico (ver). En esencia, el mayor crecimiento económico se traduce en un aumento en la cantidad y la calidad del empleo y, por tanto, en una reducción de la pobreza y una mejora del bienestar. Asimismo, resulta en mayores impuestos que pueden financiar las actividades del Estado orientadas a beneficiar a quienes se encuentran en desventaja para aprovechar las oportunidades de progreso que ofrece el crecimiento económico. Mejorar la calidad del gasto público es esencial para incrementar en mayor medida el bienestar. Quienes niegan los resultados del crecimiento se equivocan o mienten por razones políticas. Volveremos a este punto.
 
El siguiente gráfico muestra la evolución de la pobreza monetaria en nuestro país, en las áreas urbanas y rurales. 

Dada la contundencia de la evidencia, los que no pueden aceptar el éxito del crecimiento basado en la inversión privada no les queda más que cuestionar al mensajero. Según ellos, el INEI es débil y, por tanto, las cifras de pobreza son cuestionables. Estamos de acuerdo en la necesidad de fortalecer al INEI y asegurar su independencia. Javier Escobal de GRADE, un connotado especialista del más prestigioso centro de investigación de políticas públicas del país, ha publicado recomendaciones sobre el INEI que son ignoradas hace años (ver). El mismo Javier Escobal y otros reconocidos especialistas son parte de una Comisión Consultiva que supervisa las cifras de pobreza del INEI. Por eso son confiables.

Los necios o interesados también desinforman sobre otros temas. Sostienen que aunque la pobreza caiga la distribución del ingreso empeora. La evidencia también los desmiente (ver gráfico 2).

 

La crítica que hay que hacer es que el acceso a oportunidades no ha mejorando en la medida que podría haberlo hecho. Jaime Saavedra, ex colega de Javier Escobal en GRADE y hoy funcionario del Banco Mundial, editó una publicación sobre el acceso a oportunidades en América Latina (ver). El acceso a oportunidades ha mejorado muy poco en nuestro país. Intuitivamente, hubiéramos esperado que el acceso a oportunidades mejorara significativamente, considerando el notable aumento de recursos fiscales a raíz del crecimiento económico y del boom de los precios de los minerales. Pero esto no ha ocurrido.
 
El problema más grave, entonces, es que el Estado no ha sido capaz de aplanar el piso del acceso a las oportunidades. Si lo hiciera, no sólo reduciría aún más la pobreza sino que solidificaría las bases del desarrollo sostenible de nuestro país. Esta es la agenda de políticas públicas pendiente, que debería priorizar la institucionalidad, salud, educación, infraestructura e innovación. Hay que insistir en ella. Negar que la pobreza se está reduciendo o que esto es muy positivo es inmoral, en nuestra opinión, además de ser una mentira usada para manipular a la gente con fines políticos ajenos al progreso del país.




Cambiando el chip

Cambiando el chip

La ministra de Inclusión y Desarrollo Social, Carolina Trivelli, anunció durante su presentación en el Congreso que se destinarán más recursos para la lucha contra la desnutrición infantil. Entre otras medidas, el Gobierno se propondría ampliar el programa Qali Warma, proyectando llegar a atender a siete millones de niños y convertirlo en programa universal al 2016.

Es, por supuesto, una gran noticia que aumenten los esfuerzos por resolver este enorme problema. No obstante, debemos reflexionar sobre cuál es el mejor mecanismo para enfrentarlo. Y es que, en lo que refiere al combate contra la pobreza (que es el origen de la desnutrición) hay, como dice la conocida frase, dos estrategias posibles: regalar pescado o enseñar a pescar.

El problema de la falta de ingresos de las familias campesinas –en las que se concentran principalmente la pobreza y la desnutrición– podría solucionarse en buena parte si se las ayuda a aumentar su baja productividad. Una posible manera de lograr esto es facilitarles la construcción de minirreservorios familiares que, a su vez, permitan introducir en sus esquemas de cultivo el riego por aspersión o por goteo. Cuando se implementa esta infraestructura básica, las familias pasan de tener agua de lluvia solo tres meses al año a tener agua todo el año. Así, pueden multiplicar su producción agrícola y tener un abastecimiento seguro de hortalizas. Además, este sistema les permite tener más pastos disponibles para el ganado, lo que se traduce en un incremento de la producción de leche y de carne.

El cambio que la introducción de estas tecnologías produce en los ingresos de las familias es dramático. Según Carlos Paredes, de Sierra Productiva, gracias a ellas en un par de años los beneficiados pueden salir de la pobreza (resolviéndose en el camino los problemas de desnutrición infantil).

Introducir la tecnología para contar con riego por aspersión, huertos de hortalizas y pastos cultivados, según Paredes, cuesta S/.1.000 por familia. Si, de acuerdo con el último censo, en la sierra hay alrededor de un millón y medio de unidades agropecuarias, instalar dicha tecnología para todas las familias rurales andinas costaría aproximadamente S/.1.500 millones. Dicho monto es inferior a los S/.1.873 millones que costará este año la suma de los programas Juntos y Qali Warma. Con la diferencia, por supuesto, de que estos últimos básicamente transfieren recursos a las familias pobres pero no les brindan mecanismos para que ellas mismas generen riqueza. Y este es el principal problema de los programas sociales del gobierno.

Repartir alimentos o dinero no ayuda a la larga si las familias no incrementan paralelamente los ingresos que obtienen por sus propios medios. Mecanismos exclusivamente asistencialistas suponen seguir dando, año tras año, más presupuesto a los programas sin resolver el problema de fondo. Juntos, por ejemplo, tiene para el 2013 un presupuesto de S/.1.040 millones. El próximo año será mayor porque incorporará más familias, y esta situación se seguirá repitiendo indefinidamente, pues los beneficiarios se quedan por mucho tiempo en el programa. En efecto, en sus inicios, las familias podían permanecer solo cuatro años en él. Pero cuando los primeros beneficiarios se acercaron a ese límite, el mismo fue extendido a seis. Luego, al estar a punto de cumplirse el nuevo plazo, se permitió que las familias permanecieran en el programa hasta que sus hijos cumplieran 14 años. Y ahora, con el nuevo gobierno, podrán seguir recibiendo los S/.100 mensuales hasta que sus hijos cumplan 19 años.

El asistencialismo indefinido genera dependencia, perpetúa el problema de la pobreza y crea espacios para el populismo estatal. Por eso, es importante cambiar el chip de quienes diseñan los programas sociales para que estos sean progresivamente reenfocados hacia esquemas que permitan a los pobres generar, por sí mismos, mecanismos autosostenibles para mejorar su calidad de vida. No solo porque esta es una forma más efectiva de ayudar a los más necesitados, sino porque, además, es una vía de hacerlo enalteciendo la dignidad de la gente.

Tomado de El Comercio, 10 de mayo, 2013




“Hay una explosión del emprendedurismo rural”

“Hay una explosión del emprendedurismo rural”

El destacado economista Richard Webb, presidente del Instituto del Perú y ex presidente del BCR, relata en la siguiente entrevista las principales conclusiones de su libro “Conexión y despegue rural”, el cual ya es considerado un estudio revolucionario. Asegura que el Perú vive su mejor momento y que sería un pecado retroceder. La entrevista es de la periodista Milagros Leiva.

Estuve leyendo el reporte que hizo “The Economist” acerca de su investigación sobre el despegue rural en el Perú y los halagos a su estudio. Entre otras cosas usted señala que hemos mejorado. En 1940 el Perú era 65% rural y 35% urbano, ahora más del 80% de los peruanos vive en las ciudades. ¿Qué hace falta para que ese 20% alcance el desarrollo?

Todavía es como 25% rural. El problema es que ellos siguen viviendo en situaciones extremadamente difíciles para el desarrollo. Es un patrón de residencia que estaba bien para una economía de subsistencia, que es como la población peruana ha vivido durante dos mil años o más. Cuando llegó la posibilidad de tener otro nivel de desarrollo, gracias a la tecnología y comercio internacional, ese patrón de vida no estaba bien adaptado porque es disperso. La gente vive en pequeños núcleos de población en una punta del cerro, en una quebrada. Viven desparramados.

¿Para superar la pobreza hace falta aglutinar a esas familias, a esos centros poblados?

Sí, y está dándose. Es justamente lo que está pasando, pero todavía falta mucho para completar el proceso. Según las estadísticas, la población rural ya no es como antes que crecía lentamente, menos que las ciudades, pero siempre crecía, hoy está bajando.

Ha dicho que 3 de cada 4 peruanos no trabajan en el campo…

Pero ese uno es 25%, todavía es un montón de gente que sigue saliendo del campo. ¿A dónde se está yendo? Ese es uno de los aspectos que más me interesa de este trabajo. Ya no se están yendo a las ciudades sino a los pueblitos. Los pueblitos están creciendo más rápidamente que Lima, Chiclayo, Trujillo o Arequipa. Hace 30 años el campesino vivía en su chacra en el cerro, abajo había un pueblito y allí no había colegio secundario, médico, electricidad, teléfono y mayormente no había caminos o eran pésimos. Hoy día tienen todo. Y tener posibilidad de movimiento y estar en contacto ayuda a la productividad de varias formas. Lo más obvio quizás es que puedes sacar tus productos. Antes la producción agrícola se consumía donde se producía. Hoy ya se pueden sacar los productos porque hay más caminos.

En los últimos diez años se han construido 50 mil kilómetros de caminos rurales que era lo mismo que se había registrado en los 50 años previos. ¿Pero acaso son suficientes?

No, claro que no, todavía es muy reciente. Estamos hablando de 15 años, donde todo ha empezado a levantarse, pero estamos partiendo de un nivel atrasadísimo y dificilísimo. El Perú tiene una de las geografías más difíciles del mundo. Un economista muy prestigioso francés vino al Perú por los años 50, Louis Baudin, y escribió un libro famoso que se llama “El imperio socialista de los incas”. Él no podía entender cómo se podía vivir en un país con una geografía tan difícil. La primera vez que subí manejando a Huaraz todo era tierra; Huancavelica, tierra y caminos terribles con curvas y caídas… Eso era lo normal. Un chofer taxista me dijo que antes había sido camionero y que iba a Pucallpa. Estamos hablando de los años 60. Me contó que el viaje de Lima a Pucallpa en camión duraba cinco o seis días. Así de primitivos éramos.

¿A cuántas poblaciones rurales ha llegado su estudio?

A 50 distritos en cinco provincias de extrema pobreza. Escogimos Chumbivilcas en Cusco, Acobamba en Huancavelica, Cotabambas en Apurímac, Pachitea en Huánuco y Celendín en Cajamarca. De todos, Celendín es el de menos extrema pobreza. El estudio duró más de tres años.

¿Después de estos viajes qué puede concluir? ¿En qué momento del Perú estamos?

En un buen momento. Estamos avanzando rápidamente, y por primera vez en la historia del Perú estamos avanzando de una forma integrada como país. Casi no se podía hablar de país antes, hoy sí. La gente se está moviendo, ahora tienen teléfonos y caminos. La conexión viene también con educación y ahora hay menos analfabetismo. El castellano se está volviendo la lengua peruana y estamos conectados. Además, con el DNI, ya casi no hay gente indocumentada. Estamos hablando de hechos. Se está produciendo un salto que nunca antes ha habido en el Perú. Nunca antes la población rural ha tenido la experiencia de una mejora tan grande, hoy están las condiciones para seguir avanzando.

¿Cómo está encaminado el Perú con el gobierno de Humala? En la última semana hubo un terremoto político con la posible compra de Repsol y el supuesto desvío a la gran transformación.

Hasta ahora felicito al gobierno en el manejo de la economía, pero también veo una serie de deficiencias. Una de las que más me preocupa es el terrible problema de la informalidad, que es un problema que no hemos legislado con sentido práctico sino utópico. Se ponen estándares que solo algunos pueden cumplir y los que no, quedan afuera como ilegales, evasores, que es bien injusto en la mayoría de los casos. Es gente tan pobre que no puede tener un contador para manejar una bodega y pagar impuestos.

¿Cómo hacemos entonces?

Si queremos que la cosa vaya reduciendo, se tienen que imaginar esquemas de política más razonables, más universales y prácticos. Eso es entrar en la verdadera reforma del Estado. Se entra al problema con la imagen de la pensión, del salario mínimo, de las protecciones; simplemente hay que recortar esa imagen para bajarla a un nivel realista para el país. La gente que habla y piensa y requinta y exige y legisla, todos tienen esta imagen de algo como debería ser; no se atreven a aceptar otras realidades. La formalización no puede hacerse con esos estándares que tenemos en Lima.

¿Y qué piensa usted de los programas asistencialistas creados por Humala?

Pensión 65 me parece bien, así como está formulado, como una cosa bien dirigida a una extrema necesidad. Lo que yo quisiera ver es algo más de energía en cuanto a todo lo que está bajo la categoría de no regalar pescado sino enseñar a pescar. Hay que ayudar a la gente a producir más.

Humala empezó su gobierno hablando de inclusión. ¿Cómo entiende usted esta palabra?

Como el tener las mismas oportunidades para ser productivo y me remito a lo que hablábamos al principio: tener caminos, escuelas secundarias, electricidad, telecomunicaciones. Son instrumentos que te empoderan, porque uno ve que la gente cuando le ponen los instrumentos los agarra con las dos manos. Eso es lo que se está viendo. Hay una explosión de emprendedurismo rural. Se está viendo a nivel rural lo que antes se dio a nivel urbano. Todo lo que nos fascinamos con Gamarra, ahora pasa en el campo, pero no se creía, no se trasladaba esa posibilidad a lo rural. Hay una idea más pesimista.

Muy paternalista, por cierto. ¿Esa visión está cambiando?

Recién. Hay mucha gente a la que todavía no le entra la idea, están incómodos con la idea y tienden a rechazarla; pero los estudiosos del tema rural ya están discutiendo las mejoras. Obviamente se enfatiza la desigualdad y los problemas ecológicos, y puede haber verdad en todo eso, pero creo que no llegan a un reconocimiento suficiente de la dinámica que se está dando.

¿Y usted qué enfatiza?

En mi libro tengo una cita de Manuel Vicente Villarán, quien en el año 1908, o sea hace 105 años, refirió, en su tesis, que en ese entonces el pesimismo era bastante más fuerte todavía y se vinculaba más a concepciones racistas: nunca van a poder, nunca van a aprender. Él refutó totalmente e hizo una afirmación extraordinariamente visionaria. Villarán dijo: Esa gente ni produce ni consume, se dice, pero el día en que se le ponga caminos, ferrocarriles, ya verán cómo se levanta. Tanto que un día van a levantarse más que nosotros en las ciudades, en términos económicos. Bueno, yo lo que quisiera es que la gente se diera cuenta de que él acertó totalmente.

Hace poco escuché a un político decir que solo quien entienda el emprendedurismo podrá ganar la próximas elecciones y ser, además, un buen gobernante. ¿Usted también cree eso?

El emprendedurismo es parte del cuadro. El primer día de mi primer viaje que fue a Chumbivilcas, estaba cruzando un altiplano cusqueño, donde ya no hay árboles, pobre, no había casi nada, poquísimas casas, y pasamos una feria. Treinta personas al lado de la pista de tierra. Paramos para conversar y caminamos entre la gente. Estas señoras sentadas con su falda abierta con cebollas y otras cosas desparramadas alrededor vendían tres libros. Uno de ellos era “El éxito es una decisión” de David Fischman, el gurú del emprendedurismo. Los otros dos libros: “La vaca” y “La vaca para jóvenes”, de Camilo Cruz, algo que no entendía. Unos días después estaba en Javier Prado, en un semáforo esperando y vi a un chico vendiendo los mismos libros de “La vaca”, los compré. Pura psicología del emprendedurismo. Te alienta, te enseña a crecer, a vencer tus inhibiciones. Hablamos de gente que está afuera, marginada y que hay que incluir, pero en uno de los lugares más remotos del Perú están leyendo los mismos libros que en San Isidro y son libros que tienen que ver con el emprendedurismo popular. En Paucará, Huancavelica, encontré una feria que decía: “Bienvenidos a Gamarrita”. En Chumbivilcas, un restaurante se llamaba Chifa Gastón y estoy seguro de que antes no se llamaba así.

¿Esperó encontrar todo eso?

No, para nada. Yo me fui con la foto que tenía en la cabeza de mis primeros viajes a la sierra. Tierra, atraso, pobreza y desesperanza. Pueblos sin luz. Eso esperé encontrar y viví todo lo contrario, pueblitos que han explosionado, un hervidero de movimiento. Nunca me imaginaba tanta conexión, tanto movimiento. Es otro Perú adentro. De ese grado de conexión tenemos que darnos cuenta.

¿Este es nuestro mejor tiempo?

Sí, de todo el Perú que he vivido, no creo que hayamos tenido un mejor momento que este. Estoy convencido. Y no solo la economía, la democracia se ha desarrollado mucho durante mi vida, tenemos un Estado más completo, un Estado que debería tener una nación y no solo una ciudad, a pesar de los problemas y grandes debilidades. Sería un gran pecado no aprovechar este crecimiento.

¿Qué le diría a los 9 millones de peruanos que son pobres?

Hay 9 millones de peruanos que son económicamente pobres, pero no creo que sean pobres en otros sentidos. Los alentaría a mantener la esperanza de que van a salir de su pobreza monetaria. Es posible y ahora más que nunca.

“Humala no me asusta”

¿Se está construyendo un proyecto reeleccionista con Nadine?
La realidad es que no lo pienso. Uno escucha por todos lados comentarios. Evidentemente es una primera dama muy activa y personalmente eso no me preocupa. Al contrario, me parece que falta gente en el gobierno y que ella está haciendo cosas. Mi impresión es que está ayudando al presidente.

¿Usted está a favor del indulto a Fujimori?
A favor. Por dos razones: siempre me pareció algo injusto el juicio, la condena, y segundo por su enfermedad.

¿Siente que los monotemas Nadine y pedido de Indulto a Fujimori son una telenovela política que nos distrae de lo central?
Sí, hay una tremenda ausencia de consideración seria, pensada, discutida, sustentada, de las grandes opciones del país. Ahora se está tratando de retomar el concepto de una oficina de planificación en el país. Ojalá y se vuelva un instrumento. Se necesita mucho más que eso. Tenemos el Acuerdo Nacional, pero está pintado.

¿Cómo describe a Humala como gobernante?
Como alguien que tiene valores, que sí tiene una preocupación por el país, tiene cierto sentido común y valores humanos. No me atrevo a aventurar mucho, me refiero a lo político. Humala no me asusta.

Entonces no cree que sea parte del eje chavista…
No lo creo, eso es algo de corazoncito. Hay que recordar la relación que él ha tenido. Sin duda le debe muchísimo a Chávez. Es entendible eso. No sé cuán amigos eran, pero sí tenían una buena relación.

Tomado de El Comercio, 5 de mayo, 2013




¡En este gobierno se frena la reducción de la pobreza!

¡En este gobierno se frena la reducción de la pobreza!

El ritmo de la reducción de la pobreza en el 2012 se habría frenado de manera alarmante: solo habría disminuido en 0.8%. La pobreza se venía reduciendo a un ritmo de 5 a 3% anual y, curiosamente, en un año en que hemos batido record absoluto en el gasto social y la multiplicación de los programas asistenciales, solo 240 mil personas habrían logrado salir de la pobreza.

Esta noticia ha sido comentada en los medios por el congresista y ex-primer ministro, Javier Velásquez Quesquén, y por el parlamentario Juan Carlos Eguren, en base a estimados preliminares de pobreza del INEI, que hasta ahora no oficializa estos resultados.

Este resultado es una muy mala noticia para los excluidos del Perú porque estamos pasando de una reducción anual del orden de un millón de personas, a solo una cuarta parte.

Si consideramos que en el Perú todavía existen alrededor de 8 millones de pobres el asunto se vuelve desalentador. Según Macroconsult (ver: Confirmado: solo con crecimiento económico se supera la pobreza), nuestro crecimiento venía siendo pro-pobre y, entre el 2004 y el 2011, por cada punto de crecimiento del PBI, la pobreza se reducía en 0.66%, junto con una importante reducción de la desigualdad, de 0.41 a 0.37. De haberse continuado con este mismo proceso, la pobreza, en el 2012, debiera haber caído en más de 4%. Es decir, cinco veces más.

¿Qué ha sucedido en el primer año del gobierno de la lucha contra la exclusión? Es evidente que hay factores externos que han impactado en nuestra economía, pero ellas no explican semejante frenazo. Tenemos que apuntar también a un deterioro del clima de inversión, la parálisis de los grandes proyectos y, sobre todo, a una silenciosa pérdida de confianza de propios y extraños.

De continuarse en este proceso de deterioro económico y social, el Perú estaría perdiendo la mejor oportunidad de su historia para superar la pobreza y lograr el bienestar general. La situación actual, lejos de corregirse, se está agravando con los últimos acontecimientos políticos. 




El injusto medio

El injusto medio

El presidente Humala dijo esta semana que su gobierno busca “un equilibrio” entre dos cosas. Por un lado, las políticas económicas que a grandes rasgos se implementan en el Perú desde que se hicieron las reformas estructurales que disminuyeron el rol del Estado en la economía a “su mínima expresión” (en la visión del presidente). Y, por el otro lado, las políticas de los setenta, cuando –este nombre no lo mencionó pero sí estuvo en la mente de todos sus oyentes– Juan Velasco Alvarado hizo una real revolución de nuestra economía que convirtió al Estado en el protagonista absoluto de la misma por los siguientes 20 años.

Necesitamos “aprender” de ambas experiencias, dijo el presidente, para no caer ni en un “extremo” ni en otro.

La referencia al equilibrio entre los dos extremos hace pensar que, al proponer esto, tal vez el presidente tuviese en mente alguna versión de la idea del “justo medio” aristotélico. Si este es el caso, se trataría de una versión espuria de lo que esta teoría significa. Y es que el “justo medio” no quiere decir que, por ejemplo, entre la valentía y la cobardía, o la generosidad y la avaricia, o la felicidad y la desgracia, lo bueno para el hombre es buscar lo que esté a la mitad. No. La valentía, la generosidad y la felicidad hay que buscarlas todo lo que se pueda. El “justo medio” es lo que está a la mitad de dos extremos igualmente malos, no de dos cosas cualquiera que se opongan.

Decimos esto, porque, al menos si nos atenemos a los resultados documentados de los dos tipos de políticas económicas a las que el presidente se refirió, lo que él ha dicho cuando afirmó que hay que buscar un equilibrio entre el estatismo de los setenta y la economía (semi) libre que tenemos hoy, es el exacto equivalente a decir que hay que buscar un equilibrio entre reducir y aumentar la pobreza, entre disminuir e incrementar los ingresos promedio de la población, entre destruir y generar empleos, entre ver bajar y subir la productividad, y demás.

No se trata de ideologías. Se trata de realidades documentadas. Si uno toma en cuenta todo el período en que rigió el modelo de los setenta –desde que asumió el mando el general Velasco hasta comienzos de los noventa– las cifras son abrumadoras. En 1970, el Perú tenía un 35% de su población viviendo bajo la línea de pobreza. Para 1991, el 56% de los peruanos padecía esta situación (INEI-IPE). Según cifras del BCR, por otro lado, demoró 30 años que el país volviese a recuperar –en el 2004– el PBI per cápita que tenía cuando las reformas del velascato comenzaron a dejar sentir sus mayores efectos hacia 1974.

Si se considera únicamente la década que nombró el presidente, por otra parte, la cosa no mejora. Y no mejora, sobre todo desde el punto de vista de los pobres. Solo desde el mencionado 1974 hasta finales de la década, los salarios reales tuvieron una caída de alrededor del 35% (INEI-IPE). Por su parte, la inflación, ese ladrón silencioso del poder adquisitivo de la gente, aumentó de 6% en 1969 al 74% en 1979 (BCR-IPE). Además, la productividad cayó durante la década (luego de haber subido consistentemente durante los cincuenta y sesenta), lo que se confabuló con los controles de precios y los impedimentos a las importaciones para generar escasez: el gobierno militar, por ejemplo, tuvo que prohibir la compra de carne durante 15 días de cada mes.

Todo esto, para no hablar de indicadores más abstractos –y, por ejemplo, de cómo la deuda pública se incrementó del 15% del PBI en 1969 al 41.3% en 1979– y concentrarnos solo en los que se reflejan más directamente en la calidad de vida de las personas. En los indicadores, esto es, que enseñan cómo estas políticas se tradujeron, para decirlo en una sola palabra (como lo ha hecho Nadine Heredia, confiamos que con sinceridad), en mucho “sufrimiento”.

La experiencia a partir del desmontaje de la economía estatista, por otro lado, ha sido la opuesta. Solo en los últimos ocho años, como paradójicamente lo resaltó el mismo presidente Humala en el mismo discurso, un cuarto de la población peruana ha salido de la pobreza, habiéndose reducido el porcentaje de peruanos que la sufre al 27%. En las últimas dos décadas el PBI per cápita ha pasado de US$1,500 a US$6,700 aproximadamente. Únicamente desde el 2003 a acá el promedio de los sueldos se ha incrementado a un 7% anual. Y la inflación, que había llegado a la aberración del 7,492% anual en 1990, cerró el año pasado en 3.7%.

Por lo demás, como agudamente lo ha resaltado Jaime de Althaus, al menos para lo que toca a sus funciones propias –y no a hacer negocios– nuestro Estado es hoy mucho más fuerte que en los setenta. Como hay mucha más inversión y producción, tiene mucho mayores ingresos fiscales. Solo en la última década el presupuesto del que puede disponer cada año para apoyar a quienes tienen menores recursos –incluyendo en la salud y la educación– se ha triplicado de US$15,000 millones a US$45,000 millones.

Si en algo, en fin, estamos de acuerdo con lo dicho por el presidente es en que hay que “aprender” de ambos modelos. Sí, hay que aprender. Y luego hay que usar el resultado de este aprendizaje para, uniéndolo al instinto de vida, luchar por mantenernos tan alejados como se pueda de lo que solo trajo pobreza y sufrimiento, y profundizar en el camino de lo que hace tiempo nos viene volviendo un país que tiene cada vez más oportunidades para más peruanos.

Tomado de El Comercio, 28 de abril, 2013




Confirmado: solo con crecimiento económico se supera la pobreza

Confirmado: solo con crecimiento económico se supera la pobreza

Macroconsult acaba de publicar su reporte mensual ¿Qué implicancias tuvo el crecimiento económico de la última década en la evolución de la pobreza y desigualdad?, en el que se analiza las relaciones entre crecimiento de la economía, la reducción de la pobreza y de la desigualdad.

 

Una de las virtudes del estudio, es establecer en cuánto contribuye el crecimiento económico a la reducción de la pobreza por sí mismo y en cuánto contribuye por la mejor distribución de los ingresos.

El estudio señala que de los 31 puntos porcentuales de reducción de la pobreza logrados entre el 2004 y el 2011 (ésta cayó de 59% a 28% de la población), el crecimiento del gasto de las familias explica 19 puntos, mientras que los otros 12 se deben al efecto de la mejora en la distribución de los ingresos. En otras palabras, el crecimiento favoreció más a los pobres creando un modelo que algunos especialistas han denominado como “pro-pobre”.

Asimismo, el estudio mide la desigualdad confirmando que, en el período analizado, hay una reducción de la desigualdad debido al crecimiento económico de 9.8%, porque el índice Gini pasó de 0.41 a 0.37. De esta manera hoy la pobreza y la desigualdad son menores que hace 7 años. Semejante conclusión ratifica la sólida tendencia de reducción de la desigualdad que establecen la Cepal y el Banco Mundial, y aunque parezca mentira, las conclusiones del estudio de economistas como Waldo Mendoza, Yamada y Escobal. Es decir, hoy se pueden cuestionar algunos aspectos del modelo, pero nadie puede negar que la desigualdad en el Perú está cayendo por el crecimiento de la economía.

Otro aspecto muy interesante del estudio de Macroconsult tiene que ver con la elasticidad crecimiento-pobreza. Se establece que, por cada punto porcentual de crecimiento del PBI, la pobreza se reduce en 0.66%. En el informe se proyecta que si nuestro país continúa creciendo a tasas promedio de 6% anual, en el 2016 la pobreza total se reduciría a 10%. Es decir, una tasa menor a la meta de 15% trazada por el actual gobierno. Como se ve, un crecimiento alto y sostenido es la principal arma para luchar contra la pobreza.

Macroconsult advierte que la elasticidad es mayor entre los departamentos del tercil de mayor pobreza, donde cada punto porcentual de crecimiento del PBI reduce la pobreza en 0.79%, mayor al 0.66% del promedio nacional. “De ser este el caso, significaría que el crecimiento económico es pro-pobre, lo que reafirmaría la conclusión anterior respecto de la importancia del crecimiento como estrategia antipobreza”, establece el informe.

Igualmente se describe que la elasticidad crecimiento-pobreza es mayor en la selva que en la sierra, que en la sierra con respecto a la costa. En otras palabras, por cada punto adicional de crecimiento del PBI se reduce más la pobreza en la selva y en la sierra que en la costa. Una clara demostración de la característica pro-pobre de nuestro crecimiento.

El estudio de Macroconsult demuestra que los “pobretólogos” que han ignorado los efectos virtuosos del mercado y el crecimiento se han quedado sin argumentos, porque los ricos no se han hecho más ricos ni los pobres más pobres. Lo que sucede en el Perú es que los millones de peruanos que abandonan la pobreza empiezan a formar parte de una nueva clase media.




Crecimiento permite cumplir Objetivos del Milenio

Crecimiento permite cumplir Objetivos del Milenio

En un reciente pronunciamiento de la Oficina de las Naciones Unidas para la Agricultura (FAO), se destacó que el Perú es uno de los pocos países que ha logrado avanzar -y en muchos casos cumplir anticipadamente- en el cumplimiento de Los Objetivos del Milenio que las Naciones Unidas estableció para el mundo en el 2015.

Por ejemplo, nuestro país ha logrado reducir sustancialmente los indicadores de pobreza, desnutrición, mortalidad infantil, entre otros, gracias al fuerte crecimiento económico iniciado hace dos décadas.

Según estos objetivos, el Perú se comprometió,para el 2015, a disminuir la pobreza y la pobreza extrema a la mitad de los niveles registrados en 1991, es decir, a 27.3% y 11.5%, respectivamente. Sin embargo, estas metas han sido superadas en el 2011 al lograrse 27.8% en pobreza y 6.3% en pobreza extrema, tal como lo señalan las cifras del Instituto Nacional de Estadística e Información (INEI).

De esta manera, el milagro económico peruano que sorprende al mundo- con sus altas tasas de crecimiento del PBI y de inversión privada, no solamente se circunscribe a cifras macroeconómicas sino también a resultados sociales incuestionables. No solo competimos con China e India en crecimiento, sino en reducción de la pobreza y otras lacras sociales. Una vez más queda demostrado que no hay desarrollo sin crecimiento y sin inversión privada. La FAO ha reconocido el mérito del Perú y ha resuelto un debate que plantea la izquierda cuando pretende separar el desarrollo del crecimiento económico.

Hace pocos años se consideraba que el crecimiento no estaba impactando su?cientemente en la reducción de la pobreza. Según estudios del INEI, el MEF y el BCR, entre 1994 y 1998, por cada punto porcentual (1%) que crecía el PBI, lapobreza se reducía en solo 0.43%. Sin embargo, al acentuarse el ritmo de crecimiento de la economía durante la última década, por cada punto (1%) de incremento del PBI, la reducción de la pobrezase dinamizó desde una disminución de 1% hasta llegar en el 2010 a una reducción de1.7%, una magní?ca relación causa-efecto que despeja cualquier duda sobre las virtudes del modeloeconómico y el crecimiento en cuanto a la reducción de la pobreza.

Estos reconocimientos no nos inhiben de plantear la necesidad y urgencia de que afrontemos cuanto antes, y con la mayor dedicación posible, una agenda pendiente en temas vitales para la construcción de un mejor futuro para todos, tal como lo planteamos en nuestro artículo La Agenda Pendiente.




Una impostergable revolución educativa

Una impostergable revolución educativa

En el Perú todos sabemos que tenemos uno de los peores niveles de educación escolar del mundo. Como referencia objetiva de esta afirmación están las pruebas Pisa y las del Laboratorio Latinoamericano de Calidad de Enseñanza, en las que ocupamos los últimos lugares.

La sociedad aparenta ser consciente y que reacciona a esta situación.Todos los movimientos políticos, intelectuales y medios coinciden en repetir una y otra vez el diagnóstico de nuestras falencias, sin embargo, cuando pasamos a las propuestas, nos presentamos con un matamoscas para enfrentar a una fiera.

La mala educación ha sido siempre un problema muy grave, pero en el mundo de hoy, en la sociedad del conocimiento, en la que los ciudadanos del mundo se benefician de la democratización de la tecnología moderna, la mala educación es una tragedia,  condena a nuestros niños a una condición sub-humana, equivale a cortarles las manos y las piernas para que enfrenten su futuro en condición de minusválidos.

Durante los últimos años se planteó llevar el presupuesto de educación al 6% del PBI.Desde el 2000 el presupuesto público se ha triplicado, hoy llega al 3% con un millón menos de alumnos que han migrado a la educación privada que ya gasta otro 3% del PBI, pero la calidad de la educación no ha mejorado.

Se planteó aumentar el sueldo de los maestros, se ha más que duplicado, y la educación sigue igual. Se mejoró la infraestructura, pero nada cambió. Se pretendió establecer la meritocracia como principio rector de la gestión pedagógica, el sindicato de maestros se resistió y la ministra Salas terminó cediendo, ahora estamos de regreso a lo de siempre.

Es hora de enfrentar el tema con valentía y de corregir lo que sea necesario para salir de esta situación. Esto implica (1) enfrentar al sindicato de maestrosy (2) empoderar a los padres de familia para que controlen la educación de sus hijos.

  • La educación pública está secuestrada por el Sutep, un sindicato ideologizado, de manifiesta orientación marxista, que sigue comprometido con la lucha de clases (ver nota de su estatuto más abajo), que no tiene propuestas pedagógicas, que se opone a todas las reformas y específicamente a la meritocracia, que está controlado políticamente por el Partido Comunista del Perú – Patria Roja, que con la Derrama Magisterial controla un patrimonio de más de 800 millones de dólares.

    Si queremos que la educación deje de ser un lastre social y un freno al desarrollo económico para convertirse más bien en una palanca de desarrollo, no queda otra alternativa más que terminar con la presencia del Sutep en la educación pública.Es el momento de iniciar una verdadera revolución educativa, buscando una mejora sustancial y continua de la calidad, universalidad de acceso, innovación, competitividad y dignificación del maestro. Tarea imposible, probadamente, con el Sutep. Esto no significa rechazar la representación sindical en el magisterio, pero ésta no puede estar orientada a la política partidaria, a la lucha de clases, y no responder a una representación moderna y orientada al quehacer pedagógico.

  • Establecer el sistema de vouchers educativos. Tal como lo propuso Milton Friedman hace más de 60 años y es usado hoy en países como Suecia y Chile. Los vouchers permiten que los padres de familia elijan la escuela dónde se eduquen sus hijos, incentivando a los maestros y escuelas a mejorar su calidad para no perder ingresos, producto del canje de los vouchers.

    Este sistema promueve la competencia, innovación y medición continua de resultados. Permitiría, además, transferir el control de la educación a directorios de padres de familia en cada colegio, no a gremios de ellos, ni como ahora, a los municipios, que en esencia desarrollan una gestión política de corto plazo. Así, los directamente interesados tendrán que asumir la responsabilidad de velar por la calidad educativa de sus hijos y resistir las presiones políticas de todo orden.

Lo que tenemos que enfrentar es muy duro, pero no podemos condenar a nuestros niños a la condición de ciudadanos marginales del mundo global. Acá es preciso afirmar: Más vale un momento colorado, que cien amarillos.

Estatuto de SUTEP: … La ideológica del capitalismo neoliberal busca enajenar al trabajador y su clase, convertirlos en mediocres, erradicar su perfil clasista, con el propósito de perennizar su expoliación y explotación. La clase trabajadora debe responder el reto de enfrentar el neoliberalismo, salir airoso, retomando la iniciativa en la lucha de clases…

Declaración de Principios: … En razón de todo ello, el Sindicato unitario de los trabajadores de la educación del Perú (SUTEP) reconoce, se orienta por, y basasu práctica en el Principio universal de la lucha de clases…

http://es.scribd.com/doc/98069433/Estatuto-SUTEP-1




IEP, de prejuicios y estudios

IEP, de prejuicios y estudios

En una reciente entrevista, Roxana Barrantes, directora general del Instituto de Estudios Peruano (IEP), publicada en el diario Gestión, sostiene que en el Perú la desigualdad no es solo económica sino también territorial, porque, según ella, “Lima crece a un ritmo diferente al de otras zonas”. Esta reflexión parece provenir de un prejuicio antes que de un estudio de la realidad peruana. Lima ya no es el Perú. Los últimos 20 años han cambiado nuestra geografía económica y social.

Para sorpresa de muchos, hoy la inversión, la economía, el empleo y los ingresos crecen más en las regiones que en Lima. Por ejemplo, durante la última década, el empleo y los ingresos han crecido el doble en provincias, más en las zonas rurales que en las urbanas y más en la sierra y la selva que en la costa.

Para muestra varios botones:

  • Crecimiento económico: Siete regiones del interior crecieron por encima del promedio nacional de 6.4% entre el 2001 y el 2011, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática: Cusco (8.9%), Ica (8.8%), Madre de Dios (7.3%), La Libertad (7%), Ayacucho (6.9%), Arequipa (6.7%) y San Martín (6.6%). Como se ve la mayoría de ellos superaron a Lima (6.8%).
  • Empleo: De una muestra de 30 ciudades, reportada por el Ministerio de Trabajo el 2011, en 14 se registró un incremento del empleo superior a la capital: Piura (16.3%), Sullana (16.1%), Puno (15.6%), Huaraz, (10.8%), Talara (10.2%), Cajamarca (8.2%), Arequipa (8.1%), Puerto Maldonado (7.9%), Huánuco (7.3%), Tacna (7.3%), Ayacucho (6.7%), Pisco (6.6%), Trujillo (6.3%) y Cusco (5.5%). El empleo, que en Lima aumentó solo el 5.4%, es el canal más efectivo para reducir la pobreza y la desigualdad.
  • Ingresos: En ingresos por el trabajo, los incrementos en provincias también han sido significativos, llegando en Moquegua 1,564 soles mensuales de promedio, en Arequipa a 1,259,  en el Callao a 1,189, y en Tacna a 1,136, mientras que, en Lima, el ingreso promedio alcanza los 1,368 soles mensuales. Sin lugar a dudas, otro Perú.

En cuanto a la desigualdad, el coeficiente de Gini nos dice que el Perú ha logrado reducirla de 0.545 en 1999 a 0.452 en el 2011, de acuerdo a los datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe -CEPAL- y del Banco Mundial. Algunos negacionistas de izquierda han recalculado su propio coeficiente Gini, al que ponen en un nivel actual de 0.6, sin embargo han debido reconocer que durante los últimos 10 años la reducción del mismo ha sido de 12%.

Si bien aún hay tareas pendientes para acortar las distancias entre los peruanos y establecer una agenda nacional de cara al futuro, es de esperar que los estudiosos se alejen de los buenos deseos y de los prejuicios y se acerquen a los indicadores de la realidad, pues solo con ellos se podrán construir bases sólidas para dicha agenda.




Cusco y Tacna se disparan

Cusco y Tacna se disparan

Otra cara. Hace una década los círculos empresariales tenían una idea de esta parte del país: conflictivos y pobres. Sin embargo, esa imagen se ha ido disipando. Cusco, Tacna, Arequipa, Moquegua y Puno crecieron en 2012 en forma espectacular. Jorge Turpo Rivas. Arequipa.

En una década, el sur del Perú ha pasado de envidiar el crecimiento de Lima y las regiones del norte, a lucir sin falsa modestia, su liderazgo en el competitivo mundo de la economía. Si antes las noticias hablaban del “arequipazo”,  “moqueguazo”, “tacnazo” y demás protestas que espantaban la inversión privada, ahora se informa sobre la explosión o el “boom” inmobiliario, minero, turístico y hasta gastronómico.

Después de junio de 2002, cuando en Arequipa se produjo la protesta contra la privatización de Egasa y Egesur, todo era desaliento. Pocos  miraban a la región como receptora de inversión. El norte crecía y el sur se retraía. Diez años después la suerte cambió. Según Perucámaras, el bloque de Arequipa, Moquegua, Tacna, Puno, Cusco, Madre de Dios y Apurímac crecieron 8.07% en 2011. Mientras que Tumbes, Piura, La Libertad, Lambayeque, Áncash, Amazonas y San Martín 6%.  En 2010 el sur alcanzó 9.7% y el norte 7.3%.

El Banco Central de Reserva (BCR)sede Arequipa, hizo una encuesta a 285 empresarios locales sobre sus expectativas para el próximo año. El 60% afirmó que considera que le irá mejor que este año. El 30% dijo creer que le irá igual y solo el 10% mostró su pesimismo indicando que su situación empeorará.

“Estamos en un tramo optimista”, dice Raúl Castro Alegría, jefe de la sucursal del BCR en Arequipa.

El ritmo del crecimiento económico del sur continúa expectante. La Ciudad Blanca, según el BCR y la Cámara de Comercio e Industria (CCIA), cerrará el año con 6.5% de crecimiento, tres décimas menos que el año pasado (6.8), pero superior a la media nacional que se estima en 6.3%.

El gerente de la CCIA, Rafael Chirinos, detalla que el menor crecimiento se debe a la contracción en sus exportaciones, del orden del 8%. “Hubo menor demanda de minerales y también el sector textil que exporta a Europa se vio afectado por la crisis”, explicó.

El 90% de las exportaciones de Arequipa es minerales. Este año China redujo sus compras y eso afectó a empresas como Cerro Verde, dijo el empresario. Aún así, la construcción, que este año creció 23% en relación al 2011, ha permitido que el crecimiento se mantenga.

A ello, agrega Chirinos, se suma el hecho de que la dinámica de la economía de Arequipa no depende del mercado externo, sino del consumo interno. “Las inversiones que se realizan han permitido que haya más trabajo y en consecuencia mayor capacidad adquisitiva, por eso el consumo interno define el nivel de crecimiento”, apunta. 

GRAN DESPEGUE

Cusco y Tacna se han mostrado más aplicadas que la región mistiana. El presidente de la Cámara de Comercio de la Ciudad Heroica, Aldo Fuster, indicó que se llegó a la cifra histórica de 15%, crecimiento impulsado básicamente por el turismo, comercio y gastronomía.

La economía tacneña se sustenta en los ingresos que genera la masiva afluencia de turistas chilenos. Diariamente son 5 mil vecinos del sur los que cruzan la frontera a gastar un promedio de 60 a 80 dólares diarios por persona. La capacidad hotelera de la Ciudad Heroica ha sido rebasada. Este año llegaron más de 1 millón 200 mil visitantes sureños. 

Fuster también precisó que en Tacna ya se empieza a sentir el “boom” inmobiliario. Empresas como MRM invierten en complejos habitacionales que incluyen proyectos hasta en la zona de playas del litoral tacneño.

El Artículo 71 de la Constitución limita la inversión privada en la Ciudad Heroica. Se prohíbe a las empresas extranjeras hacer inversiones dentro de los 50 kilómetros de la zona de frontera. No se pueden construir grandes centros comerciales como en Arequipa.

En tanto, Cusco este año llegará a un crecimiento de 13.7% debido a la importante inversión hotelera y minera.

En el 2012 abrieron sus puertas los hoteles 5 estrellas, El Palacio Las Nazarenas y el JW Marriott, ubicados en el corazón de la Ciudad Imperial. En ambas obras se invirtieron 71 millones de dólares. Machu Picchu es un imán  para el turismo mundial. Desde que fue declarado maravilla mundial, el número de visitas aumentó en forma notable. En  los once meses de este año arribaron más de dos millones de visitas, entre nacionales y extranjeros.

Además se tiene previsto cuatro mil millones de dólares de inversión. Hudbay Minerals, en su proyecto Constancia invertirá 1,500 millones y Xstrata Copper en Antapaccay 1,300 millones.

Rafael Chirinos refiere que en estas regiones se da lo que ocurrió en 2007 en la Ciudad Blanca.

“Ese año se registró un crecimiento de 15%, fue algo exponencial, pero se dio porque las inversiones dejaron de enfocarse en Lima y apuntaron básicamente a dos regiones: Arequipa y Trujillo, pero ahora se dinamizaron y entraron a Cusco, Piura, Tacna, entre otras”, apuntó.

REPUNTAN

Las regiones Moquegua y Puno no se quedan atrás. También presentan un importante repunte económico para este año. Moquegua crecerá a un ritmo similar al de Arequipa, es decir 6.5%. Mientras que Puno se recupera con 5.4%.

En la ciudad lacustre, según el reporte del BCR, el crédito personal aumentó en términos reales en 13.2% respecto al 2011, por la expansión del crédito de consumo (14.2 por ciento) y crédito hipotecario (3.3 por ciento).

Por su parte, la venta de automóviles familiares nuevos (autos, station wagon, van familiar multipropósito y camionetas SUV) sumaron 225% más que el 2011. 

No obstante, la actividad minera disminuyó 11.6% en relación al  año pasado, debido a la menor producción de todos los minerales, a excepción del oro, el cual refleja un incremento de 27.9 por ciento.

La economía puneña también empieza a mostrar un sustento en el rubro de la construcción. De acuerdo al BCR, el despacho o venta de cemento este año alcanzó las 47 mil 888 toneladas métricas, presentando un incremento de 7.9% comparado al 2011. 

Puno también va recuperando el mercado turístico que fue seriamente afectado por las continuas paralizaciones contra la actividad minera.

Este año presentó un comportamiento positivo de 6.7%, resultado del incremento en el turismo extranjero (23.2%), contrarrestado por la disminución en el turismo nacional (-3.3%).

EXPECTATIVAS

Para Rafael Chirinos, el año 2013 se presenta con un panorama bastante alentador. Se espera que empiece la ampliación de Cerro Verde, que tiene una inversión de 4 mil millones de dólares. “En el 2004 y 2005, cuando Cerro Verde invirtió mil millones en su planta de sulfuros primarios, generó un gran movimiento económico, ahora es cuatro veces más”, precisó.

El sur se aleja del estigma de región retraída y empobrecida, pero el camino al verdadero desarrollo aún es largo.