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Reforma tributaria y minería

Reforma tributaria y minería

Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia

En un artículo reciente en El Comercio, José de Echave pregunta a los que creemos que éste no es el tiempo para una reforma tributaria, ¿cuándo será el momento oportuno? Y empieza diciendo respecto a la reforma que, “cuando uno se fija un objetivo, en paralelo tiene que diseñar el camino a seguir para alcanzarlo”. Esto, cuando el Ejecutivo está pidiendo facultades delegadas del Congreso para legislar en materia tributaria y, sin duda, la puntería está puesta en la tributación minera. Lo que debemos recordarle, es que para trazar el camino que conduzca al objetivo, lo primero que se debe saber es dónde estamos parados o cuál es el punto de partida.

En 2011, inicios del gobierno de Humala, se hizo una revisión conjunta y transparente (entre el Estado y las empresas), de un esquema tributario que atendiera las expectativas del Estado por participar de las “sobreganancias” (windfall profits), que los altos precios pudieran permitir a la minería. Luego de semanas de trabajo, se convino en un esquema progresivo (tasas crecientes), que en precios bajos no destruya al sector, pero que, en precios y márgenes altos, permita al Estado una mayor recaudación. 

Así se diseñaron las Regalías Mineras y el Impuesto Especial al Sector Minero (IEM) y en paralelo, las empresas con “contrato de estabilidad jurídica”, accedieron a aceptar por contrato un Gravamen Especial al Sector Minero (GEM), el mismo que agrupaba la equivalencia de las regalías y el IEM en un solo aporte. Esto se llevó al legislativo para su discusión y se aprobó por ley del Congreso, con toda legitimidad.

Esta ley se aplicó desde 2012, tiempo en que el ciclo de precios altos (2002-2012) se agotaba. Consecuentemente, este año 2021, es la primera vez que el Estado se beneficia del mecanismo, al punto que se está triplicando la recaudación minera. 

Es importante notar que, la carga tributaria actual para la minería peruana (entre 47% y 50% de la renta generada), es superior a la de nuestros competidores globales: Canadá, Australia y Chile, entre otros. 

  • Pero hay que resaltar que, en esos países, la infraestructura ferrocarrilera, carretera, puertos, suministro eléctrico, conectividad, así como, escuelas, hospitales y otros servicios, son la retribución a tales impuestos. 

  • Igualmente, en esos países existe el imperio de la Ley y a nadie se le ocurre bloquear las carreteras, ferrocarriles o puertos. 

  • Finalmente, hay estabilidad jurídica y real independencia de poderes, con lo cual no hace falta firmar contratos de “estabilidad jurídica” que, en el Perú no respetamos, ni sufrir sobrecostos por contratar servicios de seguridad o interrupción de actividades (Las Bambas estuvo paralizado más de 400 días de 2,100 días de operación), la quinta parte de su historia, con operaciones bloqueadas. 

¿Ese “impuesto” a la ineficiencia del Estado, quién lo paga?

Llama la atención, que se mencione que la “reforma propuesta tenga tres patas”: 

  1. Ampliar la base tributaria 

  2. Luchar contra el incumplimiento y 

  3. Aumentar la progresividad. 

Cosa curiosa, puesto que el plan está centrado en el 20% de los ciudadanos y empresas que tributan desde siempre, particularmente en la actividad minera y sin tener prueba empírica de cómo funciona el esquema tributario actual. Más de lo mismo.

Creo fundamental que el MEF haga el ejercicio democrático de reconocer que la función legislativa y en particular tributaria, corresponde al pueblo representado en el Congreso. En consecuencia, debe presentar transparentemente la integridad de su propuesta al legislativo para su análisis y debate, verificación del cumplimiento de los 3 objetivos previstos y que, en ninguno de los casos, se trate de una carga confiscatoria.

Respecto a la pregunta inicial, de cuándo será el momento oportuno para una reforma tributaria, la lógica elemental dice que:

  • Cuando nos muestren su hoja de ruta. 

  • Cuando hayan diseñado y divulgado nuestro “Plan de crecimiento económico”.

  • Cuando hayan ordenado la casa, eliminando el gasto inútil y el despilfarro.

  • Cuando demuestren que son capaces de invertir bien los presupuestos disponibles.

  • Cuando estemos seguros que la corrupción no nos robará 23 mil millones al año o más.

  • Cuando pongan profesionales idóneos en la gestión de proyectos públicos.

  • Cuando sepamos que se creará oportunidades de trabajo digno y no compra de voluntades.

  • Cuando dejemos de hablar de Asamblea Constituyente.

  • Cuando se respeten las instituciones y el gobierno sea confiable.

  • Finalmente, cuando hayamos sobrepasado la crisis de estos dos últimos años, los ciudadanos tengan confianza en el Perú, repatrien sus capitales y tengamos empresas vigorosas, entusiasmadas por invertir y hacer crecer al Perú.

Debemos recordar que, el ahorro privado se traduce en inversión productiva y como la minería tiene la máxima productividad, la inversión en sus proyectos maximiza el crecimiento de nuestra economía y las fuentes de recaudación tributaria, lo que no ocurre cuando ese ahorro privado se traslada al Estado.

¡No tiene ninguna lógica exigir sacrificio tributario a algunos ciudadanos y empresas, para con eso arar en el desierto! Lampadia




La Constitución cuando me conviene

Fausto Salinas Lovón
Cusco
Para Lampadia

La Constitución se halla presente en la vida cotidiana de todos los ciudadanos, aunque estos parecen no haberse dado cuenta.

  • Apelamos a la Constitución para exigir que nuestro honor, imagen o buena reputación sean respetadas y para obtener rectificación.
  • La invocamos para solicitar a la administración pública, información o para formular un pedido.
  • La invocamos para crear las asociaciones de vivienda, los clubes deportivos, los frentes de defensa, los gremios empresariales o las ONGs sin autorización previa.
  • Los trabajadores la invocan cuando son despedidos, para obtener la reposición o por lo menos la indemnización. También lo hacen cuando exigen su jornada de 8 horas o sus horas extras, porque la jornada máxima está escrita en la Constitución antes que en los panfletos sindicales.
  • Los medios de comunicación no solamente la han invocado para preservar las libertades de información, opinión, expresión y difusión del pensamiento, sino también para lograr que no se afecte su publicidad y sobre todo la que viene del Estado, a lo cual ya hizo lugar el Tribunal Constitucional.
  • Los sindicatos la invocan cuando presentan un pliego de reclamos, cuando declaran la huelga y sobre todo, cuando se trata de proteger sus licencias sindicales, sus afiliados, sus cuotas sindicales y la exigibilidad de sus convenciones colectivas.
  • Los ciudadanos para poder participar en política como regidores, alcaldes, consejeros, congresistas o gobernadores, para ejercer la democracia que en las sociedades comunistas del partido único no existe.
  • La invocan las concubinas para que su unión de hecho sea respetada pese a la ausencia de matrimonio, derecho que no tenían antes de 1993.
  • Los empleados públicos todos los años para ejercer la huelga y la sindicalización que no tenían algunas décadas atrás.
  • Los padres de familia cuando exigen a las escuelas públicas el derecho de sus hijos a la educación gratuita.
  • Los ambientalistas cuando exigen el derecho al medio ambiente equilibrado saludable, que tampoco estaba reconocido antes de 1993.
  • Los empresarios para que sus contratos e inversiones sean respetadas.
  • Cuando no tenemos que asumir los déficits millonarios de empresas estatales que ya han dejado de existir porque la Constitución acabó con la empresa pública.
  • Los universitarios cuando exigen su acceso a la universidad pública y los presupuestos públicos para que se materialice la autonomía universitaria prevista en la Constitución, autonomía que ejercen hasta la autarquía al tomar los claustros por sus reivindicaciones en perjuicios de sus colegas.
  • La invoca cualquier propietario cuando la municipalidad, el ministerio o cualquier entidad del estado se la confisca, sin pago alguno, para hacer una carretera o una obra.
  • Los colectivos la invocan cuando hacen reuniones, marchas, paros y movilizaciones y cuando denuncian la “criminalización de la protesta”. Ni que decir cuando arrestan a algunos de ellos, donde el derecho a la libertad personal y la proscripción de la detención arbitraria se invocan automáticamente.
  • Las lesbianas, gays, trasnsexuales, bisexuales y queers para exigir igualdad y no discriminación.
  • Las comunidades campesinas que bloquean carreteras, exigen respeto a su territorio comunal, que no existía antes de que ingrese a la Constitución en 1920, con Leguía.
  • Las activistas de género cuando reclaman la igualdad frente a los hombres y cuando piden discriminación positiva a favor de las mujeres o cuotas de género.

La Constitución nos otorga estos y muchos otros derechos, garantías y principios. Pero también se encarga de su principal labor: diseñar el Estado, las instituciones y limitar el ejercicio del poder.

No es aceptable entonces que algunos sectores o algunos ciudadanos, que invocan cada día la Constitución, que se sirven de ella, no la respeten en otros aspectos como estos:

  • Cuando señala que el Parlamento se elige por 5 años (y no por el tiempo que le guste a quienes son minoría).
  • Cuando establece que los poderes públicos son independientes (y que el presidente no dirige la justicia, ni dice como se legisla).
  • Cuando establece que las personas son inocentes hasta que las condenen (y que nadie puede ir preso sin sentencia) o,
  • Cuando la Constitución establece que la legislación y la reforma constitucional son atribuciones del Congreso (y no de un presidente urgido por la necesidad se sobrevivir en base a las encuestas).

En ninguna sociedad sana la Constitución es una margarita que se desoja por los ciudadanos y que se aplica en unos casos si y en otros no. En ninguna sociedad sana los ciudadanos sólo invocan las partes de la Constitución que les conviene. En toda sociedad libre, moderna, abierta, democrática y plural, es el principal catálogo de nuestros derechos y al mismo tiempo el principal límite al poder. Su respeto integral es entonces un aspecto fundamental.

La crisis política, superada esta semana con el otorgamiento de la cuestión de confianza solicitada, ha dejado algunas evidencias. La más nítida es que hay sectores políticos para los cuales la Constitución sólo les sirvió cuando les convenía para llegar al poder o ser elegidos, pero una vez en el poder, la destruyen, la desprestigian y la denostan. Una de las lecciones de esta crisis política es identificar a quienes son enemigos de la Constitución, porque ellos son ante todo enemigos de todo aquello que la Constitución nos brinda para la vida cotidiana. Lampadia