1

Seis pilares que trajeron al desarrollo a Occidente

Seis pilares que trajeron al desarrollo a Occidente

Ahora que nuestra economía se desacelera y, por ende, nuestro camino hacia el desarrollo se complica, parece pertinente repasar que condiciones llevaron a las naciones al progreso. El 2012, el historiador británico Niall Ferguson dio inicio a un enorme revuelo y a acalorados debates tras publicar “Civilización: Occidente y el resto”. Ferguson, en una prueba de erudición y enorme capacidad narrativa, efectúa en esta obra un repaso por la historia de los últimos cinco siglos con el propósito de  responder la siguiente pregunta: “¿Qué tenía la civilización de Europa occidental a partir del siglo XV que le permitió triunfar sobre los imperios en ‘apariencia’ superiores de Oriente?” Es decir, ¿que llevó a la que él denomina “civilización occidental” a alcanzar la hegemonía global cuando en el 1500 era más atrasada y caótica que los poderosos imperios chino, otomano y mongol? 

 

Ferguson inicia su amplia disquisición definiendo el término “civilización”. El historiador, aleja a este concepto de los aspectos culturales, artísticos y de refinamiento a los que se le suele vincular y lo aterriza en elementos más básicos de la vida y condición humana. “Una civilización es la mayor unidad de organización humana… Las civilizaciones son en parte una respuesta práctica de las poblaciones humanas a su entorno –a las necesidades de comer, beber, abrigarse y defenderse-, pero tienen también un carácter cultural; a menudo aunque no siempre religioso; y a menudo aunque no siempre de comunidad lingüística”, señala.

La civilización occidental tal y como la conocemos hoy se forjo en la Europa del siglo XV, fue allí que se gestaron seis condiciones que la llevaron a obtener la supremacía mundial hasta el presente siglo, en la que como señala Ferguson, empieza a ser desplazada por la civilización asiática. Occidente estaría perdiendo el monopolio de sus  “resortes de poder”, mientras el Oriente crece sobre nuevas fortalezas. 

 

 

Estas seis “complejas instituciones” fueron la clave. “Para utilizar el lenguaje del informatizado y sincronizado mundo de hoy, podríamos decir que estas fueron seis aplicaciones asesinas (lo que en inglés se conoce como killers apps), las que permitieron a una minoría de la humanidad originaria del extremo occidental de Euroasia, dominar al mundo durante casi medio milenio”. “Killer App” se usa en el mundo de las aplicaciones (Apps) para denominar aquellas que al adoptarse eliminan el uso de otras. Por ejemplo, el correo electrónico desplazó al correo tradicional. Así estas nuevas instituciones fueron adoptadas de tal forma que eliminaron antiguos comportamientos y conductas.

  1. Competencia: una descentralización tanto de la vida política como económica, que sirvió de trampolín tanto a los estados-nación como al capitalismo”. La fragmentación política de la Europa de entonces llevó a una competencia por buscar la supremacía, que permitió el surgimiento de instituciones políticas y económicas más modernas y versátiles.
  2. Ciencia: un modo de estudiar, comprender y, en última instancia transformar el mundo natural, que dio a Occidente (entre otras cosas) una importante ventaja militar sobre el resto del mundo”. El método científico permitió el desarrollo. 
  3. Derechos de propiedad: El imperio de la Ley como medio de protección para los propietarios privados y para resolver pacíficamente las disputas entre ellos, constituyó una base más estable para la formación de gobiernos representativos”. Los ciudadanos-propietarios forman y defienden a los estados democráticos. Son la base sobre la que se construyen las repúblicas.
  4. “Medicina: una rama de la ciencia que permitió una importante mejora de la salud y la esperanza de vida, y que se inició en las sociedades occidentales, pero también en sus colonias”.
  5. “La sociedad de consumo: una forma de vida material en la que la producción y la compra de ropa y otros bienes de consumo desempeñan un papel económico central, sin la que la Revolución industrial habría sido insostenible”.
  6. “La ética del trabajo: un marco moral y un modo de actividad derivado (entre otras fuentes) del cristianismo protestante, que proporciona el pegamento que mantiene unida la sociedad dinámica y potencialmente inestable creada por las aplicaciones”.

Aunque se puede discutir sobre estas condiciones y si son enteramente occidentales o no. Lo que es cierto es que la construcciones de los modelos políticos occidentales, la forma en que se organizaron los Estados de hoy, surgieron en Europa. Su aplicación ha servido para que, incluso las naciones asiáticas salten al desarrollo.

Todos los estados del siglo XX adoptaron el funcionamiento del Estado occidental, lo imitaron y siguieron los tres modelos que surgieron en Occidente: el capitalismo liberal, el nacionalsocialismo o fachismo y el comunismo. Luego de 1945, el segundo fue descartado y entre 1989 y 1991, tras el derrumbe del imperio soviético el último entró en desuso.

Así, ni la crisis del 2008 ha generado que se adopten otros modelos, aunque del Asia aparezcan construcciones políticas que por eficiencia amenacen a la democracia liberal como la hemos concebido hasta hoy (Ver en Lampadia (L): Bienestar y buenas instituciones, fundamentales, para la democracia) . No así, el manejo económico, el sistema de libre mercado adoptado en Asia y en especial en China, luego del comunismo maoísta, ha probado con creces su capacidad para combatir la pobreza y llevar al desarrollo a las naciones (Ver en L: ¿Crisis china? ¡Miremos al monstruo sin soponcios! e Instalemos un Estado Meritocrático en el Perú).

Lo que viene está aún por definirse, como advierte Ferguson, no hay futuro, sino futuros posibles. Predecir hacia dónde va la humanidad es difícil, pero todo apunta a que Oriente recuperará la supremacía que perdió hace quinientos años.

Por ende, los peruanos haríamos bien en reflexionar en cómo nos moveremos en ese nuevo escenario global. Recordemos las palabras de Ferguson en Chile hace unos meses: “Están ejerciendo su derecho a ser estúpidos”. Definamos si estamos dispuestos a para dar un gran salto adelante: fortaleciendo nuestra economía de mercado, reformando nuestras instituciones e implantando la meritocracia y la Gobernanza en el Estado, combinando algunos de los pilares de occidente con las nuevas fortalezas públicas de oriente, como la meritocracia en el Estado. Lampadia

 

 

 




Aristóteles, robot esclavos, y un nuevo sistema económico

Aristóteles, robot esclavos, y un nuevo sistema económico

Por John G. Messerly, publicado en “Reason and Meaning” el 27 de mayo 2015

Traducido y comentado por Lampadia

John G. Messerly es un Académico Afiliado del ‘Institute for Ethics and Emerging Technologies’ (IEET). Recibió su doctorado en filosofía en la Universidad de St. Louis en 1992.

Comentario de Lampadia:

Recientemente, estamos siguiendo de cerca la llamada ‘tercera revolución industrial’ que está basada en un salto tecnológico exponencial. Esta tendrá muchísimos impactos en la vida de los seres humanos. Uno de los más angustiantes es el del empleo y otro, poco analizado aún, es el de los aspectos éticos.

En este artículo de Messerly, encontramos una excelente contribución a estos temas, que mientras más pronto podamos conocer, más pronto podremos prepararnos, y ojalá, ser parte del diseño del futuro que empieza a desenvolverse.

En Lampadia vamos a crear pronto un nuevo repositorio sobre la revolución tecnológica, sus impactos y nuestras capacidades para superarlos.

 

Aristóteles, robot esclavos, y un nuevo sistema económico – Messerly

El libro de Jaron Lanier “¿Quién posee el futuro?”, trata sobre el papel que juega la tecnología tanto en la eliminación de puestos de trabajo y el aumento de desigualdad de ingresos. Al inicio del libro, Lanier cita el libro ‘Política’ de Aristóteles:

“Si cada instrumento pudiera realizar su propio trabajo, obedeciendo o anticipándose a la voluntad de otros, como las estatuas de Dédalo, o los trípodes de Hefesto, que, dice el poeta, por su propio acuerdo entraron en la asamblea de los dioses; Si, de igual manera, el aparato tejiera y el plectro tocara la lira sin una mano que los guíe, los jefes de los obreros no querrían siervos, ni los amos esclavos.”

 

 

Aristóteles vio que la condición humana depende en gran medida de lo que las máquinas pueden y no pueden hacer; por otra parte, podemos imaginar que las máquinas van a hacer mucho más.

Si las máquinas hicieran más de nuestro trabajo, todo el mundo, incluso los esclavos, serían más libres. Entonces, ¿cómo respondería Aristóteles a la tecnología actual? ¿Abogaría por un nuevo sistema económico que responda a las necesidades básicas de todos, incluidos los que ya no tienen que trabajar; o trataría de eliminar a aquellos que no poseen las máquinas que dirigen la sociedad?

Seguramente esta pregunta es relevante en el mundo moderno. Si, como sugiere Lanier, sólo aquellos cerca de los equipos que ejecutan la sociedad tienen buenos ingresos, entonces que ocurre con el resto de nosotros? ¿Qué pasa con los trabajadores de la fábrica de acero y las fábricas de automóviles, los carniceros y cajeros de los bancos, y cada vez más, los contadores, profesores, abogados, ingenieros y médicos cuando la inteligencia artificial mejora? (Lanier analiza cómo va a suceder en su libro.)

A Lanier le preocupa que los autómatas, especialmente la Inteligencia Artificial (IA) y la robótica, crearan una situación en la que no tenemos que pagarles a otros. ¿Por qué pagar por un servicio de limpieza si se tiene una sirvienta robótica, o a los ingenieros de software si los equipos son auto-programables? Aristóteles utiliza la música para ilustrar su punto. Dijo que fue terrible esclavizar a la gente para que hagan música (tocar instrumentos en su tiempo era indeseable e involucraba mucha mano de obra), pero necesitamos la música, así que alguien debe ser esclavizado. Si tuviéramos máquinas para hacer música o pudiéramos vivir sin ella, eso sería mejor. La música es una opción interesante, porque en la actualidad muchos quieren utilizarla para ganarse la vida, pero casi nadie hace dinero por su música a través de la publicidad de Internet. Las personas pueden ser seguidas en línea por su música o su blog, pero rara vez se les paga por ello.

Así que, ¿qué hacemos? ¿Tenemos que eliminar a las personas aparentemente innecesarias, para ya no tener que lidiar con ellas? (Recuerde que casi todos nosotros serremos innecesarios en un futuro cercano) ¿Tendrán que retirarse del país o de la comunidad cerrada donde nuestra aparente seguridad es comprada por puestos militares del imperio y sus mercenarios pagados de todo el mundo? ¿Cuando las primeras víctimas de la sociedad duermen en las calles, pueblan nuestras prisiones, sufren desempleo, o involuntariamente se ven forzadas a unirse a nuestros ejércitos voluntarios? (Recuerde esto ustedes contadores, abogados, profesores e ingenieros de software, ¡que este mundo está viniendo para ustedes también!) ¿O deberíamos reconocer cómo nos beneficiamos de los demás, de nuestros diversos temperamentos y talentos, desde la seguridad y el sustento que logramos en números?

 

 

Así que la pregunta a la que nos enfrentamos ahora es la siguiente: ¿qué sucede con las personas ‘extra’, casi todos nosotros, cuando la tecnología hace todo el trabajo o uno es remunerado solo por el trabajo que las máquinas no pueden hacer? ¿Al resto de nosotros nos eliminan o morimos de hambre lentamente? Sorprendentemente Lanier piensa que estas preguntas están fuera de lugar. Después de todo, la inteligencia humana y los datos humanos son los que impulsan las máquinas. Más bien, la cuestión es cómo pensamos sobre la labor que las máquinas no pueden hacer.

Creo que Lanier está en lo cierto. Podemos pensar en el trabajo no automatizado desde algo escencial hasta algo frívolo. Si pensamos en ello como frívolo, entonces también lo son las personas que lo producen. Si no nos preocupamos por la expresión humana en el arte, la literatura, la música, el deporte o la filosofía, entonces ¿por qué preocuparnos por las personas que lo producen?

Pero incluso si las máquinas escriben mejor música o poesía o blogs sobre el significado de la vida, aún podríamos valorar el esfuerzo humano. Incluso si las máquinas hicieran todo el trabajo de la sociedad aún podríamos compartir la riqueza con la gente que quiere pensar y escribir y tocar música. Tal vez la gente simplemente quiere disfrutar de estas actividades. Ningún ser humano juega al ajedrez tan bien como las mejores supercomputadoras, pero la gente todavía disfruta jugando al ajedrez; yo no juego al golf tan bien como Tiger Woods, pero igual lo disfruto.

Voy a ir más lejos. Supongamos que alguien quiere sentarse en la playa, surfear, esquiar, jugar golf, fumar marihuana, ver la televisión, o coleccionar monedas. ¿Y a mí que me importa? Tal vez una sociedad compuesta por personas satisfechas haciendo lo que quieren es mejor que una informada por la ética protestante del trabajo. Una sociedad de fumones, que miran televisión, esquían, juegan golf y surfean, probablemente sería más feliz que en la que vivimos ahora. (La evidencia muestra que los países más felices son los que tienen las redes más fuertes de protección social, los que tienen las vacaciones pagadas y más generosas licencia políticas; los países europeos y escandinavos occidentales.) La gente todavía escribe música y libros, levantar pesas, hace voluntariado, y visita a sus nietos. ¡No necesariamente se convertirán en adictos a las drogas!

Esto es lo que yo imagino. Una sociedad donde las máquinas hacen todo el trabajo que los humanos no quieren hacer; y los seres humanos se expresarán de la manera que quieran, sin perjudicar a los demás. Una sociedad mucho más como Dinamarca y Noruega, y mucho menos como Alabama y Mississippi. Sí creo que todas las personas tienen el derecho, sí derecho, de vivir con la cantidad mínima que se necesita para vivir una vida humana decente. Todos nosotros nos beneficiaríamos de esta disposición, ya que todos tenemos mucho que aportarnos el uno al otro. Les dejo con algunas palabras inspiradoras del joven californiano auto-didáctico, Eliezer Yudkowsky:

No existe ningún mal que tenga que aceptar porque “no hay nada que pueda hacer al respecto”. No hay niño maltratado, ningún campesino oprimido, ningún mendigo hambriento, ningún joven adicto al crack, ningún paciente de cáncer, literalmente, no hay uno al que no pueda mirar a los ojos. Estoy trabajando para salvar a todo el mundo, sanar el planeta, resolver todos los problemas del mundo.