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A poner la carne en el asador

A poner la carne en el asador

Editorial de Lampadia
Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Luego de treinta años de empobrecimiento, inflación y violencia terrorista, desde mediados de los años 90, el Perú tuvo una recuperación espectacular, con un alto crecimiento de la economía, una gran reducción de la pobreza, una importante reducción de la desigualdad, disminución de la mortalidad infantil y un sostenido crecimiento de los ingresos en todas las regiones del país.

Esto fue posible porque la Constitución de 1993 permitió el regreso de la inversión privada al campo, la minería, la pesca y el turismo, entre otros.

El nivel de los ingresos del Estado muestra con claridad la diferencia de la Constitución del 93 con la del 79. El año 1990 los ingresos del Estado cayeron al 3.8% del PBI, pero con la nueva Constitución los llevamos a 21% el 2011 y a 15% en los últimos años.

En 1990 el Estado no podía cubrir ninguna necesidad de gobierno.

Veamos otros indicadores de como nos fue con la Constitución de 1979 y la de 1993:

Lamentablemente, durante los últimos 10 años, perdimos la consistencia de nuestras políticas de desarrollo. Desde el 2011 se desincentivó la inversión privada, se reclutó muchos funcionarios públicos de orientación anti mercado, y se instaló en el Estado una suerte de desprecio por la inversión privada.

Así fuimos bajando la inversión, el ritmo de crecimiento y debilitando los avances sociales.

Para colmo de males, el 2020 nos tocó enfrentar la pandemia del Covid-19, acompañada de la desgracia de un gobierno incapaz que llevó al país a tener la mayor cantidad de fallecimientos por millón de habitantes y a la mayor caída de PBI en el mundo.

La única manera de salir de la crisis sanitaria del Coronavirus y de recuperar la salud de la economía es vacunando a la mayor parte de la población.

Y por supuesto, el mundo ya lo está haciendo a toda velocidad. Veamos el avance de vacunación en el mundo:

En el Perú, hasta ahora no iniciamos un proceso de vacunación masiva que nos permita cubrir pronto a toda nuestra población. El gobierno de Vizcarra fue incapaz de conseguir vacunas, y Sagasti se demoró en reaccionar. El gobierno dice ahora, a través de un tuit, que ya consiguió suficientes vacunas. Mientras no empecemos la vacunación masiva, no podremos recuperar el bienestar.

Una de las peores consecuencias de esta situación ha sido el aumento de la pobreza. Varios estimados locales indican que la pobreza podría subir en 9 o 10%. El FMI estima el aumento en alrededor de 6%, con lo que la pobreza podría pasar del 21.7% el 2019, a 27.5% este año.

En consonancia con las decisiones de muchos países, de hacer el 2021 otro esfuerzo para recuperar sus economías mediante apoyos extraordinarios a sus poblaciones, el FMI le plantea al Perú la posibilidad de repartir otro bono de mayor impacto, que podría llevar este año la pobreza de regreso a los niveles pre pandemia.

El FMI muestra que un bono de S/ 2,760 podría reducir la pobreza a 20.8% de la población. Para ello, el bono debería dirigirse a los beneficiarios de los programas Juntos y Pensión 65, hogares en condiciones de pobreza en zonas urbanas o rurales, y aquellos con miembros que no son asalariados formales en el sector público o privado, y que ganan menos de S/ 3,000 cada uno (Gestión).

En el siguiente gráfico se puede apreciar la reducción de la pobreza desde un 27.2% sin aplicar medidas, hasta 20.8%, dependiendo del nivel y focalización del bono. El bono de S/ 2,760 sería el de mayor impacto.

Fuente Gestión

El costo de esta medida es de S/ 17,250 millones, el 2.3% del PBI.

Esta propuesta ha generado cierta alarma en círculos económicos por su tamaño en momentos que todavía sufrimos importantes déficits fiscales, 8.9% del PBI el 2020 y un estimado (BCR) de 4.4% para el 2021; y además, con un aumento de la deuda pública a niveles del 35% del PBI.

En mi opinión hay que seguir la propuesta completa del FMI con el bono de S/ 2,760. No hay nada peor que mantener niveles altos de pobreza, tanto en términos económicos, como sociales y políticos.

De lo contrario, el costo de mantenernos en un mayor nivel de pobreza no solo sería muy alto en términos sociales y económicos, políticamente se generaría un ambiente de cuestionamientos generalizados y confusión, en los que se desordena la acción del Estado, tanto desde el lado del Ejecutivo, como del Congreso. El subsecuente costo de malas medidas de gobierno puede ser inmensamente mayor que el del bono sugerido por el FMI.

Este es el momento de poner la carne en el asador. Hay que buscar la recuperación más rápida posible y además, demostrar a tirios y troyanos, que el Perú, gracias a su fortaleza macroeconómica, puede defender a su población de la crisis.

Además del tema macroeconómico, el Perú tiene muchas fortalezas, empezando por su gran potencial productivo. No dejemos que la crisis del 2020 mine la calidad de vida y la confianza en el futuro de los peruanos.

Mientras tanto, tenemos por supuesto, que exigir mayor celeridad en la compra y aplicación de las vacunas, base fundamental para iniciar la recuperación del país. Lampadia




Juntos por el Perú sólo leyó una parte del informe del FMI

Juntos por el Perú sólo leyó una parte del informe del FMI

Jaime de Althaus
Para Lampadia

Los economistas de Juntos por el Perú, el partido de Verónika Mendoza, se han sentido respaldados nada menos que por el Fondo Monetario Internacional. Han proclamado la recomendación del FMI de otorgar una cuarta ronda del bono universal por un monto equivalente a 2,5% del PBI, como la demostración de que su propuesta de repartir bonos familiares era correcta.

Suponemos entonces que habrán leído el conjunto del informe, que contiene otras recomendaciones que estamos esperando que Juntos por el Perú reclame también como suyas. Porque no se puede tomar unas sin las otras. Se trata de las reformas estructurales, no para repartir, sino para que luego no sea necesario repartir: para volver a crecer y asegurar la estabilidad macroeconómica. El gasto tiene que venir acompañado de la generación de recursos. Si solo repartimos y no crecemos, tendremos una borrachera feliz seguida de una resaca mortal.

Por ejemplo, en el acápite 29, dice: Las reformas siguen siendo esenciales para eliminar los cuellos de botella estructurales e impulsar el crecimiento sostenible. Las políticas y marcos sólidos han sustentado un desempeño macroeconómico muy sólido en los últimos 15 años. La continuación de este rendimiento requiere la eliminación de varios obstáculos estructurales, para los cuales se espera que la recompensa sea bastante grande. El staff estima que el PIB podría aumentar hasta un 8 por ciento seis años después de la implementación de reformas en las áreas de gobernanza, mercado laboral y finanzas nacionales”.

También explica, en el acápite 32, que “La pobreza, la baja inclusión financiera, la alta informalidad y la inestabilidad política obstaculizaron los esfuerzos de las autoridades para proporcionar alivio a los hogares y contener el contagio”, y que por lo tanto es necesario “impulsar la productividad, incluso mejorando la educación, mejorando la infraestructura, facilitando la reasignación de mano de obra y mejorando el clima de negocios, de acuerdo con el Plan Nacional para la Competitividad y la Productividad lanzado en 2019”.

En el Anexo I hace una evaluación del avance en la implementación de las recomendaciones emitidas en su informe anterior:

 

Es decir, una recomendación era: “Incrementar la flexibilidad del mercado laboral”, de la que afirma que está en progreso, simplemente porque figura entre los objetivos del Plan Nacional de Competitividad (cosa que en realidad casi no es cierta).

La otra era mejorar el clima de negocios (lo que implica desregular, simplificar, eliminar trabas, etc.) y extender la vigencia de la ley de promoción agraria. Ya sabemos lo que pasó con la ley de promoción agraria y cómo su derogatoria afectará la inversión y el empleo en esa área hasta hace poco tan dinámica.

Evidentemente, si solo repartimos bonos y realizamos otros gastos de corto plazo, y no nos preocupamos de resolver los problemas estructurales que impiden crecer para sostener el Estado, llevamos al país a la quiebra. No se puede recoger una parte de la receta –la más bonita- y no la otra. Un pastel no está compuesto solo de la cereza.

Si Juntos por el Perú reconoce el aval de FMI para su propuesta de bonos, deberían reconocer su autoridad respecto de las reformas estructurales que también plantea. Para dar hay que producir. Lampadia




Volvamos a la cooperación internacional

Volvamos a la cooperación internacional

A continuación compartimos un reciente llamado de parte de importantes líderes de la UE y de las Naciones Unidas – publicado por Project Syndicate – que aboga por retomar con fuerza la cooperación internacional, tan venida a menos en los últimos tiempos pero muy necesaria en un mundo que ha sido azotado terriblemente por la pandemia.

Es importante recoger estas reflexiones porque ponen luces sobre muchos de los problemas que aún subsisten en la misma pandemia como es la falta de equipamiento médico, tratamientos eficaces a la enfermedad y sobretodo, vacunas.

En este ultimo punto, por ejemplo, los países de altos ingresos, como era de esperar, han acaparado un mayor volumen de compras, dejando rezagado a buena parte del mundo pobre. Ello ha generado que el coronavirus siga experimentando mutaciones en los lugares en donde no había penetrado con anterioridad, como en el caso de Sudáfrica. Las nuevas cepas en muchos casos resultan más contagiosas y letales, lo cual ha terminado por desbordar toda la capacidad sanitaria, como sucede por ejemplo con la segunda ola de nuestro país.

Si queremos pues generar un verdadero derrotero hacia el coronavirus debemos canalizar la mayor parte de la ayuda internacional hacia los países que por sus bajas posibilidades aun no han cerrado contratos con vacunas. Al respecto, COVAX es una buena iniciativa, pero insuficiente.

Otro punto importante que toca el llamado es el del comercio internacional, que está muy afectado y es el mejor camino para el crecimiento de los países más chicos. Si se pudiera coordinar una estrategia conjunta para profundizar los lazos comerciales de los países en las alianzas internacionales, se podría lograr un impulso interesante.

Todos estos puntos y otros mencionados por el presente llamado solo podrían ser implementados si es que se fortalecen las organizaciones multilaterales en torno a los temas relacionados a ellos – como la OMS y la OMC – así como aquellas dedicadas al financiamiento como el FMI y el Banco Mundial.

Es necesario que los países retomen la agenda del multilateralismo y no desesperen en un mundo que tal vez no será el mismo que antes de la pandemia, pero si nos preparamos, podremos enfrentarlo como hemos hecho con las grandes crisis históricas de la humanidad. Lampadia

Cooperación multilateral para la recuperación global

Emmanuel MacronAngela MerkelMacky SallAntónio GuterresCharles Michel & Ursula Von Der Leyen
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roject Syndicate
3 de febrero, 2021
Traducida y comentada por Lampadia

No debemos tener miedo de que un mundo post-pandémico no será el mismo que el statu quo anterior. Debemos acogerlo y utilizar todos los foros apropiados y las oportunidades disponibles para hacer de él un mundo mejor promoviendo la causa de la cooperación internacional.

En septiembre de 2000, 189 países firmaron la “Declaración del Milenio”, que dio forma a los principios de la cooperación internacional para una nueva era de progreso hacia metas comunes. Al salir de la Guerra Fría, confiábamos en nuestra capacidad para construir un orden multilateral capaz de abordar los grandes desafíos del momento: el hambre y la pobreza extrema, la degradación ambiental, las enfermedades, los shocks económicos y la prevención de conflictos. En septiembre de 2015, todos los países se comprometieron nuevamente con una ambiciosa agenda para abordar juntos los desafíos globales: la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible.

Nuestro mundo ha experimentado tendencias divergentes, lo que ha llevado a una mayor prosperidad a nivel mundial, mientras que las desigualdades permanecen o aumentan [dentro de los países más desarrollados]. Las democracias se han expandido al mismo tiempo que el nacionalismo y el proteccionismo han experimentado un resurgimiento. En las últimas décadas, dos grandes crisis han perturbado nuestras sociedades y debilitado nuestros marcos de políticas comunes, poniendo en duda nuestra capacidad para superar las conmociones, abordar sus causas fundamentales y asegurar un futuro mejor para las generaciones venideras. También nos han recordado lo interdependientes que somos.

Las crisis más graves exigen las decisiones más ambiciosas para dar forma al futuro. Creemos que esta puede ser una oportunidad para reconstruir el consenso para un orden internacional basado en el multilateralismo y el estado de derecho a través de la cooperación, la solidaridad y la coordinación eficientes. Con este espíritu, estamos decididos a trabajar juntos, con y dentro de las Naciones Unidas, organizaciones regionales, foros internacionales como el G7 y el G20, y coaliciones ad hoc para abordar los desafíos globales que enfrentamos ahora y en el futuro.

La salud es la primera emergencia. La crisis del COVID-19 es la mayor prueba de solidaridad global en generaciones. Nos ha recordado un hecho obvio: ante una pandemia, nuestra cadena de seguridad sanitaria es tan fuerte como el sistema de salud más débil. COVID-19 en cualquier lugar es una amenaza para las personas y las economías de todo el mundo.

La pandemia exige una fuerte respuesta internacional coordinada que amplíe rápidamente el acceso a pruebas, tratamientos y vacunas, reconociendo la inmunización extensiva como un bien público global que debe estar disponible y asequible para todos. En este sentido, apoyamos plenamente la plataforma global única Access to COVID-19 Tools (ACT) Accelerator, lanzada por la Organización Mundial de la Salud y los socios del G20 en abril.

Para cumplir su misión, ACT-Accelerator necesita con urgencia un apoyo político y financiero más amplio. También promovemos el libre flujo de datos entre socios y la licencia voluntaria de propiedad intelectual. A más largo plazo, también necesitamos una evaluación independiente y exhaustiva de nuestra respuesta para extraer todas las lecciones de esta pandemia y prepararnos mejor para la próxima. La OMS tiene un papel central que desempeñar en este proceso.

La emergencia también es ambiental. Antes de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) en Glasgow en noviembre, debemos intensificar nuestros esfuerzos para abordar el cambio climático y hacer que nuestras economías sean más sostenibles. A principios de 2021, es probable que los países que representan más del 65% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero hayan asumido compromisos ambiciosos con la neutralidad de carbono. Todos los gobiernos nacionales, empresas, ciudades e instituciones financieras deberían unirse ahora a la coalición global para reducir las emisiones de CO2 a cero según el acuerdo climático de París y comenzar a implementar planes y políticas concretas.

La pandemia ha provocado la peor crisis económica del mundo desde la Segunda Guerra Mundial. La recuperación de una economía mundial fuerte y estable es una prioridad fundamental. De hecho, la crisis actual amenaza con deshacer el progreso que hemos logrado durante dos décadas en la lucha contra la pobreza y la desigualdad de género. Las desigualdades amenazan nuestras democracias al socavar la cohesión social.

Sin duda, la globalización y la cooperación internacional han ayudado a miles de millones de personas a salir de la pobreza; pero casi la mitad de la población mundial todavía lucha por satisfacer sus necesidades básicas. Y dentro de muchos países, la brecha entre ricos y pobres se ha vuelto insostenible, las mujeres aún no disfrutan de las mismas oportunidades y muchas personas necesitan que se les alivie sobre los beneficios de la globalización.

Mientras ayudamos a nuestras economías a superar la peor recesión desde 1945, nuestra principal prioridad sigue siendo garantizar el libre comercio basado en reglas como un motor importante de crecimiento inclusivo y sostenible. Por lo tanto, debemos fortalecer la Organización Mundial del Comercio y utilizar plenamente el potencial del comercio internacional para nuestra recuperación económica. Al mismo tiempo, la protección del medio ambiente y la salud, así como las normas sociales, deben situarse en el centro de nuestros modelos económicos, garantizando al mismo tiempo las condiciones necesarias para la innovación.

Necesitamos asegurarnos de que la recuperación mundial llegue a todos. Eso significa intensificar nuestro apoyo a los países en desarrollo, particularmente en África, construyendo y yendo más allá de las asociaciones existentes, como el Pacto del G20 con África y su esfuerzo conjunto con el Club de París dentro de la Debt Service Suspension Initiative. Es fundamental seguir apoyando a esos países en la reducción de la carga de la deuda y garantizar una financiación sostenible para sus economías, utilizando todo el alcance de los instrumentos financieros internacionales, como el activo de reserva del Fondo Monetario Internacional, los derechos especiales de giro (DEG).

El auge de las nuevas tecnologías ha sido un gran activo para el progreso y la inclusión, contribuyendo a la apertura y resiliencia de sociedades, economías y estados, al tiempo que ha salvado vidas durante la pandemia. Sin embargo, casi la mitad de la población mundial, y más de la mitad de las mujeres y niñas del mundo, permanecen desconectadas y no pueden acceder a sus beneficios.

Además, el considerable poder de las nuevas tecnologías puede utilizarse indebidamente para limitar los derechos y libertades de los ciudadanos, propagar el odio o cometer delitos graves. Necesitamos aprovechar las iniciativas existentes e involucrar a las partes interesadas relevantes en la regulación efectiva de Internet con el fin de crear un entorno digital seguro, libre y abierto, donde el flujo de datos en un entorno confiable esté garantizado. Los beneficios deben recaer especialmente en los más desfavorecidos, incluso abordando los desafíos fiscales de la digitalización de la economía y combatiendo la competencia fiscal nociva. Principio del formulario

Finalmente, la crisis de salud interrumpió la educación de millones de niños y estudiantes. Debemos mantener la promesa de brindar educación para todos y equipar a la próxima generación con el conocimiento de las habilidades básicas y la ciencia, así como con el conocimiento de las diferentes culturas, la tolerancia y aceptación del pluralismo y el respeto por la libertad de conciencia. Los niños y los jóvenes son nuestro futuro y su educación es clave.Final del formulario

Para hacer frente a estos desafíos, el multilateralismo no es una técnica diplomática más. Da forma a un orden mundial y es una forma muy específica de organizar las relaciones internacionales basadas en la cooperación, el estado de derecho, la acción colectiva y principios compartidos. En lugar de enfrentar civilizaciones y valores entre sí, debemos construir un multilateralismo más inclusivo, respetando nuestras diferencias tanto como nuestros valores comunes consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos.

El mundo después de COVID-19 no volverá a ser el mismo. Aprovechemos los diferentes foros y oportunidades, como el Foro de la Paz de París, para trabajar para abordar estos desafíos con una visión clara. Invitamos a líderes políticos, económicos, religiosos y de pensamiento a contribuir a esta conversación global.

En el Foro de la Paz de París el 12 de noviembre del año pasado, el presidente francés Emmanuel Macron y otros líderes mundiales lanzaron una discusión global sobre la creación de un nuevo consenso para el mundo posterior al COVID-19. Esta discusión continúa a través de un debate en curso publicado por Project Syndicate y sus periódicos miembros en todo el mundo. Lampadia




México paralizado

México paralizado

Como era de esperarse, el crecimiento económico del país azteca a duras penas bordeará el 0.5% este año como ya dejaban entrever las proyecciones de diversos organismos internacionales como el FMI, pero que las últimas cifras de la producción nacional han terminado por confirmar.

El populismo de izquierda de AMLO, implementado en la política económica a través de la animadversión hacia la inversión privada y extranjera, el desenfrenado gasto social y la promoción de proyectos de infraestructura que no contribuyen al interés nacional sino a exclusivos favoritismos, ya le ha empezado a pasar factura no solo en la degeneración de los incentivos de los inversionistas, sino en una escalada del déficit fiscal.

Y como señala un reciente artículo de The Economist, que compartimos líneas abajo, es altamente probable que esta tendencia se siga prolongando en los próximos años, si no se retrocede en dichos lineamientos y no se atacan los verdaderos problemas estructurales de la sociedad mexicana como son el mercantilismo aún reinante en varios sectores estratégicos, los altos niveles de delincuencia y los pésimos rendimientos educativos a nivel global que aún caracterizan México.

Lo que es peor, las recientes declaraciones de AMLO respecto a darle asilo al ahora ex presidente y renunciante Evo Morales, un dictador de izquierda en Bolivia, reconfirman su adherencia ideológica al socialismo del siglo XXI, que como hemos escrito extensamente en Lampadia: Estancamiento en América Latina, ha sido el principal causante del estancamiento de nuestra región en el presente siglo. A la luz de estos hechos no se puede augurar nada bueno para el futuro económico inmediato de México, si es que no se cambia el enfoque de ataque persistente a las inversiones, trabándolas en pleno proceso de implementación como ocurrió con el cierre de la construcción del aeropuerto internacional de México o la cancelación de las inversiones en el sector hidrocarburos y la consecuente interrupción de los ductos de petróleo.

Esperamos que el líder tome conciencia de las recomendaciones de The Economist si es que no quiere que su pueblo sufra los embates de un estancamiento persistente, como parece será el fin del presente año. Lampadia

La vida después del neoliberalismo
El presidente radical de México sirve a la mediocridad económica

El primer año de AMLO en el cargo no ha tenido el crecimiento que necesita

The Economist
9 de noviembre, 2019
Traducida y comentada por Lampadia

Los presidentes mexicanos tienden a no hacer que la economía comience a tomar vuelo cuando asumen el cargo. Los últimos seis líderes vieron cómo la economía se contraía en un promedio de 0.4% durante su primer año, pero luego disfrutaron de un crecimiento de 3.5% en su sexto y último año (ver gráfico líneas abajo). Es tan probable que los gobiernos enriquezcan a sus aliados a expensas de todos los demás, que cada transferencia de poder hace que los inversores retrocedan hasta que sepan cuál es su posición. Por lo tanto, puede no ser una sorpresa que México apenas crezca en 2019, el primer año de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador. Pero a los economistas les preocupa que el malestar pueda persistir esta vez.

López Obrador llegó al poder a lomos de la indignación popular contra el statu quo. El populista de izquierda quiere centralizar el poder, aumentar el alcance del Estado y equilibrar los libros, todo mientras alcanza un crecimiento anual del PBI del 4%, “el doble del crecimiento logrado en el período neoliberal”.

La lista de dolores de cabeza es larga. La confianza del consumidor, que se disparó después de la toma de posesión de López Obrador, se ha desplomado. Los fabricantes están luchando: en el último año, las importaciones de bienes de capital disminuyeron un 16% en términos de dólares, la mayor caída desde la crisis financiera mundial. El ritmo de creación de empleo formal se ha desacelerado durante el año pasado. Los economistas han recortado repetidamente las previsiones de crecimiento.

No toda la oscuridad es casera. Las exportaciones, que alguna vez fueron un punto brillante, están creciendo más lentamente, afectadas por la lenta demanda en EEUU. Las amenazas del presidente Donald Trump, primero de romper el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y luego de imponer aranceles a México para disuadir la migración centroamericana, han aumentado la incertidumbre.

Pero las empresas también se quejan de mensajes mixtos del presidente de México. Golpea al sector privado mientras sus asesores insinúan que las políticas favorables a los negocios están a la vuelta de la esquina. Desechó un aeropuerto de US$ 13,000 millones que ya estaba en construcción porque lo consideraba demasiado caro; ordenó la renegociación de un contrato de gasoducto que él consideraba demasiado generoso. En julio, Carlos Urzúa, secretario de finanzas tecnocrático, renunció y acusó al gobierno de caer en el extremismo sobre la evidencia al tomar decisiones.

Los compromisos fiscales del gobierno lo han atrapado en un ciclo de retroalimentación negativa, dice Gabriel Lozano de JPMorgan Chase, un banco. Un objetivo de superávit presupuestario del 1% para 2019 se apoyó recortando la remuneración de los trabajadores del sector público, comenzando por el presidente. Pero los recortes de gastos han frenado la economía. Los ingresos fiscales han superado las expectativas, en parte porque el pronóstico del presupuesto de crecimiento del PBI del 2% era optimista, y también debido a un éxodo de burócratas experimentados de la agencia de recaudación de impuestos.

El gobierno ha allanado la mitad de los 300,000 millones de pesos (US$ 15,000 millones) en su fondo de estabilización fiscal para compensar el déficit. El presupuesto del próximo año también es más optimista sobre el crecimiento económico que la mayoría de los economistas. El compromiso del gobierno con la prudencia presupuestaria también podría tambalearse antes de las elecciones de mitad de período en 2021. Parece probable que haya otro año de decepción fiscal, y podría limpiar por completo el fondo del día lluvioso del gobierno.

Por su parte, López Obrador quiere derrochar en proyectos favoritos, incluida una refinería de petróleo en su estado natal de Tabasco y un “tren Maya” a través de la selva mexicana. Con la economía parada, esos planes no son sostenibles. Los leales reconocen que su índice de aprobación es extremadamente alto. Ya ha tenido que retrasar las pensiones de vejez más generosas.

Las fuerzas externas pueden ofrecer una salida del desastre. La guerra comercial de EEUU con China significa que México debería estar atrayendo a los inversores que buscan protegerse contra el riesgo de China, dice Luis de la Calle, economista. La brecha entre las tasas de interés del Banco de México y las de la Reserva Federal de EEUU es de 6.25 puntos porcentuales, mayor que en otros países con una calificación crediticia de grado de inversión. El gobierno quiere financiar de forma privada hasta 1,600 proyectos de infraestructura, que el presidente espera que “reactiven” la economía.

Un impulso económico a corto plazo también debería provenir de un gran aumento en la producción de petróleo el próximo año, cuando las empresas privadas comiencen a bombear petróleo en virtud de contratos firmados como parte de las reformas energéticas del gobierno anterior. (López Obrador no ha permitido nuevas rondas de licitación, aunque sus asesores insinúan una apertura el próximo año).

Los pesimistas se preocupan porque no hay oportunidad que este gobierno no pueda desperdiciar. Al asumir el cargo, podría haber abordado un problema fundamental: un sistema económico que permite a los capitalistas compinches y evita que las pequeñas empresas se expandan. Podría haber tratado con un empeoramiento de la violencia, o haber elevado los pobres niveles de educación. Superar todo esto podría haber valido un golpe temporal para el PBI. El riesgo es que, incluso si este gobierno pasa indemne por su caída del primer año, no espera ningún pago. Lampadia




¿Recesión global en 2020?

¿Recesión global en 2020?

La posibilidad de una recesión global hacia el 2020, gatillada por la guerra comercial EEUU-China, el enfrentamiento tecnológico o por el corte de suministros de petróleo, se ha tornado un tema recurrente en la prensa internacional y entre los economistas más versados. De este grupo, hemos seguido muy de cerca las reflexiones del profesor Nouriel Roubini, ex funcionario del FMI y ex asesor económico de la Casa Blanca, por sus acertados diagnósticos y predicciones respecto del devenir de la coyuntura económica y financiera en el corto mediano plazo (ver Lampadia: Consecuencias del conflicto EEUU – China).

Más allá de la discusión de si se producirá tal recesión o no, vale la pena analizar las fuerzas que la estarían motivando y la forma en que desembocaría finalmente en los mercados de bienes y servicios así como en el financiero. Y Roubini le da justo al gatillo en este respecto.

En un reciente artículo titulado “Anatomía de la recesión que viene” publicado en la revista Project Syndicate (ver artículo líneas abajo), el renombrado economista caracteriza a la próxima recesión como estanflación – inflación con estancamiento del PBI – un fenómeno que tuvo lugar también en la crisis del petróleo, originada en los países de la OPEP durante la década de los 70.

Pero lo realmente grave y que haría única a dicha crisis – y que además hemos venido advirtiendo en anteriores publicaciones (ver Lampadia: ¿Cadenas de suministro globales dañadas?, La globalización va a paso lento) – es el proceso de desglobalización que irradia y el impacto que ya se encuentran generando en las grandes potencias, restringiendo los suministros de una gran gama de productos manufacturados.

Como señala la teoría económica ortodoxa, las políticas monetarias y fiscales contracíclicas son útiles para estimular la economía en escenarios con choques negativos de demanda, pero ante la presencia de choques negativos de oferta como son estas restricciones en los suministros, la mejor manera de actuar es en verdad no actuar. Ello porque cualquier intervención en la economía, si bien podría amortiguar el golpe de menor oferta en el corto plazo, en el mediano y largo plazo los efectos en los precios pueden ser devastadores, a través de la inflación. En ese sentido, como bien señala Roubini, las herramientas de política contracíclicas no ayudarían a lidiar con esta crisis en el tiempo. Los gobiernos de los países no tendrían mejor remedio que amoldarse a ella.

Nos parece importante compartir este tipo de análisis para que nuestras autoridades tanto monetarias como fiscales puedan advertir las consecuencias de sus acciones en el momento que el Perú tenga que enfrentar la posible recesión. Lampadia

Anatomía de la recesión que viene

Nouriel Roubini
Project Syndicate
22 de agosto, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

A diferencia de la crisis financiera mundial de 2008, que en su mayoría fue un gran choque negativo de demanda agregada, la próxima recesión probablemente sea causada por choques de oferta negativos permanentes de la guerra comercial y tecnológica sino-estadounidense. Y tratar de deshacer el daño mediante un estímulo monetario y fiscal interminable no será una opción.

NEW YORK – Hay tres choques negativos de oferta que podrían desencadenar una recesión mundial para 2020. Todos ellos reflejan factores políticos que afectan las relaciones internacionales, dos involucran a China, y EEUU está en el centro de cada uno. Además, ninguno de ellos es susceptible a las herramientas tradicionales de la política macroeconómica anticíclica.

El primer choque potencial proviene de la guerra comercial y monetaria sino-estadounidense, que se intensificó a principios de este mes cuando la administración del presidente estadounidense Donald Trump amenazó con aranceles adicionales a las exportaciones chinas y calificó formalmente a China de manipulador de divisas. El segundo se refiere a la guerra fría entre EEUU y China por la tecnología. En una rivalidad que tiene todas las características de una “trampa de Tucídides”, China y EEUU compiten por el dominio sobre las industrias del futuro: inteligencia artificial (IA), robótica, 5G, etc. EEUU ha colocado al gigante chino de las telecomunicaciones Huawei en una “lista de entidades” reservada para compañías extranjeras consideradas como una amenaza para la seguridad nacional. Y aunque Huawei ha recibido exenciones temporales que le permiten continuar usando componentes de EEUU, la administración de Trump anunció esta semana que estaba agregando 46 afiliados adicionales de Huawei a la lista.

El tercer riesgo importante se refiere a los suministros de petróleo. Aunque los precios del petróleo han caído en las últimas semanas, y una recesión provocada por una guerra comercial, monetaria y tecnológica deprimiría la demanda de energía y reduciría los precios, la confrontación de EEUU con Irán podría tener el efecto contrario. En caso de que ese conflicto se convierta en un conflicto militar, los precios mundiales del petróleo podrían aumentar y provocar una recesión, como sucedió durante las conflagraciones anteriores de Medio Oriente en 1973, 1979 y 1990.

Estos tres posibles choques tendrían un efecto de estanflación, al aumentar el precio de los bienes de consumo importados, los insumos intermedios, los componentes tecnológicos y la energía, al tiempo que se reduce la producción al interrumpir las cadenas de suministro mundiales. Peor aún, el conflicto sino-estadounidense ya está alimentando un proceso más amplio de desglobalización, porque los países y las empresas ya no pueden contar con la estabilidad a largo plazo de estas cadenas de valor integradas. A medida que el comercio de bienes, servicios, capital, trabajo, información, datos y tecnología se vuelva cada vez más balcanizado, los costos de producción global aumentarán en todas las industrias.

Además, la guerra comercial y monetaria y la competencia por la tecnología se amplificarán mutuamente. Considere el caso de Huawei, que actualmente es un líder mundial en equipos 5G. Esta tecnología pronto será la forma estándar de conectividad para la infraestructura civil y militar más crítica, sin mencionar los bienes de consumo básicos que estarán conectados a través del emergente Internet de las Cosas (IOT). La presencia de un chip 5G implica que cualquier cosa, desde una tostadora hasta una cafetera, podría convertirse en un dispositivo de escucha. Esto significa que, si Huawei es ampliamente percibido como una amenaza a la seguridad nacional, también lo harían miles de exportaciones chinas de bienes de consumo.

Es fácil imaginar cómo la situación actual podría conducir a una implosión a gran escala del sistema de comercio global abierto. La pregunta, entonces, es si los formuladores de políticas monetarias y fiscales están preparados para un choque de oferta negativo sostenido, o incluso permanente.

Luego de los choques estanflacionarios de la década de 1970, los responsables de la política monetaria respondieron endureciendo la política monetaria. Hoy, sin embargo, los principales bancos centrales, como la Reserva Federal de EEUU ya están buscando la flexibilización de la política monetaria, porque la inflación y las expectativas de inflación siguen siendo bajas. Los bancos centrales percibirán cualquier presión inflacionaria derivada de un choque petrolero como un simple efecto en el nivel de precios, más que como un aumento persistente de la inflación.

Con el tiempo, los choques negativos de oferta también tienden a convertirse en choques temporales de demanda que reducen tanto el crecimiento como la inflación, al deprimir el consumo y los gastos de capital. De hecho, en las condiciones actuales, el gasto de capital corporativo estadounidense y global está severamente deprimido, debido a las incertidumbres sobre la probabilidad, la gravedad y la persistencia de los tres posibles choques.

De hecho, con empresas en los EEUU, Europa, China y otras partes de Asia que han frenado los gastos de capital, el sector tecnológico, manufacturero e industrial tecnológico mundial ya está en recesión. La única razón por la que eso aún no se ha traducido en una depresión mundial es que el consumo privado se ha mantenido fuerte. Si el precio de los bienes importados aumentara aún más como resultado de cualquiera de estos choques negativos de oferta, el crecimiento real de los ingresos familiares disponibles (ajustados a la inflación) se vería afectado, al igual que la confianza del consumidor, lo que probablemente provocaría una recesión en la economía mundial.

Dado el potencial de un choque negativo de la demanda agregada a corto plazo, los bancos centrales tienen razón al relajar las tasas de interés. Pero los formuladores de políticas fiscales también deberían estar preparando una respuesta similar a corto plazo. Una fuerte disminución en el crecimiento y la demanda agregada requeriría una flexibilización fiscal anticíclica para evitar que la recesión se vuelva demasiado severa.

Sin embargo, en el mediano plazo, la respuesta óptima no sería acomodar los choques negativos de oferta, sino más bien ajustarse a ellos sin mayor alivio. Después de todo, los choques negativos de oferta de una guerra comercial y tecnológica serían más o menos permanentes, al igual que la reducción del crecimiento potencial. Lo mismo se aplica al Brexit: abandonar la UE ensillará al Reino Unido con un choque de oferta negativo permanente y, por lo tanto, disminuirá permanentemente el potencial de crecimiento.

Tales choques no pueden revertirse mediante la formulación de políticas monetarias o fiscales. Aunque se pueden gestionar a corto plazo, los intentos de acomodarlos de forma permanente conducirán a que la inflación y las expectativas de inflación aumenten por encima de los objetivos de los bancos centrales. En la década de 1970, los bancos centrales acomodaron dos grandes choques petroleros. El resultado fue un aumento persistente de la inflación y las expectativas de inflación, déficit fiscales insostenibles y acumulación de deuda pública.

Finalmente, existe una diferencia importante entre la crisis financiera mundial de 2008 y los choques de oferta negativos que podrían afectar a la economía mundial actual. Debido a que el primero fue principalmente un gran impacto negativo de la demanda agregada que deprimió el crecimiento y la inflación, fue recibido adecuadamente con estímulos monetarios y fiscales. Pero esta vez, el mundo enfrentaría choques sostenidos de oferta negativa que requerirían un tipo muy diferente de respuesta política a mediano plazo. Intentar deshacer el daño a través de un estímulo monetario y fiscal interminable no será una opción sensata. Lampadia

Nouriel Roubini, profesor de la Escuela de Negocios Stern de NYU y CEO de Roubini Macro Associates, fue Economista Principal para Asuntos Internacionales en el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca durante la Administración Clinton. Ha trabajado para el Fondo Monetario Internacional, la Reserva Federal de los EEUU y el Banco Mundial.




Estancamiento en América Latina

Estancamiento en América Latina

Como escribimos en Lampadia: Las democracias están en peligro en América Latina, a lo largo del siglo XXI, los sistemas democráticos de nuestra región se han visto constantemente amenazados – y siguen estándolo – por el ascenso de líderes populistas que, aprovechando el contexto de corrupción que los precede, han llevado a cabo medidas autoritarias y que han vulnerado las libertades individuales.

Ello indudablemente ha repercutido negativamente en el desempeño económico reciente de países como Venezuela, Argentina, Brasil y Nicaragua, generando una suerte de “estancamiento regional”, del cual el FMI ya viene advirtiendo en sus informes coyunturales. Sin embargo, es menester señalar que este estancamiento es previo al siglo actual, un hecho que puede constatarse en el siguiente gráfico elaborado por The Economist, que muestra cómo el PBI per cápita de América Latina sigue bordeando el 30% del PBI per cápita de EEUU desde los años 40.

No obstante, también se debe mencionar que hay ciertos grupos de países – de los cuales, el Perú ha sido parte – que, a pesar del ruido político, exceptuando los últimos años, han logrado sostener altas tasas de crecimiento, permitiéndoles acortar sus brechas de desarrollo justamente con países de altos ingresos como EEUU.

¿Qué medidas económicas han implementado estos países para crecer en mayor proporción que sus pares regionales?

Un reciente estudio citado en The Economist (ver artículo líneas abajo) señala enfáticamente que el éxito de tales economías se debe principalmente a su profunda apertura comercial, a las exportaciones de bienes y servicios, pero también a la responsable política fiscal contra-cíclica que les ha permitido amortiguar los choques externos, tales como caídas en los precios internacionales.

El camino entonces para salir del estancamiento de los ingresos en América Latina, provendría de abrir más las economías al comercio internacional, desechando toda clase de medidas proteccionistas, que, históricamente han demostrado ser nefastas para los consumidores y la industria nacional. Lampadia

¿Por qué las economías de América Latina están estancadas?

Exportar más es la manera de contrarrestar la tendencia

The Economist
30 de mayo, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Los pronosticadores que recortan sus predicciones de crecimiento económico en América Latina se han convertido en un ritual anual deprimente. Este año no es diferente. El FMI al principio esperaba un crecimiento del 2%. En abril se había convertido en 1.4%. Incluso este número puede ser demasiado optimista. En los primeros tres meses del año, las tres economías más grandes (Brasil, México y Argentina) parecen haberse contraído y otras tuvieron un desempeño débil. Dado que la economía mundial se ha expandido relativamente fuerte en los últimos años, esto significa que América Latina se está quedando atrás.

Por supuesto que hay algunos puntos brillantes. Muchas economías latinoamericanas son al menos más resistentes y menos volátiles que antes, gracias a una política fiscal más responsable. Aquellos países donde los líderes pensaban que la política macroeconómica prudente era para los tontos, Hugo Chávez en Venezuela, Dilma Rousseff en Brasil y Cristina Fernández en Argentina, han sufrido caídas. Pero lo realmente preocupante es que el desempeño económico rezagado de América Latina ha durado varias décadas (ver gráfico líneas abajo). La brecha entre el ingreso promedio por persona de la región y el de los EEUU es más amplia que en la década de 1950. Dos nuevos estudios intentan explicar este fallo relativo y cómo podría revertirse.

En un artículo para el Diálogo Interamericano, un think tank en Washington, Augusto de la Torre y Alain Ize analizan qué distingue a los países latinoamericanos cuyo PBI per cápita ha crecido significativamente más rápido que el de EEUU en este siglo. Eso se aplica a Perú, Chile y Uruguay, que son exportadores de productos básicos, y a Costa Rica, República Dominicana y Panamá, que son exportadores de servicios. Llegan a la conclusión de que el éxito en los mercados internacionales, medido por una creciente participación de las exportaciones mundiales, ha sido el camino hacia la convergencia de ingresos. Esto se debe en parte a que la exportación es una forma de aprendizaje, como han señalado otros economistas. Hay una preocupante excepción a esta regla: México ha ganado cuota de exportación, pero sus ingresos se han estancado en gran medida porque el resto de su economía es muy ineficiente.

Las políticas macroeconómicas contra-cíclicas también son cruciales, especialmente en los países que exportan productos, cuyos precios pueden fluctuar enormemente. Pero la extrema desigualdad de ingresos y la pobreza generalizada dificultan que los gobiernos latinoamericanos resistan la presión pública para gastar durante los períodos de auge. Esto significa que, en lugar de una idea de último momento, una buena política social debe considerarse un componente central de la gestión económica. Claramente, no todos los países pueden ampliar su participación en las exportaciones mundiales; esto es especialmente difícil cuando el proteccionismo está en aumento. Pero América Latina tiene mucho margen para expandir las exportaciones de servicios, como el cuidado de los ancianos y el turismo, siempre que reduzca la delincuencia.

Los investigadores del Instituto Global McKinsey analizan la falta de convergencia de América Latina desde un ángulo diferente. Centrándose principalmente en Brasil, México y Colombia, identifican dos “centros intermedios perdidos”. El primero es la escasez de empresas medianas. En relación con el tamaño de la economía, América Latina tiene aproximadamente la mitad de las compañías con ventas entre US$ 10 a US$ 500 millones por año como un grupo comparador de diez economías emergentes en otros lugares. Los latinoamericanos tienden a obtener mayores ganancias, una señal de que enfrentan menos competencia.

El lado opuesto es la falta de empleos bien remunerados y, por lo tanto, “una cohorte desaparecida de consumidores de clase media con ingresos suficientes para mantener una demanda interna sólida”, según el informe. Las tres cuartas partes más pobres de los latinoamericanos representan solo el 40% del consumo total, en comparación con las dos terceras partes del consumo en el grupo comparador. La falta de demanda de los consumidores disuade a las empresas de invertir.

A menos que las empresas latinoamericanas se vuelvan más productivas, la perspectiva de la región es débil. Según McKinsey, el 72% del crecimiento económico de la región entre 2000 y 2016 se debió a la expansión de la fuerza laboral en lugar de a una mayor productividad. Las mujeres latinoamericanas ahora tienen menos bebés, por lo que la fuerza laboral pronto dejará de crecer.

Se destacan dos lecciones políticas. La izquierda debe entender que la disciplina fiscal y las exportaciones son vitales para lograr un crecimiento sostenido de los ingresos. Pero la derecha debe aprender que los monopolios frenan las economías, que los trabajadores deberían compartir los aumentos de productividad y que los impuestos deben ajustarse para que no caigan de manera desproporcionada sobre el consumo en lugar de los ingresos. De lo contrario, América Latina corre el riesgo de quedar atrapada en un círculo vicioso de estancamiento económico y conflicto social y político. Lampadia




¿Qué tan bien preparados están los jóvenes para el futuro?

¿Qué tan bien preparados están los jóvenes para el futuro?

¿Qué tan bien están preparando los gobiernos a sus jóvenes para el éxito? Según un nuevo indicador del Banco Mundial, no tan bien. El Índice de Capital Humano (HCI, por sus siglas en inglés), lanzado la semana pasada en la reunión anual del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) en Bali, estima que el 56% de todos los niños nacidos hoy crecerán para ser, en el mejor de los casos, la mitad de productivos de lo que podrían ser; y el 92 por ciento será, en el mejor de los casos, el 75% de lo productivo que pueda ser.

¿Qué es el Índice de Capital Humano del Banco Mundial? El objetivo del estudio es medir la suma de conocimientos, aptitudes y salud que una población acumula a lo largo de su vida, otorgando de ese modo una perspectiva sobre el talento y la capacidad de su población para producir valor en el futuro.

El índice clasifica a 157 países según el potencial económico que están perdiendo a largo plazo al no invertir completamente en capital humano: “el conocimiento, las habilidades y la salud que las personas acumulan en sus vidas”, como lo define el Banco Mundial. Lo hace observando cinco indicadores de salud y educación: supervivencia infantil, matricula escolar, calidad de aprendizaje, crecimiento saludable y supervivencia adulta. En otras palabras, ¿llegará un niño a la edad escolar? ¿Cuántos años de escuela completará un niño? ¿Cuánto aprenderán? Para cuando salgan de la escuela, ¿estarán sanos, listos para aprender más y podrán trabajar?

Como se puede observar en el cuadro inferior, en primero lugar está Singapur (0.88), seguido por Corea del Sur (0.84), Japón (0.84) y Hong Kong (0.82). Le siguen Finlandia (0.81) e Irlanda (0.81), mientras que algunas de las mayores economías del mundo se ubican más abajo.

Fuente: BBC

Sobre la base de estos indicadores, el Banco Mundial calculó un puntaje entre cero y uno para cada uno de los países que analizó. Si un país obtiene un puntaje de 0.76, como EEUU, eso significa que el potencial de ingresos de su generación más joven a lo largo de su vida es solo el 76% de lo que podría ser, si tuvieran educación completa y buena salud. En otras palabras, EEUU está perdiendo el 24% de su potencial al no invertir completamente en capital humano.

¿Cuál es el estado del capital humano en Perú?

En ese sentido, la publicación del BM destacó que un niño nacido hoy en Perú alcanzará a los 18 años un 59% de productividad laboral, si es que se le proporciona una educación completa y salud plena, entre otros factores. Entre otros resultados interesantes según el BM tenemos:

  • 99 de cada 100 niños nacidos sobreviven hasta los 5 años.
  • Un niño que comienza la escuela a los 4 años completa, en promedio, 12.7 años de escuela antes de cumplir 18 años.
  • Los estudiantes en Perú obtuvieron un puntaje de 407 en una escala donde 625 representa el logro avanzado y 300 representa el logro mínimo.
  • 87 de cada 100 niños no nacen con problemas físicos. 13 de cada 100 niños tienen problemas, por lo que corren el riesgo de tener limitaciones físicas y cognitivas que pueden durarles toda la vida
  • En Perú, el indicador es más alto para las niñas que para los niños.
Fuente: Banco Mundial

Es importante resaltar que, según el BM, entre 2012 y 2017, el valor del indicador de Capital Humano para Perú aumentó de 0.54 a 0.59 (ver cuadro inferior). En 2017, el HCI de Perú es más alto que el promedio para su región y ligeramente más alto que su grupo de ingresos.

Fuente: Banco Mundial

Quizás una pregunta importante es si es que el Perú está en línea con lo que se calcula para su nivel de ingresos. Según el BM, en 2017, el HCI para Perú es más alto de lo que se predeciría para su nivel de ingresos (ver cuadro inferior).

Fuente: Banco Mundial
Fuente: Banco Mundial

¿Cómo están los otros países de Latinoamérica?

Chile es el país latinoamericano mejor ubicado en el Índice de Capital Humano, ocupando el lugar número 45. Le siguen Costa Rica en el puesto 57, Argentina en el 63 y México en el 64. Perú se encuentra en 8avo lugar en el ránking y Haití (45%) y Guatemala (46%) son las naciones del hemisferio con el índice más bajo. Cabe indicar que el informe no incluyó datos para Bolivia, Cuba y Venezuela.

Vale la pena recalcar que en Lampadia consideramos que el crecimiento del PBI es la clave del desarrollo integral (económico y social) de un país. Si la tasa de crecimiento no es óptima, la renta de una nación, es decir su nivel de riqueza, será escaso, su inversión limitada y su capacidad de crear empleo disminuida. Por lo tanto, además, el Estado no tendrá los recursos para atender sus obligaciones. Todo esto redunda directamente en una menor reducción de la pobreza, objetivo número uno de un país emergente como el Perú. Objetivo (crecimiento), que no tiene por qué inhibir el esfuerzo por el avance institucional.

Sin embargo, consideramos importante y justo compartir también nuevas propuestas como la hecha por el Banco Munidal, que intentan ampliar el espectro de cómo medir la riqueza de un país y utilizar métodos alternativos y holísticos para lograrlo.

Como afirmó Jim Kim, el presidente del Banco Mundial, durante la presentación del informe “los países necesitan invertir más y más efectivamente en su gente. (…) No siempre es la cantidad de inversiones lo que es importante, también lo es la calidad”, y señaló que algunos países, en lugar de hacerse responsables, han estado “esperando donaciones (para programas de educación y salud) en lugar de tomar el asunto seriamente”.

Tenemos que ver la realidad de cómo estamos invirtiendo en nuestros jóvenes para que el Estado tome las medidas correctas. Tenemos inmensas brechas en la calidad de salud y de educación. Hay que reaccionar de una vez y brindarles a nuestros niños todas las herramientas para que lideren el Perú del futuro. Lampadia




La economía mundial no está preparada para la próxima recesión

A medida que los mercados financieros reaccionan a las estrictas medidas de la política monetaria estadounidense, se deja entrever que el mundo moderno no está preparado para la próxima recesión.

El año pasado el crecimiento se aceleró en todo el mundo, sin embargo, este año solo EEUU está en auge y recientemente se desplomaron los mercados de valores a nivel mundial ante la preocupación por la desaceleración de su crecimiento y los efectos que ha tenido su estricta política monetaria. La verdad es que a medida que varían las tasas de interés, a los mercados emergentes les resultará más difícil pagar las deudas en dólares, lo que podría tener consecuencias negativas en las economías avanzadas.

Según The Economist, el Fondo Monetario Internacional (FMI) cree que el crecimiento se desacelerará este año en todas las economías avanzadas, poniendo en problemas a los mercados emergentes, dado que estos representan el 59% de la producción mundial.

Lo positivo de esta situación es que los sistemas bancarios son más resistentes que hace una década, cuando se produjo la última crisis. Si bien es poco probable que ocurra algo tan grave como la crisis del 2008, The Economist afirma que muchas economías “no están preparadas para enfrentar incluso una recesión leve. (…) Los bancos centrales no tienen mucho espacio para recortar las tasas de interés y los políticos pueden rechazar la política monetaria no convencional, el gasto deficitario o la acción internacional coordinada. El momento de prepararse es ahora.”

Ver líneas abajo el artículo de The Economist donde evalúa la capacidad de enfrentar otra recesión:

La próxima recesión
La economía mundial

Políticas tóxicas y bancos centrales restringidos podrían hacer difícil escapar de una próxima recesión

The Economist
11 de octubre, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

Hace apenas un año, el mundo disfrutaba de una aceleración económica sincronizada. En 2017, el crecimiento aumentó en todas las grandes economías avanzadas (excepto Gran Bretaña), y en la mayoría de las emergentes. El comercio global estaba en alza y EEUU estaba en auge; la caída de China en deflación había sido sofocada; incluso la zona euro estaba prosperando. En 2018 la historia es muy diferente. Esta semana, los mercados bursátiles se desplomaron en todo el mundo cuando los inversores se preocuparon, por segunda vez este año, por la desaceleración del crecimiento y los efectos de una política monetaria estadounidense más estricta. Esos temores están bien fundados.

El problema de la economía mundial en 2018 ha sido un impulso desigual. En EEUU, los recortes de impuestos del presidente Donald Trump han ayudado a elevar el crecimiento trimestral anualizado por encima del 4%. El desempleo se encuentra en su nivel más bajo desde 1969. Sin embargo, el FMI cree que el crecimiento se desacelerará este año en todas las demás grandes economías avanzadas. Y los mercados emergentes están en problemas.

Esta divergencia entre Estados Unidos y el resto también implica políticas monetarias divergentes. La Reserva Federal ha elevado las tasas de interés ocho veces desde diciembre de 2015. El Banco Central Europeo (BCE) todavía está muy lejos de su primer aumento. En Japón las tasas son negativas. China, el principal objetivo de la guerra comercial de Trump, relajó la política monetaria esta semana en respuesta a un debilitamiento de la economía. Cuando las tasas de interés suben en Estados Unidos, pero en ninguna otra parte, el dólar se fortalece. Eso hace que sea más difícil para los mercados emergentes pagar sus deudas en dólares. Un dólar estadounidense en alza ya ha ayudado a impulsar a Argentina y Turquía a problemas; esta semana, Pakistán le solicitó al FMI un rescate.

Los mercados emergentes representan el 59% de la producción mundial (medida por el poder de compra), desde un 43% más de hace dos décadas, cuando se desató la crisis financiera asiática. Sus problemas pronto podrían volver a las costas de Estados Unidos, justo cuando el auge doméstico del Tío Sam comienza a desvanecerse. El resto del mundo también podría estar en peor estado para entonces, si las dificultades presupuestarias de Italia no disminuyen o China sufre una fuerte desaceleración.

Quitando el piso

La buena noticia es que los sistemas bancarios son más resistentes que hace una década, cuando se produjo la crisis. La posibilidad de una recesión tan severa como la que golpeó entonces es baja. Los mercados emergentes están causando pérdidas a los inversionistas, pero en general, sus economías reales parecen estar aguantando. La guerra comercial aún tiene que causar un daño grave, incluso en China. Si el auge de Estados Unidos da paso a una recesión superficial a medida que el estímulo fiscal disminuye y las tasas aumentan, eso no sería inusual después de una década de crecimiento.

Sin embargo, aquí es donde entran las malas noticias. El mundo rico en particular está mal preparado para enfrentar incluso una recesión leve. Esto se debe en parte a que el arsenal de políticas aún está agotado de la lucha contra la última desaceleración. En el último medio siglo, la Fed típicamente redujo las tasas de interés en aproximadamente cinco puntos porcentuales en una recesión. Hoy tiene menos de la mitad de esa capacidad antes de llegar a cero; la zona euro y Japón no tienen espacio en absoluto.

Los formuladores de políticas tienen otras opciones, por supuesto. Los bancos centrales podrían usar la política ahora familiar de flexibilización cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés), la compra de valores con reservas de bancos centrales recién creadas. La eficacia de la QE se debate, pero si eso no funciona, podrían probar enfoques más radicales y no probados, como dar dinero directamente a las personas. Los gobiernos también pueden aumentar el gasto. Incluso los países con grandes cargas de deuda pueden beneficiarse del estímulo fiscal durante las recesiones.

La pregunta es si el uso de estas armas es políticamente aceptable. Los bancos centrales entrarán en la próxima recesión con balances que ya están hinchados por estándares históricos; la Fed vale el 20% del PIB. Los opositores de QE dicen que distorsiona los mercados e infla burbujas de activos, entre otras cosas. No importa que estos puntos de vista estén en gran parte equivocados; nuevos combates de QE atraerían un escrutinio aún más cercano que la última vez. Las restricciones son particularmente estrictas en la zona del euro, donde el BCE está limitado a comprar el 33% de la deuda pública de cualquier país.

Techo del gasto

El estímulo fiscal también atraería oposición política, independientemente de los argumentos económicos. La zona euro es de nuevo el caso más preocupante, aunque solo sea porque los alemanes y otros europeos del norte temen que se queden con deudas impagas si un país no cumple. Sus restricciones sobre los préstamos están diseñadas para restringir el despojo, pero también reducen el potencial de estímulo. América está más dispuesta a gastar, pero recientemente ha aumentado su déficit a más del 4% del PBI con una economía que ya está en alza. Si necesita ampliar aún más el déficit para contrarrestar una recesión, espere una pelea política.

La política es un obstáculo aún mayor para la acción internacional. Se necesitaba una cooperación transfronteriza sin precedentes para defenderse de la crisis en 2008. Pero el auge de los populistas complicará la tarea de trabajar juntos. Las líneas de canje de la Reserva Federal con otros bancos centrales, que les permiten pedir prestados dólares a Estados Unidos, podrían ser un punto crítico. Y la caída de las monedas puede alimentar las tensiones comerciales. Esta semana, Steve Mnuchin, el secretario del Tesoro, advirtió a China contra las “devaluaciones competitivas”. La creencia de Trump en el daño causado por los déficits comerciales se confunde cuando el crecimiento es fuerte. Pero cuando la demanda es corta, el proteccionismo es una forma más tentadora de estimular la economía.

Una acción oportuna podría evitar algunos de estos peligros. Los bancos centrales podrían tener nuevos objetivos que dificulten la oposición a la acción durante y después de una crisis. Si establecieron un compromiso con anticipación para recuperar el terreno perdido cuando baje la inflación o cuando el crecimiento sea decepcionante, las expectativas de un auge de recuperación podrían proporcionar un estímulo automático en cualquier recesión. Alternativamente, elevar la meta de inflación hoy podría con el tiempo elevar las tasas de interés, dando más espacio para los recortes de tasas. El estímulo fiscal futuro podría incorporarse ahora al aumentar la potencia de los “estabilizadores automáticos”, que se basan en el seguro de desempleo, por ejemplo, que aumenta a medida que las economías caen. La zona euro podría relajar sus reglas fiscales para permitir más estímulos.

La acción preventiva exige la iniciativa de los políticos, que está claramente ausente. La volatilidad del mercado de esta semana sugiere que el tiempo podría ser corto. El mundo debería comenzar a prepararse ahora para la próxima recesión, mientras aún pueda. Lampadia




Argentina: La dura salida del abismo populista

El presidente de Argentina, Mauricio Macri, se ha movido a un ritmo acelerado para recuperar al país de los doce años de políticas económicas y sociales equivocadas que implantaron los gobiernos de los Kirchner.  Sin embargo, está siendo más difícil salir del agujero que dejó el populismo.

La grave situación económica que atraviesa Argentina actualmente tiene múltiples causas, como explica The Economist líneas abajo, y llevaron a Mauricio Macri a declarar una emergencia y a anunciar un plan de ajuste para evitar una mayor caída del peso. Déficit, desequilibrios en el frente externo, recesión, desconfianza de los mercados, volatilidad y dificultades para contener la inflación son algunas de las claves de esta crisis.

 

Información reciente muestra que el 27.3 % de los argentinos está por debajo de la línea de la pobreza, mostrando una realidad que los Kirchen habían intentado esconder y que ahora, tras desvelar todos los problemas del país, se están mostrando las consecuencias.

“Es un número que esperábamos, que refleja las turbulencias de los últimos meses y las dificultades que atravesamos. Qué más quisiera yo que seguir viniendo acá y confirmarles que vamos avanzando en la reducción de la pobreza”, afirmó Mauricio Macri después de que el Indec (Instituto Nacional de Estadística y Censos de la República Argentina) diera a conocer las cifras.

Crisis de confianza y volatilidad

El impuesto que comenzó a regir a fines de abril para los tenedores extranjeros de Lebac (letras del Tesoro) desató una salida masiva de capitales financieros especulativos atraídos por las altas tasas de interés y la flexibilización absoluta de los flujos financieros. A esto se sumó que, según The Economist, la desconfianza cada vez mayor en la política económica gradualista de Macri llevó a los inversionistas a cambiar sus posiciones en pesos por el dólar, lo que generó mayor presión sobre la divisa argentina.

Las tan ansiadas inversiones extranjeras no llegaron, debido a que una fuerte sequía golpeó a la producción agrícola, con pérdidas de hasta 8,000 millones de dólares, ingresaron menos divisas que las esperadas y la demanda se hizo sentir acelerando la devaluación. El multimillonario rescate financiero otorgado por el Fondo Monetario Internacional no alcanzó para recuperar la confianza de los mercados y ahora el país le pidió al organismo que adelante el envío de fondos.

A esto se le suman los factores externos. La decisión del presidente Donald Trump de subir las tasas de interés en Estados Unidos, que fortaleció al dólar en todo el mundo, repercutió en los mercados emergentes y particularmente en Argentina. Luego, el peso argentino se vio golpeado por las devaluaciones de la lira turca y del real en Brasil (el principal socio comercial de Argentina), y la guerra comercial entre Estados Unidos y China.

Un legado difícil de cambiar

Luego de más de una década de dominio de los Kirchner, la agenda de reforma de Macri es muy necesaria para la economía argentina que desperdició los mejores años del súper ciclo de precios de los commodities al punto que, en vez de haberse enriquecido, terminó empobrecido, endeudado y con la imperiosa necesidad de llevar a cabo dolorosos ajustes.

A finales de 2015, las políticas imprudentes de los Kirchner ya habían afectado gravemente el crecimiento económico del país. Las cifras oficiales del PBI no se publicaban, pero el FMI indicó que su economía se estaba contrayendo.

Si Mauricio Macri promueve el crecimiento económico a largo plazo, desmantela las políticas populistas de los Kirchner, fomenta la estabilidad, la inversión extranjera y la competencia, podrá aspirar a cambiar la suerte de Argentina y los problemas que causó el populismo. Esperemos que siga así y que logre corregir el curso de una de las economías más grandes de Latinoamérica. Lampadia

Fallando convencionalmente
Por qué la ortodoxia argentina no ha funcionado mejor que la iconoclasia turca

Las monedas de ambos países se han desplomado. Solo uno está tomando la medicina que se le recomendó

The Economist
6 de setiembre, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

Cuando un mercado emergente pierde el apoyo de sus acreedores, ¿cómo debería responder su gobierno? Las medidas de política recomendadas generalmente no incluyen intimidar al banco central, criticar al “lobby de tasas de interés”, evitar la ayuda del FMI, despreciar el dólar o nombrar al yerno del presidente como ministro de finanzas. Turquía ha hecho todo esto y su moneda ha perdido el 40% de su valor este año.

Argentina, por el contrario, se ha acercado mucho más al estilo convencional. Su ministro de finanzas tiene dos títulos en carreras relacionadas con economía. Su banco central ha elevado las tasas de interés (a 60%, el pasado 30 de agosto) y su gobierno ha garantizado la pronta y generosa asistencia del FMI, que aceptó desembolsar un préstamo de 50,000 millones de dólares en junio, el más grande de su historia. Y, sin embargo, la moneda argentina ha perdido más del 50% de su valor este año (ver cuadro).

¿Por qué es que la ortodoxia argentina ha dado tan malos resultados? La pregunta es cada vez más importante y relevante. El ajuste monetario de Estados Unidos y las preocupaciones sobre las guerras comerciales del presidente Donald Trump han hecho que muchos mercados emergentes sufran. El pasado 3 de septiembre, el gobierno de Argentina dijo que reforzaría aún más su economía, recortando el número de ministerios de 19 a 10, elevando los impuestos a la exportación y recortando los subsidios al transporte y los servicios públicos. Ahora pretende equilibrar el presupuesto en 2019, un año electoral. También planea reunir un superávit presupuestario del 1% del PBI en 2020. ¿Se equivoca Argentina al persistir con medidas tan duras? ¿Debería Mauricio Macri, su presidente, nombrar a uno de sus hijos como ministro de finanzas?

La respuesta, por supuesto, es no. El bajo rendimiento del peso no es, en su mayor parte, culpa de la economía convencional. En realidad, lo que refleja son otros tres factores: desgracias idiosincrásicas; diferencias estructurales entre la economía argentina y el modelo de crecimiento más intensivo en comercio y crédito de Turquía; y la espantosa posición inicial que Macri heredó de sus predecesoras, Cristina Fernández de Kirchner y su difunto esposo, Néstor Kirchner, quienes se permitieron años de mala administración que podrían horrorizar incluso al gobierno iconoclasta de Turquía.

Comencemos con las idiosincrasias. La peor sequía de Argentina en 50 años ha dañado la producción agrícola y ha afectado una importante fuente de divisas. Esa mala suerte ha sido acompañada por varios errores eminentemente evitables. En un breve video publicado en YouTube el 29 de agosto, Macri intentó sofocar cualquier duda sobre la solvencia de Argentina al anunciar que el FMI había acordado apresurar el desembolso de su préstamo, de los cuales solo US$ 15 mil millones se pagaron por adelantado. Pero este reclamo no fue seguido por una aclaración del ministerio de finanzas ni por una confirmación del FMI, lo cual trajo pánico y confusión. Al día siguiente, luego bautizado como “Jueves Negro” por los argentinos, el peso cayó casi en casi un quinto de su valor.

Muchos todavía creen que Nicolás Dujovne, el ministro de finanzas, debería tener un mandato más fuerte para establecer la política económica. “Si tu país está en guerra, no envías una división cuando toca luchar”, dice Marcos Buscaglia de Alberdi Partners, una consultora económica. “Debe enviarlos a todos de una vez”. Considera que el gobierno necesita asegurar un acuerdo conjunto con los gobernadores provinciales para recortar gastos juntos.

La caída del peso también refleja diferencias más profundas entre la estructura económica de Argentina y la de Turquía. El comercio internacional, por ejemplo, desempeña un rol mucho más importante en el país de Eurasia, que pertenece a una unión aduanera con la Unión Europea. El comercio equivale al 54% del PBI del país, en comparación con solo el 25% del de Argentina (ver cuadro). Una ciudad como Estambul genera divisas tanto por su antigüedad como por su novedad. La arquitectura bizantina y otomana en su centro de la ciudad atrae a una gran cantidad de turistas, y las empresas de textiles en sus alrededores sirven al sector retail de moda en las calles más importantes de Europa.

Por lo tanto, Turquía no necesita una devaluación tan grande para obtener la misma mejora en su balanza comercial. Según las estimaciones del IIF, la combinación de la desaceleración económica y la caída de la lira ya es suficiente para convertir su déficit en cuenta corriente del 6% del PBI en un superávit a su debido tiempo. La mayor caída en la moneda argentina simplemente ha reducido su déficit subyacente de cuenta corriente, de alrededor del 5% del PBI al 3%, según los cálculos del IIF.

Las deudas de Argentina, especialmente sus pasivos en dólares, recaen principalmente en el gobierno; en el caso de Turquía recae con las empresas. Y aunque el banco central de Turquía ha tardado en aumentar el costo oficial de endeudamiento para los bancos, esos prestamistas comerciales han aumentado rápidamente las tasas de interés para sus prestatarios, que son cada vez menos solventes. Los bancos ahora incluso les cobran a las grandes compañías alrededor del 35%, según un economista local.

Cuando se ajusta el crédito, las empresas deben hacer recortes. A diferencia de los gobiernos, no pueden (y no necesitan) esperar la aprobación política para hacerlo. Como consecuencia, la austeridad del sector privado de Turquía ha sido más rápida y salvaje que la versión del sector público de Argentina. La economía ya se está desacelerando bruscamente.  

Macri, que ganó el cargo a fines de 2015, heredó una economía con muchos problemas, en mayor estado de deterioro que la de Turquía incluso. Una disputa con los tenedores de su deuda incumplida había dejado al gobierno argentino aislado de los mercados crediticios internacionales. Los controles cambiarios hicieron que el peso sea artificialmente caro y los impuestos a la exportación llevaron a los productores a acumular grano.

Si la deuda pública de Argentina seguía siendo modesta, era solo porque el gobierno se financiaba con dinero recién creado del banco central. Si la inflación parecía manejable, era solo porque el gobierno manipulaba las cifras y ponía topes a los precios. Y si la balanza comercial parecía favorable, era solo porque el gobierno prohibió muchas importaciones y racionó el acceso a divisas.

A medida que se eliminaron estas distorsiones, los problemas de Argentina se hicieron evidentes. El país se enfrentó a una alta y persistente inflación, perpetuada por muchos acuerdos salariales estrechamente vinculados a los anteriores aumentos en el costo de vida. Su economía heredaba un subyacente desequilibrio fiscal que, si no fuera financiado por el banco central, tendría que ser financiado por un aumento de la deuda. Y a esto se le suma una moneda muy sobrevaluada. Según Renaissance Capital, incluso después de su reciente caída, el peso argentino está solo un 25% por debajo del “valor razonable” (basado en promedios ajustados a la inflación a largo plazo). La lira turca, por el contrario, ya está infravalorada en un 44%.

Gran parte de la culpa de la difícil situación de Argentina radica, entonces, no en la respuesta convencional del gobierno a la crisis, sino en su predecesor ‘no convencional’. La aplicación de la ortodoxia de Macri, sin embargo, ha demostrado ser contraproducente de tres maneras indirectas.

Primero, su imagen reformista ayudó a atraer copiosos flujos de capital desde el exterior, culminando en la venta de un bono de 100 años en junio de 2017. Ese entusiasmo inicial por su deuda hacia que el gobierno sea más complaciente, convenciéndolo de que redujera el déficit fiscal más gradualmente que lo planeado originalmente. El 3 de septiembre, Macri confesó que el gradualismo del gobierno había nacido del “excesivo optimismo”.

En segundo lugar, al ‘reparar’ la economía, el gobierno también, en ocasiones, adoptó la ortodoxia microeconómica a expensas de la estabilidad macroeconómica. Levantó los impuestos a las exportaciones, lo que eliminó una distorsión, pero también la privó de ingresos muy necesarios. Redujo los subsidios al combustible, lo que hizo que los precios se alinearan más estrechamente con los costos, pero también contribuyó a la inflación, especialmente porque las reducciones de los subsidios se combinaron con recortes tributarios.

Los Increíbles

Por último, los legisladores argentinos hicieron varios compromisos muy ortodoxos que no pudieron cumplir. El banco central adoptó ambiciosos objetivos de inflación que luego tuvo que repensar. Después del acuerdo con el FMI, prometió dejar el peso a las fuerzas del mercado, entrando en los mercados de divisas solo ‘in extremis’. A pesar de esta promesa, ha intervenido repetidamente, presumiblemente porque Argentina rara vez ha estado fuera de peligro desde entonces.

La decisión del banco central de elevar las tasas de interés en 15 % después del jueves negro también parece una reacción excesiva. En lugar de parecer seguro en su decisión, el banco central parecía desconcertado. Ningún banco central puede prometer (de manera creíble) destruir la economía para salvar la moneda.

El enfoque de Turquía tampoco ha ayudado a su economía. Su ministro de finanzas, Berat Albayrak, ahora también está predicando la necesidad de una política fiscal más estricta. Después de que la inflación subió a casi el 18% el mes pasado, su banco central insinuó fuertemente que elevará las tasas de interés en su reunión del 13 de septiembre.

Mientras tanto, Argentina, después de haber probado el tipo de populismo de los Kirchner y la anterior forma de gradualismo de Macri, tiene pocas alternativas más que persistir con su enfoque ortodoxo. Sus errores de comunicación, sin embargo, son una lección objetiva sobre los peligros de prometer demasiado. Como un mercado emergente vulnerable, debe esforzarse por ser lo más económicamente viable posible. Lampadia




Los 10 riesgos globales del 2018

Como lo hicimos en años anteriores, en esta ocasión compartimos el análisis de riesgos del Economist Intelligence Unit (EIU), sobre su insidencia en el 2018.

En su análisis, el EIU, no incluye uno que destacó The Economist hace pocos días, el riesgo de una guerra entre grandes potencias, concretamente, la posibilidad de un enfrentamiento de EEUU con Rusia (ver en Lampadia: El peligro de una guerra entre grandes potencias. En esa línea, esta semana, Putin a soltado un mensaje muy preocupante, ufanándose, al estilo del tirano norcoreano, de la capacidad de sus nuevas armas nucleares. Tema que analizaremos próximamente.  

Según las previsiones de crecimiento, este es un buen momento para la economía mundial. Sin embargo, un nuevo informe del EIU advierte de los grandes riesgos, algunos de los cuales ya se están viendo a través de la política comercial de los EEUU y el nerviosismo del mercado bursátil.

Las proyecciones de crecimiento mundial más recientes, del FMI, el Banco Mundial, el Foro Económico Mundial, etc., hablan de un “empuje” y “repuntes sostenidos”, de “recuperación cíclica” y “aumento de confianza”. La tasa de crecimiento global oscila entre 3% y 4%, aumentando en 2018 y 2019. Entonces, ¿todo va bien?

No necesariamente, afirma el Economist Intelligence Unit (EIU), un grupo global de investigación y análisis de inteligencia empresarial que evalúa regularmente los principales riesgos para la salud económica mundial.

La unidad ha publicado lo que determina serán los 10 principales riesgos para la economía global en los próximos dos años. El EIU afirma que “A pesar de las cifras alentadoras de crecimiento, la economía mundial se enfrenta al mayor nivel de riesgo en años. De hecho, este panorama económico favorable parece provenir de un mundo completamente diferente a aquel en el que los titulares están dominados por la retórica proteccionista, las principales disputas territoriales, el terrorismo, el creciente ciber-crímenes e incluso la amenaza de una guerra nuclear.”

Usando una métrica que combina la probabilidad de un evento dado con la severidad de su impacto, el informe dice que las dos amenazas más graves para la salud económica mundial en los próximos dos años provienen de Estados Unidos.

Esta tabla destaca los 10 principales riesgos mundiales de The Economist Intelligence Unit, clasificados en orden de intensidad. La intensidad del riesgo aquí se mide en una escala de 25 puntos, y es un producto de la probabilidad de que ese riesgo tenga lugar y el impacto potencial que tendría en la economía global.

1. La caída prolongada en las principales bolsas de valores desestabiliza la economía mundial

Se considera que un colapso prolongado en los mercados bursátiles mundiales, tiene el mismo nivel de riesgo que una guerra comercial global precipitada por las políticas proteccionistas de EEUU. Algo que parece aumentar después de que el presidente estadounidense Donald Trump anunciara nuevos aranceles sobre las importaciones de acero y aluminio.

“Ambos son riesgos que creemos que tienen una oportunidad no desdeñable de ocurrir, tal vez un 20 o 30 por ciento de posibilidades”, dijo Philip Walker, el editor del informe. “Tendrían un impacto muy perjudicial en la economía mundial y reducirían significativamente el PBI mundial”.

El EIU afirma que un período de “gran incertidumbre” está por venir en los próximos meses, particularmente debido a la creciente expectativa de que la Reserva Federal de la EEUU normalice su política monetaria y aumente las tasas de interés, con otros tesoros importantes en todo el mundo.

2. El comercio mundial se desploma a medida que Estados Unidos intensifica las políticas proteccionistas

La probabilidad de una guerra comercial global, calificada en alrededor del 30 % por la EIU, seguramente ha aumentado en los últimos días. El anuncio de que EEUU cobrará aranceles del 25 % sobre las importaciones de acero y del 10 % sobre el aluminio ha provocado la indignación de varios socios comerciales clave de EEUU.

La respuesta de Trump, a través de un tweet, fue que “las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar”. Sin embargo, el informe describe dos riesgos distintos a corto plazo con respecto al comercio mundial. Una es que la retórica de Trump de 2016 y 2017 (en gran medida dirigida a China) sucederá en 2018, como parece.  El segundo es la posibilidad de que Estados Unidos se retire del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), algo que tendría un profundo impacto global.

“Estamos en una situación en la que las cadenas de suministro mundiales están tan interconectadas, esta amenaza del TCLAN no es solo un problema de Norte América, o una cuestión entre Estados Unidos y China, es global”, dice EIU.

Lo que está claro, de acuerdo con este informe, es que el riesgo principal en el comercio global se relaciona con la forma en que China reaccionará ante las políticas proteccionistas de Estados Unidos. Hasta ahora, la reacción de la segunda economía más grande del mundo a los cambios de política de Estados Unidos en 2018 ha sido relativamente medida.

En la decisión de enero de imponer aranceles a las lavadoras y paneles solares, el Ministerio de Comercio de Pekín dijo que colaboraría con la OMC para defender sus intereses. “Si China reacciona desproporcionadamente”, advierte el EIU, “o si Estados Unidos reaccionara de una manera desproporcionada, se podría ver cómo esto se magnifica rápidamente en un problema comercial global”.

3. Las disputas territoriales en el Mar del Sur de China conducen a un estallido de hostilidades

Muchos de los riesgos se relacionan con una guerra abierta. El tercer riesgo más alto se relaciona con la posibilidad de que estallen hostilidades en el Mar del Sur de China por disputas territoriales, y China reclame aguas territoriales tanto al sur como en la costa de Malasia.

Luego está la posibilidad de que algo dramático ocurra en la Península Coreana, donde el programa nuclear de Corea del Norte continúa avivando las tensiones. El EIU ve esto como un evento de baja probabilidad, con las hostilidades en el Mar Meridional de China consideradas significativamente más probables.

Luego hay temores sobre la posibilidad de una guerra abierta entre los rivales de Medio Oriente, Arabia Saudita e Irán, cuya prolongada disputa geopolítica ha provocado varias guerras de poder en la región y una creciente polarización sobre dónde se encuentran las lealtades de los diferentes países.

4. El crecimiento global sobrepase el 4%

El aumento del crecimiento global es un riesgo en el sentido de que es poco probable que eso suceda, pero no necesariamente será negativo.

“Una aceleración amplia en el crecimiento no solo proporcionaría un alivio bienvenido a los países de crecimiento lento en otros lugares, sino que también podría ayudar en cualquier reequilibrio económico a largo plazo en China, haciendo que todo el proceso sea menos doloroso. (…) Una mejora en la demanda mundial proporcionaría un mayor apoyo para los precios de los commodities, lo que se sumaría a un círculo económicamente virtuoso para los exportadores de productos básicos en América Latina, Oriente Medio y el África subsahariana”.

5. Un ciberataque paralice las actividades corporativas y gubernamentales

A medida que continúan las discusiones sobre la interferencia rusa en las elecciones estadounidenses en 2016, los ciberataques globales siguen siendo una gran amenaza.

Sin embargo, existe el riesgo de que la frecuencia y la gravedad de los ataques aumenten. Muchos de los recientes ataques se han centrado en el uso de ransomware, que busca obtener ganancias financieras mediante la explotación de las vulnerabilidades de la red.

Estos ataques bien podrían formar parte de los esfuerzos más amplios de los actores para paralizar gobiernos y economías rivales e incluir esfuerzos para dañar la infraestructura física mediante ciberataques u obtener acceso a información importante.

6. China sufre una recesión económica desordenada y prolongada

Lejos de sus crecientes ambiciones políticas, China ya es una potencia económica, siendo la segunda economía más grande del mundo (la primera según algunas medidas). Sin embargo, persisten los temores de que el crecimiento económico podría estancarse a medida que el país se moderniza.

“Si el gobierno chino es incapaz de evitar una espiral económico descendente, esto llevaría a precios mucho más bajos de los commodities, particularmente en metales”, según la EIU. “Esto, a su vez, tendría un efecto perjudicial en las economías de América Latina, Medio Oriente y África Subsahariana que se habían beneficiado del anterior auge de los precios de los commodities impulsados por China”.

7. Una gran confrontación militar en la Península Coreana

Aumentando aún más el riesgo, Trump ha adoptado una postura más dura que su predecesor hacia Corea del Norte. La combinación de una postura más agresiva por parte de EEUU y la posibilidad de que Corea del Norte se convierta en un estado nuclear capaz de llegar a Estados Unidos en 2018 o principios de 2019 podrían provocar una escalada hacia un conflicto armado importante.

8. Los conflictos en Medio Oriente se convierten en enfrentamientos directos que paralizan los mercados mundiales de energía

Arabia Saudita e Irán han tenido una relación tensa durante décadas, pero se ha intensificado recientemente y ahora tiene el potencial de presentar un desafío económico global.

Como señala la EIU: “En el peor de los casos, estas batallas por poder podrían llevar a un conflicto más amplio en la región del Golfo, potencialmente enfrentando directamente a Arabia Saudita e Irán, cerrando el Estrecho de Hormuz y paralizando los mercados mundiales de energía”.

“En un período en el que ya esperamos que las reservas mundiales de petróleo caigan, cualquier interrupción en el suministro del Golfo se traduciría rápidamente en un aumento de los precios y, en consecuencia, afectaría severamente las perspectivas de crecimiento económico mundial”.

9. Los precios del petróleo caen significativamente después del acuerdo de la OPEP para frenar la producción

Los precios del petróleo se recuperaron durante el año pasado, pero se mantienen muy por debajo de los niveles previos a 2014. Las tensiones aún permanecen dentro de la OPEP, el cártel de los productores de petróleo, y cualquier escalada podría hacer que los precios bajen, con un impacto económico mundial generalizado. Arabia Saudita, por ejemplo, podría decidir aumentar la producción, creando un nuevo exceso de oferta.

“Habiendo comenzado recientemente a recuperarse de la recesión de 2014-16, los precios del petróleo se verían afectados por un repentino y gran aumento en la producción de crudo, y algunos países enfrentarían serias crisis de balanza de pagos”, dice la EIU.

10. Múltiples países se retiran de la zona euro

El EIU considera probable que Grecia deje la eurozona en el mediano plazo. No considera que otros países lo seguirán, pero si lo hicieran, sería altamente perjudicial tanto para la economía europea como para la mundial.

Si más países dejaran la zona del euro, la economía mundial se desestabilizaría. Los países que salgan de la zona bajo coacción sufrirían grandes devaluaciones monetarias y no podrían pagar las deudas denominadas en euros. A su vez, los bancos sufrirían grandes pérdidas en sus carteras de bonos soberanos y la economía mundial podría verse sumida en una recesión. Lampadia




Davos en búsqueda de la inclusión y la globalización

Davos en búsqueda de la inclusión y la globalización

Más de 3,000 de los líderes políticos y económicos más influyentes del mundo, así como un puñado de celebridades, llegaron ayer a la ciudad suiza de Davos esta semana para la reunión anual que marca la agenda del año.

El Foro Económico Mundial, que comenzó el martes, ha reunido a élites de todo el mundo desde que comenzó como una pequeña reunión en la década de 1970. Este año, más de 900 directores ejecutivos y 70 líderes mundiales asistirán, entre ellos el controversial presidente estadounidense Donald Trump.

El tema de la cumbre del 2018, “Crear un futuro compartido en un mundo fracturado”, apunta a centrarse en hacer que la globalización funcione para aquellos que sienten que el sistema actual los está dejando atrás. La elección del tema viene de la elección de Trump, Brexit y el ascenso de la extrema derecha en algunas partes de Europa.

Este año, la atención se centrará en personas como el presidente francés Emmanuel Macron y el primer ministro indio Narendra Modi. Otras figuras clave que asistirán incluyen a la primera ministra Theresa May, el presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker, la canciller alemana Angela Merkel y el primer ministro canadiense Justin Trudeau.

Ayer, el líder indio Narendra Modi advertió que la “globalización pierde lentamente su brillo en favor de proteccionismo”. Modi afirmó a los delegados que “las fuerzas del proteccionismo están alzando la cabeza” contra el comercio y el comercio internacional. “Las negociaciones comerciales bilaterales y multilaterales han llegado a una especie de estancamiento”, dijo.

Modi, el primer primer ministro indio, que visita una cumbre del WEF en más de dos décadas, pidió la reforma de las instituciones internacionales, el compromiso continuo con un orden mundial basado en reglas y un mayor enfoque en la inclusión en la economía global durante su discurso. “Para una sociedad con diversas religiones, culturas, idiomas, atuendos y cocinas, la democracia no es solo un sistema político, sino una forma de vida”, dijo, y agregó que la inclusión es el “principio más importante” de su gobierno.

Por su lado, Justin Trudeau llamó la atención a otro tema vital, las campañas como #MeToo y Time’s Up. El primer ministro canadiense declaró que “Estos movimientos nos muestran que debemos tener una discusión crítica sobre los derechos de las mujeres, la igualdad y las dinámicas de poder del género. El acoso sexual en los negocios y en el gobierno es un problema sistémico y es inaceptable. Como líderes, debemos reconocer y actuar para demostrar verdaderamente que el tiempo se acaba.”

Entre los temas centrales en el mundo actual se encuentra el acoso sexual y el movimiento #MeToo, que comenzó en Hollywood pero se extendió rápidamente en otras industrias y en toda la sociedad en su conjunto. La política y la industria de servicios financieros no se han escapado del escándalo de acoso sexual.

Quizás tomando en cuenta esta tendencia global, por primera vez en sus 48 años de historia  los siete copresidentes de la conferencia (que suele ser abrumadoramente masculina) son mujeres. Dicho esto, solo el 21 por ciento de los asistentes son mujeres y la brecha salarial de género en muchas de las empresas representadas permanece firme.

Erna Solberg, primera ministra de Noruega, y Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), encabezan la dirección de este Davos. Solberg afirma que “Estoy especialmente preocupada por la necesidad de crear una sociedad del bienestar sostenible. El crecimiento inclusivo es esencial para alcanzar ese objetivo. Y eso significa, entre otras cosas, que tanto hombres como mujeres deben ser capaces de formar parte del mercado de trabajo en los mismos términos”.

En otros temas, como sugiere la temática de la conferencia, lograr que la recuperación económica mundial actual funcione para todos es también una de las principales preocupaciones en Davos de este año. Uno de los eventos más destacados tendrá lugar el jueves, cuando la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, el canciller estadounidense Philip Hammond y el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin, comparecerán en una mesa redonda sobre la reconstrucción de las finanzas globales.

Con los titulares probablemente dominados por la agenda proteccionista de Trump, dirigida directamente a los votantes que lo llevaron a la victoria en 2016, esperamos que se evidencie la necesidad de un mensaje más amplio sobre cómo más personas pueden cosechar los frutos de la globalización. Lampadia




Los chilenos le dijeron NO al socialismo

Los chilenos le dijeron NO al socialismo

Los desarrollos políticos y económicos de Chile son muy importantes para el Perú y la región, al ser el único país latinoamericano que se ha acercado al ansiado estatus de país desarrollado. En Chile se dio una gran reforma liberal después del gobierno de extrema izquierda de Allende. Esa reforma fue perfeccionada por la ‘Concertación’ pos Pinochet. Pero, después de cuatro décadas de grandes éxitos, especialmente en términos de crecimiento y reducción de la pobreza, el segundo gobierno de Bachelet pretendió regresar a Chile a políticas de un socialismo decimonónico, desarticulando su proceso de desarrollo.

Con el propósito de consolidar ese salto atrás de las izquierdas chilenas, Guillier y sus seguidores, plantearon en las elecciones, una suerte de plebiscito, a favor de políticas supuestamente pro-pobre, pero los chilenos dijeron: ¡NO!

La primera vuelta de las elecciones presidenciales de Chile creó una maraña de interpretaciones políticas que hacían impredecible el resultado de la segunda vuelta, y que sembraban muchas dudas sobre los efectos a largo plazo de la cultura política de la nación, identidades ideológicas y desarrollo socio-económico. Para suerte de los chilenos, el ex presidente Sebastián Piñera ganó el domingo las elecciones presidenciales por un margen contundente y mucho mayor al previsto, comprometiéndose a impulsar el crecimiento económico en el principal país exportador de cobre del mundo y optar por políticas favorables a la promoción de la inversión privada, que su predecesora, Michele Bachelet, reversó, causando una grave crisis económica.

El ex presidente Piñera, de la centro derecha, obtuvo el 54.6 % de los votos en comparación con el 45.4 % del centro izquierdista Alejandro Guillier. Piñera, de 68 años, que gobernó entre 2010 y 2014, obtuvo más votos que cualquier otro presidente desde el retorno de Chile a la democracia en 1990. También fue la mayor derrota para la coalición de centro izquierda que ha dominado a Chile desde el final de la dictadura de Augusto Pinochet.

Guillier trató de convertir la elección en un plebiscito entre los más ricos y los pobres. Intentó movilizar el voto anti-derecha, pero no lo logró. Más bien, lo que sucedió es que motivó una mayor participación en el voto, especialmente, de la clase media. Algo que en teoría beneficiaba a la izquierda, pero fue al revés. Piñera consiguió 1.3 millones de votos nuevos y ganar las elecciones.

La victoria de Piñera subraya una inclinación creciente hacia la centro derecha en Sudamérica tras el ascenso de líderes conservadores en Perú el 2016, y la consolidación del régimen de Macri en Argentina. Como afirma Ian Vásquez: “Esto ha sido interpretado como un giro a la derecha para Chile. Sin duda, las elecciones golpearon fuerte a la izquierda radical que ha jugado un papel importante en la política. Pero en los últimos años Chile ha girado hacia la izquierda y no debería sorprendernos si se queda allí o si sigue en esa dirección bajo el presidente Piñera.”

Pero esta fue una elección ganada por ideas, trabajo duro y planificación. Piñera tuvo una visión clara desde el principio. Va a impulsar la economía de Chile con menores impuestos corporativos y un plan de infraestructura masivo. Va a presionar por la energía verde y los autos eléctricos, abrirá el sector clave del litio a la participación privada y digitalizaría la economía. Él va a mantener el sistema de pensiones en su lugar, con algunos ajustes.

Para demostrar que podía hacerlo, tuvo el respaldo del 5% de crecimiento económico promedio de su primer mandato como presidente. Después de publicado el resultado, además, el Presidente electo se refirió a la conformación de su gabinete, afirmando que “para hacer un buen gobierno hay que hacer un buen equipo. Por lo tanto, en el momento oportuno daremos a conocer quienes serán las mujeres y hombre que me acompañarán en el Gabinete. Quiero darle un mensaje de tranquilidad y confianza a los funcionarios públicos: no tienen nada que temer. Distinto es el caso por los operadores políticos”, agregó.

Y claramente le ha dado tranquilidad a los mercados: La elección de Piñera trajo grandes consecuencias en la Bolsa, que se disparó este lunes(creció más de un 7% en pocas horas, alcanzando su máximo histórico y un máximo de 7.47% en los últimos minutos). El efecto fue completamente contrario a lo que ocurrió en la primera vuelta.

¿Cuáles serán sus principales retos?

Quizás lo principal será recuperar el crecimiento, reducir el déficit, elevar la productividad y simplificar el sistema tributario. Una complicación importante será la deun déficit y deuda pública en permanente incremento durante los últimos años. Según el FMI, “Las últimas estimaciones de Hacienda adelantan un balance efectivo de -1.9% del PBI a partir de 2018, una brecha negativa que para el último año de la próxima administración se ubicaría en -0.9%. Este déficit ha ido de la mano de un sostenido avance de la deuda bruta en Chile superaría el 30% del PBI hacia 2020”.

Sergio Lehmann, economista jefe de BCI Estudios, sostuvo que entre las primeras acciones que debería impulsar el próximo gobierno, es clave “avanzar en una estructura tributaria más simple, porque hoy es demasiado engorrosa”. Con esto, Lehmann pidió “generar incentivos para la inversión y el ahorro, cuidando la carga tributaria”.

Miguel Ricaurte, economista jefe de Itaú (el banco más grande de Brasil), dijo que es necesario revisar las “rigideces” que pudieron incorporarse en la reforma laboral del presente gobierno, resolviendo además “la negociación de los grupos no sindicatos, y la adaptabilidad laboral”. Ricaurte advirtió que el próximo gobierno deberá legislar con un Congreso “fragmentado”, por lo que el presidente “tendrá que sentarse a negociar y probablemente el avance legislativo será más lento. Deberá ser muy pragmático respecto a la legislación que viene”.

Un poco de contexto

Recordemos que después de años de crecimiento constante, Chile ha experimentado una desaceleración económica desde 2015. Además de la caída en los precios internacionales del cobre (Chile es el mayor exportador mundial de cobre), la verdad es que el enemigo del crecimiento económico chileno fue Michelle Bachelet. Los cambios promovidos por su Gobierno contribuyeron a crear un clima de incertidumbre que ha ralentizado la inversión y la economía. Recordemos que en 2016, el crecimiento disminuyó al 1.7% y las previsiones de crecimiento son moderadas para 2017 y han sido reducidas por el FMI (del 2.1% al 1.7%).

Esto también lo afirmó Klaus Schmidt-Hebbel, Profesor de la Universidad Católica de Chile, en su visita al Perú, en una conferencia organizada en Lima por el Banco Mundial (BM) y en la entrevista con Jaime de Althaus en La Hora N (ver en Lampadia: Chile sigue ejerciendo su derecho a ser estúpido), donde afirmó que: La parada del crecimiento de Chile es un desastre hecho por Bachelet (“Chile’sGrowth Stop: A (Wo-) Man-made Disaster”). Esto confirma lo que sentenció hace unos meses Niall Ferguson, el historiador británico, en una visita a Santiago, hace un par de años: dijo que Chile era el “país más inteligente” de la región pero que ahora estaba “ejerciendo su derecho a ser estúpido”. Ver en Lampadia: Ejerzamos nuestro derecho a ser más inteligentes.

En una reciente publicación del Centro de Estudios Públicos (CEP) de Chile, la conclusión fue la misma: “el daño mayor del complaciente discurso oficial, que asocia la desaceleración con factores externos, y por ende, no controlables, es generar la equivocada idea de que el destino económico del país no nos pertenece, que avanzar es fruto del azar. Las experiencias exitosas durante el siglo XX, y la propia más reciente, muestran que ello no es así. Chile se estancó recientemente porque ha hecho las cosas mal, pero volverá a crecer con fuerza si las hace bien.” (Ver en Lampadia: ¿Por qué cayó el crecimiento en Chile?).

Consideramos que el resultado de estas elecciones en  dirección a la centro derecha es algo que Chile necesitaba para retomar su inversión y crecimiento, y consolidar su desarrollo. Esperamos que Piñera, a diferencia de PPK, no los decepcione. Lampadia