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Elon Musk toma Twitter de las alas

Por: Maite Vizcarra
El Comercio, 3 de Noviembre del 2022

“¿Qué pasa entonces cuando empezamos a discriminar contenidos en las redes sociales, digamos Twitter? Esta es la pregunta que nos estamos formulando ahora que el multimillonario Elon Musk acaba de adquirir esa red social”.

Nadie puede negar que parte del sustrato de algunos discursos políticos modernos se asocia con el uso de la tecnología digital en tanto un catalizador de empoderamiento ciudadano. Al uso de lo digital en la arena política se le conoce como ‘hacktivismo’ y también como ‘ciber política’.

Y manifestaciones claras de esos nuevos discursos van desde la consabida estrategia digital de posicionamiento del carismático Barack Obama, las revueltas árabes contra dictaduras –Primavera árabe–, la hipervigilancia ciudadana y la irrupción de nuevas formas de participación política a través de las redes sociales.

Con todo, el surgimiento de estos nuevos discursos es parte de un fenómeno que se asocia a la naturaleza anárquica de la llamada Internet 2.0 –web 2.0–, que tuvo en espacios como Facebook, Twitter o Reddit, el escalamiento de estas nuevas maneras de participación social.

Tal vez convenga recordar que la primera versión de Internet que conocemos -web 1.0- fue creada originalmente para permitir el intercambio de artículos académicos entre expertos, mientras que la 2.0 tuvo como objetivo permitirle a la gente común compartir lo que ella quisiera.

En los albores de Twitter, allá por el lejano año 2008, el ‘blogger’ y académico Ethan Zuckerman enunció la “Teoría del gatito bonito” sobre el activismo digital. Zuckerman señalaba que la mayoría de la gente no está interesada en el activismo, sino que buscaba usar la web para propósitos mundanos, como buscar pornografía o ‘lolcats’ –gatitos bonitos–. Los usuarios suelen emplear ciertas herramientas en línea para estas actividades –claramente, las redes sociales–, por lo que estos servicios se hacen populares, llegando a escalas globales.

Zuckerman pensaba que la irrupción del activismo digital habría sido una derivada del mar de contenidos prosaicos que abundan en la web y que habría sido imposible sin la presencia de tanta gente sencilla interactuando hasta ser la masa crítica que permitió a líderes políticos y revolucionarios volverse anónimos al tiempo en que creaban impacto con sus discursos.

Los activistas digitales encontraron en estas plataformas su espacio, renunciando a crear sus propios sitios, dado que un eventual cierre o censura gubernamental de un servicio concurrido –Twitter– era casi imposible debido a la muy probable avalancha de quejas del usuario común.

En conclusión, una vez que un espacio digital se consolida como una herramienta de uso mundano, es mucho más propensa a ser empleada para el activismo en línea.

¿Qué pasa entonces cuando empezamos a discriminar contenidos en las redes sociales, digamos Twitter? Esta es la pregunta que nos estamos formulando ahora que el multimillonario Elon Musk acaba de adquirir esa red social.

Y aunque Musk se ha proclamado como un “libertario absolutista”, hay señales que ponen en peligro la naturaleza libérrima de Twitter y que tanto gusta a los hackers cívicos: volverse un servicio pagado.

Si, como se ha anunciado, en breve empezará el cobro por el uso del llamado “auto identificador azul” –una marca que hoy solo la adquieren usuarios de Twitter con mucha resonancia sin importar si lo que comparten es anodino o no– es probable que dejen de existir las ‘celebrities’ –la gente muy popular– en esa red, al menos de modo espontáneo. Y aun cuando Musk arguye que esta medida servirá para democratizar más a Twitter, lo que en verdad producirá es una discriminación de contenidos, la desaparición del anonimato y el fin de la libertad.

Los planes de Musk respecto al impacto que Twitter tiene en la política global aún no son muy claros. Sin embargo, medidas como la descrita pueden suponer el fin de una era y dar lugar a un nuevo Internet privatizado en donde los conflictos de intereses serán pan de cada día como afectación a la libertad de expresión global.

Toca estar atentos a esta historia porque nos involucra a todos, más allá de tener o no una cuenta con el pajarito azul.




Combatiendo la desinformación

Combatiendo la desinformación

La explosión de las redes sociales, que vino acompañada del uso casi universal de los smarthphones, supuso el acceso de millones de usuarios en  el mundo emergente a portales de noticias con relevancia nacional e internacional. Este es un fenómeno que era casi impensable hace un par de décadas atrás, cuando el internet concentraba su uso en unos pocos usuarios del primer mundo, como porcentaje de la población global.

Sin embargo, si bien este proceso de descentralización del acceso a la información resultó útil para mejorar la toma de decisiones de personas y empresas en un contexto político y económico cambiante, también conllevo consigo sus propios peligros si los medios encargados de dicha difusión, sesgados o mandados por ciertos gobiernos, inducían a la desinformación y a la calumnia.

Este es el caso, por ejemplo, de Letonia, Lituania y Estonia, países ex integrantes de la Unión Soviética, que hasta el día de hoy siguen siendo acosados por la autocracia rusa a través de diversas plataformas digitales con noticias falsas, con el objetivo de generales antipatía hacia el proyecto de la UE, al cual pertenecen y a Occidente, en general.

Afortundamante, y como explica The Economist en un reciente artículo que compartimos líneas abajo, diversos organismos de la sociedad civil lituana se han organizado para diseñar un sistema informático que, basado en diversos algoritmos bien diseñados, detecte y censure toda información sospechosa procedente de medios rusos en las redes.

Creemos que este tipo de iniciativas son sumamente interesantes y podrían aplicarse en países como el Perú para vigilar los contenidos de una prensa, que, además de estar altamente concentrada, tiene entre sus principales fuentes de ingresos al Estado.

No es coincidencia pues que constantemente adjudique los grandes males del país – como la mala salud, la mala educación, la desbordante inseguridad, entre otras – que comete la administración de turno, a otros poderes del Estado, como el ahora disuelto Congreso de la República, cuyas funciones no compete tales tareas. Lampadia

Desinformación
Los lituanos están utilizando software para luchar contra las noticias falsas

El país está asediado por la propaganda rusa

The Economist
26 de octubre, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

“Paciente cero” es un término médico que comenzó como un malentendido. Una de las primeras víctimas norteamericanas de SIDA fue anonimizada en algunos documentos como “Paciente O”. Se pensaba que el individuo en cuestión, Gaëtan Dugas, una azafata canadiense, había sido el punto de origen de la epidemia de sida de América del Norte. La lectura errónea de O (para “Fuera de California”) como 0 (es decir, cero), aunque accidental al principio, parecía propicio. De hecho, Dugas no fue el único punto del origen de esa epidemia. Pero el término se quedó y se ha extendido. De hecho, se ha extendido más allá de la medicina para abarcar otro tipo de plaga: la desinformación.

Demaskuok, que significa “desacreditar” en lituano, es un software que busca los ceros de las noticias falsas. Fue desarrollado por Delfi, un grupo de medios con sede en la capital de Lituania, Vilna, en conjunto con Google, una gran empresa estadounidense de tecnología de la información. Funciona analizando montones de verborrea en línea en lituano, ruso e inglés, anotando elementos por la probabilidad de que sean desinformación. Luego, al rastrear el historial en línea de informes que parecen sospechosos, intenta precisar el punto de origen de una campaña de desinformación: su paciente cero.

Jugando al ping-pong con el Kremlin

Demaskuok identifica a sus sospechosos de muchas maneras. Una es buscar una redacción que recuerde los temas que los propagandistas suelen explotar. Estos incluyen pobreza, violación, degradación ambiental, deficiencias militares, juegos de guerra, grietas sociales, virus y otros problemas de salud, errores políticos, mala gobernanza e, irónicamente, el descubrimiento del engaño. Y debido a que la desinformación efectiva despierta las emociones, el software mide la capacidad de un texto para hacer eso también. Los elementos con términos como “déficit de cuenta corriente” tienen menos probabilidades de ser falsos que los que mencionan niños, inmigrantes, sexo, etnias, animales, héroes nacionales e injusticias. El chisme y el escándalo son avisos adicionales. Es menos probable que la palabrería sobre los deportes y el clima provoque indignación, por lo que el software califica los elementos sobre esos temas como menos sospechosos.

Otra pista es que la desinformación está diseñada para ser compartida. Por lo tanto, Demaskuok mide la “viralidad”: la cantidad de veces que los lectores comparten o escriben sobre un artículo. La reputación de los sitios web que alojan un elemento o proporcionan un enlace a este proporciona información adicional. El software incluso considera el momento de la aparición de una historia. Las noticias falsas se publican desproporcionadamente los viernes por la noche cuando muchas personas, incluidos los desacreditadores, salen a tomar algo.

Los desinformadores también pueden ser descuidados. Por lo tanto, Demaskuok recuerda los nombres de las personas citadas en noticias falsas, ya que a veces surgen de nuevo. También ejecuta búsquedas de imágenes para encontrar otros lugares donde se ha publicado una imagen. Resulta que algunos aparecieron por primera vez antes de los eventos que supuestamente documentan. Otros también aparecen en sitios web con reputación de desinformación, como RT y Sputnik, ambos medios de comunicación respaldados por el gobierno de Rusia.

Este tipo de desinformación patrocinada por Rusia es una pesadilla en todas partes, pero es particularmente frecuente en Estonia, Letonia y Lituania, los tres países que, en 1990, fueron los primeros en declarar su independencia de la Unión Soviética, catalizando la desintegración de esa unión. Los estados bálticos, como a menudo se los conoce colectivamente, exacerbaron su ofensiva al unirse a la OTAN y la Unión Europea. Rusia, el titiritero de la Unión Soviética, no ha perdonado ni olvidado. Una consecuencia es que los estados bálticos son objetivos particulares de falsedades destinadas a confundir y desestabilizar.

Demaskuok es parte de la lucha. Ha mejorado desde que los periodistas de Delfi comenzaron a usarlo hace un año. Ahora puede marcar no solo fabricaciones totales, sino también trucos más astutos que funcionan por exageración u omisión. Viktoras Dauksas, que dirige Debunk Eu, una organización benéfica en Vilnius que se creó en junio para desarrollar aún más la tecnología, dice que ahora a veces incluso puede detectar “espejos rotos”. Este es su término para desinformación en la que los hechos son técnicamente precisos, pero se presentan selectivamente para engañar. La desinformación rusa, dice, se ha vuelto cada vez más traicionera, con elementos veraces “retorcidos en una forma de socavar la democracia”.

Demaskuok es bastante bueno. Aproximadamente la mitad de los elementos que marca demuestran, bajo el escrutinio humano, ser desinformación. Sin embargo, ese escrutinio es una parte importante del proceso.

Parte de ella proviene de los usuarios de Demaskuok. Además de Delfi, estos incluyen el Ministerio de Relaciones Exteriores de Lituania y una gran cantidad de medios de comunicación, centros de estudios, universidades y otras organizaciones. Después de estudiar un elemento que el software considera desinformación, las personas de estas organizaciones le dicen al sistema si estaba dentro o fuera de la marca. Eso mejora el rendimiento futuro.

Las autoridades dicen que la desacreditación abundante ha cultivado un escepticismo saludable en la mayoría de los Balts. Pero Eitvydas Bajarunas, del Ministerio de Relaciones Exteriores de Lituania, se preocupa por los efectos de la desinformación en los países más al oeste, donde menos personas temen la agresión rusa. Señala un informe falso el 25 de septiembre que afirmaba falsamente que 22 soldados alemanes habían profanado un cementerio judío en Kaunas, una ciudad a 100 km al oeste de Vilna. El descuido de cortar tal podredumbre de raíz, dice, y el apoyo político en Alemania para mantener tropas en Lituania podría fallar.

Además, a algunos les preocupa que incluso el éxito de Demaskuok pueda jugar en manos de Rusia. Rob Procter, profesor de informática social en la Universidad de Warwick, en Gran Bretaña, ofrece un pensamiento aleccionador. El objetivo del Kremlin, sugiere, no es tanto convencer a los occidentales de que ciertas falsedades son la verdad. Más bien, quiere que sus adversarios duden de que se pueda confiar en algo como verdadero. Si este es el objetivo, el software que aumenta el número de informes de noticias que se desacreditan puede, paradójicamente, tener el efecto contrario al previsto. Lampadia




Las oficinas siguen reinventándose

Las oficinas corporativas en el mundo desarrollado se encuentran en plena transformación ante las nuevas tendencias del mundo laboral – suscitada por la aparición de las tecnologías de la 4ta Revolución Industrial (4IR) -como la automatización de las ocupaciones y el teletrabajo (ver Lampadia: Automatización demandará nuevos empleos y habilidades).

Sin embargo, como The Economist señaló en un reciente artículo que compartimos líneas abajo, esta fase de cambio aún se encuentra en un proceso mancebo. Las organizaciones todavía se encuentran probando diferentes distribuciones de sus espacios físicos para menguar el aburrimiento de los trabajadores que se ven sometidos día a día muchas veces a la misma rutina en las oficinas.

Pero más importante aún, es que a los grandes directivos les está faltando pensar fuera de la caja, puesto que aún no se encuentran explotando plenamente las herramientas provistas por el Internet tanto actual como futuro, que prometen explorar esquemas de contratación laborales que no impliquen concentrar al personal en los grandes ámbitos urbanos. Ello posibilitaría no solo descentralizar la toma de decisiones mejorando la productividad, sino también reducir sustancialmente los costos fijos arraigados al uso de espacios físicos en las compañías (mantenimiento de oficinas, gastos de servicios, capacitaciones presenciales a trabajadores, entre otras).

Además, con la llegada del 5G y el Internet de las Cosas (IoT), cualquier dispositivo físico podrá estar conectado en el mundo a velocidades de descarga 10 a 20 veces más rápidas que las que tenemos con la actual tecnología 4G, mediante la incrustación de chips (ver Lampadia: Los avances del Internet de las cosas, ¿Cómo impulsará el 5G a nuestras vidas?). Ello impulsará las relaciones laborales fuera de los centros empresariales, pudiendo trabajar desde prácticamente cualquier parte del mundo.

En este sentido, predecimos buenos visos para el futuro de las oficinas y esperamos que las empresas en Occidente así como el mundo emergente, del cual el Perú es parte, puedan adecuarse con facilidad a estos nuevos procesos del mundo interconectado. Lampadia

El futuro de la oficina
Incluso si WeWork está en problemas, la oficina aún se reinventa

Podría conducir a un sistema de dos niveles

The Economist
28 de setiembre, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

“De nueve a cinco, tengo que pasar mi tiempo en el trabajo”, gritó Martha y los Muffins en 1980. “Mi trabajo es muy aburrido, soy empleado de oficina”. Muchos de los cientos de millones de personas que viajan para entrar a una oficina se sentirá tan abatido ante la perspectiva como lo hizo Martha. La oficina necesita una renovación. Pero la crisis en WeWork, una moderna firma de alquiler de oficinas cuyo jefe, Adam Neumann, renunció esta semana después de que su intento de flotar sus acciones se convirtiera en una debacle, muestra que las empresas todavía están luchando por encontrar un nuevo formato.

La gran oficina, como la fábrica, es un invento de los últimos dos siglos. La fábrica surgió debido a la maquinaria eléctrica, que requería que los trabajadores se reunieran en un solo lugar. Las grandes oficinas surgieron de la necesidad de procesar mucho papeleo y de que los gerentes instruyeran a los empleados sobre qué hacer. Pero ahora, Internet, la informática personal y los dispositivos portátiles significan que las transacciones se pueden tratar en pantalla y los gerentes pueden comunicarse instantáneamente con sus trabajadores, estén donde estén. La necesidad de que el personal esté en un solo lugar se ha reducido drásticamente.

Puede surgir un nuevo modelo: la energía eléctrica se utilizó por primera vez en la década de 1880, pero no fue hasta la década de 1920 que las fábricas cambiaron su diseño para aprovecharla al máximo. El nuevo modelo tendrá que equilibrar tres factores: el deseo de muchos trabajadores de un horario flexible; el alto costo para las empresas de mantener espacio de oficina; y el deseo compensatorio de reunir trabajadores calificados en un solo lugar, con la esperanza de que esto mejore la colaboración.

Las personas que trabajan en casa o en un Starbucks no necesitan desplazamientos estresantes y pueden ajustar sus horarios para adaptarse a su estilo de vida. A su vez, esa flexibilidad permite a las empresas reducir el espacio. Nuestro análisis de 75 grandes empresas de servicios cotizados en EEUU y Gran Bretaña muestra que los costos anuales de alquiler por empleado han disminuido en un 15% en los últimos 15 años, a US$ 5,000. Muchas empresas operan un sistema hot-desking donde los trabajadores encuentran un nuevo asiento todos los días. En las oficinas londinenses de Deloitte, una consultora, 12,500 personas tienen acceso al edificio, pero solo hay 5,500 escritorios disponibles.

Pero el hot-desking puede ser alienante. Todas las noches, los trabajadores deben borrar todo rastro de su existencia, ocultando sus posesiones. Cuando se apiñan en escritorios ubicados juntos, los trabajadores usan auriculares para callar a los vecinos ruidosos. Los estudios sugieren que esto lleva a más correos electrónicos y menos comunicación cara a cara. Demasiado para la colaboración y la camaradería.

Los trabajadores altamente calificados pueden ser repelidos por estas condiciones. Por lo tanto, la unidad de hot-desking ha estado acompañada de una tendencia compensatoria, en la que esta élite obtiene mejores instalaciones. Los que necesitan concentrarse tienen espacios tranquilos. Una mejor iluminación y aire acondicionado apuntan a mantener saludables a los empleados. La nueva sede de Apple tiene parques, un prado y un auditorio para 1,000 personas. La esperanza es que cuando los trabajadores se mezclan o se relajan, eso generará ideas.

Todo esto parece un cambio hacia un mundo de trabajo al estilo de una aerolínea, con asientos económicos para los drones y lujo de clase ejecutiva para trabajadores calificados, que disfrutan de algunos de los beneficios que una vez estuvieron reservados para los altos ejecutivos. Pero esta es una compensación difícil de lograr. WeWork ofrece un servicio de “economía premium” en el que una gama más amplia de trabajadores puede obtener algunas ventajas. Pero los temores de que sus ingresos por alquiler puedan ser insuficientes para compensar sus US$ 47,000 millones de pasivos por arrendamiento fueron una de las razones por las que su IPO se retrasó.

La oficina está obligada a cambiar aún más. Algunas empresas pueden preguntar si tiene sentido tener oficinas en los centros de las ciudades. En una era de colaboración remota, el software y los documentos se encuentran en la nube y las oficinas podrían dispersarse a lugares más baratos. El plan de negocios de Neumann está hecho jirones. Pero una de sus ideas seguramente es correcta: la oficina de mediados del siglo XXI será tan diferente de la actual como la fábrica de alta tecnología de la fábrica victoriana. Lampadia




Los avances del Internet de las cosas

Los avances del Internet de las cosas

El denominado Internet de las Cosas (IoT, en adelante), tecnología que permitirá la conectividad a la red de prácticamente cualquier bien físico a través de la implantación de chips, parece un fenómeno lejano en nuestro país; sin embargo, ya viene siendo una realidad en el primer mundo.

Un reciente artículo escrito por The Economist, que compartimos líneas abajo, incide en un listado de iniciativas del sector privado en EEUU que ya han puesto en la práctica el IoT en sectores económicos importantes como el automotriz o el comercio electrónico. Pero más importante aún lanza predicciones sobre los saltos cuánticos que se generarían en los modelos de negocio y en el mismo capitalismo desde sus fundamentos, una vez que sea instaurado plenamente en los países.

Conceptos que van desde la propiedad, el uso de los datos y la competencia en el mercado, serán sacudidos por esta tecnología, para bien en muchos casos pero que también sugiere una serie de interrogantes para la formulación de políticas públicas.

Por el lado de los beneficios, por ejemplo, es que permitiría un “tracking” de los productos vendidos, abriendo un abanico de posibilidades de servicios conexos como el reabastecimiento o mantenimiento de manera autónoma.

Sin embargo, y como hemos escrito en anteriores oportunidades (ver Lampadia: La biometría del comportamiento, Criptomonedas: ¿Fraude para despistados?), el problema de varias de estas tecnologías provistas por la 4ta Revolución Industrial,  es la posible violación de la seguridad de los datos personales. En el caso del IoT, este punto se torna más crítico porque su mismo accionar depende ya no solo de datos virtuales de los usuarios (correo electrónico, compras por internet, etc), sino también de los datos de la misma realidad física de estos. En todo caso y para evitar violaciones a los derechos de propiedad personales, tendría que informarse siempre al consumidor sobre qué datos serán utilizados para brindar el servicio o bien respectivo, algo que raras veces sucede en el mundo de las redes sociales, por ejemplo.

Por lo demás, creemos que este nuevo internet, permitirá grandes mejoras en la productividad y por ende mayor crecimiento económico a nivel mundial. Una buena noticia dado el contexto actual de desglobalización, el cual promete sentar precedentes negativos permanentes en el crecimiento potencial global (ver Lampadia: ¿Recesión global en 2020?).

En ese sentido, al Perú no le queda otra opción que abrazar el IoT, junto al también anhelado 5G (ver  Lampadia: ¿Cómo afectara el 5G a nuestras vidas?), cuando por fin arribe a América Latina, si pretende escalar en los índices de competitividad internacional. Lampadia

Chips con todo
Ahora el mundo cambiará a medida que las computadoras se extiendan a objetos cotidianos

El “Internet de las cosas” cambiará fundamentalmente la relación entre consumidores y productores

The Economist
12 de setiembre, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

El 29 de agosto, cuando el huracán Dorian siguió hacia la costa este de EEUU, Elon Musk, el jefe de Tesla, un fabricante de automóviles eléctricos, anunció que algunos de sus clientes en el camino de la tormenta descubrirían que sus automóviles habían desarrollado repentinamente la capacidad de conducir más lejos con una sola carga de batería. Al igual que muchos vehículos modernos, los productos de Musk se consideran mejor como computadoras con ruedas conectadas a Internet. Los modelos más baratos de la línea de Tesla tienen partes de sus baterías desactivadas por el software del automóvil para limitar su alcance. Con solo tocar un teclado en Palo Alto, la empresa pudo eliminar esas restricciones y dar a los conductores acceso temporal a la potencia total de sus baterías.

Los autos computarizados de Musk son solo un ejemplo de una tendencia mucho más amplia. A medida que las computadoras y la conectividad se vuelven más baratas, tiene sentido convertirlas en más y más cosas que no son, en sí mismas, computadoras, desde pañales y cafeteras hasta vacas y robots de fábrica, creando un “Internet de las cosas”, o IoT. Es una revolución lenta que se ha acelerado durante años, ya que las computadoras han llegado a los automóviles, teléfonos y televisores. Pero la transformación está a punto de pasar a toda marcha. Una previsión es que para el 2035 el mundo tendrá un billón de computadoras conectadas, integradas en todo, desde empaques de alimentos hasta puentes y ropa.

Tal mundo traerá muchos beneficios. Los consumidores obtendrán conveniencia, y productos que pueden hacer cosas que las versiones no computarizadas no pueden. Los timbres inteligentes de Amazon Ring, por ejemplo, vienen equipados con sensores de movimiento y cámaras de video. Trabajando juntos, también pueden formar lo que es, en efecto, una red privada de circuito cerrado de televisión, lo que permite a la empresa ofrecer a sus clientes un esquema de “vigilancia digital del vecindario” y transmitir cualquier video interesante a la policía.

Las empresas obtendrán eficiencia, ya que la información sobre el mundo físico que solía ser efímero e incierto se vuelve concreta y analizable. La iluminación inteligente en edificios ahorra energía. La maquinaria computarizada puede predecir sus propias averías y programar el mantenimiento preventivo. Las vacas conectadas pueden hacer un seguimiento de sus hábitos alimenticios y signos vitales en tiempo real, lo que significa que producen más leche y requieren menos medicamentos cuando enferman. Tales ganancias son individualmente pequeñas pero, compuestas una y otra vez en una economía, son la materia prima del crecimiento, potencialmente una gran parte de él.

Sin embargo, a largo plazo, los efectos más llamativos del IoT estarán en cómo funciona el mundo. Una forma de pensarlo es como la segunda fase de internet. Esto llevará consigo los modelos de negocio que han llegado a dominar la primera fase, por ejemplo, los monopolios de la “plataforma” que todo lo conquista, o el enfoque basado en datos que los críticos llaman “capitalismo de vigilancia”. Cada vez más empresas se convertirán en empresas tecnológicas; internet se volverá omnipresente. Como resultado, una serie de argumentos no resueltos sobre propiedad, datos, vigilancia, competencia y seguridad pasarán del mundo virtual al real.

Comience con la propiedad. Como demostró Musk, Internet les brinda a las empresas la capacidad de mantenerse conectadas a sus productos incluso después de que se hayan vendido, transformándolos en algo más cercano a los servicios que a los bienes. Eso ya ha desdibujado las ideas tradicionales de propiedad. Cuando Microsoft cerró su tienda de libros electrónicos en julio, por ejemplo, sus clientes perdieron la capacidad de leer los títulos que habían comprado (la empresa ofreció reembolsos). Algunos de los primeros en adoptar dispositivos de “hogar inteligente” han descubierto que dejaron de funcionar después de que las empresas que los hicieron perdieron interés.

Eso inclina el equilibrio de poder del cliente al vendedor. John Deere, un fabricante estadounidense de tractores de alta tecnología, se ha visto envuelto en una disputa por las restricciones de software que impiden a sus clientes reparar sus tractores ellos mismos. Y dado que el software no se vende sino que tiene licencia, la empresa incluso ha argumentado que, en algunas circunstancias, un comprador de tractores puede no comprar un producto, sino que solo recibe una licencia para operarlo.

Los modelos de negocios virtuales se sacudirán en el mundo físico. Las empresas tecnológicas generalmente están felices de moverse rápido y romper los pronósticos. Pero no se puede lanzar la versión beta de un refrigerador. Apple, un fabricante de teléfonos inteligentes, proporciona actualizaciones para sus teléfonos durante solo cinco años más o menos después de su lanzamiento; los usuarios de teléfonos inteligentes Android tienen la suerte de obtener dos. Pero productos como lavadoras o maquinaria industrial pueden tener una vida útil de una década o más. Las empresas necesitarán descubrir cómo soportar dispositivos computarizados complicados mucho después de que sus programadores originales hayan avanzado.

Los datos serán otro punto de inflamación. Para gran parte de Internet, el modelo de negocio es ofrecer servicios “gratuitos” que se pagan con datos valiosos e íntimos de los usuarios, recopilados con el consentimiento medio informado en el mejor de los casos. Eso también es cierto para el IoT. Los colchones inteligentes siguen el sueño. Los implantes médicos observan y modifican los latidos del corazón y los niveles de insulina, con diferentes grados de transparencia. La industria de seguros está experimentando con el uso de datos de automóviles o rastreadores de ejercicios para ajustar las primas de los clientes. En el mundo virtual, los argumentos sobre qué se debe rastrear y quién posee los datos resultantes pueden parecer aireados y teóricos. En el real, se sentirán más urgentes.

Entonces hay competencia. Los flujos de datos de los dispositivos IoT son tan valiosos como los obtenidos de publicaciones de Facebook o en un historial de búsqueda de Google. La lógica de las empresas basadas en datos, que mejoran cada vez más a medida que recopilan y procesan más información, replicará la dinámica del mercado que ha visto el surgimiento de compañías de plataformas gigantes en Internet. La necesidad de estándares y de que los dispositivos IoT se comuniquen entre sí, se sumará a las ventajas de los líderes, al igual que los temores de los consumidores, algunos de ellos justificados, sobre la vulnerabilidad de los automóviles conectados a Internet, los implantes médicos y otros dispositivos al pirateo.

Es difícil predecir las consecuencias de cualquier tecnología, especialmente una tan universal como la informática. El advenimiento del Internet del consumidor, hace 25 años, fue recibido con optimismo. En estos días, son los defectos de Internet, desde el poder de monopolio hasta el espionaje corporativo y la radicalización en línea, los que dominan los titulares. El truco con el IoT, como con cualquier cosa, será maximizar los beneficios y minimizar los daños. Eso no será fácil. Pero las personas que piensan cómo hacerlo tienen la ventaja de haber vivido la primera revolución de Internet, lo que debería darles una idea de qué esperar. Lampadia




La conectividad aislacionista de la modernidad

En contra de lo que nos dice el sentido común sobre la conectividad del mundo moderno, Esteban Montoya, de la Fundación para el Progreso, un centro de difusión de ideas de Chile, analiza la realidad de la conectividad y concluye que más bien se asienta a nuestro alrededor, un mundo muy solitario, que refuerza nuestros deseos, prejuicios y creencias, en pequeños grupos de interés. Un sorprendente mundo de desconexiones. Veamos:

Los filtros de una multitud solitaria

Fundación para el Progreso (FPP) –  Chile
Junio 2019
Esteban Montoya

Nunca habíamos estado tan conectados en la historia de la humanidad. El avance tecnológico durante la década de los 90’ trajo consigo el internet y con este se abrieron las puertas del paraíso de la conectividad: información, objetos, servicios y poder saber de una manera mas o menos rápida cómo estaban nuestros seres queridos en distintas partes del mundo. Algo impensado que, tal vez sin intención, empezó a redefinir nuestra manera de comunicarnos, relacionarnos y por lo tanto de cambiar la visión de asociatividad que se tenía: ahora podemos hablar con quien queramos, donde queramos, cuando queramos.

Ya en pleno siglo XXI utilizamos el internet con mayor avance tecnológico para crear una herramienta aun más potente en términos de rapidez, libre expresión y difusión: las redes sociales. Facebook, Twitter, Instagram y WhatsApp son los principales estandartes de una nueva generación en la comunicación. Ahora podemos acceder a información con una facilidad increíble, expresar nuestras opiniones incluso en el mismo campo que un personaje político. ¿Lo mejor? Ahora podemos cuestionar el poder, tener más información sobre la transparencia, saber dónde y cómo nuestros recursos se están utilizando. Esta vez nos podemos empoderar, enfurecer o agradecer de manera más directa.

¿Qué tan ilusorio es lo mencionado anteriormente? ¿Nos hemos preguntado eventualmente si queremos estar tan conectados, tan expuestos?  ¿o solamente queremos nuestro espacio privado, pero con todas las facilidades del siglo XXI? La transformación de la sociedad gracias a la conectividad, las redes sociales y la inmediatez del internet no está exenta de un ejército de juicios de valor que varían en lo positivo como negativo, pero lo cierto es que, correcto o no, este cambio tiene consecuencias para la configuración social dignas de analizar.

Hay buenas razones para ver este cambio a través de los lentes de The Lonely Crowd (la multitud solitaria), obra sociológica y concepto acuñado por David Riesman, Nathan Glazer y Reuel Denny en 1950,[1] siendo bastante influyente hasta mediados de la década del 80. ¿Cómo un análisis de la sociedad del siglo pasado puede aplicarse a tiempos actuales? The Lonely Crowd fue un trabajo de investigación que describía el “carácter social” de la sociedad norteamericana, detectando un cambio en el modo en que el estadounidense seguía ciertos lineamientos de la sociedad, sobre todo con la relación frente a la autoridad.

Riesman catalogó este carácter social en tres tipos diferentes[2]; en un extremo del plano, está la comunidad “dirigida por la tradición” son aquellos con un fuerte e irreflexivo respeto por la autoridad, donde no existía el espacio de autodeterminación personal ni acción autónoma, donde las actuaciones propias eran guiadas porque así “debían hacerse”. El siguiente tipo social, más al centro del espectro es el tipo “dirigido hacia dentro”, quien al tomar decisiones en su actuar no se deja llevar por “lo que está” sino por su propia internalización, es decir, algo similar al “súper yo”, que deriva de enseñanzas de autoridades pasadas, como padres o abuelos. Es un tipo social mucho más liberado de la autoridad y no se deja dirigir por voces externas. En el otro extremo de este plano, está el “tipo dirigido hacia fuera o por el otro”, quienes ubican la autoridad de forma horizontal (a diferencia de los otros dos tipos), que es lo mismo a dirigirse por los pares, amigos, colegas, parejas, pero rompen con la lógica de la verticalidad.

¿Por qué esto es relevante? Porque para Riesman, la sociedad contemporánea se ha visto mucho más cómoda con el tipo dirigido por los otros, donde las actuaciones y aprobaciones de comportamiento no son por voces internas, tampoco por tradición sino por sus pares, o en desmedro de estos,[3] los medios de comunicación o -ahora- las redes sociales, obteniendo desde ahí la orientación, la expectativa y la consecuente aprobación.

Esta horizontalidad algo difusa y poco clara en materia de autoridad (para discernir lo incorrecto y lo correcto) y el cambio interno hacia el externo tiene, para Riesman, una consecuencia: el aislamiento de este tipo social en torno a su grupo de pertenencia, puesto que de ahí sólo existía la aprobación. Un ostracismo social voluntario.[4] El peligro encarnado era diluirse en esa comunidad aislada, perdiendo la individualidad de cada integrante, olvidándose de cualquier arraigo propio o del sentido del lugar.

Estas características son perfectamente asimilables a tiempos actuales, toda vez que la irrupción de las redes sociales se ha convertido no sólo en el espacio de encuentro entre personas, sino también la fuente principal de información. ¿Dónde está el problema? En la nueva clase de ostracismo logrado por las redes sociales. Quienes tuvieron como propósito unir al mundo, hoy generan comunidades particulares, aisladas de cualquier otra, bajo el dogma de su creencia e intereses propios, desapareciendo del mapa de la discusión y deliberación, forjando una verdad inalterable y divina. Como bien sostuvo John Stuart Mill, “debemos considerar que, por verdadero que sea -la opinión- nunca será una verdad viva, sino un dogma muerto, si no la podemos discutir de modo audaz, pleno y permanente”.[5]

¿Por qué esto no fue posible antes? Por el avance en la sofisticación en cómo se nos presenta la información, generando los llamados filtros burbuja.[6] Nuestras preferencias son detectadas por avanzados algoritmos de distintas plataformas virtuales quienes recopilan nuestra información, desde gustos por galletas hasta nuestro candidato favorito. Esta información es sistemáticamente usada para bombardear de noticias, opiniones o videos similares a nuestros gustos, de manera tal que incluso tres personas buscando el mismo concepto jamás tendrán los mismos resultados, porque tienen diferentes intereses.

“Esta burbuja, que incrementa el aislamiento de la comunidad cerrada impide el
conocer y poder debatir con otras ideas o formas de pensar.”

Este bombardeo es un auténtico ajuste en nuestro mundo, creando un universo paralelo sólo de nuestros gustos y del cual no somos conscientes. Creemos de forma inocente que el acceso a dicha información es libre, consentido y transparente, pero al mismo tiempo, objetivo.[7] Esta abstracción de la “realidad” a un mundo lleno de personas, ideas y objetos que piensan como uno, logran que nos enajenemos de nosotros mismos, que exista un muro entre el “yo” y la realidad, el mundo real. Esta burbuja, que incrementa el aislamiento de la comunidad cerrada impide el conocer y poder debatir con otras ideas o formas de pensar. La información que recibimos solamente trabajará en función de nuestro sesgo confirmatorio, siempre dándonos la razón.[8] El debate se cierra, la comunidad también, y, por lo tanto, en esa conectividad rápida pero poco profunda y reflexiva, nos hace estar en todos lados, y al mismo tiempo en ninguno.

Esa soledad no es individual, es grupal, pero ajena a lo que pasa más allá de sus dogmas muertos. La multitud no sólo se vuelve sectaria, sino también solitaria.

Bibliografía:

[1] Riesman, David. Et al. (2001). The Lonely Crowd: a study of the changing american character. Yale University Press, United States of America.

[2] Ibíd.

[3] Ibíd.

[4] Ibíd.

[5] Stuart Mill, John (1978). On Liberty. Middlesex, England, Penguin Books Ltd, pp. 96.

[6] Pariser, Eli (2017). El filtro burbuja: cómo la red decide lo que leemos y lo que pensamos. Edición Taurus, Barcelona.

[7] Ibíd.

[8] Ibíd.




Retos de la conectividad masiva de Internet

El uso de internet está tan inmerso en nuestros quehaceres diarios que ignoramos la celeridad en la que penetró en la vida de millones de personas alrededor del mundo hace más de una década, sobre todo en los países emergentes, de los cuales somos parte.

Conforme internet avanzó hacia mejores velocidades de conexión y su cobertura se hizo universal en el ámbito urbano a través de la telefonía móvil, uno de los más importantes beneficios que trajo consigo fue la aparición  de los denominados “unicornios de la tecnología”, emprendimientos que han hecho de las herramientas digitales sus fieles aliadas para suplir las necesidades insatisfechas de millones de usuarios en diversas ramas del sector servicios, como transporte, restaurantes, entre otros (ver Lampadia: Las debilidades de los unicornios de la tecnología). Sin embargo, el impacto en las empresas ya establecidas en los países emergentes se torna aún ambiguo en tanto algunas de ellas – si bien pueden haberse expandido en el proceso – otras pueden haberse extinguido debido a su tardía adecuación a esta nueva ola de la digitalización, potenciada por el internet en los últimos años.

En un reciente artículo de The Economist (ver artículo líneas abajo), se explica cómo la conectividad online de las 726 millones personas que integran los países en vías de desarrollo, demandará una reinvención de los modelos de negocio de las empresas ya establecidas debido a su aún carencia de infraestructura, pero también a brechas en cobertura de servicios públicos que aún sufren las poblaciones en estas partes del mundo. Estas reflexiones deben sentar las bases para que los diferentes emprendimientos en nuestro país tomen cartas en el asunto, de manera que la nueva revolución del internet, que se avecina con el 5G, los ayude a crecer y no los arrastre por los suelos. Lampadia

El próximo acto de internet
La segunda mitad de la humanidad se une a internet

Ellos lo cambiarán, y los cambiará

The Economist
8 de junio, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

En 2007, por primera vez, más humanos vivían en ciudades que fuera de ellas. Fue una transición de 5,000 años. Internet ha sido más rápido para llegar a la mitad del camino.

Más del 50% de la población del planeta está ahora en línea, apenas un cuarto de siglo después de que la web despegara por primera vez entre los expertos en tecnología en el oeste. La segunda mitad de la revolución de internet ha comenzado. Está cambiando la forma en que funciona la sociedad y también está creando un nuevo rompecabezas empresarial.

La mayoría de los nuevos usuarios están en el mundo emergente; unas 726 millones de personas se conectaron solo en los últimos tres años. China sigue creciendo rápidamente. Pero gran parte del aumento proviene de los lugares más pobres, en particular la India y África. Después de haber visto las falsas noticias y el trolling que se ha hecho al discurso público en los países ricos, a muchos observadores les preocupa la degradación de la política, desde la polarización del electorado de la India hasta la persecución de la minoría rohingya de Myanmar. En el lado positivo, las organizaciones benéficas y los trabajadores humanitarios hablan sin cesar y con seriedad sobre cómo los teléfonos inteligentes permitirán a los agricultores verificar los precios de los cultivos, a los aldeanos a inscribirse para recibir educación en línea y ayudar a los médicos a aumentar las tasas de vacunación.

Menos apreciado es que los principales atractivos de estar online son los mismos para la segunda mitad como lo fueron para la primera. Socializar y jugar, no trabajar y superarse, son la atracción. La pornografía es popular. Las aplicaciones de mensajería ayudan a los amigos a mantenerse en contacto y permiten que los trabajadores migrantes les den las buenas noches a sus hijos en casa. Las personas entretienen a sus amigos y extraños en las redes sociales con videos caseros ridículos en YouTube o TikTok, una aplicación enfocada en clips cortos y cómicos. Los planes de datos baratos y las unidades de memoria USB traen películas pirateadas a millones de personas que tal vez nunca hayan estado en un cine. Las aplicaciones de citas son más populares que los asesoramientos agrícolas; los videojuegos son más populares que cualquiera de los dos. Es poco probable que estos beneficios lleguen a muchos informes de desarrollo. Pero son un impulso para el stock de la felicidad humana.

Para las empresas, la segunda mitad de Internet ofrece una gran cantidad de clientes. También trae un dolor de cabeza: la mayoría de estos usuarios nuevos son demasiado pobres para gastar mucho. Decenas de miles de millones de dólares en dinero de capital de riesgo se han transferido a empresas de Internet en mercados emergentes, excluyendo a China. Los gigantes de Silicon Valley han creado grandes bases de usuarios: más de 1,500 millones de usuarios de Facebook están en países en desarrollo. YouTube, un sitio de videos de propiedad de Google, está cada vez más dominado por usuarios no occidentales. El año pasado, Walmart gastó US$ 16,000 millones en la compra de Flipkart, un gigante de comercio electrónico indio. Jumia, una empresa de comercio electrónico con 4 millones de clientes en Nigeria y otros 13 países africanos, se introdujo en Nueva York en abril.

A pesar de las altas valoraciones de estas empresas, todavía están buscando modelos de negocios sostenibles. Reliance Jio, una firma india, ha invertido US$ 37,000 millones para construir una red móvil de alta velocidad y adquirir una gran base de usuarios, en su mayoría pobres. Cada usuario de Facebook en Asia genera solo US$ 11 de ingresos por publicidad al año, en comparación con los US$ 112 de un norteamericano. El ingreso combinado de todas las empresas de internet en los mercados emergentes (excluyendo China) es quizás de US$ 100 mil millones al año. Es aproximadamente del mismo tamaño que Comcast, la empresa número 31 más grande de Estados Unidos por ventas.

No obstante, el impacto de estas empresas en los negocios aumentará de dos maneras. Primero, crecerán rápido – aunque aún está por verse si será lo suficientemente rápido como para justificar sus valoraciones. Para maximizar sus posibilidades, muchos están ofreciendo no solo un servicio único (como búsqueda o video), como lo hicieron las empresas occidentales en sus primeros años, sino un conjunto de servicios en una aplicación, con la esperanza de ganar más dinero por usuario. Este enfoque fue pionero en China por Alibaba y Tencent. Go-Jek en Indonesia ofrece servicios de transporte, pagos, recetas de medicamentos y masajes. Facebook está impulsando un sistema de pagos digitales en la India a través de su servicio de chat, WhatsApp.

La segunda es que, en el mundo emergente, es probable que las empresas establecidas se vean afectadas más rápidamente que las empresas tradicionales en el mundo rico. Tienen menos infraestructura, como almacenes y sitios de venta al por menor, para actuar como una barrera de entrada. Muchas personas, especialmente fuera de las grandes ciudades, carecen de acceso a sus servicios por completo. Las empresas de cerveza, champú y otros bienes de consumo podrían encontrar que, a medida que el marketing se vuelve digital, las nuevas marcas insurgentes ganan terreno más rápido. Los bancos se verán obligados a adaptarse rápidamente a los pagos digitales o morir. Visto de esta manera, hay una gran cantidad de dinero en juego: el valor de mercado total de las empresas predominantes en el mundo emergente, fuera de China, es de 8 trillones de dólares. Si pensaste que la primera mitad de la revolución de Internet fue perjudicial, solo espera hasta que veas el segundo acto. Lampadia




“e-peru.com” contra la corrupción e inoperancia del Estado

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 26 de abril de 2019
Para Lampadia

La “p” minúscula y la “u” sin acento son cosas de la internet. En todo caso, son cuestiones de forma. En el fondo, lo que queremos es la transformación digital del Estado. Un Estado más electrónico. Más interconectado. Más “on-line”. Un Estado más rápido. Más austero. Más servicial.

Es cuestión de decisión política. Estamos en plena era digital. La “Internet de las Cosas” – “Internet of Things” (IoT) por sus siglas en inglés. – está con nosotros para quedarse, y para evolucionar a ritmo vertiginoso. Nuestra juventud está recontra involucrada en ella. Tenemos comercio electrónico y comunicaciones virtuales por todos lados. Tenemos criptomonedas, vehículos sin conductor, sistemas de reconocimiento facial, cirugía humana por internet, robótica, drones, y mil otras aplicaciones digitales más.

El objetivo en el caso de “e-peru.com” es cero papeles en el Estado. Cero copias certificadas. Cero sellos y firmas de puño y letra. Cero colas interminables. Y – lo más importante de todo – cero coimas.

El ejemplo a seguir es la lejana Estonia. Un sufrido país que formó parte de la Unión Soviética, y que – liberado del yugo comunista – emprendió un extraordinario proceso de desarrollo y modernización basado en la democracia política, la economía de mercado, y la transformación digital del Estado.

Hoy Estonia es la sociedad digital más desarrollada del mundo. Desde su nacimiento, los bebitos reciben su e-identidad, y a partir de allí toda la tramitología de los estonios es digital. La salud, la educación, los registros civiles, los títulos de propiedad, todas las licencias y permisos, la creación de empresas, las elecciones políticas… ¡todo es digital! Incluso los procesos judiciales, y las compras y contrataciones del Estado.

Obviamente, han desarrollado tecnologías de avanzada – muy seguras – para contrarrestar los hackeos informáticos. Sí pues, la corrupción y la criminalidad están en todas partes. ¡Hasta en el ciberespacio! Pero lo cierto y concreto es que – a pesar de ello – no existe tecnología más confiable y efectiva para combatir la corrupción, y mejorar la competitividad de un país, que la digitalización del Estado.

En el Gobierno Regional de Ica – durante la gestión anterior – avanzamos mucho a este respecto. Digitalizamos los trámites documentarios, lo cual nos permitió reducir los tiempos de atención a los ciudadanos. Digitalizamos la gestión hospitalaria. Gracias a ello – y al orden y disciplina que impusimos – eliminamos las colas para consultas externas, y mejoramos mucho el servicio a los pacientes. Asimismo, digitalizamos la tramitación de las licencias de conducir, con lo cual desarticulamos las mafias de los brevetes. Realmente fue una experiencia muy aleccionadora y gratificante.

El problema es que la actual gestión regional está desandando todo lo avanzado en esta materia. Obvio. A la corrupción no le conviene la digitalización. Los corruptos medran del maltrato. Las colas son su botín. La digitalización detecta a los médicos que abandonan los hospitales en horario de trabajo. Las cámaras de video registran a los que desaprueban los exámenes de manejo. La digitalización señala a los malos funcionarios que demoran – a propósito – los trámites burocráticos.

Moraleja: La transformación digital del Estado es muy buena para los ciudadanos. Pero muy mala para los funcionarios corruptos e inoperantes. Así es el tema. Por ello, para combatir la corrupción e inoperancia del Estado ¡vamos con “e-peru.com”! Lampadia




Una campaña por un Internet más libre y abierto

Hace dos semanas, Tim Berners-Lee, inventor de la World Wide Web, ha creado una campaña llamada “Contrato para la Web”, con el objetivo de “persuadir a los gobiernos, empresas e individuos a firmar un conjunto de principios de un diseñados para defender un Internet libre y abierto”. De esta manera, espera que el Internet deje de pertenecerse a un grupo muy reducido de instituciones y devolvérselo a la mano democratizadora de los usuarios.

Y es que, según Berners-Lee, los grandes beneficios del Internet se han visto afectados por el uso indebido y negativo por parte de quienes quieren robar datos personales (por medio de phishing), los trolls y los fake news.

Tim Berners-Lee presentando el Contrato para la Web en la conferencia WebSummit en Lisboa

Por lo tanto, lo que propone es reconstruir la confianza en la web y aumentar el acceso a internet en términos justos y asequibles al alentar a los gobiernos, las empresas y los individuos a trabajar juntos. Berners-Lee dijo que los gobiernos, las empresas y los usuarios individuales de Internet tenían un papel que desempeñar. “Algunos aspectos de la política, como la neutralidad de la red, tienen que involucrar a los gobiernos, algunos implican claramente a las compañías: grandes empresas, pequeñas empresas y nuevas empresas”, dijo. 

Actualmente, el contrato está en una fase de borrador que incluye tan solo nueve principios genéricos, pero no incluye el detalle de cómo se controlaría el contenido o los trolls. Esto se debe a que Berners-Lee y su organización, la World Wide Web Foundation, no buscan ser dictadores de qué debería estar o no en el Internet, más bien buscan co-crear el documento con aportes de los principales actores de la industria tecnológica. Un borrador final será publicado en mayo de 2019.

El borrador del contrato es el siguiente (sacado de la web oficial):

Principios para un Contrato para la Web

La web fue diseñada para unir a las personas y poner a libre disposición el conocimiento. Todos y todas tienen un papel que desempeñar para garantizar que la web sirva a la humanidad. Al comprometerse con los siguientes principios, los gobiernos, las empresas y los ciudadanos de todo el mundo pueden ayudar a proteger la web abierta como un bien público y un derecho básico para todos y todas.

Los gobiernos harán:

Asegurarse de que todos y todas puedan conectarse a Internet.

De manera que cualquier persona, sin importar quién sea o dónde viva, pueda participar activamente en línea.

Mantener todo Internet disponible, todo el tiempo.

De manera que a nadie se le niegue su derecho de acceso completo a Internet.

Respetar el derecho fundamental de las personas a la privacidad.

De manera que todos y todas puedan usar Internet libremente, de forma segura y sin miedo.

Las empresas harán:

Hacer que Internet sea accesible y asequible para todos y todas.

De manera que nadie quede excluido del uso y la definición de la web.

Respetar la privacidad y los datos personales de los consumidores.

Para que las personas tengan el control de sus vidas en línea.

Desarrollar tecnologías que apoyen lo mejor de la humanidad y desafíen lo peor.

De manera que la web sea realmente un bien público en donde prevalecen las personas.

Los ciudadanos harán:

Ser creadores y colaboradores en la web.

De manera que la web tenga contenido rico y relevante para todos y todas.

Construir comunidades fuertes que respeten el discurso civil y la dignidad humana.

Para que todos y todas se sientan seguros y bienvenidos en línea.

Luchar por la web.

Para que la web permanezca abierta y sea un recurso público global para las personas de todas partes, ahora y en el futuro.

Aunque el contrato no es vinculante, el objetivo del proyecto es provocar un cambio de actitud en la forma en que los gobiernos, las empresas y los ciudadanos promedio se comportan en Internet. “La idea es que todos sean responsables en el futuro por tratar de mejorar la web de diferentes maneras”, dijo Berners-Lee en la conferencia Web Summit en Lisboa.

La idea de un contrato puede parecer idealista, pero el esfuerzo tiene algunos patrocinadores bastante notables. Entre ellos se encuentran Google y Facebook. Ambos se han enfrentado a críticas continuas sobre la recopilación de datos personales de las personas para publicar anuncios y no han podido proteger la información de terceros. Sin embargo, durante la revelación del contrato, la vicepresidenta de Google, Jacquelline Fuller, dijo: “Todos debemos unirnos. Y esa es la razón por la que Google apoya la fundación web. Creemos que todos pueden apoyar estos principios”.

Berners-Lee se ha convertido en un crítico vocal del panorama actual de Internet. “Los beneficios de la web vienen acompañados de demasiados riesgos: nuestra privacidad, nuestra democracia, nuestros derechos”, como afirma El País de España líneas abajo.

Para abordar estos problemas, Berners-Lee espera que el contrato pueda impulsar a la industria de la tecnología a priorizar los productos que son buenos para la sociedad en lugar de simplemente generar ingresos. Por ejemplo, las redes sociales ya no se convertirán en cámaras de eco, sino que se diseñarán de manera que las personas puedan conocer a usuarios de diferentes culturas, dijo. Los ciudadanos también serán conscientes de “comportarse bien”, agregó.

Entonces, ¿cómo se hará cumplir el contrato? La World Wide Web Foundation planea publicar informes de progreso para monitorear los compromisos con el contrato. Sin embargo, la aplicación real tendrá que venir de la presión pública. Esto podría tomar la forma de empleados de la compañía que se expresen en voz alta o ciudadanos promedio que se responsabilizan, empresas tecnológicas o el gobierno, dijo Berners-Lee.

Ver más sobre los riesgos actuales del Internet y sus impactos, además de cómo lograr tener una Internet que sea abierta, gratuita y segura:

Arreglar el desastre de la Red

La Red, ese prodigioso invento que cambió el mundo, ha descarrilado. Pero algunos pioneros planean un auténtico renacimiento, una vuelta a las esencias. Luchan por un espacio abierto, gratuito, neutral, seguro y construido entre todos

DIEGO QUIJANO

POR DELIA RODRÍGUEZ
EL PAÍS, 25 DE NOVIEMBRE DE 2018

Es noviembre y nos encontramos en Lisboa, en un gigantesco evento sobre la Red y sus negocios. Un hombre usa el escenario para pedir algo que, se le nota, cree importante: que Gobiernos, empresas y ciudadanos le ayuden a arreglar Internet, porque es un desastre. No es un exaltado, ni un apocalíptico, sino sir Tim Berners-Lee, inventor de la World Wide Web, un padre preocupado. O, para ser más precisos, “devastado”, como dijo en una ocasión.

Tras una primera época de optimismo, en los últimos años comprobamos cómo la herramienta que iba a cambiar el mundo servía para manipular elecciones, provocar matanzas, destrozar caminos neuronales, hundir economías. Mientras los ciudadanos acaban de aceptar el diagnóstico y empiezan a limitar el tiempo de exposición de sus hijos al móvil, quienes van un paso por delante están construyendo la próxima etapa de Internet, inspirados por aquella primera época, los noventa, cuando casi todo era amateur y las empresas aún no habían llegado. Poco queda, sin embargo, de la inocencia de quien nunca ha visto el lado oscuro.

“No necesitamos una revolución, necesitamos un renacimiento: el renacer de viejas ideas, como el peer-to-peer [es decir, la conexión directa entre ordenadores, sin servidores], en el nuevo contexto de una sociedad digital”, asegura el teórico de los medios Douglas Rushkoff, que en enero publicará el libro Team Human (Equipo humano), un llamamiento a arreglar la sociedad entre todos porque “nuestras tecnologías, mercados e instituciones culturales, que una vez fueron fuerzas para la conexión y expresión humana, ahora nos aíslan y reprimen”.

¿Qué pudo salir mal?

Los creadores del primer Internet hicieron un buen trabajo avanzando grandes problemas y soluciones: la Red debía ser un invento gratuito, abierto y neutral; el acceso, universal para evitar la desigualdad; era bueno desconfiar de las compañías que intentaran robar todo el oxígeno y encerrarnos en jardines vallados que simularan el Internet real; los intermediarios levantaban sospechas; se debía cultivar el procomún (la utilidad pública); Internet no había de ser una herramienta pasiva, sino algo que reescribiéramos entre todos.

Lo que nadie vio venir fueron los móviles (y con ellos, la ubicuidad de la conexión), el ansia de las empresas por devorar nuestro tiempo y nuestros datos, nuestra complicidad por dejarles hacerlo y convertirlas en intermediarias de nuestras relaciones, las consecuencias de conectar tantas emociones no siempre positivas.

Internet nació con un pecado original que degeneró en usuarios infelices, medios de comunicación en extinción y grandes monopolios dispuestos a permitirlo todo con tal de seguir extrayendo oro en forma de datos: un modelo económico basado en la economía de la atención, la gratuidad y la publicidad que en su momento parecía algo no solo inofensivo, sino ideal.

La Red es hoy tan cerrada y monopolística que para muchos es sinónimo de Facebook y WhatsApp…, que pertenece a Facebook. “La gente en muchos países solo sabe conectarse entre sí para beneficio de una empresa de publicidad en California. Es terriblemente triste y representa un fallo profundo”, dice el autor Jaron Lanier. Esas redes “están diseñadas para engañarte, para manipularte; tienen un efecto negativo en tu bienestar emocional, en la política, en el mundo”.

ALAMY STOCK PHOTO / ALLAN CASH PICTURE LIBRARY

¿En qué se equivocaron quienes construyeron Internet? “No sé si sirve de mucho gritarle al joven que uno fue”, responde Lanier, un pionero de la realidad virtual, “pero dejamos Internet muy incompleto, no hicimos lo suficiente”. “Debíamos haber construido funcionalidades como WhatsApp, formas de tener una identidad consistente, de almacenar y controlar tus propios datos, pero, como no lo hicimos, dejamos espacio a los estúpidos monopolios. Eso fue un enorme error”, reconoce.

“Bueno, imagino que somos más vulnerables al inexorable poder del capitalismo corporativo de lo que creíamos. Resultó más fácil que las empresas se adueñaran de Internet, que que Internet se adueñara de las empresas”, dice Rushkoff.

Una Constitución

Lo que anunciaba ese preocupado Berners-Lee este mes en Lisboa era un “contrato para Internet”, una especie de carta de derechos y obligaciones para empresas, Gobiernos y usuarios que se presentará en mayo de 2019, coincidiendo con el momento en que medio mundo tendrá acceso a la Red. Para esa mitad, dice la campaña, “los beneficios de la web vienen acompañados de demasiados riesgos: nuestra privacidad, nuestra democracia, nuestros derechos”.

Aunque de momento ya han firmado empresas como Google y Facebook y más de 80 países y organizaciones, y los compromisos son tan básicos como respetar la privacidad de los individuos, la gran pregunta consiste en si servirá de algo.

“Dejamos Internet incompleto, y espacio a los estúpidos monopolios. Fue un enorme error”
JARON LANIER, PIONERO DIGITAL

“A nadie se le ocurrió que los derechos humanos tenían que tener una parte online”, dice el director de estrategia de la WWW Foundation, José María Alonso. En el panorama internacional —aún espantado al saber que Facebook alimentó el discurso islamófobo que provocó el genocidio de los rohinyás en Myanmar (antigua Birmania), donde el acceso es el primer problema; en el que la neutralidad aún no está garantizada, la libertad de expresión está amenazada y donde existe el serio peligro de una balcanización por la que China y otros países se escindan—, Europa es uno de los lugares más avanzados en la defensa de sus ciudadanos: el Reglamento General de Protección de Datos (GPRD, por sus siglas en inglés) está aprobado desde el pasado mes de mayo. Esta estricta ley de protección de datos se aplicará a todas las empresas que operen en la UE, sin importar el lugar en el que tengan su base.

Descentralizar, distribuir

Fiarse solo de las leyes, tratados y acuerdos voluntarios no parece una estrategia propia de una mente como la de Berners-Lee, y así es: el inventor de la World Wide Web trabaja de forma paralela con el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Solid, el más conocido de los proyectos del llamado “Internet distribuido”. Esa idea reúne miles de proyectos que intentan regresar a un Internet peer-to-peer, es decir, verdaderamente dividido entre todos los ordenadores conectados a la Red y no almacenado en los servidores de unas pocas empresas. Es una idea tan antigua como radical. Si Internet vuelve a su idea original, todo puede cambiar. Sin datos no hay negocio.

En el mundo de Solid, por ejemplo, se nos asignará al entrar un identificador personal y un personal online data store (POD), un lugar de almacenamiento de datos individual, sobre el que tenemos control absoluto. A partir de ahí, nada de contraseñas, aplicaciones que no se comunican unas con otras o archivos privados almacenados por oscuras empresas al otro lado del mundo. Todo lo necesario para comunicarnos estará allí.

En ese Internet distribuido todo está aún por hacer, y eso ha atraído las ilusiones de una creciente comunidad de programadores de todo el mundo. “Ahora que hemos experimentado la parte negativa de los intermediarios, es fundamental construir un nuevo Internet que no los necesite”, dice André Medeiros, creador de Multiverse, una red social de código abierto en la que todos los datos de un usuario se almacenan en su propio dispositivo y que puede funcionar incluso sin Internet, saltando de móvil a móvil.

El dinero

Muchos proyectos descentralizados trabajan sobre la tecnología blockchain, una forma segura de trocear, repartir y almacenar datos en red y que, de entre sus infinitas posibilidades, fue aplicada por primera vez para crear criptomoneda. A diferencia de los pensadores del primer Internet, los actuales atacan el problema desde su misma esencia: el dinero.

Además del trabajo desesperado de los medios de comunicación buscando métodos de financiación alternativos a la publicidad, surgen ideas como la de Lanier: por ejemplo, pagar y cobrar por usar y contribuir a las redes sociales o las búsquedas. “Cuando sean los usuarios quienes paguen a las empresas de redes, estas servirán a esos usuarios”, escribe el autor de Diez razones para borrar tus redes sociales de inmediato. El sistema actual, defiende, solo permite que vivan de él las estrellas, pero en una economía profunda y verdadera no solo sobreviven los actores, también el resto de personas que trabajan en la película.

“Llegarán comités transparentes de ética a las empresas y un mayor respecto al usuario”
CARISSA VÉLIZ, INVESTIGADORA

Viejos modelos como las cooperativas o el procomún han vuelto con fuerza. En FairBnB, una alternativa a AirBnb, Ayuntamientos, vecinos y dueños de pisos en alquiler se reparten la propiedad y los beneficios del negocio para intentar controlar sus efectos negativos. También se habla de la posibilidad de crear sindicatos de datos para ganar poder de negociación con las empresas que los necesitan, por ejemplo, para entrenar a sus inteligencias artificiales. Suena descabellado, pero no lo es en Silicon Valley, donde se discute la idoneidad de una renta básica universal que compense los empleos que se perderán por los algoritmos.

La ética

Como ha comprobado Facebook, cuando una empresa es tan grande que su nombre se convierte en sinónimo de Internet, sus problemas pasan a ser de todos. Mientras la red social gana tiempo después de ser desvelada su falta de ética tras  los escándalos de Cambridge Analytica y la propaganda rusa, la gran cuestión es cómo pedirles explicaciones, cómo limitar su poder, cómo asegurarse de que están a la altura de unas responsabilidades que sus fundadores nunca previeron. Una mala decisión de Facebook puede ser fatal para la democracia, y otra de Twitter puede agravar el acoso online o limitar la libertad de expresión.

Carissa Véliz, investigadora de la Universidad de Oxford especializada en privacidad, compara la situación actual con lo sucedido cuando avances técnicos como el respirador artificial pusieron en aprietos a médicos y hospitales y se acabó desarrollando la bio­ética. Llegarán, explica, códigos éticos internacionales, comités transparentes de ética dentro de las empresas y un mayor respeto a la autonomía del usuario. “Estamos en una época muy paternalista de la tecnología, las empresas no preguntan, imponen sus valores y productos”, dice.

Un cambio significativo en el sistema es que los jóvenes ingenieros están dejando de soñar con trabajar para las grandes compañías porque cada vez se hacen más preguntas. “Es muy importante para los programadores pensar en las implicaciones morales y éticas de sus acciones. La tecnología que automatiza la identificación de imágenes puede hacer la sanidad más barata —que es bueno—, pero también cobrarse los puestos de trabajo de los técnicos —lo que puede ser malo—”, señala el profesor y activista Ethan Zuckerman, que enseña un curso sobre las implicaciones de la tecnología en el MIT.

Los disidentes de las grandes empresas también están siendo claves en el cambio. El Center for Humane Technology, formado por exempleados de tecnológicas que, arrepentidos, decidieron cambiar su trabajo por la concienciación, se hizo famoso al denunciar que las aplicaciones se diseñaban de forma deliberada para fomentar la adicción. Hoy, Facebook, Instagram o el sistema operativo del iPhone informan de los tiempos de conexión.

Aunque intelectuales, Gobiernos, empresas y programadores intenten cambiar las cosas, poco se conseguirá si los usuarios no hacen lo mismo. La estupefacción aún dura: ¿quién de aquellos primeros usuarios, al conectarse hace décadas, iba a poder imaginar que tendría que resistirse a un sistema que promovería el contenido más emocional (es decir, el más rentable), incitándole a compartir noticias falsas o perjudiciales, a extender la ira o el abuso o a cederle un porcentaje cada vez mayor de su tiempo de vida?

Fé de errores: el Reglamento General de Protección de Datos (GPRD, por sus siglas en inglés) está aprobado desde el pasado mes de mayo, aunque en una primera versión de este artículo se decía por error que estaba tramitándose.




Los peligros de la concentración de información en pocas manos

Los peligros de la concentración de información en pocas manos

Cada día hay más sensación de incertidumbre sobre la situación dominante de algunas empresas en referencia a la información de los ciudadanos. Este desarrollo se ha dado sobre la base de internet y ha sido potenciando por Big Data y los algoritmos. Actualmente, ya se empiezan a manifestar algunos análisis muy alarmantes al respecto de la concentración de información en pocas manos, pero creemos que hay que tener mucho cuidado sobre las posibles medidas que, eventualmente, puedan tomar los Estados.

Las redes sociales son el canal que ofrece la posibilidad de enviar y recibir mucha información. Y, también, le estamos dando a las redes sociales mucha información sobre nosotros al utilizarla, información que luego puede ser usada en nuestra contra o para manipularnos.

Entre los casos más conocidos de manipulación están los fake news, la desinformación y propaganda malintencionada. Los mensajes de, principalmente, las agencias gubernamentales y partidos políticos se han convertido en una auténtica amenaza para la vida pública. Un caso muy claro es la manipulación de las elecciones de EEUU. Las tácticas de manipulación y desinformación en línea desempeñaron un rol importante en las elecciones de Estados Unidos, lo que dañó la capacidad de los ciudadanos de elegir sus líderes sobre la base de noticias objetivas y debates auténticos.

Y, a pesar que los gobiernos de muchos países democráticos han introducido cambios en la legislación diseñados especialmente para combatir las noticias falsas en Internet, no consiguen frenar el problema. Las cuentas automáticas de robots, además, siguen siendo una táctica muy utilizada. Las cuentas falsas y los ‘opinólogos’ online acostumbran a difundir mensajes a favor de partidos determinados y también son usados de forma estratégica para compartir contenido de manera estratégica o publicar palabras clave para alterar los algoritmos y generar tendencias.

Una manera para democratizar la información es mediante la trasparencia de la información usando blockchain o código abierto, donde muchas personas pueden participar en su creación de contenido y así evitar cualquier manipulación. Esto ha sido tremendamente útil, dándonos Wikipedia y Twitter.

Una opción, como dice Guy Verhofstadt, ex primer ministro belga, en el artículo líneas abajo, es “debemos comenzar a imaginar un tipo de Internet completamente nuevo. El objetivo debe ser construir un sistema descentralizado que no esté basado en servidores que sean propiedad de y controladas por monopolios basados en California, sino en los millones de computadoras y dispositivos actualmente en uso en la actualidad.”

Entre las opciones que plantea el artículo están:

  1. Usar blockchain para que la tecnología se encargue de restaurar la confianza en las transacciones e información en línea.
  2. Actualizar leyes electorales para la era digital.
  3. Responsabilizar a las empresas de medios sociales por el contenido político publicado en sus plataformas
  4. Lanzar campañas para educar al público sobre el uso de configuraciones de privacidad, bloqueadores de anuncios y otras salvaguardas digitales

Líneas abajo, compartimos el artículo del ex primer ministro belga, Guy Verhofstadt, que con su visión muy europea, plantea una ruptura drástica del sistema actual de internet.

Nosotros en Lampadia, tenemos dudas de si se requieren acciones como las planteadas por Verhofstadt, que implican diseños estatales, que muchas veces son remedios peores que las enfermedades. En todo caso, hay una importante preocupación por la concentración de datos de los ciudadanos en pocas manos, tema que seguiremos monitoriando en el futuro.

Domando al Monstruo de la Tecnología

Project Syndicate
17 de agosto de 2018
Guy Verhofstadt, ex primer ministro belga, presidente de la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa (ALDE) en el Parlamento Europeo y autor de ‘La última oportunidad de Europa: por qué los Estados europeos deben formar una unión más perfecta’.
Traducido y glosado por Lampadia

El control monopolístico sobre la información personal de millones de personas y sobre el flujo de noticias e información en línea, presenta un claro peligro para el futuro de la democracia. Como dejan en claro las brechas de datos, hackeos y sabotaje electoral en los últimos años, el Occidente necesita desarrollar urgentemente un nuevo modelo de gobierno digital.

Cuando el CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, se presentó ante el Parlamento Europeo, se jactó de que su compañía paga a decenas de miles de moderadores para analizar, revisar y, si es necesario, eliminar publicaciones abusivas de Facebook. Aparentemente, estos llamados limpiadores, provistos por la tercerización de servicios en la India y en otros lugares, son el poder oculto que decide qué puede y qué no puede aparecer en la plataforma.

Zuckerberg ofreció esta información con la esperanza de tranquilizarnos, pero su testimonio tuvo el efecto opuesto. La idea de que ahora las compañías multinacionales como Facebook son quienes determinan lo que las personas ven en línea es absurda y peligrosa. Tal privatización de nuestras libertades civiles no tiene precedentes. La Iglesia Católica pudo haber ejercido un poder casi absoluto sobre la disponibilidad de información durante la Edad Media, pero al menos sus seguidores lo reconocían como una autoridad moral. Zuckerberg no es nada de eso.

Debido a Facebook, y en general a las redes sociales, la velocidad con la que circulan las noticias ha crecido cada vez más y, sin embargo, el acceso libre e imparcial a ella se ha atenuado cada vez más. Si caminas hasta un quiosco de noticias, encontrarás revistas satíricas de “izquierda” como Private Eye y Charlie Hebdo junto a publicaciones “capitalistas” como el Wall Street Journal y el Financial Times. Pero si miras el feed de noticias de Facebook, verás casi solo historias que refuerzan tus propios puntos de vista políticos.

Por supuesto, Zuckerberg afirma que Facebook tiene “inspectores de hechos” que identifican “noticias que probablemente sean falsas” y que pueden “tergiversar algo en la noticia y mostrarle a la gente más contenido (similar) (de otras fuentes de noticias)”. Pero uno se queda preguntándose quiénes son estos verificadores de hechos, qué criterios usan para determinar la veracidad de una historia y qué algoritmos usan para seleccionar fuentes de noticias alternativas.

DISTOPIA CODIFICADA

El mundo que Zuckerberg ha creado está empezando a parecerse a una combinación de George Orwell de 1984 y Aldous Huxley’s Brave New World. En 1984, una autoridad central controla el discurso público dentro de un sistema totalizado; en el mundo digital de hoy, está controlado por una compañía con un casi monopolio sobre la distribución de noticias en línea. Para estar seguro, Zuckerberg diría que hay alternativas, como Google y Twitter; pero eso es como un monopolio de fabricante de autos que nos dice que, si no nos gusta su producto, siempre podemos usar el autobús o ir a pie.

Del mismo modo, en Un mundo feliz, la ciencia y la tecnología determinan los pensamientos y el comportamiento humano, en lugar de que los humanos decidan sobre la dirección de la ciencia y la tecnología. Y, como muestra Jamie Bartlett de Demos en The People Vs Tech, la cuantificación digital de nuestras vidas cotidianas está directamente en desacuerdo con el funcionamiento de la democracia. En un mundo donde los algoritmos determinan todos los resultados, la política ya no existe.

Pero este problema va más allá de Facebook. Todas las firmas importantes de Silicon Valley, incluidas Alphabet Inc. (compañía matriz de Google), Apple y Amazon, han adoptado modelos comerciales con el potencial de socavar la democracia y la privacidad junto con ella. El acaparamiento de datos personales con el fin de vender anuncios publicitarios dirigidos está haciendo que los electores democráticos sean cada vez más vulnerables a la manipulación populista y demagógica.

Robber Barons, entonces y ahora

La única manera de detener esta alarmante tendencia es revolucionar el Internet, devolviéndolo a los usuarios comunes, es decir, a los ciudadanos. Una opción, señala el periodista Nick Davies, es nacionalizar gigantes como Google y Facebook. Pero esa cura sería peor que la enfermedad. En países como China y Turquía, donde las redes sociales están estrechamente controladas por el estado, hay incluso más desinformación y censura que bajo monopolios privados. Además, lo último que necesitamos es un gran gigante público (estatal) de redes sociales. Por el contrario, necesitamos mucha más competencia, para que los ciudadanos tengan más opciones sobre dónde almacenar sus datos y bajo qué condiciones.

Históricamente, asegurar una competencia sana y justa siempre ha sido una buena receta para resolver problemas en una economía de mercado. Hacia 1900, el Standard Oil de John D. Rockefeller se había convertido en el guardián del mercado de la energía en los Estados Unidos, lo que era malo para los consumidores y la industria por igual. Entonces, en 1911, el gobierno de los Estados Unidos obligó a la compañía a dividirse en 34 “Baby Standards”. Algunas de sus compañías sucesoras, como Chevron y ExxonMobil, aún existen.

La separación de Standard Oil preparó el escenario para acciones antimonopolio similares contra IBM, Kodak, Microsoft, Alcoa y otros monopolios a lo largo del siglo XX. En 1982, AT&T se vio obligada a ceder su control sobre Bell System, empresa de operadores telefónicos locales en EEUU y Canadá, y el propio Bell System se dividió en numerosas “Baby Bells”. Es a ese acto de regulación gubernamental que debe mucha de la revolución tecnológica de hoy [¿?].

En otras palabras, no hay ninguna razón histórica para pensar que la ruptura de los gigantes digitales sería perjudicial para la economía. En todo caso, podría impulsar una nueva ola de innovación. Entonces, ¿por qué no vemos un impulso hacia el tipo de acción proporcional del gobierno que vimos en los mercados de petróleo y telecomunicaciones?

Repensando las leyes de Antimonopolio

Para los estadounidenses, parece haber poco interés en crear una disrupción en una industria nacional enormemente exitosa; y para los europeos, no hay instrumentos para hacerlo. Además, se crearon leyes de competencia estadounidenses y europeas para las industrias análogas del siglo XX, no para la economía digital del siglo XXI. En EEUU, las políticas antimonopolio imperantes fueron moldeadas en las décadas de 1970 y 1980 por figuras como el jurista conservador Robert Bork y el economista Aaron Director de la Universidad de Chicago. Bork y Director argumentaron que la eficiencia económica, no el tamaño de una empresa o su posición en el mercado, debería ser el objetivo primordial de la ley antimonopolio. Según su razonamiento, las acciones antimonopolio no están justificadas si un monopolio o casi monopolio no extorsiona a los consumidores con precios más altos.

Este principio ahora proporciona cobertura para Facebook, Google y Amazon, cada uno de los cuales brinda tremendos beneficios a los consumidores. El problema es que debido a que la “actividad principal” de estos gigantes tecnológicos tiende a tratar a los usuarios como el producto, no como el cliente, también han adquirido enormes cantidades de datos personales. Por lo tanto, sin importar cualquiera que sea el tipo de servicios que ofrecen estas empresas, el verdadero problema sigue siendo el mismo: la concentración de control sobre la información personal.

Por ejemplo, el problema con las adquisiciones de Facebook sobre Instagram y WhatsApp no ​​es que estas firmas estuvieran entre sus principales competidores. Es que, al comprarlos, Facebook fue capaz de acumular aún más datos personales y, por lo tanto, percepciones propias sobre las vidas, las preferencias, las pasiones y los deseos de millones de personas. Como resultado, Facebook ahora ofrece una plataforma inigualable para los anunciantes y otros que esperan obtener ganancias a través de la manipulación psicológica. Su servicio es perfecto para políticos populistas e iliberales que buscan ganar el poder a través del miedo y la calumnia, en lugar de hacerlo por el mérito de sus ideas.

El poder que los gigantes tecnológicos derivan de nuestros datos personales no es diferente al poder que Standard Oil y AT&T alguna vez ejercieron a través del control monopólico de los suministros de petróleo y las líneas telefónicas. Si EEUU no toma medidas contra los monopolistas de datos personales, o si su actual marco antimonopolio lo impide, entonces es tanto más importante que la Unión Europea intensifique sus esfuerzos.

Si bien la UE ya ha dado pasos firmes en esta dirección mediante la adopción del Reglamento General de Protección de Datos (GDPR), todavía no estamos preparados para el mundo digital del mañana, porque no tenemos un mercado único digital. Hoy, si los jóvenes desarrolladores de software quieren lanzar aplicaciones en toda la UE, tienen que obtener la aprobación de 28 reguladores nacionales independientes, al tiempo que aseguran contratos con más de 100 operadores de telecomunicaciones. No es de extrañar que las cinco firmas tecnológicas más importantes, Alphabet, Amazon, Apple, Facebook y Microsoft, sean todas estadounidenses y que ninguna de las 20 firmas tecnológicas más grandes del mundo sea europea.

Hasta que amplíe su mercado único de chocolate, cerveza y automóviles a bienes y servicios digitales, Europa seguirá quedándose atrás y Silicon Valley no tendrá que preocuparse por la competencia de la UE. Pero para ampliar el mercado único, los europeos deben estar listos para reemplazar a sus reguladores nacionales con una única agencia a nivel de la UE a la par de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC).

La Promesa de la Descentralización

En términos más generales, debemos comenzar a imaginar un tipo de Internet completamente nuevo. El objetivo debe ser construir un sistema descentralizado que no esté basado en servidores que sean propiedad de y controladas por monopolios basados ​​en California, sino en los millones de computadoras y dispositivos actualmente en uso en la actualidad.

Un modelo para la descentralización es blockchain, un registro (ledger) digital distribuido que registra públicamente las transacciones en muchas computadoras y que requiere un consenso para que se agregue cualquier información nueva. En otras palabras, blockchain verifica y protege los datos sin la necesidad de un gran intermediario central, como un banco, registro o gobierno.

Muchas de las ventajas de blockchain son obvias. La tecnología restaura la confianza en el intercambio de datos y hace que la piratería y la manipulación sean extremadamente difíciles. Debido a que elude a los intermediarios tradicionales, tiene el potencial de eliminar los costos de transacción de la documentación o ejecución de contratos, transacciones financieras, títulos de propiedad, derechos sobre la tierra, etc.

Una Internet descentralizada también permitiría a las personas controlar e incluso monetizar sus datos, junto con otros productos creativos digitales como fotografías, videos, arte y música. Al ser los únicos titulares de derechos de autor de sus creaciones, los usuarios estarían en condiciones de realizar transacciones directamente con otros, en lugar de ceder parte de sus ganancias a una plataforma tradicional.

Por supuesto, hay mucho escepticismo sobre blockchain, y particularmente sobre las criptomonedas que trabajan con blockchain como Bitcoin. Pero la pregunta se reduce a en quién deberías confiar. Por un lado, están las grandes instituciones establecidas, como los bancos que precipitaron la crisis financiera de 2008; por el otro, un sistema descentralizado en el que innumerables socios se controlan mutuamente. En este último caso, no hay necesidad de que Big Brother o Facebook contraten a “limpiadores” como esclavos en algún lugar de la India. En cambio, un colectivo orgánico de usuarios ejercería el control, al igual que ya funciona Wikipedia.

¿Una Internet radicalmente descentralizada eliminará automáticamente el lado oscuro del mundo digital y pondrá fin al lavado de dinero y otras operaciones delictivas que usan criptomonedas? Por supuesto no. Pero vale la pena recordar que el efectivo también se usa en todo tipo de transacciones ilícitas y no culpamos a los bancos centrales por eso. Dado el statu quo, blockchain podría mejorar las cosas considerablemente, especialmente si se complementa con computadoras cuánticas que facultan a las autoridades públicas y las agencias encargadas de hacer cumplir la ley para rastrear los abusos de encriptación y actividades ilegales.

El Desafío de Europa

No hay tiempo que perder. El mundo necesita una nueva Internet y Europa, en particular, necesita una nueva estrategia digital, una que no esté simplemente copiada del modelo estadounidense.

Una opción podría ser hacer de blockchain el nuevo estándar para todas las actividades digitales dentro de la UE. Idealmente, las agencias gubernamentales y las empresas reemplazarían los viejos libros burocráticos y las prácticas con tecnologías descentralizadas seguras, y surgiría una nueva generación de negocios digitales y mercados competitivos en datos personales. Para permitir que esto suceda, la UE necesita lanzar dos programas de inversión más en el nivel del Sistema mundial de navegación por satélite de Galileo: uno para avanzar en el desarrollo de la inteligencia artificial y otro para la informática cuántica.

Dado el tiempo que le llevará a estas inversiones dar sus frutos, la UE también debe abordar los desafíos inmediatos de la vieja era de Internet. De manera muy urgente, debemos proteger nuestras elecciones de la intromisión cibernética extranjera. Eso comienza con la identificación de los agentes extranjeros que están activos en las plataformas de redes sociales europeas, así como los políticos extremistas con quienes se están confabulando.

En los Estados Unidos, donde el Diputado Procurador General Rod Rosenstein designó a Robert Mueller como asesor especial para investigar la injerencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016, ya se han dictado docenas de acusaciones. Europa necesita ponerse al día, sobre todo estableciendo su propio fiscal especial para investigar y detener las campañas de desinformación rusas y otros ataques contra nuestras democracias.

En segundo lugar, debemos actualizar nuestras leyes electorales para la era digital. La mayoría se escribieron en un momento en que las campañas políticas se basaban en folletos en papel y publicidades en vallas publicitarias. Hoy, la batalla por el apoyo de los votantes se lleva a cabo en Internet, y ahora es más fácil que nunca que los actores malvados manipulen el proceso.

En tercer lugar, debemos responsabilizar a las empresas de medios sociales por el contenido político publicado en sus plataformas. Toda publicidad política debe tener una “huella” digital que revele claramente quién pagó por ella. Y las plataformas que no cumplen deben enfrentar multas mucho más grandes que las que han tenido en los últimos años.

Pero las agencias de protección de datos también necesitan llevar a cabo un escrutinio más intensivo sobre los distribuidores de noticias falsas, bots y trolls, así como sobre los algoritmos que les permiten llegar a un público más amplio. Con ese fin, las agencias pertinentes deben designar a “funcionarios de rendición de cuentas” encargados de vigilar las principales plataformas de redes sociales, particularmente antes y durante las elecciones.

Finalmente, debemos lanzar campañas para educar al público sobre el uso de configuraciones de privacidad, bloqueadores de anuncios y otras salvaguardas digitales. Esa fue una de las recomendaciones de las audiencias de la Cámara de los Comunes Británicos a principios de este año, sobre Cambridge Analytica. Es lógico que, si queremos volver a poner el Internet en las manos de las personas, necesitarán la alfabetización digital para gestionarlo. Simplemente saber cómo crear una cuenta de Facebook ya no es suficiente. Los ciudadanos en el siglo XXI también necesitan al menos una comprensión básica de cómo funciona el Internet.

En general, la estrategia digital esbozada aquí requerirá una transferencia de poder de los gobiernos nacionales de Europa a las instituciones de la UE. Esa es siempre una proposición difícil en la política europea. Pero los europeos deben aceptar el hecho de que, en la era digital, los Estados-nación ya no pueden hacerlo solos.

Después de todo, las tecnologías digitales no conocen fronteras políticas. Por el contrario, su propio poder se deriva de su capacidad de trascender fronteras y colapsar el espacio y el tiempo. Solo una Europa unificada puede igualar ese poder y ayudarnos a superar nuestra era actual de disfunción digital y hacia un nuevo modelo. La verdadera pregunta es si estamos a la altura del desafío. Lampadia




El amor en el mundo moderno

La adopción de la tecnología ha cambiado la forma en que nos conectamos y conversamos con otras personas en nuestra sociedad y las citas online no son una excepción. La prevalencia de smartphones significa que siempre estamos online, las redes sociales permiten que otros nos conozcan antes de que nos hayamos conocido en persona y las aplicaciones de citas nos dan una gran variedad de opciones para conocer y elegir una pareja.

Con la invención de las redes sociales, es difícil imaginar que alguien vaya a una cita a ciegas como en antaño, ¿por qué lo necesitarían? No solo tenemos una gran cantidad de información a un clic de distancia, sino que también cambia la forma y el lugar en el que nos encontramos los futuros salientes. Antes de la afluencia de citas en línea, las parejas estaban prácticamente limitadas a conocerse a través de amigos o un sábado por la noche. Ahora, incluso si no usas un servicio de ‘dating’, puedes hacer exploraciones previas en las redes para saber algo de tu cita.

Con la llegada de las APPs de citas, ha habido un cambio en la cantidad de usuarios que están encontrando a nuevas parejas y, de hecho, en lo que los usuarios están buscando. Conocer a alguien solía ser una experiencia compleja. La historia de la primera cita se recreaba a lo largo de la relación, la mirada, la chispa, la conexión que definió las primeras etapas de la relación. Parece que ahora se ha perdido a favor de la elección, el tiempo y la conveniencia. La tecnología ha hecho que nuestro mundo sea más rápido y la gente quiere pasar el menor tiempo posible buscando a alguien. Quieren que las citas trabajen alrededor de sus vidas de una manera eficiente en el tiempo.

Eventualmente, la selección de pareja en línea, basada en cada vez más información, como genomas, nivel de educación, aficiones, inteligencia y capacidades, puede tener un impacto en el desarrollo de los hijos de parejas que aporten determinadas virtudes, incluidos, mayores niveles de ingreso.

Parece que las citas por Internet le dan a la noción de citas y amor una nueva dimensión. Las citas digitales ofrecen una forma más eficiente de encontrar una buena pareja a millones de personas y eso es algo, como dice The Economist, de lo que podemos alegrarnos. Lampadia

Citas en línea
Amor moderno

El internet ha transformado la búsqueda del amor y las parejas

The Economist
18 de agosto, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

La internet ha transformado la forma en que las personas trabajan y se comunican. Ha puesto boca abajo industrias, desde el entretenimiento hasta retail. Pero su efecto más profundo parece estar en la decisión más importante que toma la mayoría de las personas: elegir un compañero de vida.

A principios de la década de 1990, la idea de conocer a una pareja online, parecía extraña y algo patética. Hoy, en muchos lugares, es normal. Los smartphones han puesto ‘bares virtuales’ en los bolsillos de las personas, donde los solteros pueden mezclarse sin las limitaciones de la geografía social o física. A nivel mundial, al menos 200 millones de personas usan servicios de citas digitales todos los meses. En Estados Unidos, más de un tercio de los matrimonios ahora comienzan con un emparejamiento online. El internet es la segunda forma más popular para que los estadounidenses conozcan a personas del sexo opuesto, y se está volviendo rápidamente tan común como las presentaciones del mundo real del “amigo de un amigo”.

Las citas virtuales son un experimento social masivo, conducido en uno de los procesos más íntimos y vitales de la humanidad. Sus efectos apenas comienzan a hacerse visibles.

Cuando Harry escogió a Sally con un click

Citarse con una pareja través de Internet es fundamentalmente diferente a hacerlo fuera de línea. En el mundo físico, las parejas se encuentran en redes familiares o entre círculos de amigos y colegas. Encontrarse con un amigo de un amigo es la norma. Las personas que se conocen en línea tienen una gran probabilidad de ser extraños. Como resultado, las citas en línea ofrecen muchas más opciones. Un bar, coro u oficina puede tener algunas decenas de potenciales parejas para cualquier persona. En línea hay decenas de miles.

Esta mayor capacidad de elección, más el hecho de que las conexiones digitales se realizan solo con el consentimiento mutuo, hace que el mercado de citas digitales sea mucho más eficiente que el tipo fuera de línea. Para algunos, eso son malas noticias. Debido al abismo entre los sexos, unos pocos hombres heterosexuales están condenados a no tener ningún match. En Tantan, una APP china, los hombres expresan interés en el 60% de las mujeres que ven, pero las mujeres están interesadas en solo el 6% de los hombres; esta dinámica significa que el 5% de los hombres nunca reciben un match. En citas fuera de línea, con un grupo mucho más pequeño de hombres para escoger, las mujeres heterosexuales son más propensas a juntarse con hombres que no verían en línea.

Para la mayoría de las personas, sin embargo, las citas virtuales ofrecen mejores resultados. La investigación ha descubierto que los matrimonios en Estados Unidos entre personas que se conocen en línea tienden a durar más; tales parejas profesan ser más felices que aquellos que se conocieron fuera de línea. El pánico moral que rodea a las APPs de citas es muy exagerado. Existe muy poca evidencia para mostrar que las oportunidades en línea fomentan la infidelidad. En Estados Unidos, las tasas de divorcio subieron hasta justo antes del advenimiento de Internet y han disminuido desde entonces.

Las citas en línea son una bendición especial para aquellos con requisitos muy particulares. ‘Jdate’ permite a los participantes filtrar a las personas que no considerarían convertirse al judaísmo, por ejemplo. Un mercado mucho más grande ha tenido resultados dramáticos para los que se casan con personas del mismo sexo. En Estados Unidos, el 70% de los gays conocen a sus parejas en línea. Este espectro de búsqueda de diversidad sexual es una bendición: más personas pueden encontrar la intimidad que buscan.

Sin embargo, hay problemas con la forma moderna de amor. Muchos usuarios se quejan de estrés cuando se enfrentan a las realidades brutales del ‘mercado digital del físico’ y su lugar dentro de él. Las emociones negativas sobre la imagen corporal existían antes de Internet, pero se amplifican cuando los extraños pueden emitir juicios instantáneos sobre el atractivo. Las salidas virtuales se han relacionado con la depresión. Los mismos problemas que afligen a otras plataformas digitales se repiten en este ámbito, desde estafas hasta cuentas falsas: el 10% de todos los perfiles de citas recién creados no pertenecen a personas reales.

Este nuevo mundo de romance también puede tener consecuencias imprevistas para la sociedad. El hecho de que las parejas en línea tengan muchas más opciones puede derribar barreras sociales: la evidencia sugiere que el Internet está impulsando los matrimonios interraciales al by-pasear a los grupos sociales homogéneos. Pero las personas también son más capaces de elegir gente como ellos. El apareamiento selectivo, el proceso por el cual las personas con niveles de educación e ingresos similares se emparejan, ya es culpable de la desigualdad de ingresos. Las citas en línea pueden hacer que el efecto sea más pronunciado: los niveles de educación se muestran de forma destacada en los perfiles de citas de una manera en la que nunca se haría ‘fuera de línea’. No es difícil imaginar a los servicios de citas del futuro haciendo coincidir a las personas con los rasgos preferidos, como lo determinan los genomas. Las empresas de citas también sufren un conflicto de intereses inherente.

El dominio de las citas en línea por un puñado de empresas y sus algoritmos es otra fuente de preocupación. Las APPs de citas no se benefician exactamente del mismo tipo de efectos de red que otras plataformas de tecnología: los amigos de una persona no necesitan estar en una web específica, por ejemplo. Pero el ciclo de retroalimentación entre grandes cantidades de datos, generado por un número cada vez mayor de usuarios atraídos por un producto en constante mejora, todavía existe. La entrada en el mercado de Facebook, armada con datos de sus 2.2 mil millones de usuarios, proporcionará pistas sobre si las citas en línea se consolidarán inexorablemente en plataformas más grandes.

Mientras estabas escogiendo pareja online

Pero incluso si el mercado no se concentra cada vez más, el proceso de acoplamiento (o no) se ha vuelto indudablemente más centralizado. El romance solía ser una actividad distribuida que tenía lugar en una profusión de bares, clubes, iglesias y oficinas; ahora, enormes cantidades de personas dependen de unas pocas compañías para conocer a su pareja. Eso le da un tremendo poder a un pequeño número de codificadores, modificando los algoritmos que determinan quién ve a quién virtualmente, para diseñar resultados de apareamiento. En sociedades autoritarias, la perspectiva de matrimonios arreglados algorítmicamente debería causar cierta inquietud. La competencia ofrece cierta protección contra tal posibilidad; también podría tener una mayor transparencia sobre los principios utilizados por las aplicaciones de citas para unir a las personas.

Sin embargo, tales preocupaciones no deben oscurecer el bien que proviene de la forma moderna de romance. Las parejas correctas pueden elevarse y nutrirse mutuamente. Los equivocados pueden arruinar sus vidas. Las citas digitales ofrecen una forma más eficiente de encontrar una buena pareja a millones de personas. Eso es algo que amar. Lampadia




Los novedosos anuncios del Premier en reforma del Estado

Los novedosos anuncios del Premier en reforma del Estado

Jaime de Althaus
Para Lampadia

Al ser el Estado una entidad monopólica, carece de los apremios de la competencia para mejorar sus servicios, reducir sus costos y simplificar sus procesos. Por el contrario, su tendencia es a incrementar el gasto y las regulaciones en detrimento del ciudadano, de las empresas y del contribuyente.

Las consecuencias son que atiende mal al público, atiende mal su propia demanda interna (a los alcaldes, por ejemplo), no resuelve o se demora en hacerlo y frena la iniciativa privada y estatal. Por supuesto, le cuesta mucho innovar.

Es posible que la tecnología –la digitalización- ayude a controlar estas tendencias naturales, en la medida en que simplifica la vida al usuario, ayuda a recabar y ordenar información y simplificar procesos, y permite una participación del ciudadano en sistemas de reclamaciones y denuncias. Eso requiere, por supuesto, de un Estado profesional y meritocrático, que funcione por resultados, incluso para premiar la reducción de normas y trámites de modo que estos no vuelvan a crecer luego de una simplificación.

Llamó la atención, en ese sentido, que el Premier César Villanueva mencionara algunas reformas novedosas en estos campos en el discurso de investidura en el Congreso. Anunció que se retomará la reforma del Servicio Civil con concursos transparentes y meritocráticos –algo fundamental-, se simplificará la organización absurda del Estado, se establecerá plataformas de servicios administrativos compartidos en regiones, habrá libros de reclamaciones en las dependencias públicas y se creará un sistema único de trámites virtuales para gobiernos regionales y locales para que no tengan que venir a Lima. 

Incluso planteó una reforma de la descentralización, eliminando superposiciones y delimitando mejor las funciones entre los tres niveles de Gobierno. Y agencias para la coordinación multisectorial.

Veamos qué es lo que efectivamente se está haciendo en relación a algunos de los anuncios que hizo. En qué consisten esas propuestas.

Plataformas de servicios compartidos

Dijo Villanueva: “haremos plataformas compartidas de tareas administrativas ya que el ejecutivo tiene más de 2,000 sedes administrativas fuera de Lima que se traducen en altos costos y baja articulación y coordinación”.

La secretaria de Gestión Pública de la PCM, Mayen Ugarte, nos refiere que se tuvo la iniciativa de solicitar a todos los ministerios y entidades del gobierno central que reportaran información sobre todos los locales que tienen en las regiones. Y el resultado fue ese: poseen más de 2,000 locales en el interior. Pero, además, con un patrón de ocupación irracional: mientras algunas oficinas son enormes y están casi vacías porque tienen poquísimo personal, otras están hacinadas. En Piura, por ejemplo, hay 220 oficinas del gobierno central. Mientras la Cancillería tiene una casa grande de dos pisos en la que solo laboran 5 personas, Provías, cuya presencia si se justifica, tiene un local ajustado. También existen amplios espacios destinados a almacenar trastos viejos de los que no se deshacen porque las normas lo impiden. En muchos casos duplican funciones de los gobiernos regionales o locales.

En suma, un desperdicio enorme de recursos. La solución que se ha diseñado, entonces, es la siguiente: allí donde hay un MAC (Mejor Atención al Ciudadano), que son esos locales que concentran hasta 27 servicios de atención al ciudadano -desde revalidación de licencias de conducir hasta certificados de antecedentes penales y judiciales pasando por duplicados del DNI, etc.-, y la entidad tiene trámites que los ciudadanos realizan, entonces la idea es que esa entidad vaya al MAC.

Si no hay MAC, o no hay trámites al público, entonces la idea es que oficinas saturadas se trasladen a locales relativamente vacíos de otras entidades, y compartan los gastos administrativos. Por supuesto, esto supone mejorar las normas relativas al pago de servicios compartidos, que hoy por hoy prácticamente lo impiden porque pagar algún servicio de un tercero podría ser visto como malversación. Se ha formado una Comisión para estudiar este tema y formular una política de espacios públicos que incluya también la posibilidad de fusionar oficinas administrativas.

A nuestro juicio, esta comisión debería aprovechar para hacer un análisis de inutilidad de algunas oficinas y entidades, a fin sencillamente de suprimirlas.  

Más MAC

El presidente del Consejo de Ministros también anunció: “Multiplicaremos el número de plataformas de servicios compartidos en regiones, empezando este año con la implementación de, al menos, cuatro nuevas plataformas en Arequipa, Cajamarca, Ucayali y el sur de Lima. Simplificaremos las reglas y la organización, a veces absurdas, del Estado para facilitar la vida a un ciudadano que no entiende porque tiene que ir a seis entidades públicas diferentes para resolver su problema”.

Se refiere a los MAC. En estos centros el ciudadano no tiene que movilizarse a distintas oficinas del Estado, sino que lo tiene todo concentrado en un solo local, pues se atienden hasta 27 trámites distintos de diversos sectores. El Estado, por su parte, ahorra en gastos administrativos. El MAC de Lima Norte (Los Olivos), por ejemplo, atiende 7 mil personas por día. Literalmente revienta. En la actualidad existen 5 MAC, en Callao, Ventanilla, San Juan de Lurigancho, Los Olivos y Piura. Este año habrá 4 más, en las ciudades indicadas por el Premier. La idea es que haya uno por departamento.

Pero hay una evolución ulterior: los 16 trámites más demandados en los MAC y que están digitalizados pasan al software MAC Express, que se coloca en las plataformas de atención de las municipalidades que lo soliciten, para que ellas en cada ventanilla pueden darle al vecino su certificado de antecedentes o la verificación de su título profesional por parte de Sunedu o lo que fuere. Para eso la PCM capacita al personal municipal que atiende en las ventanillas. Esto potencia enormemente la facilidad al usuario.

Ahora, es evidente que, si todos los trámites se pudieran hacer de manera virtual o digital, por internet, no se necesitaría los MAC. Mayen Ugarte nos responde que en realidad hay una proporción significativa de la población que no está conectada a internet o que le cuesta hacer trámites por esa vía, de modo que aún tiene que haber facilidades para trámites presenciales por unos 20 años más, calculan. 

El Premier anunció que se ampliará la plataforma digital gob.pe., que permite unificar las plataformas digitales de las entidades y hacer algunos trámites por internet. De eso nos ocuparemos en otro informe.

Libro de reclamaciones

El Primer Ministro también anunció que se implementará “el Libro de Reclamaciones en todas las entidades públicas como un sistema único para que se pueda supervisar cómo se da solución a las quejas y reclamos de los ciudadanos en toda dependencia del Estado”.

Así como el Indecopi tiene a su cargo la rectoría del sistema de reclamaciones ante las empresas del sector privado, esa función, para las entidades del Estado, le corresponde a la PCM, pero nunca la ejecutó. Pues bien, se ha decidido implementar efectivamente un sistema en línea de quejas y reclamos, que parte de un libro de reclamaciones en toda entidad pública enlazado a un sistema de seguimiento de los reclamos, que permita no solo informarle al usuario acerca del estado y resultado de su queja, sino mejorar el servicio o revisar el procedimiento en cuestión, o llamar la atención a la persona quejada si la queja apunta al maltrato de un servidor público.

Para ello, en tres meses se llevará a cabo un piloto en tres comisarías, dos Ugel y un hospital regional. La idea es que el sistema esté implantado en todas las entidades públicas en un año y medio. Evidentemente la aplicación de un sistema así, que facilita la participación del ciudadano, puede tener un efecto determinante en el mejoramiento de los servicios públicos.

Consulta en línea a 500 mil servidores públicos

Lo interesante es que se montará, además, un sistema de información que permita canalizar la percepción y aportes de los propios servidores públicos acerca de qué trabas encuentran ellos en el propio Estado que les impiden lograr resultados. Lo anunció también César Villanueva: “recurriremos a los servidores para identificar y resolver trabas administrativas que, finalmente, se traducen en problemas o demoras para la gente”.

La idea es organizar una encuesta y consulta pública en línea para preguntarles a 500,000 servidores públicos qué les impide trabajar bien, qué obstáculos tienen para cumplir sus funciones, cómo sortean esos obstáculos si lo hacen o si se resignan a la inacción, etc. Es decir, convertir a los servidores públicos en agentes de cambio. Se ha hecho ya el trabajo de campo con entrevistas en profundidad, definiendo tipos de perfiles de servidores por edad principalmente, para definir bien las preguntas. La encuesta se aplicará en julio y agosto.  

Manuel Maldonado, de la Secretaría de Gestión Pública, nos explica que las respuestas a las entrevistas y encuestas se procesan con inteligencia artificial. Ya tienen el software para eso. Es importante, porque una experiencia similar, pero dirigida al usuario, que fue “dimetutraba.pe”, al final fue poco efectiva porque no se pudo procesar la cantidad de información que produjo la ciudadanía. Todo esto se hace con apoyo de la GyZ alemana.

A partir de esta información, la idea es identificar “agrupaciones o clusters de problemas”, nos explica Melissa Donayre a cargo del proyecto, que lleven a simplificar las reglas con las que se funciona y eliminar controles burocráticos inútiles.

Sistema de trámites para gobernadores y alcaldes

Ahora bien, ocurre que el Estado maltrata no solo a los ciudadanos sino también a los propios alcaldes, que, según el Primer Ministro, pasan en promedio ¡168 días en Lima! en su primer año de gobierno, haciendo gestiones para su comunidad. Y no los reciben en los ministerios. Villanueva anunció entonces que “Se creará un sistema único de trámite para gobiernos regionales y locales”

La PCM encuestó a los alcaldes para ver por qué viajan tanto a Lima. Lo hacen porque no les contestan el correo, o no les aceptan el documento que envían o que traen, o para hacer seguimiento al trámite que han iniciado. Muchas veces vienen para hacer una consulta, y si tienen la suerte de ser recibidos, cuando quieren aprovechar para hacer una segunda consulta, les dicen que tienen que sacar cita nuevamente. La municipalidad, por ejemplo, puede subir por internet el perfil de un proyecto para que sea considerado en la programación presupuestal del MEF, pero para dar de baja un proyecto el alcalde o el funcionario tiene que venir a Lima. Además, tienen que ir al JNE a obtener un documento que certifique que son alcaldes.  

Lo que se va a hacer, entonces, nos explica Ugarte, es poner en marcha un sistema que permita ingresar el trámite y hacerle luego seguimiento en línea desde la localidad del alcalde, sin necesidad de venir a Lima, con plazos de respuesta.

Las reuniones Gore y Muni – Ejecutivo

Por eso –agrega Mayen Ugarte- las reuniones Gore – Ejecutivo tienen mucho éxito, porque los gobernadores regionales toman acuerdos directamente con los ministros. La consecuencia es que ahora vienen a Lima la tercera parte del tiempo que venían antes. Los Gores, como se sabe, funcionan como ruedas de negocios: los gobernadores regionales se reúnen individualmente con cada ministro. 

Ahora se ha decidido aplicar la misma lógica con los alcaldes: los Muni –Ejecutivo, que se realizan cada 15 días en una región distinta, al que asisten los ministros y todos los alcaldes de la región. Y en la Secretaría de Descentralización se les hace seguimiento a todos los acuerdos que se toma con los ministros. Según parece, los alcaldes están muy contentos con esta práctica.

Por supuesto, todas estas iniciativas son complementarias a la tarea central de la PCM, que es la simplificación de normas y procedimientos y la digitalización del Estado. Pero de eso nos ocuparemos en otro informe. Lampadia




La pérdida de privacidad en las redes sociales

La pérdida de privacidad en las redes sociales

Facebook está involucrado en un desastroso escándalo, en gran parte debido a sus propios errores, por no proteger adecuadamente los datos de sus clientes. El escándalo estalla porque Cambridge Analytica (la empresa que manejo la campaña presidencial de Trump) obtuvo datos de Facebook ilegalmente, con los que podría haber favorecido el voto por Trump.

¿Qué paso?

El 16 de marzo, después de un informe en The Observer, el gigante de las redes sociales confirmó que había suspendido a Strategic Communication Laboratories (SCL) y su compañía de análisis de datos políticos, Cambridge Analytica, con sede en el Reino Unido, por violar sus términos y condiciones contractuales. Las empresas habían recopilado y compartido información personal de hasta 50 millones de usuarios de Facebook, sin su consentimiento explícito.

El grafico inferior muestra que paso de una manera clara y sencilla:

¿Qué significa para Facebook?

Para Facebook, el problema descubierto por la historia de Cambridge Analytica es algo más que Cambridge Analytica. A medida que Facebook evolucionó durante los últimos 14 años de su inicio en Harvard a un gigante mundial, acumuló una cantidad casi insondable de datos sobre su base de más de 2 mil millones de usuarios activos, muchos de los cuales compartieron sus vidas libremente sin pensar en lo valioso esa información podría ser o, en las manos equivocadas, cuán peligrosa.

Facebook de hoy es una institución global con fines de lucro que funciona como un directorio digital híbrido, mercado en línea, servicio de comunicaciones instantáneas, plataforma de video bajo demanda, herramienta de participación cívica, plaza pública virtual y fuente de noticias integral.

Rápidamente superó los esquemas regulatorios relevantes, la mayoría de los cuales se construyeron hace décadas. Ahora es tan grande que cuando se usa para facilitar la diseminación de “noticias falsas” de una manera que podría haber ayudado a impulsar una elección presidencial, plantea el peor tipo de problema: uno para el que no existe un método objetivo, e identificable de solución.

Lo primero que ha hecho Zuckerberg ha sido pedir perdón, reconociendo que escándalo han defraudado la confianza de los usuarios. Ha asegurado que la gran responsabilidad de Facebook es la de proteger los datos de sus usuarios, y que cuando no lo consiguen es como si no se merecieran la oportunidad de servir a las personas. “Nuestra responsabilidad ahora es la de asegurarnos de que esto no vuelva a pasar de nuevo, y creo que hay unas cuantas cosas básicas que deberíamos hacer para asegurarnos de ello”, ha añadido. “Una es asegurarnos de que los desarrolladores no tengan acceso a tanta información, por lo que vamos a hacer tomar una serie de medidas para restringir el acceso a la información a la que pueden acceder”.

El creador de Facebook también ha dicho que planean crear una herramienta para permitir que los usuarios puedan ver si su información personal ha sido comprometida, y que notificarán a los usuarios si alguna de sus aplicaciones está haciendo cosas sospechosas. Son cosas, según ha dicho, que vistas desde la perspectiva actual se arrepiente de no haber hecho hace tiempo, pero asegura que están comprometidos en hacer bien a partir de ahora.

La solución planteada por The Economist, para Facebook y toda la industria, es que para evitar regulaciones aplicables a servicios públicos, las “firmas tecnológicas deben abrirse a personas externas, de manera segura y metódica. Debería crear un ombudsman de la industria, llamémoslo Consejo de Derechos de Datos. Parte de su trabajo sería establecer y hacer cumplir las reglas mediante las cuales los investigadores independientes acreditados miran dentro de las plataformas sin amenazar la privacidad de los usuarios”.

Facebook y otros servicios de la redes sociales, son omnipresentes en nuestra vida diária. Por lo tanto, debemos prestar atención a su evolución, y sobre todo a los conflictos vinculados a nuestra privacidad. Por ello, compartimos más abajo, los análisis de The Economist al respecto:

1. Facebook enfrenta la dilución de su reputación

Lo que debería hacer Zuckerberg

Así es como Facebook y la industria en general, deberían responder

22 de marzo de 2018
The Economist
Traducido y glosado por Lampadia

El año pasado surgió la idea de que Mark Zuckerberg podría postular a la presidencia de EEUU en 2020 e intentar liderar el país más poderoso del mundo. Hoy, el fundador de Facebook está luchando por demostrar que es capaz de liderar a la octava empresa más grande del mundo o que cualquiera de sus 2,100 millones de usuarios deberían confiar en ella.

Las noticias de que Cambridge Analytica (CA), una firma vinculada a la campaña del Presidente Donald Trump en 2016, obtuvo datos de 50 millones de usuarios de Facebook de maneras dudosas, posiblemente ilegales, han encendido una tormenta de fuego.

Zuckerberg parece no haberse dado cuenta de que su negocio enfrenta una crisis de confianza muy amplia. Después de meses de hablar de propaganda y noticias falsas, los políticos en Europa y, cada vez más en EEUU, ven a Facebook en negación y fuera de control.

Desde que se supo la noticia, los inversores asustados se han deshecho de un 9% de las acciones de Facebook. Según un grupo de expertos del Centro de Investigación Pew, la mayoría de los estadounidenses dice que desconfía de las empresas de redes sociales. El señor Zuckerberg y su industria necesitan cambiar, rápido.

El juego de la adicción

El negocio de Facebook se basa en tres elementos: mantener a los usuarios pegados a sus pantallas, recopilar datos sobre su comportamiento y convencer a los anunciantes que paguen miles de millones de dólares por anuncios orientados hacia ellos. La empresa tiene un incentivo para promocionar material que llama la atención y vender anuncios a cualquier persona. Su cultura combina una búsqueda despiadada de ganancias con una creencia excesivamente optimista y narcisista en sus propias virtudes. El señor Zuckerberg controla los derechos de voto de la empresa. Claramente, recibe muy poca crítica.

En el último fiasco, se descubrió que en 2013 un académico en Gran Bretaña creó una aplicación de cuestionarios para usuarios de Facebook, al que respondieron 270,000 personas. A su vez, ellos tenían 50 millones de amigos de Facebook. Los datos sobre todas estas personas luego terminaron en Cambridge Analytica. Facebook sabía del problema en 2015, pero no alertó a los usuarios individuales. Aunque nadie sabe cuánto CA benefició a la campaña de Trump.

El episodio se ajusta a un patrón establecido de descuido hacia la privacidad, la tolerancia hacia la inexactitud y la renuencia a admitir errores. A principios de 2017, Zuckerberg desestimó la idea de que las noticias falsas habían influido en las elecciones como “bastante loca”.

Facebook no va a ser prohibido o cerrado, pero las posibilidades de una reacción reguladora están creciendo. Europa está imponiendo castigos, desde impuestos hasta casos antimonopolio. La base de clientes estadounidenses de Facebook se ha estancado desde junio de 2017. Facebook vale US$ 493,000 millones, con solo US$ 14,000 millones de activos físicos. Su valor es intangible y, potencialmente, efímero.

Si Zuckerberg quiere hacer lo correcto por el público y su empresa, debe reconstruir la confianza. Necesita un examen completo e independiente de su enfoque al contenido, la privacidad y los datos, incluido su papel en las elecciones de 2016 y el referéndum del Brexit. Esto debe hacerse público.

Luego, Facebook y otras firmas tecnológicas deben abrirse a personas externas, de manera segura y metódica. Debería crear un ombudsman de la industria, llamémoslo Consejo de Derechos de Datos. Parte de su trabajo sería establecer y hacer cumplir las reglas mediante las cuales los investigadores independientes acreditados miran dentro de las plataformas sin amenazar la privacidad de los usuarios.

Pulgares abajo

La tecnología tiene experiencia en actuar colectivamente para resolver problemas. Los estándares sobre hardware y software, y la denominación de dominios de internet se acordaron conjuntamente. Los rivales de Facebook pueden ser cautelosos, pero si la industria no presenta una solución conjunta, un encorsetamiento del gobierno será inevitable.

Facebook parece pensar que solo necesita modificar su enfoque. De hecho, otras empresas que extraen datos de consumo deben suponer que todo su modelo comercial está en riesgo. A medida que los usuarios se informan mejor, la fórmula mágica de tomar datos sin pagarlos y manipularlos con fines de lucro puede morir. Las empresas pueden necesitar compensar a las personas por sus datos o dejar que paguen por usar plataformas sin anuncios. Los beneficios no vendrán tan fácilmente, pero la alternativa es dura. Si Facebook termina como un servicio público regulado con sus retornos de capital limitado, sus ganancias pueden caer un 80%. ¿Qué le parece, Zuckerberg?

2. El escándalo de Facebook podría cambiar tanto la política como la Internet

Privacidad digital

Incluso usado legítimamente, es una herramienta política poderosa e intrusiva

22 de marzo de 2018
The Economist
Traducido y glosado por Lampadia

“Mi meta nunca fue hacer que Facebook fuera genial. No soy una persona genial”, dijo Mark Zuckerberg, el jefe del gigante de los medios sociales, en 2014. Eso nunca ha sido más cierto. Su compañía ha pasado el último año tropezando con controversias sobre el tráfico de noticias falsas y permitiendo la manipulación rusa de los votantes estadounidenses, con diversos grados de ineptitud.

Incluso los aliados de Facebook lo han eliminado como amigo. En Twitter, Brian Acton, cofundador de la popular app de mensajería WhatsApp (que Facebook compró por $ 22 mil millones en 2014), alentó a las personas a “#DeleteFacebook”.

El escándalo de Cambridge Analytica revela las morosas y porosas políticas de privacidad de Facebook y el enfoque arrogante de la compañía hacia la supervisión. Los datos sobre los usuarios de Facebook fueron obtenidos por Aleksandr Kogan, un investigador de la Universidad de Cambridge, que atrajo a unas 270,000 personas a participar en una encuesta a cambio de una pequeña tarifa. Cuando esos usuarios instalaron la aplicación de encuesta, compartieron detalles sobre ellos mismos y, sin saberlo, sobre sus amigos, en torno a los 50 millones de usuarios de Facebook. Sorprendentemente, antes de 2015, las reglas de Facebook permitían la extracción de conexiones sociales sin el consentimiento de cada usuario.

Lo que sucedió a continuación nunca fue permitido por Facebook. Kogan proporcionó estos datos a Cambridge Analytica, y se alega que los compartió con los clientes, incluida la campaña de Trump. Cambridge Analytica cuenta con el respaldo de Robert Mercer, un donante republicano; Steve Bannon, ex asesor principal de Trump, solía servir como ejecutivo.

Si los informes son creíbles, Cambridge Analytica tiene la costumbre de impulsar los límites éticos y legales para recopilar datos. Se espera que el regulador británico de protección de datos, la Oficina del Comisionado de Información, haga una investigación en las oficinas de Cambridge Analytica.

El escándalo repercute tanto en la política como en Internet. Facebook ha construido un gigantesco negocio de publicidad, con ventas de alrededor de US$ 40 mil millones en 2017, al recopilar información detallada sobre la identidad y el comportamiento de los usuarios en línea y luego vender el acceso. Facebook rastrea a los usuarios no solo en sus servicios, incluyendo su red social del mismo nombre e Instagram (que posee), sino a través de la web. Saber que alguien es dueño de un perro e interesado en comprar una nueva ventaja puede no parecer controversial. “Microtargeting” a alguien con el fin de influir en sus puntos de vista políticos y el comportamiento de votación parece más siniestro.

Las campañas de Barack Obama eran digitalmente sofisticadas y usaban Facebook para llegar a los posibles votantes. Sin embargo, Obama obtuvo el permiso adecuado para obtener datos sobre los amigos de la gente y no microtargeteó a los usuarios a escala industrial, a diferencia de la campaña de Trump. La focalización basada en los datos de Cambridge Analytica puede haber ayudado a Trump a ganar la presidencia, aunque no se puede saber en qué medida.

Las empresas pueden superar escándalos. Rupert Murdoch, un magnate de los medios, sobrevivió a una vorágine en 2011 cuando se informó que un periódico que poseía había pirateado el teléfono de una niña asesinada, Milly Dowler.

La respuesta de Zuckerberg al escándalo ha sido modesta. Mientras los usuarios se alejan, es probable que los políticos de EEUU y Europa le presten más atención a Facebook. Están analizando la conducta de Facebook y pueden proponer nuevas leyes, especialmente en el dominio de la privacidad de datos. Lampadia