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China sanciona a Occidente

China sanciona a Occidente

Hace un tiempo venimos escribiendo sobre la visión equivocada que tuvo EEUU al mando de Donald Trump, en relación a China y cómo sus políticas comerciales y tecnológicas no buscaban la tan necesaria convergencia con el gigante asiático.

Por otra parte, los discursos del entrante presidente Biden en diversos foros internacionales en los últimos meses, han reflejado su interés de luchar abiertamente con China por la supremacía de dos modelos políticos antagónicos, democracia vs dictadura, exacerbando el conflicto ya arrastrado por la administración Trump (ver Lampadia: EEUU y China deben descongelar sus relaciones).

¿Cómo viene reaccionando China a estas afrentas a nivel internacional?

The Economist ha publicado un artículo que informa que recientemente los funcionarios china han impuestos sanciones a diplomáticos y otros activistas democráticos de Canadá, Reino Unido y de la misma UE. Bajo la visión de The Economist, China está asumiendo mayores riesgos que en el pasado en sus relaciones externas dado que da por sentada su supremacía a largo plazo, así como la decadencia de Occidente en su peso geopolítico mundial.

Si bien las reflexiones de los funcionarios chinos pueden ser ciertas, consideramos que el confrontar con otros países en estas épocas de severa recesión global, no ayudan a la reactivación que necesitamos ni tampoco a reversar el proceso de desglobalización que se ha visto enrumbado el mundo en la década pasada. Como explicamos en Lampadia: Volvamos a la cooperación internacional, la agenda de los líderes mundiales debe ser de fomentar el comercio libre y la inversión extranjera, y no petardear las relaciones de los tratados existentes, sino por el contrario establecer la mayor cantidad de nuevas iniciativas posibles. Este es el caso por ejemplo el borrador del Acuerdo Integral de Inversión entre China y la UE que, tras estas sanciones, pareciera que ya no tendría buen cauce.

Esperemos que los funcionarios chinos reflexionen una vez más sobre las implicancias que tendría este recrudecimiento de relaciones externas para su país y den cuenta que siempre es mejor la cooperación que la autosuficiencia en materia económica. Lampadia

China apuesta que Occidente está en un declive irreversible

Los líderes del país ven su momento y lo están aprovechando

The Economist
3 de abril, 2021
Traducida y comentada por Lampadia

Con la mirada fija en el premio de hacerse rica y fuerte, China ha pasado los últimos 40 años como un matón reacio al riesgo. Rápido para infligir dolor a las potencias más pequeñas, ha sido más cauteloso en cualquier país capaz de devolver el golpe. Recientemente, sin embargo, los cálculos de riesgo de China parecen haber cambiado. Primero, Yang Jiechi, el jefe de política exterior del Partido Comunista, dio una conferencia a los diplomáticos estadounidenses en una reunión bilateral en Alaska, señalando las fallas de la democracia estadounidense. Eso le valió el estatus de héroe en casa. Luego, China impuso sanciones a políticos, diplomáticos, académicos, abogados y activistas por la democracia británicos, canadienses y de la Unión Europea. Esos amplios bordillos fueron en represalia por sanciones occidentales más estrictas contra funcionarios acusados de reprimir a los musulmanes en la región noroeste de Xinjiang.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de China declara que horrores como el comercio de esclavos en el Atlántico, el colonialismo y el Holocausto, así como la muerte de tantos estadounidenses y europeos por el covid-19, deberían avergonzar a los gobiernos occidentales de cuestionar el historial de China en materia de derechos humanos. Más recientemente, los diplomáticos y propagandistas chinos han denunciado como “mentiras y desinformación” los informes de que se utiliza trabajo forzado para recolectar o procesar algodón en Xinjiang. Han elogiado a sus conciudadanos por boicotear a las marcas extranjeras que se niegan a utilizar algodón de esa región. Otros han tratado de demostrar su celo lanzando abusos de la era maoísta. Un cónsul general chino tuiteó que el primer ministro de Canadá era “un perro corredor de EEUU”.

Los diplomáticos occidentales en Beijing observan con consternación ese nacionalismo. Los funcionarios chinos han convocado a los enviados para que los reprendieran a altas horas de la noche, para que se les informara de que esta no es la China de hace 120 años, cuando los ejércitos extranjeros y las cañoneras obligaron a la última y tambaleante dinastía imperial del país a abrir más el país a los forasteros. Algunos diplomáticos hablan de vivir un punto de inflexión en la política exterior china. Los aficionados a la historia debaten si el momento se parece más al surgimiento de un Japón revisionista y enojado en la década de 1930, o al de Alemania cuando una ambición férrea lo llevó a la guerra en 1914. Un diplomático veterano sugiere con tristeza que los gobernantes de China ven a Occidente como una persona indisciplinada. , débiles y venales, y buscan dominarlo, como un perro.

En Washington y otras capitales no es difícil escuchar voces que sugieren que China está cometiendo errores imprudentes y torpes. Seguramente China ve que está agriando la opinión pública en todo Occidente, murmuran. Hay perplejidad sobre cómo China ve ahora su reciente borrador de acuerdo con la Unión Europea, el Acuerdo Integral de Inversión, que parecía tan ansioso por concluir. La ratificación de ese pacto por el Parlamento Europeo está ahora congelada, y posiblemente sepultada en el permafrost, como resultado de las sanciones de China a varios euro legisladores.

En realidad, los líderes chinos, si sus propias palabras y escritos sirven de guía, piensan que la asertividad es racional. Primero, creen que China tiene números de su lado a medida que surge un orden mundial en el que los países en desarrollo exigen, y se les concede, más influencia. En la ONU, la mayoría de los estados miembros apoyan de manera confiable a China, como una fuente insustituible de préstamos, infraestructura y tecnología asequible, incluido un equipo de vigilancia para autocracias nerviosas. En segundo lugar, China está cada vez más segura de que EEUU está en un declive irreversible a largo plazo, incluso si otros países occidentales son demasiado arrogantes y racistas para aceptar que “Oriente está subiendo y Occidente está en declive”, como lo expresaron los líderes chinos. China ahora está aplicando dosis calculadas de dolor para sorprender a los occidentales y hacerles comprender que el antiguo orden liderado por EEUU está terminando.

Los gobernantes de China son mayoritarios. Su dominio del poder implica convencer a la mayoría de los ciudadanos de que la prosperidad, la seguridad y la fuerza nacional requieren un gobierno unipartidista con puño de hierro. Ponen sin ruborizar los intereses de muchos por encima de los de unos pocos, ya sean agricultores desalojados para construir una presa, minorías étnicas reeducadas para convertirse en trabajadores por licitación o disidentes que deben ser silenciados. China es un desafío difícil para los demócratas liberales precisamente porque su tiranía en nombre de la mayoría está respaldada por muchos chinos, aunque a un costo terrible para los valores atípicos y las minorías. Hoy, las ideas chinas sobre la gobernanza global suenan como un orden mundial mayoritario. Ruan Zongze, un académico del Centro de Investigación Diplomática del Ministerio de Relaciones Exteriores de Xi Jinping, explicó la línea oficial en una conferencia de prensa. Negó que China quisiera exportar sus valores. Pero esbozó una visión del multilateralismo por mayoría que, al no otorgarle una legitimidad especial a las normas liberales, sería un refugio seguro para la autocracia china. Ruan despreció a los gobiernos que “usan el pretexto de la democracia para formar alianzas”. Llamó a eso “falso multilateralismo”, y agregó que los países en desarrollo no necesitan soportar las acusaciones de un Occidente que no habla por el mundo. Como motores del crecimiento global, China y otras economías emergentes deberían tener más voz, declaró. “Aquellos que representan las tendencias futuras deben ser la fuerza líder”.

La mayoría de las tiranías

Como lo ve un diplomático europeo, al menos una parte del establecimiento de China está convencido de que el orden liberal establecido después de 1945, construido alrededor de derechos humanos universales, normas y reglas que unen a fuertes y débiles por igual, es un obstáculo para el ascenso de China. Estos revisionistas están “convencidos de que China no logrará sus objetivos si sigue las reglas”, dice.

Los diplomáticos describen una China arrogante y paranoica. Dicen que algunos funcionarios chinos están convencidos de que la UE pronto retirará sus sanciones relacionadas con Xinjiang, porque Europa no puede recuperarse de la pandemia sin el crecimiento chino. A otros funcionarios chinos les preocupa que su país se esté haciendo demasiados enemigos y se lo dicen a los diplomáticos. Por desgracia, son superados en número por aquellos que culpan de la impopularidad de China al resentimiento occidental por el éxito chino. Los gobernantes de China se están preparando para una lucha prolongada. Los riesgos son claros, tanto para China como para Occidente. Lampadia




El Perú con la App incorrecta

El Perú con la App incorrecta

Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Exclusivo para Lampadia

La empresa privada es la célula económica de toda sociedad. Allí se desarrolla y fructifica la otra gran fuerza motriz que es el trabajo. Ambas generan la riqueza, los tributos y la innovación. El ánimo de lucro y el trabajo, ensamblados en esta unidad nos proveen de bienes, servicios e innovación que a lo largo de siglos ni reyes, emperadores o burócratas del Estado contemporáneo hubieran podido proveer. La competencia entre ellas genera a su vez el bienestar social.

OCCIDENTE y la CHINA

Desde el siglo XVIII en adelante, occidente, siguiendo la terminología de Niall Ferguson, descargó la App correcta y liberó estas fuerzas de la economía desatando las ataduras de la sociedad de gremios, corporaciones, estamentos y privilegios que existía anteriormente, permitiendo que, en un escenario de libertad económica, respeto a la propiedad y al orden jurídico, occidente tome el liderazgo del mundo, dejando atrás a la China, que hasta entonces tenía el mayor PBI mundial.  Más de dos siglos después, a partir de los años 70 del siglo pasado, Deng Xiao Pin, entendió que la China tenía también que descargar la App correcta y liberó esas mismas fuerzas, permitiendo en lo económico (aunque no en lo político) que las empresas pasen a ser la célula económica de esa sociedad. Casi 50 años después, coronavirus al margen, la China ha recuperado la hegemonía económica mundial y sus empresas ya no solamente han permitido superar la miseria y hambruna de la revolución cultural de Mao, sino que hoy cotizan en las bolsas del mundo, le prestan al mundo y están en los cinco continentes en todos los sectores de la economía.

Las sociedades que en contra de la evidencia de la historia creen que el Estado es la célula económica de la sociedad, no cuentan en la economía global.

EL PERU y la App correcta

En el Perú, en los años 90, se liberaron las fuerzas empresariales avanzando en la reducción de las barreras mercantilistas que impedían la competencia en muchos sectores de la economía: telecomunicaciones, transporte, industria, banca, educación, entre otros. Se permitió el desarrollo de actividades que habían sido absorbidas por el Estado y en las cuales no existía inversión privada: minería, hidrocarburos, electricidad, etc. Se redujo el Estado limitando su intervención con reglas tan sencillas como la simplificación administrativa, la reducción de registros y licencias, la presunción de veracidad y el silencio administrativo que corrige el ocio de la burocracia. Todo esto mostraba a un país que aplicó la App correcta y que comenzó a borrar de su lenguaje económico a la hiperinflación, el déficit fiscal y que, a lo largo de 30 años fue reduciendo la pobreza y el subdesarrollo. Sólo los inmunes a la data podrían negar tal evidencia.

El Perú había decidido convertir a la empresa en su célula económica esencial y gozaba de los beneficios de esta decisión.

LA App SE COLGO

Sin embargo, al igual que sucede con las Apps que descargamos en los computadores o los teléfonos celulares, las Apps para que nos sirvan deben usarse y necesitan actualizaciones.

Con el pretexto de las actualizaciones de una App que el propio Toledo reconocía como valiosa, se fue abriendo paso al retorno del Estado durante su gobierno, aunque se avanzó también en la libertad económica con los tratados de libre comercio. La arcaica noción de justicia social de Alan García pudo más que su tardío convencimiento en los beneficios del libre mercado y sus compañeros comenzaron a tejer las ataduras en lo laboral, en lo ambiental y en lo cultural durante su administración, resurgiendo también el mercantilismo de los 80s con las empresas favorecidas por la “llamadita presidencial”.  Humala, aunque no descartó la App como le aconsejaban sus financistas de Caracas y Sao Paulo, la terminó de colgar porque en su procesador el Estado es la célula económica de la sociedad y no la empresa.

EL PERU QUERIA SU APP 2.0

En las elecciones del 2016 los peruanos le dijeron a su clase política que querían una App actualizada, una versión 2.0, qué de más prestaciones, más beneficios, que sea más amigable con el usuario. Y así votaron. Para el Congreso y para el Ejecutivo.

Sin embargo, ni PPK ni KF entendieron el mensaje y dejaron de lado la App y también el poder, curiosa paradoja, haciendo que quienes no creen en esta App y quieren al Estado como protagonista de nuestra economía tomen el mando. No hacía falta llamarlos, están allí, minando el Estado desde inicios de este siglo como asesores, directores generales, consultores, vice ministros, presidentes regionales, directores departamentales, directores de empresas estatales y ahora ministros.

El Perú nunca tuvo la App 2.0 por la que votó.

La PANDEMIA con la App incorrecta.

En los tiempos de PANDEMIA, no solamente hemos dejado de tener la App conectada y el Estado mediante Decretos de Urgencia, Estados de Emergencia, Cuarentenas, Aislamientos y Emergencias Sanitarias controla la vida política, social y económica del país, convirtiéndose en su célula metastásica omnipresente, sino que el tejido empresarial que queda, de todo tamaño, se halla bajo fuego abierto, ataque y amenaza constante de parte del propio Estado, sus aliados de turno y los enemigos de siempre.

  • Primero fueron los enemigos grandes, con los cuales funciona la falacia del enemigo, como las AFPs o los bancos, a quienes se puede atacar con la tasa de interés, las comisiones, la poca rentabilidad o mil razones en las cuales, dicha sea de paso, también ellas contribuyen.
  • Luego fueron las Grupos Económicos y su riqueza, siempre apetecida por el Estado y aquellos que lo fagocitan.
  • Siguió su gremio más representativo, al cual las inclinaciones reverenciales de su presidenta no le sirvieron para impedir el ataque sostenido de los agentes libres del gobierno o de los enemigos de siempre.
  • Siguieron las empresas mineras a quienes se satanizó por trabajar y traernos divisas en medio de la cuarentena o las telcos por mantenernos comunicados a través de call centers.
  • Luego fueron las farmacias (cuya concentración las hace vulnerables) por el precio de los genéricos incrementado por la excesiva demanda de los ciudadanos ansiosos. El show sobre esto ha sido velasquista, de los tiempos de Sinamos y la tarjeta de racionamiento de la leche, el azúcar y el arroz.
  • Después han sido los centros educativos privados cuya estructura de costos ha sido manoseada y a los que se les imponen precios y con lo cual se destruye la inversión privada en educación.
  • También lo han sido las empresas que en la parálisis tuvieron que ir a la suspensión perfecta de sus labores, a las cuales el Ministerio de Trabajo con sus marchas y contramarchas en la regulación de esta materia ha dejado sin piso.
  • Luego han sido los chifas, los restaurantes de menú y hasta las bodegas de la esquina, a las cuales, la dictadura de los protocolos impuesta por este gobierno y las autoridades sanitarias no les han permitido funcionar y que los gobiernos locales, sin App, ni sentido común, persiguen y cierran para conseguir un titular o un comentario elogioso de la presentadora televisiva de la noche.
  • El ataque no cesa. Luego han sido los peluqueros que no pueden abrir sus puertas o las farmacias, ferreterías o consultorios profesionales que no podían atender.
  • En este fuego abierto contra la empresa, el Congreso también tiene su papel. Ataca los interese con lo cual nos dejará un sistema financiero concentrad y sin microfinanzas. Ataca a las clínicas, con lo cual no habrá salud privada. Ataca a la vivienda al congelar los arrendamientos.
  • Finalmente somos todos los que hacemos empresa, micro, pequeña, mediana o grande, ya que si quienes gobiernan o legislan no creen que la economía la hacemos las empresas, solo es cuestión de tiempo que el ataque llegue a nuestras puertas.

Lo cierto es que el Perú desactivó la App que le trajo prosperidad y que le dio al Estado los recursos que el BCR ha prestado para la reactivación, ya que la idea de los créditos reactivadores viene de esta Institución y no del gabinete.

El Perú será entonces una sociedad que no cuente en la economía global si permite que las empresas dejen de ser su célula económica básica.

No lo permitamos. Exijamos seguir contando con nuestra App correcta. Lampadia




¿Cómo resolver las disputas comerciales entre Occidente y Oriente?

La guerra comercial EEUU-China es el vivo reflejo del creciente conflicto entre Occidente y Oriente que viene experimentando en los últimos años el mundo, ante el temor de que una u otra potencia económica desplace o asuma las riendas de la soberanía global. Como hemos escrito anteriormente en Lampadia: La verdad detrás de la guerra comercial EEUU-China, dicha disputa se fundamenta además en un conflicto de seguridad, ante el asentamiento de un número cada vez mayor de instalaciones militares  chinas a nivel mundial, y en menor medida, de un componente ideológico.

Sin embargo, lo que no están visualizando los líderes políticos occidentales, en particular, el presidente Donald Trump y el Representante de Comercio de EEUU, Robert Lighthizer, es que este proceso de ascenso, y por ende de convergencia, en la participación del PBI global por parte de Asia emergente, ante el inminente avance de China y la India, es un proceso natural, frente a la “aberración histórica” – como la denomina Kishore Mahbubani– observada en los últimos 200 años, en los que EEUU y Europa dominaron la escena mundial, tras 1,800 años de dominación oriental (ver Lampadia: La divergencia del ‘nuevo orden global’). Con lo cual estaríamos ante la fase final de dicho período anómalo al visualizarse una menor desigualdad en lo pesos relativos de los países anteriormente mencionados.

Y no solo esto es consecuente con lo observado en los datos. La teoría económica de crecimiento siempre fue clara, desde sus inicios con la escuela neoclásica, en explicar los procesos de convergencia entre las economías cuyo stock de capital diferían en el tiempo. Desde los primeros trabajos de Robert Solow publicados en la década de los 50, que después fueron refinados con el desarrollo teórico de Mankiw, Romer y Weill a inicios de los 90, la idea de la convergencia siempre estuvo presente, primero a nivel de países y después a nivel regional, lo cual explica lo observado con el PBI mundial actual.

Dicho esto, ¿Qué estrategia debe implementar EEUU y Europa ante la creciente dominación económica por parte de China, siendo este un proceso orgánico e inevitable tal como sugieren la evidencia empírica y la teoría económica?

La respuesta a esta pregunta la dio brillantemente Mahbubani en una entrevista publicada recientemente en la revista India Forbes (ver artículo líneas abajo): “Occidente deben repensar sus objetivos estratégicos para Asia”.

En ese sentido, él propone que los gobernantes occidentales, tanto de EEUU como de Europa, opten por lo que él denomina como las “3-m”, en su libro “¿Ha perdido Occidente?”:

  • Ser minimalistas, es decir,  no involucrarse innecesariamente en innumerables guerras, teniendo en cuenta que China no participa en ninguna de ellas desde hace 40 años.
  • Ser multilaterales, es decir, fortalecer los organismos multilaterales, que actualmente se encuentran debilitados por la reservada colusión que tiene EEUU con Europa.
  • Ser maquiavélicos, en el sentido de ser pragmáticos, tal como fue en su tiempo Nicolás Maquiavelo, lo cual implica abrir más sus mercados, en un contexto de desaceleración global, y desarrollar alianzas con China que les permitan abordar problemas que están próximos a afectar al mundo desarrollado como la explosión demográfica de África.

Occidente puede y debe adecuar sus estrategias a este nuevo sistema global competitivo en el que la tendencia es a ceder un mayor espacio económico a una China más dinámica y con buenos prospectos futuros de desarrollo. Pero como señala The Economist, “se trata de trabajar con China y no contra China”.

A la larga, si EEUU y Europa profundizan más sus políticas de apertura comercial con China, conforme el gigante asiático expanda su frontera de posibilidades de producción, se generará una mayor variedad de importaciones de productos de buena calidad y de menor precio, que beneficiarán a las poblaciones de dichos países, en especial, las de menores ingresos.

Asimismo, los países emergentes de nuestra región, con especial énfasis, en los productores de commodities, se beneficiarán del desarrollo chino, ya que se encontrarán en un contexto de mayor demanda mundial de productos manufactureros, que requerirán, a su vez, de una mayor demanda de materias primas para su fabricación. Es, sin lugar a dudas, un círculo virtuoso de prosperidad y crecimiento para todos. Lampadia

Kishore Mahbubani: Occidente necesita repensar sus objetivos estratégicos para Asia

Al igual que EEUU se resiste a enfrentar la posibilidad de que China los supere, los chinos se muestran reacios a enfrentar la perspectiva de convertirse en el número uno.

Dominic Morgan
India Forbes
27 de febrero, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Occidente necesita repensar radicalmente sus objetivos estratégicos para el siglo asiático, argumenta Kishore Mahbubani, asesor principal y profesor en la práctica de políticas públicas de la Universidad Nacional de Singapur.
Imagen: Cortesía CKGSB

Pocos pensadores pueden hablar sobre el gobierno global con tanta autoridad como Kishore Mahbubani. Fue ex presidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, secretario permanente del Ministerio de Relaciones Exteriores de Singapur y decano de la renombrada Escuela de Política Pública Lee Kuan Yew de la Universidad Nacional de Singapur. Fue nombrado “la musa del siglo asiático” y figura entre Los 100 intelectuales públicos más influyentes del mundo por Financial Times, Foreign Policy y Prospect.

En su último libro, que se publicará este año, Mahbubani planea abordar las crecientes tensiones entre EEUU y China, y el ex diplomático tiene algunos consejos francos para Occidente. Como explica, la elección del presidente Donald Trump y el lanzamiento de una guerra comercial con China deben considerarse como síntomas de la negativa de los EE.UU. A aceptar su inevitable declive como la economía número uno del mundo. En lugar de aullar a la luna, EE.UU. debería adoptar un enfoque más minimalista y estratégico en la política exterior para maximizar sus intereses en una era de dominación asiática [Ver en Lampadia: La divergencia del ‘nuevo orden global’ ].

P: En su último libro, ¿Ha perdido Occidente?, usted señala que ha habido una mejora notable en la calidad de vida de las personas en todo el mundo durante los últimos 30 años, pero el discurso público en Occidente se ha vuelto cada vez más pesimista. ¿Qué hay detrás de esta contradicción?

R: La gran paradoja, como enfatizo en el libro, es que la mejora dramática en la condición humana es el resultado de los generosos regalos de Occidente al resto, especialmente el regalo del razonamiento. Y, francamente, los historiadores futuros que miran hacia atrás a nuestro tiempo dirían que los 30 años que van desde 1980 hasta 2010 vieron probablemente la mejora más dramática en los estándares de vida en la historia humana. Entonces, este debería ser un momento de gran celebración en Occidente, el gran proyecto occidental de mejorar la condición humana ha tenido éxito.

Paradójicamente, Occidente nunca ha estado más deprimido. Creo que la única razón para esto es que Occidente cometió un gran error estratégico al final de la Guerra Fría en 1989: fue seducido por el ensayo de Francis Fukuyama, “¿The End of History?”, que básicamente decía que Occidente había derrotado a la Unión Soviética y solo podía encender el piloto automático, mientras que el resto del mundo necesitaba hacer ajustes estratégicos a este nuevo mundo.

El ensayo de Fukuyama hizo mucho daño mental a Occidente. Puso a Occidente a dormir precisamente en el momento en que China e India se estaban despertando.

Durante 1,800 de los últimos 2,000 años, las dos economías más grandes del mundo siempre han sido esos dos países. Los últimos 200 años han sido una gran aberración histórica. Y, por supuesto, todas las aberraciones eventualmente llegan a un final natural.

Imagen: Shutterstock

Pero lo que nadie podría haber previsto en 1989 fue la velocidad a la que China y la India han resurgido. En 1980, en términos de paridad de poder adquisitivo, la participación de los EEUU en el PBI mundial (producto bruto interno) era del 21,7% y la participación de China era del 2,3%, lo que significa que la participación de China era de alrededor del 10% de los EE.UU. Para 2014, sorprendentemente, la participación de China se había vuelto más grande. Por eso es un período tan dramático en la historia de la humanidad.

P: Usted describió dos factores clave que han desestabilizado a Occidente: primero, una disminución en los salarios reales tras la entrada de China y Europa del Este en el sistema de comercio mundial; y segundo, la comprensión de que los gobiernos nacionales se están volviendo impotentes para controlar las fuerzas de la globalización. ¿Cuál de estos es el más importante?

R: Ambos están relacionados. Creo que justo cuando Occidente cometió un gran error estratégico al final de la Guerra Fría, otro error estratégico se cometió en 2001 cuando ocurrió el 11 de septiembre. En realidad, estuve en Manhattan el 11 de septiembre, por lo que comprendí el impacto que sintió América. Lo que sucedió como resultado del 11 de septiembre fue que EEUU decidió que su mayor desafío estratégico iba a venir del mundo islámico, por lo que lanzó guerras en Afganistán e Irak.

Fue un error porque el evento estratégico más importante que ocurrió en 2001 no fue el 11 de septiembre, sino la admisión de China a la Organización Mundial de Comercio (OMC). La entrada de China inyectó a 800 millones de trabajadores en el sistema capitalista global y, como nos enseñó Joseph Schumpeter, eso llevaría a la destrucción creativa. Entonces, no es sorprendente que en la década siguiente, muchas personas en los EEUU y Europa perdieron sus empleos. Pero como las élites se estaban beneficiando de la expansión de la economía global, no notaron que sus propias masas estaban sufriendo.

P: Recientemente, muchos comentaristas en los EEUU han estado debatiendo si fue un “error” permitir a China unirse a la Organización Mundial de Comercio en 2001. ¿Cuál es su opinión sobre este debate?

R: Hay una maravillosa expresión occidental: “no tiene sentido cerrar la puerta después de que el caballo haya huido”. Esta es una demostración clásica de lo que se dice. China ya se ha unido a la OMC; es parte del sistema de comercio global y está increíblemente integrado en él. No hay nada que puedas hacer al respecto.

Lo que necesita hacer Occidente, y especialmente EEUU, es adaptarse a este nuevo sistema global competitivo. Creo que puede ajustarse y puede hacerlo bien, pero se trata de trabajar con China y no contra China, por lo que la actual guerra comercial está mal orientada. De hecho, cualquier economista occidental sensible le dirá que el déficit comercial de EEUU no es el resultado de que China juegue de manera injusta. En realidad, es el resultado de que EEUU tenga la moneda de reserva global, lo que le permite consumir más de lo que produce. Eso es en realidad un privilegio.

P: En un artículo reciente de Project Syndicate, usted dijo que fue atacado durante un año sabático reciente en los EEUU por el sentimiento decisivo entre la élite de los EEUU , la cual se ha vuelto contra China. ¿Qué ha causado este cambio?

R: No lo sé, es desconcertante, pero ha sucedido. Creo que hay una creciente conciencia de que China se está haciendo más grande y más fuerte. Aunque a los estadounidenses no les gusta que EEUU se convierta en el número dos, subconscientemente deben darse cuenta de que EEUU se está moviendo hacia ese estado. En lugar de mirarse al espejo y preguntar qué errores ha cometido, siempre es más fácil encontrar un chivo expiatorio, y China es el más obvio. El peligro es que cuando busca un chivo expiatorio, ignora los problemas estructurales centrales con los que EEUU tiene que lidiar en esta nueva era.

P: ¿Qué tan receptivo debería ser China ante las quejas de los EEUU sobre sus prácticas económicas y comerciales?

R: Creo que los chinos deberían averiguar qué reclamos son válidos y cuáles no. Lo inválido es que el déficit bilateral es el resultado de que los chinos juegan de manera injusta, eso no es cierto en absoluto. De hecho, el déficit comercial, paradójicamente, ayuda a los trabajadores estadounidenses de alguna manera. A pesar de que sus ingresos no han aumentado, pueden comprar más cosas, más barato gracias a los productos Made-in-China.

Pero, por supuesto, también hay quejas válidas. Primero, China pudo haber estado robando propiedad intelectual de firmas estadounidenses. En segundo lugar, China ha insistido en que si las empresas estadounidenses invierten en China, deben transferir tecnología a China. En tercer lugar, hay barreras no arancelarias. China redujo sus barreras arancelarias y cumplió con sus obligaciones con la OMC, pero existen barreras no arancelarias que han obstaculizado las exportaciones occidentales a China.

Creo que lo que China debe hacer es responder con cierta generosidad de espíritu, porque China lo ha hecho muy bien gracias a que Occidente ha abierto sus mercados. Ahora, China puede corresponder abriendo aún más sus mercados. Eso también le daría a EEUU y Europa un mayor interés estratégico en mantener buenos lazos con China.

P: EEUU está centrando cada vez más su ira en la estrategia de China “Made in China 2025”. ¿Cuál es su opinión sobre esta estrategia?

R: Creo que es legítimo que China aspire a convertirse en una superpotencia tecnológica por derecho propio. Francamente, creo que China va a tener éxito. Los EEUU no deben quejarse de lo que está haciendo China y, en cambio, preguntarse cuál debería ser la respuesta estadounidense. Pero aquí, la ideología de personas como el Representante de Comercio de los EEUU, Robert Lighthizer, que cree que no funcionan todas las políticas industriales dirigidas por el gobierno, se interpone en el camino.

Si las políticas industriales no funcionan, ¿por qué no permitir que falle esta? Si te quejas al respecto, eso sugiere que crees que va a funcionar. Ahora, si va a funcionar en China, ¿por qué EEUU no lanza su propia estrategia nacional integral para mantener su liderazgo tecnológico? En lugar de quejarse de Made in China 2025, deberían tener un Made in America 2025.

P: Si China emerge como la principal economía del mundo, ¿cómo espera que China reformule el orden global?

R: Así como EEUU se resiste a enfrentar la posibilidad de que China los supere, creo que los chinos se muestran reacios a enfrentar la perspectiva de convertirse en el número uno. Los chinos deberían pensar más en esto, porque es muy importante que China haga un gran esfuerzo para asegurarle al mundo que mantendrá el orden actual basado en reglas que Occidente le ha dado al mundo. Esto es esencialmente lo que Xi Jinping prometió en sus dos discursos en Ginebra y Davos en enero del año pasado. Y ese es el mensaje que China debe repetir al mundo.

Sería prudente que China fortalezca la OMC, las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, pero eso requerirá que Occidente ceda el control.

P: ¿Cómo deberían posicionarse EEUU y Europa en un sistema global dominado por Asia?

R: Europa y EEUU deben enfrentar el hecho de que los dos últimos siglos de dominio occidental han sido una aberración histórica, y que la aberración está llegando a un final natural. Deben estar listos para lidiar con un mundo en el que permanecen fuertes, pero en el que su participación relativa en el PBI mundial ha disminuido. Si su participación en el PBI se reduce, debe adoptar un nuevo enfoque estratégico, y lo que sugiero en “¿Ha perdido Occidente?” es una nueva estrategia de “tres-m” para Occidente.

• La primera “m” es “minimalista”. Occidente debería preguntarse: ¿debería involucrarse en tantas guerras? ¿Debería intervenir en Afganistán, Irak, Libia, Siria, Yemen, etc.? Los chinos no han disparado en 40 años, desde el final de la guerra con Vietnam en 1979, mientras que incluso durante el último año de la presidencia de Barack Obama, un hombre pacífico que ganó el Premio Nobel de la Paz, EEUU lanzó 26,000 bombas en siete países. Eso es una locura.

• La segunda “m” es multilateral. Aquí, me baso en el consejo del ex presidente Bill Clinton, quien les dijo a sus compatriotas que si se puede concebir un mundo en el que EEUU sea el número dos, entonces es de interés de EEUU fortalecer el orden multilateral del mundo, más allá de limitar el siguiente número uno, China. La tragedia es que aunque las instituciones multilaterales del mundo son el regalo de Occidente al mundo, es EEUU con la silenciosa colusión de Europa lo que las ha debilitado. Eso es imprudente.

• Y la tercera “m” es maquiavélica, que es la abreviatura de “ser pragmático”. Centrarse en sus propias prioridades y hacer lo que es importante para usted. Así, por ejemplo, el desafío a largo plazo de Europa no vendrá de Rusia, los tanques rusos no van a invadir Alemania. Pero lo que obtendrás es una explosión demográfica en África que será un desafío. Va a recibir más refugiados y hemos visto lo que le ha sucedido a Europa políticamente debido a los refugiados. Por lo tanto, a Europa le interesa ver a África desarrollarse, y el mejor socio para desarrollar África es China. EEUU temen la influencia de China en África y condenan la inversión china allí, y los europeos, como están subordinados a EEUU, también critican a China. Pero la inversión estratégica a largo plazo de China en África es un regalo para Europa. A eso me refiero con pensar en términos maquiavélicos acerca de dónde se encuentran sus intereses. Lampadia




La globalización va a paso lento

La globalización va a paso lento

Los datos sugieren que dos grandes fuerzas están motivando un cambio estructural en la globalización, nunca antes visto:

  • Un cambio en las reglas de juego en el comercio internacional entre empresas e inversores de distintas nacionalidades y regiones mundiales.
  • Un desplome de la inversión transfronteriza o inversión extranjera directa (IED), particularmente desde Asia a Occidente.

Veamos algunos indicadores elaborados por The Economist que ilustran muy bien estos hechos:

Como se puede apreciar en los dos primeros gráficos, se da una caída pronunciada de 6 de 8 indicadores clave de la integración global, si se comparan los años 2018 y 2008. Aquellos que reportan mayores caídas son los indicadores financieros, que corresponden al stock de préstamos bancarios transfronterizos, la inversión directa extranjera y los flujos brutos de capital, todos medidos en proporción al PBI. Ello claramente refleja una menor vinculación financiera entre los países.

Por otra parte, si bien se observa una caída leve en los indicadores de comercio mundial como es el caso de la importación de bienes intermedios, el siguiente gráfico muestra con mayor claridad, cómo el cambio en las reglas de juego del comercio mundial, están generando que los países vuelquen sus necesidades comerciales hacia las cadenas de valor de sus propias regiones.

Así, nos encontramos frente a un proceso de “ralentización” de la globalización que puede tener fuertes implicancias no solo para Occidente sino también para nuestra región y para el Perú.

Ante ello puede surgir la pregunta en nuestros lectores, ¿Está preparada América Latina y el Perú en particular, para enfrentar este creciente debilitamiento de la globalización, que inevitablemente golpeará nuestra economía a través del canal comercial y financiero? 

Lamentablemente, la evidencia nos haría responder que no, siendo que nuestro mercado regional es muy débil. Veamos.

En primer lugar, la CEPAL desde hace varios años ya viene advirtiendo sobre la poca integración comercial que viene teniendo América Latina en el comercio mundial y en las cadenas de valor mundiales, así como también, del enorme potencial que tiene su comercio intrarregional, que aún se mantiene presto a expandirse.

Así, en un reciente informe del 2018, el organismo internacional destaca que desde 1970 a la fecha, la participación relativa de América Latina en el comercio mundial se ha estancado en un 5.2%, cifra que contrasta con un 31.1%  de los países del Asia Emergente. Por otra parte, en lo concerniente al comercio mundial de insumos intermedios, según cifras del Banco Mundial al 2016, la región apenas concentró un 6% del total, mientras que Asia y Europa concentraron el 71%.

Sin embargo, en lo concerniente al comercio intrarregional, las estadísticas de la CEPAL nos indican que, con la excepción de México, el mercado regional es el principal destino de las exportaciones manufactureras de América Latina y el Caribe, al concentrar el 51% de estas exportaciones. Pero lo relevante es que aún hay mucho espacio para desarrollar este potencial comercial, en particular gran porcentaje de importaciones que aún no están sujetas a algún acuerdo comercial entre países de nuestra misma región. Ello se ilustra en el siguiente gráfico:

Fuente: “Situación del comercio exterior de América Latina y el Caribe” – CEPAL (2017)

Estos indicadores claramente deben llamar a la acción a nuestros gobernantes para potenciar el comercio intrarregional en América Latina, al igual que están haciendo otros países con sus respectivas regiones en el mundo, de manera que se pueda enfrentar satisfactoriamente una globalización a paso lento que ya está afectando nuestros indicadores comerciales y financieros.

Sin embargo, nuestro mayor potencial sigue estando en el comercio global, razón por la cual debemos seguir defendiendo la globalización y el libre mercado en cada foro relevante. Lampadia

Líneas abajo compartimos un reciente artículo de The Economist que explica a detalle los causales de los cambios que están motivando un debilitamiento de la globalización, así como algunos vaticinios en torno a esta problemática para los siguientes años.

Slowbalization
La globalización se quedó sin vapor

Un nuevo patrón de comercio mundial se está volviendo más claro, al igual que sus costos

The Economist
24 de enero, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Cuando EEUU dio un giro proteccionista hace dos años, provocó oscuras advertencias sobre las miserias de los años treinta. Hoy esas predicciones siniestras se ven fuera de lugar. Sí, China se está desacelerando. Y, sí, las empresas occidentales expuestas a China, como Apple, han sido golpeadas. Pero en 2018 el crecimiento global fue decente, el desempleo cayó y las ganancias aumentaron. En noviembre, el presidente Donald Trump firmó un pacto comercial con México y Canadá. Si las conversaciones durante el próximo mes conducen a un acuerdo con Xi Jinping, los mercados aliviados concluirán que la guerra comercial tiene que ver con el teatro político y el hecho de obtener algunas concesiones de China, no detonar el comercio mundial.

Tal complacencia es errónea. Las tensiones comerciales de hoy están agravando un cambio que ha estado en curso desde la crisis financiera en 2008-09. Como explicamos, la inversión transfronteriza, el comercio, los préstamos bancarios y las cadenas de suministro se han ido reduciendo o estancando en relación con el PIB mundial. La globalización ha dado paso a una nueva era de lentitud. Al adaptar un término acuñado por un escritor holandés, lo llamamos “slowbalisation”.

La edad de oro de la globalización, en 1990-2010, fue algo para contemplar. El comercio se disparó a medida que disminuía el costo del cambio de mercancías en barcos y aviones, se abarataban las llamadas telefónicas, se reducían las tarifas y se liberalizaba el sistema financiero, las empresas se establecieron en todo el mundo, los inversores vagaban y los consumidores compraban en los supermercados.

La globalización ha disminuido desde la velocidad de la luz hasta el ritmo de un caracol en la última década por varias razones.

  • El costo de mover mercancías ha dejado de caer.
  • Las empresas multinacionales han descubierto que la expansión global quema dinero y que los rivales locales a menudo se los comen vivos.
  • La actividad está cambiando hacia los servicios, que son más difíciles de vender a través de las fronteras: las tijeras se pueden exportar en contenedores de 20 pies, los estilistas no pueden.
  • Y la manufactura china se ha vuelto más autosuficiente, por lo que necesita importar menos partes.

Este es el telón de fondo frágil de la guerra comercial de Trump. Las tarifas tienden a llamar la mayor atención. Si Estados Unidos aumenta los aranceles sobre China en marzo, como lo ha amenazado, la tasa arancelaria promedio para todas las importaciones estadounidenses aumentará a 3.4%, su nivel más alto en 40 años. (La mayoría de las empresas planean pasar el costo a los clientes). Menos deslumbrante, pero igual de pernicioso, es que las reglas de comercio se están reescribiendo en todo el mundo. El principio de que los inversores y las empresas deben recibir un trato igual sin importar su nacionalidad está siendo abandonado.

La evidencia de esto está en todas partes.

  • La rivalidad geopolítica está afectando a la industria tecnológica, que representa aproximadamente el 20% de los mercados mundiales.
  • Las normas sobre privacidad, datos y espionaje se están fragmentando.
  • Los sistemas impositivos se están inclinando hacia fines patrióticos: en Estados Unidos para instar a las empresas a repatriar el capital, en Europa a atacar al Silicon Valley.
  • Estados Unidos y la UE tienen nuevos regímenes para examinar la inversión extranjera, mientras que China, a pesar de su fanfarronería, no tiene intención de dar a las empresas extranjeras un campo de juego nivelado.
  • Estados Unidos ha armado el poder que obtiene al administrar el sistema de pagos en dólares del mundo, para castigar a los extranjeros como Huawei.
  • Incluso las áreas monótonas, como la contabilidad y la defensa de la competencia, se están fragmentando.

El comercio está sufriendo a medida que las empresas utilizan los inventarios que habían almacenado en previsión de aranceles más altos. Espere más de esto en 2019.

Pero lo que realmente importa son los planes de inversión a largo plazo de las empresas, ya que comienzan a disminuir su exposición a países e industrias que tienen un alto riesgo geopolítico o enfrentan normas inestables. Ahora hay señales de que un ajuste está comenzando.

  • La inversión china en Europa y EEUU cayó un 73% en 2018.
  • El valor global de la inversión transfronteriza de las empresas multinacionales se redujo en aproximadamente un 20% en 2018.

El nuevo mundo funcionará de manera diferente. La desaceleración conducirá a vínculos más profundos dentro de los bloques regionales. Las cadenas de suministro en América del Norte, Europa y Asia están comprando más cerca de sus hogares. En Asia y Europa, la mayor parte del comercio ya es intrarregional, y la proporción ha aumentado desde 2011. Las empresas asiáticas realizaron más ventas al exterior en Asia que en América en 2017. A medida que las reglas globales decaen, se produce un mosaico de acuerdos regionales y esferas de influencia, afirmando el control sobre el comercio y la inversión. La Unión Europea está estampando su autoridad en banca, tecnología e inversión extranjera, por ejemplo. China espera acordar un acuerdo comercial regional este año, incluso a medida que sus empresas de tecnología se expandan en Asia. Las compañías tienen $ 30 billones de inversión transfronteriza en el terreno, algunas de las cuales pueden necesitar ser cambiadas, vendidas o cerradas.

Afortunadamente, esto no tiene por qué ser un desastre para los estándares de vida. Los mercados de tamaño continental son lo suficientemente grandes para prosperar. Unos 1,200 millones de personas han salido de la pobreza extrema desde 1990, y no hay razón para pensar que la proporción de indigentes aumentará nuevamente. Los consumidores occidentales continuarán cosechando grandes beneficios netos del comercio. En algunos casos, una integración más profunda tendrá lugar a nivel regional que lo que podría haber ocurrido a nivel mundial.

Sin embargo, la lentitud tiene dos grandes desventajas.

En primer lugar, crea nuevas dificultades. En 1990-2010, la mayoría de los países emergentes pudieron cerrar parte de la brecha con los desarrollados. Ahora más lucharán para comerciar su camino hacia la riqueza. Y existe una tensión entre un patrón de comercio más regional y un sistema financiero global en el que Wall Street y la Reserva Federal marcan el pulso para los mercados de todo el mundo. Las tasas de interés de la mayoría de los países todavía se verán afectadas por los Estados Unidos, incluso a medida que sus patrones de comercio se vuelven menos vinculados a ellos, lo que lleva a la turbulencia financiera. Es menos probable que la FED rescate a extranjeros actuando como un prestamista global de último recurso, como lo hizo hace una década.

Segundo, la desaceleración no solucionará los problemas que creó la globalización. La automatización significa que no habrá un renacimiento de los trabajos de cuello azul en el oeste. Las empresas contratarán trabajadores no calificados en los lugares más baratos de cada región. El cambio climático, la migración y la evasión de impuestos serán aún más difíciles de resolver sin la cooperación global. Y lejos de moderar y contener a China, la desaceleración ayudará a que la hegemonía regional sea aún más rápida.

La globalización hizo del mundo un lugar mejor para casi todos. Pero se hizo muy poco para mitigar sus costos.

Los problemas desatendidos del mundo integrado ahora han crecido a los ojos del público hasta el punto en que los beneficios del orden global son fácilmente olvidados.

Sin embargo, la solución que se ofrece no es realmente una solución en absoluto. La lentitud será más cruel y menos estable que su predecesora. Al final solo alimentará el descontento. Lampadia




Las tres grandes revoluciones de la modernidad en el Asia

Las tres grandes revoluciones de la modernidad en el Asia

Hemos insistido constantemente en que uno de los principales problemas de nuestro país es la falta de gobernanza, reflejada entre otras cosas, en una deficiente provisión de servicios públicos. En este sentido, consideramos relevante republicar el siguiente artículo que da cuenta acerca de cómo varios países del continente asiático evolucionaron en la segunda mitad del siglo XX en este ámbito, destacándolos como buenos ejemplos a replicar.

Los beneficios recibidos por los países de Asia de parte de Occidente son innumerables e involucran el campo económico, político y social. Pero, tal como indica Mahbubani, probablemente no hay aporte más importante, que el traspaso del “razonamiento” occidental al pensamiento oriental, ya que es aquí desde donde se desprenden el uso del método científico en las ciencias sociales y los avances tecnológicos, factores clave para el desarrollo de las sociedades.

En ese sentido, el autor de origen singapurense, identifica tres grandes revoluciones a través de las cuales, este razonamiento tuvo un impacto real en las naciones asiáticas.

En primer lugar, destaca una revolución política que puede situarse hacia la segunda mitad del siglo XX. Esta consistió en el paso de los estados orientales, cuyas formas de gobierno se basaban en sistemas feudales y en el que los pueblos tenían que rendir cuentas a sus gobernantes, hacia democracias, en donde, más bien, los gobernantes tenían que rendir cuentas con sus pueblos.

Este hecho probablemente sea el determinante del éxito de China en los últimos 40 años. Si bien el partido comunista chino se ha mantenido perpetuado en el poder desde 1950 hasta nuestros días, a partir de la caída de Mao Zedong en 1976 y el ascenso de Deng Xiaoping en 1978, se da un quiebre en la línea de política de los gobiernos de dicho país. Además de impulsar una serie de reformas institucionales y económicas a favor del libre mercado, como indica Mahbubani, Deng y sus sucesores hicieron que la educación se vuelva una prioridad, permitiendo que 800 millones de chinos hayan sido rescatados de la pobreza absoluta en tres décadas. Esta política de empoderamiento del pueblo a través de la educación hubiera sido inviable bajo la existencia de un sistema feudal.

En segundo lugar, menciona una revolución de carácter psicológico, la cual consistió en que los países asiáticos pasaran de una filosofía basada en la idea de que la vida está determinada por una fuerza ajena a uno mismo -el “destino”, por ejemplo-, hacia un verdadero pensamiento moderno e individualista en el que cada ser humano  es completamente responsable de su vida y por tanto es capaz de  mejorar sus resultados si se lo plantea.

Una de las consecuencias asociadas a la adopción de este pensamiento es el incremento de las personas con educación superior terminada, un fenómeno que no solo está presente en el Asia emergente sino en todo el mundo en vías de desarrollo.  Esta visión de la vida sobre la cual es posible sobresalir, educándose, para de ahí trabajar y acumular riqueza en el tiempo, independientemente del nivel socioeconómico en el que nos encontremos, ha sido la motivación de millones de personas que hoy en día componen las clases medias en toda Latinoamérica.

Finalmente, Mahbubani resalta una tercera revolución relacionada a la gobernanza que también tiene como punto de quiebre la segunda mitad del siglo XX en el Asia, en particular, en sus países más poblados que son China, India e Indonesia. Aquí la idea central es que los líderes de estas naciones pasaron de ser puramente políticos e idealistas a centrarse en la gobernanza, es decir, en dar buenos servicios públicos a su gente, acompañados de reformas que permitan un crecimiento económico sostenible en el tiempo.

Este gran paso que han dado estas tres naciones hacia una gobernanza racional debería ser replicado en los países de nuestra región y con carácter de urgencia en el Perú. Las encuestas previas a las elecciones presidenciales de la segunda vuelta en el 2016, tanto de GFK como de Datum, señalaban que solo el 3% de los encuestados estaban a favor del modelo económico actual. Sin embargo, cuando se les preguntaba a los encuestados que estaban “en contra” del modelo, qué cambios introducirían a este, el 72% de ellos indicaban que se debían introducir cambios a los servicios que da el Estado. En otras palabras, el problema del modelo era la mala provisión de servicios por parte del Estado y no el libre mercado.

En este sentido, experiencias como las de estos países del Asia con buenas prácticas en los temas de gobernanza, nos hacen mucha falta en nuestro país. El seguir ciego ante la buena práctica de la política pública es darle la espalda a la defensa de nuestro modelo de desarrollo. Mostrar estas evidencias es fundamental para generar consensos y debates en torno a las reformas que necesitamos. Lampadia

El don de la sabiduría occidental

Del capítulo 2 del libro de Kishore Mahbubani
¿HA PERDIDO OCCIDENTE? UNA PROVOCACIÓN
Penguin Random House, UK

Traducido y glosado por Lampadia

Ver el capítulo 1: LA DIVERGENCIA DEL ‘NUEVO ORDEN GLOBAL’

La enorme mejora en la condición humana es el resultado de un proceso lento de ideas occidentales y mejores prácticas que se filtran en otras sociedades. El mayor regalo que Occidente dio al Resto fue el poder del razonamiento.

“Razonamiento” es una palabra de uso común. El Oxford English Dictionary lo define así: ‘Pensar (algo) a través, trabajar de una manera lógica’. Las formas occidentales de razonamiento se han filtrado gradualmente en las mentes asiáticas, a través de la adopción de la ciencia y  tecnología occidental  y la aplicación del método científico para resolver problemas sociales. La ciencia y la tecnología mostraron el poder de la prueba empírica y la verificación constante.

Esto condujo a la adopción de muchas tecnologías nuevas, desde la medicina moderna a la electricidad, desde los ferrocarriles a los teléfonos celulares, todo lo cual mejoró significativamente sus vidas. La aplicación del método científico también proporcionó soluciones para los problemas aparentemente insolubles que los asiáticos habían experimentado durante milenios, incluidas inundaciones y hambrunas, pandemias y pobreza. Del mismo modo, los individuos también comenzaron a comprender cómo el razonamiento podría mejorar su sentido personal de bienestar. Como dijo Bertrand Russell, ‘El mundo de la razón pura no conoce compromisos, no tiene limitaciones prácticas, no hay barreras para la actividad creativa que incorpora en espléndidos edificios la aspiración apasionada después de la perfección de la que brota todo gran mundo’. No fue directamente de occidente a todas las demás sociedades.

Las sociedades de Asia oriental, especialmente Japón y los ‘Cuatro Tigres’ (Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur), fueron los primeros en absorber estas ideas y prácticas, como la economía de libre mercado y la investigación científica empírica. Su éxito a su vez inspiró a otras sociedades. El este de Asia proporcionó el primer puente entre el occidente y el Resto.

A medida que el espíritu del razonamiento occidental se filtraba en las sociedades asiáticas, ello condujo al aumento de la ambición que, a su vez, ha generado los muchos milagros asiáticos que vemos desplegarse hoy. También está conduciendo al éxito en Estonia, Botswana y Chile, tres países en tres continentes diferentes.

Esta difusión del razonamiento occidental, a su vez, desencadenó tres revoluciones silenciosas que explican el extraordinario éxito de muchas sociedades no occidentales en las últimas décadas. Estas revoluciones silenciosas han pasado desapercibidas en los círculos intelectuales occidentales.

La primera revolución es política. Durante milenios, las sociedades asiáticas fueron profundamente feudales. La gente era responsable ante sus gobernantes, no los gobernantes ante su gente. El “despotismo oriental” era una descripción justa de los entornos políticos en todos los que llegaban a Asia, desde Teherán hasta Tokio. Se suponía que cada persona en las sociedades asiáticas conocía su lugar. India lo llevó al extremo con su sistema de castas. El destino de una persona era determinado al nacer. No había escapatoria.

La rebelión contra todo tipo de mentalidades feudales que cobró impulso en la segunda mitad del siglo XX fue enormemente liberadora para todas las sociedades asiáticas. Millones de asiáticos pasaron de ser espectadores pasivos a convertirse en agentes activos del cambio. Tomaron el control de sus destinos personales. Con el tiempo, los gobernantes de la mayoría de las sociedades asiáticas llegaron a comprender y aceptar que eran responsables ante su gente, no sobre la gente. Estos cambios se pueden ver claramente en aquellas sociedades que aceptan formas democráticas de gobierno, como India y Japón, Corea del Sur y Sri Lanka. Sin embargo, en las sociedades no democráticas se estaba produciendo una revolución política igualmente profunda.

Esto explica el extraordinario éxito de China en las últimas cuatro décadas. En teoría, no hubo ningún cambio cuando China pasó de ser gobernada por un líder del Partido Comunista, Mao Zedong, a otro, Deng Xiaoping. En la práctica, tuvo lugar una revolución política fundamental. Mao se comportó exactamente como un emperador chino tradicional, emitiendo edictos que a menudo causaban grandes sufrimientos humanos. Por el contrario, Deng concentró todas sus energías en mejorar las condiciones de vida de los chinos. Los educó enormemente. Él les abrió el mundo. Al hacerlo, cambió completamente el contrato social entre el Partido Comunista Chino y el pueblo chino. Todos los sucesores de Deng, Jiang Zemin, Hu Jintao y Xi Jinping, saben que, al final del día, son responsables ante la gente. Esto explica la extraordinaria transformación de la sociedad china. 800 millones de chinos han sido rescatados de la pobreza absoluta en tres décadas.

Esta es también la razón por la que muchos países asiáticos, incluidos países hasta ahora problemáticos como Birmania (Myanmar) y Bangladesh, Pakistán y Filipinas, progresan de manera lenta y constante. En cada uno de estos cuatro países, varias formas de dictadura han sido reemplazadas por líderes que creen que son responsables ante sus poblaciones. Muchos de sus problemas continúan, pero la pobreza ha disminuido significativamente, las clases medias están creciendo y la educación moderna se está extendiendo. No hay democracias perfectas en Asia (y, como hemos aprendido después de Trump y Brexit, las democracias en Occidente también son deficientes).

En teoría, los procesos democráticos están diseñados para ofrecer resultados que reflejen la voluntad de las personas. Además, dado que cada ciudadano tiene derecho a participar en los procesos, el resultado debe ser aceptado por todos y dar lugar a la creación de un consenso nacional. En cambio, los procesos democráticos en los EEUU y el Reino Unido han conducido recientemente a una profunda polarización, y continúan las guerras civiles virtuales incluso después de los resultados de las elecciones y los referendos. Los teóricos occidentales de la democracia deben volver a sus tableros de dibujo para descubrir dónde han ido los procesos democráticos. En Asia, una historia diferente está evolucionando. Los sistemas políticos siguen siendo enormemente imperfectos. Sin embargo, en un gran cambio de las suposiciones ‘despóticas’ anteriores, la mayoría de los líderes asiáticos ahora reconocen que son responsables ante su gente, y mientras tengan que demostrar diariamente que están mejorando la vida de sus personas, las sociedades asiáticas continuarán mejorando. Este es un gran regalo que el razonamiento occidental ha hecho a Asia.

Hoy, los africanos y los latinoamericanos están aprendiendo de las historias de éxito asiáticas. En 2008, Kenia lanzó Vision 2030, un ambicioso programa de desarrollo que fue fuertemente inspirado por conceptos similares en Singapur y Malasia. El vecino del norte de Kenia, Etiopía, ha sido explícito en su admiración y emulación de Corea del Sur y Taiwán. En 2015, el presidente de Etiopía, Mulatu Teshome, dijo: “Etiopía está atravesando un renacimiento nacional, siguiendo el modelo de desarrollo de Corea.” La Iniciativa de Intercambio de Conocimientos Sur-Sur del Banco Mundial ha fomentado el intercambio de lecciones de política y asistencia técnica entre los países de América Latina y sus contrapartes asiáticas en desarrollo.

La Agencia de Promoción de Inversiones de Costa Rica, CINDE, siguió las mejores prácticas de Singapur y persuadió a Intel para que estableciera una planta de procesamiento en el país.

La segunda revolución es psicológica. El Resto está pasando de creer que fueron viajeros indefensos en una vida determinada por el “destino” a creer que pueden tomar el control de sus vidas y producir racionalmente mejores resultados. En el período de mi vida, hemos pasado de la generación de mis padres, que tenían cero educación universitaria, a la generación de mis hijos, que están experimentando una educación universitaria casi universal. Ahora multiplique estas experiencias por millones, si no cientos de millones de veces. En los últimos treinta años, hemos llevado a más personas por encima del umbral de la educación universitaria que en los 3,000 años anteriores.

Hace una gran diferencia si cree que puede crear una mejor vida para usted y sus hijos.

Miles de millones más de personas creen que pueden hacer esto. Esta enorme revolución psicológica también explica por qué la condición humana está mejorando.

La tercera revolución está en el campo de la gobernanza. Aquí, también, la mayor transformación se puede ver de manera más aguda en Asia. Hace cincuenta años, pocos gobiernos asiáticos creían que una buena gobernanza racional podía transformar sus sociedades. Ahora la mayoría lo hace.

Tomemos el caso de los tres países más poblados de Asia: China, India e Indonesia. Los tres tenían líderes fundadores fuertes en la era postcolonial: Mao Zedong, Jawaharlal Nehru y Sukarno. Eran personalidades muy diferentes, pero compartían un rasgo común: se centraban en la política, no en la gobernabilidad. Esto puede deberse a que la personalidad requerida para dirigir un país a través de una revolución o una lucha por la libertad política no es necesariamente la de alguien que sabe cómo gobernar y administrar un estado nación recientemente establecido.

Incluso el gran alma Nelson Mandela luchó por proporcionar un buen gobierno.

Por el contrario, los líderes actuales, Xi Jinping, Narendra Modi y Jokowi (que también tienen una personalidad muy diferente) comparten una convicción común de que la buena gobernanza transformará y elevará sus sociedades.

Están buscando e implementando activamente políticas públicas que podrían poner a sus países en un camino seguro a largo plazo de desarrollo económico. Los tres también tienen severos desafíos políticos con los que lidiar a nivel interno, sin embargo, los tres están igualmente determinados a que esto no les impida entregar un buen gobierno a sus sociedades. Modi es a menudo criticado en los medios de comunicación occidentales por sus posturas nacionalistas de derecha. Algunas de estas posturas políticas son movimientos tácticos, para ganar un apoyo político más fuerte. En muchas elecciones, recibió un amplio apoyo de todos los grupos étnicos y religiosos, incluidos los musulmanes.

Esta experiencia reciente de buen gobierno racional, en la forma de políticas públicas beneficiosas, también puede explicar por qué las poblaciones de China, India e Indonesia son más optimistas que sus contrapartes en Occidente. Según un estudio realizado por Populus en 2016, el 90% de los jóvenes indonesios dijeron que estaban felices, en comparación con solo el 57% en Gran Bretaña y Francia. Según el mismo estudio, los países con mayor proporción de jóvenes que piensan que el mundo está mejorando son China, India y Nigeria. En China, India e Indonesia, más del 90 por ciento de los jóvenes mencionaron la tecnología como el factor que los hizo más optimistas para el futuro. Lampadia




La divergencia del ‘nuevo orden global’

La divergencia del ‘nuevo orden global’

Es evidente que el mundo ha cambiado sustancialmente en los últimos dos siglos. El capitalismo ha generado tal crecimiento en los ingresos de los países que, al día de hoy, la clase media asciende a la mitad de la población mundial y la pobreza ha bajado a menos del 10%. Sin embargo, hay dos hechos que caracterizan la economía mundial de hoy, que son relativamente recientes y que juegan un rol fundamental en la geopolítica actual: la composición de la riqueza mundial ha cambiado y los motores de crecimiento han hecho lo propio. Mahbubani, autor del libro ‘Has the West Lost it?”: A provocation’ (‘¿Ha perdido Occidente?’), ilustra estos fenómenos.

Mahbubani es el mejor intérprete de la realidad del Asia, y por sus experiencias en occidente, un excelente analista de la evolución de la geopolítica global. Él es un impulsor de la ‘convergencia’ entre occidente y el nuevo mundo emergente liderado por China e India, algo que expresó en su libro ‘The Great Convergence: Asia, the West and the Logic of One World’ (‘La Gran Convergencia: Asia, Occidente y la Lógica de un Único Mundo’)

Como bien señala este autor, la evolución de la economía mundial se puede explicar en tres grandes períodos. El período que comprende los años 1 a 1820 dominado por India y China, el período 1820 hasta la década de los noventas en que Occidente lidera el desempeño económico; y finalmente un período más reciente que ocupa las últimas 3 décadas en el que Occidente pierde peso en la economía mundial y nuevamente los países emergentes llegan a liderar el crecimiento.

Participación en el PBI global
Fuente: ¿Ha perdido Occidente?: Una provocación Cap. 1 – Kishore Mahbubani (2018)

Es en este último período en el que autor centra la discusión puesto que, tal como se aprecia en el gráfico, la tendencia es que Occidente siga perdiendo hegemonía en la economía mundial y que los países emergentes, liderados por China e India, sigan aumentando la suya. En este sentido, ¿Qué políticas deben emprender los líderes occidentales para asumir esta realidad en un tono de convergencia conducente a una estrategia ganar-ganar?

La solución propuesta por Mahbubani para los líderes occidentales es la adopción del verdadero pensamiento de Maquiavelo, en el sentido de optar por una moral pragmática y no idealista o dogmática. En este sentido, el interés colectivo que domina el pensamiento antiglobalización de los movimientos populistas y nacionalistas como el Brexit y el gobierno de Trump, que propugnan la protección de las industrias en el comercio y las restricciones a la inmigración no es la manera correcta de abordar el problema de Occidente. Al contrario, tal como indica el autor, ahora que “el Resto [refiriéndose a los países emergentes] está proporcionando la locomotora, las sociedades occidentales pueden ofrecer crecimiento económico a sus poblaciones al enganchar sus carros al Resto”, es decir, deben fortalecerse las alianzas económicas entre los países de primer mundo y aquellos en vías de desarrollo para que las poblaciones ‘vulnerables’, que han visto estancados sus ingresos y por ende, su bienestar, se vean beneficiadas.

Otro punto importante que debe ser parte de las políticas de los gobiernos occidentales, que además resalta Mahbubani, es la difusión de los beneficios que ha permitido la convergencia del ingreso a nivel mundial, por parte de los países emergentes, en los países desarrollados. El gran paso que dieron muchos países en vías de desarrollo hacia modelos capitalistas con apertura comercial al mundo y en donde la iniciativa privada fue y sigue siendo uno de los motores principales en su desarrollo ha permitido que se produzcan múltiples mejoras en una serie de indicadores sociales que van desde una reducción nunca antes vista de la pobreza extrema mundial, una mejora notable en los índices de alfabetización y una reducción también del trabajo infantil.  

Estos hechos empíricos que se derivan de la simple observación de los datos es un tema que los líderes occidentales no han sabido comunicar y que han podido aprovechar para defender la economía de libre mercado, de tal manera de sopesar el pesimismo aún latente de grandes segmentos de la población en sus países. Lampadia

¿HA PERDIDO OCCIDENTE? UNA PROVOCACIÓN

Kishore Mahbubani
Penguin Random House, UK
Traducido y glosado por Lampadia

Un Nuevo orden de cosas

 

…no hay nada más difícil de tomar en cuenta, más peligroso de conducir, o más incierto en su éxito, que tomar el liderazgo en la introducción de un nuevo orden de cosas.
Nicolás Machiavello, El Príncipe, capítulo VI

¿Por qué Occidente se siente perdido? La respuesta es simple. A principios del siglo XXI, la historia hizo un giro, quizás el giro más importante que la humanidad vivió, sin embargo, Occidente se niega a aceptar o adaptarse a esta nueva era histórica.

¿Cuál es este gran giro que ha tomado la historia? Una breve comparación de los últimos 200 años con los 1800 años previos proporcionará la respuesta. Desde el año 1 después de Cristo hasta 1820, las dos economías más grandes fueron siempre China e India. Sólo después de ese período, despegó Europa, seguida por América. Visto en el contexto de los últimos 1800 años, el período reciente de desempeño sin precedentes de Occidente frente a otras civilizaciones es una aberración histórica importante. Todas estas aberraciones llegan a un final natural, y eso está sucediendo ahora.

Entonces, ¿Cuál es el problema? Es importante entender la naturaleza de nuestros tiempos. El estratega Maquiavelo enfatizó esto cuando dijo: “El príncipe que depende completamente de la fortuna se pierde cuando esta cambia. También creo que este tendrá éxito cuando dirija sus acciones de acuerdo con el espíritu de los tiempos, y aquellos cuyas acciones no concuerden con los tiempos, no tendrán éxito”.

Sin embargo, a pesar de que el espíritu de los tiempos ha cambiado, y aunque Occidente inevitablemente tendrá que hacer ajustes importantes para adaptarse a esta nueva era, ninguna figura occidental importante ha tenido el coraje de declarar la verdad definitiva de nuestros tiempos: El ciclo de dominación occidental del mundo está llegando a su fin natural. Sus poblaciones, por otro lado, pueden sentir estos grandes cambios en sus huesos y en los mercados de trabajo. Esto, en parte explica supuesta y políticamente eventos aberrantes como Trump y el Brexit, al menos para las élites.

Para revelar a su gente la escala y la velocidad de los cambios, los líderes occidentales deben mostrar simultáneamente los dos cuadros mostrados a continuación.

  • El gráfico de McKinsey que se cita con frecuencia muestra por cuánto tiempo China y la India fueron las economías más grandes del mundo, así como su repentina caída precipitada después de 1820.
Gráfico 1. Participación en el PBI global
  • El segundo gráfico, destacado por el comentarista Martin Wolf, muestra cómo China y la India han recuperado su participación natural a medida que las participaciones de América y Europa han comenzado a disminuir.
Gráfico 2. La forma cambiante de la economía mundial

La participación de Occidente en la economía mundial continuará reduciéndose. Esto es inevitable e imparable, ya que otras sociedades han aprendido a emular las mejores prácticas occidentales. ¿Significa esto que los medios de vida occidentales están destinados a empeorar? El reciente estancamiento de los ingresos y la creciente pérdida de empleos entre las clases trabajadoras en Estados Unidos y en otros lugares parece sugerir que se avecinan tiempos difíciles. R. W. Johnson describe bien cómo se han estancado los salarios:

Entre 1948 y 1973, la productividad aumentó en un 96.7 por ciento y los salarios reales en un 91.3 por ciento, casi exactamente al mismo ritmo. Esos eran los días de abundantes trabajos duros en las industrias de acero y automotriz, cuando los trabajadores podían permitirse enviar a sus hijos a la universidad y verlos subir a la clase media. Pero desde 1973 hasta 2015 – la era de la globalización, cuando muchos de esos empleos desaparecieron en el extranjero – la productividad aumentó un 73,4%, mientras que los salarios aumentaron solo un 11,1%.

Él también escribió: “En promedio, en 1965, un CEO estadounidense ganaba 20 veces lo que un trabajador. Para 2013, en promedio, el número era 296 veces”.

Los ingresos de muchas poblaciones occidentales de clase media también se han estancado en las últimas décadas. Esto es innegable. Pero esta tendencia puede revertirse. Los líderes occidentales deben hacer un nuevo cálculo del nuevo orden económico global y buscar nuevas oportunidades para los trabajadores occidentales. Como advirtió Maquiavelo, “no hay nada más difícil… que tomar la iniciativa en la introducción de un nuevo orden de cosas”.

La buena noticia para Occidente es que el pye económico mundial no se está reduciendo. De hecho, está creciendo constantemente y probablemente continuará creciendo, con algunos cambios significativos. Hasta hace poco, gran parte del crecimiento mundial provenía de las economías del G7, no de las economías del E7.

(G7 = Grupo de los 7: Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, el Reino Unido y los EEUU.

E7 = Grupo de los 7 Emergentes: China, India, Brasil, México, Rusia, Indonesia y Turquía).

Esto se ha invertido bruscamente en las últimas dos décadas. En el 2015, por ejemplo, el G7 aportó el 31.5 por ciento y el E7 el 36.3 por ciento del crecimiento mundial.

En resumen, hasta ahora Occidente ha proporcionado la locomotora que impulsa el crecimiento económico global, y el Resto enganchó sus vagones al tren. El crecimiento explosivo de China en las últimas décadas fue impulsado por las exportaciones a EEUU. Ahora, el Resto está proporcionando la locomotora, y las sociedades occidentales pueden ofrecer crecimiento económico a sus poblaciones al enganchar sus carros al Resto.

Esto suena simple en teoría. En la práctica, podría ser difícil. Occidente ha estado a la vanguardia de la historia mundial durante casi 200 años. Ahora tiene que aprender a compartir, incluso a abandonar, esa posición y adaptarse a un mundo que ya no puede dominar. ¿Es posible hacer esto? Hasta ahora, Occidente no ha logrado producir una estrategia global coherente y competitiva para enfrentar la nueva situación. En su lugar, se está agitando, atacando a Irak, bombardeando a Siria, sancionando a Rusia y atacando a China. Todo esto se suma a una sensación de turbulencia global.

El mensaje clave de este libro es que hay una mejor opción para Occidente, ayudado por el análisis y el asesoramiento, ofrecido en amistad, por el Resto. Un cálculo frío, cuidadoso y completo de cómo han cambiado los intereses occidentales junto con un realismo despiadado, de hecho – una dosis de Maquiavelo – es lo que necesita Occidente. Sin embargo, Maquiavelo sigue siendo una de las figuras más incomprendidas de nuestro tiempo. Muchos en Occidente consideran a Maquiavelo como la encarnación del mal. Leo Strauss, el famoso científico político estadounidense de la década de 1950, lo llamó “maestro del mal”. De hecho, como el gran filósofo británico Isaiah Berlin nos recordó en su ensayo seminal “La cuestión de Maquiavelo”, “los valores de Maquiavelo…no son instrumentales, sino morales y definitivos, y pide grandes sacrificios en su nombre”. Berlin enfatizó que la burla de Occidente de Maquiavelo se deriva de un “malentendido profundo pero característico de la tesis de Maquiavelo”. Como él explica, Maquiavelo entiende que “la vida pública tiene su propia moralidad”. En otras palabras, Maquiavelo defiende que un líder, que se hace a sí mismo “responsable de las vidas de los demás”, debe colocar primero su bienestar. Por lo tanto, un líder maquiavélico debe elegir siempre la moral pragmática sobre la idealista o dogmática.

Felizmente, Occidente no necesita hacer “grandes sacrificios” hoy, porque el estado de la humanidad es mucho mejor que en la Italia del siglo XVI. Aunque las poblaciones occidentales han estado lidiando recientemente con el pesimismo, un nuevo amanecer ha estallado en el resto del mundo. Paradójicamente, gran parte de esto ha sucedido como resultado de que Occidente ha compartido su sabiduría con el resto.

Lamentablemente, Occidente permanece notablemente mal informado sobre la mejora masiva de la condición humana.

Imagine un mundo donde virtualmente ningún ser humano se acueste con hambre. O donde la pobreza absoluta casi ha desaparecido. Donde cada niño se vacune y va a la escuela. Donde cada hogar tenga electricidad. Donde cada ser humano lleve algún tipo de teléfono inteligente, que le brinda acceso ininterrumpido a tesoros globales de información que alguna vez fueron el dominio exclusivo de las pequeñas élites. Pero más importante aún, imagine un mundo donde las perspectivas de una gran guerra mundial sean prácticamente nulas.

La mayoría de las personas sensatas describirían este mundo como algo que limita con la utopía. Sorprendentemente, pocas personas sensatas son conscientes de que vivimos en un mundo donde la humanidad está a punto de lograr tal utopía. Es la verdad más grande de nuestro tiempo: en términos objetivos, la condición humana nunca ha sido mejor.

La violencia ha caído dramáticamente:

  • Steven Pinker, de Harvard, observa que “… hoy estamos viviendo en el momento más pacífico de nuestra especie en el mundo”, él agrega: “La violencia mundial ha disminuido constantemente desde mediados del siglo XX”.
  • Según the Human Security Brief 2006, el número de muertes en combate en las guerras interestatales ha disminuido de más de 65,000 por año en la década de 1950 a menos de 2,000 por año en esta década.

Del mismo modo, la pobreza también ha disminuido dramáticamente:

  • Max Roser de Oxford dice: “En 1950, tres cuartas partes del mundo vivían en la pobreza extrema; En 1981 seguía siendo el 44 por ciento. Para el año pasado [2016], la investigación sugiere que la participación en la pobreza extrema ha caído por debajo del 10 por ciento”.
  • Sobre alfabetización, dice: “En 1800 había 120 millones de personas en el mundo que podían leer y escribir; hoy hay 6.2 billones con la misma habilidad “.
  • El Dr. Peter Diamandis, cofundador de la Singularity University de Silicon Valley, concluyó:” ¡Realmente estamos viviendo el momento más emocionante para estar vivo!” ¿Por qué?
    • Él documenta cómo la pobreza absoluta está desapareciendo
    • El trabajo infantil está disminuyendo
    • Las tasas de mortalidad infantil están disminuyendo
    • Las tasas de homicidios están disminuyendo y
    • Las tasas medias de educación y alfabetización están explotando en todo el mundo.

Johan Norberg, del Instituto Cato, señala: “Si alguien te hubiera dicho en 1990 que en los próximos veinticinco años el hambre en el mundo disminuiría en un 40 por ciento, la mortalidad infantil se reduciría a la mitad y la pobreza extrema en tres cuartas partes, les hubieras dicho que eran unos tontos ingenuos. Pero los tontos tenían razón. Esto es realmente lo que ha sucedido”.

Habiendo experimentado la pobreza en el Tercer Mundo cuando era niño, sé que nada arrastra el espíritu humano más que un sentimiento de impotencia, incertidumbre y temor al futuro. Un pequeño ingreso regular y el acceso a bienes básicos como televisores y refrigeradores también mejoran la sensación de bienestar. En resumen, la erradicación de la pobreza es espiritualmente edificante. El mundo debería regocijarse con este cambio. Lampadia




Una visión ilustrada de Occidente desde Asia

Una visión ilustrada de Occidente desde Asia

En Lampadia seguimos las opiniones de Kishore Mahbubani, ex embajador de Singapur ante las Naciones Unidas (1971-2004), actual decano de la Escuela de Políticas Públicas Lee Kuan Yew de la Universidad Nacional de Singapur y uno de los líderes intelectuales del Asia. Mahbubani aboga consistentemente por la necesidad de que la geopolítica global tienda hacia la convergencia entre occidente y oriente, tema que analizó a fondo en sus libros “The New Asian Hemisphere” (El Nuevo Hemisferio Asiático) y The Great Convergence (La Gran Convergencia).

Mahbubani, es un gran defensor de la globalización: “La globalización no ha fallado. Todas las discusiones sobre la globalización están distorsionadas porque los analistas occidentales se centran en aproximadamente el 15 % de la población mundial que vive en Occidente. Ignoran el 85 % que son el resto. Los últimos 30 años de la historia humana han sido los mejores 30 años que los demás han disfrutado”.

Para resaltar la evolución del Asia, presenta una perspectiva histórica de largo plazo: “Fui a China por primera vez en 1980 y la gente no podía elegir qué ponerse, todos vestían trajes de Mao… No podían elegir dónde vivir, dónde trabajar, qué leer, cero opciones, cero, y yo diría que, si estás hablando del gobierno, Dios mío, el gobierno de Mao Tse Tung estaba omnipresente y decidía cada característica de sus vidas. Hoy la población en general ha experimentado la mayor explosión de libertad personal jamás vista en la historia de China en 4,000 años”.

Además destaca, que más allá del reciente empoderamiento de Xi Jinping, “los chinos todavía tienen el sistema político más meritocrático del mundo”.

Para Mahbubani, el cambio más importante para explicar el nuevo mundo es el ingreso de China a la OMC. Este determinó el acceso de 800 millones de chinos a la economía de mercado, con lo cual cambiaron todas las relaciones de producción globales, y explica incluso las reverberaciones políticas que dieron origen al populismo de los países más ricos.

Hoy el mundo transita hacia la divergencia, un espacio político y económico contrario a los intereses del Perú. Prestemos atención al más lúcido analista global asiático.  Lampadia

The Economist pregunta

¿Occidente ha perdido su toque?

Nuestro editor extranjero habla con Kishore Mahbubani, ex presidente del Consejo de Seguridad de la ONU.

The Economist
7 de junio, 2018
Transcrito, traducido y glosado por Lampadia

Transcripción y traducción de la conversación:

Robert Guest: Hola y bienvenido a The Economist Pregunta. Soy Robert Guest, editor extranjero de The Economist, y esta semana nos preguntamos: a medida que Occidente enfrenta un declive relativo, ¿cómo debería verse el Nuevo Mundo?

The Economist conmemora 175 años desde nuestro primer número con una nueva iniciativa “Open Future”. En los próximos meses liderará un debate mundial en prensa, en línea y, por supuesto, en la radio, para poner sobre la mesa nuevamente el caso del libre mercado y las sociedades abiertas en el siglo XXI.

Mi invitado de hoy argumenta que lejos de estar en peligro estas ideas liberales están teniendo un éxito sin precedentes, aunque no reconocido.

Kishore Mahbubani ha sido un gran observador de las cambiantes arenas de la geopolítica durante casi 50 años. Como diplomático de su Singapur natal durante más de tres décadas, sirvió en Camboya, Malasia y en Estados Unidos y fue presidente del Consejo de Seguridad de la ONU. No teme hacer preguntas provocativas. En su nuevo libro “¿Has the West lost it?”, advierte modestamente sobre los albores de un nuevo orden mundial en el que la caída de Occidente no anuncia una nueva era oscura sino una nueva utopía.

Kishore Mahbubani bienvenido a The Economist Pregunta.

Kishore Mahbubani: Es un placer estar aquí.

Robert Guest: Kishore, ¿Occidente lo perdió? ¿Qué ha perdido?

Kishore Mahbubani: Yo diría que Occidente no lo ha perdido todavía, pero lo hará si continúa con el piloto automático yendo en la misma dirección cuando la historia mundial ya ha cambiado de dirección.

Robert Guest: ¿Qué quieres decir con eso?

Kishore Mahbubani: Bueno, muy simple. Desde el año uno hasta 1820, las dos economías más grandes del mundo siempre fueron las de China e India. Es solo en los últimos 200 años que Europa y América del Norte despegaron, por lo que los últimos 200 años de la historia mundial han sido una gran aberración histórica. Occidente ahora tiene que despertarse y decir “Oye, este es un mundo muy diferente de los siglos XIX y XX”. Ahora tengo que aprender a vivir y trabajar con el resto del mundo de manera cooperativa sin exigirles nada, sin decirles que voy a imponerle sanciones si no te comportas bien. Podía hacer eso antes cuando tenía del 40 % al 50 %, 60 % de la economía mundial.

Robert Guest: Creo que citas a George Orwell diciendo que una de las mayores dificultades en la vida es ver lo que tienes delante de la nariz. ¿Está Occidente dejándo de notarlo?

Kishore Mahbubani: Creo que Occidente ha dejado de notar que el resto del mundo se ha despertado. Occidente debería estar celebrando ahora porque al final del día los futuros historiadores verán claramente que el proyecto occidental para civilizar el mundo ha tenido éxito. Compartió sus mejores prácticas en todos sus modos de razonamiento, su ciencia y tecnología, su confianza cultural, sus modos de buen gobierno, que compartió con el resto del mundo, y el resto lo ha absorbido. La condición humana nunca ha estado tan bien como lo está hoy, este es el momento de un gran triunfo para Occidente, cuando debería estar celebrando, en cambio, como sabes, está en un profundo caos.

Occidente hizo que la codicia pasara a través del Renacimiento y de la Ilustración… nos dió algo muy simple, higiene. ¿Por qué crees que menos bebés están muriendo? Porque las madres que se lavan las manos. Y es algo muy simple, porque sabes que tal cosa son gérmenes… Yo mismo crecí en Singapur cuando el ingreso per cápita era aproximadamente el mismo que el de Ghana $ 500, y a la edad de 6 años recibí un programa de alimentación especial porque técnicamente estaba desnutrido. Ahora el ingreso per cápita de Singapur es más alto que el del Reino Unido. ¿Por qué? Absorbimos las mejores prácticas occidentales.

¿Por qué crees que Occidente está tan mal en este momento? Occidente malinterpretó dos puntos de inflexión críticos. El primero fue el final de la Guerra Fría y Francis Fukuyama escribió el famoso ensayo “El fin de la historia”. Pidió a Occidente que se durmiera y se relajara en un momento en el que China e India despertaban, 1990-1991. Luego, en 2001, cuando sucedió el 911, todos los gigantes intelectuales de Great Western pensaron “hey, eso es lo más importante del año”, pero eso no fue lo más importante del año…

Robert Guest: ¿Qué fue?

Kishore Mahbubani: Lo más importante del año fue la admisión de China en la OMC y ochocientos millones de nuevos trabajadores chinos que se unieron al sistema capitalista global, que es una destrucción creativa masiva con pérdidas de empleos. Todo lo que sucedió podría haber sido anticipado, así que el objetivo de mi libro, es decir: “Oye, despierta, hay cambios aún mayores, comienza a adaptarte ahora”.

Robert Guest: Entonces, cuando dices que Occidente se quedó dormido, ¿qué cosas debería haber hecho, pero no hizo?

Kishore Mahbubani: Al final de la Guerra Fría hubo una enorme arrogancia y triunfalismo en Occidente. Ese triunfalismo fue un gran error, y cada vez que intentas intervenir en otra gran civilización, se da un rebote contrario. Así que tengamos cuidado, no hagamos en el siglo XXI.

Robert Guest: Ok, estás hablando de una intervenciones forzadas en lugar de venderle cosas a las personas…

Kishore Mahbubani: También hablo de intervención ideológica. Por ejemplo, cuando Xi Jinping anuncia que no habrá más límites al mandato de su presidencia, caramba, el coro de desaprobación en Occidente fue asombroso, pero ¿se preguntaron qué es lo que quieren los chinos? Considerando la perspectiva de la historia china, China pasa buenas épocas cuando tiene un emperador fuerte y si creen que China puede convertirse de la noche a la mañana y en una democracia, es una gran ilusión.

Robert Guest: Sin embargo, anteriormente había una idea de eso, el Partido Comunista Chino tenía una forma relativamente meritocrática de alternar líderes, y generalmente los líderes no mejoran en su tercera o cuarta década en el cargo.

Kishore Mahbubani: Pero los chinos todavía tienen el sistema político más meritocrático del mundo. En términos de la selección de líderes que se unen a los rangos superiores del Partido Comunista Chino, es más difícil subir en esos ránkings que convertirse en profesor en Harvard en términos de la competencia y Xi Jinping, en realidad, es el resultado de un sistema meritocrático porque tuvo que luchar muy duro para llegar a donde ha llegado hoy. Y tienes razón, puede convertirse en un mal emperador, pero si se convierte en un buen emperador, dejará China con más fuerza y ​​poder en la dirección correcta.

Robert Guest: Bueno, sí, si se convierte en un buen emperador, por supuesto, sería bueno. Me refiero a que la preocupación es que sería difícil expulsarlo si no es bueno, que generalmente es la ventaja que tiene la democracia.

Hay mucho sentimiento en Occidente y también entre las personas que observan el estado de la democracia liberal en todo el mundo, que ciertamente desde la crisis financiera de 2008 se ven lugares como Turquía y Hungría e incluso, ya sabes, se observan partes de África como Zambia, en partes de América Latina como Nicaragua, que hay una especie de oleada populista autoritaria en el mundo. ¿Esto te preocupa?

Kishore Mahbubani: Estoy feliz de darte buenas noticias, no hay un aumento autoritario…

Sí, hay líderes cada vez más fuertes que surgen en algunos países, pero en el mundo en general… vamos a ver cómo tomamos a las 3 sociedades más pobladas de Asia: China, India, Indonesia… ¿adivina qué? 2 de los 3 son democráticas. Y lo que es similar en los 3 casos es que las tres sociedades que solían tener sociedades feudales se han transformado a sí mismas y las tres ahora tienen el gobierno para creer que son responsables ante el pueblo. Esa es una revolución masiva en el pensamiento que ha sucedido no solo en Asia sino en África, en América Latina y en otros lugares. Habrá excepciones. Pero el hecho de que la gente de hoy sea mucho más consciente de sus derechos y su capacidad de cambio es una transformación mucho más fundamental.

Robert Guest: ¿Existe también la sensación de que desde que Xi Jinping llegó al poder en China, posiblemente desde que Narendra Modi llegó al poder en la India, quiero decir que en China se ha visto una mayor centralización del poder, donde la persona a cargo potencialmente podría seguir siendo presidente para siempre y has visto una extensión mucho mayor de la vigilancia gubernamental sobre ciudadanos individuales que le dan al estado un enorme poder sobre personas y, sabes, en India es mucho menos serio pero ha habido más de un sentimiento de nacionalismo hindú que tiende a excluir a la minoría , en particular a los musulmanes, ¿no ves ningún desarrollo preocupante allí?

Kishore Mahbubani: Fui a China por primera vez en 1980 y cuando fui a China, la gente de China no podía elegir qué ponerse, todos vestían trajes de Mao…

No podían elegir dónde vivir, dónde trabajar, qué leer, cero opciones, cero, y yo diría que, si estás hablando del gobierno, Dios mío, el gobierno de Mao Tse Tung estaba omnipresente y decidía cada característica de sus vidas.

Hoy la población en general ha experimentado la mayor explosión de libertad personal jamás vista en la historia de China en 4,000 años y sorprendentemente esta es la más… para mí esta es la estadística más crítica porque como saben, la Unión Soviética permitió que cero ciudadanos soviéticos viajaran al extranjero, cero. 120 millones de personas salen de China libremente todos los años para viajar al extranjero. Más importante aún, 120 millones de chinos regresan a China libremente y he vivido en una sociedad china mayoritaria durante 69 años de mi vida y nunca he visto este tipo de orgullo entre los chinos como lo he visto hoy. La sensación de autoestima, sentido de confianza, quiero decir, es una población china muy diferente a lo que se ve, en cierto sentido es que el vaso medio vacío es un vaso que los chinos ven como un vaso que está lleno en tres cuartas partes. Ahora la India es, por supuesto, completamente diferente. Y la India nunca tendrá ningún tipo de dictadura o gobierno autoritario del tipo que China pueda tener y, como saben, Indira Gandhi lo intentó…

Robert Guest: Lo intentó y no funcionó tan bien, ¿verdad?

Kishore Mahbubani: Y falló, precisamente por eso que la historia de Asia es tan fascinante. China está teniendo éxito gracias a su gobierno. India está teniendo éxito a pesar de que su gobierno y un erudito indio Pratap Bhanu Mehta, que dirige la universidad privada más exitosa de la India, me dijo en privado que “la diferencia entre China e India es que en China se tiene una sociedad cerrada con una mente abierta. En India tienes una sociedad abierta con una mente cerrada”. Entonces ambos tienen desafíos, todavía no han llegado. Pero es evidente que han recorrido un largo camino, y los futuros historiadores que miren hacia atrás para que Occidente juzgue a China e India se rascarían la cabeza y dirían “discúlpenme, estos dos países recién están despertando y viendo con confianza su futuro y el Oeste está diciendo: ¿a dónde van?”

Robert Guest: Dices eso, pero me refiero a que no es incoherente decir que lo que está sucediendo en China representa una enorme mejora en la calidad de vida material, pero aun así  preocupan algunos cambios recientes sobre cómo trata el gobierno al individuo.

Kishore Mahbubani: Es justo ser crítico, pero no es justo imponerle a China nuestra chaqueta ideológica occidental y decir que el único camino a la historia es el pasado que Occidente ha tomado, porque te garantizo esto: los chinos van a ir para tomar esa parte, quiero decir, China ha sacado a ochocientos millones de personas de la pobreza absoluta y hoy es concebible que la gente ,el 10% más pobre de China, pueda sentir una mayor esperanza que quizás, el 10 % más bajo  Estados Unidos.

Robert Guest: ¿Qué tipo de consejo que le das a Occidente sobre cómo abordar su política de manera diferente?

Kishore Mahbubani: Creo que es importante para Occidente, especialmente para Europa y América, que tal vez reinicie el ejercicio de la política. La buena política tiene que ver con la geografía, por lo que los desafíos a los que se enfrenta a largo plazo son muy diferentes. El desafío número uno de EEUU es China, el tema de mi próximo libro. Muy claro. Estados Unidos se obsesionará con China en los próximos diez, veinte o treinta años y, esencialmente, de una forma u otra tendrá ‘juego cero’, con China convirtiéndose en la número uno y Estados Unidos convirtiéndose en el segundo. Para que sepas, Graham Allison ha escrito un libro titulado “Destinado para la Guerra” con lo que no estoy de acuerdo, no están destinados a la guerra, pero esa será la obsesión estadounidense si miro la geografía europea. Creo que el mayor desafío de Europa no es China, sino África. La población de África en 1950 era la mitad que en Europa, ahora se duplicará en 2100, será 10 veces más grande que la de Europa, así que si África no se desarrolla, ese será un gran problema para Europa y, paradójicamente, el país que está invirtiendo mucho en África es China.

Así que cada regla, cada puerto, cada industria que China construye en África realmente está ayudando a frenar el flujo de personas a Europa, así que en realidad podría haber cierto grado de convergencia de intereses políticos en Europa y China, pero eso es algo inconcebible hoy.

Robert Guest: ¿Cuánto daño crees que le está haciendo Donald Trump a la posición de Estados Unidos en el mundo?

Kishore Mahbubani: Bueno, veo a Donald Trump como un fenómeno pasajero. Cuando estuve en Davos este año lo más impresionante fue lo de Macron. Puedo imaginarme una figura como Macron emergiendo en América, no sé quién será. Así que puedo ver a Estados Unidos balanceándose hacia el centro, así que no veo a Donald Trump como un problema. Un problema mayor es que la inteligencia liberal estadounidense no comprende el mundo y no ha preparado a la población estadounidense para tratar con este nuevo mundo. Y veo que es un problema aún mayor porque crea un tipo único de aislacionismo.

Robert Guest: Y tú piensas que avanzar hacia una política exterior menos intervencionista es lo más importante.

Kishore Mahbubani: Absolutamente, estoy completamente de acuerdo en que uno debería enfocarse en sus problemas domésticos, pobreza, etc., pero luego es importante volver a equilibrar lo que uno hace con el resto del mundo.

Todos los problemas que tiene en el mundo se dirigen a una solución multilateral y a asegurarse  que el resto del mundo, que constituye el 88% de la población mundial, sea parte de la solución y se unan.

Robert Guest: Si solo tuvieras un presidente estadounidense que creyera en Occidente y elaborara un orden basado en reglas…

Kishore Mahbubani: Bill Clinton pronunció un discurso en Yale en 2003, donde le dio a sus compatriotas estadounidenses algunos consejos brillantes. Él dijo “Si Estados Unidos va a ser el número uno para siempre, que siga haciendo lo que está haciendo, pero si podemos concebir un mundo donde Estados Unidos ya no sea el número uno, seguramente le conviene crear un espacio para coohabitar”. Bueno, pronunció el discurso hace 15 años y ni una sola figura importante en el cargo tuvo el coraje de seguir su camino y decir “Oye, preparémonos para un mundo donde Estados Unidos se convierta en el número 2 y, por lo tanto, opte por más reglas basadas en el orden”. Lampadia




China-India-América (CIA) ¿Oportunidad geopolítica?

Efectivamente, desde el advenimiento de Narendra Modi como líder de la India, se ha venido produciendo un proceso muy importante en el otro gigante asiático con repercusiones muy positivas para la humanidad. Modi es hoy el gran reformador hacia políticas públicas con sentido práctico,  racionalidad y sin sesgos ideológicos.

Pero Modi no es solo un buen ejemplo como reformador, al hacer crecer la economía de India ha generado un nuevo motor de  crecimiento de la economía global, en momentos que el resto flaqueaba.

Ahora vemos, como explica Kishore Mabubani, el singapurense que seguimos con mucho interés desde Lampadia, que la India tiene la posibilidad de posicionarse geopolíticamente como el fiel de la balanza entre EEUU y China.

Esto es especialmente importante para países como el Perú, ahora que EEUU está optando por el proteccionismo de Trump y retirándose del liderazgo global, y que China sufre aún, en alguna medida, de las ‘resacas ideológicas’ del comunismo.

El rol del fiel de la balanza, es uno muy difícil. Pero nadie como Narendra Modi para poder asumirlo. Ver el análisis de Mabubani:

Fuente: Volldraht

La nueva CIA… China, India y América

Kishore Mahbubani
Prime India Today
8 de enero de 2017
Traducido y glosado por Lampadia

Fuente: FastNewsPost

Shakespeare sabiamente dijo: “Existe una marea en los asuntos de los hombres que tomada en pleamar conduce a la fortuna. Pero si la evitas… todo el viaje de la vida estará lleno de obstáculos y desgracias”. Esta oportunidad se ha abierto para que la India se una a la liga de poderes ‘A’. La elección de Donald Trump ha abierto esta oportunidad.

Un camino rocoso, probablemente incluso turbulento, está por delante para las relaciones entre Estados Unidos y China. Incluso antes de asumir el cargo, Trump ha desafiado a China en muchos frentes, desde el comercio hasta sobre Taiwán. En cara de todo esto, la India tiene dos opciones. Se puede sentar y ver con satisfacción las tribulaciones de Beijing al intentar interactuar con Trump. O puede aprovechar astutamente esta nueva turbulencia en las relaciones entre Estados Unidos y China para catapultarse a una nueva liga de las grandes potencias, enmarcada en las siglas CIA: CIA representa ahora a China, India y América.

La gran pregunta aquí es si la India puede ser astuta. Se supone que los cálculos geopolíticos son el sello distintivo del pensamiento estratégico. Por lo tanto, es intrigante que a veces parece triunfar la petulancia ante la astucia en el pensamiento estratégico de la India. Cada vez que aparece algo “ligero”, India responde con gran agitación emocional en lugar de con un esfuerzo para ver si la adversidad puede convertirse en una oportunidad.

Pakistán es el mayor obstáculo para la política exterior de la India. Dada la historia, un romance entre India y Pakistán no está en las cartas. Sin embargo, muchos antiguos adversarios, como Francia y Alemania, China y Japón, Singapur y Malasia, han alcanzado relaciones normales. Por ejemplo, realizan un comercio “normal” entre sí. India y Pakistán no lo hacen. Esta es la razón por la cual la India debería reconsiderar su negativa a unirse a la iniciativa One Belt, One Road (OBOR) de China. Contrario a unas pocas voces paranoicas en Nueva Delhi, OBOR no es un esquema maligno diseñado por China para excluir a la India. En cambio, es la política de seguros de China para desarrollar los enlaces terrestres en Asia Central para superar cualquier posible cerco marítimo de Estados Unidos contra China. OBOR era un movimiento defensivo, no ofensivo. Si la India quiere ser verdaderamente astuta, debería unirse con entusiasmo a OBOR y utilizarla para crear una nueva red de vínculos comerciales y energéticos con Irán, Afganistán y Asia Central. En el centro de la red estará Pakistán. Ésta también ayudará a normalizar las relaciones comerciales India-Pakistán y liberará a la India de una carga geopolítica.

Para lograr todo esto, la India tendrá que mirar a China con nuevos ojos. India y China han tenido una historia tumultuosa debido a las (ahora inactivas) disputas fronterizas, así como la cuestión del Tíbet. Los medios indios atacan sin cesar y dicen que China es una amenaza para la India. Esta histeria mediática es un ejemplo perfecto de cómo a menudo las emociones triunfan ante la astucia en el pensamiento estratégico de la India. ¿Cómo es China una amenaza? ¿Va a invadir la India? ¿Cambiar unilateralmente la Línea de Control? ¿Enviar barcos de guerra a la India? En pocas palabras, China no es una amenaza militar para la India porque no obtendrá ninguna ventaja geopolítica por cambiar el statu quo en el terreno.

Por el contrario, mientras China no es una amenaza real para la India, Estados Unidos es una amenaza real para China. Los pensadores estratégicos chinos tienen todas las razones para estar paranoicos acerca de EEUU. América sigue siendo, en general, mucho más poderoso que China. Militarmente, Estados Unidos es mucho más poderoso. Económicamente, puede dañar a China al restringir las importaciones chinas (como Trump ha amenazado con hacer). Políticamente, puede movilizar movimientos separatistas en China (ya sea en Taiwán, Tibet o Xinjiang). La pesadilla china es una revolución de ‘color’ desencadenada por EEUU. Si los pensadores estratégicos chinos abandonaran su paranoia acerca de EEUU, deberían ser examinados.

Todo esto proporciona a la India una oportunidad de oro. Si las relaciones entre China y Estados Unidos empeoran con Trump, ambas partes prestarán más atención a la India. La elección que hace la India en este entorno geopolítico será absolutamente crítico. Dada la actual situación política en la India, donde se desarrolla una relación amorosa entre India y EEUU, habrá un fuerte deseo emocional de unirse a Estados Unidos contra China. Habrá beneficios a corto plazo. India conseguirá más armas de EEUU. El comercio podría crecer. Pero en tal arreglo geopolítico, la India siempre será el socio menor, el ‘Tonto’ para el ranger solitario estadounidense. Jugará el papel que Japón o Reino Unido hicieron en la Guerra Fría: un aliado valioso pero no un socio igualitario.

Lo astuto para la India, por lo tanto, es posicionarse geopolíticamente como un igual de EEUU y China. Esto no será fácil. El PNB de Estados Unidos es de US$ 18 trillones, el de China es de US$ 11 trillones y el de la India es de US$ 2.1 trillones. ¿Cómo es que el país mucho más pequeño se convierte en un socio igualitario a los dos gigantes más grandes?

Aquí es donde Trump ha proporcionado una oportunidad. Al desarrollar su oposición contra China, el presidente ha puesto efectivamente a China y a EEUU en los extremos opuestos de la balanza. La India debe aprovechar la oportunidad para saltar al medio como el fiel de la balanza. Esto creará el incentivo para que tanto Estados Unidos como China desarrollen relaciones estrechas con la India, ya que quién está en el fiel de la balanza, podrá determinar  para qué lado se puede inclinar. En términos de posicionamiento estratégico, la India debe estar en el medio, no acercarse a EEUU o China. En consecuencia, el peso geopolítico de la India también crecerá en el mundo, ya que se verá que las direcciones geopolíticas globales estarían siendo impulsadas por tres potencias: China, India y América (EEUU), la nueva ‘CIA’.

El gobierno de Obama y el de Bush dieron mucha más prioridad a China que a India. Esto mantuvo a la India bloqueada de cualquier posible triángulo de la ‘CIA’. En contraste, como  adversario de China, Trump ha abierto una ventana de oportunidad para India. ¿Es la India lo suficientemente astuta como para aprovechar esta breve oportunidad para desarrollar vínculos igualmente buenos con China y EEUU?

Probablemente esta oportunidad se dará por un breve tiempo, porque después de un año o dos en el cargo, puede que Trump rehaga sus cálculos y decida que tener una buena relación con China tiene más sentido geopolítico.

Las obras más importantes de Shakespeare fueron sus tragedias. En cada una, demostró cómo los seres humanos fallan al no elevarse por encima de sus fragilidades, incluyendo sus impulsos emocionales. Sería una verdadera tragedia que la India pierda su actual oportunidad geopolítica, por no elevarse sobre sus impulsos emocionales en relación con China. Lampadia 




EEUU se encierra y China se postula al libre comercio

Hasta hace pocos meses, cuando se hablaba de la relación del Asia con occidente, o de China con EEUU, ésta se refería al crecimiento de China y su eventual primer lugar en la economía global. A esos pensamientos y análisis, hay que sumarle hoy día la evolución política, que lleva a EEUU a alejarse del libre comercia, y a China, a pretender liderarlo.

Este proceso ya no se puede entender desde el punto de vista de la retórica occidental. Si el liderazgo económico y político se mueve al Asia, debemos escuchar a los líderes intelectuales del Este.

¿Quién mejor para ilustrarnos sobre esta (nueva) realidad que nuestro conocido intelectual de Singapur, Kishore Mahbubani?

Recordemos que Mahbubani estuvo en Lima el 2009, ver su presentación en Lampadia. El escribió en “The New Asian Hemisphere” (El Nuevo Hemisferio Asiático) y en The Great Convergence (La Gran Convergencia), su tratado sobre la necesidad de que la geopolítica global vaya tendiendo hacia la convergencia entre occidente y oriente. Lamentablemente, lo que está sucediendo es todo lo contrario. Líneas abajo compartimos el artículo que Mahbubani preparó para la actual edición del World Economic  Forum.

Fuente: www.world-governance.org

Mahbubani, propone actualizar las instituciones mundiales —Naciones Unidas, las instituciones de Bretton Woods, la OMC— adaptándolas a la ascensión del resto e, igualmente, actualizar el pensamiento de Occidente, “En lugar de tratar constantemente de retener el control del mundo, Occidente debe aprender a compartir el poder. A los asiáticos se les debe permitir dirigir el FMI y el Banco Mundial. Igualmente importante, los expertos occidentales deben abandonar su condescendencia tradicional al hablar del resto. Las entidades asiáticas emergentes, como China, la India y la ASEAN, deben ser tratadas con más respeto. La India debería ocupar inmediatamente un lugar en el Consejo de Seguridad de la ONU, con el Reino Unido y Francia a un lado.”

“Todo esto suena inconcebible para muchas mentes occidentales. Pero hasta hace poco, era también inconcebible que el resto pudiera ser más optimista que Occidente. Occidente debe ahora hacer lo inconcebible para prepararse para el inevitable mundo inconcebible.”

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Fuente: www.theamericanconservative.com

Lo que defiende Mahbubani no es crear nuevas instituciones que consagren el traslado mundial de poder, sino remediar el “déficit democrático” del sistema antiguo. Mientras que el populismo aumenta en Occidente, (dando como resultado situaciones como Trump y el Brexit), no ha surgido en las regiones más pobladas de Asia y África. Y, como resalta Mahbubani, “Occidente sólo representa el 12% de la población mundial. El 88% restante vive fuera de Occidente. Y sus condiciones de vida (con excepción de algunos países árabes y Corea del Norte) nunca han sido mejores.”

De esta manera, Mahbubani propone una convergencia y una mayor democracia global, al igual que Niall Ferguson en ‘Civilización: Occidente y el resto’ donde propone la idea de que el formidable progreso económico de China irá abriendo el camino a la democracia política. Mahbubani aboga por un proceso de convergencia. Ver sus ideas al respecto en Lampadia: WEF: ¿Se detendrá la gobernanza global en un mundo multipolar? y Mahbubani: “No nos equivoquemos con China”

Lo que se necesita es un verdadero compromiso global. Esto implica que ningún país establezca la agenda mundial y que la gobernabilidad se vuelva más difusa. Esto crea un “orden” mundial multipolar, donde el control de los recursos se concentra en diferentes centros de poder, cuyo peso económico se ve reforzado por los acuerdos comerciales intra-regionales.

¿Cómo, entonces, se podría asegurar la gobernabilidad global en un mundo multipolar?  “A medida que el mundo se vuelve cada vez más pequeño, necesitamos una mejor gobernanza mundial”, afirma Kishore Mahbubani.

En Lampadia seguimos a Mahbubani desde hace varios años. Nuestro país no tiene una vocación internacionalista y estamos bastante lejos de seguir los acontecimientos globales, pero los movimientos tectónicos que pasan por nuestros ojos, deben llevarnos a desarrollar una mejor visión de los hechos y a estar preparados para participar en el diseño de las políticas globales, como pronto, seguramente, va a ser necesario. Lampadia

Sí, este es el siglo del Asia.

Pero todavía hay motivos para el optimismo de occidente

An illuminated cube bearing the Chinese flag is seen in the entrance foyer of the London Stock Exchange in London

La ascensión de Asia. Eso no significa que Occidente tenga que ser pesimista
Fuente: REUTERS / Peter Nicholls

Kishore Mahbubani, 
Decano de la Escuela Lee Kuan Yew de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Singapur
Foro Económico Mundial
13 de enero de 2017
Traducido y glosado por
Lampadia

 

La gran cuestión de nuestro tiempo es simple: ¿debemos, todos los 7 mil millones de nosotros, sentirnos optimistas o pesimistas sobre el futuro de la humanidad?

La respuesta del mundo está dividida. Muchas sociedades occidentales se están ahogando en el pesimismo. Por el contrario, el resto nunca ha sido más optimista. Esto representa una inversión del patrón de los siglos anteriores, donde Occidente siempre fue más optimista. ¿Qué ocurrió? ¿Y qué nos dicen los hechos?

Los hechos son claros. La condición humana nunca ha estado mejor. La pobreza mundial está disminuyendo constantemente. En 2015, superamos ampliamente el Objetivo de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas de reducir a la mitad la pobreza mundial. Según la NIC, la pobreza extrema podría reducirse a la mitad para el año 2030.

Las clases medias globales están explotando: de 1,800 millones en 2010 a 3,200 millones en 2020 y 4,900 millones en 2030. La tasa de mortalidad infantil mundial ha disminuido de un estimado de 60 muertes por mil nacimientos en 1990 a 32 en 2015. Esto se traduce en más de 4 millones de muertes infantiles menos por año. Si fuéramos racionales y objetivos, estaríamos celebrando la condición humana actual.

La auto-contemplación de Occidente

¿Por qué no celebramos? Una respuesta simple es que los intelectuales occidentales que dominan el discurso intelectual global sólo son conscientes de los desafíos a corto plazo de sus sociedades, no de las promesas globales a largo plazo. Francis Fukuyama ilustra esto bien. En un ensayo escrito después de la elección de Donald Trump, dice: “La derrota electoral de Hillary Clinton ante Donald Trump marca un hito, no sólo para la política estadounidense, sino para todo el orden mundial. Parece que estamos entrando en una nueva era de nacionalismo populista, en la que el orden liberal dominante que se ha construido desde la década de 1950 ha sido atacado por las mayorías democráticas enojadas y energizadas. El riesgo de caer en un mundo de nacionalismos competitivos e igualmente enojados es enorme, y si esto sucede, marcaría una coyuntura tan trascendental como la caída del Muro de Berlín en 1989. “[Nota: énfasis añadido.]

Por favor, estudiemos cuidadosamente sus palabras. El está confundiendo la condición de Occidente con la condición del mundo. Es cierto que el populismo ha aumentado en Occidente. Eso explica a Trump y el Brexit (y posiblemente Le Pen). Pero no ha surgido en las regiones más pobladas de Asia y África.

Más importante aún, Occidente sólo representa el 12% de la población mundial. 88% vive fuera de Occidente. Y sus condiciones de vida (con excepción de algunos países árabes y Corea del Norte) nunca han sido mejores.

Tomemos tres de los países más poblados de Asia: China, India e Indonesia. Las vidas de casi 3 mil millones de personas en estos países nunca han sido mejores. Y van a mejorar mucho en las próximas décadas, como muestra el gráfico.

La década de 2010 a 2020 es probablemente la mejor década que Asia haya experimentado. La población de clase media asiática va a pasar de 500 millones en 2010 a 1,750 millones en 2020. En resumen, Asia va a añadir 1.5 veces la población total de Occidente a la población de clase media mundial en una década.

¿Por qué está pasando esto? Una respuesta simple es el triunfo de la razón. La difusión de la ciencia y la tecnología occidentales lo demuestra más claramente. En el nivel más básico, los seres humanos en todo el mundo pueden ver los beneficios de la medicina occidental moderna. Como resultado, la razón está reemplazando a la superstición. En todas las esferas de la vida humana, desde las políticas económicas hasta la gestión ambiental, desde la educación hasta la planificación urbana, las prácticas óptimas occidentales están siendo adoptadas casi universalmente por todas las sociedades.

Entonces, ¿por qué todo el pesimismo?

Si el mundo está mejorando, ¿por qué el Oeste se vuelve más pesimista? La respuesta simple es que Occidente ha seguido una estrategia profundamente defectuosa desde el colapso de la Unión Soviética en 1991. Al igual que los defensores británicos de Singapur en la Segunda Guerra Mundial, apuntaron sus armas al mar en el Sur cuando los japoneses vinieron por tierra desde el Norte.

Para dejar este punto aún más claro, Occidente pensó que había ganado una colosal y épica lucha con su dramática victoria en la Guerra Fría. Como resultado, no se dio cuenta de que, al mismo tiempo, una lucha aún mayor había comenzado con el “retorno” de Asia. China decidió volver a unirse a la economía mundial en los años ochenta. La India lo hizo en los años noventa. El regreso de 3 mil millones de asiáticos, obviamente, iba a sacudir la economía global. Occidente no se dio cuenta.

No se dio cuenta porque las mentes occidentales estaban intoxicadas con un opiáceo insalubre de triunfalismo. El famoso ensayo de Francis Fukuyama “El Fin de la Historia” capturó este error. Como resultado, Occidente desarrolló una estrategia intervencionista defectuosa hacia el resto. Muchas de las intervenciones llevaron al desastre. Michael Mandelbaum señala que “el historial de la administración Clinton no fue alentador: prometió el orden en Somalia y lo dejó en caos. Fue a Haití para restaurar la democracia y la dejó en anarquía. Bombardeó Bosnia por el bien de la unidad nacional, pero presidió una partición de facto”.

Y el 11 de septiembre empeoró las cosas. Sedujo a los asesores neoconservadores de George W. Bush para invadir Irak, después de invadir Afganistán. Una década más tarde, los europeos vieron a dos tercios de sus refugiados proceder de tres países: Irak, Afganistán y Siria.

Pero ese no era el verdadero desastre. Mientras que los pensadores estratégicos occidentales estaban distraídos, no vieron que el acontecimiento más importante en 2001 no fue 9/11. Fue la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio. La entrada de casi mil millones de trabajadores al sistema comercial mundial obviamente daría como resultado una masiva “destrucción creativa” y la pérdida de muchos puestos de trabajo.

Trump y Brexit son, por lo tanto, los resultados naturales y lógicos de una estrategia occidental defectuosa de no tratar con los desafíos económicos reales a Occidente. Mientras Occidente estaba distraído, China emergió. Según las estadísticas del FMI, en 1980, en términos de PPP, la participación de EEUU en el PBI mundial era del 25%, mientras que la de China era del 2.2%. En 2016, la participación de Estados Unidos se ha reducido a 15.5%, mientras que la de China ha aumentado a 17.9%.

El declive relativo de Occidente

Por lo tanto, hay razones estratégicas sólidas para el pesimismo occidental: de 1820 a aproximadamente 1980, el poder económico occidental creció de manera constante o mantuvo una enorme posición dominante a nivel mundial. En las últimas tres décadas, el PBI combinado de América del Norte y Europa Occidental se redujo de 51.5% en 1990 a 33.45% en 2014.

Un cambio estratégico aún más destructivo sucedió al mismo tiempo. Mientras que los trabajadores en Occidente sufrieron pérdidas de empleo y el deterioro de los ingresos, la élite occidental se convirtió en súper ricos de la globalización acelerada y el regreso de Asia.

RW Johnson describe bien cómo sufrieron los trabajadores estadounidenses: “Entre 1948 y 1973, la productividad aumentó un 96.7% y los salarios reales un 91.3%, casi exactamente al mismo paso. Eran los días de abundantes empleos en el acero y la industria automotriz cuando los trabajadores podían permitirse enviar a sus hijos a la universidad y verlos ascender a la clase media. Pero de 1973 a 2015 -la era de la globalización, cuando muchos de esos puestos de trabajo desaparecieron en el extranjero- la productividad aumentó un 73.4%, mientras que los salarios aumentaron sólo un 11.1%. Desde 2000, los salarios pagados a los graduados universitarios han caído. “

Una razón para ser optimista

Las preguntas existenciales que Occidente enfrenta hoy en día son bastante simples. ¿Está todo perdido? ¿Disminuirán constantemente el poder y la influencia occidental? ¿O hay esperanza para Occidente? ¿Puede beneficiarse también del resurgimiento del resto?

La respuesta simple es que Occidente puede beneficiarse de la oleada del resto. 12% de la población mundial puede ser arrastrada por el restante 88%. Para lograr esto, los líderes occidentales y expertos necesitan hacer muchos ajustes psicológicos significativos.

En lugar de tratar constantemente de retener el control del mundo, Occidente debe aprender a compartir el poder. A los asiáticos se les debe permitir dirigir el FMI y el Banco Mundial. Igualmente importante, los expertos occidentales deben abandonar su condescendencia tradicional al hablar del resto. Las entidades asiáticas emergentes, como China, la India y la ASEAN, deben ser tratadas con más respeto. La India debería ocupar inmediatamente un lugar en el Consejo de Seguridad de la ONU, con el Reino Unido y Francia a un lado.

Todo esto suena inconcebible para muchas mentes occidentales. Pero hasta hace poco, era también inconcebible que el resto pudiera ser más optimista que Occidente. Occidente debe ahora hacer lo inconcebible para prepararse para el inevitable mundo inconcebible. Lampadia

 




Cuando la acción y la omisión se asocian

Cuando la acción y la omisión se asocian

Los execrables actos de violencia ocurridos la semana pasada en Paris y anteriormente en Egipto y en Medio Oriente por la mano del mal llamado Estado Islámico, que denominaremos ISIS, más las migraciones masivas hacia Europa, están generando y seguirán generando una serie de reacciones y propuestas que es menester poner en perspectiva.

Nuestro primer comentario tiene que ser de absoluto rechazo a la violencia asesina de ISIS y la solidaridad con las víctimas inocentes de semejantes sucesos, incluyendo a las poblaciones pacíficas de origen árabe y/o musulmán, que sufrirán cada día peores condiciones de vida en muchas partes del mundo.

En segundo lugar, queremos plantear que más allá de las ominosas responsabilidades de este manipulador movimiento islamista, que además origina la tragedia doble de la migración masiva (doble por el sufrimiento de los migrantes y por los problemas que acarrean a los países receptores) están las acciones y omisiones, los actos fallidos, de dos actores fundamentales: Rusia bajo la dirección absolutista de Putin y occidente, incluyendo a la OTAN, Europa Occidental y los EEUU bajo la influencia de Obama.

Si bien el origen de todos estos acontecimientos se puede establecer hace algunos años por el mal manejo de las cosas por parte de EEUU y sus aliados que no supieron dar una justificación correcta para la Segunda Guerra del Golfo, que una vez dada no supieron manejar sus derivaciones y, que una vez cometidos una serie de errores, no pudieron hacer nada más que retirarse en derrota, dejando atrás un polvorín que no tardó en desestabilizar toda la región.

Todo eso estaba dado cuando se hacen evidentes los actos genocidas de Bashar Al-Assad en Siria. Obama, con más cautela que Bush hijo, amenazó intervenir solo si se probaba contundentemente el uso de armas químicas por parte del gobierno Sirio. Cosa que quedó establecida y estaba gatillando la intervención de EEUU, hasta que Putin le puso el paralé a Obama, que se retractó. Poco tiempo después se produjo la emergencia de ISIS en Siria e Irak.

Pero ¿qué inspira a los principales personajes de la geopolítica global, Putin y Obama?

En cuanto a Putin es suficiente recordar lo comentado por el historiador Timothy Garton Ash en su artículo ‘La doctrina del resentimiento’, publicado en Lampadia en julio del 2014. “En 1994, estaba quedándome medio dormido en una mesa redonda que se celebraba en San Petersburgo, Rusia, cuando un hombre fornido y de baja estatura, con cara de ratón, que parecía ser la mano derecha del alcalde, empezó a hablar. Dijo que Rusia había entregado de forma voluntaria ‘inmensos territorios’ a las antiguas repúblicas soviéticas, entre ellas zonas ‘que históricamente han pertenecido siempre a Rusia’. Se refería ‘no solo a Crimea y el norte de Kazajstán, sino también, por ejemplo, al área de Kaliningrado’. Rusia no podía abandonar a su suerte a esos ‘25 millones de rusos’ que habían pasado a vivir en el extranjero. El mundo debía respetar los intereses del Estado ruso ‘y del pueblo ruso como gran nación’. Aquel hombretón irritante se llamaba –como habrán supuesto– Vladímir V. Putin”.

Este personaje que después tomo el poder absoluto en Rusia, se anexó Crimea, a desatado el estado de guerra en Ucrania del Este y defiende al genocida sirio, está obviamente inspirado por un afán imperialista de liderazgo global, muy alejado de las formas democráticas y muy cerca de círculos de corrupción.

Por su lado, Obama parece estar inspirado en las buenas intenciones de los inocentes, que no entienden además, que tienen responsabilidades que pueden ir más allá de sus anhelos de paz.

Así es que EEUU va retrocediendo en muchos aspectos de incidencia global, regresando a una casa, que así, se hace menos segura. Y sin lugar a dudas, tarde o temprano o más tarde que temprano, tendrá que enfrentar en mayor debilidad.

Sobre los acontecimientos más recientes, como la guerra civil de Siria, el advenimiento de ISIS y la migración masiva hacia Europa, podemos decir que ambos errores, los de acción y omisión, son igualmente pernisiosos.

Como dice Arturo Pérez-Reverte, en occidente se ha instalado “demasiada transigencia social, demasiados paños calientes, demasiados complejos… . Ver: Sobre idiotas, velos e imanes de Arturo Pérez-Reverte.

Además, ver el artículo de Juan Goytisolo: Cómo poner fin a la barbarie, en el País de España.

Afortunadamente todavía quedan algunos vestigios de la presencia positiva de EEUU en el mundo, como en su actuación contra la corrupción de la FIFA, la persecución de los barones de la droga y las denuncias contra las estafas de la VolksWagen.

Pero en lo político, EEUU está de retroceso y junto con la parálisis tradicional de Europa Occidental, están dejando que muchos aspectos de la vida global los definan los audaces y aventureros como Putin y que avancen los criminales como ISIS. Ambos han tomado demasiados espacios. Lampadia

 

 

   

 




El autonombrado Califato avanza incontenible ante indecisión mundial

El autonombrado Califato avanza incontenible ante indecisión mundial

Cuando las tropas iraquíes lograron expulsar a los combatientes de ISIS de Tikrit, se pensó que este era el comienzo del fin del grupo extremista que en el 2014 sorprendió al mundo con amenazas exacerbadas y una ofensiva inesperada que pronto le permitió tomar la estratégica ciudad de Mosul (la segunda en importancia en Iraq) e incluso llegó a las puertas de Bagdad.

Esta esperanza se desvaneció pronto. A fines de mayo, los yihadistas lanzaron una campaña en dos frentes con un éxito inusitado: en Iraq, se hicieron de la provincia de Anbar y de su capital, Ramadi; en Siria, derrotaron a las fuerzas del dictador Bashar al-Asad y asaltaron la histórica ciudad de Palmira. Los cables internacionales estallaron: “ISIS controla ahora un territorio del tamaño de Italia”

 

 

A pesar, de estar bajo un constante bombardeo aéreo, perder cerca de 10 mil combatientes (sus mejores tropas) y de un duro revés en Kobane (la ciudad kurdo-siria en la frontera con Turquía) a la que no pudo tomar tras someterla a un asedio inclemente, el ISIS ha demostrado en los últimos meses su resistencia y dominio sobre el campo de batalla. Por si esto fuera poco, en Libia milicias que han jurado lealtad al autonombrado Califato de Irak, Siria y Levante operan en diversas regiones, al igual que lo hace el criminal Boko Haram en Nigeria, que le ha ofrecido su apoyo. Los ataques en Túnez, Francia y Dinamarca demuestran que sus éxitos militares le siguen sumando partidarios en todo el mundo

El Califato parece empoderado, mientras que las ciudades y territorios que controla se ejecuta la persecución y asesinato de las minorías cristianas y musulmanas chiitas, de las mujeres, la destrucción de los legados culturales de la humanidad, se instala el terror, la intolerancia y la aplicación de una interpretación del Islam cada vez más reñida con los preceptos de esta fe y con el respeto por los derechos humanos. Un video propalado hace unos días por la BBC mostraba como los habitantes de Mosul son sometidos a una serie de vejaciones, en especial las mujeres. En el reportaje se ve la voladura de una Mezquita Chií del siglo XIV y como son confiscadas las propiedades de cristianos y otras religiones. El terror es el método de gobierno de esta dictadura teocrática, que se ha hecho de un importante armamento y fuentes de dinero.

Los avances del Califato parecen haber sorprendido y confundido a los débiles líderes occidentales que no esperaban una reacción de este tipo. Tras meses de afirmar que se estaba debilitando a los yihadistas y a punto de lanzar una ofensiva sobre Mosul, se ha tenido que reenfocar las prioridades. Se han buscado a los responsables de esta situación y el blanco predilecto ha sido el ejército irquí. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Ashton Carter, no fue nada diplomático al señala que las fuerzas armadas iraquíes “no habían demostrado una voluntad para pelear”. Una pobre manera de lavarse las manos.

Es la segunda vez que ante una ofensiva de ISIS, el ejército iraquí se repliega en desbandada, primero en Mosul y ahora en Ramadi. Preocupante, pues los líderes occidentales que están rehuyendo tomar acciones más efectivas, creían que este cuerpo estaba en condiciones de hacer frente a los yihadistas y derrotarlos.

Como se pregunta la BBC “¿Se trata entonces de una falta de voluntad del ejército iraquí o está fallando la estrategia de la coalición internacional? Barack Obama había indicado previamente que ISIS no estaba ganando, que sus victorias eran un ‘revés táctico’. Pero tal como señala el corresponsal en asuntos de seguridad de la BBC, Frank Gardner, ‘la incómoda realidad es que la coalición tampoco está ganando”.

Es cierto. Por el momento no se avizora un triunfador en esta contienda. Al final del día, sin embargo, quien controla el terreno es el Califato, un territorio que sigue expandiéndose.

Es por ello que los analistas afirman que “con cada victoria y cada avance ISIS se acerca a convertirse en un ‘Estado funcional’, dice Gardner. Y esto, agrega, es una señal del fracaso de algunas de las potencias mundiales que se embarcaron con mucha renuencia en la reacción  contra ellos. ‘Me parece que la estrategia de la coalición contra ISIS siempre ha sido algo inexistente’, dice Charlie Winter, analista del Quilliam, un centro de estudios contra el extremismo con sede en Londres. ‘Desde el principio se dedicó a bombardear las posiciones de ISIS con la esperanza de matar a algunos de sus líderes, acabar con algunas unidades de artillería, esas cosas (… ). Pero aparte de eso, ha sido un sonado fracaso´”, agrega.

Por su lado, los Kurdos han conseguido derrotarlos y no han permitido que avancen sobre su territorio. Es justamente esa la táctica que mejor ha resultado, actuar sobre el terreno, con fuerzas que luchan valientemente, a veces en inferioridad de condiciones, pero con apoyo aéreo de los Estados Unidos. Así se han conseguido algunas victorias importantes.

El dilema de la coalición anti Califato pasa por responder a este problema: ¿quién pondrá las fuerzas terrestres? Los Chiíes, financiados y entrenados por Irán, están dispuestos a hacerlo, pero esto genera el recelo de los suníes y de las naciones que los albergan como Arabia Saudita, por ejemplo. Los Kurdos están dispuestos a pelear, pero no mucho más allá de su territorio. Nadie quiere armar y apoyar a las tropas sirias de Al-Asad. Así, todos miran a la primera potencial militar del mundo: Los Estados Unidos, que desde que incumplió su amenaza de intervenir en Siria por el uso de armas químicas, luego de ser confrontado por Rusia (que tiene una agenda alejada de la paz global), quiere manejar las cosas a control remoto.

Obama ha sido claro al respecto. No desea que soldados norteamericanos combatan en el terreno. Hace unos días autorizó el envío de 450 nuevos instructores militares a Iraq, los que ya suman 3,100. Sin embargo, no tienen autorización para luchar. Ha prometido, además mejor armamento y logística para que los irquíes expulsen al ISIS de su territorio, pero la amenaza de estos asesinos, va mucho más allá de Iraq.

La promesa de Obama retirarse de Iraq y Afganistán, más la sombra de Vietnam y el ‘síndrome de Chamberlaine’ (creer que se puede lograr la paz sin actuar y confrontar), parecen atar a Obama. Como ha señalado El País de España, que bajo esta perspectiva, afirma que “los militares [en Irak] son asesores (advisers en inglés), según la terminología del Pentagono. Es una palabra con ecos históricos inquietantes. La guerra de Vietnam comenzó con unos centenares de advisers estadounidenses en los años 50, con el presidente Dwight Eisenhower. Con John F. Kennedy, que llegó a la Casa Blanca en 1961, subieron a 16,000. Cinco años más tarde eran medio millón”.

Mientras las indecisiones continúan el ISIS se hace fuerte y este estratégico territorio, lleno de riquezas culturales, históricas y económicas claves para la economía mundial, sigue sojuzgado por uno de los movimientos más atávicos y crueles que ha engendrado la humanidad. ¡Cómo se extraña la visión y el liderazgo de un Winston Churchill! Lampadia

 




La mayor redistribución proviene del crecimiento económico

La mayor redistribución proviene del crecimiento económico

La crisis económica del 2008 ha generado en occidente un descontento con los líderes políticos y las estructuras de la economía de mercado. Poco importa que en el caso de Europa, algunos de sus miembros no hayan sido buenos exponentes de verdaderas economías de mercado y, más bien, hayan establecido incentivos anti inversión y anti creatividad, como Francia; o que hayan jugado a ser alemanes siendo solo helenos, como España; o que hayan jugado al ‘pos-pos-modernismo’, con retiros tempranos, jugosas pensiones, poco esfuerzo productivo y una burocracia desmedida (con dinero prestado), como los griegos.

La frustración de las generaciones que esperaban superar los beneficios y prebendas de sus padres, tuvieron que enfrentar la dura realidad  de tener que asumir un menor bienestar. En este contexto, los líderes actuales, liberales o de izquierda, tuvieron que cargar con la furia de sus ciudadanos, sin tener ya, la autoridad moral para explicar causas y efectos de sus propios errores.

Así es como los embates contra el capitalismo, las tesis populistas y el apurado socialismo redistributivo se desempolvaron y se lanzaron alegremente al ruedo. Lo lamentable, es que muchas de estas ideas están ganado cierta aceptación en la vieja Europa, donde el triunfo de Tsipras en Grecia y los aprontes electorales de Podemos en España, marcan un cambio desde la madurez política a la improvización, otrora, monopolio latinoamericano.

 

 

Para esto, desde fines del siglo XX en América Latina se ‘inventa’ el socialismo del siglo XXI, que ha llevado a sus seguidores a situaciones de crisis extremas. Tanto en lo económico como en lo democrático. Esto incluye a Venezuela, Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia y recientemente, Chile que según Niall Ferguson “está ejerciendo su derecho a ser estúpido”.

Entre las nuevas ofertas políticas está la de vender la idea que la redistribución es tarea del Estado. El error de este planteamiento lo explica conceptualmente y con brillantez Agustín Laje (ver en Lampadia: ¿Porque hay tantos niños ricos de izquierda?). Su tesis es que el joven acomodado y mantenido por sus padres, proyecta su realidad familiar a la sociedad, donde se hace imposible de replicar.

Un ejemplo más mundano se ve el la soberbia de Lula (siendo presidente) en su visita al Perú en junio del 2013, en que retó al Presidente García con su política asistencialista de distribuir para crecer, versus crecer para distribuir, que le habría planteado García. Entonces, en Lampadia publicamos el reto de Lula y lo ilustramos con cifras comparativas en las que, evidentemente, las realizaciones del Perú, derrotaban en todos los planos a las de Brasil. Ver en Lampadia: Luces y sombras de la visita de Lula al Perú. Y eso que entonces, Brasil todavía no se había derrumbado, como sucedió poco tiempo después.

Estos son justamente los preconceptos que se hallan en las doctrinas redistributivas: una torta preexistente (producida ¿del aire?) y un ente paternalista que parte y reparte. Ambos, la llevan irremediablemente al fracaso y, ante el fracaso económico a posibles rebotes antidemocrático de consecuencias muy graves. Al no procurarse la inversión privada y el aumento de la producción para que el mercado produzca tortas más grandes, se cae en trampas perversas, que solo empeoran las cosas.

Nada de esto significa un rechazo al Estado, como algunos aducen sin fundamento. Todo lo contrario, una buena economía de mercado no puede prosperar sin un estado presente, fuerte e inteligente;  que apueste por una buena Gobernanza, meritocracia en el servicio público, instituciones sólidas, mejoras en educación, salud, infraestructuras y capacidades tecnológicas.

Otra debilidad del análisis usual en occidente, es que todavía se ve el mundo sin considerar la evolución del oriente, donde con el liderazgo de China e India ha nacido una clase media de más de 2,500 millones de personas y reduciendo la pobreza global a 1,200 millones de personas, y se espera que estas puedan dejar de serlo hacia el 2030. Ver en Lampadia: El próximo gran salto adelante de la humanidad – Hacia el final de la pobreza (The Economist).

Para no ir más lejos, esto es justamente lo que ha ocurrido en el Perú en que la pobreza bajó de 58.7% en el 2004 a 23.9 en el 2013, con una pobreza extrema de solo 4.7%. Todo indica, como han mostrado Juan Mendoza, Elmer Cuba y Mónica Rubio que alrededor del 85% de la disminución  en la pobreza desde el mismo año, se debe al crecimiento económico, y solo el 15% restante se puede atribuir a los abultados y abundantes programas sociales. (Ver en Lampadia: Al menos 80% de la reducción de la pobreza es por el crecimiento).

Además, es importante machacar que el crecimiento indicado más arriba, estuvo fuertemente influído por la inversión minera. Así lo muestra, una vez más el Indicador Compuesto de Actividad Económica (ICAE), desarrollado por el Instituto Peruano de Economía (IPE). Su último informe para el 2014, señala que el crecimiento de Junín y Apurímac (los de mayor crecimiento) responde a la puesta en operación de Toromocho y a la construcción de Las Bambas, respectivamente. Mientras que las tasas más negativas correspondieron a Madre de Dios, Áncash, Lambayeque, Cajamarca y Arequipa, departamentos vinculados a frustaciones de la inversión minera y en el caso de Lambayeque a la cuestionable gestión de su industria azucarera.

 

 

Como advierte bien el economista de la Universidad de Columbia, Xavier Sala i Martín: “El capitalismo no es un sistema económico perfecto. Pero cuando se trata de reducir la pobreza en el mundo, es el mejor sistema económico que jamás ha visto el hombre”

Queda entonces claro que la clave para derrotar la pobreza es crear riqueza. El crecimiento económico es el mejor programa social, el mejor redistribuidor de la riqueza (a la que multiplica), y el campeón de la inclusión. Lampadia