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La izquierda tradicional debe quedar fuera del gobierno

Editorial

Después de las elecciones hemos recibido varios comentarios de nuestros seguidores sobre una supuesta inclinación política partidaria de Lampadia que no reflejan el origen ni el objeto de nuestros análisis. Asunto que consideramos necesario explicar, en contra de la tradición peruana de siempre callar y callar.

Análisis del desenfoque electoral

Nuestros análisis sobre la formación del nuevo gobierno pretenden rescatar lo más importante de nuestro comentario del 11 de abril, un día después de la primera vuelta electoral, en el que saludamos el voto de la ciudadanía que masivamente (hasta en un 80%) optó por “seguir construyendo sobre lo avanzado” y que rechazó los llamados al cambio de ‘modelo’ y a una nueva Constitución, así como la participación en el gobierno de los dueños de esas ‘ideas  muertas’.

Por lo tanto, el mandato popular era de que los dos ganadores de la primera vuelta, Fuerza Popular y Peruanos Por el Kambio, desarrollaran una segunda vuelta en que debatieran sobre los ‘por qué’ y los ‘cómo’ debíamos desarrollar las políticas públicas que permitieran que los peruanos consolidemos nuestro camino al bienestar común con la mayor consistencia posible y sin las confusiones y distracciones ideológicas que vienen entorpeciendo nuestro desarrollo.  

Lamentablemente, PPK decidió, desde el primer día, coquetear con los perdedores, especialmente con la izquierda tradicional y más radical: “voy a ir a la cárcel a conversar con Santos” (11 de abril 2016, 8:30 am). Sus alfiles toledistas (Bruce y Sheput) llegaron al extremo de alabar el plan de gobierno del Frente Amplio y las cualidades dialogantes del anti minero radical, el ex cura Arana. Y entre muchos otros gestos, promovieron la mala práctica política de firmar compromisos de acción de gobierno. Llegaron a firmar acuerdos hasta con 17 cúpulas gremiales y sindicales afines al Frente Amplio (en el compromiso con el sindicato de Sedapal, PPK, personalmente, se compromete a “NO privatizar Ni concesionar SEDAPAL ni las Entidades Prestadoras de Servicios de Saneamiento (EPS)”.

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Con esto, evidentemente, nuestros izquierdistas ya tienen su caballito de batalla para justificar sus futuras presiones políticas y sus acciones callejeras.

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Ya después de las elecciones, en las que PPK fue elegido como Presidente de la República, su Vice-Presidente, Martín Vizcarra y varios de sus voceros empezaron a plantear la posibilidad de gobernar pasando por el costado del Congreso de la República, que estará en manos de Fuerza Popular. Esto llegó hasta el planteamiento de hacer una alianza con los gobiernos regionales y locales para imponerle una agenda de gobierno al Congreso. Esta absurda idea habría sido ya descartada, sin embargo al cierre del evento cusqueño de la Cumbre de la Descentralización, el sábado pasado, PPK declaró: “Les pido que hagamos una alianza. Una alianza cuyo eco llegue hasta al Parlamento en la avenida Abancay en Lima. El eco es el Perú unido para hacer las obras que necesitamos” (como si el Parlamento estuviera tomado por una fuerza de ocupación extranjera).

En Lampadia consideramos que esta cercanía con las cúpulas de la izquierda tradicional es muy mala para el desarrollo del Perú. Nos explicamos:

Nuestras objeciones a las izquierdas peruanas

Todos los grupos de izquierda y los gremios laborales afines firmaron un documento, promovido por Tierra y Libertad (Arana), eufemísticamente llamado ‘nueva minería exige debate nacional’ en agosto del 2012 y lo presentaron al Presidente de la República, Ollanta Humala. Ver firmas y carátula del documento indicado:

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Los planteamientos del pos-extractivismo se pueden apreciar mejor en una publicación de estilo académico, ver a continuación: 

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Esta publicación fue desarrollada por varios economistas de izquierda, que acompañaron al uruguayo Eduardo Gudynas, el inspirador de este disparate en la región latinoamericana. Además, fue refrendada por varios centros de estudios y gremios peruanos, como puede verse a continuación:

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¿Pero qué es el pos-extractivismo?

Una teoría de corte ludista que pretende aislarnos del mundo global y llevar nuestras actividades productivas a satisfacer solo las necesidades más básicas, produciendo lo mínimo posible de energía, minerales, petróleo, madera y productos alimenticios entre otros.

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En el caso de los alimentos, en relación a las agroexportaciones, vinculadas al sector agrícola, donde todavía está el mayor número de  pobres, plantean que solo produzcamos lo que necesitamos para consumir nosotros y ‘tal vez’ nuestros países vecinos, si podemos convencerlos de adoptar la misma ‘filosofía’.

El sector agrícola solo puede crecer sostenidamente, llegando a muchos  estómagos. Como un agricultor peruano decía hace algunos años: una persona solo puede comer un kilo por día. ¿Cómo puede entonces mejorar sus ingresos un agricultor peruano? ¿Si 3 millones de agricultores tendrían que abastecer solo a los 27 millones de peruanos? Sus ingresos estarían limitados a un promedio de 9 consumidores o 9 kilos por agricultor. Pero si operamos en el mundo global y exportamos a mercados de unos 2,700 millones de personas, en teoría, cada agricultor podría abastecer a 900 consumidores, 100 veces más. Ese es el potencial de este sector, y la única manera de enriquecer a nuestros campesinos.

Por lo tanto, podemos afirmar con toda la fuerza del mundo, que al pretender limitar la producción agrícola, la izquierda tradicional quiere condenar a nuestros campesinos a la pobreza eterna. Lo mismo se aplica evidentemente para los demás sectores.

Estos planteamientos, que no solo se dirigen a evitar el crecimiento económico, sino que además, pretenden reducir el tamaño de nuestra economía, son maniqueos e inmorales.

Estamos seguros que los peruanos no quieren estos planteamientos, ni a los que los promueven, cerca del próximo gobierno. Nosotros, para contribuir a evitarlo, seguiremos tercamente, haciendo las críticas necesarias. Esa es nuestra  obligación, tanto por nuestra ‘Misión’, como por Nuestro Compromiso con la Sociedad. Lampadia