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La minería: generó un ciclo virtuoso de crecimiento

La minería: generó un ciclo virtuoso de crecimiento

Últimamente diversos economistas y académicos han comparado el ciclo económico actual, y su alza a partir de los precios de los minerales, con el boom del guano y el  caucho. Se cita estas experiencias para desmerecer nuestro actual crecimiento y sostener, falazmente, que somos primario-exportadores, que estaríamos sufriendo de la ‘enfermedad holandesa’ o de la maldición de los recursos naturales. La comparación entre dichos momentos y el actual es inaceptable, dado que la presente situación  es completamente diferente al pasado. Este es uno de los mitos con los que se ha venido combatiendo a la minería, que esperamos desvanecer. 

Descripción física de los procesos “productivos” del guano y el caucho:

La explotación del guano y caucho fue completamente diferente a la especializada y  avanzada tecnología de la minería moderna.

La exportación de guano solo requería que se recogiera con palas en las islas y se acumulara en bolsas de yute. Para el caucho bastaba con recogerlo en baldes colgados de los árboles de cuyas incisiones fluía la savia, que luego se pasaba a recipientes adecuados para su exportación.

Ambos procesos eran efectivamente primario-exportadores, sin ningún valor agregado, sin encadenamientos a otros sectores y basados en la explotación abusiva de la mano de obra.

Físicamente podrían equivaler a lo que en la minería artesanal antigua se llamó el “pallaqueo”, que consistía en recoger rocas mineralizadas de la superficie del terreno, acumularlas en bolsas y sin proceso alguno, despacharlas a los procesadores.

Ninguna de estas actividades puede asociarse a la minería moderna. Hacerlo es confundir procesos totalmente diferentes, llevando a conclusiones inaceptables en el mundo académico, o a una manipulación tendenciosa de la política tradicional.

El boom del guano

Entre los años 1840 y 1870, el Perú exportó alrededor de 12 millones de toneladas de guano, valorizadas en US$ 500 millones de entonces.

No tuvo ningún impacto favorable en nuestro aparato productivo, ni generó ninguna externalidad positiva. El aumento en las exportaciones de guano fue acompañado de un estancamiento en casi todos los demás sectores económicos, constituyendo un tipo de enfermedad holandesa. El aumento de riqueza no fue acompañado por una reinversión efectiva en otros sectores de la  economía.

El boom del caucho

El apogeo del caucho (1880 – 1912) utilizó mano de obra nativa, explotada y maltratada al someterla a condiciones de semiesclavitud. El nivel de mortalidad fue altísimo.

No tuvo un impacto positivo en el sector tecnológico dado su arcaico proceso de explotación. No generó ningún tipo de actividad colateral, ni impulsó un encadenamiento que dinamice la economía nacional.

El boom minero actual

El Perú ha crecido a un ritmo sostenido, impulsado principalmente por la minería, volviéndose en uno de los principales productores mundiales de oro, plata, cobre, plomo, zinc, hierro, estaño, molibdeno, teluro, entre otros. Esto es reflejo no sólo de la abundancia de recursos y la capacidad de producción de la actividad minera, sino de la estabilidad de las políticas económicas que lo alentaron.

La importancia de la minería es crucial para el crecimiento económico, ya que por cada dólar de exportación minera, el PBI tiene un incremento adicional de 0.56 dólares. (Ver en Lampadia: El impacto macroeconómico de la minería).

La minería no ha impedido el desarrollo de otros sectores, por lo contrario, no solo a crecido la economía, sino que se ha diversificado al galope (como dice Richard Webb, ver en Lampadia “Las tres golondrinas”).

A diferencia de los booms primario-exportadores del guano y del caucho, la inversión minera ha traído consigo un impacto altamente positivo. La minería moderna usa tecnología de punta, se integra adecuadamente con sus espacios sociales y ambientales. La recuperación del sector minero ha traído consigo el desarrollo de un sector industrial que puede calificarse ahora como el más grande, más sólido, competitivo y exportador de nuestra historia. Además, han construido carreteras y aumentando la cobertura eléctrica y de telecomunicaciones, mejorando la calidad de vida de los pueblos aledaños.

La minería ha creado puestos de trabajo bien remunerados e importantes ingresos fiscales. Ver en Lampadia: Informe de Efecto de la minería sobre el empleo, el producto y recaudación en el Perú elaborado por el IPE. El mismo IPE muestran que por cada empleo generado por la minería, se crean nueve empleos indirectos en otros sectores (el sector agrícola solo crea 1/6 de empleo indirecto por cada empleo directo del sector). Por cada US$ 1,000 millones de exportaciones mineras se genera un incremento en el PBI de US$ 1,470 millones. En sus mejores años ha aportado hasta el 40% del impuesto a la renta, y ha permitido la generación de recursos fiscales en proporciones nunca vistos en el Perú. El canon minero, bien utilizado, ha transformado las regiones más responsables y capaces.

Al contrario de los mitos anti-mineros, este sector si tiene un alto valor agregado. Por ejemplo, si en vez de los concentrados de cobre exportados el año pasado, hubiéramos exportado cobre refinado, el valor de las exportaciones hubiera crecido solo en un 5.1%, y si hubiéramos exportado alambrón de cobre, el valor se habría incrementado en un 14.5% sobre el de los concentrados. Esto comprueba que la minería, en su modalidad de concentrados, tiene un altísimo valor agregado. (Ver en Lampadia: La minería tiene un alto valor agregado).

El Perú ha mejorado a pasos agigantados. La inversión privada, liderada por la minería, ha permitido un crecimiento sostenido del PBI, multiplicando por 4 el PBI per cápita, reduciendo la pobreza, la desigualdad, la desnutrición y mortalidad infantil. Además de la estabilidad macroeconómica, la inversión, el empleo y el incremento de los ingresos fue superior fuera de Lima, ver en Lampadia: Descentralización y Regionalización – Cara y Sello del nuevo Perú y LAS CIFRAS DE LA PROSPERIDAD.

El gran reto del Perú es poner en valor nuestros proyectos  y situarnos como uno de los principales exportadores mineros del mundo. Así podríamos cerrar nuestras deficiencias económicas y sociales. No olvidemos que Noruega y Australia lideran el Índice de Desarrollo Humano, ver nuestro artículo: El reto de los economistas peruanos ante el bicentenario.

Esperamos que en el mundo académico no se insista en este mito falaz y sin sustento que desprestigia a las instituciones que los acogen. Lampadia




¡Se va la luz en Argentina y Venezuela!

¡Se va la luz en Argentina y Venezuela!

El proyecto frustrado del gobierno de comprar La Pampilla y los diversos proyectos de ley de la Comisión de Defensa del Consumidor del Congreso han reavivado el debate en el Perú sobre el manejo político de los precios de los combustibles y todas las plagas del control de precios. Algunos creen que le pueden hacer guiños al estatismo a pesar de la hecatombe económica y social que vivimos en las décadas de los setentas y ochentas y de la tragedia que hoy atraviesan los países bolivarianos.

Por ejemplo, Venezuela es uno de los países que tiene las mayores reservas probadas de petróleo en el mundo, pero importa gasolina y vive agobiada por el racionamiento de electricidad por el control de precios de las tarifas con criterios políticos, desde la nacionalización, el 2007, del sector energético. El gobierno de los “pajaritos” se defiende del desastre acusando a la oposición de sabotaje.

En Argentina las compañías privadas distribuidoras eléctricas de la capital (Edenor y Edesur) han declarado que sus redes están sobrecargadas al límite por la demanda, lo que explica los constantes recortes de luz en la ciudad bonaerense. No olvidemos que hace un año el gobierno argentino estatizó y capturó las instalaciones de YPF-Repsol. En el país gaucho también se controla políticamente las tarifas eléctricas, hecho que ha ahuyentado las inversiones, creando un inmenso déficit de oferta de energía.

Por falta de dólares las importaciones tambalean en ambos países y el desabastecimiento de bienes esenciales se generaliza. En el país llanero, a veces, no hay huevos ni leche. El control de precios de la electricidad en Venezuela y Argentina solo es la punta del iceberg. Los controles proliferan como  hongos. Por ejemplo, el control de cambios en Argentina ha originado un mercado oficial en el que el dólar se cotiza a 5.23 pesos por dólar en tanto que, en el mercado negro, la cotización supera los 10 pesos. En Venezuela el cambio oficial del dólar se cotiza a 6.30 bolívares por unidad mientras que, en el paralelo, vale 26 bolívares. Este mundo oficial versus mundo real debe recordarnos el gigantesco mercado negro de dólares de Ocoña en Lima durante los años ochenta.

Pero las cosas no quedan ahí. En Argentina el 2012 se reportó 5% de déficit fiscal y una inflación de 25%. El mismo año en Venezuela hubo un déficit de 19% del PBI y una inflación de 23%, según cifras oficiales. Mientras en el Perú hubo un superávit fiscal de 1.3% y una inflación promedio de los últimos 10 años de 2.9%.

El desastre también se manifiesta en cuanto a la deuda pública. En Argentina todavía siguen enfrentando los problemas del perro muerto con los bonos, la presidenta no puede volar en el avión oficial a Europa por miedo a un embargo. En su último viaje tuvo que aterrizar en Marruecos. En Venezuela reportan una deuda de 51% del PBI, pero cifras extraoficiales hablan de 80%. En el Perú, el total de la deuda pública es solo el 19% del PBI.

Con respecto a las reservas internacionales siguen las malas noticias. Argentina cerró el 2012 con reservas que equivalen al 9.6% del PBI, Venezuela con 8.2%, en tanto que en el Perú las reservas representan el 34% del PBI. Cifras extraoficiales señalan que Venezuela solo tendría $ 4 mil millones en la caja (1% del PBI), que, para una economía donde se importa el 80% de lo que se consume, es como estar en cero.

Como podemos ver, la maldición de los recursos naturales (petróleo en Venezuela y la soya y cereales en Argentina) si se ha instalado con todas sus plagas y desgracias, en estos países que no operan en el mercado y tienen democracias (instituciones) muy cuestionables.