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La Pfizer de Vizcarra

La Pfizer de Vizcarra

CONTROVERSIAS
Fernando Rospigliosi
Para Lampadia

Una de las más persistentes campañas de difamación que desarrolló la coalición vizcarrista durante el proceso electoral, fue la que tuvo como blanco al doctor Ernesto Bustamante y al periodista Beto Ortiz.

Los acusaron de menospreciar la vacuna china Sinopharm que supuestamente era de muy buena calidad y, peor aún, de llamar a la población para que no se vacune. Incluso los acusaron de ser culpables de la ola de muertos que asoló el país durante los primeros meses del año.

En verdad, las críticas que desarrollaron Bustamante y Ortiz, primero al fracasado ensayo clínico de la vacuna china en el Perú, y luego a la poca eficacia de esa vacuna, eran absolutamente ciertas.

El hecho de que Martín Vizcarra y sus familiares, que se vacunaron clandestina e ilegalmente antes que todos los peruanos con la vacuna china, ahora se hayan inoculado la Pfizer, es una prueba más de esa realidad. Casi nadie confía ahora en la vacuna china.

Y, como era de esperarse, nadie agradece a Bustamante y Ortiz el hecho que, si hoy día millones de peruanos se están vacunando con Pfizer, es gracias a lo que ellos hicieron.

En efecto, a principios de año Francisco Sagasti y su Gobierno aseguraron que se iba a comprar 38 millones de dosis de Sinopharm, persistiendo en afianzar las negociaciones que había iniciado el Lagarto. Pero ante las críticas que recibieron luego de las revelaciones de Bustamante y Ortiz, recularon en silencio y adquirieron las Pfizer, de mayor calidad y menor precio.

Naturalmente, ninguno de los difamadores de la coalición vizcarrista -políticos, periodistas, ONG- se ha rectificado ni lo va a hacer. Están acostumbrados a mentir con desfachatez e impunidad, porque controlan el poder y muchos medios de comunicación. Y, a salirse con la suya. Es decir, a embarrar a personas y grupos, sin que, cuando se descubre la verdad, esta tenga ni la milésima parte de difusión que tuvo la mentira que ellos comunicaron. Así, en gran parte de la población, lo que queda fijado son los embustes y calumnias de la coalición y no la verdad.

Por eso ellos no se rectifican nunca. No les importa la verdad -con la que se llenan la boca- sino sus intereses políticos y económicos, que defienden con ahínco y sin pudor.

Ahora sostienen en todos los tonos que no hay fraude, al tiempo que se niegan a revisar actas y padrones, a que se realice una auditoría independiente, etc. No porque eso sea cierto sino porque conviene a sus intereses.

Para derrotar a la coalición vizcarrista se requiere, entre otras cosas, desmontar persistentemente sus campañas de falsedades. Lampadia




No hay vacuna contra la mentira

No hay vacuna contra la mentira

 

Fernando Rospigliosi
CONTROVERSIAS
Para Lampadia

El miércoles 5 me quedé pasmado cuando leí en el diario La República que el doctor Ernesto Bustamante había impedido que se compraran millones de vacunas chinas. Suelo enterarme de lo que sucede en el Perú, de algunas cosas por lo menos, y no sabía que Bustamante había sido designado ministro de Salud. Porque hasta donde puedo entender, es ese funcionario el principal responsable de la adquisición –o no- de las vacunas.

Revisé la información oficial y confirmé que Oscar Ugarte seguía en ese cargo. Inmediatamente realicé otra búsqueda, porque quizá Bustamante había sido designado Presidente del Consejo de Ministros (PCM), pero no, Violeta Bermúdez seguía allí. ¿Tal vez Presidente de la República? Un imposible jurídico, pero como sabemos, en el Perú todo puede ocurrir. Tampoco, Francisco Sagasti continuaba en Palacio.

Es decir, corroboré que Bustamante no ocupaba ningún cargo público con poder decisión sobre las vacunas. Entonces volví a mirar “La República”. Su portada dice: “Campaña impidió que se vacunara a dos millones de personas”.

¿Campaña? Exploré la información y ratifiqué lo que recordaba. El doctor Bustamante opinó sobre la vacuna china en un programa de TV que nadie ve, que se propala por un pequeño canal de TV que tampoco nadie ve. Prácticamente todos los grandes medios de TV, radio y escritos ignoraron la opinión de Bustamante o la criticaron sañudamente.

Además, la PCM Bermúdez anunció públicamente, al día siguiente que Bustamante vertió su opinión en el canal de TV que nadie ve, que el Gobierno no estaba de acuerdo con esa apreciación. Más todavía, lo amenazó a él y al conductor del programa que nadie ve con denunciarlos judicialmente. Después el ministro de Salud y el presidente se pronunciaron en el mismo sentido.

En suma, si Bustamante no ocupa cargo público alguno y no tiene poder de decisión. Si el Gobierno ha rechazado explícita y reiteradamente su opinión. Y si casi todos los medios de comunicación, fieles al poder, han difundido la misma versión ¿cómo hizo Bustamante para imponer su voluntad?

Un misterio insondable.

En realidad, se trata simplemente de una patraña gigantesca de “La República” que está decididamente alineada tanto con el Gobierno como con Pedro Castillo.

Así, tratan de disminuir la responsabilidad del desastre sanitario de los únicos culpables, Sagasti y Martín Vizcarra y cargársela a quién ha denunciado persistentemente los errores y propuesto alternativas razonables para mejorar el desempeño del Estado.

Dicho sea de paso, ninguno de los académicos y ONG izquierdistas, que se ha autoerigido como jueces de la verdad, ha criticado tamaña falsificación de parte de un medio periodístico. Ellos solo persiguen el más mínimo desliz –o a veces lo inventan- de quienes no coinciden con sus preferencias políticas.

Por último, como bien ha aclarado Bustamante, la OMS no ha dicho que la vacuna china tiene 90% de eficacia. La OMS ha dicho que Bahréin dice eso. Lo que si afirma la OMS es que la vacuna no es eficaz en mayores de 59 años. Y lo que también dice la Contraloría es que esa vacuna costó casi 30 dólares por dosis, probablemente la más cara de todas. Y lo que supone Germán Málaga, que dirigió el fracasado experimento de la universidad Cayetano Heredia, es que se necesitan tres dosis de esa vacuna. Y lo que parecen demostrar Vizcarra y su esposa es que los vacunados con Sinopharm sí se contagian. Lampadia




China admite que sus vacunas tienen una efectividad baja

China admite que sus vacunas tienen una efectividad baja

El doctor Ernesto Bustamante y Beto Ortiz tenían razón, las vacunas chinas son de muy mala calidad, según lo admitido por el responsable del control de enfermedades de China.

El gobierno no solo compra malas vacunas a muy alto precio, también oculta y combate la información sobre la calidad de las mismas.

El principal responsable del control de enfermedades del país afirma que Pekín estudia la combinación de vacunas pese a haber sembrado dudas en el pasado sobre las marcas occidentales

Una empleada de Sinovac trabaja en una de las factorías que fabrican la vacuna china en Pekín

La Vanguardia 
BARCELONA, ESPAÑA

En una rara admisión de la debilidad de las vacunas chinas contra el coronavirus, el principal funcionario de control de enfermedades del país ha asegurado que su efectividad es baja y que el gobierno está considerando mezclarlas con otras para darle un impulso. 

Las vacunas chinas “no tienen tasas de protección muy altas”, dijo el director de los Centros para el Control de Enfermedades de China, Gao Fu, en una conferencia que tuvo lugar el sábado en la ciudad suroccidental de Chengdu. 

Pekín ha distribuido cientos de millones de dosis en otros países y también ha tratado de promover las dudas sobre la efectividad de las vacunas occidentales. “Ahora se está considerando formalmente si debemos usar diferentes vacunas de diferentes líneas técnicas para el proceso de inmunización”, dijo Gao.

Según investigadores brasileños, la tasa de efectividad de una vacuna contra el coronavirus de Sinovac, un desarrollador chino, es del 50,4%. En comparación, se ha descubierto que la vacuna fabricada por Pfizer tiene una efectividad del 97%.

Una enfermera prepara una dosis de Sinovac en Shanghai Qilai Shen / Bloomberg

Pekín aún no ha aprobado ninguna vacuna extranjera para su uso en China, donde surgió el coronavirus a fines de 2019. Gao no dio detalles de posibles cambios en la estrategia, pero mencionó el ARNm, una técnica previamente experimental utilizada por los desarrolladores de vacunas occidentales, mientras que los fabricantes de medicamentos de China usaban tecnología tradicional. 

“Todos deberían considerar los beneficios que las vacunas de ARNm pueden brindar a la humanidad”, dijo. “Debemos seguirlo cuidadosamente y no ignorarlo solo porque ya tenemos varios tipos de vacunas”. Gao había plantado previamente dudas sobre la seguridad de las vacunas de ARNm.  En diciembre, fue citado por la agencia de noticias oficial Xinhua diciendo que no podía descartar efectos secundarios negativos porque se estaban utilizando por primera vez en personas sanas. 

Los medios de comunicación estatales chinos y los blogs populares de salud y ciencia también han cuestionado la seguridad y eficacia de la vacuna de Pfizer, que utiliza ARNm. 

Hasta el 2 de abril, unos 34 millones de personas habían recibido las dos dosis requeridas por las vacunas chinas y alrededor de 65 millones habían recibido una, según Gao. 

Los expertos afirman que la mezcla de vacunas, o la inmunización secuencial, podría aumentar la tasa de efectividad. Los ensayos en todo el mundo buscan mezclar vacunas o administrar una inyección de refuerzo después de un período de tiempo más largo. Investigadores en Gran Bretaña están estudiando una posible combinación de vacunas Pfizer y AstraZeneca. Lampadia




Los vicios éticos y científicos del ensayo clínico de las vacunas Sinopharm en Perú

Los vicios éticos y científicos del ensayo clínico de las vacunas Sinopharm en Perú

ENTREVISTA AL DR. ERNESTO BUSTAMANTE
EXJEFE DEL INSTITUTO NACIONAL DE SALUD (INS) Y CANDIDATO AL CONGRESO POR FUERZA POPULAR.

La Gaceta de la Iberosfera
Rodrigo Saldarriaga

03 abril 2021

Fotos: EuropaPress

Ernesto Bustamante, exjefe del Instituto Nacional de Salud (INS) y PhD en bioquímica y biología celular y molecular por la Escuela de Medicina de la Universidad John Hopkinsha sido desde que estalló la pandemia del covid-19 en marzo de 2020, una de las voces más críticas desde la comunidad científica sobre las medidas implementadas por el gobierno del expresidente Martín Vizcarra –destituido por el Congreso en noviembre del año pasado– y su sucesor, Francisco Sagasti.

Bustamante advirtió sobre el uso de pruebas rápidas –procedentes de China– para diagnosticar casos activos, ganándose los ataques de políticos e incluso médicos que las defendían hasta que sus falencias fueron demostradas con la gran cantidad de falsos positivos y negativos que arrojaban al no detectar con precisión el nuevo virus.

Desde que el gobierno peruano anunció la compra de vacunas al laboratorio chino Sinopharm, Bustamante también fue crítico con su limitada eficacia -79% según el propio laboratorio- frente a otras ofertas de firmas más reconocidas como Pfizer y Moderna, además de la falta de transparencia del estudio clínico.

Las preocupaciones de Bustamante, quien postula al Congreso con el número 3 de Fuerza Popular, parecen haber acertado. Así se demostró con la inoculación clandestina de altos funcionarios –incluidos el expresidente Vizcarra y las titulares de Salud y Relaciones Exteriores de la administración Sagasti–, la publicación del estudio preliminar del ensayo clínico de la Universidad Peruana Cayetano Heredia que advertía de la baja eficacia de las vacunas y la demanda de amparo que alista la Defensoría del Pueblo contra el Estado de parte de 175 profesionales de la salud y voluntarios de la vacuna china Sinopharm que dicen no haber recibido la segunda dosis que les correspondía.

El médico y candidato conversó con La Gaceta de la Iberosfera sobre los retos que enfrenta el país de cara a la pandemia.

Desde que estalló la pandemia del covid-19 en marzo del año pasado usted ha sido, desde la comunidad científica peruana, uno de los principales críticos de las políticas implementadas por el Estado para enfrentar la crisis sanitaria. ¿Cuáles han sido los principales desaciertos que han tenido los gobiernos de Martín Vizcarra y Francisco Sagasti?

La lista es larga. El principal desacierto ha sido no saber escuchar a todos aquellos que tenían una voz autorizada en el tema. Uno de los primeros puntos en polémica fue, precisamente, la decisión de hacer diagnóstico temprano de infectados utilizando las llamadas pruebas rápidas. Esa fue una decisión, que, para mí, marcó la primera etapa de la lucha contra el covid-19 en el Perú, porque fue una decisión totalmente equivocada, y cuya persistencia en el error llevó, en mi opinión, a que miles de personas murieran, y que posiblemente no hubieran muerto si se hubiese aplicado otro sistema para definir quienes estaban infectados o no. Otro error que se cometió fue no haber hecho un rastreo de contactos e identificación temprana de infectados con el uso de pruebas moleculares, aduciéndose que no había máquinas, que no había personal, que no había laboratorios; todo esto era una media verdad, y yo creo que había una intencionalidad de comprar pruebas rápidas quizás motivada por corrupción. Ahora podría decirlo, ya en retrospectiva, que no era por falta de conocimiento, que era lo que yo en un principio pensaba y por eso me sorprendía que muchos de los responsables no entendieran las diferencias entre las pruebas rápidas y moleculares. Conforme fue avanzando la pandemia, la cuarentena total, de más de cien días para Lima Metropolitana y de más tiempo para otras regiones, fue otro error. El resultado de la cuarentena es que nos ha sumido en la pobreza, en el desempleo, en la quiebra de empresas de manera innecesaria e inútil, porque esa cuarentena debió haberse aprovechado para fortalecer el sistema sanitario y preparar una detección temprana de infectados con la finalidad de reducir la transmisión viral. Simplemente se hizo cuarentena por hacer, no se hizo cuarentena para lograr algo particular, no se definieron objetivos, no hubo una métrica de resultados finales. Los resultados terminaron siendo catastróficos, terminamos siendo el país con la mayor mortalidad por millón de habitantes en el planeta, y eso resume el fracaso del gobierno durante las dos olas. La segunda ola también ha estado marcada por la repetición del mismo fracaso, las pruebas rápidas se han venido usando hasta febrero, y eso es un crimen, porque para setiembre de 2020 ya era de conocimiento público que se habían equivocado al usar las pruebas rápidas, pero siguieron gastando el stock que tenían, y lo que es peor, siguieron adquiriendo más pruebas rápidas, lo que hace suponer que era un tema de corrupción y no falta de conocimiento. Y ahora con la segunda ola, el tema se ha agravado porque tenemos una variante más contagiosa, por lo que es más transmisible, y no hay vacunas. Entonces a esto se le agrega el problema de la incomprensible actitud frente a no comprar vacunas, que creo también tiene que ver con corrupción.

En una entrevista que le hicimos en La Gaceta de la Iberosfera en diciembre de 2020, usted mencionó que le preocupaba la falta de transparencia que podría darse en la compra de las vacunas del laboratorio chino Sinopharm, además de la poca eficacia que estas tendrían. Tras las recientes revelaciones de la prensa, parecería que sus preocupación inicial y constantes cuestionamientos han resultado acertados.

No es que yo sea brujo, tampoco adivino o pitoniso, lo que pasa es que las cartas están sobre la mesa y solo había que contar los ases y las reinas para darse cuenta que la lectura es clara. Pero hay quienes no quieren leer, no quieren llamar las cosas por su nombre. Era claro que la vacuna que había llegado en diciembre a ‘la mesa de intenciones’ del Gobierno era la vacuna Sinopharm, que carecía entonces –como hoy– de estudios en fase 3 publicados en alguna revista científica internacional. Entonces, claro, no había razón para no sospechar de una falta de eficacia. Todas las demás vacunas, incluyendo la rusa, tienen publicaciones en revistas de primer nivel. Solo esta Sinopharm y la Sinovac tienen publicaciones de fase 3. Entonces estamos en esa situación.

¿Usted cree que el ensayo clínico de Sinopharm en el Perú, tras descubrirse la vacunación clandestina de altos funcionarios, investigadores y sus allegados, está viciado?

Está viciado científica y éticamente. Éticamente, porque en la ética de la investigación existe un principio fundamental, que es el principio de equipoise o equilibrio de pesos. ¿Qué significa esto? Significa que yo puedo administrarle un medicamento o una vacuna a alguien si y a otro no, solo si tengo la certeza de que hay una duda cierta de que en realidad no sé si el medicamento es eficaz o no. Si tengo esta duda cierta, hay lo que se llama el equipoise, el peso equilibrado de la duda. Entonces, ahí sí es ético darle a alguien un medicamento candidato, y a su vecino darle un placebo; de otra manera, no se puede hacer un estudio de ese tipo. Si yo tengo el convencimiento o la sospecha calificada de que el medicamento que estoy probando realmente funciona, no se debe probar con placebo, lo que se hace es probar contra otro medicamento candidato. Por ejemplo, si yo tengo una ampicilina nueva, y quiero saber que tan buena es, tomo a mil personas, todas con infección severa, y a quinientas les doy la ampicilina que estoy probando y a quinientas les doy agua destilada. Eso no se puede hacer, no es ético, porque yo ya sé que la ampicilina funciona, que yo no puedo dejar de darle algo que ayude a esos otros quinientos pacientes, y darle solamente agua destilada. Eso ya ni se hace con animales de investigación. Hay quienes no consideran ético hacer esos experimentos con animales, imagínese con humanos. Eso se habrá hecho en la época del doctor Josef Mengele. Cuando se dan estos experimentos como el que pongo de ejemplo, a uno se le da la ampicilina que yo creo que es mejor o funciona, o le doy la ampicilina clásica u otro antibiótico y luego comparo. Pero jamás placebo. Esto no ocurrió con el estudio clínico de [la Universidad] Cayetano Heredia, patrocinadora del estudio de Sinopharm. ¿Por qué? Porque esa vacuna, cuya eficacia estaba siendo comprobada en el propio estudio, justamente fue administrada a los investigadores, a los parientes de los investigadores, al presidente de la República, a sus ministros, viceministros, a 470 personas que no debieron recibirla porque no eran sujetos del estudio, eran personas accesorias, eso no se hace nunca. Si uno lo hace, es porque se sabe que la vacuna funciona, o se tiene evidencia que la vacuna funciona, y si sé que la vacuna funciona no hay equipoise, significa que se está dando placebo a alguien a propósito, y eso va contra toda ética y es más bien criminal. Por otro lado, tenemos el hecho de que la vacuna que se administró a los voluntarios, incluía una vacuna que aparentemente no servía. No solamente había una duda potencial cierta sobre si la vacuna era eficaz o no, sino había una que no funcionaba, y era la de Wuhan. Tanto sabían que no funcionaba, que cuando en diciembre tuvieron que poner la orden de compra para traer ese millón de vacunas, se cuidaron de traer la de Beijing y no la de Wuhan. ¿Y por qué? No creo que sea porque son adivinos. Lo lógico habría sido comprar mitad y mitad, pero compraron solo la de Beijing, y esa orden de compra se puso en diciembre y se ejecutó en enero, mucho antes de que se revelara el informe preliminar de Cayetano Heredia. Ellos sabían, eso no es ético. En ese momento se debió romper el ciego y decir: acá tenemos gente que ha recibido placebo y gente que ha recibido una vacuna, como he dicho en otras oportunidades, equivalente a agua destilada, es una vacuna que no sirve, que es la de Wuhan, y otra que es la de Beijing, que ha demostrado ser marginal, precaria. Esas son las dos razones fundamentales para decir que el estudio no es ético. Hay muchas otras razones de menor categoría, por ejemplo, que había doce investigadores chinos de Sinopharm trabajando durante todo el estudio, y eso es algo que no es aceptable. Si yo contrato con Sinopharm, evalúo un producto de Sinopharm, y voy a tener gente de Sinopharm en mi equipo de investigación, eso, nuevamente, no es ético, va a haber inducción, va a haber acciones que no corresponden. Como ente evaluador, no se puede tener al evaluado incluido en el equipo, es como si un profesor para tomar un examen invita a los estudiantes a hacer las preguntas y calificarlo. Eso no se puede hacer.

Ernesto Bustamante junto al Dr. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (EE.UU.) Créditos: Archivo Personal.

¿Y científicamente?

Científicamente no vale porque el estudio ha sido viciado de origen cuando la gente empezó a introducir otro tipo de vacunas. Una de las reglas es que la vacuna no puede salir del centro de estudio, en este caso, de Cayetano Heredia. Y las vacunas han salido, prueba de ello es que se fueron a la casa de la exministra Mazzetti, a Palacio de Gobierno para vacunar al presidente Vizcarra. Esto no se hace, las vacunas tienen que quedarse en el lugar de administración, porque tienen que tener un cuidado de cadena de frío, de control de identidad. Hay protocolos que se deben seguir. Cuando uno no cumple esos protocolos conforme a regla, el estudio se vicia por definición. Las reglas existen por algo, porque se está tratando con futuros medicamentos o futuras vacunas de uso general. Es un estudio en serio que tiene implicancias para la sociedad y que está regulado por el Estado a través del Instituto Nacional de Salud. En mi opinión, un estudio viciado éticamente y científicamente, no puede tener otro camino que el de su cancelación, y las dos entidades capaces de cancelar son Cayetano Heredia como patrocinador, o el Instituto Nacional de Salud como ente regulador. Ahora, el que hayan pedido romper el ciego ya de por si es una decisión escondida de anular el proyecto, porque cuando uno rompe el ciego significa que ya sabes quien tuvo la vacuna y quien el placebo, ya terminó el estudio.

¿Se refiere a cuando rompieron el ciego en el caso de la voluntaria fallecida?

No, eso no es romper el ciego. El ciego no es que no se conozca, de hecho, lo conocen dos personas, que son el químico farmacéutico, encargado de cuidar las bondades del producto, y un estadístico. Si yo quiero saber que se le dio al paciente identificado con nombre y número tal, esas dos personas mencionadas tienen en conjunto la llave de esta, digamos, caja fuerte, abren y miran solo ese ciego, el ciego de ese paciente. Eso no es romper el ciego, es decir que recibió ese paciente. Claro, es romper el ciego para ese paciente, pero no es romper el ciego para todo el estudio. Lo que se está pidiendo ahora es romper el ciego para todo el estudio, que es hacer lo mismo que se hizo con uno, pero con los 12 mil voluntarios. Con eso terminaría el estudio, en efecto lo da por cancelado, porque ya no hay más estudio.

Pero se insiste en que se deba permitir que concluya el estudio, que todavía tiene para varias semanas.

Dijeron que por lo menos ocho semanas, pero eso suena a las promesas de cuando van a llegar las vacunas. Hay que entender que aquí hay dinero de por medio. Cayetano Heredia debe haber recibido por lo menos 10 millones doscientos mil dólares por encima de la mesa. Digo que por encima de la mesa porque eso lo conoce Cancillería. Recordemos que Cayetano Heredia y Sinopharm son privados, ellos pueden tener acuerdos paralelos, y los honorarios se pagan de otro modo, pagos en bancos extranjeros. Diez millones doscientos mil dólares para Cayetano Heredia es mucha plata. Cayetano Heredia no es una universidad rica, tiene problemas financieros. A lo mejor en el contrato de Sinopharm y Cayetano, debe haber penalidades, que se castiga a la universidad si se rompe el ciego antes de tiempo, si se aborta el proyecto, y a lo mejor, Cayetano sería pasible de un juicio por daños y perjuicios por parte de Sinopharm. Para evitar ese juicio, es probable que se esté esperando esas ocho semanas. Creo que esas semanas de espera tienen que ver más con el consejo de sus abogados antes que consejos de sus científicos, y eso sería inaceptable porque estamos hablando de un estudio científico que no se puede supeditar a las responsabilidades legales que uno debe haber asumido. Si uno incurrió en situaciones de anormalidad legal, tiene que asumir las consecuencias.

¿Por qué cree usted que ha renunciado la doctora Coralith García, quien asumió la conducción de los ensayos clínicos en reemplazo del doctor Germán Málaga tras ser suspendido por la vacunación irregular de Vizcarra y otros funcionarios?

No conozco personalmente a la doctora Coralith García, pero tengo buenas referencias de ella. Es muy probable que ella haya encontrado que tenía que firmar documentos que la harían asumir responsabilidades que no le corresponden. Es la única explicación que yo veo para retirarse de la dirección de un estudio, porque vamos a suponer que el estudio demuestra que la vacuna no es eficaz, y si esto es lo que demuestras, pues es una data científica fría, no hay nada emocional en la interpretación de los datos. A lo mejor, ella no quiere verse involucrada en una polémica con el Gobierno, como la que yo tuve hace unas semanas, en la que me acusaron de desinformador, un peligro para la salud pública, para la democracia y hasta de traidor a la Patria por interpretar el estudio preliminar de Cayetano Heredia sobre la eficacia de la vacuna Sinopharm en un programa de televisión. A lo mejor la doctora Coralith García no quiere verse expuesta a eso, o talvez tiene alguna razón que la obligaría a meterse en problemas legales por meses o años. Lo que no sabe es que ya los tiene pues la están citando a comisiones del Congreso porque ha sido testigo del estudio, y su versión es necesaria de conocer. Es lamentable que una investigadora de calidad como ella esté involucrada en estos menesteres. Le va a quitar mucho de su valioso tiempo.

Hay muchos médicos y científicos peruanos que han tomado una posición bastante sospechosa de no querer cuestionar las decisiones del Gobierno para enfrentar la crisis sanitaria.

Ocurrió cuando cuestioné el uso de las pruebas rápidas, exactamente hace un año. Me salieron al frente muchos distinguidos profesionales a criticarme, que ponía en riesgo la lucha contra la pandemia, otros decían que lo que yo decía no era verdad, y lo mismo ocurre ahora. Se ha descubierto que muchos de estos tenían intereses adicionales, que además eran asesores o tenían parientes trabajando en proyectos o aspiraban a trabajar con el Gobierno, entonces esos intereses personales los pusieron encima de la conciencia profesional. Entendí el rechazo de los políticos, pero no de los investigadores. Los científicos estamos formados para criticar y ser criticados profesionalmente. Yo lo hago como revisor y editor de revistas internacionales. Yo hice la crítica de un estudio de interés nacional. Imagínese que llegamos a julio y se descubre que las vacunas no eran buenas, y yo levanto la mano y digo: esto yo lo sabía desde marzo. Eso no va conmigo. Si yo sé algo que es una cosa privada y no trasciende más allá, no tengo porque decirla, pero esto no era nada privado, es la interpretación de una data que es pública, hecha sobre muestras tomadas a voluntarios dentro de un estudio clínico supervisado por una entidad del Estado como es el INS.

¿Usted cree que se puedan reducir en los cuatro meses siguientes las brechas de infraestructura, equipamiento o recursos humanos como ha dicho el ministro Ugarte?

Ojalá. Yo conozco a Óscar Ugarte, somos amigos. No sé si esas buenas intenciones estén complementadas con apoyo y tiempo. Estamos en año electoral, y apenas se elijan a las nuevas autoridades, el gobierno actual pierde un poco de poder, y los funcionarios ya no trabajan igual. No sé si sea tan fácil para Óscar Ugarte hacerlo, ojalá. Yo quiero lo mejor para mi país.

Ernesto Bustamente junto al Dr. Paul Rothman, recibiendo el premio “Samuel P. Asper Award for Achievement in Advancing International Medical Education”. Créditos: Archivo Personal.

En un escenario sin vacunas, camas UCI, oxigeno medicinal y falta de pruebas moleculares, ¿cuáles son las recomendaciones que usted sugiere para prevenir el contagio, y en caso que este se diera, para prevenir los cuadros más severos, entendiendo que la variante brasileña es mucho más contagiosa?

Primero, se debe instalar un sistema de vigilancia genómica para evaluar como va mutando el virus. Hay personal calificado en el Perú para eso. En caso de haber salido positivo en una prueba molecular, es importante, tenga o no síntomas, aislarse de los integrantes de su familia para no contagiarlos. Es necesario observar la temperatura, síntomas en general como tos seca, dolor de cabeza, conseguir un pulsioxímetro para medirse la saturación de oxígeno tres veces por día para ver si hay un deterioro y es necesario administrar oxígeno, hacerse una tomografía de tórax para tener una línea de base y saber el estado de los pulmones. La hipoxemia que causa el covid-19 es silenciosa. La prevención debería ser una vacuna bien puesta, pero no tenemos los peruanos eso todavía. Lo que si podemos hacer es usar doble mascarilla, mantener la distancia social y sobre todo evitar aglomeraciones.

Y sobre las aglomeraciones, ¿usted está de acuerdo con la recomendación de suspender las elecciones generales del 11 abril debido al alza de casos?

No veo ninguna razón para postergar las elecciones. Necesitamos un nuevo gobierno, porque este ha perdido credibilidad, no tiene personas calificadas, está manchado por los recientes casos de corrupción. ¿Cómo tenemos un nuevo gobierno? A través de elecciones libres. Postergar las elecciones no nos garantiza menos contagios. No hay ninguna garantía que en las cuatro semanas que algunos vaticinan que debemos esperar, habrá menos o más contagios. El protocolo de bioseguridad de la Onpe [Oficina Nacional de Procesos Electorales] es muy bueno. Parte de solucionar esta crisis es votar por un nuevo gobierno. Lampadia




La verdad de las mentiras chinas

La verdad de las mentiras chinas

CONTROVERSIAS
Fernando Rospigliosi
Para Lampadia

Ni el presidente Francisco Sagasti, ni los ministros Oscar Ugarte y Violeta Bermúdez, hablan ya de los 38 millones de vacunas chinas que estaban prácticamente empezando a llegar en este mes, según habían declarado varias veces. Ahora silencio total sobre el asunto. ¿Qué raro no?

Ahora nos cuentan que el próximo mes empezarán a llegar más vacunas Pfizer a un ritmo de 250,000 por semana. Ojalá que por lo menos llegue esa cantidad. Si fuera así, se podría terminar de vacunar a todos los ciudadanos a principios de 2025. Pero la realidad es que están llegando solo unas 50,000 por semana ahora.

También dicen que traerán la Astra Zeneca, que a pesar de los cuestionamientos parece tener un desempeño razonable.

No obstante, lo que según el Gobierno iba a permitir la vacunación rápida y masiva de los peruanos, era la china Sinopharm.

El silencio oficial actual probablemente se debe a que ya no la van traer por su poca eficacia y alto precio, que es precisamente lo que se descubrió en un programa de Willax TV de Beto Ortiz donde el doctor Ernesto Bustamante hizo una explicación didáctica y sencilla del problema.

Luego ambos han seguido aportando más elementos que apuntan en la misma dirección.

El tema es importante porque a raíz de la primera revelación, los denunciantes sufrieron un cargamontón mediático y político brutal. Medios que antes eran serios, como El Comercio, publicó editoriales lapidarios, además de numerosos artículos de opinión de supuestos observadores imparciales y reportajes negando que la vacuna china fuera mediocre y acusando a los denunciantes poco menos de traición a la patria.

El Gobierno también atacó. El presidente y sus ministros se escandalizaron por las revelaciones, lo negaron todo y dijeron que se trataba de una campaña de desinformación. Violeta Bermúdez amenazó con sanciones legales y un grupo de paniaguados del Gobierno interpuso una acción judicial contra los denunciantes.

Verónika Mendoza, por supuesto, aprovechó la ocasión para atacar la libertad de prensa y amenazar con sanciones. Julio Guzmán la siguió de cerca.

Pues ahora resulta que lo que dijeron Beto Ortiz y Ernesto Bustamante era verdad, a tal punto que el Gobierno ya retrocedió y simplemente dejó de hablar de las vacunas chinas. Naturalmente, no se atreven a reconocerlo explícitamente, porque implicaría rectificarse y darles la razón a sus críticos.

Que esas vacunas son mediocres ya lo sabe todo el mundo. El Washington Post acaba de publicar un artículo que lo confirma. (“La tercera dosis de la vacuna contra el coronavirus de Sinopharm es necesaria para algunos en los Emiratos Árabes Unidos después de una baja respuesta inmune”, 22.3.21).

La importancia de este asunto reside en que la prensa crítica, como Ortiz, y expertos como Bustamante, han ayudado a evitar una mala -y quizá corrupta- compra. Y ha quedado nuevamente al descubierto que son precisamente el Gobierno, sus medios de comunicación adictos y toda la legión de analistas y opinólogos a su servicio, los que constituyen la auténtica fábrica de mentiras en el Perú de hoy. Lampadia




Epidemia social y pandemia sanitaria

Epidemia social y pandemia sanitaria

Ernesto Bustamante
Exjefe del Instituto Nacional de Salud
Para Lampadia

El año 2020 el mundo sufre los embates de la pandemia de Covid-19, enfermedad causada por el coronavirus SARS-CoV-2. Hacia fines de agosto 2020 se ha detectado en el mundo casi 25 millones de infectados y Covid-19 ha causado más de 830 mil muertos. Para muchos esta pandemia es la madre de todas las epidemias. Pero ¿es así en realidad? ¿es esta la peor pandemia que ha sufrido la humanidad? ¿habrá fin de esta pandemia?

El Ébola en 2014 mató a 11,000 personas del África occidental y a muy pocos en otros continentes. El virus del Ébola mata al 50% de los que infecta, pero esa alta tasa de letalidad lo hace precisamente poco contagioso y las epidemias de Ébola son menos difíciles de contener.

En los dos últimos milenios ha habido varios ataques epidémicos de peste bubónica. Esta enfermedad es producida por una bacteria (Yersinia pestis) que infecta a pulgas que a su vez infestan a ratas. Las pulgas bloquean el estómago de las ratas infestadas y estas, hambrientas, muerden a humanos repetidamente, regurgitando sangre con bacterias, lo que provoca la transmisión rata-hombre. Pero hay una forma neumónica de la peste que puede ser transmitida de humano a humano mediante gotículas de saliva o moco. Por ello, erradicar las ratas o las pulgas (lo que sería, en todo caso sumamente difícil) nunca pudo ser una solución.

La peste acompaña al hombre desde hace decenas de miles de años pues se ha encontrado ADN de la bacteria en restos humanos prehistóricos. Se ha descrito tres grandes plagas recientes de peste bubónica: a) La plaga de Justiniano, que impactó el imperio Bizantino entre 541 y 549 y afectó Asia, Europa y África; b) La plaga medieval, que se inició en China en 1331 y mató la mitad de su población extendiéndose luego a Europa donde entre 1347 y 1353 mató la tercera parte de la población europea; c) La peste del siglo XIX que se inició en China en 1855 y mató a 12 millones solo en India. Hoy la peste bubónica es curable con antibióticos, pero a pesar de ello es endémica en ciertos países (entre ellos, Congo, Madagascar y Perú). En 2018 hubo en Lambayeque casos de peste tanto en formas septicémicas como neumónica.

La sífilis es una enfermedad infecciosa de transmisión sexual, originaria de América que llegó a Europa luego de la conquista. La primera epidemia europea de sífilis se originó en 1494 en Nápoles luego de una invasión de tropas francesas. Esta enfermedad es tratable hoy con antibióticos y se previene con condones y control de la promiscuidad. Pero no hay vacuna contra la sífilis. Según la OMS, en 2015 había 45 millones de sifilíticos en el mundo, de los que seis millones de casos eran nuevos y mató a más de 100 mil personas.

La viruela (llamada Smallpox en inglés, para distinguirla de la Great Pox, como entonces llamaban a la sífilis) fue una enfermedad causada por un virus que mataba al 30% de los que infectaba, causando gran sufrimiento en los que sobrevivían. No obstante, era fácil prevenir contagiarse pues la enfermedad solo infectaba a otros luego que aparecían los síntomas (y estos eran distinguibles y evidentes). Hubo grandes epidemias de viruela en Europa y -luego de la llegada de los europeos- también en América (lo que precisamente facilitó la conquista).

Las primeras vacunas contra la viruela se ensayaron en China en 1500. Fue precisamente gracias a la vacunación universal y al hecho de que no existe reservorio animal para este virus, que el último caso de viruela en el planeta ocurrió en 1977. Hoy ni siquiera se vacuna contra la viruela, lo que hace a su virus (y variantes posibles) como utilizable en guerra biológica, pues la población joven no tiene inmunidad contra la viruela.

En 1918 apareció una variedad del virus de la influenza (o gripe; no confundir con el resfrío común). Esta pandemia (mal llamada gripe española) mató entre 50 a 100 millones de personas en el mundo; más que durante cuatro años de la primera guerra mundial). Sin embargo, no fue la última pandemia de gripe. Hubo otras. La llamada gripe de Hong Kong mató en 1968 a un millón de personas en todo el mundo (100,000 de ellas, en los EEUU).

Muchas de estas pandemias tuvieron dos aristas: la social y la sanitaria. En épocas en que lo sanitario no era muy sofisticado, más impactaba el pánico, el miedo e imperaba la brujería, el creer en curas milagrosas. Hoy, en cambio, el pánico persiste, y el uso de las curas milagrosas es parecido, pero es aminorado en las sociedades donde la epidemia se logra controlar sanitariamente y reducir a niveles “aceptables”. Ayuda también a paliar la epidemia social el saber, o creer, que hay una vacuna en camino. No obstante, en esta época de comunicaciones instantáneas y masivas se requiere un nivel de control sanitario mínimo. No es aceptable para las sociedades convivir con diez mil contagios por día y menos cuando la gente conoce las cifras locales e internacionales.

Existen siete variedades de coronavirus humanos: cuatro producen el 30% de los resfríos comunes; en 2003 apareció el SARS-1; en 2012 el MERS; y en 2019 el SARS-CoV-2. Nunca se pudo lograr una vacuna eficaz contra ninguno de los seis coronavirus anteriores al de hoy.

El brote de SARS-1 en 2002 solo causó 8,098 contagios en el mundo. El virus desapareció pues se aisló a los pacientes antes que pudiesen contagiar y propagar la enfermedad. El infectado solo contagiaba recién desde unos días después de la aparición de síntomas. Para entonces el infectado contagioso ya estaba en cama; es decir, había hecho autocuarentena.

Esa es precisamente una diferencia destacable respecto de la forma como infecta y contagia el SARS-CoV-2. El coronavirus del 2019 empieza a contagiar a otros, o es capaz de hacerlo, desde que infecta; mientras que la enfermedad, si aparece, recién se manifiesta varios días después. Es precisamente por ello que es tan importante detectar tempranamente al infectado: para que no tenga capacidad de propagar la enfermedad, contagiando mientras uno se siente bien; pues una vez detectado, este y sus contactos -sea los inmediatos o los rastreados- deben ser aislados.

La forma de identificar al infectado (aún sin que tenga síntomas) es detectando la presencia o ausencia del ácido nucleico (ARN) viral. No hay otra forma. Detectar anticuerpos sintetizados contra el virus es un método que identifica tarde al infectado -pues ya tuvo oportunidad de contagiar a varios otros- y corresponde a una estrategia de detección que se ha usado equivocadamente en el Perú desde el inicio de la pandemia.

No hay vacuna contra Covid-19, aún no. Lo que hay es casi 200 candidatos a ser vacuna, Si se demuestra su eficacia (que debiera ser mayor de 50%) y ausencia de efectos adversos severos, esta podrá ser una alternativa viable. Pero vacuna no hay, no todavía.

Mientras tanto, el objetivo de una estrategia sanitaria debe ser disminuir la cantidad de nuevos contagios a un nivel que sea socialmente aceptable. Digamos 100 a 200 casos nuevos por semana a nivel nacional (en vez de los 10,000 casos nuevos por día que tenemos hoy). Ello se puede lograr mediante tácticas focalizadas de muestreo masivo con pruebas moleculares que detecten infectados antes que hayan contagiado a muchos. Estos detectados deberán ser aislados en sus domicilios -con sus familiares- por 15 días dándoseles apoyo alimentario. Se debe aislar también a sus contactos más recientes, a los que bien se puede rastrear mediante simples preguntas (no necesariamente con tecnología digital).

Solo con un nivel de “normalidad” como la descrita (100 a 200 nuevos contagios por semana) la epidemia social se podrá controlar en el Perú, mientras esperamos los meses o años que deban transcurrir hasta que tengamos acceso a una vacuna eficaz y segura, que pueda controlar la epidemia sanitaria. Es precisamente la epidemia social -exacerbada por la destrucción de la economía y el cambio de los planes de vida de muchos- la que ocasiona angustia extrema y que en algunos lleva a la abierta irresponsabilidad.

No es que estas personas desconozcan que hay que usar mascarilla, mantener distancia social y hacer aseo frecuente de manos. No es que se necesite armar campañas de comunicación multimillonarias explicando lo que ya conocen hasta los niños de cinco años de edad. No es con arrestos policiales o con enormes multas.

La angustia producto de la epidemia social hará fútiles estos esfuerzos. Hay que combatir la epidemia social construyendo una realidad sanitaria aceptable, que permita la reactivación de la economía, a costa de muy pocas bajas, mientras esperamos la vacuna. Lampadia