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Las amenazas de Perú Libre a la economía

Las amenazas contra los fondos de pensiones, los tratados de libre comercio y las instituciones.




El eclipse de las izquierdas que gobernaron en Europa

El eclipse de las izquierdas que gobernaron en Europa

Con sólo seis representantes entre los veintisiete, la socialdemocracia está en todas partes en declive.

Anne Rovan
Le Figaro, Francia

16/05/2021
Traducida y glosada por Lampadia

La izquierda sigue desapareciendo del gobierno en Europa. De los veintisiete, sólo seis líderes están etiquetados como socialdemócratas: el español Pedro Sánchez, el portugués Antonio Costa, la finlandesa Sanna Marin, la danesa Mette Frederiksen, el sueco Stefan Lefven y el maltes Robert Abela. En 2002, había trece, mientras que la UE tenía 15 Estados miembros.

Las sucesivas ampliaciones de la Unión no han hecho más que amplificar la tendencia. En oriente, los oscuros recuerdos del comunismo juegan como un repelente, con excepciones. Para Dominique Reynié, director general de Fondapol, la socialdemocracia no ha terminado de sufrir las consecuencias, arrinconada entre una izquierda radical que conserva, año tras año, una base sólida, y ecologistas en auge. “El debilitamiento no va a parar”, dice.

Las caídas de algunos partidos ya son espectaculares. En Grecia, el Pasok bajó del 44% a menos del 10% de los votos entre 2009 y 2019. La crisis de la deuda ha dado la vuelta a las cosas, en beneficio de Syriza y luego de la derecha, ahora en el poder. En Francia, el PS, que ocupó todos los poderes en 2012 -incluido el Senado- se ha vuelto marginal. En Alemania, los Verdes están en una posición fuerte para ganar las elecciones de septiembre, por delante de una CDU-CSU, desgastada por más de 15 años en los negocios y un SPD debilitado por años de cogestión

La tercera vía

Algunos partidos se resisten. Especialmente en Bélgica, donde el PS francófono sigue a la cabeza en la mitad sur del país. “Estamos experimentando las mismas tendencias que las observadas en Europa, pero en menor medida. Por el momento, no tenemos una derecha populista ni una derecha popular”, dice Paul Magnette, presidente del partido, que se esperaba que liderara el gobierno federal de Bélgica, antes de que ganara el liberal de habla neerlandesa Alexander De Croo.

El colapso del comunismo, el envejecimiento de la población y el agotamiento del modelo de Estado de bienestar, los errores estratégicos de los partidos, la falta de preparación ante los cambios futuros… Las razones del declive son profundas. El punto de inflexión de principios de la década de 1990 por una izquierda europea deseosa de tomar un tercer camino -liberal y reformista- liderado por Gerhard Schroeder, Tony Blair y Bill Clinton, pesó mucho en la deserción de algunos de los electores populares. “Cuando la izquierda se encontró frente a los profundos cambios del capitalismo, fue la resignación –pues anticipaba una correlación de fuerzas desfavorable- o la capitulación”, resume el eurodiputado Emmanuel Maurel, que cerró la puerta del PS en 2018 para sentarse en las filas de la Izquierda Unitaria Europea (GUE).

La crisis de Covid ha revivido parte de la doctrina económica de la izquierda europea y ha llevado a muchos líderes a promoverla. Reculando, Paul Magnette, todavía alcalde de Charleroi, se complace en no haber cedido a “los cantos de sirena de la izquierda brahmán”, como la llama el economista Thomas Piketty. “Somos uno de los únicos partidos que se ha resistido en Europa. Hemos mantenido a nuestro electorado popular, formado por trabajadores, las clases medias bajas y personas que viven en condiciones precarias. También hemos mantenido vínculos estructurados con los sindicatos”.

Paradójicamente, mientras la izquierda europea está en grandes dificultades, muchos en sus filas quieren creer en ella de nuevo. Porque la crisis de Covid ha revivido parte de su doctrina económica y ha llevado a muchos líderes a promoverla. Se trata ahora del retorno del poder público sobre el mercado, de la reindustrialización del continente y del libre comercio menos indiscriminado y más exigente. La cumbre social de Oporto, a la que asistieron recientemente los Veintisiete a petición de Antonio Costa, quiso enviar un fuerte mensaje político, sobre todo sobre el salario mínimo europeo. Queda por concretar…

Por el momento, las miradas giran hacia Joe Biden, ahora que el presidente estadounidense ha estado trabajando en un programa de redistribución de ingresos. Provocando el escepticismo de algunos europeos que, como el secretario de Estado para Asuntos Europeos, Clement Beaune, son irónicos sobre la galopante “Bidenmania”. “Biden hace creíble una política que los líderes de la derecha europea han estado abucheando durante años”, dice Emmanuel Maurel. “Si el mundo o la izquierda europea cita a Joe Biden como referencia es casi la señal del fin”, señala Dominique Reynié.

Ecología de derecha

¿Podría la izquierda aprovechar el regreso a la gracia de sus ideas para volver a la silla de montar? No es seguro. Porque los valores de la derecha en otros temas están ganando terreno inexorablemente entre los europeos, como lo demuestra una reciente encuesta de Cevipof realizada en cuatro democracias importantes: Francia, Alemania, el Reino Unido e Italia. En temas como la inmigración, el islam, la responsabilidad del individuo en el éxito personal o la libertad de empresa, la difusión de estos valores a simpatizantes de izquierda es evidente. En materia de inmigración, es más probable que estén más en favor de cerrar fronteras que de abrirlas o del statu quo, con la excepción de los partidarios del Partido Democrático Italiano. Sin embargo, los partidos de izquierda todavía no han pivotado en estos temas tabú, con la notable excepción de los socialdemócratas daneses que han virado en el tema de la inmigración en 2018, al igual que toda la clase de política.

Ya abrumada por la derecha en estos temas, la izquierda puede enfrentarse a una nueva competencia, esta vez de los Verdes. Porque en Europa empieza a surgir una ecología de derechas. En Austria, un país muy conservador, los Verdes han acordado gobernar con el canciller Sebastian Kurz, en una coalición cuyo programa es proteger el clima y las fronteras. En Alemania, los ecologistas también saben ser pragmáticos, particularmente aprovechando cuestiones de seguridad. En la familia ecologista, los tabúes comenzaron a caer. Lampadia




De Galaxias, marcianos y economistas

De Galaxias, marcianos y economistas

Pensé que nunca más tendría que volver a escribir sobre la necesidad de cuidar las exportaciones y su complemento, las importaciones.

Resulta que ahora, el desubicado candidato de Perú Libre, Pedro Castillo, aparte de querer renacionalizar gran parte de la economía, controlar precios y destruir varias importantes instituciones públicas, también quiere desbaratar el comercio exterior volviendo a la nefasta política de sustitución de importaciones, “protegiendo al productor nacional”.

Pretende además malograr nuestros tratados de libre comercio, cortando el más importante camino para crear riqueza. Un camino que nos costó mucho aprender y desarrollar. En los últimos 30 años hemos consolidado nuestra capacidad de generar exportaciones de excelentes productos, variados y competitivos, y muy rentables para el país, con las que hemos creado millones de empleos de calidad y amplios recursos para el Estado, que lastimosamente, no supo aprovechar.

En la integración del Perú al exterior está el espacio de prosperidad para todos los peruanos. Nuestro potencial de exportar sigue siendo inmenso.

  • Podemos duplicar las exportaciones mineras
  • Nos hemos vuelto expertos en llevar alimentos frescos a los lugares más apartados del mundo y mercados más exigentes, creando empleo de calidad en el sector rural. Las agroexportaciones pueden seguir creciendo si el Estado no lo sabotea
  • Igualmente en pesca, incluyendo el gran potencial en acuicultura, con nuestro riquísimo mar, nuestras cochas serranas y nuestros ríos selváticos.
  • En productos derivados de la madera estamos en pañales. Nuestro potencial es de cinco veces el chileno, que exporta más de 8,000 millones de dólares anuales.
  • La lista no acaba con estos ejemplos, nuestro potencial es extraordinario.

Cortarle a los peruanos este camino para la generación de riqueza es un crimen de lesa patria.

El Perú equivocó su camino de desarrollo durante décadas. El gran cambio que permitió corregir esto se dio desde mediados de los años 90. No podemos volver a cometer errores tan graves.

En los estertores de las décadas perdidas, el año 91, escribí uno de mis primeros artículos, que ahora quiero volver a compartir con ustedes.

De Galaxias, marcianos y economistas

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia
Escrito originalmente en Expreso
En 1991

Durante un último viaje astral conocí a un marciano que resultó haber sido un gran economista intergaláctico.

Curiosamente, su especialidad era la paleontología económica. Extrañado de esta rama de la Economía, le pedí me explicara los secretos de su oficio.

– ¿De dónde vienes?, me preguntó.

– Del Perú.

– ¿Y cuántos años tienes?

– Cuarenta y uno.

– ¡Entonces -dijo-, debes tener una buena idea de lo que ha pasado en tu país en los últimos 30 años!

– ¡Pues, sí!, respondí.

– Dame, entonces, un concepto económico que creas represente un residuo de lo acontecido durante ese tiempo.

Bueno. Pero, qué difícil, decía y pensaba yo…

– ¡Ya, profesor: estancamiento de las exportaciones!

– Muy bien, vamos, ayúdame a recorrer tu pasado… Mira, si las exportaciones estuvieron estancadas, también lo habrán estado las importaciones.  Por lo tanto, el sector externo no pudo crecer.  Ustedes habrán orientado su economía hacia adentro.

– Mmm.

– Esta orientación, por mucho tiempo, lleva también a la economía en conjunto al estancamiento, al no ser muy grande tu propio mercado.  En este ambiente, el Estado no genera suficientes recursos y opta por cubrir sus gastos, ya sea creando inflación o interviniendo en la economía, regulando precios, criticando al inversionista por no hacer crecer la economía y, por último, reemplazándolo.

– Así es, así es.

– Finalmente, esto produce un Estado muy grande en una economía muy chica.

– …Claro

Y esto trae corrupción y mercantilismo.  Sin embargo, esto no puede haber sucedido sólo en tu país por tanto tiempo; tiene que haber sido algo regional.  Todos los países de tu región habrán tratado de hacer lo mismo.

– Si, pues.

– Bueno.  ¿Qué tipo de políticos habrán tenido ustedes?  Políticos poderosos que reparten privilegios entre pocos y sólo esperanza y resentimiento entre muchos…  Sus políticos, este tiempo, tienen que haber sido populistas; sí… tienen que haber sido populistas.  En fin, un ambiente triste, de rapiña, de pelea por las pocas migajas de la torta de una economía pequeña…

– ¡No siga, por favor! Me hace revivir tiempos que, espero, no vuelvan.

– Entonces, vé; vé pronto a tu país y diles que no descuiden las exportaciones.

Lampadia




El fondo europeo de recuperación del COVID 19

El fondo europeo de recuperación del COVID 19

La discusión en torno a la responsabilidad fiscal compartida en la UE ha vuelto a la mesa de los principales líderes del bloque europeo con el reciente lanzamiento del fondo de recuperación del COVID 19, un fondo de US$ 547,000 millones con avales del fisco de Alemania y Francia para paliar la crisis que azotará los países de esta parte del mundo por a presente pandemia (ver artículo de Foreign Policy compartido líneas abajo).

Si bien no se puede decir a ciencia cierta que esta propuesta constituiría finalmente la convergencia fiscal, además de monetaria que impulsa el BCE, en buena parte del viejo continente, consideramos que podría terminar configurándose como tal dada la magnitud de la recesión que se avecina el presente año y que podría dejar fuertes secuelas en los siguientes. Ello tomando en cuenta además que el fondo no escatima recursos en el financiamiento de proyectos que apoyen los objetivos estratégicos de la UE.

Este pues sería sin duda un paso importante para que el mercado único siga integrándose aún más ya no solo en el ámbito aduanero, monetario y más recientemente flujo de datos (ver Lampadia: La estrategia digital de la UE), sino también en lo fiscal. Además, permitiría dotarle de un instrumental sincronizado de política monetaria y fiscal expansiva que podría explotar en futuras recesiones globales para así evitar funestos choques en su bienestar, como el que sucedió en la crisis del euro del 2011 – 2012.

Como hemos comentado en otras oportunidades (ver Lampadia: Se amplifican tensiones entre China y EEUU, La Visión de Macron), el contexto actual de desglobalización que sigue exacerbándose por los altos niveles de conflicto en los que se encuentran China y EEUU exigen a una UE con mayor independencia para tomar la batuta en la defensa de temas que han sido completamente denigrados en los últimos años, como el libre comercio, en los que países como el Perú debe, fuertemente su crecimiento.

Esperemos pues que esta iniciativa logre concretar a una UE más integrada de manera que permita consolidarla y hacerla más competitiva de cara a los desafiantes contextos económicos que seguirán meciendo al mundo en los próximos años. Lampadia

¿Un salto gigante para Europa?

Lucrezia Reichlin
Foreign Policy
26 de mayo, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

La propuesta francoalemana de un fondo de recuperación COVID-19 no es exactamente el “momento hamiltoniano” que algunos han afirmado. Pero, al remodelar el debate sobre la mutualización del riesgo y los beneficios de las transferencias, podría sentar las bases para uno.

El fondo de recuperación COVID-19 de € 500,000 millones (US$ 547,000 millones) propuesto por la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés Emmanuel Macron ha sido aclamado como un punto de inflexión para la Unión Europea, y por una buena razón. Más allá de sus implicaciones económicas concretas, la propuesta reafirma el compromiso de solidaridad de las dos economías más grandes de la UE, preparando así el escenario para un verdadero progreso hacia la unión fiscal.

La proposición básica es sencilla. La UE pediría prestado en el mercado a vencimientos largos con una garantía implícita del presupuesto común. Luego canalizaría los fondos prestados a las regiones y sectores más afectados por la crisis del COVID-19.

Queda mucho por negociar, como dónde ofrecer préstamos versus donaciones, qué tipo de condicionalidad aplicar a los proyectos y hasta qué punto se debe aumentar la capacidad fiscal agregada. La oposición de los llamados Frugal Four (Austria, los Países Bajos, Finlandia y Suecia) requerirá indudablemente un cierto compromiso.

Pero, dejando de lado estas consideraciones, y mientras esperamos la propuesta de la Comisión Europea esta semana, es importante considerar las posibles implicaciones a largo plazo para la UE si se implementa alguna versión de la propuesta franco-alemana.

En particular, ¿dónde deja esto el debate sobre la capacidad fiscal europea y la coordinación de las políticas monetaria y fiscal en la eurozona? ¿Es este un paso decisivo en esa dirección, un momento tan importante como la declaración en 2012 del entonces presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, de que el BCE haría “lo que sea necesario” para salvar el euro? ¿O es una respuesta pragmática a la crisis actual, que define los límites del riesgo compartido que es posible lograr, en las condiciones actuales?

La propuesta cruza varias líneas rojas históricas, desde la asunción de deuda a nivel europeo hasta transferencias basadas en la necesidad, en lugar de contribuciones al presupuesto de la UE y en forma de subvenciones en lugar de préstamos. En principio, finalmente alcanzaría el objetivo tan esperado de la “solidaridad”.

Además, aunque no es un objetivo declarado, la implementación de la propuesta finalmente resultaría en una cierta creación de capacidad fiscal de la UE con fines de estabilización. El desembolso de dinero para proyectos que están alineados con las prioridades de la UE, como la sostenibilidad y la digitalización, afirmaría el principio de un propósito común de la UE, lo que podría impulsar el apoyo popular para una mayor integración.

Una entrevista reciente con el ministro de finanzas alemán, Olaf Scholz, sugiere una agenda aún más amplia para el futuro, incluida la creación de capacidad fiscal de la UE y cierto grado de armonización fiscal. Todavía no se trata de una federación fiscal, pero es una señal clara de que nos estamos moviendo en esa dirección, la primera señal desde el Informe de los cinco presidentes sobre la finalización de la unión económica y monetaria de Europa en 2015 (esa propuesta no llegó a ninguna parte).

Crucialmente, esta no es solo una agenda apoyada por tecnócratas en las instituciones de la UE, sino que es respaldada por los poderes políticos de Francia y Alemania. Al igual que con el momento de “lo que sea necesario” de Draghi, la clave del progreso fue el apoyo político alemán.

En 2012, el apoyo de Alemania llegó con condiciones, incluida la creación del Mecanismo Europeo de Estabilidad (para garantizar que la intervención del BCE en el mercado de bonos soberanos se basaría en el principio de condicionalidad) y una unión bancaria (para servir como herramienta de mitigación de riesgos). El apoyo de Alemania al fondo de recuperación COVID-19 se basa en otro gran pacto: los proyectos financiados por la UE deben ser coherentes con los objetivos compartidos y monitorearse colectivamente.

Entonces, ¿la iniciativa franco-alemana sugiere un camino hacia la capacidad fiscal compartida? No necesariamente.

Los objetivos declarados del fondo de recuperación no incluyen la gestión de la demanda. El fondo está destinado a la UE, no a la eurozona, y por lo tanto no está diseñado para abordar los desafíos que surgen de tener un banco central común sin una autoridad fiscal correspondiente.

Esos desafíos quedaron al descubierto durante la crisis de la eurozona de 2011-12, cuando los formuladores de políticas de la eurozona lucharon con un “vuelo hacia la seguridad” hacia el norte de Europa, lo que condujo a grandes diferencias en los costos del financiamiento del gobierno y un colapso en la transmisión de la política monetaria. Esto ejerció una presión irresistible sobre el BCE para que introdujera políticas con una dimensión cuasifiscal, provocando acusaciones de que el BCE estaba excediendo su mandato.

Para abordar estos problemas, la eurozona necesita una herramienta presupuestaria que sirva como mecanismo de seguro en crisis severas (estabilizadores fiscales automáticos) y para apoyar la coordinación de política monetaria y fiscal que requiere una gestión efectiva de la demanda, especialmente cuando las tasas de interés están cerca de cero o negativo. El fondo de recuperación propuesto para COVID-19 podría cumplir ese propósito.

Alinear las capacidades institucionales monetarias y fiscales de la eurozona no será una tarea fácil. Requerirá un alto grado de riesgo compartido y la rendición de cierta soberanía nacional. Por lo tanto, lo más probable es que necesite cambios en los tratados.

La decisión de no abordar este problema en la propuesta franco-alemana fue pragmática. Por ambiciosos que sean sus objetivos, son más fáciles de digerir políticamente que las reformas a la arquitectura de la eurozona destinadas a mantener la estabilidad del euro.

Sin embargo, el fondo de recuperación propuesto podría ganar tiempo para actuar para abordar estos desafíos a más largo plazo. A pesar de no estar diseñado para hacerlo, podría crear suficiente capacidad fiscal de la UE para aliviar la presión sobre el BCE. Y podría permitir transferencias temporales suficientemente grandes para hacer frente a los efectos asimétricos de la crisis COVID-19 a corto plazo.

Pero, si la recesión persiste, las relaciones deuda / PBI inevitablemente aumentarán, lo que subraya, una vez más, la necesidad de una reforma de la eurozona. La contribución más fundamental del fondo puede ser cambiar el terreno en el debate, eliminando, o al menos redibujando, algunas de las líneas rojas que rodean la mutualización del riesgo y los beneficios de las transferencias.

Otra crisis ha significado otro paso adelante para el proyecto federalista europeo. Pero este no es exactamente el “momento hamiltoniano” que algunos han afirmado. Tarde o temprano, se necesitarán revisiones de los tratados de la UE para construir un marco para la coordinación efectiva de la política monetaria y fiscal, al tiempo que se preserva la independencia del BCE.

El reciente fallo del Tribunal Constitucional Federal alemán de que el gobierno y la legislatura del país habían violado la constitución al no monitorear adecuadamente al BCE es un recordatorio de que será difícil lograr el progreso sin revisar los fundamentos legales e institucionales de la UE. Y las condiciones políticas para ese paso aún no existen. Lampadia

Lucrezia Reichlin, ex directora de investigación del Banco Central Europeo, es profesora de economía en el London Business School.




¿Es el fin de la OMC?

¿Es el fin de la OMC?

El libre comercio sigue perdiendo fuerza a nivel global por los persistentes embates arancelarios entre EEUU y China, el aislamiento político cada vez más evidente de la UE y, más recientemente, la disputa comercial entre Japón y Corea del Sur en el sector electrónico.

Lo que es peor, como indica un reciente artículo de The Economist que compartimos líneas abajo, la OMC, organismo multilateral que desempeñaba el rol de árbitro en las controversias comerciales además impulsor en la expansión del comercio mundial, dejaría de funcionar en a partir del 11 de diciembre ante el cese de EEUU por renovar sus árbitros integrantes.

En las actuales circunstancias y frente a un panorama de posible recesión global hacia el 2020, dicha noticia no vaticina nada bueno para países emergentes como el Perú, que como toda economía pequeña y abierta al mundo, depende fuertemente de la demanda externa de países más desarrollados y con mercados de consumo aún prestos a explorarse. Ello porque la ausencia de un organismo que vele por los marcos institucionales que rigen el libre comercio y que a la vez sopese las guerras comerciales que ahora son utilizadas como herramienta de geopolítica global entre los países, definitivamente se podría traducir en una contracción mayor del comercio mundial en un ambiente hostil como es el de la desglobalización que se irradia el día de hoy.

Gracias a las ‘estrellas’ el Perú cuenta con tratados de comercio que cubren el 90% de nuestro comercio exterior, pero aún así, el multilateralismo es esencial para el ambiente de crecimiento de nuestra economía. La dilución de la corte de apelaciones de la OMC es una muy mala noticia.

Esperemos que la propuesta de un cuerpo de apelación nuevo con jueces ya retirados que reemplace al que dejará sus funciones en los próximos días, pueda ser lo suficientemente firme y sensato para hacer frente al complejo escenario en el que hoy en día se enfrentan las potencias mundiales en sus disputas comerciales. Lampadia

El ocaso de la OMC
El árbitro del sistema de comercio está a punto de abandonar el campo

Las disputas se volverán más desagradables

The Economist
30 de noviembre, 2019
Traducido y comentado por Lampadia

Una forma de pensar sobre el sistema de comercio mundial es como un partido deportivo con un elenco internacional de jugadores en expansión, que discuten, cada uno con sus propias tácticas y trucos. El juego funciona mejor cuando hay un árbitro, y durante casi 25 años un grupo de siete jueces de la Organización Mundial del Comercio (OMC) ha hecho el trabajo.

Pero el 11 de diciembre este organismo dejará de funcionar, porque EEUU está bloqueando los nuevos nombramientos para él. La partida del árbitro hará que el comercio transfronterizo sea más desregulado y, a la larga, invitará a una anarquía que empobrecerá al mundo.

El cuerpo de apelaciones de la OMC es una de esas instituciones de las que la mayoría de la gente nunca ha oído hablar, pero que se perderá cuando desaparezca. Creado en 1995, escucha las apelaciones sobre disputas comerciales y otorga el derecho a represalias limitadas donde ha habido irregularidades. Unos 164 países y territorios siguen sus decisiones, y el organismo ha evitado que algunas de las disputas más desagradables se conviertan en guerras arancelarias directas, por ejemplo, la disputa épica entre EEUU y la UE sobre los subsidios para Boeing y Airbus. Desde su creación, ha sido el ejecutor de último recurso durante más de 500 casos.

Antes de 1995, el sistema era menos estable y menos justo. El Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, el antecesor de la OMC, tenía reglas pero ningún juez para hacerlas cumplir. Los grandes países tenían derechos de intimidación. La claridad jurídica y la independencia que brinda el órgano de apelación es una de las razones por las que el comercio aumentó del 41% del PBI mundial en el año anterior a su creación al 58% en 2017.

La causa inmediata de la caída de los jueces es la negativa del gobierno de Trump a nombrar nuevos jueces para reemplazar a los que se jubilan, un síntoma de la sospecha del presidente de las instituciones multilaterales. Pero es un error culparle todo a él. Los problemas de la OMC exponen problemas más profundos

A la mayoría de los países les gustan los árbitros independientes, hasta que sufren un fallo crítico. La inquietud estadounidense es anterior a Trump. Las administraciones de Bush y Obama trataron de influir en los resultados bloqueando la reelección de jueces. La OMC también es difícil de manejar. Idealmente, las reglas se actualizarían cada década más o menos, dando a los países la oportunidad de modernizarlas y asumir juicios que no les gustan. Pero la membresía de la OMC se ha duplicado desde 1995, y debido a que cada país tiene un veto, ha sido imposible actualizar las reglas para reflejar, por ejemplo, la interrupción causada por el modelo liderado por el estado de China (se unió a la OMC en 2001). En cambio, se han quejado las quejas.

¿Qué pasa a partir del 11 de diciembre? Algunos miembros de la OMC están tratando de inventar un cuerpo de apelación no oficial, recurriendo a jueces retirados, para resolver disputas. Un nuevo presidente elegido en 2020 podría revertir la postura de EEUU, aunque varios contendientes presidenciales demócratas son tibios con el libre comercio.

Lo más probable es que el cuerpo de apelación muera o permanezca inactivo durante años. Si es así, espere un deterioro en la conducta: Japón y Corea del Sur ya están en una disputa fea. Algunos estadounidenses creen que el tamaño de su país les da la influencia para imponer reglas a otros, pero aún tiene que arrebatarle grandes concesiones a China.

De hecho, como el marco legal para el comercio decae, incluso EEUU será vulnerable a las crecientes tensiones. Hasta ahora, las fricciones comerciales no han causado una recesión global. Pero el comercio dejó de crecer y la inversión a largo plazo de las empresas multinacionales cayó un 20% en el primer semestre de este año. Si hay una recesión, la tentación de los aranceles se incrementará en todo el mundo. Cuando el árbitro abandona el campo, todo vale. Lampadia




¿La desigualdad ha aumentado en los países ricos?

¿La desigualdad ha aumentado en los países ricos?

La desigualdad se ha tornado un tema recurrente en la clase política de los países desarrollados en los últimos años desde que el discurso antiglobalización empezó a calar en el electorado de importantes países de Occidente como EEUU con el ascenso de Trump y la misma UE con el surgimiento de las derechas euroescépticas y la persistencia de las izquierdas más radicales.

Así se empezó a cimentar un discurso, que no necesariamente se condecía con la evidencia (ver Lampadia: Trampa ideológica, política y académica), de que el libre comercio y la libre movilidad de personas había introducido grandes desigualdades tanto en los ingresos como de la riqueza al interior de estos países y que era necesario que el Estado redistribuya al respecto para no volver insostenible al sistema.

Hoy en día esta narrativa se ha importado también a América Latina, pero conceptualizando a otro enemigo que ni sus detractores  saben a ciencia cierta qué es lo que significa: el neoliberalismo. Tal ha sido la penetración de dicho discurso que ha llegado a levantar a las masas a acciones sumamente violentas que involucran la destrucción de infraestructura privada, como es el caso de Chile.

Pero, ¿qué tan cierta es esa premisa de que la desigualdad económica en los países ricos se ha incrementado en los últimos 30 años, que es cuando se empezaron a visualizar plenamente las reformas de mercado implementadas en el mundo occidental?

Un reciente artículo publicado por The Economist y que compartimos líneas abajo brinda evidencia sobre la veracidad de ciertos mitos o pilares sobre los cuales se erige ese argumento, analizando datos de EEUU, pero con limitada evidencia para el caso de la UE.

Como se puede desprender de este análisis, la evidencia no es concluyente respecto a que haya habido una alta concentración de riqueza en determinados grupos sociales como que tampoco es cierto que las clases medias no hayan experimentado un notable crecimiento  de sus ingresos en las últimas décadas. Esto reconfirma también la tesis que sostuvimos en Lampadia: Cuidado en el manejo de las cifras, de que en realidad los ingresos de que realizando ciertos ajustes a los ingresos familiares promedio en EEUU tomando en cuenta el tamaño de los hogares, las transferencias e impuestos, se tiene que dichos ingresos aumentaron en un 51% entre 1979 y 2014.

Fuentes: Oficina del Censo; CBO; BLS; BEA; NBER; The Economist

Asimismo, el artículo incide en que los otros tipos de desigualdades como las de servicios públicos, no han sido producto tampoco de un capitalismo que no funciona sino de una mala provisión de recursos púbicos que provee el Estado en los campos de la salud y la educación, por ejemplo.

Es imperativo que este tipo de análisis se difundan con mayor frecuencia para rebatir la justificación que dan ciertos grupos políticos para generar mayor redistribución del ingreso, lo cual implica necesariamente mayor inserción del Estado en la vida económica de las personas, a través de la mayor carga impositiva. Lampadia

Igualitarismo
La desigualdad podría ser menor de lo que piensas

Pero hay mucho por hacer para que las economías sean más justas

The Economist
28 de noviembre, 2019
Traducido y comentado por Lampadia

Incluso en un mundo de polarización, noticias falsas y redes sociales, algunas creencias siguen siendo universales y centrales en la política actual. Ninguna es más influyente que la idea de que la desigualdad ha aumentado en el mundo rico. La gente lo lee en los periódicos, lo escuchan sus políticos y lo sienten en su vida cotidiana. Esta creencia motiva a los populistas, quienes dicen que las élites metropolitanas egoístas han alejado la oportunidad de la gente común. Ha brindado ayuda a la izquierda, que propone formas cada vez más radicales de redistribuir la riqueza. Y ha causado alarma entre los empresarios, muchos de los cuales ahora afirman perseguir un propósito social superior, para que no se les vea suscribirse a un modelo de capitalismo que todos saben que ha fallado.

En muchos sentidos, el fracaso es real. Las oportunidades son restringidas. El costo de la educación universitaria en EEUU se ha disparado más allá del alcance de muchas familias. En todo el mundo rico, a medida que los alquileres y los precios de las viviendas se han disparado, se ha vuelto más difícil permitirse el lujo de vivir en las ciudades exitosas que contienen la mayor cantidad de empleos. Mientras tanto, la oxidación de las viejas industrias ha concentrado la pobreza en ciudades y pueblos particulares, creando focos de privación muy visibles. Según algunas medidas, las desigualdades en salud y esperanza de vida están empeorando.

Sin embargo, precisamente porque la idea de la desigualdad creciente se ha convertido en una creencia casi universal, recibe muy poco escrutinio. Eso es un error, porque los cuatro pilares empíricos sobre los que descansa el templo, que no se trata de vivienda o geografía, sino de ingresos y riqueza, no son tan firmes como podría pensarse. Estos cuatro pilares están siendo sacudidos por una nueva investigación.

Considere, en primer lugar, la afirmación de que el 1% superior de los trabajadores se ha separado de todos los demás en las últimas décadas, que se apoderó después del movimiento “Occupy Wall Street” en 2011. Esto siempre fue difícil de probar fuera de EEUU. En Gran Bretaña, la proporción del ingreso del 1% superior no es mayor que a mediados de la década de 1990, después de ajustar los impuestos y las transferencias gubernamentales. E incluso en EEUU, los datos oficiales sugieren que la misma medida aumentó hasta 2000 y desde entonces ha sido volátil en torno a una tendencia plana. Se olvida fácilmente que EEUU ha implementado varias políticas en las últimas décadas que han reducido la desigualdad, como la expansión de Medicaid, seguro de salud financiado por el gobierno para los pobres, en 2014.

Ahora, algunos economistas han vuelto a analizar las cifras y han concluido que la participación en el ingreso del 1% superior en EEUU puede haber cambiado poco desde 1960. Argumentan que los investigadores anteriores manejaron mal los datos de devolución de impuestos que arrojan estimaciones de desigualdad. Es posible que los resultados anteriores no hayan tenido en cuenta la caída de las tasas de matrimonio entre los pobres, que dividen los ingresos en torno a más hogares, pero no a más personas. Y una mayor parte de las ganancias corporativas puede fluir a las personas de clase media de lo que se había dado cuenta anteriormente, porque poseen acciones a través de fondos de pensiones. En 1960, las cuentas de jubilación poseían solo el 4% de las acciones estadounidenses; para 2015 la cifra era del 50%.

El segundo pilar tambaleante es la afirmación relacionada de que los ingresos y salarios de los hogares se han estancado a largo plazo. Las estimaciones del crecimiento del ingreso medio ajustado por la inflación en EEUU en 1979-2014 van desde una caída del 8% a un aumento del 51%, y los partidarios tienden a elegir una cifra que cuente una historia conveniente. La gran variación refleja las diferencias en cómo se trata la inflación, las transferencias del gobierno y la definición de un hogar, pero las cifras más bajas son difíciles de creer. Si argumenta que los ingresos se han reducido, también debe afirmar que el valor de cuatro décadas de innovación en bienes y servicios, desde teléfonos móviles y transmisión de video hasta estatinas para reducir el colesterol, no ha mejorado la vida de las personas de ingresos medios. Eso simplemente no es creíble.

En tercer lugar, está la noción de que el capital ha triunfado sobre la mano de obra, ya que las empresas despiadadas, propiedad de los ricos, han explotado a sus trabajadores, han trasladado sus empleos a las fábricas extranjeras y automatizadas.

Sin embargo, investigaciones recientes sugieren que la disminución de la fortuna del trabajo se explica en la mayoría de los países ricos por retornos exorbitantes para los propietarios, no magnates. Despojar a la vivienda y las ganancias de los trabajadores por cuenta propia (que son difíciles de dividir entre el capital y el ingreso laboral), y en la mayoría de los países, la participación laboral no ha disminuido. EEUU desde 2000 es una excepción. Pero eso refleja un fracaso de la regulación, no una falla fundamental en el capitalismo. Los reguladores y tribunales antimonopolio estadounidenses han sido imperdonablemente laxos, permitiendo que algunas industrias se concentren demasiado. Esto ha permitido que algunas empresas saqueen a sus clientes y obtengan ganancias anormalmente altas.

El último pilar es que las desigualdades de riqueza (los activos que posee la gente, menos sus pasivos) se han disparado. Nuevamente, esto siempre ha sido más difícil de probar en Europa que en EEUU. En Dinamarca, uno de los pocos lugares con datos detallados, la participación en la riqueza del 1% superior no ha aumentado en tres décadas. Por el contrario, pocos niegan que los estadounidenses más ricos hayan salido corriendo. Pero incluso aquí, la riqueza es endiabladamente difícil de estimar.

No tan ricas cosechas

La campaña de Elizabeth Warren, una candidata presidencial demócrata, estima que la proporción de riqueza que posee el 0.1% de los estadounidenses más ricos aumentó del 7% en 1978 al 22% en 2012. Pero una estimación reciente plausible sugiere que el aumento es solo la mitad de grande como esta (Para los entendidos, la diferencia radica en el factor por el cual se aumenta la riqueza de los inversores del ingreso de capital que informan al recaudador de impuestos.). Esta imprecisión es un problema para los políticos, incluidos Warren y Bernie Sanders, que quieren impuestos sobre la riqueza, ya que pueden recaudar menos ingresos de lo que esperan.

El hecho de que se hagan afirmaciones dudosas sobre la desigualdad no reduce la urgencia de abordar la injusticia económica. Pero sí exige garantizar que los supuestos en los que se basan las políticas sean precisos. Aquellos, como el Partido Laborista de Gran Bretaña, que favorecen la redistribución radical de los ingresos y la riqueza, deben asegurarse de que la desigualdad sea tan alta como creen que es, especialmente cuando sus políticas conllevan costos impositivos como disuadir la toma de riesgos y la inversión. Según una estimación, el impuesto a la riqueza de Warren dejaría a la economía de EEUU un 2% más pequeña después de una década.

Hasta que se resuelvan estos debates, sería mejor que los formuladores de políticas se apeguen a un terreno más sólido. Los mercados de vivienda del mundo rico están privando a los jóvenes trabajadores de dinero y oportunidades; se necesita más construcción en los lugares que ofrecen empleos atractivos. La economía de EEUU necesita una revolución en la aplicación de las leyes antimonopolio para revitalizar la competencia. E independientemente de las tendencias en la desigualdad, demasiados trabajadores de altos ingresos, incluidos médicos, abogados y banqueros, están protegidos de la competencia mediante regulaciones y licencias innecesarias, y restricciones sin sentido a la inmigración altamente calificada, las cuales deben ser liberadas.

Tal agenda requeriría que los gobiernos asuman nimbys y grupos de presión corporativos. Pero reduciría la desigualdad e impulsaría el crecimiento. Y sus beneficios no dependen de un conjunto de creencias sobre el ingreso y la riqueza que aún podrían resultar erróneas. Lampadia




La Visión de Macron

La Visión de Macron

A continuación compartimos un artículo de The Economist que resume la filosofía que Emmanuel Macron cree debería tener la UE, de cara a las condiciones desafiantes y complejas en las cuales se mece actualmente el mundo, como el distanciamiento de EEUU, la desglobalización y 4ta Revolución Industrial (4IR).

Existen puntos positivos que apoyamos como tornar a la UE un bloque más activo e independiente en temas que vayan más allá del libre comercio y la convergencia monetaria como son la defensa nacional, la seguridad de datos y el cambio climático, todas problemáticas en las que el mundo desarrollado ya se encuentra lidiando con mayor y menor medida.

Sin embargo, consideramos que su visión económica no debe bifurcarse hacia un mayor proteccionismo en el sector industrial, como pareciera fuese el caso en su propuesta. El Estado como sorteador de empresas que en su juicio deben “potenciarse” y “protegerse” nunca ha demostrado buenos resultados ni siquiera en el mundo desarrollado, ya que pervierte los incentivos a la innovación en estas al sentirse protegidas por el sector público. En cambio, darle paso a la competencia, fuerza a que exista un esfuerzo permanente entre los negocios lo cual puede aumentar la competitividad de la industria europea.

Asimismo, una propuesta proteccionista torcería la visión primigenia de la UE, que entre otras cosas, todavía podría considerarse uno de los últimos bastiones defensores de la globalización y el libre comercio, frente a dos grandes potencias económicas, EEUU y China, cuyas políticas han degenerado hacia el intervencionismo en el comercio.

Por lo demás consideramos que parte del diagnóstico es también acertado en lo relacionado a la política exterior, como mejorar las relaciones con otros países alejados políticamente de la UE como Rusia, pero igual creemos que no debe descuidarse a EEUU bajo ninguna circunstancia, pues dicha alianza ha demostrado darle estabilidad global al mundo más que cualquier otra en la historia contemporánea. Lampadia

Europa sola
Evaluando la visión apocalíptica de Emmanuel Macron

Europa está “al borde de un precipicio”, dice el presidente de Francia. ¿Tiene razón?

The Economist
7 de noviembre, 2019
Traducido y comentada por Lampadia

La Europa de hoy debe su existencia a los EEUU. La potencia americana peleó dos guerras mundiales en suelo europeo; la diplomacia estadounidense fue partera de lo que se convirtió en la UE; las armas americanas protegieron a Europa occidental de la invasión soviética; y estadistas estadounidenses supervisaron la unificación alemana. Ahora, en una súplica dramática a todos los europeos, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, advirtió que EEUU está liberando a Europa. El viejo continente está “al borde de un precipicio”, advierte. A menos que se despierte, “ya no tendremos el control de nuestro destino”.

En su oficina del Palacio del Elíseo, Macron habló con The Economist en términos apocalípticos. La OTAN, la alianza transatlántica, sufre de “muerte cerebral”, dice. Europa necesita desarrollar una fuerza militar propia. La UE se considera a sí misma solo como un mercado, pero debe actuar como un bloque político, con políticas sobre tecnología, datos y cambio climático que coincidan. Los anteriores presidentes franceses han argumentado que Europa no puede confiar en EEUU, y en cambio debería mirar a Francia. Macron no solo está repitiendo esta opinión. Él cree que EEUU y Europa han compartido intereses y ha trabajado incansablemente para mantener buenas relaciones con el presidente Donald Trump. Pero argumenta que por primera vez EEUU tiene un presidente que “no comparte nuestra idea del proyecto europeo”. E incluso si Trump no es reelegido, las fuerzas históricas están separando a los viejos aliados.

Las prioridades estadounidenses están cambiando. Cuando el presidente Barack Obama, que tenía la intención de girar hacia Asia, decidió no castigar el uso de armas químicas en Siria, señaló que EEUU estaba perdiendo interés en Oriente Medio. El reciente abandono de Trump de los aliados kurdos de EEUU en Siria no solo reforzó esto, sino que también minó a la OTAN. EEUU no informó a sus aliados, y Turquía, miembro de la OTAN, invadió rápidamente Siria. “Estratégica y políticamente”, dice Macron, “necesitamos reconocer que tenemos un problema”.

Cuando se le preguntó si está seguro de que un ataque contra un miembro de la OTAN se consideraría hoy como un ataque contra todos, la idea que sustenta la credibilidad de la alianza, Macron dice que no lo sabe. Reconoce que la OTAN prospera operacionalmente, pero llama a Europa a “reevaluar la realidad de lo que la OTAN es a la luz del compromiso de los EEUU”.

Europa, dice, todavía tiene que comprender la inmensidad del desafío por delante. Todavía trata al mundo como si el comercio y solo el comercio pudieran garantizar la paz. Pero EEUU, garante del comercio mundial, se está volviendo proteccionista. Los poderes autoritarios están en aumento, incluidos Rusia y Turquía en las fronteras de Europa. Si bien EEUU y China gastan grandes sumas en inteligencia artificial, que consideran un componente esencial de su poder duro, la UE le da demasiada importancia a la industria. Macron advierte que Europa, lenta y con la cabeza en las nubes, debe abrir los ojos y prepararse para un mundo más duro y menos indulgente.

Es una imagen asombrosamente sombría para un político europeo centrista y un internacionalista declarado. Pero también es inusualmente pensado y, en lo que respecta a Macron, un estímulo para la acción. Es difícil exagerar la magnitud del cambio que está pidiendo a sus colegas europeos.

Toma defensa. Macron cree que su nueva Iniciativa Europea de Intervención y la Cooperación Estructurada Permanente de la UE, respaldada por el Fondo Europeo de Defensa, pueden integrar las operaciones militares y aumentar las capacidades de Europa, proporcionando implícitamente una base para la defensa post-OTAN de Europa. Pero estos bloques de construcción son rudimentarios. La partida de EEUU dejaría vastos agujeros en áreas como defensa aérea y de misiles, inteligencia y vigilancia, y reabastecimiento de combustible aéreo. Su presupuesto militar es dos veces mayor que el resto de la OTAN combinada. Los gobiernos europeos serán reacios a cerrar la brecha, ya que tienen otras prioridades. Puede ser más fácil adaptar la OTAN, de modo que proteja a Europa y también sea más útil para los EEUU.

Y luego está la diplomacia. Macron cree que Europa puede establecer mejor su influencia global como un poder que media entre los gorilas de China y los EEUU. Su papel será “evitar que todo el mundo se incendie”, dice. Un primer paso sería controlar su propia región mediante la reconstrucción de las relaciones con Rusia, una tarea que él acepta podría llevar una década.

Una vez más, sin embargo, esa ambición supone una unidad de propósito que la UE rara vez logra. Muchos de sus miembros tienden a evitar el poder duro por una política exterior centrada en los derechos humanos y el comercio. Como lo ilustra la propuesta rusa de Macron, la política de poder requiere que trates con personas cuyas acciones deploras. Para él, la realpolitik es necesaria para que prevalezcan los valores europeos. No está claro si sus compañeros líderes europeos estarían de acuerdo.

La última es la política industrial. Macron quiere que el estado tome decisiones estratégicas sobre tecnologías clave, y que favorezca una política para fomentar los campeones europeos. Esto tiende a canalizar fondos y contratos a titulares políticos conectados. Una mejor manera de crear un ecosistema tecnológico próspero sería alentar una mayor competencia. Si Macron no aceptará eso, ¿por qué deberían otros?

La fórmula de la UE es única: un acuerdo entre estados, sin ningún hegemón, que mantiene la paz. Pero, ¿cómo lograr que 27 países, más Gran Bretaña, una gran potencia ahora en la sala de embarque de la UE, acuerden construir fuerzas armadas totalmente funcionales, y mucho menos convencer a los enemigos de Europa de que alguna vez se utilizarán? Los críticos de Macron se burlan de que está “borracho de poder”. Algunos países, incluidos Polonia y los Estados bálticos, se alarmarían ante la idea de separarse de EEUU y perseguir la distensión con Rusia. Otros, como Alemania, Italia y España, están demasiado involucrados en problemas domésticos como para tener una gran visión global.

Muchas veces en el pasado, los piadosos llamamientos para que Europa haga sentir su peso en el mundo han quedado vacíos. Esta vez, argumenta Macron, debe ser diferente. Pide a sus compañeros líderes que imaginen cómo Europa prosperará en un mundo peligroso sin una alianza estadounidense de hierro fundido. ¿Cómo deberían tratar con Rusia, con el conflicto y el fundamentalismo religioso que agita el Medio Oriente y el norte de África, y con el desafío autoritario de China? Se merece una respuesta. Lampadia




Crisis democrática en la India

Crisis democrática en la India

La derecha política sigue degenerándose a nivel global con sus prácticas antidemocráticas y su desenfrenado populismo; cuya fuerza se alimenta principalmente de un rampante nacionalismo, el cual resulta muy atractivo hacia las grandes masas de los votantes que han sido engañadas por los supuestos males de la globalización y el libre comercio (ver Lampadia: El nuevo conservadurismo).

Ahora no solo es Occidente, con los movimientos euroescépticos, entre los cuales se destaca el Partido Conservador de Gran Bretaña liderado por Boris Johnson (ver Lampadia: ¿Qué futuro le depara a Gran Bretaña con Boris Johnson?) y en EEUU con el Partido Republicano del presidente Donald Trump. Inclusive en importantes países asiáticos – que justamente son de los que más han aprovechado las oportunidades de un mundo más integrado e interconectado – esta peligrosa ola de pensamiento político está que se apodera de las mentes de la clase política dominante. Este es el caso de la India.

Narenhdra Modi, de quien hemos escrito extensamente en anteriores oportunidades (ver Lampadia: Narendra Modi se perfila para un segundo mandado en la India, La admirable evolución de la India) prometía mucho en términos del bienestar para los habitantes de la India, por su clara visión respecto del rol fundamental que tiene el sector privado en el desarrollo de las economías.

Lamentablemente, sus primeros cien días de su segundo gobierno han dejado mucho que desear. Ello lo pone en evidencia un reciente artículo publicado por la revista Project Syndicate, y que compartimos líneas abajo.

No solo la economía india se encuentra de capa caída, sino que además Modi, como todo político populista, ha empezado a asaltar las instituciones vigentes, para satisfacer el clamor popular. Así, sus operadores políticos ya se encuentran atentando contra la libertad religiosa y personal de los hogares; a la vez que explotan los prejuicios de la población india hacia la población musulmana, acrecentando el conflicto en las relaciones comunitarias.

Lo más lamentable es que, a pesar de estos desaciertos, el mencionado primer ministro aún cuenta con amplio apoyo popular, el cual podría capitalizar para profundizar en las reformas de mercado emprendidas en el 2014, por su mandato, y así posicionar a un país que tiene todo liderar el crecimiento económico global de las próximas décadas, inclusive con mejores prospectos que China. Sin embargo, esto no parecería estar en la agenda de Modi.

Esperamos que Modi en los próximos meses pueda retomar la agenda prioritaria de desarrollo de la India, que de lejos debe ser la económica, y no se obsesione con el tema cultural, que lo único que ha hecho con ello ha sido profundizar la xenofobia entre grupos de orígenes distintos que han compartido muchos años juntos un país que les ha provisto de una mejora de calidad de vida notable. Lampadia

Una dictadura democrática en la India

Shashi Tharoor
Project Syndicate
13 de setiembre, 2019
Glosado por Lampadia

NUEVA DELHI –El gobierno del primer ministro indio Narendra Modi ha completado cien días de su segundo mandato, con bombos y platillos. Pese al deficiente desempeño de su gobierno, Modi en persona sigue siendo inmensamente popular. Esto no presagia nada bueno para la democracia india.

Los simpatizantes del gobierno de Modi aclaman una andanada de nuevas leyes represivas (entre ellas, la criminalización de la práctica musulmana de “divorcio instantáneo” llamada talaq-e-biddat) como muestra de determinación. En tanto, la reciente derogación del estatuto especial de Jammu y Cachemira (garantizado por el artículo 370 de la Constitución de la India) se llevó a cabo en un contexto de fuertes medidas restrictivas en toda la región; dirigentes políticos fueron arrestados y se interrumpieron las comunicaciones telefónicas y por Internet. Cuando se levante la tapa de la olla a presión, no hay modo de saber lo que sucederá; pero la mayoría de los indios siguen apoyando al gobierno sin vacilaciones.

Pero los partidarios de Modi pasan por alto temas como la economía, que está en caída libre, y las relaciones interreligiosas, tensas como nunca habían estado. (La misión no tripulada a la Luna de la que esperaban alardear fracasó cuando el robot explorador se estrelló contra la superficie lunar, en vísperas de la celebración de los cien días de gobierno.)

Para los críticos de Modi, la persistencia de su popularidad es difícil de explicar. La mayor parte de las recetas que aplicó hicieron más mal que bien. Por ejemplo, es probable que el desastroso intento que hizo en 2016 el gobierno de retirar de circulación el 86% del papel moneda de la India haya sido el peor golpe que sufrió la economía del país desde la independencia, con un costo de millones de puestos de trabajo y pérdida de crecimiento. Pero no parece que eso sea un obstáculo para la mayoría de los votantes, que ven en Modi a un líder decidido y práctico, dispuesto a romper con la tradición y probar soluciones audaces para los intratables problemas de la India.

Esta reacción ha dejado a muchos en la India perplejos. He aquí un primer ministro que echó por tierra casi todas las convenciones de la política india civilizada. Envió a la policía a detener a dirigentes opositores bajo acusaciones infundadas, ascendió a ministros que con su retórica divisiva generaron temor en los musulmanes y en otras minorías, e intimidó a los medios, al punto que la cobertura de prensa de su administración es una vergüenza para la cultura democrática de la India.

Además, el gobierno de Modi abandonó (por primera vez en la historia de las comisiones permanentes del Parlamento de la India) la tradición bipartidaria que adjudicaba la presidencia de la Comisión de Asuntos Exteriores (posición que yo ocupaba) a una figura del principal partido de oposición: ahora el Partido Popular Indio (Bharatiya Janata Party, BJP) de Modi decidió que se encargará de controlar a su propio gobierno.

Para muchos de los admiradores de Modi, semejantes muestras de autoritarismo no tienen la menor importancia. Consideran que tras décadas de una democracia demasiado “bondadosa” y de negociar con coaliciones de gobierno, la India necesitaba un líder “duro”. Quienes teníamos una fe absoluta en el sistema democrático de la India ahora nos encontramos con la triste realidad de que tal vez sus raíces no eran tan profundas como pensábamos.

La India se encuentra ahora en manos de un nacionalismo enfervorizado que exalta cada logro indio (real o imaginario) y califica de “antinacional” y hasta “sedicioso” cualquier desacuerdo político o protesta por insignificante que sean. Casi todas las instituciones independientes han sido vaciadas y convertidas en instrumentos del avasallante poder del gobierno.

Que se usen de tal modo las autoridades tributarias no sorprende tanto. Pero ahora hasta los organismos responsables de las investigaciones financieras, la policía y el aparato de inteligencia del gobierno, e incluso entidades manifiestamente autónomas como la Comisión Electoral y el sistema judicial, son parte de esta problemática.

Bajo Modi, la libertad política ya no se considera una virtud. La nueva norma del orden social es el control (por parte de las autoridades) y la conformidad (para todos los demás). Como señaló hace poco el académico y comentarista Pratap Bhanu Mehta, “es difícil recordar un tiempo” en el que “se alentara tanto la adecuación del discurso público y profesional a los deseos del Estado”.

Previsiblemente, bajo el gobierno del BJP, las relaciones intercomunitarias han empeorado drásticamente. La marginación de la comunidad musulmana de la India es tan grave que incluso algunos de los más firmes defensores del gobierno la reconocieron. La India fue durante tres mil años un refugio para los perseguidos de todas las naciones y creencias. Hoy rechaza a los refugiados musulmanes rohinyás de Myanmar y publicó un Registro Nacional de Ciudadanos que excluye a millones de personas (mayoritariamente musulmanas) que tuvieron que refugiarse en la India después de 1971, y con ellas a sus hijos nacidos en la India. También hay rumores de un nuevo intento de eliminar las leyes que permiten a las comunidades minoritarias mantener sus prácticas en lo referido a cuestiones de familia, y de sancionar otras con el objetivo de limitar las actividades de proselitismo religioso.

Ante nuestros ojos, un gobierno al que no le interesan las instituciones, las convenciones y las prácticas mantenidas desde la independencia está transformando el carácter mismo de la India. Parece que la “audacia” lo justifica todo.

Lo que preocupa cada vez más a demócratas liberales como yo es que esto pueda ser lo que la población india (medianamente educada y confundida por la habilidosa propaganda del BJP) realmente quiera. Como se pregunta Mehta: “¿Será que de algún modo esta exaltación del poder, del control y del nacionalismo es la satisfacción de nuestros propios deseos más profundos?”.

En cualquier caso, si estos primeros cien días del segundo quinquenio de gobierno de Modi sirven de indicación, es muy posible que pronto la India deje de ser el país por cuya libertad luchó Mahatma Gandhi. Lampadia

Traducción: Esteban Flamini

Shashi Tharoor, ex subsecretario general de las Naciones Unidas y ex ministro de Estado de Asuntos Exteriores de la India y ministro de Estado para el Desarrollo de Recursos Humanos, es miembro parlamentario del Congreso Nacional de India. Es autor de Pax Indica: India and the World of the 21st Century.




Buenas noticias desde Osaka

Buenas noticias desde Osaka

El G20 se juntó en Osaka, Japón, antecedido de grandes angustias sobre las relaciones entre EEUU y China. Los miembros del G20 comprenden el 85% del PBI global. Incluyen a Brasil, México y Argentina, y Chile asiste como invitado por tercera vez.

Sorprendentemente, tanto EEUU como China tuvieron una actitud muy positiva. EEUU llegó a suspender la multiplicación de aranceles a China y anunció la suspensión de las sanciones a Huawei. No nos olvidemos de que en el anterior G20 en Buenos Aires, Trump impidió una declaración en pro del libre comercio.

Sin embargo, según el Financial Times el G20 se mantuvo profundamente dividido en los temas de comercio y clima. Han sido capaces de producir un comunicado conjunto, pero sin que permita anticipar un compromiso real.

Xi llegó a acusar a los países ricos de enrutarse en el proteccionismo y “destruir el orden comercial global”. Es claro que las tensiones se han intensificado y el pronóstico no es de mejora.

Lo mejor del evento es la distensión entre EEUU y China.

Como siempre The Economist hace un buen relato de lo sucedido y analiza las posibilidades de que los nuevos acuerdos se sostengan en el tiempo. Ver artículo líneas abajo.

Pero en Lampadia queremos destacar la importancia del nuevo viento a favor entre EEUU y China, y la importancia de la presencia de Sebastián Piñera, el presidente de Chile en Osaka, representando activamente nuestros intereses, abogando por el libre comercio y la globalización.

Lamentablemente, el Perú no forma parte del concierto internacional y la agenda de nuestro gobierno está concentrada en los enfrentamientos internos, descuidando no solo la economía, también temas tan importantes como la lucha contra la desnutrición y la seguridad.

Confiemos pues que Chile haga un buen caso de la necesidad de retomar la agenda del libre comercio. 

Viejos amigos se reencuentran
Estados Unidos y China reanudan las conversaciones en un intento por terminar su guerra comercial

Donald Trump detiene nuevas tarifas y le da a Huawei un espacio

The Economist
29 de junio de 2019

XI JINPING y Donald Trump dicen que se quieren mutuamente. Después de un año de disputas en espiral entre Estados Unidos y China, sus profesiones de amistad son difíciles de creer. Pero es cierto que cada vez que se reúnen, generalmente logran estabilizar la relación de sus países, al menos por un tiempo. Su reunión el 29 de junio, al margen de la cumbre del G20 en Osaka, parece haberlo hecho nuevamente.

Las dos superpotencias acordaron reanudar sus negociaciones comerciales de nuevo, y Estados Unidos desistió de aplicar tarifas adicionales. Ese es un bienvenido respiro para los mercados y las empresas globales y, de hecho, para cualquiera que espere que China y Estados Unidos puedan encontrar una manera de evitar una nueva guerra fría.

Sin embargo, también es cierto que los períodos de calma después de las reuniones anteriores de Xi-Trump solo han durado poco, y en última instancia han sido seguidos por una progresiva escalada de la guerra comercial. Si eso sucede esta vez dependerá de las negociaciones que están programadas para comenzar de nuevo. Hay muchas razones para el pesimismo y una para el optimismo cauteloso.

Los detalles de lo que los líderes acordaron durante su reunión de 80 minutos aún son escasos. La mayor sorpresa fue la declaración de Trump en una conferencia de prensa posterior de que Estados Unidos permitiría a sus compañías tecnológicas continuar vendiendo componentes a Huawei, un gigante chino de las telecomunicaciones, una aparente inversión de una decisión anterior para incluirla en la lista negra. Ese es un gran indulto para Huawei, y una victoria para Xi. Pero Trump también sugirió que una decisión final sobre cómo manejar a Huawei dependería del destino de las conversaciones comerciales.

Se había esperado la decisión de Estados Unidos de suspender el pago de nuevas tarifas, porque China había establecido esa condición previa para la reanudación de las conversaciones. Pero de todos modos es importante. Hasta el momento, los Estados Unidos han impuesto aranceles del 25% sobre las importaciones chinas por un valor de $ 250 mil millones, aproximadamente la mitad de lo que China vende a Estados Unidos. Trump había amenazado con imponer aranceles en casi todas las importaciones chinas restantes si las conversaciones con Xi iban mal. Los funcionarios chinos, por su parte, enfatizaron el acuerdo de los líderes de que las conversaciones se desarrollarían “sobre la base de la igualdad y el respeto mutuo”, una redacción que ayuda a abordar su queja de que Estados Unidos estaba haciendo demandas unilaterales.

Sin embargo, una lección obvia del año pasado es que será extremadamente difícil alcanzar un trato real. Cuanto más dura la disputa, más intratable parece ser. Al principio, Trump se centró en el enorme superávit comercial de China con Estados Unidos. Pero pronto quedó claro que su enfoque combativo había descifrado una serie de quejas estadounidenses de larga data. Entre los temas que se han figurado en las conversaciones están: las restricciones al acceso de las empresas extranjeras al mercado chino, la mala calidad de la propiedad intelectual de China y la variedad de subsidios que sustentan su modelo económico.

El conflicto comercial también ha dejado al descubierto una rivalidad sobre la tecnología que está destinada solo a ser más intensa. Incluso si Estados Unidos y China logran reducir los aranceles, estos son solo una parte de su enfrentamiento cada vez más extenso. Los inversionistas e investigadores chinos en América enfrentan más restricciones y escrutinio. China ha dicho que incluirá en la lista negra a las empresas extranjeras que cortarán los suministros a sus empresas. Ambos países están desarrollando planes dirigidos específicamente a frenar la dependencia tecnológica del otro.

En cierto modo, también, la dinámica política ha empeorado. Trump se dirige a un año electoral y no quiere parecer blando ante China. En la propia China, el campo se ha inclinado a favor de los que abogan por una postura más inflexible. Desde la ruptura de las conversaciones comerciales a principios de mayo, los medios estatales han desatado un bombardeo de comentarios que son muy críticos con Estados Unidos.

Muchos asumen que a medida que aumenta el costo de la guerra comercial, ya sea en forma de un crecimiento más lento o mercados dispersos, prevalecerán las cabezas más frías. Pero hasta Trump le gusta lo que ve. Las acciones estadounidenses simplemente lograron su mejor desempeño en la primera mitad en más de dos décadas (en gran parte gracias a la señal de la Reserva Federal de que recortará las tasas de interés). China ha sentido más dolor por la guerra comercial, pero sus políticas fiscales y monetarias también están cambiando en una dirección favorable al crecimiento. Entonces, por el momento, ambos países pueden sentirse envalentonados en lugar de constreñidos por sus economías.

La única razón para un optimismo cauteloso es que la nueva ronda de conversaciones debe basarse en un mayor realismo. La ruptura a principios de mayo ocurrió cuando los negociadores chinos insistieron en importantes revisiones de un acuerdo que los estadounidenses pensaban que estaba a punto de hacer. No se sabe si hubo un cambio de actitud en el lado chino, la sensación de que habían cedido demasiado, o si fue una táctica de negociación, una reducción de las promesas a último momento.

En cualquier caso, la congelación de las conversaciones en los últimos dos meses no ha sido un desperdicio total. China ha establecido su posición más explícitamente que antes, haciendo tres demandas principales: Estados Unidos debe eliminar todos los aranceles impuestos a China desde el inicio de la guerra comercial; los compromisos para comprar más productos estadounidenses deben ser “realistas”; y el texto del acuerdo final debe ser equilibrado, no solo una lista de concesiones chinas. La parte estadounidense siempre ha sido clara sobre lo que quiere de China: compromisos creíbles tanto para reducir su superávit comercial como para reformar sus políticas económicas, respaldadas por mecanismos de aplicación si no lo hacen.

Los funcionarios chinos y estadounidenses ya deberían tener una buena idea del alcance de un eventual acuerdo. El hecho de que estén listos para reanudar las conversaciones sugiere que piensan que un acuerdo es posible. Pero si el resultado es otra ruptura, nadie debería sorprenderse. Lampadia




Democracia y capitalismo

Democracia y capitalismo

En los últimos años, se ha hecho palpable la vulnerabilidad de las democracias con el ascenso de los populismos no solo en América Latina (ver Lampadia: Se profundiza el populismo en América Latina, Las democracias están en peligro en América Latina), sino también en el mundo desarrollado, en EEUU con Donald Trump, por ejemplo, o en Gran Bretaña con el Brexit y la nefasta posibilidad de que Boris Johnson asuma las riendas del Partido Conservador (ver Lampadia: ¿Boris Johnson como primer ministro del Reino Unido?).

Así, el enorme desarrollo de la calidad de vida en los últimos años provisto por el capitalismo (ver Lampadia: Recuperando lo mejor del capitalismo) – sistema económico que ha coexistido junto a tales democracias – pareciera no haber sido suficiente para amordazar el descontento de las grandes masas, quienes se ven constantemente engañadas por los “supuestos” males de la globalización y el libre comercio – tales como la creciente desigualdad y el estancamiento de las clases medias, pero que son falsos (ver Lampadia: Otra mirada al mito de la desigualdad, Retomemos el libre comercio) – y terminan apostando en las urnas por líderes políticos que los llevan a su autodestrucción. He aquí la crítica de porqué ambos procesos, las democracias – sistema político que defiende la soberanía de las mayorías – y el capitalismo, podrían no ser sostenibles o en todo caso compatibles en el tiempo.

Sin embargo, ¿qué nos dice la evidencia histórica al respecto, más allá de la coyuntura internacional actual?

Un reciente artículo escrito por The Economist, que compartimos líneas abajo, cita un interesante estudio que da algunos insights para responder esta pregunta. Si bien los autores de tal estudio son conscientes de la debilidad que presentan la democracia y el capitalismo en conjunto, su análisis histórico los hace concluir: Desde los albores de la industrialización, ninguna democracia capitalista avanzada ha caído fuera de las filas de los países de altos ingresos o ha regresado permanentemente al autoritarismo”.

Asimismo, agregan: “En las economías avanzadas, la democracia y el capitalismo tienden a reforzarse mutuamente”. Si esto es así, ¿cómo replicar tales modelos en nuestra región para que estas crisis democráticas sean menos recurrentes en el futuro?

Ellos recomiendan profundizar en 3 mecanismos, de los cuales queremos destacar uno en particular: el relacionado a las clases medias. Ellos recomiendan que es fundamental contar con clases fuertes y comprometidas, que internalicen los beneficios del mercado y que los defiendan, para que ambos procesos, la democracia y el capitalismo, funcionen en conjunto.

No podríamos estar más de acuerdo. Como hemos presentado en El libro de la clase media peruana, la clase media en nuestro país es una de las mejores representaciones del desarrollo reciente del país. Asimismo, es una de las más resilientes en los últimos años al seguir mostrando un persistente crecimiento, frente a la desaceleración de nuestra economía (ver Lampadia: Clase media aumentó en mayoría de regiones). Por ende, es clave difundir su progreso y hacerla escuchar en los procesos democráticos, de manera que nuestro país, como indican The Economist, no caiga en la trampa de que la democracia y el capitalismo terminen comportándose como una incómoda pareja. Lampadia

¿Qué tan compatibles son la democracia y el capitalismo?
El estrés económico y el cambio demográfico están debilitando una relación simbiótica

The Economist
11 de junio, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Ultimamente, las democracias más antiguas del mundo han comenzado a parecer más vulnerables que venerables. EEUU parece destinado a un enfrentamiento constitucional entre el ejecutivo y la legislatura. El Brexit ha sumido a Gran Bretaña en una marea constitucional propia. Tales problemas podrían ser confundidos con una venganza. En los últimos años, los economistas políticos han argumentado que la creciente desigualdad en el mundo angloamericano debe eventualmente amenazar los cimientos de la democracia; un libro sobre el tema de Thomas Piketty, un economista francés, ha vendido más de un millón de copias. Ese argumento canaliza una visión desgastada por el tiempo, sostenida por pensadores desde Karl Marx a Friedrich Hayek, de que la democracia y el capitalismo pueden resultar incompatibles.

Tan poderosamente como se hacen tales argumentos, el siglo pasado cuenta una historia diferente. El club de democracias ricas no es fácil de unir, pero los que entran tienden a quedarse allí. Desde los albores de la industrialización, ninguna democracia capitalista avanzada ha caído fuera de las filas de los países de altos ingresos o ha regresado permanentemente al autoritarismo. Esto no es una coincidencia, dicen Torben Iversen de la Universidad de Harvard y David Soskice de The London School of Economics, en su reciente libro, “Democracia y Prosperidad”. Más bien, escriben, en las economías avanzadas, la democracia y el capitalismo tienden a reforzarse mutuamente. Es un mensaje tranquilizador, pero que enfrentará pruebas severas en los próximos años.

Los economistas y los teóricos políticos han imaginado todo tipo de formas en que las democracias capitalistas podrían fallar.

  • La más antigua es la preocupación de que las masas populares votarán para expropiar la riqueza (ganada con esfuerzo o no) de los empresarios y terratenientes, y sin derechos de propiedad seguros no puede haber capitalismo.
  • Hayek pensó que los gobiernos de principios del siglo XX, al responder a las preocupaciones de las masas, tenían una toma de decisiones económicas demasiado centralizada, un camino que conducía eventualmente al totalitarismo.
  • Otros pensadores siguieron a Marx al considerar que era la codicia de los capitalistas la que haría el mayor daño.
  • Joseph Schumpeter temía que a medida que las empresas se hicieran más poderosas, estas pudieran impulsar a un país hacia el corporativismo y el clientelismo, ganando derechos de monopolio que generarían ganancias que podrían compartir con los políticos.
  • Piketty y otros dicen que la desigualdad aumenta naturalmente en los países capitalistas, y que el poder político se concentra junto con el poder económico de una manera inestable.
  • Otros economistas, como Dani Rodrik, han argumentado que la participación plena en la economía global obliga a un país a renunciar a un grado de soberanía nacional o democracia. Reducir las barreras al comercio significa armonizar las políticas comerciales y regulatorias con otros países, por ejemplo, lo que reduce la capacidad de cada gobierno para adaptarse a las preferencias nacionales.

Pero si el capitalismo y la democracia son una pareja tan incómoda, ¿qué explica su larga coexistencia en el mundo rico? Iversen y Soskice consideran que el capitalismo y la democracia pueden apoyarse mutuamente, con tres pilares estabilizadores.

  • Uno es un gobierno fuerte, que limita el poder de las grandes empresas y los sindicatos, y garantiza mercados competitivos. A los países más débiles les resulta más difícil resistirse a la conveniencia a corto plazo de asegurar el poder protegiendo los monopolios.
  • El segundo es una clase media considerable, que forma un bloque político que comparte la prosperidad creada por una economía capitalista. Se llega a un acuerdo en el que el estado proporciona educación superior masiva en términos generosos, al tiempo que fomenta el desarrollo de industrias fronterizas que exigen trabajadores calificados. Por lo tanto, los hogares de clase media consideran que es probable que el crecimiento económico beneficie a ellos y a sus hijos. (El aumento de la desigualdad no es una amenaza para las democracias capitalistas, estiman los autores, porque los votantes de clase media se preocupan poco por los pobres y no apoyan una redistribución más amplia que pueda aumentar sus impuestos). Proporcionar la red de educación, infraestructura y seguridad social que apoya a una clase media próspera requiere ingresos fiscales sustanciales.
  • Para que el sistema tenga un tercer pilar es necesario: grandes empresas que no sean muy móviles. Antes de la rápida globalización reciente no había problema. Sin embargo, incluso ahora las empresas están más enraizadas de lo que comúnmente se piensa. Aunque las multinacionales son expertas en el cambio de la producción y las ganancias en todo el mundo, en una economía del conocimiento, las empresas líderes no pueden romper sus conexiones con redes de personas calificadas como las de Londres, Nueva York o Silicon Valley. Sus complejos planes de negocios y tecnologías de vanguardia requieren el know-how desarrollado y disperso a través de estas redes locales. Eso aumenta el poder del estado en relación con las empresas y le permite cobrar impuestos y gastar.

A media máquina
Discutir con los detalles, pero la historia general —las compañías inmóviles que otorgan a los gobiernos un grado de soberanía, que ellos mismos usan para impulsar a las clases medias— parece una explicación plausible de la estabilidad de las democracias capitalistas avanzadas. Sin embargo, deja mucho de qué preocuparse. Se basa en que las clases medias se sientan confiadas con la economía. Una fuerte desaceleración en el crecimiento de los ingresos medios reales, como en EEUU y Gran Bretaña en los últimos años, podría no enviar a los votantes a las barricadas, pero podría fortalecer el atractivo de los movimientos que amenazan con alterar el status quo. Los gobiernos también se están volviendo menos receptivos a las prioridades de la clase media. EEUU es demasiado disfuncional, y Gran Bretaña está demasiado distraída con el Brexit, para centrarse en mejorar la educación, la infraestructura y la competitividad de los mercados.

El cambio demográfico también puede tener un costo: a las generaciones más viejas y más blancas no les importa mucho si una posible clase media que no se parece a ellas tiene oportunidades para avanzar o no. Entonces, también, los autores pueden haber subestimado el efecto corrosivo de la desigualdad. Amenazar con irse no es la única manera en que los ricos pueden ejercer el poder. Controlan los medios de comunicación, financian el pensamiento y agradecen y se convierten en candidatos políticos. Las democracias orgullosas bien pueden sobrevivir a este período de agitación. Pero sería un error asumir que la supervivencia se puede dar por sentada. Lampadia




Auge de empleo en países ricos

Como hemos venido mostrando insistentemente en diversas publicaciones (ver Lampadia¿Se recupera el Capitalismo? – EEUU: Crecen salarios de los menos remuneradosCuidados en el manejo de cifras de pobreza,  Retomemos el libre comercioOtra mirada al mito de la desigualdad) los “supuestos” males de la globalización y del libre comercio en los países ricos – que se condicen con incrementos de la desigualdad y estancamientos de los ingresos de la clase media – no son tales si se confrontan con los datos de los hogares, dejando entrever más bien un enorme progreso en la calidad de vida global gracias a ambos procesos de desarrollo, enmarcados en un sistema capitalista.

Por ejemplo, en EEUU – país en el que esta discusión estuvo en boga en las últimas elecciones presidenciales – los ingresos reales promedio de los hogares – ajustados ya no solo por el IPC, sino también por el tamaño de los hogares, transferencias, impuestos, entre otros factores – experimentaron un incremento del 51% entre 1979 y 2014. Veamos.

Fuentes: Oficina del Censo; CBO; BLS; BEA; NBER; The Economist

Fuentes: Oficina del Censo; CBO; BLS; BEA; NBER; The Economist

En esta línea, queremos compartir un reciente artículo escrito por The Economist (ver artículo líneas abajo) que reconfirma esta tendencia de bienestar producida por el sistema capitalista en los países desarrollados, ahora, en el campo del empleo.

Como señala The Economist, Gracias al auge del empleo, el desempleo, que una vez fue el tema central de la economía política, prácticamente ha desaparecido del panorama político en muchos países”.

A la luz de estos resultados en los países de altos ingresos, los hacedores de política de nuestra región deberían profundizar más en reformas de mercado, de manera que los beneficios del capitalismo, la globalización y el libre comercio puedan ser también aprovechados por los trabajadores. Nosotros seguiremos defendiendo dichos procesos con mucho ahínco. Lampadia

El mundo rico está disfrutando de un boom de empleo sin precedentes

Los críticos del capitalismo aún no se han dado cuenta

The Economist
23 de mayo, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Todos dicen que el trabajo es miserable. Los trabajadores de hoy, si tienen la suerte de escapar de la economía gig y tienen un trabajo real, han perdido el control sobre sus vidas. Están mal pagados y explotados por jefes inescrupulosos. Y se enfrentan a un futuro precario, ya que las máquinas amenazan con dejarlos sin empleo.

Hay un solo problema con esta imagen sombría: está en desacuerdo con la realidad. La mayoría del mundo rico está disfrutando de un auge de empleos con un alcance sin precedentes. No solo el trabajo es abundante, sino que también está, en promedio, mejorando. El capitalismo está mejorando el grupo de trabajadores más rápido de lo que lo ha hecho en años, a medida que los mercados laborales restringidos aumentan su poder de negociación. El zeitgeist ha perdido contacto con los datos.

Solo el trabajo

En EEUU, la tasa de desempleo es solo del 3.6%, la tasa más baja en medio siglo. Menos apreciada es la abundancia de empleos en la mayor parte del mundo rico.

  • Dos tercios de los miembros de la OCDE, un club de países en su mayoría ricos, disfrutan de un empleo récord entre los jóvenes de 15 a 64 años.
  • En Japón, el 77% de este grupo tiene un empleo, seis puntos porcentuales más en seis años.
  • Este año los británicos trabajarán un récord de 350,000 millones de horas al mes.
  • Alemania está disfrutando de una bonanza de ingresos fiscales luego de un aumento en el tamaño de su fuerza laboral.
  • Incluso en Francia, España e Italia, donde el desempleo sigue siendo relativamente alto, el empleo en edad laboral está cerca o sobrepasa los niveles de 2005.

El auge del empleo en el mundo rico es en parte cíclico – el resultado de una década de estímulo económico y recuperación desde la gran recesión. Pero también refleja los cambios estructurales. Las poblaciones son cada vez más educadas. Los sitios web son eficientes para emparejar vacantes y solicitantes calificados. Y cada vez más mujeres trabajan. De hecho, las mujeres representan casi todo el crecimiento de la tasa de empleo en el mundo rico desde 2007. Eso tiene algo que ver con las políticas a favor de la familia en Europa, pero desde 2015 la tendencia también se encuentra en Estados Unidos. Por último, las reformas a los programas de bienestar, tanto para hacerlos menos generosos como para fortalecer las pruebas de elegibilidad, parecen haber alentado a las personas a buscar trabajo.

Gracias al auge del empleo, el desempleo, que una vez fue el tema central de la economía política, prácticamente ha desaparecido del panorama político en muchos países. Ha sido reemplazado por una serie de quejas sobre la calidad y la dirección del trabajo. Estos son menos tangibles y más difíciles de juzgar que las estadísticas de empleo. Las más importantes son que la automatización está destruyendo oportunidades y que el trabajo, aunque abundante, es de baja calidad y precario. “Nuestro mercado laboral se está convirtiendo en un mar de inseguridad”, dice Jeremy Corbyn, líder del Partido Laborista británico.

Nuevamente, la realidad difiere. En la fabricación, las máquinas han reemplazado a los trabajadores durante décadas. Esto parece haber contribuido a un bolsillo de desempleo persistente entre los hombres estadounidenses. Pero a lo largo de la OCDE como un todo, un apocalipsis de trabajos realizado por máquinas y algoritmos, muy temido en Silicon Valley, no se ve por ninguna parte. Una mayor proporción de personas con solo una educación secundaria o menos está trabajando ahora que en 2000.

También es cierto que los empleos de cualificación media se están volviendo más difíciles de encontrar a medida que cambia la estructura de la economía, y a medida que se expande el sector de servicios, incluida la economía gig. Para el 2026, EEUU tendrá más cuidadores que secretarios, según las proyecciones oficiales. Sin embargo, a medida que los mercados laborales se vacían, se crean más empleos altamente calificados que los menores. Mientras tanto, el trabajo de bajo nivel se está pagando mejor, en parte debido a los salarios mínimos más altos. En todo el mundo rico, los salarios por debajo de dos tercios de la mediana nacional son cada vez más escasos, no más comunes.

En cuanto a la precariedad, en EEUU los empleos a tiempo completo representaron la misma proporción de empleo en 2017 que en 2005. La economía gig representa solo alrededor del 1% de los empleos allí. En Francia, a pesar de las reformas recientes para hacer que los mercados laborales sean más flexibles, la proporción de nuevas contrataciones otorgadas a contratos permanentes recientemente alcanzó un máximo histórico. El trabajo verdaderamente precario se encuentra en países del sur de Europa como Italia, y no se puede culpar a los empleadores explotadores ni a la tecnología moderna. El culpable es una ley pasada de moda que sutura los mercados laborales, y excluye a los trabajadores jóvenes para mantener a los empleados internos en trabajos cómodos.

En otros lugares, los beneficios derivados de un trabajo abundante se están volviendo claros. A medida que las empresas compiten por los trabajadores en lugar de los trabajadores por los puestos de trabajo, el aumento del salario promedio está aumentando, aumentando la participación de los trabajadores en el pastel, aunque no tan rápido como podría haber sugerido la extensión del auge. Los apretados mercados laborales llevan a las empresas a buscar empleados en grupos desatendidos, incluso entre ex convictos, y a impulsar la capacitación en medio de la escasez de habilidades. Los expertos estadounidenses se preocuparon durante años sobre cómo ajustar las listas de beneficios por discapacidad. Ahora el caliente mercado laboral lo está haciendo por ellos. De hecho, una atracción del auge del empleo es su potencial para ayudar a resolver los males sociales sin que los gobiernos tengan que hacer o gastar mucho.

No obstante, los políticos tienen lecciones que aprender. Los economistas han vuelto a ser humildes. Constantemente han subestimado el empleo potencial, lo que lleva a una política monetaria y fiscal dudosa. Del mismo modo que su perspectiva optimista sobre las finanzas en la década de 2000 contribuyó a la crisis, su pesimismo erróneo sobre el potencial de crecimiento del empleo en la década de 2010 ha frenado innecesariamente la recuperación.

La izquierda debe aceptar que muchas de las críticas con las que califican al capitalismo no se ajustan a los hechos. La vida en el fondo del mercado laboral no es feliz, ni mucho menos. Sin embargo, la gran cantidad de trabajadores está mejorando y los primeros empleos son una plataforma de lanzamiento mucho mejor para algo superior al desempleo. Si no se reconoce esto, se producirá una intervención gubernamental que, en el mejor de los casos, es innecesaria y, en el peor, pone en peligro el progreso reciente. El auge del empleo parece estar en parte debido a las reformas de asistencia social a las que personas como Corbyn se han opuesto enérgicamente.

La derecha debe reconocer que los empleos se han disparado sin la hoguera de las regulaciones que típicamente forman su política de mercado laboral. De hecho, las normas del mercado laboral están proliferando. Y aunque el jurado está deliberando sobre si el aumento de los salarios mínimos está perjudicando a algunos grupos, como los jóvenes, no están haciendo un daño que sea lo suficientemente grande como para aparecer en el agregado.

El auge del empleo no durará para siempre. Eventualmente, una recesión lo matará. Mientras tanto, merece un poco de agradecimiento. Lampadia




EEUU amenaza con aumentar aranceles a China

EEUU amenaza con aumentar aranceles a China

Como hemos escrito anteriormente en Lampadia:  Desaceleración global es altamente probable en 2019 , El Perú crece por debajo de su potencial, el desempeño futuro del conflicto comercial EEUU-China es sumamente importante en la coyuntura económica internacional porque podría comprometer el crecimiento de muy corto plazo de países emergentes como el Perú, siendo ambos países sus principales socios comerciales. Por ahora el precio del cobre ya bajó.

En esta línea, el pasado 5 de mayo afloraron en las redes sociales dos inusitados tuits del presidente de EEUU, Donald Trump, que amenazaban a China con imponer una mayor carga arancelaria – 25% para ser exactos –  tanto a las importaciones chinas con menor gravamen (10%) – valorizadas en US$ 200,000 millones – como a aquellas inafectas – valorizadas en US$ 300,000 millones –, a puertas del cierre de las negociaciones de un acuerdo comercial que parecía ya tener la aprobación de ambos países hasta hace unos días.

Y las reacciones en los mercados financieros internacionales no se hicieron esperar. Desde Wall Street, pasando por las bolsas de valores de Europa, y las de Asia reportaron notables pérdidas en los últimos días; mientras que el dólar ganaba terreno frente a importantes divisas como el euro y el yuan, y lo correspondiente también sucedía con las monedas de los mercados emergentes, incluido nuestro sol.

¿Qué motivaciones hay detrás de las reacciones del presidente Trump? Pero más importante aún, ¿están realmente justificadas a la luz del futuro bienestar del país americano?

Un reciente artículo publicado por The Economist (ver artículo líneas abajo) señala lo siguiente respecto a la primera pregunta, Trump podría haber pensado que su amenaza aumentaría la presión sobre China, ayudando a obtener más concesiones justo antes de la recta final”.

En efecto. Trump realizó estas declaraciones a puertas de la última sesión de negociaciones comerciales llevada a cabo esta semana – previo al firmado del acuerdo histórico con su homólogo Xi Jinping –  anticipándose a que los chinos modificaran sus principales compromisos pactados en las últimas reuniones, que, según sus fuentes en la Casa Blanca, este sería el caso.

En nuestra opinión, esto último se explicaría porque, si bien las condiciones del acuerdo eran claras en la esencia – como indica The Economist – sus detalles y compromisos eran imprecisos y concretamente porque estaban afectos, entre otras cosas, al desempeño de la economía china frente a las reformas. Aparentemente este último factor habría sido uno de los determinantes del posible cambio de parecer de las autoridades chinas.

Por otra parte, y respondiendo a la segunda pregunta, The Economist agrega, “Pero Trump se está engañando a sí mismo si piensa que puede poner a China de rodillas con aranceles y que EEUU no sufrirá daños”.

Si bien la primera ronda de aumento de aranceles de 10% al 25% – que se haría efectiva a partir del viernes 10 de no llegarse a una solución al conflicto – sobre las importaciones valorizadas en US$ 200,000 millones tendría un impacto menor en los consumidores estadounidenses- al ser en su totalidad insumos industriales – el gravar al resto de productos chinos – que incluyen los bienes de consumo – sí incrementaría los precios generando menor bienestar entre ellos en un período de tiempo no menor.

Ello se ilustra mejor con un principio fundamental que provee una de las teorías que históricamente han explicado mejor el comercio internacional: La teoría de la ventaja comparativa de David Ricardo. EEUU al ser menos competitivo relativamente que China en una gran gama de productos manufacturados, debería especializarse en productos de alguna otra rama productiva de la economía, de manera que sean provistos a un precio competitivo en los mercados internacionales. Si se pretende proteger industrias no especializadas en dichos productos, tarde o temprano, los precios aumentarán por los mayores costes arraigados, trasladando malestar al consumidor.

Si bien pueden haber razones de incomodidad por parte del presidente Trump con los productores chinos relacionadas a la violación a los derechos de propiedad intelectual y un amplio déficit comercial con China, consideramos que de ninguna manera el mejor camino para solucionar dichas atingencias debería ser recurrir a un proteccionismo desenfrenado, considerando además que el libre comercio –junto a la globalización – ha sido una de las principales fuerzas propulsoras del desarrollo global en las últimas dos centurias (ver Lampadia: Recuperando lo mejor del capitalismo). Por el contrario, debería ser el imperio de la ley y la profundización de sus relaciones bilaterales con China lo que debería llevar a EEUU a darle solución a tales problemas.

En este sentido, esperamos que en las reuniones que están siendo llevadas a cabo entre las delegaciones estadounidenses y chinas se llegue a un acuerdo comercial que permita dejar atrás esta nefasta guerra comercial, que, como cualquier otra guerra de otra índole, ninguno de los que participan en ella, no termina de percibir bajas. Lampadia

Las conversaciones comerciales entre EEUU y China están en riesgo de ruptura
De vuelta a tus estaciones de batalla

Tras los indicios de progreso, un tuit de Donald Trump siembra dudas

The Economist
6 de mayo, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

JUSTO CUANDO parecía que EEUU y China estaban cerca de un acuerdo, el presidente Donald Trump ha llevado a los dos países al borde de una guerra comercial en toda la regla. En un par de tweets a fines del 5 de mayo, amenazó con imponer aranceles del 25% en todas las importaciones chinas, una tasa que se aplica a solo una porción mucho menor de las importaciones en la actualidad. “El acuerdo comercial con China continúa, pero muy lentamente, mientras intentan renegociar. ¡No!” dijo. Hace solo un mes había proclamado que se estaba preparando un “acuerdo épico”. El repentino cambio de tono sacudió a los inversores en Asia y, sobre todo, en China. El CSI 300, un índice de las principales acciones chinas, cayó casi un 6% el 6 de mayo, su peor día en más de tres años.

La primera pregunta es cuáles serán las consecuencias para las negociaciones comerciales. Las reuniones intensificadas en las últimas semanas habían alimentado la impresión de que un acuerdo estaba a la vista. Los negociadores estadounidenses, encabezados por Robert Lighthizer, el Representante de Comercio de los EEUU, estuvieron en Beijing la semana pasada. Esta semana, Liu He, un viceprimer ministro chino, iba a encabezar una delegación de docenas de funcionarios chinos de alto nivel en un viaje a Washington para la próxima ronda de discusiones. Los observadores comenzaron a escudriñar el programa público de Trump para encontrar vacíos cuando Xi Jinping, el presidente de China, podría reunirse con él para firmar su pacto. Junio parecía una buena opción. Pocos apostarían en eso hoy.

Trump podría haber pensado que su amenaza aumentaría la presión sobre China, ayudando a obtener más concesiones justo antes de la recta final. En cambio, existe una posibilidad real de que pueda provocar un endurecimiento de la posición de China. Algunos incluso especularon que Liu y su delegación viajera de funcionarios se retirarán de las reuniones de esta semana. “Dejemos que Trump suba los aranceles. Veamos cuándo pueden reanudarse las conversaciones comerciales”, tuiteó Hu Xijin, editor de Global Times, un periódico chino de propiedad estatal conocido por su veta nacionalista. (Los reguladores chinos parecen contentarse con dejar que Hu use el software para evadir el Great Firewall y enviar dichos mensajes a Twitter, que de otro modo está bloqueado en China).

Durante meses, el resumen de un acuerdo ha sido claro. China se comprometería a comprar más productos de EEUU para reducir su superávit comercial, y EEUU se comprometería a reducir los aranceles de las importaciones chinas siempre que China establezca el campo de juego para las compañías extranjeras. Pero los detalles siempre fueron desconcertantes. ¿Cómo medir el progreso de China en la reforma de su economía? Los funcionarios estadounidenses se han cansado de lo que ven como el avance de China en el cumplimiento de sus promesas. ¿Cómo hacer cumplir el trato? EEUU quería el derecho de imponer aranceles sin amenaza de represalias si China violaba el acuerdo. Los asesores chinos dijeron que eso era inviable. Dadas estas dificultades para alcanzar un gran acuerdo, un conjunto de compromisos más imprecisos parecía el resultado más probable. Las tensiones comerciales seguramente persistirían, reavivándose de manera intermitente en los próximos años, pero la perspectiva de los aranceles ojo-por-ojo se reducirá.

Ahora, sin embargo, el riesgo inmediato es la escalada. El año pasado, EEUU impuso aranceles del 25% sobre las importaciones chinas por un valor de US$ 50,000 millones y el 10% sobre otros US$ 200,000 millones adicionales, dejando unos US$ 300,000 millones aproximadamente sin tocar. Trump ha amenazado con un aumento de dos pasos. Primero, el viernes, EEUU elevaría los aranceles del 10% al 25%. Poco después, colocaría aranceles del 25% sobre todos los bienes restantes (un período de comentarios públicos ralentizaría la implementación real). Hasta ahora, China ha sido moderada en su represalia a los aranceles estadounidenses, incluso ha reducido los aranceles a las importaciones de automóviles desde EEUU a medida que avanzaban las conversaciones. Pero si EEUU sigue adelante con los aranceles en todos los ámbitos, Xi estará bajo presión para defenderse. Debido a que China importa mucho menos de EEUU de lo que exporta a EEUU, los aranceles son solo una opción limitada para ello. Un escenario es que podría perjudicar a EEUU de otras maneras – por ejemplo, es usando los medios estatales para que los consumidores se opongan a las compañías desde Starbucks hasta Apple, que cuentan con China como una gran fuente de ingresos. “El primer paso en las negociaciones es generar confianza”, dice Zhu Ning, economista de la Universidad de Tsinghua. “Ahora parece que la confianza casi se ha ido”.

Una guerra comercial total, sin duda, sería perjudicial para ambos países. Como el mayor exportador, China probablemente sufriría más. Pero Trump se está engañando a sí mismo si piensa que puede poner a China de rodillas con aranceles y que EEUU no sufrirá daños. Durante el último semestre, el gobierno de China ha administrado un estímulo moderado que ha estabilizado el crecimiento y ha impulsado un gran repunte en su mercado de valores. Incluso con la caída del lunes, las acciones chinas siguen subiendo un 25% desde principios de año. El gobierno ha mantenido la potencia de fuego fiscal en reserva, en parte debido a la incertidumbre sobre la guerra comercial. Aumentar su programa de estímulo ayudaría a amortiguar el golpe de los aranceles más altos. En cuanto a EEUU, los consumidores se han visto protegidos en gran medida del impacto de los aranceles en las importaciones chinas porque se han centrado en los insumos industriales. Si se aplicaran aranceles a todas las importaciones, los consumidores no se librarían: el costo de los productos desde almohadas a teléfonos inteligentes aumentaría considerablemente.

El riesgo de una desaceleración mutua asegurada ha quedado en manos de Trump en el pasado. Fue cuando el mercado de valores estadounidense cayó bruscamente en diciembre cuando comenzó a construirse un impulso hacia un acuerdo comercial con China. Xu Gao, un economista de Everbright Securities Asset Management, una firma china, sigue siendo optimista de que prevalecerá la misma lógica. Trump, afirma, retirará en última instancia la amenaza arancelaria, por temor a socavar el crecimiento de EEUU. Incluso con toda la fanfarronada, eso todavía parece plausible. Pero la cercanía del error de cálculo es demasiado evidente. Lampadia