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La Era PT en Brasil – IV

Este es el cuarto de una serie de artículos de nuestro colaborador Sebastiao Mendonca, con la que describe el origen, formación, gobierno y debacle del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, fundado y destruido por Luiz Inácio Lula da Silva.

Como explicamos anteriormente, uno de los factores de la interrupción nuestro desarrollo es producto de los escandalosos niveles de corrupción diseñados y ejecutados por el ‘putch’ imperialista de la izquierda brasileña, comandada por el ‘gran Lula da Silva’ y sus socios del chavismo y del castrismo. Ver en Lampadia: Brasil corrompe política y negocios – Y nosotros disparamos fuera del objetivo.

Efectivamente, la estructura de corrupción diseñada por el Partido de los Trabajadores y las empresas constructoras brasileñas, con cuentas especiales y diversos mecanismos para la canalización de fondos, tenía tres propósitos fundamentales:

  • Apoyar la consolidación de las izquierdas latinoamericanas en el poder.
  • Comprometer a políticos, periodistas y empresarios, en redes de corrupción.
  • Multiplicar la participación de las constructoras brasileñas en obras que puedan retroalimentar fondos para profundizar los circuitos de la corrupción.

Este gran desarrollo mafioso fue felizmente desbaratado por los notables jueces brasileños y el sistema judicial estadounidense. Algo que debemos agradecer y ponderar; y en todo lo posible, imitar; tal como se hizo en Brasil con el ejemplo de ‘Manos Limpias’ en Italia.

Sin embargo los daños en el Perú han sido inmensos. Somos el único país de la región que desbarató su sector de construcción. Apenas estalló el escándalo de Lava Jato en el Perú, nuestra primera preocupación fue cómo separar la paja del trigo, cómo evitar que el remedio hiciera daño, afectando nuestra debilitada economía. Lamentablemente el gobierno de PPK rechazó nuestras sugerencias de intervenir las empresas y proyectos vinculados al escándalo, permitiendo que mientras se avanzaba con las investigaciones, continuaran operando.

Lula, pues ha sido uno de los elementos más perniciosos de la política regional. Gobernó el país durante ocho años y lo llevó hacia el proteccionismo y el asistencialismo, cooptando a sus opositores y promoviendo altísimos niveles de corrupción gubernamental. Ver en Lampadia: La peor Red de corrupción latinoamericana.

Leamos la cuarta entrega de Mendonca, que nos ayuda a entender este abominable proceso.

Sebastiao Mendonca Ferreira
Centro Wiñaq
Para Lampadia

El 2008, cuando Dilma Rousseff fue electa presidente de Brasil, el Partido de los Trabajadores (PT), creía que había descubierto la fórmula mágica de la política. Lula había gobernado por dos mandatos, había terminado su segundo mandato con una aprobación extraordinaria (78% según una encuesta de Data Folha), y había logrado elegir a quien lo seguiría en el gobierno (Dilma Rousseff), mientras él se preparaba para regresar para el cuarto o quinto período continuado del PT en el gobierno, el 2014 ó 2018. Con esos éxitos, el PT ya se consideraba la versión brasileña del PCC (partido comunista cubano) o del PRI[i] mejicano, en pleno siglo XXI.

Sin embargo, en el 2013 la popularidad de Dilma comenzó a caer. Ello ocurrió sin crisis económica, cuando el ingreso per cápita brasileño estaba en su cumbre: US$ 15,430  (ajustado por poder de compra).  Después un período de inestabilidad política[ii], el PT logra reelegir Dilma manipulando los precios, ocultado los déficits, y utilizando métodos cuestionables de marketing político. Recién elegida, la popularidad de Dilma comienza a caer aún más, y después de grandes movilizaciones y de un juicio político por sus malos manejos en la Gestión del Estado, Dilma fue destituida. El 31 de agosto de 2016, después de casi 13 años, la era del gobierno del PT llegó a su fin.

Menos de un año después, en junio del 2017, Lula da Silva, el gran activo político del PT, fue condenado por el juez Sergio Moro a 9 años y medio de prisión por corrupción y lavado de activos, y el 24 de enero de 2018 su sentencia fue ratificada por unanimidad por el TRF-4 y su condena fue aumentada a 12 años y un mes. Hace poco más de un mes que Lula se encuentra prisionero en una cárcel de la Policía Federal y los innumerables intentos legales y políticos del PT por liberarlo han fracasado. A pesar de mantener 30% de intención de voto, Lula está prohibido de ser candidato por su condena por corrupción. La prohibición se debe a la Ley de Ficha Limpia (nº.135), promulgada por el mismo Lula el 2010.

¿Qué pasó para que la suerte del PT cambiara tanto, en tan poco tiempo?

 El caso del PT es una historia de fracaso y no de derrota, es decir, su tragedia se debe principalmente a fallas propias del PT y no a las habilidades de sus rivales. Los petistas,

naturalmente, no están de acuerdo con ese diagnóstico, e intentan explicar su destino buscando culpables externos. Para entender el fracaso comencemos por explicar el éxito inicial del PT. El éxito de Lula se debió a cinco grandes factores:

  1. El boom de las exportaciones (2002-2008) que generó un gran superávit comercial, bajó el dólar y permitió el ingreso masivo de importaciones industriales baratas de China, mejorando la calidad de vida de los sectores medios.
  2. Una política económica conservadora, de Lula, que mantuvo y fortaleció los equilibrios macroeconómicos heredados del gobierno anterior (Trípode Macroeconómico)[iii].
  3. La expansión de los programas sociales que permitieron aparentar resultados de corto plazo (no sostenibles) en la reducción de la pobreza y generar un electorado cautivo numeroso (cerca de 30 millones de electores dependientes de los programas sociales).
  4. La estabilidad económica heredada del gobierno anterior (FHC) que posibilitó el aumento del crédito y el consumo de bienes durables.
  5. Una intensa campaña demagógica que descalificaba a su antecesor y presentaba a Lula y al PT como los únicos políticos realmente comprometidos con el mejoramiento de la calidad de vida de la población del país.

Con Lula, el Brasil desperdició una oportunidad histórica para construir las bases de su desarrollo. Al concluir el boom de las exportaciones, los sueños de grandeza se esfumaron, dejando la triste realidad de una economía poco productiva y un sistema político corrupto.

Las semillas de la destrucción: La corrupción, Mensalão

Desde los inicios, el gobierno del PT, puso en marcha un esquema de institucionalización de la corrupción como uno de los pilares de su estrategia política.[iv] El sistema de corrupción era importante para financiar sus campañas y su militancia, consolidar su alianza con un grupo de grandes empresas, comprar a periodistas e intelectuales y ampliar su coalición de poder.

El escándalo conocido como “Mensalão” (2004-2006) ocurrió al descubrirse que el PT estaba comprando alianzas políticas pagando mensualidades a congresistas de varios partidos: Partido Popular Socialista (PPS), Partido Laborista Brasileño (PTB), Partido Socialista Brasileño (PSB), etc. El escándalo envolvió a líderes clave del PT como José Dirceu (primer ministro de Lula), Antonio Palocci (ministro de finanzas de Lula), José Genoíno, (ex-guerrillero comunista y presidente del PT), Duda Mendonça, (estratega de campaña de Lula), Delúbio Soares (tesorero del PT)[v], entre otros.

El mecanismo de pago de sobornos era bastante sofisticado e involucraba redes de empresas privadas e instituciones públicas, en el Brasil y el exterior.[vi] Ese escándalo casi trajo abajo al gobierno de Lula y destruyó la reputación de sus dos mejores líderes y potenciales candidatos para presidente de la República el 2010: José Dirceu y Antonio Palocci. Sin opciones competentes para su continuidad, Lula tuvo que contentarse con la única figura visible que, por ser externa al PT, no estaba públicamente involucrada en el Mensalão, Dilma Rousseff, una persona muy limitada, y sin mayor experiencia política.

A pesar de las limitaciones de inteligencia y de experiencia de Dilma Rousseff, Lula construyó una imagen falsa de su candidata, presentándola al país como si fuera una gerente competente y una política hábil, para así inducir a la población (que confiaba en él) a votar por aquella señora como la continuación de su gobierno. En vez de esperar para regresar cuatro años después, Lula prefirió mentir a la población, induciéndola a entregar el mayor poder político del país a una persona sin las calidades ni las competencias mínimas para tan importante cargo.

El problema era que Lula y el PT querían destruir la alternancia democrática para instalar un gobierno de una oligarquía partidaria. Sin darse cuenta, el PT estaba imitando a los militares que gobernaron al Brasil entre 1964 y 1985. Lula nombraba los presidentes al interior de su organización, y buscaba legitimarlos electoralmente en base a la manipulación política. Como veremos más adelante, esa estrategia le iba costar mucho al Brasil y al PT.

Las semillas de la destrucción: La corrupción, Petrolão

Mientras avanzaba el juicio a los corruptos del Mensalão, Lula y el PT estaban dedicados a organizar el sistema de corrupción en Petrobras. Ese nuevo sistema, conocido como Petrolão, era aún más grande que el anterior. Esta vez, el PT no actuó solo, sino que lo hizo con sus dos principales aliados: el Movimiento Democrático Brasileño (PMDB, hoy MDB) y el Partido Progresista (PP).

 Descubierto por la Operación Lava Jato, el Petrolão resultó siendo el mayor escándalo de corrupción de la historia de Brasil,[vii] involucró a varias de las principales empresas contratistas del país: Odebrecht, Andrade Gutierrez, Camargo Correa, OAS, etc. Por primera vez, Luis Lula Inacio da Silva estaba personalmente involucrado en un gran escándalo de corrupción. Ya no era posible responsabilizar solamente a los tesoreros del PT o a algunos ministros o congresistas por los delitos descubiertos. Las evidencias que fueron saliendo a la luz indicaban la participación directa de Lula en diversos componentes del escándalo. Preso y con 8 juicios adicionales, el impacto de la corrupción sobre la imagen de Lula ha sido demoledor, especialmente en la clase media brasileña, en el centro y sur del país, y en la escena internacional. Se ha deteriorado seriamente la imagen de Lula, el principal activo político del PT, perjudicando mucho sus posibilidades electorales.

 La red de corrupción no se limitó al gobierno de Lula. Durante el gobierno de Dilma, los esquemas montados por Lula siguieron operativos. Dilma puso a los corruptos en los más altos cargos del Estado y de las empresas públicas. Los robos en Petrobras solo se interrumpieron cuando apareció el  Lava Jato el 2014. Antonio Palocci, hoy preso por corrupción, fue primer ministro de Dilma, y Guido Mantega, preso por corrupción, fue su ministro de finanzas hasta el final. El asesor de marketing político de Dilma (Joao Santana), también está preso por corrupción.

Para financiar la corrupción y consolidar el capitalismo de compadres, el PT expandió el Banco Nacional del Desarrollo Económico y Social (BNDES) a niveles extraordinarios. En 8 años Lula triplicó el volumen de crédito del banco, pasando de R$60 a R$168 mil millones de créditos anuales. Dilma mantuvo ese crecimiento en 20% anual incrementando el costo de la deuda pública a 14%, para brindar créditos subsidiados al 5% a las grandes empresas y gobiernos ideológicamente afines. Los grandes beneficiarios fueron Odebrecht, JBS/Friboi, Eike Batista y otros. Hoy, los gerentes de la mayoría de esas empresas están presos por corrupción. [viii]

 Semillas de la destrucción: Heterodoxia económica

Puede parecer increíble, pero en el Brasil, las teorías económicas heterodoxas aún son creíbles.[ix] A diferencia de Lula, un conservador en economía, Dilma optó por la heterodoxia. Cuando el boom de las exportaciones se enfrió, Dilma abandonó el Trípode Macroeconómico “neoliberal” de Fernando Henrique Cardoso, aplicado por Lula, y lanzó la “Nueva Matriz Económica” de concepción heterodoxa. Con su “nueva” política económica Dilma decidió estimular el consumo sin cuidar los costos.

Los resultados no se hicieron esperar. El superávit fiscal primario (antes del pago de deudas), que en el 2011 era de 3%, comenzó a caer en forma sistemática llegando a -2% el 2016. La deuda pública, que ya era alta (50% del PBI) se disparó el 2014 llegando a 70% del PBI en poco más de dos años, manifestando un absoluto descontrol de las finanzas públicas. En el caso de Brasil, la deuda pública genera un costo financiero muy alto porque, como ha sido indicado, los intereses pagados por el Estado brasileño son de 14% anual.

El control de precios, utilizado como instrumento de demagogia electoral, permitió ocultar la inflación por dos años, pero la disparó a partir del 2013. Los precios “controlados” se descontrolaron y subieron un 18% el 2015. Los gastos públicos, también con fines demagógicos, se dispararon. Según el Tribunal de Cuentas de la Unión, la Copa del Mundo el 2014 costó cerca de 12 mil millones de dólares,[x] y las Olimpíadas del 2015 costaron $17.6 mil millones.[xi] Ninguno de esos gastos mejoró la productividad de la economía brasileña.

 Dilma gastaba todo lo que ella consideraba necesario para mantener su popularidad, y manipulaba las cuentas nacionales para ocultar los déficits. La confianza de los empresarios comenzó a caer desde el inicio del gobierno de Dilma, pero se derrumbó el 2014, cuando los indicadores empeoraron. La confianza de los consumidores seguía a los empresarios, aunque con un año de diferencia. El 2015 Brasil perdió el grado de inversión de las principales agencias de riesgo (Standard and Poor, Fitch y Moody’s). La consecuencia final de esa cadena de errores fue la peor crisis económica desde 1930. Después de más 80 años, la economía brasileña cayó ocho trimestres consecutivos: -3.8% (2015) y -3.7% (2016).[xii]

La manipulación de las cuentas nacionales fue la gota de agua que llenó el vaso. Para ocultar su crisis, Dilma comenzó a utilizar a los bancos públicos para financiar los gastos corrientes del Estado, las llamadas Pedaladas Fiscales. Con esa práctica Dilma hacia sus cierres mensuales ocultando los déficits y mostrando “resultados” falsos. Esa práctica había sido prohibida durante el segundo gobierno de FHC (Ley de Responsabilidad Fiscal 101 del 2000).

En la Ley de Responsabilidad Fiscal se especificaba que la penalidad por su violación sería la destitución del cargo presidencial. FHC obedeció esa Ley rigurosamente y Lula también, aunque se descuidó un poco al final de su segundo gobierno (ver gráfico). Es Dilma quien hace de las Pedaladas Fiscales una práctica regular de gestión para manipular las cuentas públicas, realizando operaciones por más de 20 mil millones de dólares.

Semillas de la destrucción: La anulación de la alternancia democrática

El plan del PT era quedarse en el poder para siempre, como los comunistas en Cuba y el PRI en Méjico. Para ello el PT creó los mecanismos de manipulación política de la población pobre (Bolsa Familia), desarrolló una narrativa de descalificación de sus rivales (derecha neoliberal) y financió su coalición con la corrupción institucionalizada (Mensalão, Petrolão, etc.).

En ese esquema, los presidentes Lula, Dilma y otros, se alternarían en el poder, dejando a todos los demás partidos políticos al margen del poder presidencial. El PT reservaba para sí el rol hegemónico en el sistema político nacional, asignando a todos los demás partidos un rol subordinado. Si algún partido osaba disputarle esa hegemonía por la vía electoral, el PT descargaba sobre él su demoledora batería de difamación. En las elecciones del 2014, en que Marina Silva[xiii] y Aécio Neves compitieron con Dilma Rousseff, el PT demostró que dominaba bien los principios de la propaganda del nazi Joseph Goebbels, logrando erosionar las reputaciones de sus rivales hasta descalificarlos moral y políticamente.[xiv]

El problema de esa postura es que, después de un tiempo, todos los partidos se unificaron en contra del PT, como condición para ampliar sus espacios políticos. Es como si la historia se repitiera con variaciones. En los años 1980 todos los partidos políticos querían el final de la dictadura, pues los militares habían definido que solo ellos podrían ser presidentes. El resultado fue que, pasado el riesgo del caos social de los años 60 y 70, todas las fuerzas políticas del país sentían que podrían beneficiarse con la apertura democrática, la coalición política de los militares colapsó y tuvieron que dejar el gobierno. Lo mismo sucedió con el PT. El 2015 todos, hasta sus aliados, querían el fin de la Era PT.

El fin de Dilma

El desgobierno de Dilma, con la violación sistemática del la Ley de Responsabilidad Fiscal, ofreció a los demás partidos la oportunidad para retornar a la alternancia democrática. La ley era tajante: castigaba con la destitución al presidente que no la cumpliera. El caso de Dilma estaba claro, estaba documentado y tenían abundantes pruebas (ver gráfico). Además, su popularidad se había derrumbado, la población estaba protagonizando las mayores marchas de la historia del país. Lula estaba desprestigiado y no tenía como salir en defensa de Dilma.

Además, los petistas, no entendían qué estaba sucediendo. Ellos habían dominado los medios y las calles por 30 años, y ahora no lograban armar nada parecido a las campañas y marchas de la oposición. El tradicional discurso del PT, con el cual descalificaban a sus rivales, dejó de funcionar. Para la mayoría de la población el discurso petista había perdido significado. Su simbología, las banderas rojas y las marchas violentas, chocaban con las expectativas de las nuevas generaciones. Las nuevas marchas eran masivas y pacíficas, con banderas de Brasil, con frases de apoyo a Lava Jato y a Sergio Moro, y demandaban el enjuiciamiento de Dilma Rousseff.

Dilma fue destituida el 31 de agosto de 2016 con la aplicación rigurosa del marco jurídico del país. El PT armó el discurso de golpe para recordar el golpe militar de 1964 y crear una narrativa para su aliados nacionales e internacionales. Sin embargo, el proceso de enjuiciamiento de Dilma y el cambio de gobierno al vice-presidente Michel Temer ha sido institucionalmente ejemplar, y muestra una nueva fase del desarrollo democrático del país.

La salida del PT fue un alivio. Se interrumpió el desastre de Dilma, pero el país vivía una severa crisis económica y moral, con un sistema de pensiones insostenible, con una deuda pública que devora la capacidad de inversión del Estado, con una economía cerrada y con baja productividad, con pésima calidad de servicios de Salud y Educación, con una clase política más corrupta que antes, con decenas de millones de jóvenes ideologizados, con 60 millones de personas dependientes de la asistencia social, y la población desconcertada sobre las ideas que deben orientar a los gobernantes del país.

En el próximo artículo de esta serie, desarrollaremos las implicancias y desafíos de las nefastas herencias del PT.

Hoy, en pleno proceso electoral presidencial, la situación de Brasil es de alta incertidumbre. A cinco meses de las elecciones, los candidatos son todos minoritarios y las opciones liberales no tienen probabilidades de éxito. A pesar de todo, el país está mejor que el 2013, cuando el discurso populista era el único que se paseaba en los medios de comunicación y se alojaba en la mente de la población. Ahora hay debates abiertos, y algunos segmentos de la población comienzan a entender como funciona la política en su país. Se abren nuevas posibilidades. Lampadia

 

[i] El PRI, Partido Revolucionario Institucional, es un partido político mejicano que gobernó su país por 71 años consecutivos (1929 a 2000), un período aún más largo que el Partido Comunista de Cuba (1959-2018).

[ii] En junio del 2013 se realiza una serie de marchas en contra del alza de pasajes. Aún que el objeto de las marchas no fuera político, dio inicio a una serie de otras marchas que terminaron siendo importantes para la caída de Dilma.

[iii] El Trípode Económico, definido por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, tenía tres principios: Cambio flotante, meta de inflación, y meta fiscal (equilibrio).

[iv] La corrupción es una tradición en el sistema político brasileño, pero era personalizada. La institucionalización de la corrupción ha sido responsabilidad del PT. Ningún partido, antes del PT, había encargado a sus primer ministros y ministros de finanzas el manejo de la corrupción. Sólo el PT lo hizo.

[v] Delúbio Soares acaba de ser preso para cumplir una segunda condena de 6 años de prisión por corrupción.

[vii] En el siglo y medio que duró el ciclo del oro, Portugal se llevó entre 20 y 40 millones de onzas de oro de Brasil. Considerando el precio del oro en la época (US$20) y actualizando al valor presente (US$600 la onza) se llega a cantidades entre 12 a 24 mil millones de dólares.

[ix] El Perú experimentó la teoría heterodóxica en el primer gobierno de Alan García, con la asesoría de Daniel Carbonetto, y sirvió como vacuna, pero en el Brasil el experimento recién se realizó en esta segunda década.

[xii] Todos los gráficos de Mercado Popular están disponibles en: http://mercadopopular.org/2016/05/a-ascensao-e-queda-do-pt-em-13-graficos/

[xiv] Marina Silva llegó al llanto en público ante las mentiras que fueron irradiadas por el PT en su contra.




La Era del PT en Brasil

Con este artículo, nuestro colaborador Sebastiao Mendonca, inicia una serie de artículos para describir el origen, formación, gobierno y debacle del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, fundado y destruido por Luiz Inácio Lula da Silva.

Con la carcelería de Lula, se termina una larga época de penetración del socialismo de viejo cuño en toda la región latinoamericana, que promovió financió y corrompió por doquier, haciendo méritos al dictum comunista de ‘el fin justifica los medios’.

Sebastiao Mendonca Ferreira
Centro Wiñaq
Para Lampadia

Creado en 1980, el Partido de los Trabajadores (PT), llegó a ser la principal referencia ideológica de la izquierda latino americana, ocupando el vacío dejado por el fracaso del castrismo y el colapso del comunismo soviético. Partido de un líder, Lula, el PT llegó a gobernar el Brasil por 13 años, pero terminó en medio de una grave crisis económica y moral, dejando un legado problemático para la democracia brasileña y un sabor a decepción para quienes creyeron en los discursos de su líder.

Movimientos políticos previos

Para entender como surgió el PT hay que regresar al pasado, a los momentos previos a su fundación, cuando el Brasil estaba convulsionado por las corrientes populistas herederas del caudillo nacionalista Getúlio Vargas, y con una clase media ideologizada y radicalizada.

Al principio de los años 60, se combinaron dos procesos: la radicalización de la izquierda brasileña y la exportación de la revolución cubana. Diversos grupos (comunistas, trotskistas y católicos) optaron por la violencia para imponer sus ideas sobre la sociedad y pudieron contar con el entrenamiento militar y apoyo financiero de Cuba. Esos movimientos pro-violencia nacen en los sectores medios urbanos que creían que el Brasil vivía una “crisis revolucionaria”, y que tenían la oportunidad de capturar el poder en poco tiempo.

Mientras esto sucedía en el centro-sur del país, en el noreste, grupos radicales se dedicaron a organizar un movimiento de tomas de tierra con organizaciones de campesinos, las llamadas Ligas Camponesas. El propósito de todos esos movimientos (MNR[i], ALN[ii], VAR-Palmares[iii], Ligas Camponesas,[iv] AP[v], etc.) era instalar una dictadura socialista en Brasil, al estilo de Cuba, de la Unión Soviética o de China. Dilma Rousseff (posteriormente presidente de Brasil), era militante del grupo que se conoció como VAR-Palmares, liderado por Carlos Lamarca un ex-capitán del ejército, que se dedicaba a realizar atentados y asaltos.

En esa época, el Brasil estaba siendo gobernado por Joao Goulart, heredero político de Getúlio Vargas. Desde el gobierno, Goulart se estaba promoviendo la estatización de sectores económicos enteros (energía eléctrica, refinado de petróleo, químico-farmacéutico, etc.) y se había puesto en marcha de una serie de reformas que alteraban completamente las reglas de la democracia (al estilo de Velasco Alvarado en Perú): expropiación masiva de tierras agrícolas, ideologización de la educación básica, incremento de los impuestos, modificación de la legislación electoral, control de la actividad bancaria y expropiación de predios urbanos. Para defender sus reformas, Goulart organizó un movimiento político con los sindicatos, los grupos de izquierda y los estratos inferiores de las Fuerzas Armadas: sargentos y marineros.

Siendo el Brasil un país democrático, la política local estaba muy influenciada por el pensamiento marxista y hegemonizada por corrientes nacionalistas y populistas. Sus ideas eran poco o nada democráticas. De haberse aplicado las propuestas de esos movimientos, el Brasil no sería hoy una democracia, pues las ideas predominantes en la época implicaban la instauración de una institucionalidad tanto o más autoritaria que la dictadura militar como la que chocarían en breve.

Esos jóvenes que dicen que combatían en nombre de la democracia eran financiados por regímenes totalitarios descarados y, de haber vencido, seríamos hoy una gran Cuba”, Luis Felipe Pondé, reconocido filósofo y periodista.

En ese contexto de creciente caos político y social, y de deterioro de la institucionalidad democrática, el 31 de marzo de 1964, los militares toman el poder en Brasil[vi]. Lo que se suponía ser una intervención breve para normalizar el clima político y convocar elecciones en poco tiempo se transformó en una serie de cinco gobiernos dictatoriales de las Fuerzas Armadas[vii], por un período de 21 años.

Para completar la figura de la época, es necesario recordar que el marco internacional era el de la guerra fría entre los EEUU y la Unión soviética, y de propagación del castrismo en Latino América.  Los análisis políticos de la época muestran abundante evidencia de múltiples intervenciones de Cuba, Rusia y China en la política brasileña.[viii]

La formación del Partido de los Trabajadores (PT)

La industria metalúrgica, especialmente automovilística, se desarrolló en forma notable en los años 50 y 60, ampliando el número de trabajadores de ese ramo en las grandes capitales del país, especialmente en región del Gran Sao Paulo, donde nació el PT.

Después de siete años consecutivos de rápido crecimiento, conocidos como “El Milagro Brasileño”, la economía se desestabilizó y decayó, generando insatisfacción en los trabajadores industriales y en la población. En los años 1978 y 1979 se desencadenaron una serie de huelgas por todo el país. Se estima que más de 3 millones de trabajadores entraron en huelga. Uno de los líderes de ese movimiento fue un obrero metalúrgico inmigrante del noreste del país, Luis Inácio Lula da Silva, quien aparecía como una nueva figura en el escenario nacional.

Finalmente, después de la derrota de los 60 y de 15 años de gobierno militar, surgía un movimiento social de trabajadores que, por sus reivindicaciones salariares, resultaba desafiando la autoridad de los gobernantes. Para la intelectualidad de izquierda, derrotada en la década anterior, ese movimiento sindical representaba la posibilidad de obtener un aliado importante en su lucha contra el capitalismo y el gobierno militar. El alineamiento era natural, pues ambos compartían un enemigo común, el gobierno militar.

El PT surge en la fase final de los gobiernos militares brasileños, cuando las principales fuerzas políticas del país iniciaban su recuperación y aspiraban el regreso al protagonismo político. Era un momento muy propicio, y en poco tiempo, el PT logró compartir con el MDB, el partido de Michel Temer, el liderazgo de la oposición al gobierno militar, contribuyendo así al retorno de la democracia.

Fue una alianza entre intelectuales de izquierda, dirigentes sindicales, iglesia católica y congresistas del MDB que dio origen al PT. Muchos contribuyeron, pero Lula resultó siendo su principal líder. El ex-presidente Fernando Henrique Cardoso también participó de la creación del PT, en más de una oportunidad, pero no ingresó al partido.[ix]

El PT fue fundado el día 10 de febrero de 1980 por un grupo heterogéneo, formado por militantes de oposición a la Dictadura Militar, sindicalistas, intelectuales, artistas y católicos ligados a la Teología de la Liberación, (Wikipedia).[x]

El PT se posicionó a la izquierda de la social democracia de Fernando Henrique Cardoso afirmando en sus bases programáticas que la social-democracia no representaba una perspectiva de superación real del capitalismo imperialista. Aún que el PT nunca se declaró oficialmente marxista, su postura era claramente anti-capitalista. La temprana alianza de Lula con Fidel Castro, y posteriormente con Hugo Chávez, ilustra el significado del anti-capitalismo del PT y de su concepción de la democracia.

Un rasgo de la ideología del PT que merece destaque es la incorporación de las ideas del marxista italiano Antonio Gramsci quien planteaba la necesidad de lograr la hegemonía ideológica como mecanismo para conquistar y permanecer en el poder. Por esa razón, los líderes del PT darían una gran importancia a la construcción de narrativas y a la manipulación política de la población, utilizando los programas sociales, medios de comunicación y universidades para influenciar el pensamiento de la clase media y de los sectores pobres, y reproducir masivamente su ideología.

Cuando nace el PT, en 1980, el gobierno militar ya estaba en crisis. Los políticos populistas aliados de Joao Goulart (Miguel Arraes, Leonel Brizola, etc.) y los militantes de los grupos que habían optado por la violencia estaban regresando al país para reinsertarse en la política.

 

El PT sale a la escena cuando las condiciones eran muy favorables para un movimiento de oposición. La economía se había desacelerado y el sentimiento de rechazo al gobierno militar era mayoritario. Las ideas autoritarias de los líderes del PT, estaban ocultas detrás de la imagen que habían logrado participando de la lucha contra el gobierno militar.

Compartiendo el liderazgo de la oposición al gobierno militar el PT adquirió una gran ventaja moral ante la sociedad. La ilusión promovida por el PT era que, si ellos estaban en contra del gobierno militar, entonces ellos aspiraban a la democracia. Sin embargo, una vez en el poder, el PT haría lo imposible para destruir la alternancia democrática y eternizarse en el poder. Para lograrlo, el PT montó el mayor esquema de corrupción de la historia de Brasil, involucrando a sus principales líderes y ministros de estado, terminando su ciclo político con su líder en prisión por corrupto y una imagen de bandidos de la política.

En un próximo artículo trataré el proceso por el cual el PT llegó al poder en Brasil. Lampadia

[i] MNR: Movimiento Nacionalista Revolucionario, grupo armado, liderado por Leonel Brizola, ligado al ex-presidente Getúlio Vargas y a Joao Goulart.

[ii] ALN: Acción Liberadora Nacional, organización liderada por Carlos Marighella, dedicada la realización de asesinatos a militares, asaltos a bancos, secuestros de autoridades, y propaganda política.

[iii] Var-Palmares: Vanguardia Armada Revolucionaria-Palmares, organización liderada por el capitán del ejército Carlos Lamarca, era fusión de dos grupos radicales VPR y MR-8 y era similar en propósitos y accionar a ALN. Dilma Rousseff fue una de sus principales militantes.

[iv] Ligas Camponesas: Ligas Campesinas, organización dedicada a la invasión de tierras y asalto a sus propietarios. Francisco Juliao fue su principal líder.

[v] AP: Acción Popular, grupo político ligado a la iglesia católica. Herbert de Souza, Betinho, fue uno de sus fundadores y principales líderes. AP que también realizó atentados y asaltos en los años 60s.

[vi] Mientras los cubanos apoyaban los preparativos conspirativos de la izquierda, el gobierno americano apoyaba a los militares que tumbaron a Joao Goulart. Los principios de respeto a la soberanía, aprobados en el tratado de Westfalia (1648), no se conocían o no se respetaban.

[vii] Castelo Branco, Costa e Silva, Garrastazu Medici, Geisel, y Figueiredo. 

[viii] Rollemberg, D. (2001). O apoio de Cuba à luta armada no Brasil: o treinamento guerrilheiro. Rio de Janeiro: Mauad.

[ix] Keck, M. (2010). O movimento sindical e a formação do PT. Accesible el 16 de abril de 2018 en: http://books.scielo.org/id/khwkr/pdf/keck-9788579820298-04.pdf

[x] https://pt.wikipedia.org/wiki/Partido_dos_Trabalhadores

 




La Decadencia del PT

La Decadencia del PT

Sebastiao Mendonca Ferreira
Centro Wiñaq
Para Lampadia

El Partido de los Trabajadores (PT), fue fundado por diversos grupos de izquierda, líderes sindicales e intelectuales en 1980, en un momento muy favorable para su ideología populista. El gobierno militar estaba en su fase final y todos los opositores a los militares eran vistos como defensores de la democracia. 

Con el fin de la guerra fría, el gobierno americano dejó de apoyar a los gobiernos militares en América Latina, y pasó a apoyar el retorno a la democracia. La ventaja moral de los opositores a los gobiernos militares, mayoritariamente la izquierda, les permitió llegar al poder en muchos países, abriendo el período de los presidentes ex-revolucionarios y de los populismos del siglo 21.

​Desde sus orígenes, el PT ha tenido una estrategia nacional y otra latinoamericana. En 1990, en alianza con Fidel Castro, Lula fundó el Foro de Sao Paulo, con la tarea de expandir su influencia en la región y brindar a la izquierda latinoamericana nuevos referentes ideológicos tras la caída del “socialismo realmente existente” en Europa Oriental. Desde entonces, el Foro se ha reunido 23 veces (Méjico, Habana, Managua, Caracas, etc.) donde fuera necesario para fortalecer algún gobernante o líder populista de izquierda.  En un próximo artículo explicaremos el rol del Foro de Sao Paulo en la estrategia del PT. Como explicamos anteriormente en LampadiaEl traicionero intervencionismo de Lula en el Perú

Una historia abreviada de la Era PT

En el 2002, después de tres intentos fracasados, Lula fue, finalmente, electo presidente de Brasil, dando inicio a lo que serían cuatro gobiernos del PT. Fernando Henrique Cardoso, durante sus gobiernos había superado la inflación y flexibilizado la gestión monetaria, entregando a Lula un país con una economía desacelerada pero macroeconómicamente sana. Lula recibió una casa ordenada.

Gobernante por dos mandatos, simultáneos al auge de las exportaciones, el país creció, la pobreza cayó y Lula terminó sus dos gestiones con alta popularidad y una imagen de líder global. Su fuerza política era tal que pudo elegir a Dilma Rousseff como su sucesora en Brasilia.

Dilma, comienza su gobierno el 1º de enero de 2011, apoyada por la popularidad de Lula y la maquinaria del PT. Desgobierna el país por cinco años, las limitaciones del modelo económico implementado por el PT se manifiestan en la peor crisis económica de los últimos 100 años, incumple las normas presupuestales, altera las cuentas nacionales, y es destituida por un juicio político el 31 de agosto de 2016.

La destitución de Dilma Rousseff cerró la era del dominio político del PT. Quienes gobernaron el país por 13 años y se sentían destinados a gobernarlo por siempre, en nueve meses de conflicto político se vieron fuera del poder ejecutivo. Para el PT fue un golpe traumático del cual no se recuperan hasta ahora. Desde la fundación del partido, esa fue su primera derrota estratégica. No es solo por astucia política que el PT lo llama como “golpe”.

El soporte social al juicio de Dilma fue la realización de las mayores movilizaciones sociales de la historia de Brasil, con cerca de 6 millones de personas en las calles expresando su rechazo al gobierno del PT y su apoyo al juicio político. La izquierda brasileña, para su sorpresa, se vio cuestionada por movilizaciones sociales mucho mayores que aquellas, protagonizadas por ella y que tumbaron al gobierno militar en los 80s. Por primera vez en su historia, el PT perdió las calles.

El 14 de marzo de 2014, se inicia la Operación Lava Jato, investigando el lavado de dinero y la corrupción en la Petrobras. La operación pone en evidencia los esquemas de corrupción montados durante el gobierno del PT para saquear a las empresas públicas, denuncia y encarcela a varios empresarios y políticos poderosos. El país se espanta con los niveles de la corrupción que el PT y sus aliados (PMDB y PP) había instalado durante su gobierno.

Pocos días después de la destitución de Dilma, el Ministerio Público Federal denuncia a Lula da Silva por corrupción y lavado de activos, en colusión con la constructora OAS. El 20 de septiembre del 2016, Juez Sergio Moro acepta la denuncia y abre el primer juicio a Lula. En los meses siguientes se iniciarían seis otros juicios a Lula por corrupción y lavado de activos. Esos juicios siguen en proceso, tres de ellos en Lava Jato, dirigidos por Sergio Moro.

El 12 de julio de 2017, diez meses después, el juez Sergio Moro encontró a Lula culpable y lo condenó a 9 años y seis meses de prisión. Como era de esperarse, el PT lanzó una campaña de desprestigio contra Sergio Moro, presentando el juicio como un acto de persecución política, y Lula apeló su sentencia en el cuarto Tribunal Regional Federal (TRF-4).

Este 24 de enero del 2018, seis meses después, el TRF-4 confirmó, por 3 a 0, la condena dictada por Sergio Moro y amplió la pena a 10 años y un mes de cárcel. Las inúmeras gestiones legales, las presiones políticas, las amenazas a los jueces y la movilización de sus “movimientos sociales” resultaron inefectivas.

Esa condena del TRF-4 fue por unanimidad, sin brechas jurídicas por donde romperla. La falta de manifestaciones sociales masivas en defensa de Lula, volvió a sorprender al PT. Las masas no salieron a defender a Lula, como esperaban los líderes más radicales del PT. Esta sentencia puede ser considerada la segunda derrota estratégica del PT, en menos de 18 meses. Para el PT los vientos ahora soplan de frente y el mar está agitado.

Las perspectivas del PT y de la izquierda

En el terreno jurídico las perspectivas de Lula son pobres. Él puede apelar algunos detalles de la sentencia en el mismo TRF-4 que lo condenó por unanimidad, pero ello se resuelve en pocas semanas, y nadie cree que la respuesta le pueda ser favorable. Posteriormente Lula apelará al Superior Tribunal de Justicia (STJ), una especie de Corte Suprema que revisa el sustento legal de la sentencia del TRF-4. Los expertos en temas jurídicos de Brasil opinan que el STJ difícilmente cuestionará una sentencia como la que fue emitida por el TRF-4.

Queda a Lula apelar al Supremo Tribunal Federal (STF) que opera como una especie de Corte Suprema de segundo nivel y de tribunal constitucional. El STF es un tribunal más politizado, y sus miembros fueron propuestos en su gran mayoría por Lula y por Dilma. Cuando Dilma fue destituida, el STF le permitió conservar sus derechos políticos, aún que la ley le negara ese derecho y que fuera muy clara en ese campo.

Los objetivos del PT en el terreno jurídico son tres:

(a)    que Lula no vaya preso,

(b)   que pueda candidatear y

(c)    que su condena sea anulada, en este orden.

El STF, muy probablemente, va poner a discusión el tema de la prisión en segunda instancia, justo ahora que Lula fue condenado por un juzgado de segunda instancia. De darse esa modificación de la ley, ello permitiría a Lula seguir libre, desafiando al sistema judicial del país y haciendo campaña política.

El argumento de algunos analistas, para oponerse a las condenas de Lula, es la reacción social que su prisión podría desencadenar, pero los antecedentes de los últimos meses no sustentan esa idea. Además, ese no sería el único problema que el STF necesitaría considerar. El Brasil tiene más de 726 mil presos en sus prisiones, el 40% de ellos (290 mil) en la condición de prisión preventiva, y los otros 60% (435 mil) con condenas en primera y segunda instancias. Si el STF toma esa decisión pensando en Lula, abre una caja de pandora para miles de otros condenados. En pocas semanas sabremos si se aplicará la sentencia del TRF-4 a Lula, o se el STF le brindará un trato especial. El derecho debe tratar a todos los ciudadanos por igual, pero como lo explicó George Orwell hacen muchos años, Lula podría ser visto como más igual que los demás ciudadanos.

Los otros dos objetivos de Lula, ser candidatos y ser exculpado son mucho más difíciles de lograrse. Y si algo así sucediera, un sector grande de la sociedad brasileña sentiría como una burla, y las reacciones podrían ser importantes.

En el campo político las cosas no están yendo bien al PT.

Al día siguiente de su condena Lula invitó a todos los partidos de izquierda a presentar una candidatura única a la presidencia. Él, naturalmente, encabezaría dicha candidatura y los puestos congresales se distribuirían entre los miembros de la alianza. Su argumento ha sido la necesidad de la unidad de las fuerzas de izquierda ante la arremetida de la ola conservadora.

Los líderes populistas (Ciro Gomes, Marina Silva, y otros menores), los partidos marxistas (Partido Comunista del Brasil (PC do B), Partido Socialismo y Libertad (PSOL), y otros grupos aún más radicales rechazaron su invitación. En la opinión de ellos, el PT está fracasando y es hora de realizar una renovación en la izquierda brasileña. Como no podría dejar de ser, cada uno de ellos se considera él llamado a liderar esa renovación.

Más allá del discurso de justificación, lo que está en disputa es la herencia política de Lula, quien mantiene entre 30% y 35% de intención de voto, a pesar de todas las denuncias en su contra. Si Lula no puede ser candidato decenas de millones de votantes buscarán a quienes respaldar para gobernar el Brasil. En la disputa por el capital político de Lula, el PT es uno más en la arena. El PT, seguramente, es el más poderoso y lanzará su candidato, pero si ese candidato no es Lula, muchos votantes van a estar desconcertados. Para los otros partidos de izquierda ese desconcierto es una oportunidad política mayor.

El sueño de todos esos líderes y partidos de izquierda es volverse el heredero principal de Lula. Los populistas sueñan con la presidencia y los grupos ideológicos sueñan con volverse importantes. Para aprovechar esa oportunidad ellos tienen que diferenciarse del PT y afirmar una identidad alterna.

Con el sello de la corrupción, el nombre del PT genera anti-cuerpos políticos. Los petistas defenderán a Lula, pues es su única opción, pero los demás partidos de izquierda, para librarse del estigma de corruptos, se presentarán como opción de renovación moral, diciendo compartir las intenciones de justicia social de Lula pero no sus métodos. Es decir, para flotar en medio del naufragio del PT, los partidos de tendrán que atacar a Lula y dificultar la campaña electoral del PT.

Herencias nefastas

(a)    El PT está dejando herencias nefastas para el Brasil, y no es solo el desfalco económico que va requerir una década para cubrirse. Es en el campo de las creencias políticas y la mentalidad de la población que los problemas son mayores.

(b)   Durante sus gobiernos, el PT ha atribuido las causas del crecimiento económico del país y de la superación de la pobreza a sus políticas sociales, ocultando sistemáticamente los hechos detrás de ese proceso económico de dimensiones continentales e incluso global. Un porcentaje importante de la población brasileña hoy cree que, si con Lula vivieron mejor, entonces si él regresa, la prosperidad también regresaría. Ese es su electorado cautivo.

(c)    La influencia del marxismo en las escuelas, universidades, en los medios de comunicación y en el aparato estatal es, en muchos casos, predominante. El adoctrinamiento de los jóvenes es masivo, y las concepciones divergentes del marxismo son consideradas retrógradas y anti-sociales. Esa herencia cultural va tomar más de una década para ser superada. Mientras tanto, una parte importante de la población y de la intelectualidad brasileña va seguir viviendo en el pasado, antes aún de la caída del muro de Berlín.

(d)   La tercera herencia es un presupuesto nacional altamente distorsionado, en donde el 36% de los impuestos es utilizado para pagar la deuda pública y sus intereses, y el 16% es para cubrir un sistema de pensiones deficitario, quedando 48% del presupuesto para todos los demás gastos e inversiones públicas, incluido salud, educación, defensa, etc. Esta herencia se origina antes de la Era PT, pero ellos la han agravado a niveles difíciles de imaginar. 

(e)   La frustración de los militantes petistas y organizaciones, financiadas con el presupuesto de la República (Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra, MST y Movimiento de los Trabajadores sin Techo, MTST) y la radicalización de algunos de sus aliados pueden transformarse en brotes de violencia en los próximos años.

Conclusiones

El Brasil se está liberando, gradualmente, del populismo. Han surgido movimientos liberales en todo el país, y están ganando un espacio mediático significativo. Pero, gran parte de la población aún arrastra la expectativa en un estado paternalista y cree en la manipulación populista. El PT ha sufrido dos derrotas estratégicas, pero no está muerto, Lula es muy hábil haciendo demagogia y mantiene una fuerza electoral grande. Además, el PT tiene un aparato partidario gigantesco. Ellos, difícilmente, ganarían las elecciones, pero en una segunda vuelta podrían definir quienes NO gobernarán el país los próximos cuatro años.

La lucha por la renovación política en Brasil tiene cuatro grandes desafíos:

1.      Elegir nuevos gobernantes y congresistas, que no estén ligados a los sistemas de corrupción y estén dispuestos a realizar reformas políticas y económicas complejas.

2.      Profundizar el combate a la corrupción, reforzando los órganos responsables de esa tarea (Ministerio Público, jueces federales de 1ª y 2ª instancias, Policía Federal, etc.), y acabando, o reduciendo dramáticamente, el foro privilegiado.

3.      Desmantelar los mecanismos de adoctrinamiento que el PT ha montado en las escuelas y universidades.

4.      Desarrollar una polémica pública que permita a la población brasileña asimilar nuevas formas de interpretación de la economía y la política, para transformar el Brasil en una sociedad menos cerrada y de cara al futuro.

Lampadia




Petrolão: El mayor escándalo de la historia de Brasil

Brasil está viviendo un proceso de limpieza de la exacerbada corrupción instalada por Lula da Silva del PT en los más altos círculos políticos y empresariales, desde instancias judiciales de menor rango, pues Lula copó las cortes mayores sin contar con la autonomía de los jueces regionales.

 

La suerte de los procesos y enjuiciamientos liderada por el juez Moro y otros, es clave para el futuro de Brasil y de toda la región. Donde el ‘padrino’ de todas las izquierdas latinoamericanas, supuestos defensores de los pobres y la justicia, terminaron beneficiándose de dineros mal habidos para el financiamiento del Foro de Sao Paulo y las campañas políticas de los partidos de las izquierdas en toda la región.

Marxismo dixit: El fin justifica los medios. Sus buenos alumnos de las izquierdas, marxistas y no marxistas, consideran que sus ‘nobles’ fines les permiten llegar al poder de cualquier manera. Esperemos que con el Lava Jato del Petrolão lleguen a su fin la corrupción y los atajos para alcanzar el poder. Lampadia

Sebastiao Mendonca Ferreira
Centro Wiñaq
Para
Lampadia

La corrupción ha existido a lo largo de toda la historia republicana de Brasil, y el retorno a la democracia en 1985 no sirvió para reducirla, sino que democratizó su práctica en el seno de la aristocracia política brasileña. La impunidad de los políticos y grandes empresarios ha sido una de las características de la democracia brasileña. Como los congresistas y ministros tienen fuero privilegiado, sus juicios tienen que darse directamente en la corte suprema (Supremo Tribunal Federal, STF) generándose así muchos mecanismos para lograr la impunidad.

El STF se ha caracterizado por la lentitud y poco empreño para juzgar a los políticos. Desde 1988 más de 500 políticos fueron investigados por el STF. La primera condena ocurrió en 2010. Una condena en 22 años, no muestra gran productividad ni interés por la justicia. Aún después el desempeño del STF ha sido pobre. Del 2010 hasta hoy, 16 políticos fueron condenados. Pero, solo 8 han sido efectivamente castigados, y solo uno está en prisión, 4 están en prisión domiciliaria, uno ya cumplió su pena, y uno ha sido amnistiado por Dilma, y otro logró anular su sentencia. La impunidad de los políticos es una tragedia para el país.

Los Índices de Transparencia Internacional, aún siendo sobre percepciones y no sobre hechos, pueden ser una referencia aproximada de los niveles de corrupción típicos de Brasil. Brasil era un país de desarrollo intermedio con niveles altos de corrupción antes que el Partido de los Trabajadores (PT) llegara al poder. Esta plataforma de la corrupción preexistente facilitó al PT montar su propio esquema.

Con el PT la corrupción adquiere nuevas dimensiones pasando de una práctica informal entre algunos políticos y algunas empresas, a un sistema institucionalizado y normado de relación entre tres partidos políticos (PT – Partido de los Trabajadores, PP – Partido Progresista y PMDB – Partido del Movimiento Democrático Brasileño), y las grandes empresas contratistas que realizaban obras públicas. Con el PT, la corrupción se tornó política de Estado.

El PT y la Corrupción

A diferencia de los demás partidos, para el PT el montaje de los sistemas de corrupción entre las empresas y los partidos ha sido parte de su misma concepción política y parte fundamental de su proyecto político. El historiador Marco Antonio Villa ha llegado a afirmar públicamente que el PT tenía y tiene un “Proyecto Criminoso de Poder”, y que, más que un partido político, el PT pareciera ser una organización criminal con objetivos políticos. Veamos algunos ejemplos de cómo el PT transformó la corrupción en política de Estado.

Para el PT la corrupción incluía, pero no se reducía al enriquecimiento ilícito de sus militantes, sino que integraba a los más altos niveles jerárquicos del partido y del Estado brasileño. En el partido la corrupción era una de las responsabilidades del tesorero nacional del partido. A nivel del Estado, la corrupción era una de las funciones de los Ministros de Finanzas y del Ministro de la Casa Civil, equivalente al primer ministro en el Perú. No es gratuito que estén en la cárcel los tres últimos tesoreros del PT, uno de los Ministros de Finanzas de Lula y ex-Primer Ministro de Lula y de Dilma, Antonio Palocci, el ex-Primer Ministro de Lula, José Dirceu, y el ex-Ministro de Finanzas de Dilma, Guido Mántega. Las personas encargadas de manejar las finanzas públicas (Ministerio de Finanzas y Primer Ministros) eran también personas con responsabilidad central en los esquemas de corrupción del partido. Dilma, antes de ser Presidente, fue Primer Ministro de Lula y Presidente del Directorio de la Petrobras. Esta fusión de altas funciones de Estado dentro de los mecanismos de corrupción del partido ha sido una “innovación” en la política brasileña. Algo así no había existido antes del PT.

El Mensalão

El primer gran escándalo de corrupción del PT fue el Mensalão, un sistema de corrupción política dedicada a comprar votos de congresistas para ampliar su base política aliada. Los pagos a los congresistas eran del orden de US $50 mil mensuales, y beneficiaban a congresistas de cuatro partidos: Partido Progresista (PP), al Partido Liberal (PL), al Partido Laboral Brasileño (PTB), y al Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). Gracias a un video de la revista Veja, el escándalo se destapó en 2005. Al investigar el Mensalão se descubrieron otros esquemas de corrupción en los cuales participaba el PT: el escándalo de los Correos, el chantaje y asesinato del alcalde de Santo André (Sao Paulo), Celso Daniel, el escándalo de los Fondos de pensión del Banco de Brasil, el esquema del Plan Safra Legal (otro Banco), donaciones millonarias de dólares a Cuba, y el escándalo de los Bingos. Todos esos escándalos estaban relacionados entre si, e involucraban altos mandos del PT. Cuando esos casos vinieron a la opinión pública nacional se sintió confundida, pero las habilidades populistas del PT permitieron capear la crisis y estabilizar el gobierno de Lula.[i]

El escándalo del Mensalão mostró al Primer Ministro de Lula (Ministro de la Casa Civil), José Dirceu, como el cerebro del esquema de corrupción, y obligó su renuncia, y luego después, trajo su prisión. El núcleo del PT responsable del esquema de corrupción era José Dirceu, José Genuino (Presidente del PT) y Delúdio Soares (Tesorero del PT). El ex-jefe del marketing político de Lula, Duda Mendonça, se vio involucrado y tuvo que distanciarse de Lula, para no afectarlo. Fue una gran pérdida para el PT, pues Mendonça era extraordinariamente astuto.

Uno de los efectos más importantes del Mensalão fue que destruyó la imagen de José Dirceu, quien parecía ser el más indicado para la sucesión de Lula, su potencial alfil. La caída de Dirceu dejó al PT sin candidato a la presidencia, y abrió espacio para que Dilma Rousseff, una persona muy limitada, resultase siendo la candidata presidencial del PT en el 2011.

Mientras el escándalo del Mensalão se propagaba, e importantes líderes del PT eran enjuiciados o iban a prisión, el partido, bajo el comando de Lula, trabajaba arduamente organizando un nuevo esquema de corrupción mucho más grande y complejo, un esquema que posteriormente sería conocido como Petrolão. Esta respuesta del PT al escándalo del Mensalão dejó claro la importancia que el partido atribuía a los mecanismos de corrupción.

Petrolão

El Petrolão, montado en torno a la Petrobras, operó entre 2004 y 2014, y resultó siendo el mayor esquema de corrupción de la historia de Brasil, y uno de los mayores del mundo. Para tener una idea de la destrucción de valor ocasionado por la corrupción en la Petrobras, podemos comparar el valor comercial de Petrobras en el 2008 (»US $250 mil millones) con su valor actual (»US $37 mil millones).[ii] La desvalorización del Real, de un 60%, explica parte de esta caída, y la baja del precio del petróleo explica otra parte, pero otra gran parte de esa pérdida es el costo de la corrupción.[iii]

¿Cómo se descubrieron los crímenes? Desde el 2008 en que la Policía Federal venía investigando a un grupo de cambistas que hacían lavado de dinero para políticos de alto rango en Brasilia y trabajaban ligados a una red de grifos de esa ciudad. Esos grifos tenían máquinas de lavar carros conocidas como “Lava Jato” en Brasil y como “car-wash” en los Estados Unidos.

En esas investigaciones sobre lavado de dinero descubrieron que un cambista bien conocido por la PF, Alberto Youssef, había dado una camioneta Range Rover Evoque como regalo a un ex-director de la Petrobras (Paulo Roberto Costa). Un regalo tan caro despertó sospechas de que era parte de un esquema mayor. Fue entonces (17 de marzo de 2014) que el Procurador General de la República (Fiscal de la Nación), Rodrigo Janot decidió crear la Fuerza Tarea “Lava Jato” conducida por la Policía Federal de Curitiba, Estado de Paraná, especializada en delitos financieros, y que estaba investigando un ex-diputado federal involucrado en lavado de dinero. Lava Jato cambió el Brasil.

A través de Paulo Roberto Costa y Alberto Youssef, Lava Jato, descubrió el esquema de corrupción montado en la Petrobras. En ese esquema, todos los contratos obras, compras de maquinaria y operaciones internacionales de Petrobras implicaban un pago de soborno a tres directores: Paulo Roberto Costa, por el Partido Progresista (PP), Renato Duque, por el Partido de los Trabajadores (PT), y Nestor Cerveró por el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). Los sobornos se estandarizaron en 3%, donde 2% era para el PT y 1% se dividían entre PP y PMDB. Los sobre-precios de los contratos eran decenas de veces más grandes que los sobornos, y las pérdidas de la Petrobras eran aún mayores.

En realidad, los directores de Petrobras y líderes de los partidos políticos, especialmente del PT, organizaron un verdadero festín con los contratos de Petrobras y con las empresas contratistas que hacían obras y prestaban servicios a la Petrobras. En ese festín, los tesoreros del PT se hicieron famosos por andar con mochilas y maletas para recoger el dinero de la corrupción en las oficinas de las empresas, en el más puro estilo de los narcos y mafiosos. Para su mala suerte, las oficinas de las empresas tenían video cámaras que documentaron sus idas y venidas, y sus técnicas para ocultar sus actividades

El caso de la Refinería de Pasadena es ilustrativo de los daños a Petrobras. El 2005 la empresa belga Astra Oil compró una refinería en muy mal estado por US $42 millones. El 2006, la Petrobras compró el 50% de las acciones de dicha refinería por US $360 millones (17 veces el precio original), firmando un contrato leonino. Después Petrobras quiso romper el contrato y fue judicialmente obligada a pagar US $820 millones por los otros 50%. Astra Oil recibió un total de US $1,180 millones por una refinería que le costó US $42 millones. Esta operación estuvo a cargo de Nestor Cerveró, Director por el PMDB. Según su confesión, Dilma, como presidente del Directorio de Petrobras, “tenía todas las informaciones sobre la refinería.” Él afirmó, además, que “Dilma conocía en detalle los negocios de Petrobras.” Sin embargo, hasta hoy Dilma no ha sido formalmente acusada en la Operación Lava Jato.[iv]

La investigación sobre la corrupción en la Petrobras puso de manifiesto cómo el PT había decidido financiar su proyecto político, y la absoluta falta de escrúpulo de sus dirigentes y líderes. Esto chocó a mucha gente que creía que el PT era un partido con líderes honestos.

Si bien Dilma no ha sido acusada hasta hoy, Lula ya colecciona cinco acusaciones penales: (1) por intentar obstruir la Operación Lava Jato, (2) por favores recibidos por US $ 1.15 millones de la empresa OAS, en la compra y arreglo de su departamento y otros gastos, (3) por la liberación de préstamos del BNDES en Angola a favor de Odebrecht, (4) por su rol como el cerebro del esquema de corrupción del PT, y (5) Lula, su hijo y su esposa por tráfico de influencias en varias operaciones millonarias.[v] Algunos de esos juicios ya están en proceso y es altamente probable que las sentencias comiencen a ser emitidas aún este año.

El Petrolão ha tenido un impacto demoledor en la percepción de la opinión pública brasileña sobre la calidad ética del PT, de sus socios, y de toda la aristocracia política brasileña. Ha despertado de la población brasileña el interés, antes inexistente, de la población brasileña por conocer y entender como los políticos manejan los recursos públicos, sus impuestos. Con el conocimiento de los escándalos del Petrolão, el interés público por la cosa pública se ha multiplicado en Brasil.

La pérdida de la ventaja ética ha significado un desastre político para el PT, habiendo perdido 60% de los municipios que controlaba, y el 84% de su respaldo electoral (número de votos) en las últimas elecciones municipales, del 2016. Hoy, entre 20% y 25% de la población todavía cree que Lula es honesto y estaría dispuesta a votar por él en el 2018. Sin embargo, los procesos en Lava Jato demoran en promedio menos de un año, y con la carga probatoria existente, es poco probable que Lula logre salir libre de todos esos cincos juicios. Además, sus anti-cuerpos de Lula superan hoy el 50% y se activarían si él llegara a disputar las elecciones el 2018.

[i] https://pt.wikipedia.org/wiki/Esc%C3%A2ndalo_do_Mensal%C3%A3o

[iii] En el mismo período (2008-2016), el precio de la acción de British Petroleum (BP) cayó de US $46.21 a US $38.00. Esta ha sido una caída significativa, pero no se compara con la caída de la Petrobras.

[iv] http://zh.clicrbs.com.br/rs/noticias/noticia/2016/06/em-delacao-nestor-cervero-afirma-que-dilma-mentiu-sobre-compra-da-refinaria-de-pasadena-5824724.html

 




O mais grande corrupção do mundo

Se dice que Dios perdona el pecado, pero no el escándalo, y lo que nació en Brasil es sin dudas un escándalo fuera de toda proporción. Ahora, por supuesto, no se pueden evitar las reverberaciones del escándalo. Sin embargo, en vez de dedicarnos, como la generalidad en la media, a tirar más piedras en un ajusticiamiento descontrolado, queremos hacernos algunas preguntas. ¿Cómo nació semejante cosa? ¿Cuándo nació? ¿Qué condiciones se dieron en Brasil para que se llegara a estos extremos?

Según el decir popular en el mundo empresarial peruano, siempre se decía que Brasil era un país donde había que cuidarse de la corrupción, incluyendo en los cuidados a su sector privado. Pero nunca, a lo largo de muchas décadas se dio algo parecido a lo que ahora ha salido a la luz.

Ampliando la perspectiva de análisis, debemos afirmar que en los países en desarrollo, como se les llamaba hasta hace pocos años, los Estados tenían un papel determinante en las inversiones en infraestructuras y hasta productivas, pues los sectores privados eran muy pequeños. Recordemos las críticas a los grandes programas de financiamiento de grandes proyectos de inversión por parte del Banco Mundial en los países más pobres, donde se señalaba la ineficiencia de los proyectos, incluyendo niveles importantes de corrupción.

Otro hecho significativo de la praxis de gobierno de los países en desarrollo, es el hecho de que, hasta solo pocos años atrás, las autoridades fiscales de Alemania permitían que la empresas alemanas, descontaran como gastos tributarios, las coimas que dichas empresas pagaban en los países subdesarrollados.

En resumen, debemos concluir que la corrupción, dentro de ciertos límites, estaba presente en los países en que sus estados tenían roles determinantes en la economía. Eso nos lleva a pensar, que cuando se forman las grandes empresas constructoras brasileñas, como Odebrecht (1944), o cuando llegan al Perú, en 1979, eran empresas cuyas prácticas incluían un uso limitado de coimas, igual al imperante, digamos en el hemisferio sur.

Odebrecht inició sus operaciones en Perú el año 1979 con la construcción de la central hidroeléctrica de Charcani V en Arequipa, durante la dictadura militar. El proyecto, construído dentro del volcán Misti, abasteció de electricidad a Arequipa, Moquegua y Tacna hasta el año 2000 y, dio origen al descubrimiento del ya famosos Valle del Colca. Al finalizar el proyecto, Odebrecht editó un libro muy significativo, llamado Arequipa. Algo que repitió algunos años más tarde en Trujillo, por el proyecto de Chavimochic. 

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Fuente:  documentslide.com

Fuente:  www.odebrecht.com.pe

Hasta entonces y durante varios años más, nada hacía sospechar de la existencia de los esquemas de corrupción dantescos que hoy caracterizan la historia de las empresas constructoras brasileñas, de la cuales Odebrecht es el caso más conocido y escandaloso.

¿Qué pasó en Brasil, para que se desarrolle semejante esquema?

A nuestro parecer, a principios del siglo XXI se habría formado ‘el triángulo del mal’. La alianza corrupta entre Petrobras, Odebrecht et al y el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula da Silva y Dilma Rousseff.

Una alianza que nació durante el súper ciclo de crecimiento global, con el aumento desmedido del precio del petróleo. Petrobras fue capturado por el PT, Dilma Rousseff tomó la presidencia de la empresa, que se convirtió en la fuente de fondos del PT y del resto de los políticos brasileños, según las denuncias judiciales en curso. Pero, en paralelo, el crecimiento de las empresas constructoras brasileñas, dentro y fuera de Brasil, habría sido ideal para acrecentar el alcance de los esquemas de corrupción.

Por lo tanto, se puede afirmar que la gran ola de corrupción liderada por las empresas constructoras brasileñas, tomó vuelo de la mano de Lula da Silva y Dilma Rousseff, ‘Padrino’ y ‘Madrina’ de casi todas las izquierdas latinoamericanas, incluyendo, por supuesto, las peruanas.

Después de todo esto, no nos imaginamos cómo podrán seguir operando estas empresas en algún lugar del mundo. ¿Quién las va a contratar, en el sector público o privado?  Nuestra presunción es que eventualmente serán liquidadas, algo que sería un buen mensaje para la generación de empresarios jóvenes.

Esperamos que este artículo le de una mejor perspectiva de análisis al tremendo caso de corrupción que nos ocupará durante muchos meses, pero que debemos enfrentar con calma y sensatez. Lampadia




Réquiem por Lula, Dilma y el ‘socialismo del siglo XXI’

Por fin nos acercamos al ocaso definitivo del ‘glorioso PT de Lula’, del  ‘socialismo del siglo XXI’, del ‘Alba’, del ‘Foro de Sao Paulo’, del chavismo y de todas las ‘ideas muertas’ que han malogrado a varios países de la región durante el mejor ciclo económico de la historia.

Dilma Rousseff destituida

Ayer, en un acto histórico, con el precedente de la defenestración del liberal Collor de Mello en 1992, Dilma Rousseff fue destituida de la Presidencia de Brasil por el Senado con una mayoría abrumadora de 61 votos a favor, 20 en contra y 0 abstenciones.  

Michel Temer, el nuevo presidente de Brasil, empezará su mandato viajando a la Cumbre del G20, en China, con el fin de presentar a los líderes de las mayores potencias del planeta sus planes para sacar al país de la crisis económica que ha estado sufriendo en los últimos años, que incluyen desde un duro recorte del gasto público hasta un ambicioso plan de privatizaciones aún no detallado oficialmente.

Según sus propias declaraciones, Temer se apresta a decretar el fin del Brasil bolivariano. En mayo pasado Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Cuba, cada uno a su manera, advirtieron sobre una posible “ruptura democrática” en Brasil, en defensa de Rousseff. Ahora, Venezuela anunció el retiro de su embajador y Ecuador el de su representante.

Décadas antes, el mito de los ‘malos términos de intercambio’ nos malogró la vida en Latinoamérica durante los años 60, 70 y 80 (vendidos por Prebisch, la CEPAL y la Getulio Vargas de Brasil), a diferencia de los tigres de Asia (quienes no sucumbieron al mito), separándose de nosotros para el gran bienestar de su población. La realidad nos mostró, años después, otra curva, la de la vida.

 

En el nuevo siglo, como nunca antes, la ‘curva de la muerte’, se tornó en la ‘curva de la vida’. Pero muchos no supieron aprovecharlo, como Venezuela, Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, asumiendo un inmenso costo que la historia se encargará de dimensionar. Hoy, poco a poco, van cayendo estos regímenes anti-históricos y autoritarios. El pueblo le dijo adiós a los Kirchner, la corrupción sacó del camino a Lula-Dilma del hasta hace poco ‘glorioso Partido de los Trabajadores’, falta poco para que los venezolanos, en un plebiscito democrático, echen a los Chávez-Maduro-Cabello y esperamos que el peso de las circunstancias haga lo propio en los demás países del Alba. 

Gracias a Dios y a la Constitución de 1993, el Perú estuvo listo para recibir los influjos de inversión que nos transformaron y sacaron del status de ‘Estado fallido’ que éramos el año 1990, tornándonos en el brioso Perú del crecimiento, de la clase media, de la reducción de la pobreza, de la menor desigualdad, las agro-exportaciones, etc.

Otro país que estuvo listo antes que nosotros fue Chile, el modelo de desarrollo de la región, pero justo ahora, cuando las ovejas perdidas regresan al redil del desarrollo de democracia y libre mercados, se extravía de la mano de una admiradora de la ominosa RDA, Michelle Bachelet, que está liderando lo que Niall Ferguson llama ‘el derecho de Chile a ser estúpido’.

Ya hemos explicado lo que pasó en Brasil con la ‘magia’ de Lula. Él afirmó en el Perú, que era mejor distribuir que crecer. (Ver Lampadia: Luces y Sombras de la visita de Lula al Perú). Su modelo exacerbó el asistencialismo, proteccionismo y mercantilismo, cayendo luego, junto con las constructoras privadas brasileñas, en niveles de cooptación y corrupción nunca vistos.

Dilma Rousseff, desde su reelección en 2014, a pasado de crisis en crisis. Ver en Lampadia: El escándalo en Petrobras pone contra las cuerdas a Rousseff. Al final, Brasil no solo se hundió en su peor recesión económica desde los años 30, también sucumbió a escándalos de corrupción que comprometen a la propia Dilma y a su protector, Lula da Silva, el héroe de las izquierdas latinoamericanas y creador del ‘Foro de Sao Paulo’, del que hasta las Farc, formaron parte.  

Con el fin de estos gobiernos socialistas, esperamos que el nuevo ciclo político que se está instalando en la región permita un manejo responsable y con orientación al desarrollo integral de largo plazo. 

Por nuestro lado, como venimos repitiendo una y otra vez, en el Perú hemos emprendido la gran tarea de rehacer el país durante ya más de veinte años. Después de haber obtenido logros económicos y sociales extraordinarios (ver: LAS CIFRAS DE LA PROSPERIDAD), ese proceso virtuoso se interrumpió el 2011, cuando elegimos al ‘gobierno de la inclusión’, después del mayor ciclo de inclusión de nuestra historia, con un discurso equivocado que tiene varios matices: “el sector privado no nos da confianza”, “agua si, oro no”, “tenemos que diversificar la producción”, etc.

Pero nuestra economía es tan poderosa, que hemos logrado sobrevivir sin daños permanentes y el 10 de abril del presente, nuestros ciudadanos votaron (70 a 80%) por abrazar la economía de mercado, la inversión privada, la globalización y el libre comercio; y rechazaron el cambio de constitución, la prevalencia del Estado sobre ciudadanos y empresas, y el estúpido pos-extractivismo. (Ver en Lampadia: Pos-Extractivismo: Autarquía y empobrecimiento).

El pos-extractivismo, suscrito por todas las izquierdas peruanas,  pretende convertirnos en un país de pobres eternos. Ver: Agroexportación: Una industria de clase mundial:

Por ejemplo, en cuanto a las agroexportaciones, que se vinculan al sector agrícola, donde todavía tenemos la mayor cantidad de pobres, plantean solo produzcamos lo que necesitamos para consumir nosotros y ‘tal vez’ nuestros países vecinos. O sea, los izquierdistas tradicionales, quieren condenar a la pobreza eterna a nuestros campesinos. ¡Habrase visto semejante barbaridad!

El sector agrícola solo puede crecer, sostenidamente, llegando a más estómagos. Como un agricultor peruano decía hace algunos años: una persona solo puede comer un kilo de comida por día. ¿Cómo puede entonces mejorar sus ingresos un agricultor peruano? Si 3 millones de agricultores tendrían que abastecer solo a 27 millones de habitantes? Sus ingresos estarían limitados a un promedio de 9 consumidores o 9 kilos. Pero si exportamos a mercados de 2,700 millones de personas, en teoría, cada agricultor podría abastecer a 900 consumidores, 100 veces más. Ese es el potencial de este sector, y la única manera de enriquecer a nuestros campesinos, que, además, son dueños de la mayor parte de las tierras y predios agrícolas del Perú.

Lo sorprendente es que en el Perú continúen estos diálogos contraproducentes y que ni siquiera las revelaciones más escandalosas de corrupción, ni los actos abusivos y antidemocráticos de los gobernantes de Venezuela, Argentina y Brasil, merecen que nuestra izquierda tradicional critique y se aparte de estos regímenes. Ver en Lampadia: Izquierda peruana pierde autoridad moral.

Con la caída del PT en Brasil termina un ciclo nefasto de la política latinoamericana. Ahora nos hace falta reconvertir a nuestras izquierdas en un acto político de consecuencia, puesto que el Perú sí necesita izquierdas,… pero de las buenas y modernas. Lampadia

 




La izquierda se desmorona en América Latina

El antes alabado modelo brasileño del gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula da Silva parece haber llegado a su fin con la histórica votación para procesar la destitución de la presidenta Dilma Rousseff. Esto significaría el fin de 13 años de gobierno de su partido que ha llevado al Brasil a una crisis económica, política y moral sin precedentes

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Millones de brasileños exigieron la destitución de Rousseff

Formalmente, la acusación contra Rousseff es por su manipulación del déficit fiscal que trató de cubrir recurriendo a los fondos de agencias y bancos del Estado que no forman parte del presupuesto nacional. Muchos pretenden decir que esta es una cosa menor, además, Dilma Rousseff está también vinculada a la ominosa corrupción del ‘lava jato’, ella fue presidente de Petrobras cuando se desarrollaron los esquemas fraudulentos y se estima que su campaña política fue financiada por fondos de la corrupción. En todo caso, esto puede parecerse a la condena del famoso Al Capone, que recibió su castigo por evasión fiscal y no por los múltiples crímenes que llevaba a cuestas.

Rousseff y sus partidarios, afirman que van a luchar hasta el final contra lo que ven como ‘una conspiración’ y ‘un intento de golpe’. Pero el proceso de limpieza de la política brasileña sigue adelante. Acaba de ser condenado a 23 años de cárcel, José Dirceu, el brazo derecho de Lula. El PT ha dilapidado su ascendencia en Brasil, según la encuestadora Datafolha, la popularidad de la presidenta está en 8% y el abrumador voto en su contra en el Senado indica que hay pocas posibilidades de que sea absuelta.

El impeachment de Rousseff tendrá consecuencias en toda América Latina. Brasil llegó a considerarse una potencia económica emergente con numerosos programas sociales que aceleraron la reducción de la pobreza y fomentaron una nueva clase media, algo que esperamos pueda preservarse.

En Lampadia no nos dejamos engañar por los cuentos de grandeza del PT y sus políticas aislacionistas y proteccionistas que fomentaron el mercantilismo empresarial, ni por sus políticas asistencialistas que duraron lo que duró el ciclo de ingresos extraordinarios por el precio de la soya y otros. En una visita de Lula al Perú (segundo gobierno de García), declaró  que era mejor distribuir para crecer (equívoca política adoptada luego por Humala). Lula alardeó con sus cifras, pero en Lampadia las comparamos con las peruanas (Luces y sombras de la visita de Lula al Perú) y mostramos que nuestras políticas y performance eran muy superiores.

La oportunidad que ha perdido Brasil ha sido probablemente la mejor de su historia (ver en Lampadia: El ‘país del futuro’ tendrá que diseñar otro futuro). Pero Brasil no ha sido el único que malogró sus oportunidades en la región. Casos muy parecidos, con distintos énfasis y ritmos de reversión, los tenemos en Venezuela, Argentina, Ecuador y Bolivia. Los países que mejor aprovecharon las grandes oportunidades del nuevo siglo, son los de la Alianza del Pacífico, México, Colombia, Chile y el Perú. Nosotros, después de las reformas pro mercado de los años 90, estuvimos listos para transformar ‘oportunidades en realizaciones’. Así lo dijeron en el Perú hace un par de años Paul Krugman y Nouriel Roubini. (Ver en Lampadia: Paul Krugman rompe mitos).

Es por eso que reportajes como el publicado por Cuarto Poder (Poder de Cuarta), la semana pasada sobre el caso brasileño, en el especial conducido por el colaborador de La República, René Gastelumendi, es sorprendente y alarmante. Parecía un programa de la televisión chavista de Venezuela en el que se hizo una defensa cerrada del gobierno del PT (el conductor llegó a discutir con los furibundos brasileños), apoyando los reclamos de Dilma. No importó, ni se mencionó que días antes hubo una manifestación de seis millones de brasileños exigiendo la destitución de la presidente.

En verdad, las traumáticas experiencias de Venezuela, Argentina y Brasil, con el decimonónico ‘socialismo del siglo XXI’, un aislacionismo anti globalización y una dantesca corrupción, son una de las mejores lecciones de economía y política para nuestros ciudadanos y debemos mostrarlas y compartirlas sin manipulaciones políticas. 

Estos son tiempos importantes para América Latina, de hecho, parece que estamos entrando en un nuevo ciclo político relativamente pragmático y centrista, como afirma el artículo del Financial Times que glosamos líneas abajo:

Desaparición del izquierdismo brasileño resonará en las Américas

Los latinoamericanos ya no tolerarán la corrupción como antes

Por John Paul Rathbone

Publicado por el Financial Times

12 de Mayo de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

 

Dilma Rousseff se mostró desafiante. “Me voy a resistir por todos los medios legales”, dijo después de que el Senado de Brasil votara a favor de iniciar el proceso de destitución.

A pesar de su actitud desafiante, la decisión del Senado probablemente marca un punto de inflexión para la séptima mayor economía del mundo. Michel Temer, el vicepresidente, ha juramentado como presidente interino.

La partida de Rousseff marca el final del PT después de 13 años. Desde su fundación en 1980, el PT se convirtió en el mayor partido socialdemócrata en la región, el “principal movimiento de izquierda en el mundo democrático”, señala Matias Spektor, profesor asociado de relaciones internacionales de una institución académica de Sao Paulo.

Durante la última década, muchos gobiernos de izquierda en la región han sido auxiliados por el PT. Brasil mostró una extraordinaria “paciencia estratégica” con sus vecinos socialistas como Bolivia y Venezuela, haciendo la vista gorda a sus deficiencias, como también lo hizo con la Habana. Pero ahora la mayor parte de América del Sur se está moviendo hacia el centro político.

El impeachment de Rousseff se debe en realidad al disgusto popular por la mala gestión económica y el escándalo de corrupción en Petrobras y también marca otra tendencia regional: los latinoamericanos ya no tolerarán la corrupción como lo hacían antes.

De acuerdo con Kevin Casas-Zamora, del diálogo Inter-Americano con sede en Washington, este alboroto popular no se debe a que la región es más corrupta. Las encuestas realizadas por grupos como Transparencia Internacional sugieren que hay menos corrupción, no más.

Más bien, el crecimiento de las redes sociales, combinado con una clase media cada vez más activa y mejores garantías institucionales en contra de abusos, han llevado a una fuerte reacción negativa.

Lampadia




El ‘país del futuro’ tendrá que diseñar otro futuro

En Brasil está terminando una era, la de los gobiernos de las izquierdas latinoamericanas del nuevo siglo, con el liderazgo y debacle del Partido de los Trabajadores (PT). Recordemos que Lula da Silva y el PT fueron los mentores de las izquierdas de la región, organizaron el ‘Foro de Sao Paulo’ para contrastar al ‘Foro Económico Global de Davos’, sabotearon los acuerdos de libre comercio de las Américas, apadrinaron a Hugo Chávez, el propulsor del ‘socialismo del siglo XXI’, e ‘inspiraron’ a varios líderes de la izquierda tradicional peruana.

Como cayó el Muro de Berlín, bloque por bloque, los fracasados gobiernos de las izquierdas pre-modernas de Sudamérica, van cayendo, dejando una estela de frustración, desenfoque histórico y niveles ominosos de corrupción. Brasil ha seguido así a su socio del malogrado Mercosur, Argentina, y su ahijado, Venezuela, agoniza en una insoportable crisis humanitaria.

Brasil ha sido siempre visto como ‘el país del futuro’. Lamentablemente, acaba de destruir uno de esos futuros y ha perdido, probablemente, la mejor oportunidad de su historia para llegar al desarrollo. Ahora se inicia un nuevo proceso liderado en parte por nuevos miembros de la política brasileña, los jóvenes liberales del Movimiento Brasil Livre y del Movimiento Vem Pra Rua.

Desde estas páginas deseamos a Brasil la mejor de las suertes en el largo camino que tendrá que recorrer para diseñar ‘un nuevo futuro’.

Leer líneas abajo el magnífico relato del contexto histórico de este proceso, escrito por nuestro colaborador Sebastiao Mendonça Ferreira.

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Los Liberales y la Crisis Política Brasileña

Sebastiao Mendonça Ferreira

Centro Wiñaq

 

La crisis política brasileña se ha acelerado, y la ‘Era PT’ se está concluyendo con una rapidez sorprendente. Los treinta y dos años ininterrumpidos de democracia (1984-2016) están produciendo algunos buenos resultados. Un gobierno corrupto e incompetente (PT) está siendo removido del poder con el uso de mecanismos democráticos, repitiendo el caso de Collor de Mello (1992), y consolidando las instituciones de la democracia en Brasil.

El fracaso económico del populismo del PT, sin dudas, está jugando su papel detrás de la política, y la independencia de la Policía Federal, del Ministerio Público y del Poder Judicial, relativa en este último caso, ha sido indispensable para que ello ocurriera. Sin embargo, este reciente proceso no puede explicarse sin dos otros actores clave: los medios de comunicación que nutrieron el debate público y el movimiento social que están empujando a los demás actores políticos e instituciones a tomar las acciones adecuadas.

Las grandes marchas de los últimos años, especialmente la última (13 de Marzo 2016) con más de 6 millones de personas, han sido lideradas y organizadas por movimientos sociales con inclinación liberal, derrotando a la izquierda en el control de las calles y constituyendo en un hecho sin precedentes en la política de Brasil.

¿Como puede ser que, en un país con amplio predominio de ideas populistas, estatistas y con presencia masiva de marxistas en las universidades, instituciones públicas y medios de comunicación, el cambio político más importante en décadas resulte siendo liderado por liberales? Veamos algunos antecedentes para entender esa transformación.

En forma simplificada, podemos organizar la historia de las ideas liberales en Brasil en cinco grande períodos: [i]

Estos períodos no deben ser vistos como algo rígido, pues la realidad es siempre más compleja que los esquemas, y las fases de los fenómenos políticos nunca son tan definidas. Parte de lo viejo sigue existiendo en el presente, y parte del futuro ya está emergiendo hoy.[ii]

El liberalismo en un contexto pre-industrial

Durante el segundo imperio, Don Pedro II gobernaba una monarquía con alto grado de libertad, casi sin presos políticos ni periodistas procesados. Al interior de la clase política y la intelectualidad existían diversas corrientes liberales que buscaban adaptar las instituciones Francesas, Inglesas y Americanas a las condiciones de atraso de la sociedad Brasileña. Las corrientes más radicales de los liberales se enfocaban en terminar con la monarquía, acabar con la esclavitud e instalar la república. Ruy Barbosa lideraba esas corrientes radicalizadas. 

En aquel entonces los liberales, periodistas y toda la clase política eran pequeñas minorías con influencia urbana en un inmenso país agrario y políticamente desarticulado. Las disputas políticas predominantes, entre conservadores y liberales, buscaban influenciar a Don Pedro II, pues en él se concentraban todas las decisiones. En el fondo eran debates en la corte, y entre la nobleza, la diminuta élite social y los militares. La inmensa mayoría de la sociedad brasileña vivía en otra realidad, protegiéndose de la esclavitud, de la arbitrariedad de los caciques locales y de los grupos de bandoleros que azotaban pueblos y haciendas.

La Vieja República Liberal, implantada en alianza con los militares, y bajo la influencia positivista, definió una constitución liberal en 1891: eliminación de los títulos de nobleza, separación de la iglesia y el estado, respeto a las libertades públicas, introducción del Habeas Corpus, creación del sistema político presidencialista y la organización federal del Estado, están entre los puntos más saltantes. El Brasil inició su vida democrática bajo el liderazgo liberal. Lamentablemente, esa orientación se perdió y no se recupera hasta nuestros días.

El político, periodista, jurista, diplomático y pensador Ruy Barbosa (1849-1923), fue uno de los principales líderes anti-esclavista y pró-República, en el final del Imperio, y el pensador más reconocido de la Vieja República Liberal. Sus propuestas moldearon jurídicamente la institucionalidad brasileña, y sus abundantes escritos han constituido un patrimonio valioso del pensamiento liberal brasileño.[iii]

A pesar de sus méritos, la Vieja República Liberal no logró generar una estructura estatal capaz de manejar los conflictos políticos y fiscales de la naciente federación, crear los mecanismos de estabilización de la institucionalidad democrática, controlar los intereses de la casta militar, y resolver democráticamente la emergente conflictividad social. Las inestabilidades propias de un sistema político naciente en un país atrasado generaron un costo político para quienes estaban a cargo de la gestión pública, los liberales.

La Era de Getúlio Vargas

Con la revolución del 30 termina la primera república brasileña y ocurre el desplazamiento del liberalismo como su rol referencial en el pensamiento político brasileño. Getúlio Vargas, un político nacionalista y autoritario lidera un movimiento revolucionario e instaura un discurso nuevo y un orden político paternalista que va durar mucho más que los períodos de los varios gobiernos de Vargas, 1930-1954.

Al tomar el poder en 1930, el movimiento de Vargas está influenciado por el pensamiento fascista italiano, y fue bajo esa influencia que él redefinió las bases del Estado Brasileño moderno. En su concepción el Estado debería ser el motor de la economía y la sociedad, el instrumento principal para que Brasil pueda realizar su potencial como potencia del futuro. Además de la economía, el Estado debería controlar la polarización social y establecer un nuevo orden político que diera estabilidad al país.

Con esas ideas, Vargas creó grandes empresas públicas que controlaran los recursos nacionales (petróleo, electricidad, siderurgia, etc.), modernizó la legislación electoral, y creó una institucionalidad laboral inspirada en la fascista Carta del Lavoro, aunque sin incluir sus elementos totalitarios. Este nuevo Estado fue instalado en oposición a la Vieja República Liberal que no había sido capaz de manejar la crisis económica y social que padecía Brasil.

Vargas dominó la política brasileña desde 1930 hasta 1954, cuando se suicidó en medio de una crisis. La trayectoria caudillista de Vargas y su dramática muerte le dieron un aire de heroísmo que perduró décadas. Hoy, más de 60 años después de su muerte, la legislación laboral brasileña sigue siendo básicamente la misma implantada por Vargas, y muchas de sus ideas siguen siendo un sobre-entendido del discurso político nacional.

Después de la muerte de Vargas, el Brasil vivió un breve período de democracia (1954-1964) interrumpido por el golpe militar de 1964. Sin embargo, la influencia de Vargas era alta en ese período. El Presidente Joao Goulart, derrocado por los militares y su aliado Leonel Brizola eran herederos políticos de Vargas, quienes en ese entonces habían establecido una alianza con fuerzas populistas y la izquierda (Partido Comunista, Izquierda Católica, etc.).

El seguidismo al autoritarismo

En el inicio de los años 1960, los liberales brasileños estaban liderados por corrientes conservadoras y, en un contexto de guerra fría y Revolución Cubana, su temor al caos social era más fuerte que su valoración de la democracia. Los liberales entonces, agrupados principalmente en la Unión Democrática Nacional (UDN) no tuvieron problema en apoyar al gobierno militar en sus primeros años. Un destacado liberal brasileño, Roberto Campos, fue ministro de planeamiento en el gobierno del General Castelo Branco.

Los liberales, en la práctica, renunciaron al rol de opositor democrático, asumieron un rol de soporte de un gobierno autoritario, y entregaron el liderazgo del espacio político de oposición a otras fuerzas políticas.[iv] Ese alineamiento conservador de los liberales contribuyó mucho para dar una imagen ética y democrática a la izquierda, cuyas propuestas de dictadura del proletariado eran mucho más autoritarias que la dictadura de los militares que los perseguían y torturaban. El PT sacaría después, un gran provecho de esa imagen.

Al inicio de los 1960s, los seguidores de Vargas, los marxistas (comunistas y trotskistas) y la izquierda católica habían ganado la hegemonía del movimiento social, especialmente del movimiento sindical, del movimiento estudiantil y de la intelectualidad presente en los medios y universidades. Hasta muy recientemente, esta hegemonía se mantuvo indiscutida.

Durante el Gobierno Militar, los liberales pierden lo poco que tenían de presencia en el movimiento social, y pierden autoridad moral ante la sociedad en su conjunto. Los crímenes de la Dictadura, que no fueron pocos, ensuciaron a todos aquellos que le dieron algún tipo de soporte, independiente de la razón que tuviesen para brindar ese apoyo.

A pesar de su alineamiento político con una dictadura, las ideas liberales no desaparecen completamente de la escena pública. La agudeza intelectual de Roberto Campos, y del humorista Millôr Fernandes dio presencia pública a los liberales aún en los peores tiempos de su desgaste político.

Durante el Gobierno Militar, el pensamiento liberal era atributo de un reducido número de intelectuales aislados en las instituciones públicas, las universidades e incluso medios de comunicación. Al terminar el Gobierno Militar, las fuerzas de la oposición (democráticas y anti-democráticas) tenían una ventaja moral sobre todos los demás, y la influencia del marxismo se había expandido enormemente en los movimientos políticos, en los periódicos y en las universidades. Esta influencia de la ideología del resentimiento es una característica de la sociedad brasileña actual que demorará décadas superar.

Renacimiento conceptual y político

Al terminar el Gobierno Militar, 1984, la sociedad brasileña se vuelca a reconstruir su democracia y a reorganizar sus partidos políticos. La ventaja ética de las fuerzas de oposición y el amplio dominio de las ideas socialistas van a influenciar la formación de los nuevos partidos políticos. El Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el principal partido de la oposición durante el Gobierno Militar, mantuvo su nombre original, pero en las siglas de los nuevos partidos predominaban palabras como social, socialista, social democracia, trabajadores, comunista, etc. Una de las pocas excepciones fueron los liberales: Partido del Frente Liberal (PFL). Sin embargo, el término liberal y neoliberal estaban tan mal visto que el PFL tuvo que cambiar su nombre a Partido Democrático (DEM). 

Después de aprobar una Constitución con clara influencia izquierdista, la prioridad de la sociedad brasileña pasó a ser la economía. El déficit fiscal era inmanejable y la inflación incontrolable (43% mensual, más de 7,000% anual) recesaba la economía, consumía los pocos ahorros de la clase media y encarecía la vida de todos. Fue Fernando Henrique Cardoso (FHC), quien puso en marcha el Plan Real, en 1994-95,  y logró en dos años estabilizar la economía brasileña, aunque con costos económicos y sociales notables. A pesar de su efectividad económica, y su éxito político inicial, FHC terminó su segundo gobierno con popularidad muy baja y con muchos resentimientos en los sectores medios.

Mientras el país retornaba a la democracia y estabilizaba su economía, las nacientes corrientes liberales se dedicaron difundir sus ideas en un grupo pequeño de jóvenes profesionales y empresarios, en un período que bien puede llamarse de las catacumbas políticas. Donald Stewart Jr. había creado el Instituto Liberal en 1983 y su institución se dedicó a reproducir obras liberales, especialmente de la escuela Austríaca[v].  El Instituto Mises de Brasil se dedicó a una labor similar de difusión teórica, principalmente en los estados del sur de Brasil[vi].  Esos institutos se dedicaron a formar a los jóvenes que más tarde jugarían un importante papel de liderazgo político en el país.

La victoria del PT en el 2003 dio un gran impulso a las ideas populistas. Beneficiada por la estabilidad macroeconómica lograda por FHC y por el dinamismo de la economía global, la economía brasileña creció en forma estable por casi una década, y Lula aprovechó para desarrollar un discurso falaz que atribuía el ingreso de 40 millones de brasileños a la clase media como resultado de sus programas sociales (Bolsa Familia), ocultando las causas económicas detrás del aumento de los ingresos de los sectores pobres[vii] .  

El ambiente político brasileño era de muy alta popularidad de los Gobiernos del PT. Lula con 80% y el primer gobierno de Dilma con 60%, evidenciaba que las ideas populistas tenían gran aceptación y parecían predestinadas a orientar el Brasil a lo largo del siglo XXI. Además, la ola populista era fuerte en América Latina (Venezuela, Argentina, Uruguay, Bolivia, etc.) y las voces críticas eran presentadas como expresión de intereses retrógrados y de grupos de resentidos con la presencia de los pobres en espacios sociales antes exclusivos de los ricos. 

Sin embargo, en la academia, intelectuales liberales estaban realizando una diversidad de estudios históricos y de análisis de la institucionalidad brasileña, generando una creciente producción intelectual nacional en ese campo. Diversas editoras comenzaron a publicar libros de autores liberales (UnB, Visão, Nórdica, Itatiaia, Brasiliense, Zahar, etc.) con títulos clásicos y con los aportes de los liberales nacionales[viii] .  El alcance de esa bibliografía, aunque limitada, contribuyó a crear una capa intelectual crítica a la ideas populistas y marxistas, dominantes, y desarrollaron una capacidad polémica que sorprendió a sus rivales.

En los medios (Veja, O Globo, Estado de Sao Paulo, etc.), algunos periodistas, como Reinaldo Azevedo (liberal conservador) y Rodrigo Constantino (hoy Presidente del Instituto Liberal), comenzaron a ganar reconocimiento analizando los acontecimientos desde una perspectiva de oposición al gobierno del PT. Esa presencia en medios, y la intensa producción bibliográfica de intelectuales como ellos, han contribuido mucho a la difusión de las ideas liberales y a la confianza en su utilidad para entender los acontecimiento nacionales.

En el terreno de la organización política, los Demócratas (liberales) han logrado sobrevivir a los tiempos difíciles y aumentar gradualmente su reconocimiento como oposición radical al gobierno del PT. Su influencia como partido es aún de nivel medio, tienen 28 diputados, mientras el PMDB, PSDB y PT tienen entre 50 y 60 diputados cada uno, y el PP 42. Recientemente, ha sido inscrito el Partido Novo, que nace con una identidad liberal explícita, pero que todavía no ha participado en ningún proceso electoral. Por ello no sabemos cuál es su grado de influencia.

Presente y Futuro

En Mayo de 2013, todo parecía tranquilo para el PT. Desde 2004, el país había mantenido tasas de crecimiento excepcionales para Brasil, y había soportado bien la crisis global del 2009. Nadie esperaba que el enfriamiento de la economía ocurrido el 2012 (2.8% de crecimiento del PIB) pudiera generar alguna reacción social significativa. 

Sin embargo, un aumento en los pasajes desencadenó la protesta nacional del 6 de Junio del 2013, la primera protesta contra un gobierno del PT. El precio de los pasajes urbanos en Brasil son muy altos (el doble o triple del Perú), pero su alza en Sao Paulo difícilmente explica en si misma movilizaciones a nivel nacional. La decepción con el gobierno de Dilma, siendo el alza de los pasajes un detonante, es una explicación más confiable pues la popularidad de Dilma se derrumbó literalmente después de dichas marchas (ver figura)[ix] 

Los jóvenes liberales participaron de esas primeras marchas, pero no las lideraron. Sin embargo, en las marchas siguientes bajo la consigna Fuera Dilma, fueron las dos organizaciones de liberales, Movimento Brasil Livre[x] y Movimento Vem Pra Rua,[xi] que convocaron y organizaron todo el proceso. En la marcha del 13 de Marzo del 2016, por el Impeachment de Dilma, participaron más de 6 millones de personas en todo el país. Con este evento el Impeachment se hizo literalmente imparable. Esas dos organizaciones, lideradas por jóvenes liberales, se legitimaron como los dos grupos con mayor capacidad de convocatoria de manifestaciones políticas en el Brasil.

Se puede afirmar que esos dos grupos organizaron las mayores manifestaciones de la historia política de Brasil y que esas manifestaciones multitudinarias son las razones principales para que el actual proceso del Impeachment contra Dilma Rousseff siga avanzando a pesar de todas las maniobras maquiavélicas realizadas por el PT.  

La crítica al PT (a su corrupción y a su estilo manipulador de hacer política) llevada a cabo por los líderes de esos dos movimiento, por algunos congresistas y periodistas liberales es muy reconocida. La autoridad moral e intelectual que han adquirido es destacable y está sirviendo para que ideas liberales penetren en una sociedad con profundas tradiciones populistas y fuerte presencia marxista en universidades y medios de comunicación.

Brasil es un ejemplo típico de capitalismo clientelista (Crony Capitalism),[xii] en el cual partidos políticos y empresas convienen en montar un sistema corrupto de saqueo del presupuesto nacional y de manipulación de los sectores de menores ingresos con programas sociales. Elementos de este sistema ha sido criticado por Ruy Barbosa, un siglo antes del gobierno del PT y no va desaparecer con la salida de Dilma. Transformar el marco institucional del país para evitar que los buscadores de renta (parásitos) tengan éxito en el  saqueo de los recursos públicos, como hoy ocurre bajo el liderazgo del PT, es un esfuerzo de largo plazo

La derrota política del PT, su desprestigio moral y el fracaso de su discurso populista están creando un nuevo ambiente político en Brasil. La inestabilidad política y económica de los próximos tiempos va exigir que la población, especialmente la clase media, dé atención a los temas políticos, posibilitando que los paradigmas políticos y sociales implantados en el Brasil desde la Era Vargas puedan finalmente ser cuestionadas en repetidos debates públicos. Después de muchas décadas, los liberales brasileños están moral e intelectualmente en una situación de ventaja para liderar ese debate.

La oportunidad está ahí. Si lo logran o no, nos lo dirá el tiempo.

Lampadia
 
 

[i] He armado esta periodización para ordenar la interpretación que he ido desarrollando, otros autores pueden tener otra interpretación, y por lo tanto, otras periodizaciones tan válidas cuanto, o mejores que esta.

[ii] Una fuente reconocida sobre la historia del liberalismo brasileño es el libro de Antonio Paim: “Historia do Liberalismo Brasileiro” publicado en 1998.

[iii] Existen abundante materiales sobre Ruy Barbosa. Una Fuente introductoria puede ser

https://pt.wikipedia.org/wiki/Ruy_Barbosa.

[iv] Si aplicamos el Diagrama de Nolan a los liberales brasileños de entonces, ellos estaban inclinados a la derecha del esquema, y actuaron como conservadores.

[v] http://www.institutoliberal.org.br/

[vi] http://www.mises.org.br/

[vii] Esta creencia se mantiene generalizada hasta hoy y constituye un capital político del PT.

[viii] El libro “Pare de Acreditar no Governo” de Bruno Garschagen, sobre la historia de las ideas políticas en Brasil, recientemente publicado, ha adquirido gran difusión.

[ix] http://www1.folha.uol.com.br/poder/2015/03/1604420-no-3-mes-do-novo-mandato-62-ja-desaprovam-dilma.shtml

[x] https://www.facebook.com/mblivre/

[xi] https://www.facebook.com/VemPraRuaBrasil.org/

[xii] https://en.wikipedia.org/wiki/Crony_capitalism




Brasil inicia un largo camino de catarsis

‘El país del futuro’ ha tenido que registrar en sus fichas de historia otra postergación del gran futuro que le espera desde hace mucho tiempo, al haber caído en dos crisis simultaneas, una económica con una recesión no vista desde 1930 y, otra política, con el descrédito de toda la clase política y buena parte de la empresarial, bajo el liderazgo del partido izquierdista más importante de todo Latinoamérica, el famoso y soberbio Partido de los Trabajadores (PT) que el 2003 llevó a su mentor, Luiz Inácio Lula da Silva a la presidencia de Brasil en su cuarto intento.

En nuestra opinión, más allá de las situaciones difíciles y costosas que encierran estas crisis, el mayor drama del Brasil es haber perdido su mejor oportunidad de consolidarse como un país desarrollado. Los tres lustros iniciales del siglo XXI fueron, para muchos países emergentes, el escenario más propicio para dar un sólido salto económico y social hacia delante. Ver en Lampadia: ¡Fora Dilma!.

La oportunidad de Brasil fue excepcional, pero no fue el único que la malogró en la región. Casos muy parecidos, con distintos énfasis y ritmos de reversión, los tenemos en Venezuela, Argentina, Ecuador y Bolivia. Los países que mejor aprovecharon esta gran oportunidad son los de la Alianza del Pacífico, México, Colombia, Chile y el Perú, que después de sus reformas de los años 90, estuvo listo para transformar las oportunidades en realizaciones. Veamos el reporte de The Economist sobre la situación de nuestro inmenso vecino.  

Brasil: La gran traición

Dilma Rousseff ha decepcionado a su país.

Pero también lo ha hecho toda la clase política.

Publicado por The Economist

23 de Abril de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

El Congreso de Brasil ha sido testigo de algunas escenas extrañas en su historia. En 1963, un senador apuntó una pistola a su archi-enemigo y mató por error a otro senador. En 1998 un proyecto de ley fundamental falló cuando un congresista pulsó el botón equivocado en su dispositivo de voto electrónico.

Pero el espectáculo en la cámara baja de este 17 de abril sin duda cuenta entre las más bizarras. Uno por uno, 511 diputados tomaron el micrófono en un salón repleto de público y votaron por la destitución de la presidente, Dilma Rousseff. La moción para formular cargos contra Rousseff en el Senado fue aprobada por 367 votos a 137, con siete abstenciones. 

La votación se produce en medio de una situación desesperada para el país. Brasil está luchando con su peor contracción económica desde la década de 1930. Se espera que el PIB caiga en 9% desde el segundo trimestre de 2014, cuando se inició la recesión, hasta fines de este año. La inflación y la tasa de desempleo se encuentran en torno a 10%.

El fracaso no es sólo culpa Rousseff. Toda la clase política ha defraudado al país a través de una combinación de negligencia y corrupción. Los líderes de Brasil no van a recuperar el respeto de sus ciudadanos o superar los problemas de la economía a menos que haya una limpieza exhaustiva.

La votación del domingo no fue el fin de Rousseff, pero su salida está más cerca. Brasil no debería llorarla. La incompetencia en su primer mandato, 2011-2014, ha hecho que la difícil situación económica del país sea mucho peor. Su Partido de los Trabajadores (PT) es la fuerza motriz detrás de una gigantesca trama de soborno centrado en Petrobras, la petrolera controlada por el Estado, que canalizó el dinero de sus contratistas a políticos y partidos. Aunque Rousseff no se ha implicado personalmente en esta perversión, sí trató de proteger a su antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, de la persecución.

Lo más alarmante es que gran parte de quienes están haciendo campaña por su destitución son peores que la presidente de muchas maneras. Si el Senado vota por  enjuiciarla, probablemente a mediados de mayo, Rousseff tendrá que hacerse a un lado hasta por 180 días. El vicepresidente, Michel Temer, de otro partido, se haría  cargo hasta el fin del mandato, si es que el Senado le quitar definitivamente el cargo. Temer puede proporcionar un alivio económico a corto plazo. Su Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) es más amigable con las empresas que el PT.

Pero el PMDB está también vinculado con los casos de corrupción. Uno de sus líderes es el presidente de la cámara baja, Eduardo Cunha, quien presidió el show del juicio político ha sido acusado por el Tribunal Supremo por aceptar sobornos del esquema de Petrobras. La mancha de corrupción se extiende a través de muchas partes de Brasil.

No hay manera rápidas de enderezar esto. Las raíces de la disfunción política de Brasil se remontan a la economía basada en la esclavitud del siglo XIX, a la dictadura del siglo XX y a un sistema electoral viciado que hace campañas ruinosamente caras y que protege a los políticos de rendir cuentas.

En cualquier otro país, un cóctel de declive económico y conflicto político podría inflamar conflictos mayores. Sin embargo, Brasil tiene asombrosas reservas de tolerancia. Divididos, como están, en torno a los errores y los aciertos del juicio político, los brasileños han mantenido su ira bajo control. Las últimas tres décadas sugieren que el país puede soportar una crisis sin recurrir a golpes o colapsos mayores.

El hecho de que el escándalo Petrobras haya atrapado a algunos de los más poderosos políticos y empresarios del país es una señal de que algunas instituciones, especialmente aquellas que hacen cumplir la ley, están madurando. Una de las razones por la que los políticos se encuentran en tal problema es que una nueva clase media, mejor educada y más asertiva, se negó a respaldar la impunidad.

Una forma de capturar este espíritu sería la celebración de nuevas elecciones. Un nuevo presidente podría tener un mandato para iniciar reformas que los gobiernos han eludido durante décadas. Los votantes también merecen una oportunidad para deshacerse de todo el Congreso infestado de corrupción. Sólo nuevos líderes y legisladores pueden llevar a cabo las reformas fundamentales que Brasil necesita, en particular, una reforma del sistema político propenso a la corrupción y al gasto público descontrolado.

Pero lo cierto es que el camino de la renovación a través de las urnas está plagado de obstáculos. Teniendo en cuenta el historial del Congreso, es poco probable que pase la enmienda constitucional necesaria para auto disolverse y realizar elecciones generales anticipadas. El tribunal electoral podría pedir una nueva votación presidencial, en razón de que el dinero del soborno de Petrobras habría ayudado a financiar la reelección de Rousseff y Temer en 2014. Pero es poco probable.

Por lo tanto, existe una alta posibilidad de que Brasil esté condenado a arrastrarse con la actual generación de desacreditados líderes. Pero sus electores no deben olvidar este momento. Porque, al final, tendrán la oportunidad de ir a las urnas, la cual deberán usar para votar por algo mejor.

Los siguientes gráficos publicados por The Economist el 18 de abril, ayudan a entender la situación del gigante sudamericano:

Lampadia

 




El fin de Dilma Rousseff y ojalá de la corrupción política en Brasil

El fin de Dilma Rousseff y ojalá de la corrupción política en Brasil

El día de ayer, la Cámara de Diputados de Brasil votó para iniciar el proceso de destitución de la actual presidenta, Dilma Rousseff, por acusaciones de manipulación de las cuentas del gobierno, en un clima de rechazo popular masivo contra el gobierno, cuyos máximos líderes están implicados en niveles de corrupción de escándalo.

El proceso ahora pasará al Senado, que deberá primero aceptarlo por mayoría simple para dar paso al eventual juicio de destitución bajo la conducción del Presidente del Tribunal Supremo Federal. El voto final tendrá que contar con dos tercios de los senadores.

Este proceso tiene el respaldo del pedido de justicia de los millones de brasileños por las acusaciones de corrupción y sobre todo por el gran descontento y decepción con la peor crisis económicas desde 1930. Como hemos comentado anteriormente, los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT), del endiosado Lula, han echado por la borda la mejor oportunidad histórica de Brasil para consolidarse como un país desarrollado. Hoy, está profundamente enfrentado y dividido, y podría terminar con el gobierno de izquierda que se veía dominando por mucho tiempo.

Decenas de miles de manifestantes a favor y en contra de la acusación se reunieron en la capital Brasilia y otras ciudades importantes para ver la transmisión en vivo por la televisión nacional de la dramática votación que hicieron, a viva voz, los más de 500 diputados de la cámara baja.

Fuente: BBC

Los 513 legisladores votaron uno por uno, todos ellos tuvieron 30 segundos para hablar antes de emitir su voto. Al final, 367 diputados votaron a favor del impeachment, superando el mínimo legal de 342.

Líneas abajo mostramos un gráfico que explica el largo y tedioso proceso de juicio político:

El caso del juicio político contra la presidenta Dilma se centra alrededor de la contabilidad creativa, en la que el gobierno federal ha retrasado los pagos a los bancos estatales con el fin de hacer que el déficit presupuestario se viera más pequeño de lo que realmente era. Las  revelaciones de corrupción generalizada bajo el gobierno del PT, como las acusaciones de haber usado dineros negros para su campaña de reelección, debilitan su posición en los procesos políticos.

Desde su reelección, la presidenta Dilma Rousseff no ha tenido muchos motivos para sonreír. Todo lo contrario. Y no nos referimos solo al pésimo rumbo de la economía brasileña (con una inflación por encima de lo previsto y en recesión por segundo año seguido), ni porque la caída del precio del petróleo amenaza con golpear aún más al país. Sus preocupaciones se centran en el llamado caso del “Lava Jato” (algo así como lavado de auto, o lavado a chorro) o “Petrolao”. El inmenso escándalo de corrupción destapado en Petrobras, considerado el mayor en la historia de Brasil, por la cantidad y calidad de los funcionarios públicos y privados comprometidos, así como los montos en cuestión. (Ver en Lampadia: El escándalo en Petrobras pone contra las cuerdas a Rousseff).

Estos escándalos implican a políticos, empresarios, senadores, diputados, gobernadores y altos funcionarios. De acuerdo a la revista Veja (la más seria del país), tanto Dilma Rousseff como Lula Da Silva estaban al tanto de los hechos. Una situación complicada, pues Rousseff ha sido presidenta de Petrobras antes de llegar al gobierno.

Lula viene del noreste brasileño, donde la política ha estado siempre dominada por caciques regionales que adoptaron una serie de acciones de corrupción para controlar y mantener el poder. De alguna manera se puede decir que Lula llevó las prácticas corruptas de sus socios políticos del noreste brasileño al gobierno central, donde entronizó la cooptación de críticos y opositores, y habría participado en el montaje de los circuitos de corrupción de Petrobras y los más grandes grupos empresariales brasileños del sector de la construcción.  

La reelegida presidenta de Brasil (por un pequeñísimo margen), ha negado constantemente haber tenido conocimiento del esquema de corrupción, pero su imagen ya ha sido fuertemente deteriorada. De acuerdo con un sondeo de Datafolha (en portugués), publicado el 11 de abril, el 63% de los encuestados en todo el país afirman que su gobierno era “malo o terrible”, con sólo el 13% diciendo que era “bueno o excelente”. Los expertos dicen que esto refleja la profunda recesión y la de corrupción en la petrolera estatal Petrobras. Además, la breve detención por la policía de su mentor y predecesor en el cargo, Luiz Inácio Lula da Silva, y su nombramiento como ministro para brindarle cierta protección legal (bajo la ley brasileña, los miembros del gabinete sólo pueden ser juzgados por el Tribunal Supremo, no por un juez federal), habría herido aún más la imagen de la presidenta.

El ex presidente Lula, que gobernó el país durante ocho años y lo llevó hacia el proteccionismo y el asistencialismo, cooptando a sus opositores y promoviendo altísimos niveles de corrupción gubernamental, fue detenido brevemente el 4 de marzo, como parte de la operación de Lava Jato. Fue interrogado por acusaciones de haber recibido “beneficios ilícitos” del esquema de sobornos de Petrobras. Los fiscales presentaron cargos de lavado de dinero en contra suya. Ver en Lampadia: La caída de un gigante crea incertidumbre en la región.

Fuente: La Vanguardia

Con estos escándalos políticos, no es sorprendente que la economía de Brasil esté pasando por su peor recesión en décadas después de una caída de los precios de las materias primas, como el petróleo, hierro y la soja. En 2015, la economía se contrajo un 3.8%, la inflación alcanzó el 10.7% a finales del año pasado y el desempleo aumentó a 9% , que podría aumentar a dos dígitos en los próximos meses.

Pero en dónde se manifiesta el fracaso del modelo implantado por Lula y seguido por Rousseff es en el precio del dólar. La moneda de Brasil, que perdió un tercio de su valor frente al dólar en 2015 ha recuperado algo de terreno por la inminente retirada de Rousseff.

Cabe recordar que en una visita de Lula al Perú, durante el segundo gobierno de García, el entonces presidente brasileño retó al peruano, declarando que era mejor distribuir que crecer. Lula presentó cifras para alardear de su supuesto éxito. En Lampadia no nos convencieron ni nos dejamos ilusionar por el asistencialismo y voluntarismo de Lula. Entonces comparamos sus cifras con las peruanas en Luces y sombras de la visita de Lula al Perú y mostramos que la performance del Perú era muy superior. Posteriormente, Brasil empezó a deteriorarse, y hoy tiene aún mucho peores indicadores. No cabe duda que el Perú también ha tenido un “traspié” al ningunear la importancia de la minería, pero Brasil ha llevado su modelo asistencialista y el crecimiento del Estado a límites insostenibles.

¿Cómo queda Brasil en todo esto? El juicio político en el Senado probablemente cause un gran caos institucional. Para la presidenta Dilma, la destitución sería el final de su carrera política. Para el vicepresidente Michel Temer, y la economía del país, podría dar lugar a un gobierno con un alto grado de incertidumbre y dificultad.

Por desgracia, esta incertidumbre política está dividiendo a Brasil. Parte del país (probablemente una minoría) continúa apoyando Rousseff (y a su predecesor, el ex presidente Lula) y gritan que el juicio político es un golpe de Estado. La mayoría de la población, sin embargo, está absolutamente cansada de vivir durante casi 15 años bajo el liderazgo del Partido de los Trabajadores y están desesperados por un cambio.

Se viene una gran lucha contra la corrupción, la cual no se acabará con la destitución de Rousseff, y la movilización popular será fundamental para que no pierda impulso. Ver en Lampadia: ¡Fora Dilma!

Esperamos que Brasil pueda acortar el tiempo de la eventual transición a un nuevo gobierno elegido por el pueblo que pueda recuperar la confianza de los brasileños en el futuro. Lampadia




¡Fora Dilma!

¡Fora Dilma!

Varios millones de brasileños marchan casi todos los días exigiendo la renuncia o destitución de su presidenta, Dilma Rousseff del Partido de los Trabajadores (PT) del, ahora devaluado semi Dios, Lula da Silva.

SEBASTIÃO MOREIRA /EFE

En los últimos 20 años Brasil ha vivido por un proceso dramático. Primero, bajo la conducción de Fernando Henrique Cardoso, adoptó políticas económicas ortodoxas y recuperó la posibilidad de optar por el desarrollo sostenido. Luego de Cardoso, que deja el gobierno el 2002, entra el PT con Lula y se encuentra con una economía bien ajustada y con los impactos positivos del súper ciclo de crecimiento de principios del nuevo siglo. Efectivamente Lula, a pesar de su aislacionismo comercial, en una época de integración, puede gozar de un importante crecimiento y capacidades fiscales que le permiten reducir la pobreza de manera importante, mediante programas masivos de apoyo social.

Lamentablemente, el PT con Lula y Dilma, se enrosca en políticas aislacionistas y proteccionistas, promueve el mercantilismo del sector empresarial, coopta las disidencias con recursos fiscales, multiplica y profundiza los programas asistencialistas y se zambulle en niveles de corrupción desbordados. A pesar de todo esto, Brasil se convierte en una estrella del Olimpo y despega como parte de los BRIC hacia un desarrollo ‘imparable’.

Pero cuando se acabaron las condiciones externas que permitían tener los hornos produciendo energía a todo vapor, perseveran en el error, y viene el colapso paulatino e imparable hacia la peor crisis desde 1930. Brasil pierde así, de la mano de su muy soberbia izquierda, su gran oportunidad de desarrollo. Hoy es solo un recuerdo, una frustración y una crisis que no termina de tocar fondo, que por supuesto, se agrava por la pérdida de confianza generalizada y los destapes de corrupción en lo más alto del mundo político y empresarial.

Al mismo tiempo, surge la acción de un sistema judicial que, dadas las condiciones suficientes, se avoca a perseguir la corrupción en lo más alto del establishmnet político y empresarial del país. Un proceso encomiable, que habrá que estudiar más adelante, que pone como protagonistas de la sociedad, a un grupo de jóvenes jueces que podrían sentar las bases para el nacimiento de un nuevo Brasil, más humilde, menos corrupto y más realista.

Pero para que todo esto se asiente debidamente, así como se han encarcelado a las cúpulas empresariales corruptas, es necesario cortar de raíz las estructuras políticas incapaces y corruptas, empezando por la propia presidenta de la República, Dilma Rousseff, como lo plantea la muy seria publicación internacional, The Economist, ojalá mediante la renuncia y no a través de procesos políticos complejos de expulsión. Veamos algunas líneas argumentales de The Economist al respecto:

La crisis política de Brasil: hora de irse

La empañada presidenta debería renunciar ahora

26 de marzo, el 2016

The Economist

Traducido y glosado por Lampadia

Las dificultades de Dilma Rousseff se vienen agravando durante meses. El masivo escándalo que rodea a Petrobras, implica a varias de las personas más cercanas a ella. La economía de Brasil sufre su peor recesión desde la década de 1930, en gran parte debido a los errores de su primer mandato. Su debilidad política ha hecho que el gobierno sea casi impotente frente al aumento del desempleo y la caída de los niveles de vida. Sus índices de aprobación son apenas de dos dígitos y millones de brasileños han salido a las calles para cantar “¡Fora Dilma!” (“Fuera Dilma)”.

Ahora ha perdido todos los vestigios de credibilidad, pues el 16 de marzo pasado, Rousseff tomó la ‘extraordinaria’ decisión de nombrar a su predecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, como su jefe de gabinete. Ella interpretó esto como una movida astuta. Lula, se pensó, es un operador político sagaz que podía ayudar al presidente a sobrevivir el intento del Congreso para destituirla y tal vez incluso, estabilizar la economía. Sin embargo, sólo unos días antes, Lula había sido detenido brevemente para ser interrogado por orden de Sergio Moro, el juez federal a cargo de la investigación de Petrobras (Lava Jato), por sospechas de que el ex mandatario se habría beneficiado del esquema de sobornos. Los fiscales en el estado de Sao Paulo acusaron a Lula de ocultar su condición de propietario de un condominio frente a la playa. Él niega estos cargos. Al adquirir el rango de ministro del gobierno, Lula tendría inmunidad parcial: sólo el Tribunal Supremo del país [afín al gobierno] podría continuar la investigación. Sin embargo, otro juez suspendió cautelarmente el nombramiento de ministro.

[The Economist] ha sostenido durante mucho tiempo que, o bien el sistema judicial o los votantes, no los políticos que están tratando de impugnarla, deben decidir el destino del presidente. Pero la contratación de Lula parece un intento burdo de frustrar la acción de la justicia, incluso si eso no era su intención, sería su efecto. Este fue el momento en que el presidente optó por los estrechos intereses de su tribu política sobre el estado de derecho. Por lo tanto, ella se ha presentado a sí misma incapaz de continuar  en la presidencia.

Es muy importante cómo sale de Planalto. Las democracias representativas no deben regirse por las protestas y los sondeos de opinión.

Hay tres maneras de eliminar Rousseff que descansan sobre bases más legítimas. La forma más rápida y mejor para que Rousseff salga de Planalto sería que renuncie antes de ser destituida.

Su partida ofrecería al Brasil la oportunidad de un nuevo comienzo. Pero la renuncia del presidente no resolvería por sí misma los problemas de Brasil.

Sacar a Brasil de su desastre, requiere un cambio mayor: el control del gasto público, en particular sobre las pensiones; revisar las leyes fiscales y laborales que destruyen el crecimiento; y la reforma de un sistema político que fomenta la corrupción y debilita a los partidos políticos.

Esto ya no se puede aplazar. Aquellos que cantan “¡Fora Dilma!” en las calles reclamarán la victoria si se le expulsa. Sin embargo, para la victoria del propio Brasil, esto sería sólo el primer paso. Lampadia

 

 




La Caída de Brasil

La Caída de Brasil

The Economist

02 de enero 2016

Traducido y glosado por Lampadia

 

Comentario de Lampadia

El modelo del Presidente Humala de ‘incluir para crecer’, instaurado con soberbia por el Presidente Lula en Brasil se cae a pedazos. Ver en Lampadia: Luces y sombras de la visita de Lula al Perú.

Como bien se dice en economía: ‘No hay lonche gratis’. El modelo brasileño, tan admirado por el gobierno nacionalista y por una de sus creaciones indirectas, ‘Ciudadanos por el Cambio’, de Salomón Lerner (el ex Primer Ministro del gobierno de la inclusión), basado en un asistencialismo desenfrenado, crecimiento del Estado, proteccionismo interno, cooptación de rivales, medios y líderes de opinión, corrupción y mucha soberbia; se acerca a una crisis de proporciones brasileñas. Los amigos y padrinos del Alba y del ‘socialismo del siglo xxi, van hacia una profunda crisis política y económica.

Según Bloomberg, Brasil va a su peor recesión desde 1901 y tendrá dos años seguidos de recesión, algo que no ha tenido desde la del 1930 – 1931.

Las lecciones para el Perú debieran sernos claras para todos los estamentos de nuestra sociedad. Pero lamentablemente, todavía tenemos una serie de agrupaciones políticas que siguen cerrando los ojos a la evidencia, así como a la crisis humanitaria y política de Venezuela.

Hoy día, además de nuestra propia experiencia histórica, tenemos a mano tres descomunales fracasos entre nuestros vecinos: Venezuela, Brasil y Argentina. Ya no tenemos ninguna disculpa para no entender las relaciones causa-efecto de las malas políticas públicas. Una gran oportunidad para la necesaria introspección pre electoral que debemos hacer todos los peruanos.

La Caída de Brasil  

Al inicio de 2016 Brasil debería estar en un estado exuberante de ánimo. En agosto Río de Janeiro será la sede de primeros Juegos Olímpicos de América del Sur, dando a los brasileños la oportunidad de embarcarse en lo que mejor saben hacer: una fiesta realmente espectacular. En lugar de ello, Brasil se enfrenta a un desastre político y económico.

El 16 de diciembre, Fitch fue la segunda de las tres grandes agencias de calificación crediticia en rebajar la deuda brasileña a la categoría de basura. Días después Joaquim Levy, el ministro de Hacienda nombrado para estabilizar las finanzas públicas, renunció después de menos de un año en el puesto (ver en Lampadia: Brasil: Del Cielo al infierno en la vida del PT). Se prevé que la economía se contraerá un 2.5 a 3% en 2016, no mucho menos que en 2015. Incluso Rusia, rica en petróleo y sancionada apunta a hacerlo mejor. Al mismo tiempo, la coalición gobernante ha sido desacreditada por el colosal escándalo de soborno que rodea a Petrobras, la compañía petrolera estatal. Y Rousseff, acusada de ocultar la magnitud del déficit presupuestario, se enfrenta a un juicio político de destitución en el Congreso.

Como la B de los BRICS, Brasil debería estar a la vanguardia de las economías emergentes de rápido crecimiento. En cambio, se enfrenta a la disfunción política y tal vez al regreso a una inflación galopante. Sólo decisiones difíciles pueden poner a Brasil de nuevo en curso. Justo ahora, Rousseff parece no tener el estómago para ello.

El sufrimiento de Brasil, como el de otras economías emergentes, se debe en parte a la caída de los precios mundiales de las materias primas. Pero Rousseff y el Partido de los Trabajadores (PT), las izquierdas brasileñas, han hecho de una mala situación, algo mucho peor. Durante su primer mandato, del 2011-14, Rousseff gastó extravagante e imprudentemente en altas pensiones y deducciones fiscales improductivas para industrias privilegiadas. El déficit fiscal aumentó de 2% del PIB en 2010 al 10% en 2015.

Los administradores de esta crisis no se pueden dar el lujo de esperar tiempos mejores para comenzar las reformas. Con una deuda pública del 70% del PIB y en rápido aumento, la situación, para un país de ingresos medios, es muy preocupante. Debido a sus altas tasas de interés, el costo del servicio de deuda es un aplastante 7% del PIB. El Banco Central no puede utilizar la política monetaria para combatir la inflación, que llega al 10.5%. Por lo tanto, Brasil no tiene más remedio que subir los impuestos y recortar el gasto.

Levy hizo intentó el juego de renovar el edificio mientras apagaba el fuego. Recortó el gasto discrecional en un récord de 70,000 millones de reales (US$ 18 mil millones) el 2015 y se ajustó la elegibilidad para el seguro de desempleo. Pero no fue suficiente. La recesión desbarató los ingresos fiscales. Rousseff solo le dio un apoyo tibio a su ministro de Finanzas y el PT le fue hostil. La oposición, con la intención de derrocar al presidente, no estuvo de humor para cooperar.

A pesar de que era un funcionario de alto nivel de la tesorería durante el desastroso primer mandato de Rousseff, Nelson Barbosa, el nuevo ministro de Finanzas, puede ser capaz de lograr algo más. Él tiene apoyo político dentro del PT. También tiene cierto poder de negociación, ya que Rousseff no puede permitirse el lujo de perder a otro ministro de Finanzas. Una primera prueba será ver si Barbosa puede persuadir a un Congreso recalcitrante, restablecer el impopular impuesto a las transacciones financieras.

Un objetivo central debe ser el de las pensiones. La prestación mínima es igual al salario mínimo, que ha aumentado en casi un 90% en términos reales durante la última década. Típicamente, las mujeres pueden jubilarse a los 50 años, y los hombres dejan de trabajar a los 55, casi una década antes que la media de la OCDE (el club de los países mayormente ricos). El Gobierno de Brasil paga casi el 12% del PIB en  pensiones, una proporción mayor que la de Japón, un país más viejo y más rico.

Si Brasil desea cumplir su promesa, se necesita mucho más. Una típica empresa industrial gasta 2,600 horas al año para cumplir con código de impuestos; el promedio latinoamericano es de 356 días. Las leyes laborales inspiradas en las de Mussolini hacen muy costoso despedir, incluso, a empleados incompetentes. Brasil ha protegido a sus empresas de la competencia internacional. Esa es una razón por la cual, entre 41 países medidos por la OCDE, la productividad de su industria es la cuarta más baja.

Para reformar el régimen laboral y las pensiones, Rousseff debe hacer frente a  problemas que han estado décadas en la agenda. Alrededor del 90% del gasto público está protegido contra los recortes, en parte por la Constitución que en 1988 celebró el fin del régimen militar, consagrando beneficios y protecciones generosas del empleo. Debido a que es tan difícil de reformar, el sector público de Brasil compite con los Estados de Bienestar europeos en tamaño y los supera en ineficiencia. El largo agotamiento de su vitalidad económica, es ahora la causa principal de la crisis fiscal.

Los problemas económicos de Brasil en gráficos:

La superación de estas prácticas tan arraigadas será difícil para cualquier gobierno. En Brasil se hace todo más difícil por un sistema político tonto, que favorece la fragmentación partidaria y la compra de votos y atrae mercenarios políticos que tienen poco compromiso. El umbral de los partido políticos para entrar a la cámara baja del Congreso es bajo; hoy 28 tienen representación, añadiendo a la parálisis legislativa. Los congresistas representan a estados enteros, algunos tan poblados como los países vecinos de América Latina, lo que hace ruinosamente caras las campañas políticas -una de las razones por la cual los políticos han extraído enormes cantidades de dinero de Petrobras.

Por lo tanto, es difícil, a pesar de las ventajas del señor Barbosa, sentirse optimistas sobre las perspectivas de una reforma profunda. Los votantes consideran a los políticos en desacato. La oposición se empeña en el juicio político a Rousseff, una batalla equivocada que podría dominar la agenda política durante meses. El PT no tiene apetito por la austeridad. Para las reformas constitucionales se necesita lograr el apoyo de tres quintos en ambas cámaras del Congreso, una tarea muy difícil.

¿Y si Rousseff no logra el cambio? La mayoría de los préstamos de Brasil son en moneda local, lo que hace poco probable un ‘default’. En vez de ello, el país puede terminar inflando sus deudas. El logro de Brasil ha sido sacar a decenas de millones de personas de la pobreza. La recesión detendrá eso, o incluso comenzará a revertirlo. La esperanza es que Brasil, que ganó duramente estabilidad económica y democrática, no caiga una vez más en una mala administración crónica y la agitación política. Lampadia