1

¿Cuáles son las verdaderas repercusiones de la guerra comercial entre EEUU y China?

¿Cuáles son las verdaderas repercusiones de la guerra comercial entre EEUU y China?

The Economist presenta algunas reflexiones sobre el conflictivo escenario que se vive entre Estados Unidos y China. Lo que al principio no tuvo las repercusiones esperadas – estas fueron menores a las estimadas – ahora se ha convertido en un tira y afloja que amenaza con afectar la integridad económica de ambos países por igual.

El caso de Estados Unidos es el que más llama la atención, pues una recesión parece estar en ciernes, a la vez que los mercados financieros expresan una caída histórica, tanto en el mercado de renta variable (precios de acciones y el S&P 500) como en mercados de renta fija (bonos privados y del tesoro). Es entonces que se hace palpable un cambio de estrategia por parte del equipo de Donald Trump.

La crisis se agravó hace poco más de una semana cuanto se anunciaron una serie de aumentos de tarifas por parte de EEUU, que se traducían a US$300 mil millones. La respuesta china fue ordenar a sus empresas no adquirir más bienes agropecuarios americanos.

Este es solo el outcome que se esperaba tras tanta tensión. Lo que pasa es que EEUU ya había señalado a China como un competidor desleal que mantenía una moneda de valor artificialmente bajo para reforzar sus exportaciones. Esto, no bien visto en los ojos de los americanos., fue el principal aliciente para que este acuse a China de “manipulador de su moneda”.

En cuanto al escenario de Estados Unidos en los últimos años, se puede apreciar una floreciente economía que ha basado su solidez en las políticas de Trump, un dólar relativamente barato y accesible y protegido por tarifas al comercio internacional. ¿El resultado? Un crecimiento claro de la economía estadounidense, en comparación a sus privilegiados pares, pero no necesariamente sostenible en el tiempo.

En este sentido, las verdaderas repercusiones de esta guerra comercial serán las afectaciones al panorama económico de los próximos años, tanto para ambos países como para los que dependen de estos. Esto dado que una serie de políticas que trastocan tanto la fluidez del comercio internacional tendrá como un escenario de incertidumbre y; por ende, de desconfianza. Esto, al término, significará un obstáculo para el crecimiento de la economía americana y una inyección desmedida de liquidez en el caso de China. La solución al conflicto puede, también, venir por parte del compromiso de las instituciones americanas – como la Reserva Federal – para brindar solidez a la economía y salvaguardar la confianza de quienes apuestan por ella. Esperemos que, para setiembre, en cuanto se retome el diálogo entre ambos países, se pueda llegar a un acuerdo que haga justicia a ambas partes. Lampadia

Comercio entre China y Estados Unidos
Peligrosos cálculos erróneos

Estados Unidos no puede tener una economía fuerte, una guerra comercial y un dólar débil al mismo tiempo.

The Economist
08 de agosto del 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Desde que comenzó la guerra comercial en 2018, el daño causado a la economía mundial ha sido sorprendentemente leve. Estados Unidos ha crecido de manera saludable y el resto del mundo se ha complicado. Pero esta semana la imagen se oscureció a medida que se intensificó la confrontación entre Estados Unidos y China, con más aranceles amenazados y una amarga disputa sobre el tipo de cambio de China. Los inversores temen que la disputa desencadene una recesión, y hay signos ominosos en los mercados: los precios de las acciones cayeron y los rendimientos de los bonos del gobierno cayeron a mínimos casi récord. Para evitar una recesión, ambas partes deben comprometerse. Pero para que eso suceda, el presidente Donald Trump y sus asesores deben repensar su estrategia. Si aún no se ha dado cuenta, pronto debería: Estados Unidos no puede tener una moneda barata, un conflicto comercial y una economía próspera.

El último aumento de las tensiones comenzó el 1 de agosto, cuando la Casa Blanca amenazó con imponer una nueva ronda de aranceles sobre las exportaciones chinas de $ 300 mil millones a principios de septiembre. China respondió cuatro días después diciéndole a sus compañías estatales que dejaran de comprar productos agrícolas estadounidenses. El mismo día permitió que su moneda fuertemente administrada pasara una tasa de siete frente al dólar, un umbral que puede parecer arbitrario, pero es simbólicamente importante.

Eso encendió un fusible debajo de la Oficina Oval. Trump ha afirmado durante mucho tiempo que otros países, incluida China, mantienen sus monedas artificialmente baratas para impulsar sus exportaciones, perjudicando a Estados Unidos. Se ha estado agarrando sobre el dólar fuerte durante meses. En junio acusó a Mario Draghi, el jefe del Banco Central Europeo, de debilitar injustamente el euro al insinuar recortes de tasas. Horas después de la caída del yuan, el Tesoro de Estados Unidos designó a China como un “manipulador de divisas” y prometió eliminar su “ventaja competitiva injusta”. A medida que aumentaron las hostilidades, los mercados se desvanecieron, con un rendimiento de los bonos a diez años en Estados Unidos que alcanzó el 1,71%, ya que los inversores consideraron que la Reserva Federal recortará las tasas de interés para tratar de mantener viva la expansión.

No se puede negar que China ha manipulado su tipo de cambio en el pasado. Pero hoy se está desarrollando una dinámica diferente en todo el mundo. Trump quiere una economía en auge, protegida por aranceles e impulsada por un dólar barato, y cuando no los consigue, arremete. Pero la realidad económica hace que estos tres objetivos sean difíciles de conciliar. Los aranceles perjudican a los exportadores extranjeros y frenan el crecimiento más allá de las fronteras de Estados Unidos. Un crecimiento más débil a su vez conduce a monedas más débiles, a medida que las empresas se vuelven cautelosas y los bancos centrales facilitan la política de respuesta. El efecto es particularmente pronunciado cuando Estados Unidos está creciendo más rápido que otros países ricos, como lo ha hecho recientemente. La fortaleza duradera del dólar es el resultado, en parte, de las políticas de Trump, no de una conspiración global.

A menos que este hecho llegue pronto, se hará un daño real a la economía global. Ante la incertidumbre creada por una pelea de superpotencias viciosas, las empresas en Estados Unidos y en otros lugares están reduciendo la inversión, perjudicando aún más el crecimiento. Las tasas de interés más bajas están haciendo que los bancos desvencijados de Europa sean aún más frágiles. China podría enfrentar una inundación desestabilizadora de dinero tratando de abandonar sus fronteras, como sucedió en 2015. Y es posible una mayor escalada a medida que ambas partes buscan armas económicas que se consideraban impensables hace unos años. Estados Unidos podría intervenir para debilitar el dólar, socavando su reputación de mercados de capital sin restricciones. China o Estados Unidos podrían imponer sanciones a más empresas multinacionales, de la misma manera que Estados Unidos ha incluido en la lista negra a Huawei, o suspender las licencias de los bancos que operan en ambos países, causando estragos.

Mientras persigue una confrontación comercial cada vez más imprudente, la Casa Blanca puede imaginar que la Reserva Federal puede ir al rescate recortando las tasas nuevamente. Pero eso malinterpreta la profundidad de la inquietud que ahora se siente en las fábricas, salas de juntas y pisos comerciales en todo el mundo. En septiembre se reanudarán las conversaciones entre Estados Unidos y China. Es hora de un acuerdo. La economía mundial no puede soportar mucho más de esto. Lampadia




Argentina: La dura y larga salida del abismo populista

Argentina: La dura y larga salida del abismo populista

El nuevo presidente de Argentina, Mauricio Macri, se ha movido a un ritmo acelerado para recuperar al país de los doce años de políticas económicas y sociales equivocadas que implantaron los gobiernos de los Kirchner, los acólitos del socialismo del siglo XXI y amigos del ALBA, del nefasto Hugo Chávez. Argentina, fiel a su larga maldición del populismo ‘institucionalizado’ hace 64 años por Perón (su primer gobierno fue del 1952 al 1955), volvió a caer en manos de irresponsables que continuaron llevando al país desde una situación expectante, con un PBI pc equivalente al 71.6% del de EEUU en 1913, a uno que solo equivaldría al 19.3% en el 2010.

De entrada, Macri eliminó los impuestos a la exportación (que llevaron a que Uruguay exportara más carne que Argentina) y devaluó el peso en un 30% con respecto al dólar (el nivel del mercado negro). El objetivo es claro: devolverle la confianza a los inversores extranjeros y promover que los argentinos traigan de vuelta los fondos que mantienen fuera del país.

Si bien se espera que las reformas fiscales y una moneda más débil beneficien las exportaciones del país, también traerá ciertos problemas, consecuencia inevitable de los indispensables ajustes. La depreciación de la moneda está aumentando la inflación, la cual cerró el año pasado en 27% según el FMI. Standard & Poor’s estima una inflación de 35% para fines de este año

Si los salarios reales no se mantienen al día con el aumento de los precios al consumidor, un peso más débil dañará el consumo privado, el cual, a su vez, afectará negativamente el crecimiento. Bajo la administración de Kirchner, el crecimiento fue impulsado artificialmente por el gasto público y políticas populistas, tales como subsidios generalizados al consumo de  energía. Macri está intentando cambiar los motores del crecimiento económico mediante la atracción de más inversión. También está avanzando con la revisión de los subsidios a los servicios públicos, tratando de mantenerlos para los más pobres, con el fin de reducir el déficit presupuestario. Los analistas de JP Morgan comentan que:

“Para reequilibrar el equilibrio monetario y fiscal y apoyar el crecimiento en el mediano plazo, será necesario que la economía sufra una severa devaluación que empujará a la economía de vuelta a la recesión en el corto plazo. La resolución de estos problemas se destaca como fundamental para aumentar la inversión y poner en marcha el crecimiento”. 

Por otra parte, el gobierno espera llegar a un acuerdo con los fondos especulativos por la restructuración (quita) de la deuda pública. Macri envió a sus negociadores a EEUU para proponer un pago de US$ 6,500 millones de los US$ 9,000 que reclaman. Dos de los seis acreedores principales han aceptado. Ese dinero saldrá de la emisión de nuevos bonos.

La lógica de la propuesta es contundente: Actualmente Argentina no tiene acceso a los mercados de deuda tradicionales y debe financiarse a tasas muy costosas. Una vez hecho el arreglo con los acreedores belicosos, podrán bajar el costo del financiamiento a tal punto que el menor pago de intereses compense el costo del arreglo. Los anuncios de Macri en el Foro Económico Mundial en Davos (evento al que nunca asistieron los Kirchner), ofreciendo volver a auditar las cuentas públicas, ha permitido que EEUU de su consentimiento para que Argentina reciba créditos multilaterales de instituciones como el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Además, Macri ha disminuido o eliminado la mayoría de las barreras a la agroexportación, recurso clave de la economía del país. Este fue el caso de los cereales como el trigo o carne de res. Los productores de soja, los principales exportadores del país, han visto una reducción de las tarifas fiscales de 30 a 35% en dos semanas: una gran ayuda para una economía en desaceleración.

Luego de más de una década de dominio de los Kirchner, la agenda de reforma de Macri es una gran ayuda para la economía argentina que, como Venezuela, desperdició los mejores años del súper ciclo de precios de los commodities, al punto que en vez de haberse enriquecido, terminó empobrecido, endeudado y con la imperiosa necesidad de llevar a cabo dolorosos ajustes.

Además, Argentina ha estado sumida en un clima de corrupción generalizada y represión económica. Esto produjo disminuciones muy pronunciadas de los 10 indicadores de libertad económica del país, incluyendo el control del gasto público, la libertad laboral y la libertad de empresa. Gravemente obstaculizada por la interferencia del Estado, la economía formal se estancó, mientras crecía la actividad de la economía negra. 

A finales de 2015, las políticas imprudentes de los Kirchner ya habían afectado gravemente el crecimiento económico del país. Las cifras oficiales del PBI no se publican, pero el FMI indica que su economía se está contrayendo.

Si Mauricio Macri promueve el crecimiento económico a largo plazo, desmantela las políticas populistas de los Kirchner, fomenta la estabilidad, la inversión extranjera y la competencia, podrá aspirar a cambiar la suerte de Argentina y corregir un descalabro de más de cien años que ha hecho que los argentinos pierdan la disciplina y estamina necesarias para tomar el espacio del país exitoso que les robó el populismo. Esperemos que siga así y que logre corregir el curso de una de las economías más grandes de Latinoamérica. Lampadia

 

 

 




La gran farsa de Oxfam sobre la desigualdad

La gran farsa de Oxfam sobre la desigualdad

Comentario de Lampadia

Oxfam sigue en lo suyo, subvertir la realidad para cosechar aportes que se compensan con ‘indulgencias’ que aplacan la conciencia de sus donantes.

En este caso, Oxfam acaba de publicar por tercer año consecutivo su alarmante noticia de que el 1% de la población tiene tanta riqueza como el restante 99%. Pues, esto es una manipulación embustera. Ver líneas abajo el informe al respecto de Chris Giles, del Financial Times.

Cómo hemos publicado en Lampadia, este mismo fenómeno de torcer la realidad se reproduce en el Perú en varias ONG autoproclamadas ambientalistas y/o pro-comunitarias. Ver en Lampadia: Lentejas, Votos y Donaciones.

Este comportamiento no es de extrañar, estas ONG están aprovechando su espacio de mercado para extraer rentas. Lo que si es de extrañar es el poco criterio propio con el que muchos líderes de opinión y medios de información peruanos repiten y propalan este tipo de noticias, creando un sentido común justiciero y de resentimiento, que, al no sustentarse en la realidad, termina siendo un vil aprovechamiento de la buena voluntad de muchos ciudadanos.

Por ejemplo. Oxfam sacó su despacho sobre la supuesta híper concentración de la riqueza el pasado 18 de enero, y el 19 por la mañana, ya había sido reproducido por el Diario Exitosa y pregonado por su emisora radial, así como por varias radios más y posts en las redes sociales. Ver la siguiente ilustración.

Y por supuesto, no podía faltar el despacho del diario La República, que el 20 del mismo mes rebotó el embuste.

Lamentablemente, según publicamos hace pocos días, la tendencia de los medios actuales es de preferir el escándalo y las malas noticias a los grandes procesos positivos que al final marcan la historia de la humanidad. Ver en Lampadia: Una paradoja de la ‘Evolución de Todo’ – Mayor bienestar con malas noticias.

Ya anteriormente hemos reportado el mal comportamiento de Oxfam. Ver en Lampadia: Queda demostrado que solo los mueve la ideología – Oxfam no tiene autoridad moral,  publicado el 25 de julio 2014. Ver además: Cinco grandes mentiras de Oxfam sobre la pobreza y la desigualdad en Europa.

De Oxfam no podemos esperar nada, pero sí de los medios locales. Aprendamos de estos dislates. Lampadia

Tres razones para cuestionar las cifras de desigualdad de Oxfam

Chris Giles

Financial Times

18 de enero 2016

Traducido y glosado por Lampadia

 

El lunes pasado, la ‘organización benéfica’ Oxfam, hizo un gran revuelo con un informe que afirma que las 62 personas más ricas del mundo tienen la misma riqueza que la mitad de la población mundial. No sólo eso, sino que el 1% más rico de la población mundial poseía en el 2015, tanto como el 99% restante.

Hay que admirar las habilidades de comunicación de Oxfam. Este es el tercer año que ha sacado un despacho de esta magnitud, escogiendo de manera impecable, el momento propicio para coincidir con los plutócratas del mundo mientras están en el Foro Económico Mundial en Davos.

Todos deberíamos aceptar que la desigualdad de la riqueza en el mundo es amplia. Pero la mejor noticia es que el mundo ha sido testigo de una disminución de la desigualdad de ingresos y de la pobreza. Esos son dos grandes hechos. (La página web de Max Roser muestra esto y más).

Por lo tanto, nadie debe tomar muy en serio los números de Oxfam. Pero si alguien está todavía dispuesto a hacerlo, aquí hay tres razones adicionales para ser cauteloso:

1. Las cifras de Oxfam son inventadas

Cada estadística económica mundial es inventada hasta cierto punto; pero las de Oxfam, van más allá que el resto. La ONG junta los datos sobre los individuos más ricos según Forbes, diseñado para vender revistas, con datos sobre el resto del mundo de Credit Suisse, el cual a su vez compila datos a partir de una serie de fuentes incompatibles.

Por lo tanto, los analistas tienen la responsabilidad de tener cuidado con cómo utilizan esta  información y de abstenerse de grandes pretensiones cuando lo hacen. Oxfam está siendo un poco laxa en este tema, sobre todo al crear una gran historia basada en cambios de números creados.

2. La medida de riqueza es problemática

Muchas personas lo han señalado, pero la medida del Credit Suisse para la riqueza se basa en una de patrimonios netos (activos menos pasivos), por lo que considera a un reciente graduado americano como si tuviera un ingreso enorme, pero con la deuda universitaria se vuelve más pobre que un agricultor en China. Esto explica por qué Norte América parece tan desigual en este gráfico (inferior) del informe de Credit Suisse. 

Sólo para que la gente tenga una idea de lo que necesita para estar en las diferentes secciones de la distribución de la riqueza mundial en esta tabla: una riqueza total de US$ 500 (como por ejemplo, un iPhone) te colocaría en el tercer decil; US$ 10,000 de riqueza total (un auto antiguo) te colocaría en el octavo decil; US$ 70,000 te colocaría en la extrema derecha de este gráfico, el décimo decil; y la mayoría de las personas que poseen una propiedad en Londres tendrían más de US$ 760,000 de riqueza y los colocaría en la supuesta zona plutócrata mundial del 1 por ciento. Todas estas cifras provienen de las tablas de Credit Suisse. El pie de página número 31 del informe de Oxfam intenta informar estas útiles cifras, pero no lo logra.

3. El aumento del dólar estadounidense arruina todos los cálculos

Al parecer, el hallazgo más importante según el comunicado de prensa de 2015 de Oxfam es una “caída dramática en la riqueza de la mitad más pobre del mundo”. Esto viene directamente del informe de Credit Suisse y la razón es obvia. Por algún motivo que no entiendo, Credit Suisse agrega estimaciones internas de riqueza a través de los tipos de cambio de mercado en vez de utilizar las tasas de paridad de poder adquisitivo (ppp), que utiliza el Fondo Monetario Internacional y otras instituciones para hacer comparaciones similares.

El efecto es que la riqueza en todos los países cuyas monedas se han depreciado frente al dólar (la mayoría de los países en 2015) probablemente caiga. El Credit Suisse escribió esto en su primera frase: “La riqueza mundial cayó de alguna manera en 2015 debido a la fortaleza del dólar estadounidense, según el ‘Informe sobre la Riqueza Mundial 2015’”. Pero Oxfam no consideró relevante mencionar este hecho. Como muestra el siguiente cuadro de Credit Suisse, el cambio en la riqueza nacional está casi totalmente ligado al tamaño de la depreciación del año pasado frente al dólar estadounidense. Ver el siguiente cuadro: 

 

 




El dólar como moneda de reserva se debilita sin sustitutos

El dólar como moneda de reserva se debilita sin sustitutos

Compartimos una sesuda reflexión de The Economist sobre la debilidad de las monedas de reserva en el mundo, empezando por el dólar y la lejanía de sus supuestos sustitutos como el Euro y el Yuan.

Con el débil gobierno de Obama y sus tensas relaciones con su Congreso, los EEUU se alejan cada vez más de su (feneciente) rol de liderazgo de la economía y política globales. 

Fuente: The Economist

En el aspecto monetario, como reseña The Economist, no se puede confiar que los EEUU vayan a ser prestamistas de último recurso en una eventual nueva crisis de liquidez, ya sea por regulaciones restrictivas impuestas por el Congreso o por la debilidad de su ejecutivo. Esto representa un riesgo muy importantes a una gran parte de la economía global que se mantiene muy vinculada a la suerte del dólar.

En consecuencia, los países que se encuentran en esta situación, como el Perú, deben tener mucho cuidado con su manejo económico, fiscal y monetario, adoptando políticas públicas que propicien la solidez macro con la mejor calidad crediticia posible, tanto para el Estado, como para el sector privado.

Ver a continuación, el artículo de The Economist: 

El Dólar: Dominante y peligroso

Mientras que la supremacía económica de EEUU se desvanece, la primacía del dólar parece insostenible

Publicado por The Economist el 3 de octubre de 2015.

Traducido y glosado por Lampadia

Si las hegemonías son buenas para algo, es para conferir la estabilidad de los sistemas que dominan. Durante 70 años, el dólar ha sido la superpotencia del sistema financiero y monetario. A pesar de la subida del yuan, la primacía de la divisa estadounidense es indiscutible. Como medio de pago, medio de ahorro y un activo de reserva, nada puede tocarlo. Sin embargo, el dominio del dólar tiene fundamentos frágiles y el sistema en el que se sustenta es inestable. Peor aún, las monedas de reserva alternativas están falladas. Una transición hacia un orden más seguro será endiabladamente difícil.

Cuando el dólar se detenga

Durante décadas, el poder económico de Estados Unidos legitimó los reclamos del dólar para reinar supremo. Pero, se ha abierto una falla entre el poder económico de Estados Unidos y su músculo financiero. Los EEUU representan el 23% del PBI mundial y 12% del comercio de mercancías. Sin embargo, alrededor del 60% de la producción mundial y una participación similar de personas en el planeta, se encuentran dentro de una zona de facto del dólar, en la cual las monedas están vinculadas al dólar o relacionadas de alguna manera. La participación en el stock de la inversión corporativa internacional de las firmas estadounidenses ha caído de 39% en 1999 al 24% en la actualidad. Pero Wall Street marca el ritmo de los mercados a nivel mundial más que nunca. Los gestores de fondos estadounidenses manejan 55% de los activos del mundo, frente al 44% de hace una década.

La creciente brecha entre el poder económico y financiero de los Estados Unidos crea problemas para otros países, en la zona del dólar e incluso más allá. Esto se debe a que los costos de la dominación del dólar están empezando a superar los beneficios.

En primer lugar, las economías deben soportar giros salvajes. En los últimos meses, la posibilidad de una subida pequeña de las tasas de interés en EEUU ha succionado capital de los mercados emergentes y ha maltratado las divisas y los precios de las acciones. Las decisiones de la Reserva Federal afectan a las deudas en dólares en el exterior y a los depósitos en alrededor de US$ 9 millones de millones. Debido a que algunos países vinculan sus monedas al dólar, los bancos centrales deben reaccionar a la Reserva Federal. Los extranjeros poseen el 20-50% de los bonos del gobierno en moneda local en lugares como Indonesia, Malasia, México, Sudáfrica y Turquía: son más propensos a abandonar los mercados emergentes cuando las tasas estadounidenses suben.

En algún momento el dolor de las salidas de capital habría sido mitigado por la demanda, incluyendo las importaciones, que llevaron a que la Reserva Federal eleve las tasas en primer lugar. Sin embargo, en la última década, la participación de las importaciones de mercancías mundiales de Estados Unidos se ha reducido del 16% al 13%. Estados Unidos es el mayor mercado de exportación de sólo 32 países, frente a 44 en 1994; la cifra correspondiente a China ha aumentado de 2 a 43.

Un segundo problema es la falta de un tope de pérdidas para el sistema de dólar en el extranjero si se enfrenta a una crisis. En 2008-09, la FED llegó al rescate a regañadientes, actuando como prestamista de última instancia al ofrecer US$ 1 millón de millones de liquidez en dólares a los bancos extranjeros y a los bancos centrales. Las sumas involucradas en una futura crisis serían mucho más altas. El mundo del dólar en el extranjero es casi dos veces tan grande como lo fue en 2007. En la década de 2020, podría ser tan grande como la industria bancaria de América. Desde 2008-09, el Congreso se ha vuelto más cauteloso con los préstamos de emergencia de la Fed. Cuando suceda la próxima crisis, los planes de la Fed para emitir enormes líneas de swap podrían encontrar una resistencia reguladora o del Congreso. ¿Por cuánto tiempo van a estar preparados los países para atar sus sistemas financieros a la política díscola y disfuncional de los Estados Unidos?  

Esa pregunta se enfatiza por una tercera preocupación: EEUU utiliza cada vez más su influencia financiera como una herramienta política. Los políticos y fiscales utilizan el sistema de pago en dólares para afirmar el control no sólo sobre los banqueros y funcionarios díscolos y sobre criminales oficiales del fútbol (FIFA), sino también sobre los regímenes impredecibles como Rusia e Irán.

El rol del dólar en el extranjero afecta también a los estadounidenses. Aporta beneficios, además de endeudamiento barato junto con el “privilegio exorbitante” de poseer la moneda de reserva, sin embargo, hay costos. Si la Fed no actúa como prestamista de última instancia en una crisis de liquidez en dólares, la caída segura del exterior se recrudecerá en la economía de EEUU. E incluso sin una crisis, la dominación del dólar presentará a los políticos estadounidenses con un dilema. Si los extranjeros siguen acumulando reservas, van a dominar el mercado de bonos para la década de 2030.

Todo gira alrededor del dinero

Lo ideal sería que EEUU comparta la carga con otras monedas. Sin embargo, si la hegemonía del dólar es inestable, sus posibles sucesor son inadecuados. La batuta de superpotencia financiera ya se ha pasado antes, cuando Estados Unidos superó a Gran Bretaña en 1920-45. Pero Gran Bretaña y Estados Unidos eran aliados, lo que hizo la transferencia ordenada. Y Estados Unidos llegó con atributos ya hechos: una economía dinámica y, como Gran Bretaña, una cohesión política y Estado de Derecho.

Comparemos eso con los contendientes de hoy para el status de moneda de reserva. El euro es una moneda cuya existencia no puede darse por sentada. Sólo cuando la zona del euro ha acordado una unión bancaria completa y la emisión de bonos conjunta, entonces esas dudas serían totalmente enterradas. En cuanto al yuan, el gobierno de China ha creado el equivalente monetario de una autopista con una vasta red de ocho carriles de swaps de divisas con bancos centrales extranjeros, pero no hay nadie en ella. Hasta que China abra sus mercados financieros, el yuan será sólo un actor secundario. Y hasta que adopte el imperio de la ley, ningún inversor verá su moneda como verdaderamente segura.

Todo esto sugiere que el sistema monetario y financiero mundial no dejará pronto de depender de la divisa estadounidense. Hay cosas que EEUU podría hacer para asumir más responsabilidad; por ejemplo, mediante la creación de grandes líneas de swap de emergencia con más bancos centrales. Sin embargo, lo más probable es una fragmentación del sistema, ya que otros países optarían por aislarse de las decisiones de la Fed al abrazar los controles de capital. El dólar no tiene compañeros. Pero el sistema que el dólar soporta se está resquebrajando. L




Brasil pierde por goleada en corrupción y economía

Brasil pierde por goleada en corrupción y economía

Las malas noticias no le dan tregua a Dilma Rousseff. Las revelaciones del llamado escándalo Lavo Jato (lava auto) o Petrolao, cada día desacreditan más su figura y la imagen del Partido de los Trabajadores. La economía marcha de mal en peor y las medidas que ha tomado no parecen enmendar el rumbo. Finalmente, Brasil está pagando la factura de haber implementado un modelo económico proteccionista, estatista y dilapidador (en ingentes programas sociales clientelistas), que le ha restado competitividad, recursos y ha incubado una corrupción generalizada. 

Como acaba de hacer notar la revista brasileña Veja, desde que asumió Rousseff la presidencia de su país en el 2011, sucediendo a su mentor político Lula da Silva, prácticamente todos los indicadores económicos importantes están mucho peor que antes. Veamos, la deuda federal (interna y externa) aumentó de 1.7 trillones de reales en diciembre de 2010 a 2.3 trillones de reales en enero de 2015. Un incremento del 35%, llegando a 63 % del PBI. Las que descendieron estrepitosamente fueron las acciones de Petrobras. Descubierto el escándalo del Petrolao, los papeles de esta compañía que el 31 de diciembre de 2010 se cotizaban a 27.29 reales cayeron a 8.94 reales el 11 de febrero último (en diciembre del 2014 se hallaba en 16.50 reales). Una caída del 67%. La devaluación de los papeles de Petrobras contribuyó a la caída del índice Bovespa (Bolsa de Valores de Sao Paulo), que el 3 de enero 2011 fue de 69,962 puntos y ahora apenas llega a los 50,000.

Pero en dónde se manifiesta el fracaso del modelo implantado por Lula y seguido por Rousseff es el precio del dólar. El 30 de diciembre de 2010, un dólar equivalía a 1.66 reales. El 10 de febrero, por primera vez en una década, la moneda norteamericana pasó la barrera de los 3 Reales y hoy se cotizaba a 3.22, una devaluación de 93%. No sólo eso, mientras que la inflación del 2010 fue 5.91%, entre febrero de 2014 y enero 2015 llegó a 7.14%. Todo mal.

Cabe recordar que en una visita de Lula al Perú, durante el segundo gobierno de García, el entonces presidente brasileño retó al peruano, declarando que era mejor distribuir que crecer. Lula presentó cifras para alardear de su supuesto éxito. En Lampadia no nos convencieron ni nos dejamos ilusionar por el asistencialismo y voluntarismo de Lula. Entonces comparamos sus cifras con las peruanas y mostramos que la performance del Perú era muy superior. Posteriormente, Brasil empezó a deteriorarse, y hoy tiene aún mucho peores indicadores. No cabe duda que el Perú también ha tenido un “traspié” al ningunear la importancia de la minería, pero Brasil ha llevado su modelo asistencialistay el crecimiento del Estado a límites insostenibles.

A pesar de estos esfuerzos y de sus masivos y millonarios programas asistenciales, su tasa de crecimiento y sus índices sociales no resisten comparación con los peruanos. Esto se puede observar en la tabla siguiente, una versión actualizada de la publicada por Lampadia anteriormente. Para ello, al incluir los datos del 2013, hemos tenido que homogenizar las fuentes.

Los cierto es que Rousseff no solo enfrenta los problemas derivados del agotamiento de un modelo equivocado al que ha defendido y debe su elección, sino a la ingente corrupción que esa forma de gobernar ha generado. Las acusaciones de corrupción, como advertía hace unos días el New York Times amenazan a las más importantes empresas brasileñas y amenazan al país con una seria recesión.

Petrobras no es cualquier empresa estatal. La compañía produce más del 90% del petróleo de Brasil, posee todas las refinerías, opera más de 34,000 kilómetros de oleoductos, domina la distribución al por mayor de la gasolina y el diesel y es hasta el dueño de la mayor red de estaciones de servicio.

A raíz del escándalo, Petrobras ha suspendido muchos de sus proyectos de inversión y prohibió el establecimiento de nuevos contratos con algunas de las mayores empresas de ingeniería y productos petroquímicos del país. La disminución de los gastos de la empresa han afectado los flujos de caja de empresas grandes y medianas. Se cree que estos recortes afectarán el crecimiento esperado dela economía brasileña calculado optimistamente para este año en  0,75, lo que podría empujaral aletargado Brasil a una leve recesión.

Para colmo de males, las acusaciones de corrupción podrían por comprometer a la propia Rousseff, la cual se desempeñó como su presidenta. Un mal que parece haberse contagiado en la región entre, curiosamente, políticas mujeres. En Argentina, Cristina Fernández Kirchner es acusada de corrupción y de estar detrás del asesinato del fiscal Nisman; en Chile, Bachelet ha visto caer su imagen por el sospechoso y millonario préstamo recibido por su hijo de una de las entidades financieras más poderosas del país y, en Perú, Nadine Heredia está cuestionada por sus poco transparentes ingresos que le habrían permitido a familiares suyos adquirir varias propiedades.

Esto último, las nubes que se ciernen sobre varias políticas mujeres de la región, no es por su condición de mujeres, sino por ser políticos. El gran atraso de la región es la política que hasta ahora no se desembaraza del populismo y siempre termina rodeada de corrupción. Lampadia




Reminiscencias noventeras

Reminiscencias noventeras

En el 2015, la economía mundial mostrará preocupantes similitudes con lo vivido a fines de la década de 1990.

The Economist

(Gestión, 23 de Diciembre del 2014)

Crisis financiera en Rusia, precios del petróleo a la baja y un dólar fuerte, un nuevo boom en Silicon Valley y una resurgente economía estadounidense, debilidad en Alemania y Japón, divisas tambaleantes en los mercados emergentes, un demócrata en problemas en la Casa Blanca. ¿Es esta una proyección del mundo para el 2015 o un retrato de fines de los noventa?

La reciente historia económica ha estado tan dominada por la contracción del crédito del 2008-09 que es fácil olvidar lo que sucedió en las décadas previas. Pero mirar lo que sucedió hace quince años es instructivo, en términos de lo que hay que hacer y lo que se debe evitar.

Así como entonces, ahora Estados Unidos se halla a la vanguardia de una revolución digital y, en 1999, su PBI crecía más de 4% al año, casi el doble del promedio de los países avanzados, y el desempleo cayó a 4%, el nivel más bajo en 30 años. Los inversionistas extranjeros hacían cola, impulsando tanto el dólar como los precios de las acciones.

El optimismo sobre este país contrastaba con el pesimismo en el resto de la economía global, igual que hoy. La economía de Japón entró en deflación en 1997 y en Alemania, sus empresas sufrían estancadas por un rígido mercado laboral y otros costos. Los mercados emergentes estaban en crisis: entre 1997 y 1999, desde Tailandia hasta Brasil, las monedas colapsaron, mientras el capital extranjero huía y las deudas en dólares se volvían impagables.

A la larga, Estados Unidos también acusó problemas, pues la burbuja de las “dotcom” estalló y causó una caída bursátil generalizada, así como una retirada de la inversión privada, particularmente en tecnología. Para principios del 2001, ya estaba en recesión (aunque una moderada), junto con la mayoría de economías desarrolladas. Es inevitable que los paralelos no sean perfectos. La principal diferencia es China, que en 1999 era un actor pequeño, pero hoy es la segunda economía más grande del mundo.

Son tres las tendencias que desestabilizaron la economía global en esa época y que podrían hacerlo de nuevo. La primera es la brecha entre Estados Unidos, donde el crecimiento se está acelerando, y el resto, donde se está ralentizando. En ese entonces se advirtió que la economía mundial volaba “con un solo motor” y, para el 2015, el panel de expertos de The Economist proyecta un 3% de expansión en Estados Unidos y de 1.1% para Japón y la eurozona. En China, la tasa podría reducirse a 7%.

El segundo paralelo preocupante es la pésima perspectiva de las otras dos grandes economías avanzadas. El crecimiento de Alemania se ha derrumbado a alrededor de 1% y existe una profunda perturbación causada por años de escasa inversión y un gobierno demasiado obsesionado por sus metas fiscales y temeroso de continuar con sus reformas estructurales. Por su parte, Japón ha repetido el error que cometió en 1997: destruyó su escape de la estagnación con un incremento prematuro del impuesto a las ventas. El tercero es el peligro en los mercados emergentes. A fines de los noventa, fueron los tipos de cambio fijos y la excesiva deuda pública externa; ahora el cambio es flotante y las deudas son más bajas, pero existen muchas señales preocupantes, sobre todo en Rusia y otros exportadores de materias primas, especialmente en África.

En otros países, el peligro reside en el sector corporativo. Muchas empresas brasileñas están altamente endeudadas en dólares y una racha de incumplimientos podría ser menos espectacular que las crisis de deuda soberana de Asia hace década y media, aunque harían que los inversionistas se pongan nerviosos y empujen una subida del dólar.

Todo esto hace prever que el 2015 será escabroso. Los apostadores esperarán que un dólar al alza, emparejado con el adormecimiento de la eurozona y unas cuantas crisis en el mundo emergente causarán una nueva recesión en Estados Unidos. Pero por el lado optimista, hay que notar que los mercados bursátiles no se ven tan burbujeantes como antaño y aunque muchas empresas tecnológicas están invirtiendo de manera descontrolada, la mayoría presenta estados financieros decentes.

Además, el sistema financiero global se encuentra menos apalancado y, por tanto, menos vulnerable al contagio. En 1998, el incumplimiento del pago de la deuda rusa causó la caída del fondo de coberturas estadounidense LTCM. Hoy, tales efectos de repercusión son menos probables.

Si la economía mundial tambalea, restaurar la estabilidad será más difícil porque los gobiernos tienen menos espacio de maniobra. En 1999, la tasa de interés de la Reserva Federal era alrededor de 5%, lo que permitía recortarla cuando la economía se enfriaba, pero hoy las tasas en los países ricos están cercanas a 0%.

El escenario político también es distinto, y nada positivo. Entonces, la mayoría de habitantes en el mundo avanzado había recibido los frutos del boom: los salarios reales en Estados Unidos crecieron 7.7% en el periodo 1999-2000, pero desde el 2007, se han estancado, y han caído en Reino Unido y gran parte de la eurozona.

Hoy, los electores en esos países están enojados con sus gobiernos y lo muestran sus intenciones de voto por partidos de oposición. Si se les vuelve a sacudir el próximo año, su descontento se transformará en ira. La economía del 2015 puede lucir similar a la de fines de los noventa, pero probablemente la política será peor.