1

Pregunta: ¿el Estado está luchando contra la corrupción?

Pregunta: ¿el Estado está luchando contra la corrupción?

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 2 de octubre de 2020
Para Lampadia

NO. En los hechos, el Estado NO está luchando contra la corrupción. A la corrupción hay que enfrentarla de hecho; no de palabra. Por ejemplo, haber nombrado oficialmente el 2019 Año de la Lucha Contra la Corrupción e Impunidad, no significó nada. Nada de nada. Asimismo, cada vez que el presidente Vizcarra dice que la prioridad de su gestión es la lucha contra la corrupción, miente. Los hechos lo desmienten.

Su participación en los casos de Richard Swing, y sus secretarias, y sus amigos, lo dice todo. El Poder Judicial, tampoco está luchando contra la corrupción. La igualdad ante la ley es una quimera en ese poder del Estado. La ley es para el que paga. El Congreso de la República, menos. Ni este, ni el anterior Congreso lucharon – en los hechos – contra la corrupción.

Por otro lado, la corrupción está encarnada en muchos alcaldes y gobernadores regionales. Incluso, la Policía también está metida en la colada. Repito – salvo honrosas y contadas excepciones – nuestras autoridades no están luchando contra la corrupción. Al contrario, la corrupción está enquistada en muchas de ellas.

Entonces ¿qué hacer? Me refiero a nosotros, los ciudadanos. Pues… ni modo. A tomar al toro por las astas y luchar contra la corrupción… desde la ciudadanía. No queda otra. Porque de parte del Estado – ya sabemos – no debemos esperar nada concreto a este respecto.

Entonces, dado que el Estado NO va a combatir la corrupción… ¡nosotros mismos somos! Nótese que no debemos recurrir a la Policía, a la Fiscalía, o al Poder Judicial. Lamentablemente, las instituciones supuestamente encargadas de prevenir y sancionar la corrupción no son de fiar. Ante ello, la lucha la debemos hacer – en conjunto – con la prensa. Los corruptos le tiemblan a la publicidad y al “qué dirán”. ¡Ahí está su punto débil!

  • Desenmascaremos pues – ante la prensa – a aquellos funcionarios que pretendan pagos indebidos… léase, coimas.
  • Desenmascaremos a los inspectores municipales que chantajeen a los ciudadanos… sobre todo a los microempresarios.
  • Desenmascaremos a los policías que exijan pagos por lo bajo a conductores de vehículos para dejarlos circular.
  • Desenmascaremos a los médicos de hospitales públicos que deriven a sus pacientes a consultorios particulares.
  • Desenmascaremos a los maestros que cobren a sus alumnos para aprobarlos en sus cursos.
  • Desenmascaremos a los corruptos – ante la prensa – vengan de donde vengan, y caiga quien caiga.

Por otro lado, debemos organizarnos – como sociedad civil – para planificar nuestra lucha contra la corrupción. Obviamente, debemos estar preparados para defendernos de los corruptos, porque – de hecho – van a contratacar. Para ello – para recabar denuncias ciudadanas por corrupción de funcionarios – existe la Asociación Cívica por el Perú (www.civica.pe), donde estamos integrando un sistema de denuncias en líneas. La idea – obviamente – es ser lo más objetivos posible. Ideal será aportar grabaciones o videos que sustenten las denuncias. Pero si no, bastará con describir bien las denuncias para darlas a conocer.

Como se dice coloquialmente… “es lo que hay”. Sí pues… qué mala suerte que tengamos que luchar contra la corrupción desde la ciudadanía – en vez de confrontarla desde el Estado – pero “es lo que hay”. En ese sentido, hay que hacernos la idea de que no sólo la lucha contra la corrupción tendrá que ser librada desde la ciudadanía, sino – también – otras luchas como la inoperancia del Estado y el sobredimensionamiento de este… y todo lo demás.

El hecho es que debemos rebelarnos frente al Estado corrupto y maltratador. Recordemos. El Estado existe en base a los tributos que pagamos los ciudadanos. En consecuencia, el Estado está para servirnos. No para servirse de la ciudadanía.

¡Llegó la hora de comprarnos este pleito! Lampadia




Plata por Vida o Vidas por Vidas

Plata por Vida o Vidas por Vidas

Un pensamiento simplista, prevaleciente entre los miembros del gobierno y los medios de comunicación, plantea una falsa dicotomía entre la Salud y la Economía.

La realidad es que la disyuntiva se da entre Vidas y Vidas, vidas atacadas por el coronavirus y vidas afectadas por el hambre, la enfermedad y la depresión.

Los impactos de una recesión, o más aún, de una depresión económicas son incalculables y de largo plazo. No estamos diciendo que hay que darle más importancia al tema económico, que es más bien social, sino que hay que darle al mismo tanta atención como al del combate contra la pandemia.

Además, en Lampadia pensamos que esta lucha no puede ser el espacio de acción del gobierno, sino de toda la sociedad. El gobierno debe invitar a la clase productiva, al mundo empresarial, de las empresas grandes y pequeñas, a contribuir con el diseño y acciones conducentes a superar las múltiples crisis que nos afectan.

Veamos en las siguientes líneas el inteligente análisis de Pablo Paniagua, de la Fundación para el Progreso de Chile, sobre esa falsa dicotomía:

Falsa dicotomía: Salud vs Economía

Fundación para el Progreso
Pablo Paniagua
Publicado en El Dinamo, 06.05.2020

Dado que las políticas restrictivas de cierres y cuarentenas generalizadas para “aplanar la curva de contagio” parecieran exacerbar la recesión económica, ha surgido entonces el debate entre economía y salud. Debido al impacto negativo que tiene sobre la economía el cerrar todos los negocios “no esenciales”, cerrar el comercio y dejar a los trabajadores aislados en sus casas, se ha intuido de forma rápida de que existe una disyuntiva (o trade-off) entre las políticas de salud y la economía. Así, nos damos cuenta de que surge la llamada “paradoja de las curvas”: que el aplanar la curva de contagio —de forma súbita y tosca— insoslayablemente lleva a exacerbar la curva de recesión económica. Se reconoce entonces la realidad evidente de que toda decisión en la vida posee costos de oportunidad y elegir implica siempre lidiar con disyuntivas.

No obstante, y de forma simplista, se ha sólo argumentado de que existe una disyuntiva entre salvar vidas y crecimiento económico. Si bien es importante reconocer dicho trade-off estático o de corto plazo, enfocarse sólo en éste ha hecho que el debate se encrespe maniqueamente entre “los capitalistas sin alma” que quieren reabrir la economía a cualquier costo y aquellos “paladines de la santidad” que dicen defender vidas a cualquier costo. La discusión se ha empobrecido llevándola a una forma binaria de pensar estéril: “la bolsa o la vida”.

Esta falsa dicotomía no sólo nos impide avanzar hacia una elección racional y consensuada de salud pública, sino que pierde de vista una realidad llena de matices. No reconoce la presencia de una red de disyuntivas entrelazadas y temporales entre: distintas vidas a lo largo del tiempo, expectativas-calidad de vida afectadas, pobreza y economía, que se relacionan entre sí de forma no-lineal; haciendo dichas disyuntivas más complejas de lo que aparentan. La realidad nos exige hacer políticas no sólo mirando una foto parcial actual (como aplanar la curva de contagio hoy) y olvidarse del resto de la situación y del largo plazo. Hacer esto es dejar de lado, de forma irresponsable, las disyuntivas temporales y sus costos asociados.

De hecho, contemporáneamente a los efectos económicos de corto plazo, la evidencia sugiere que la recesión económica del COVID-19 golpeará de forma marcada y más profunda tanto a los jóvenes, como a los sectores económicos medios y bajos de la población. Evidencia del Reino Unido revela que las personas con ingresos más bajos tienen el doble de probabilidades de perder sus empleos que las personas con ingresos altos; mientras que el 12% de los menores de 30 años ya informan estar desempleados debido a esta crisis, en comparación al 6% de los que tienen entre 40 y 55 años.

La evidencia sugiere que es probable que esta recesión aumente la desigualdad en la distribución del ingreso entre jóvenes y personas mayores, y entre aquellos con contratos inseguros o precarios y aquellos con contrato fijo.

Peor aún, la literatura además sugiere que aquellos individuos que pierden el trabajo, durante una crisis económica, arrastran dichas pérdidas en los ingresos de forma casi permanente (o duraderas por décadas). Se estima que los despidos llevan a que los trabajadores desplazados no recuperen sus niveles de ingresos ni siquiera 20 años después de dichos despidos; obteniendo, en plazos largos, remuneraciones inferiores al 20% de aquellos trabajadores que no fueron desvinculados. Los “efectos temporales” macroeconómicos en los más necesitados —producto de la recesión autoinducida— se transformarían en casi-permanentes y profundamente regresivos socialmente. Debemos reconocer que los severos impactos económicos del COVID-19 no se distribuirán uniformemente entre la población. Lamentablemente, los jóvenes y los sectores de menores ingresos serán sin duda los más golpeados, aumentando la desigualdad, la falta de oportunidades y las precarias condiciones de vida de dichos sectores.

En el largo plazo entonces, como el Nobel de Economía Angus Deaton ha señalado, podría haber un aumento significativo de muertes entre los sectores jóvenes y adultos de la población producto de suicidios, problemas hepáticos y alcoholismo relacionados con la nueva creación de pobreza, desempleo y faltas de oportunidades. Un estudio incluso señala que la salud de aquellos trabajadores que pierden sus empleos durante una recesión se ve profundamente afectada, llevando a una reducción permanente de la esperanza de vida de estos de hasta un año y medio.

Dada esta evidencia —de cómo la falta de oportunidades y las crisis económicas afectan directamente la vida y las expectativas de vida de las personas— el trabajo de Anne Case y el Nobel Angus Deaton Deaths of Despair (muertes por desesperación) se hace más relevante que nunca. Los autores evidencian que en las últimas décadas ha surgido una nueva epidemia de muertes en Estados Unidos producto de la desesperación y la falta de oportunidades. Los sectores medios, pobres y menos educados de Estados Unidos —particularmente los hombres blancos en edad de trabajar sin estudios universitarios— han sido afectados por enfermedades que han llevado a cientos de miles de ellos (158.000 sólo en el 2017) a quitarse la vida cada año. Lo paradójico de esta epidemia de muertes —que antecedió y es mucho más profunda y permanente que el COVID-19— es que estas no fueron causadas por una infección virulenta, sino que por un daño autoimpuesto: sea rápidamente a través del uso letal de un arma o una sobredosis de drogas, o lentamente a través de daños hepáticos debido al consumo excesivo de alcohol. Case y Deaton capturaron esta pandemia de falta de oportunidades y desesperación como el fenómeno de las “muertes por desesperación”.

Estas muertes por desesperación han hecho que la esperanza de vida al nacer en Estados Unidos haya caído de forma persistente durante tres años consecutivos (entre el 2014 y el 2017), algo nunca visto en ese país en al menos un siglo. Aquellos “desesperados”, argumenta Case y Deaton, “están desesperados por lo que les está sucediendo a sus propias vidas y a sus comunidades en las que viven, no porque el 1% más rico se haya enriquecido”. Las muertes por desesperación, “reflejan la pérdida de una forma de vida en el largo plazo, que se desarrolla lentamente”. De esta forma, dichas muertes están vinculadas a: las pérdidas de oportunidades, la destrucción de la calidad y del estilo de vida de las clases trabajadoras norteamericanas y la erosión del sentido de “comunidad local”. Es difícil no entrever que podría ser probable que las “muertes por desesperación” aumenten debido a la crisis económica autoinducida producto del COVID-19; en particular, cuando la evidencia sugiere que efectivamente son estos mismos grupos etarios y socioeconómicos, y estas mismas comunidades locales —que identificaron Casen y Deaton— las que serán profundamente afectadas económica y psicológicamente producto de las políticas de salud pública restrictivas y generalizadas para contener la pandemia.

Finalmente, pareciera ser entonces que, si consideramos nuestras elecciones de forma dinámica y temporal, no estaríamos cambiando “vida por plata”, al elegir las cuarentenas estrictas y los cierres totales de la económica, sino que lamentablemente estaríamos cambiando “vidas por vidas” a lo largo del tiempo. El reconocer que existen trade-offs complejos y temporales entre distintas vidas y grupos sociales, asociados a toda medida de salud pública, es una idea central de la política económica de las enfermedades que pareciera haber sido olvidada por muchas mentes binarias y “paladines de la justicia”. La diferencia entre el distanciamiento social, el sentido común y los cierres económicos completos es demasiado dramática para no ser tomada en serio. Lampadia




Ciudadanos unidos defendiendo su libertad frente a una autocracia sin fin

Ciudadanos unidos defendiendo su libertad frente a una autocracia sin fin

Fausto Salinas Lovón
Exclusivo para Lampadia

La disputa por la sucesión de Evo Morales no había logrado unir a los políticos bolivianos que se presentaron divididos a las elecciones del 20 de octubre pasado. Las visiones limitadas, los apetitos personales y los intereses de grupo impidieron en Bolivia (como sucede en otras partes del continente), que la oposición sea una alternativa política unitaria y contundente frente al autoritarismo marxista. Sin embargo, el espanto frente a una autocracia sin fin (que se quitó la careta con el escandaloso fraude electoral perpetrado por Evo Morales y orquestado por sus patrones de La Habana, Caracas y potencias injerencistas), si logro hacer lo que sus políticos no hicieron: unir a los ciudadanos bolivianos.  (Boliviano: si no los une el amor que los una el espanto frente a una autocracia sin fin. Lampadia 18.10.2019)

Los políticos que eran funcionales a Morales con su espíritu de facción y su afán de figuración se unieron para pedir primero la segunda vuelta y luego, nuevas elecciones y la renuncia de Evo. Las clases medias que toleraban la aventura indigenista en la medida en que la macroeconomía no fue destruida como si sucedió en Venezuela, despertaron. Los jóvenes, a quienes adormecía el encanto del relato indigenista y la gesta antiimperialista, también salieron del letargo.  Los ciudadanos bolivianos en esta primavera de octubre demuestran que saben hacer lo más importante en la vida: luchar por su libertad.

  • Primero fueron los potosinos que hicieron huir en moto y luego en helicóptero al entonces candidato reeleccionista Evo Morales Ayma.
  • Luego, tras el fraude, los ciudadanos de Oruro y Sucre fueron los primeros en alzar su voz, a los que se sumó su policía, que no ha estado dispuesta en esa última región boliviana a reprimir a sus hermanos que piden algo elemental: elecciones limpias y trasparentes.
  • Luego fueron Santa Cruz, Tarija, Cochabamba, La Paz, entre otras zonas del país.
  • Finalmente 8 de 9 regiones se pusieron de pie y mediante marchas, protestas y el grito unánime de que “No nos da la gana de vivir en dictadura como la venezolana”, exigieron primero la segunda vuelta electoral que la patética presidenta del organismo electoral boliviano negó al pueblo de ese país. Luego el reclamo ha ido tomando un calibre mayor y frente a las evidencias de fraude, se exige la renuncia misma de Evo Morales y su camarilla. Sendos Cabildos abiertos así lo exigen.

La prensa boliviana ha jugado el papel que le corresponde a la prensa seria. Ha puesto en titulares el fraude y la represión del Mas (la organización político social de Morales para conquistar y no dejar el poder). El diario Potosi de la ciudad de ese mismo nombre, El País de Tarija, Los Tiempos de Cochabamba, El Diario, el Deber de Santa Cruz, entre otros, no han ocultado esa verdad a cambio de jugosos contratos publicitarios como sucede en nuestro país.

El ejército boliviano, dando muestras de que no todo esta podrido en América Latina (por ahora), hasta el momento no se ha prestado al fraude. No se sabe si es por un genuino afán institucionalista o si es simplemente porque su precio aún no ha sido alcanzado o existe la amenaza a que sus altos jefes militares pierdan los visados norteamericanos, país donde viven sus familias. A diferencia de sus pares venezolanos que enjugados en millonarios sobornos y negocios sostienen al régimen de Maduro o de sus pares peruanos, que no dudaron en sonreír en la foto para la aventura autoritaria que disolvió el Congreso, los militares bolivianos se han quedado por el momento en sus cuarteles, en espera de un desenlace democrático o que su precio, seguramente más elevado, sea amortizado con petrodólares caribeños. Creamos y esperemos que sea lo primero.

En estas dos semanas, jóvenes, profesionales, trabajadores, obreros, frentes cívicos, partidos de oposición, indígenas, mujeres, millones de bolivianos marchan en las calles de las ciudades bolivianas con las únicas armas que la libertad concede: el raciocino y la voz. El dictador los enfrenta con hordas de asalariados militantes de su partido transportados en buses por el gobierno y provistos de palos, púas, municiones y armas entregadas por las propias autoridades gubernamentales. Morales está dispuesto a llevar a su país a la guerra civil o la secesión si es necesario, con tal de no desoír el mandato de sus patrones: debe cuidar la finca si es necesario con el precio de su vida y la vida de miles de bolivianos.

Pero, Bolivia resiste. Está dando una demostración de fuerza y dignidad que hay que tomar muy en cuenta y de la cual hay mucho que aprender.

Pero, Bolivia no puede resistir sola. Necesita del resto de América. Por ello, no es casual que previamente se haya alborotado Ecuador, se haya neutralizado al Grupo de Lima dinamitando desde dentro la estabilidad política peruana, ni es casual que se incendie Santiago con aceleradores químicos y con sincronización talibana. Los orquestadores saben que para defender los enclaves hay que llevar el fuego, el conflicto y el ruido lejos, mejor si es donde están los que más critican. Por ello, también preocupa el silencio de Guaidó y la oposición venezolana, que resulta útil en estos momentos a los fines intervencionistas en Bolivia y Chile.

Los ciudadanos libres de América Latina tenemos el deber de contribuir a que la resistencia boliviana no sea efímera, vana, pasajera. Nuestra voz es muestra primera arma. Nuestras ideas son nuestros fusiles y las podemos disparar en las redes sociales para contrarrestar el fuego sostenido del relato que se nos impone desde La Habana y se financia desde Caracas. Tenemos los 120 caracteres para librar batalla. Tenemos el voto para sacar de la vida política a los primos, hermanos, socios o lacayos de Maduro, Castro, Chávez o Morales que vendrán en el Perú y en otros países en las siguientes elecciones. Tenemos el poder de nuestra elección de compra, dejando de comprar los diarios y revistas que le hacen el juego a la brisa bolivariana o glorifican autócratas. Tenemos el poder de apagar nuestros televisores cuando las guaripoleras de los autócratas y del relato izquierdista pontifican desde los altares de su medianía. Tenemos la opción de no quedarnos callados en la charla familiar o la reunión de promoción donde unos cuantos repiten lugares comunes y balbuceos antiimperialistas desde sus polos Tomy o sus zapatillas Nike. Tenemos el poder de elegir por ejemplo a quienes acaben el nexo entre gobierno y prensa, con el cual se adormece al pueblo y se consigue la hegemonía. Tenemos el poder de dejar de comprar los productos que auspician a la prensa funcional al relato.

Los latinoamericanos libres tenemos muchas armas ciudadanas para defender nuestro continente y nuestra libertad. Tenemos muchas armas para apoyar la resistencia boliviana y no seguir siendo funcionales al relato marxista con nuestro silencio o nuestra indiferencia. Podemos seguir siendo tontos útiles o despertar. Bolivia nos esta demostrando, por ahora con más fuerza que el sufrido pueblo venezolano, que se puede despertar y levantar la voz.

Bolivia Resiste. Estamos contigo. Lampadia




Los niños… nuestra arma secreta en la lucha contra el Dengue

Fernando Cillóniz B.
Gobernador Regional de Ica
Ica, 23 de marzo de 2018
Para Correo Ica y Lampadia

El Dengue – en Ica – está bajo control. ¡Quién lo hubiera imaginado! En el 2015 la epidemia apareció por primera vez en la región. En aquel verano se registraron decenas de casos. Después vino el invierno y la epidemia – aparentemente – desapareció. Aparentemente… porque el Dengue nunca desaparece. El zancudo que trasmite la enfermedad permanece oculto en forma de huevos o larvas – durante todo el año – en los recipientes de agua, y reaparece con renovada fuerza el verano siguiente. Aedes Aegypti se llama el desgraciado. Parece una cebra… es de color negro con blanco.

En el verano 2016 tuvimos centenares de casos. ¡10 veces más que el año anterior! Y se repitió la historia. Pasó el verano. Y con el frío vino la tregua epidémica. ¿Se acabó el Dengue? Nada que ver. Llegó el verano 2017 y tuvimos miles de casos. Incluso 2 fallecidos. ¡10 veces más que el año anterior! Los epidemiólogos dicen que así son las epidemias. Crecen exponencialmente año a año. Por eso este año – 2018 – esperábamos decenas de miles de casos. 10 veces más que el año pasado.

Ante tamaña amenaza recurrimos a nuestra arma secreta. Más de 200 mil soldaditos – toda nuestra población escolar – fueron instruidos sobre cómo combatir el Dengue en la región. “Ica, Ica, Ica… sin zancudo, Dengue y Sika” fue un estribillo que coreaban los niños y jóvenes durante la campaña que denominamos “Juntos Goleamos al Zancudo” la cual contó con una motivadora locución futbolera en la voz de Eddie Fleishman.

Ver Video:

“Lava, lava… tapa, tapa” fue otra muletilla que caló hondo en la población. Casa por casa – a lo largo y ancho de toda la región – todos los recipientes de agua se lavaron y taparon. Llantas viejas, bateas en desuso, tapas de plástico… todos los trastos que pudieran servir de hospedero del acebrado zancudo fueron eliminados. Hicimos campañas en los cementerios para cambiar el agua de los floreros por arena mojada. Además, los niños – tiernos, encantadores, brillantes, maravillosos – crearon canciones, poemas, y hasta actuaciones teatrales alusivas a la lucha contra el Dengue.   

Lo cierto es que nuestros soldaditos escolares hicieron un trabajo estupendo. ¡Controlaron el Dengue! En vez de decenas de miles de casos – que es lo que se esperaba, de acuerdo a epidemiólogos expertos en la materia – en lo que va del presente verano tenemos 3 casos de Dengue confirmados. ¡Tres! ¡1, 2, 3… y paremos de contar! ¡Extraordinario!

Pero ¡cuidado! La lucha no ha terminado. El año pasado tuvimos casos de Dengue hasta junio. Y recién vamos terminando marzo. Es verdad que ya pasamos los meses más calurosos. Pero no debemos bajar la guardia. Sigamos con el “lava, lava… tapa, tapa”. Sigamos con el cambio de agua de floreros por arena mojada. Sigamos eliminando todo cachivache que pudiera almacenar agua… tal como lo hemos hecho hasta ahora. La victoria total está a la vuelta de la esquina.

Ahora bien ¡cómo es la vida! Como no hay Dengue, no hay problemas. Y como no hay problemas, no hay noticias. Ni para mal ni para bien. Los congresistas carroñeros, los periodistas chantajistas, el Colegio Médico de Ica… ¡están mudos! No han emitido un solo comentario respecto a este gran logro regional. Está clarísimo. La salud pública les importa un bledo. Esos tipos están para encubrir mafias. Para eso sí son buenos.

Felizmente, ese no es el caso de muchos iqueños de buena fe que valoramos – sin límites – el trabajo realizado por nuestro ejército de soldaditos. Ellos – los niños – fueron nuestra arma secreta para vencer la epidemia de Dengue en Ica. Ellos llevaron a cabo – exitosamente – lo que parecía una misión imposible. No hay palabras para expresar nuestra admiración y gratitud por lo que han hecho para el bienestar del pueblo iqueño. ¡Nuestros niños son lo máximo! ¡Palmas para ellos! Lampadia




La constante lucha de las mujeres

La constante lucha de las mujeres

En Lampadia promovemos la igualdad de género y la libertad de un feminismo no extremista. Recientemente alabamos las acciones y logros de dos grandes líderes en este tema: Convergencia pro calidad de vida de las mujeres, donde Malala Yousafzai  (Nobel de la Paz) y Emma Watson (actriz y activista de la ONU) describieron perfectamente la situación: el feminismo es otra palabra para la igualdad.

En esta ocasión queremos compartir con nuestros lectores una entrevista reciente a Joumana Haddad, libanesa, poeta, periodista y activista de los derechos de la mujer que además es una voz rara vez encontrada en el Medio Oriente: una feminista sin complejos que quiere desafiar el pensamiento tanto de hombres como de mujeres árabes. (Para más información sobre los derechos de la mujer árabe, ver en Lampadia: Derechos de la Mujer: Arabia Saudita y más allá). Ella se describe como una escritora que “le encanta ser odiada.”

No cree que las mujeres deben ser defendidas simplemente porque son mujeres. En temas como elegir a HIllary Clinton simplemente por ser mujer, Haddad dijo: “No, y mil veces no a una solidaridad tan superficial e insultante. Las mujeres merecen más. Mucho más.”

Joumana Haddad nunca se propuso ser una salvadora de la mujer o cambiar el mundo; ella simplemente quiere el derecho para que ella (y otras como ella) puedan expresarse libremente sin temor a ser condenada. “Se trata de los derechos de las mujeres, la lucha por la laicidad, la libertad de expresión y la libertad sexual”.

Líneas abajo compartimos la entrevista a la activista libanesa, entrando a mayor detalle sobre sus opiniones en diversos temas y sus proyectos personales. Lampadia

«Soy extremista en el amor»

A una semana de presentarse en el Hay Festival de Arequipa, la autora libanesa nos dice qué la enoja, cómo  le gustaría morir y de qué forma ha criado a sus dos hijos.

Entrevista a Joumana Haddad

Por Elda Cantú

El Comercio – Viu, 29 de noviembre de 2015

Glosado por Lampadia

Joumana Haddad ha sido llamada la Oprah de Líbano, la Carrie Bradshaw de Beirut e incluso la Simone de Beauvoir del Medio Oriente. Pero ella no es ni una ni otra. Joumana Haddad, que aborrece las etiquetas, es una poeta que vive en Beirut, una periodista que habla siete idiomas, madre de dos hijos, mujer dos veces divorciada, una atea criada en una familia católica, fundadora de Jasad la primera -y ahora desaparecida- revista erótica en lengua árabe, editora de la página de cultura en el diario “An Nahar”, organizadora de un premio literario, autora de una trilogía de libros que debaten la condición femenina en el mundo árabe. Ha escrito que en la infancia descubrió fascinada la literatura de El Marqués de Sade, que se arrepiente de haberse casado virgen a los 19 años, que no cree en Dios y que el mundo sería mejor con menos Superman y más Clark Kent. La autora de “El tercer sexo”, “Supermán es árabe” y “Yo maté a Sherezade: confesiones de una mujer árabe furiosa” se encuentra al borde de su cumpleaños número 45 y de su primera visita al Perú para participar en el Hay Festival de Arequipa y la Feria del Libro de Trujillo. La semana pasada conversé con ella vía Skype:

Hoy es el día para erradicar la violencia hacia las mujeres. ¿Has hecho algo?

Ayer fui a una escuela e hice un taller con muchachos y muchachas de entre 13 y 14 años para hablarles de la violencia contra la mujer y de cómo esa violencia no es solo física, es también muchas veces moral y psicológica.

¿Qué te sorprendió del taller?

Esperaba que con esta generación quizás las cosas hubieran cambiado un poco, sobre todo en el ambiente familiar, pero me enteré de que los padres y las madres desgraciadamente siguen educando a las hijas y a sus hijos como mi hermano y yo fuimos educados. Las muchachas me han dicho que sus padres temen por ellas, más que por sus hermanos varones. Que a veces les dicen “cuando quieras hablar tienes que hacerlo en voz baja y dulce y no puedes expresar tus pensamientos de forma tan directa”. Cosas así, que yo esperaba que ya hubieran desaparecido de nuestra cultura pero aún no.

El subtítulo de uno de tus libros es ‘Confesiones de una mujer árabe enojada’ pero sucede que las mujeres enojadas alzan la voz y pasan por histéricas…

No solo en el ambiente social, también en el ambiente de trabajo. Si una mujer jefe habla en voz alta cuando hay un problema siempre se dice “oh es agresiva” o “es histérica”. Y la cosa de levantar la voz no solo es literal, es metafórica también porque alzar la voz también quiere decir escribir, expresarse y eso no siempre está aceptado en el mundo árabe. Mira que digo “en el mundo árabe” pero he notado desde que publiqué el libro que tampoco en otros países están mucho mejor. Esa actitud patriarcal y esa discriminación siguen existiendo en otras partes del mundo. Me escriben mujeres de Francia, de España, de Italia o de América Latina para decirme que también tienen esos problemas en su vida cotidiana. Las leyes han mejorado, pero al nivel de las relaciones de cada día puede sentir hasta ahora esa discriminación.

Escribiste “Yo maté a Sherezade” para derribar los estereotipos sobre las mujeres árabes. Seis años después, ¿crees que hay avances?

Si escribiera el libro hoy, creo que estaría más enojada aún. Porque los estereotipos y las ideas preconcebidas sobre nosotras y las nuestras sobre Occidente se han vuelto más frecuentes y la razón es obvia: es esta situación con el Estado Islámico y las horribles noticias que el mundo recibe sobre esos bárbaros que decapitan.

Dices que es imposible ser una mujer árabe y no estar furiosa. Pero estos días es políticamente incorrecto enojarse por unas cosas y no por otras.

Quiero reformular esa oración. Sí: es imposible ser una mujer hoy en el mundo árabe (o incluso en el mundo) y no estar furiosa. Pero diría que es imposible ser un ser humano en el mundo de hoy y no sentirse furioso. Porque si eres humano y vives en este mundo, donde las personas decentes mueren todos los días, donde hay tanta injusticia que a veces no se puede creer que estamos en el 2015, donde a las mujeres se las toma como esclavas sexuales, donde los niños mueren de hambre y de frío, ¡no puedes ser humano -hombre, mujer u otro sexo- y no sentirse furioso e indignado! Y sobre lo políticamente correcto, nunca me ha importado un carajo. Y no creo que jamás me importe.

Con ese afán de provocar, en “Supermán es árabe”, dices que en tu primer matrimonio fuiste adúltera. Insistes en la palabra por la carga que tiene en la sociedad libanesa, tan conservadora que podría ser la peruana, donde se perdona el pecado mas no el escándalo.

No es mi intención provocar. Ese es el daño colateral de mi manera de ser, de quién soy, de mi manera de hablar, de las cosas que escribo. Pero no es mi objetivo y nunca lo ha sido. Es algo que va contigo cuando decides romper las barreras de lo políticamente correcto y expresarte con libertad. Así que por supuesto que soy una provocateur y creo en el poder de la provocación pues a veces necesitas un sismo, alguien que te sacuda porque estás dormida o anestesiada o indiferente y lo necesitas, aunque te asuste o no te guste. Es un enfoque necesario pero no un fin para mí. Sobre la sociedad aquí, es una decisión que he tenido que tomar. ¡Hay tantas personas que conozco en Líbano y en otros países que lo quieren todo! Quererlo todo significa que quieren su libertad y al mismo tiempo no desean que los demás descubran su libertad y los juzguen, así que practican a escondidas esa dizque libertad. Para mí eso es una actuación. Estás mintiendo, lo que significa que no eres libre. Cuando publiqué mi revista, pensé: la libertad empieza con esta decisión. Debo dejar de preocuparme por cómo la gente me mira, me juzga, habla a mis espaldas o frente a mí. Mi tercer libro “El tercer sexo” cierra la trilogía y este debate. Es para jóvenes sobre todo, y comparto mis experiencias y las batallas que luché y los precios que pagué y que sigo pagando felizmente.

En tu segundo matrimonio decidiste vivir en casas separadas.

Fue una experiencia muy interesante. Ahora se acabó, porque ya no estoy casada, pero puedo decir que fue muy exitoso [durante siete años]. Aprendí que no hay fórmulas. No puedes decirle a nadie haz esto y esto y esto y te daré un matrimonio exitoso. Es imposible: tú cambias mucho durante tu vida, tus necesidades cambian, la persona que amas también reflexiona sobre el modo en que vives la relación y la dinámica misma de la relación se impone. Si tuviera que poner solo una “condición” para una relación exitosa, sería estar locamente enamorados.

Dices que la fidelidad no debería ser una ética sino un impulso. ¿Cuál es la diferencia?

Si yo siento el deseo de estar con alguien más y no lo hago, estoy forzándome. Significa que estoy actuando por deber y no por mis sentimientos reales. Así que sí hay una diferencia fácilmente detectable. Por supuesto, se espera que la otra persona te trate igual. Como digo en el libro, prefiero que la persona que desea a otra mujer me deje y que no elija a la fuerza ser leal solo por mí. Sé que es una condición muy exigente,… pero para mí el quiebre sucede, algo ya se ha perdido en el instante que él se sintió atraído por otra. Así que soy una extremista en el amor.

¿Has pensado qué tipo de suegra serás?

Definitivamente una suegra loca. Y seguro que nunca interferiría en sus vidas.

En tus dos primeros libros hablas sobre tu padre, pero poco sobre tu madre…

Sí, lo pensé y en mi último libro está ahí. No es una relación fácil: ella es una mujer dura y por carácter chocamos mucho, pero ella es la que me ha impulsado a seguir mis ambiciones y soñar en grande y le debo mucho. También le debo mucho como madre porque me ayudó a criar a mis dos hijos, mientras yo trabajaba y eso ha sido un gran apoyo.

En la vida de toda mujer llega el momento en que adviertes cuánto te pareces a tu madre…

Soy una mezcla. Hay mucho en mí que va contra lo que ella es. Por ejemplo mi forma de educar a mis hijos es muy relajada, muy cool, ella no es así, ella es muy militar en su forma de educación y creo que es una cosa más de su generación que de su carácter. Creo que nos parecemos mucho en el carácter y esto me hace enojar, jajaja.

¿Crees que al envejecer nos volvemos más preocuponas?

Bueno sí, pero estoy luchando contra ello y deberíamos luchar más. Si es natural que seamos más guerreros cuando somos jóvenes, deberíamos esforzarnos en seguir siendo así cuando somos mayores.

¿Pero no crees que eso también te quitaría algunas de tus mayores virtudes?

¡Sí! Es justo lo que quiero decir. Perdería mi rugido. L




Tenemos que acudir al rescate de Ucrania

Tenemos que acudir al rescate de Ucrania

Por Bernard-Henri Lévy (Escritor y filósofo)  y George Soros (Presidente del Soros Fund Management)

(El País, 26 de Enero de 2015)

Hace un año nació una nueva Ucrania en la plaza de Maidan. Hoy, el espíritu que movió a millones de ucranios a congregarse allí es más fuerte que nunca.

La nueva Ucrania parece estar convirtiéndose en todo lo contrario de la vieja Ucrania, que era un país desmoralizado y plagado de corrupción.

La transformación ha sido un increíble experimento de democracia participativa; la aventura noble y admirable de un pueblo que se ha unido para abrir las puertas de su país a la modernidad, la democracia y Europa; y el movimiento no ha hecho más que empezar.

Lo que hace que este sea un experimento extraordinario es que no solo encuentra su forma de expresión en la lucha, sino también en un esfuerzo de creación; no solo en la oposición, sino en la construcción nacional.

Muchos de quienes ocupan en la actualidad el Gobierno y el Parlamento son voluntarios que han abandonado trabajos bien remunerados para servir a su país. Natalie Jaresko, la nueva ministra de Finanzas, es una antigua banquera de inversiones que dejó su puesto para trabajar hoy por unos cuantos cientos de dólares al mes. Hay voluntarios que están ayudando al millón de personas que han tenido que desplazarse dentro del país, y otros que asesoran a los ministros y a las Administraciones locales.

Sin embargo, la nueva Ucrania se enfrenta a un poderoso obstáculo que es una herencia de los viejos tiempos. La Ucrania de entonces tiene todavía un sólido arraigo en una burocracia y una oligarquía empresarial que trabajan en estrecha colaboración. Y, por supuesto, tiene en su contra la empecinada hostilidad del presidente ruso, Vladímir Putin, que quiere desestabilizar el país cueste lo que cueste.

El problema es que la nueva Ucrania es un secreto muy bien guardado, desconocido no solo para el resto del mundo sino para la propia población ucrania. Están elaborándose reformas radicales, pero todavía no se han llevado a la práctica.

Es interesante comparar la Ucrania de hoy con la Georgia de 2004. Entonces, cuando llegó al poder, Mijail Saakashvili se apresuró a sustituir de inmediato a la odiada policía de tráfico, y eliminó los controles de carretera que se habían utilizado para extorsionar a los conductores y exigirles sobornos. La población se dio cuenta enseguida de que las cosas habían cambiado, y para mejor. Por desgracia, Ucrania no ha encontrado aún un proyecto similar, que pueda servir como declaración de intenciones. Existe el plan de reestructurar la policía de Kiev, pero, por ahora, si uno necesita obtener el permiso de conducir, tiene que seguir pagando el mismo soborno que en el pasado.

Saakashvili era un líder revolucionario que tomó drásticas medidas contra la corrupción pero, al final, acabó convirtiéndola en monopolio del Estado. Por el contrario, Ucrania es una democracia participativa que no depende de un solo dirigente, sino que cuenta con un sistema de controles y equilibrios. Las democracias avanzan despacio, pero, a largo plazo, eso es una ventaja.

Ahora bien, ¿habrá un largo plazo? En la actualidad, Ucrania está sufriendo agresiones militares y económicas por parte de la Rusia de Putin. Rusia se encuentra en plena crisis financiera, pero da la impresión de que Putin ha decidido que puede destruir la nueva Ucrania antes de que tenga tiempo de afianzarse y antes de que la crisis destruya su propia popularidad. Está intensificando las presiones militares y económicas. El fin de semana pasado llevó a cabo un ataque contra Mariupol que contribuyó a deshacer el engaño de que los separatistas actúan por su cuenta.

Ucrania puede defenderse en el terreno militar, pero necesita urgente ayuda económica. Lo malo es que las democracias tardan en reaccionar, y una asociación de democracias como la Unión Europea tarda todavía más. Y Putin se aprovecha de esa circunstancia.

De lo que suceda en los próximos días dependen muchas cosas. No solo está en juego el futuro de Ucrania, sino el de la propia Unión Europea. La caída de Ucrania sería una pérdida inmensa para Europa, porque permitiría que Rusia dividiera y dominara a la UE.

En cambio, si Europa se muestra a la altura de esta situación de emergencia y proporciona la ayuda económica que necesitan los ucranios, llegará un momento en el que Putin se verá obligado a renunciar a su agresión.

Ahora, Putin puede alegar que todos los problemas de la economía rusa se deben a la hostilidad de Occidente, y a los rusos les convence ese argumento. Si Ucrania recibe la necesaria ayuda financiera, la responsabilidad de los problemas de Rusia recaerá sin la menor duda sobre el presidente ruso.

Es posible que entonces la población rusa le obligue a seguir el ejemplo de la nueva Ucrania. Y Europa se encontrará con una nueva Rusia que, en lugar de una peligrosa amenaza estratégica, será un poderoso socio estratégico. Eso es lo que nos jugamos.