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Apoyemos la fuerza libertaria que plantea Hausmann

Apoyemos la fuerza libertaria que plantea Hausmann

El economista venezolano, Ricardo Hausmann, plantea la necesidad de formar una fuerza libertaria para salvar a los venezolanos de la tragedia humana que se los consume. No le falta razón.

En mayo pasado, en nuestro análisis: La resistencia no puede parar, pero no es suficiente – No permitamos la consolidación del ‘Eje Cuba-Venezuela’, decíamos que la gravísima situación social y económica creada por el chavismo y el ‘socialismo del siglo XXI’ en Venezuela ha generado una interminable crisis humanitaria, pero la corrupta cúpula gobernante no parece dedicada a superarla, sino a consolidar su poder. Ymás vale que vayamos pensando en nuevas formas de combatir y derrocar al detestable régimen que ha hecho casa en el país de nuestros hermanos venezolanos.

Lamentablemente, en la vida de las sociedades, se presentan situaciones que alteran completamente el escenario de vida. Ante ello, uno trata de asumir que las cosas pueden regresar a la situación previa y arreglarse solas, tratando de evitar la necesidad de adoptar actitudes extremas. Pero, la negación puede llevar a condiciones aún más dramáticas.

Este es hoy el caso de Venezuela, atrapado en una crisis humanitaria por mafias poderosas, el narcotráfico, la nomenclatura cubana y los corruptos militares venezolanos. Ninguna de estas mafias dejará de detentar el poder como producto de acciones diplomáticas. Y es que, como dice El País de España en La economía venezolana, en estado de coma “El mal manejo de las actividades económicas por parte del gobierno de Nicolás Maduro, llevaron al país a una bancarrota”.

Como dice Hausmann, se necesita organizar una fuerza libertaria debidamente sustentada en el derecho internacional. Pero, en nuestra opinión, habría además que establecerse un bloqueo naval y aéreo entre Cuba y Venezuela, y una gestión multinacional para evitar interferencias de Rusia y China.

Los venezolanos no pueden esperar más. Ellos esperan nuestra ayuda. Que no se haga tarde. Lampadia

El día D para Venezuela

Ricardo Hausmann
Project Syndicate
2 de enero, 2018

Traducido por Ana María Velasco 

La crisis de Venezuela está pasando, inexorablemente, de ser catastrófica a ser inimaginable. El nivel de miseria, sufrimiento humano y destrucción ha llegado a un punto en que la comunidad internacional debe repensar cómo puede ayudar.

Hace dos años, advertí que en Venezuela se avecinaba una hambruna similar al Holomodor de Ucrania entre 1932 y1933. El 17 de diciembre, The New York Times publicó en su portada fotografías de este desastre, provocado por el hombre.

En julio, describí la calamidad económica sin precedentes por la que atraviesa Venezuela y documenté el colapso en la producción, los ingresos, y los niveles de vida y salud. Probablemente, la estadística más reveladora que cité fue que el sueldo mínimo (el que en Venezuela gana el trabajador mediano), medido en la caloría más barata disponible, había caído de 52.854 calorías diarias en mayo de 2012 a tan solo 7.005 en mayo de 2017, completamente insuficiente para alimentar a una familia de cinco personas.

Desde entonces, la situación ha empeorado de manera drástica. Para el mes de noviembre, el sueldo mínimo se había desplomado a apenas 2.740 calorías diarias. Y la escasez de proteínas es todavía más aguda. El abastecimiento de carne de cualquier tipo es tan reducido, que el precio de un kilo en el mercado equivale a más de una semana de trabajo remunerado al sueldo mínimo.

Las condiciones de salud también han decaído, como consecuencia de las deficiencias nutricionales y de que el gobierno decidió no proveer fórmula para lactantes, vacunas contra enfermedades infecciosas, medicamentos para quienes están en tratamiento por SIDA, cáncer, diálisis y trasplante, y también los suministros generales de los hospitales. Desde el 1 de agosto, el valor del dólar ha añadido un cero, y desde septiembre, la inflación ha estado por encima del 50% al mes.

De acuerdo a la OPEP, desde mayo la producción de petróleo ha declinado el 16%, una reducción de más de 350.000 barriles al día. Para detener este declive, el gobierno del presidente Nicolás Maduro no ha tenido mejor idea que arrestar a alrededor de 60 ejecutivos de PDVSA, la empresa petrolera estatal, y nombrar a un general de la Guardia Nacional sin experiencia en la industria para conducir sus operaciones.

En lugar de tomar medidas para poner fin a esta crisis humanitaria, el gobierno la está usando para consolidar su control político. Rechaza los ofrecimientos de asistencia internacional, al tiempo que, para sofocar las manifestaciones, invierte sus recursos en adquirir sistemas de control de disturbios de grado militar fabricados en China.

Muchos observadores externos creen que el gobierno perderá poder a medida que la economía siga empeorando. Sin embargo, la oposición política organizada está hoy en una posición de mayor debilidad que en julio, a pesar de la crisis y del masivo apoyo diplomático internacional. Desde entonces, el gobierno ha instalado una Asamblea Constituyente inconstitucional con plenos poderes, ha cancelado el registro electoral de los tres principales partidos de oposición, ha destituido a alcaldes y diputados legítimamente elegidos, y se ha robado tres elecciones.

Dado que todas las soluciones son imprácticas, inviables o inaceptables, la mayoría de los venezolanos anhelan alguna forma de deus ex machina que los salve de esta tragedia. Lo mejor sería poder convocar elecciones libres y justas para llegar a tener un nuevo gobierno. Este es el Plan A de la oposición venezolana organizada en torno a Mesa de la Unidad Democrática, y es lo que se busca en las conversaciones que se están realizando en la República Dominicana.

No obstante, es un desafío a la credulidad pensar que un régimen dispuesto a matar de hambre a millones de personas para mantenerse en el poder, va a ceder ese poder en elecciones libres. En la década de 1940 en Europa Oriental, los regímenes estalinistas consolidaron su poder pese a sufrir derrotas electorales. El hecho de que el gobierno de Maduro se haya robado tres elecciones tan solo en 2017, y que haya bloqueado la participación electoral de tres de los partidos con los cuales está negociando en República Dominicana, de nuevo a pesar de una atención diplomática internacional masiva, sugiere que el éxito es improbable.

La idea de un golpe militar para restaurar el orden constitucional agrada menos a muchos políticos democráticos porque temen que después los soldados no regresen a sus cuarteles. Por lo demás, el régimen de Maduro ya es una dictadura militar, con oficiales a cargo de muchas agencias gubernamentales. Los oficiales de alto rango de las fuerzas armadas son esencialmente corruptos, habiendo participado durante años en actividades de contrabando, delitos cambiarios y en las compras públicas, narcotráfico y muertes extrajudiciales que, en términos per cápita, son tres veces más prevalentes que en Las Filipinas de Rodrigo Duterte. Un número importante de altos oficiales decentes han estado renunciando a las fuerzas armadas.

Las sanciones focalizadas en individuos, que administra la Office of Foreign Assets Control (OFAC) de Estados Unidos, están incomodando a muchos de los bandidos que gobiernan Venezuela. No obstante, en el mejor de los casos son muy lentas, pues para el tiempo que rindan el efecto deseado se habrán producido decenas de miles de muertes evitables y se habrán ido al exterior millones de nuevos refugiados venezolanos. Y, en el peor de los casos, nunca surtirán efecto. Al fin y al cabo, sanciones como estas no han conducido a un cambio de régimen en Rusia, Corea del Norte, ni Irán.

Esto nos deja con una posible intervención militar internacional, solución que asusta a la mayoría de los gobiernos latinoamericanos a causa de la historia de agresiones contra sus intereses soberanos, especialmente en México y Centroamérica. Pero es posible que estas no sean las analogías históricas correctas. Después de todo, Simón Bolívar pasó a ser llamado el Libertador de Venezuela gracias a la invasión de 1814 organizada y financiada por la vecina Nueva Granada (hoy Colombia). Entre 1940 y 1944, Francia, Bélgica y los Países Bajos no lograron liberarse de un régimen opresivo sin una acción militar internacional.

La implicación es clara. A medida que la situación en Venezuela se torna inimaginable, sus posibles soluciones se acercan a lo inconcebible. La Asamblea Nacional debidamente elegida hace dos años, en la cual la oposición tiene una mayoría de dos tercios, ha sido despojada de todo su poder de manera inconstitucional por una Corte Suprema nombrada inconstitucionalmente. Y las fuerzas armadas han empleado ilegítimamente su poder para reprimir las protestas y obligar a exiliarse a muchos líderes, entre ellos los jueces de la Corte Suprema que la Asamblea Nacional nombró en julio.

Si se trata de soluciones, por qué no considerar la siguiente: la Asamblea Nacional podría destituir a Maduro y al narcotraficante de su vicepresidente, Tareck El Aissami, sancionado por la OFAC y a quien el gobierno estadounidense le ha embargado más de US$ 500 millones. Dado este vacío de poder, la Asamblea, nombraría de forma constitucional a un nuevo gobierno, el que a su vez podría solicitar asistencia militar a una coalición de países amigos, entre ellos, latinoamericanos, norteamericanos y europeos. Esta fuerza liberaría a Venezuela de la misma forma en que canadienses, australianos, británicos y estadounidenses liberaron a Europa en 1944-1945. Más cerca de casa, esto sería semejante a la liberación de Panamá de la opresión de Manuel Noriega por parte de Estados Unidos, la que marcó el inicio de su democracia y del crecimiento económico más rápido de América Latina.

De acuerdo al derecho internacional, nada de esto requeriría la aprobación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (que Rusia y China podrían vetar), puesto que la fuerza militar sería invitada por un gobierno legítimo en busca de apoyo para defender la constitución de su país. La existencia de una opción como esta incluso podría mejorar la probabilidad de que las negociaciones que se están llevando a cabo en la República Dominicana lleguen a un resultado exitoso.

El colapso de Venezuela es contrario al interés nacional de la mayoría de los países. Y las condiciones imperantes en el país constituyen un delito de lesa humanidad al que se debe poner fin por razones morales. El fracaso de la Operación Market Garden en septiembre de 1944, inmortalizado en el libro y el film “Un puente lejano”, se tradujo en la hambruna del invierno 1944-1945 en los Países Bajos. La hambruna en la Venezuela de hoy ya es peor que esa. ¿Cuántas vidas más serán destrozadas antes de que arribe la salvación?




No permitamos la consolidación del ‘Eje Cuba-Venezuela’

La gravísima situación social y económica creada por el chavismo y el ‘socialismo del siglo xxi’ en Venezuela ha generado una interminable crisis humanitaria, pero la corrupta cúpula gobernante no parece dedicada a superarla, sino a consolidar su poder. ¿Qué puede explicar una actitud tan despreciable, que lleva a la dictadura a ponerse de espaldas a su pueblo?  

Fuente: CCN es Noticias

Como hemos comentado en varias ocasiones, la crisis humanitaria y política a la que se ha llevado a Venezuela, ha sido labrada a pulso por los crímenes de ‘leso gobierno’ del chavismo. Además, de destrozar el país, Venezuela se dio el lujo de usar parte importante de sus recursos para mantener la caduca dictadura cubana, a varios pequeños países de Centro América y el Caribe y, de financiar a partidos izquierdistas de la región con sus ínfulas del ‘socialismo del siglo xxi y el albismo. Ver en Lampadia: Maduro lleva a Venezuela a la miseria y el ostracismo y ¡Fin a la dictadura en Venezuela!

Fuente: Público.es

Las políticas y discursos populistas, arropadas en promesas redistributivas, más los circuitos de corrupción han llevado a Venezuela una crisis imposible de imaginar. No solo ha colapsado la economía, las condiciones sociales no pueden ser peores. La escasez de alimentos y medicinas ha llegado a tal nivel que se ha desatado una inocultable crisis humanitaria que está costando la vida de muchos inocentes.

Y es que la situación de Venezuela es verdaderamente catastrófica. El autoritarismo chavista ha devenido en una dictadura abusiva e insensible, que cada día acosa con mayor desparpajo a los opositores políticos y a los pobladores que reclaman una solución al empobrecimiento generalizado que los está llevando a la desesperación.

Esta lastimosa experiencia, de un país sudamericano, es una dura lección sobre las consecuencias de sus políticas dirigidas a capturar todo el poder dizque ‘en pro de los pobres’ pero, según los resultados, solo ha entronizado un odioso nivel de tiranía y corrupción. No podemos dejar de preguntarnos ¿cómo es posible que la izquierda peruana, cegada por su ideología caduca, tenga cara para seguir apoyando uno de los peores, sino el peor, gobierno de la historia latinoamericana?

Ante todo esto tenemos que preguntarnos:

  • ¿Cómo es que el gobierno chavista no reacciona con medidas correctivas que enfrenten la crisis humanitaria?
  • ¿Qué explica que en vez de buscar una salida política, sigan ‘agudizando las contradicciones’ (técnica política marxista)?

En opinión de Lampadia, lo que sucede es que estamos ante un ‘proceso de cubanización’  de Venezuela, la instalación de una dictadura de largo aliento, asociada al narcotráfico y a socios internacionales fuera del eje occidental. ¿Qué significa esto? ¿Cómo se ha manejado el proceso político del chavismo? Veamos:

  • Toma del poder
  • Masivos programas asistenciales para endulzar a la ciudadanía
  • Cambio de Constitución
  • Control de todos los poderes del Estado y de las Fuerzas Armadas
  • Uso de la riqueza petrolera para comprar apoyo político en la región
  • Destrucción del sector privado con expropiaciones, control de cambios, etc.
  • Enfrentamiento a chivos expiatorios: el imperialismo, “el demonio”, las multinacionales
  • Formación de milicias populares
  • Fomento de nuevas amistades, Rusia, Irán y China
  • Consolidación de la presencia cubana en el gobierno venezolano

El gran intelectual venezolano, Moisés Naím, afirma en su última columna: ‘Maduro no importa’:

  • “Sacarlo [a Maduro] no basta. Él es el tonto útil, el títere de quienes realmente mandan en Venezuela: los cubanos, los narcotraficantes y los viudos del chavismo [los compinches de Chávez]. Y por supuesto, los militares”.
  • “Para Cuba no hay prioridad más importante que seguir controlando y saqueando a Venezuela”.
  • “Los tres grupos se entremezclan en negocios, corrupción y ejercicio del poder”.
  • “Sacar a Maduro es necesario. Pero no es suficiente. Es indispensable minimizar los tres  nefastos centros de poder que realmente mandan en Venezuela. No será fácil. Pero es posible”.

The Economist (11 de mayo), titula: ‘La crisis venezolana salpica y Latinoamérica despierta a su mayor dolor de cabeza’. 

Ilustración del éxodo venezolano. The Economist. Fuente: Lo Cole

“El número de venezolanos que huyen del hambre, represión y crimen en su desarticulado país, crece cada día. Por años, los gobiernos latinoamericanos se quedaron callados cuando Hugo Chávez y su sucesor, Nicolás Maduro, disfrazaron la democracia venezolana. Ahora, su ineptitud económica y el creciente despotismo están causando una crisis humanitaria que la región no puede ignorar. (…) Colombia y Brasil se llevan el mayor peso del éxodo. Extraoficialmente, se estima que más de un millón de venezolanos viven en Colombia”. 

En Exitosa, Jorge Villena usa el término Cubazuela para referirse a la Venezuela chavista.

Así llegamos al día de hoy, en que la población, masivamente, enfrenta la crisis y entra a un proceso continuo de resistencia. El régimen pierde parte de su apoyo político en la región y se empieza a dibujar su aislamiento de las democracias occidentales, pero, en las actuales circunstancias de la política global, no se vislumbra ninguna acción internacional que pueda parar la crisis venezolana.

Por lo tanto, la dictadura del chavismo solo tiene que resistir la presión interna hasta que ésta se vaya debilitando y agotando. Algo parecido a lo que algunos cubanos tuvieron que enfrentar en los albores de la implantación del comunismo en la isla.

¿Podrá el pueblo venezolano ganar esta batalla sin apoyo externo? Poco probable.

Esto nos lleva a un divortium aquarium: O se resigna la derrota y se consolida, por todo tiempo previsible, el ‘Eje Cuba-Venezuela’, que en la práctica pretende extender el control territorial de Cuba a Sudamérica, ya sin ideología alguna, solo por el poder corrupto y sustentado en el narcotráfico internacional; o se amplía y profundiza la lucha hasta el final.

Muy difícil situación. Siempre es difícil optar por contrarrestar un mal de largo plazo, por muy grande que sea, vis-a-vis, la tranquilidad inmediata de un cierto alivio con la esperanza que las cosas se resuelvan sin hacer nada.

Cuidado con caer en el ‘síndrome de Chamberlain’, el appeasement que Churchill combatió en 1938 con las siguientes palabras: “Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra… elegisteis el deshonor, y ahora tendréis la guerra”.

Por su lado, Julio Borges, Presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela [el Congreso venezolano], dice: “Es preferible morir de pie que vivir de rodillas. Y eso no lo pienso solo yo, lo piensan todos los venezolanos. De nada vale estar vivo si estás sometido a un personaje como Maduro. Lo importante es luchar por un país libre y digno, donde quién gobierne sea la democracia y no él”. (La República, 14 de mayo).

En cuanto a la región latinoamericana, sería suicida ponerse de costado. Hoy ya tenemos una migración masiva de venezolanos (bienvenidos), pero si se consolida en el poder el ‘Eje Cuba-Venezuela’, tendremos que recibir a dos tercios de los venezolanos y la penetración política cubana tendrá nuevas avenidas de infiltración.

Más vale que vayamos pensando en nuevas formas de combatir y derrocar al detestable régimen que ha hecho casa en el país de nuestros hermanos venezolanos.

¿Qué opinan nuestros lectores? Veremos y reportaremos su opinión. Lampadia

La crisis en cifras:

1-La diáspora de los venezolanos

2-Parálisis de la inversión extranjera en Venezuela

3-Caída de las importaciones de bienes venezolanos desde el exterior

4-Caída de las reservas internacionales​

5-Una hiperinflación​ desatada

6-Evolución del PBI vs. Brasil, Argentina y Perú​

(Fuente de los cuadros: Valentina Romei, Financial Times, 8 de mayo de 2017. Traducidos por Lampadia)

Lampadia