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Cambie ministros y abra la economía

Cambie ministros y abra la economía

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Continuando con nuestra misión de difundir las líneas de acción política que deben conducirnos a la prosperidad, en esta ocasión presentamos el reclamo ciudadano para que el gobierno de Castillo cambie su gabinete de ministros y oriente la economía hacia el exterior, promoviendo el comercio internacional y la inversión extranjera.

La encuesta de Datum que presentamos a continuación muestra claramente dichos reclamos, en la misma línea de pensamiento de la anterior que desarrollamos con Ipsos. Ver en Lampadia: Lejos del radicalismo – El ‘Pueblo’ piensa distinto.

Por ahora, la popularidad de Castillo se mantiene en 41%, pero la desaprobación de su gobierno ha aumentado 5% en un mes. Este nivel de popularidad es muy bajo para un gobierno tan reciente, que ya muestra a una población, o al ‘pueblo’, como dice Castillo, muy lejos de su prédica nacionalista, estatista y socialista.

En nuestra opinión, Castillo todavía tiene un cierto ascendiente en la población, pero se le está diciendo que corrija muchas de sus acciones de gobierno, de lo contrario su popularidad y la prosperidad de los peruanos se verán seriamente melladas.

Por ejemplo, en el siguiente cuadro, por sus acciones de gobierno, el 58% de los peruanos considera que no está capacitado para gobernar, con niveles de desaprobación por NSE, que van de 84% en A/B, 63% en C, 53% en D, y 52% en E.

Igualmente, el rechazo de la presencia de Cerrón llega a un 78% de la población, incluyendo un 66% entre los que votaron por él en la segunda vuelta.

Uno de los aspectos más dramáticos de su gobierno es el reclamo para que reemplace a sus ministros, que llega al 79%.

Contrario a la prédica oficial del gobierno, los peruanos consideramos que en los últimos 20 años, nuestras familias han mejorado. En el voto de investidura en el Congreso, Bellido reafirmó esa falseante narrativa de nuestras izquierdas retrógradas: “La Constitución de 1993, en 20 años, no solo no ha solucionado la situación de marginación de las mayorías, sino la ha profundizado… “.

Lo mismo, aunque en menor proporción se considera con respecto al conjunto del país.

Donde claramente, el gobierno está absolutamente desconectado del sentir ciudadano es en cuanto a la apertura al comercio internacional, pues el 73% de la población la considera buena para el país. Este se ve en todas las regiones, en todos los NSE e inclusive (en 80%) entre los que votaron por Castillo en la segunda vuelta.

Igual sucede, aún en mayor proporción, en cuanto a los beneficios de la inversión extranjera para los peruanos, que en un 83%, dice que sí trae beneficios, incluyendo al 81% que votó por Castillo, y por supuesto a todas las regiones y NSEs.

Ver la encuesta de Datum en el siguiente enlace: Estudio de opinión pública – Datum setiembre 2021 – LAMPADIA 

Una vez más, queda muy claro que los peruanos no favorecemos las acciones de gobierno de Castillo. Esperamos que el presidente sepa leer estas indicaciones y corrija el rumbo, por su propio bien y el de todos los peruanos. Lampadia




El ‘Pueblo’ quiere estar más integrado al mundo

El ‘Pueblo’ quiere estar más integrado al mundo

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Un estudio de “Opinión mundial sobre la globalización y el comercio internacional 2021” (Ipsos Global Advisor, en 25 países, por encargo del World Economic Forum), demuestra que los peruanos sí hemos aprendido de nuestra experiencia de los últimos 25 años, en que el comercio internacional, la inversión extranjera y la globalización, nos ayudaron a prosperar, bajando la pobreza, la desigualdad y formando una pujante clase media.

El Perú está a favor de más comercio internacional, más inversión extranjera y más globalización

Contrariando la narrativa política, académica y mediática de todas nuestras izquierdas, y especialmente la del gobierno de Perú Libre, Castillo y Cerrón, los peruanos, que no somos tontos, sabemos que solo podemos progresar creando riqueza, y que ésta no se crea cerrando la economía, sino integrándonos al mundo.

El 87% de nuestra población considera que expandir el comercio internacional es bueno. 

Como veremos en los siguientes cuadros, estos indicadores muestran que, a nivel mundial, somos los que más favorecemos el comercio, la inversión extranjera y la globalización.

No deja de haber un 46% de los peruanos que prefieren más barreras comerciales que limiten la importación de bienes y servicios extranjeros.

En el mundo 75% piensa que la expansión de comercio es buena, pero en el Perú esta consideración llega al 87%.

Veamos la tabla que muestra cómo el Perú destaca a nivel mundial, en comparación con países de todo el mundo, de América Latina, Europa, Asia y Africa.

El Perú es el país más favorable al comercio en el mundo:

El 73% cree que la inversión extranjera es esencial para nuestro desarrollo:

El 63% considera que la globalización es buena para el país:

Sin embargo, estando entre los más favorables a la globalización, en el Perú, desde 2019, este indicador ha disminuido en 17 puntos, mientras el promedio de 23 países lo hizo en 10 puntos.  

Globalmente, un promedio de 37% piensa que debería haber más barreras comerciales para limitar la importación de bienes y servicios extranjeros en su país vs. 27% que está en desacuerdo. En el Perú los datos son de 46% vs. 24%.

Los dos siguientes cuadros muestran el nivel de resistencia a la globalización.

Ver el estudio de IPSOS en el siguiente enlace: https://www.lampadia.com/assets/uploads_documentos/00a72-opinion-mundial-sobre-la-globalizacion-y-el-comercio-internacional-en-2021.pdf.

Estos datos confirman los análisis que hemos producido recientemente en Lampadia para defender la presencia estructural de un pensamiento más moderno entre los peruanos. Veamos:

Los peruanos no queremos un país marxista, leninista, maoista ni mariateguista. Los peruanos sabemos que para prosperar tenemos que ser libres, ser ciudadanos del mundo y que nuestros gobiernos nos dejen trabajar. Lampadia




Promesas electorales podrían perjudicar la recuperación de la economía

Promesas electorales podrían perjudicar la recuperación de la economía

ComexPerú
Febrero 18, 2021

Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), la producción nacional creció en diciembre apenas un 0.5%, tras haber registrado resultados negativos durante nueve meses consecutivos. Esto ocasionó que la economía peruana acumulara un retroceso del 11.1% el año pasado, una caída mayor a la esperada para la región, que según el Fondo Monetario Internacional (FMI) sería del 7.4%. De esta manera, nuestro país se posicionó como uno de los más afectados en América Latina tras contraerse más que México (-8.5%), Colombia (-6.8%), Chile (-6%) y Brasil (-4.4%).

En particular, el desempeño peruano se explicó por la severidad de las restricciones implementadas para la contención de la COVID-19, las cuales también sobresalieron en la región (ver Semanario 1052). Esto afectó a sectores importantes para el país, como el de minería e hidrocarburos, que al tercer trimestre del año pasado contribuyó con el 12.6% del PBI nacional, según cifras del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), pero acumuló una contracción del 13.6% con respecto a 2019, explicada por la paralización de actividades, aunque también por la menor disponibilidad de fuerza laboral por contagios o restricciones de movilización, según el INEI. Por su parte, la manufactura y el comercio decrecieron un 13.4% y un 11.8%, con lo que acumulan una participación del 11.8% y el 10.1%, respectivamente, que se explica por la menor demanda interna debido a los perjuicios de la crisis económica.

AMENAZANDO LA RECUPERACIÓN

Desafortunadamente, si bien la influencia de la pandemia en los sectores económicos comenzará a disiparse conforme se restablezcan las actividades y progrese el proceso de vacunación, asegurar el crecimiento estimado en enero por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) para este año del 10% dependerá de la calidad de las políticas por implementarse. Por ello, resultan preocupantes ciertas propuestas electorales que, contrariamente a sus promesas, únicamente perjudicarían el desarrollo. En particular, tanto el BCRP como el MEF enfatizan en el riesgo que supone una mayor inestabilidad política y la necesidad de mayor inversión privada, pues esta representó un 14.7% del PBI el año pasado, en contraste con la pública, que apenas ascendió al 4.2%, según estimaciones del BCRP.

No obstante, la propuesta de cambiar la Constitución ha sido planteada por varios candidatos a la presidencia, apelando a que ello permitirá incrementar el desarrollo, entre otros aspectos. Lamentablemente, varios de los cambios que se aspira a realizar omiten sus consecuencias, pues la carta magna determina las normas del país y la falta de consistencia de estas amenaza la confianza de los inversionistas privados. Peor aún, inclusive algunos planes de Gobierno recogen propuestas que con certeza atentarían contra ella, como la eliminación de contratos ley que en la práctica operan como garantías de que el Estado no modificará de manera arbitraria los acuerdos establecidos, lo cual también fue propuesto recientemente por el actual Congreso (ver Semanario 1058).

Otra de las propuestas que genera mucha preocupación es la de establecer restricciones al comercio internacional en busca de favorecer a determinados sectores. En particular, el proteccionismo en nuestro país ha demostrado ser inservible, como se aprecia en la industria de calzados que desde hace más de 25 años goza de impuestos a las importaciones provenientes de China, el principal país de origen de dichos productos, y, a pesar de ello, el valor de la producción nacional se mantuvo prácticamente constante entre 2007 y 2018 (ver Semanario 1045), con excepción de la contracción de los dos últimos años, según el INEI. Asimismo, también se considera extender las medidas de protección a sectores como el agrícola o el textil, cuando en realidad estas únicamente se encuentran permitidas por la Organización Mundial del Comercio en caso se determine al menos una amenaza de daño sustancial a las industrias, pero para el primero se registran intenciones de favorecerlo desde hace varios años (ver Semanario 1054) y el segundo no es ajeno a investigaciones para imponer medidas de protección comercial (ver Semanario 1059), ambas sin sustento técnico alguno. 

Inclusive, algunos partidos políticos proponen revisar y modificar todos los tratados de libre comercio de acuerdo con los intereses nacionales para el término de sus mandatos. Ello omitiría que estos se caracterizan por resultar de una negociación entre países o agrupaciones de estos, donde se busca favorecer el desarrollo del comercio de los bienes con mayor potencial de desarrollo en los nuevos socios comerciales y que, además, han permitido un desarrollo considerable de nuestras exportaciones durante la última década, las cuales pasaron de los US$ 35,849 millones a US$ 46,446 millones entre 2010 y 2019, un crecimiento del 29.6% durante dicho periodo. Además, estos beneficios contribuyeron también al progreso de las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) que incrementaron sus exportaciones en un 14.8%, 14.1% y 42.5% durante el mismo periodo, un desempeño considerable que, si bien podría mejorarse mediante políticas que faciliten el acceso al comercio internacional y cuyo dinamismo resultó perjudicado el año pasado por la presente pandemia, facilitaron su crecimiento y una mayor generación de empleo.

Evidentemente, ningún plan de gobierno será perfecto, pero no por ello deben omitir un análisis técnico en las propuestas que incluyen, sobre todo en un contexto que requiere una gestión ejemplar para recuperarnos de una de las crisis más severas de los últimos años. Por ello, desde ComexPerú, reiteramos nuestra preocupación por la insistencia en políticas que ya han demostrado en el pasado perjudicar el desarrollo de la economía y, con ello, el progreso de la sociedad.




Volvamos a la cooperación internacional

Volvamos a la cooperación internacional

A continuación compartimos un reciente llamado de parte de importantes líderes de la UE y de las Naciones Unidas – publicado por Project Syndicate – que aboga por retomar con fuerza la cooperación internacional, tan venida a menos en los últimos tiempos pero muy necesaria en un mundo que ha sido azotado terriblemente por la pandemia.

Es importante recoger estas reflexiones porque ponen luces sobre muchos de los problemas que aún subsisten en la misma pandemia como es la falta de equipamiento médico, tratamientos eficaces a la enfermedad y sobretodo, vacunas.

En este ultimo punto, por ejemplo, los países de altos ingresos, como era de esperar, han acaparado un mayor volumen de compras, dejando rezagado a buena parte del mundo pobre. Ello ha generado que el coronavirus siga experimentando mutaciones en los lugares en donde no había penetrado con anterioridad, como en el caso de Sudáfrica. Las nuevas cepas en muchos casos resultan más contagiosas y letales, lo cual ha terminado por desbordar toda la capacidad sanitaria, como sucede por ejemplo con la segunda ola de nuestro país.

Si queremos pues generar un verdadero derrotero hacia el coronavirus debemos canalizar la mayor parte de la ayuda internacional hacia los países que por sus bajas posibilidades aun no han cerrado contratos con vacunas. Al respecto, COVAX es una buena iniciativa, pero insuficiente.

Otro punto importante que toca el llamado es el del comercio internacional, que está muy afectado y es el mejor camino para el crecimiento de los países más chicos. Si se pudiera coordinar una estrategia conjunta para profundizar los lazos comerciales de los países en las alianzas internacionales, se podría lograr un impulso interesante.

Todos estos puntos y otros mencionados por el presente llamado solo podrían ser implementados si es que se fortalecen las organizaciones multilaterales en torno a los temas relacionados a ellos – como la OMS y la OMC – así como aquellas dedicadas al financiamiento como el FMI y el Banco Mundial.

Es necesario que los países retomen la agenda del multilateralismo y no desesperen en un mundo que tal vez no será el mismo que antes de la pandemia, pero si nos preparamos, podremos enfrentarlo como hemos hecho con las grandes crisis históricas de la humanidad. Lampadia

Cooperación multilateral para la recuperación global

Emmanuel MacronAngela MerkelMacky SallAntónio GuterresCharles Michel & Ursula Von Der Leyen
P
roject Syndicate
3 de febrero, 2021
Traducida y comentada por Lampadia

No debemos tener miedo de que un mundo post-pandémico no será el mismo que el statu quo anterior. Debemos acogerlo y utilizar todos los foros apropiados y las oportunidades disponibles para hacer de él un mundo mejor promoviendo la causa de la cooperación internacional.

En septiembre de 2000, 189 países firmaron la “Declaración del Milenio”, que dio forma a los principios de la cooperación internacional para una nueva era de progreso hacia metas comunes. Al salir de la Guerra Fría, confiábamos en nuestra capacidad para construir un orden multilateral capaz de abordar los grandes desafíos del momento: el hambre y la pobreza extrema, la degradación ambiental, las enfermedades, los shocks económicos y la prevención de conflictos. En septiembre de 2015, todos los países se comprometieron nuevamente con una ambiciosa agenda para abordar juntos los desafíos globales: la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible.

Nuestro mundo ha experimentado tendencias divergentes, lo que ha llevado a una mayor prosperidad a nivel mundial, mientras que las desigualdades permanecen o aumentan [dentro de los países más desarrollados]. Las democracias se han expandido al mismo tiempo que el nacionalismo y el proteccionismo han experimentado un resurgimiento. En las últimas décadas, dos grandes crisis han perturbado nuestras sociedades y debilitado nuestros marcos de políticas comunes, poniendo en duda nuestra capacidad para superar las conmociones, abordar sus causas fundamentales y asegurar un futuro mejor para las generaciones venideras. También nos han recordado lo interdependientes que somos.

Las crisis más graves exigen las decisiones más ambiciosas para dar forma al futuro. Creemos que esta puede ser una oportunidad para reconstruir el consenso para un orden internacional basado en el multilateralismo y el estado de derecho a través de la cooperación, la solidaridad y la coordinación eficientes. Con este espíritu, estamos decididos a trabajar juntos, con y dentro de las Naciones Unidas, organizaciones regionales, foros internacionales como el G7 y el G20, y coaliciones ad hoc para abordar los desafíos globales que enfrentamos ahora y en el futuro.

La salud es la primera emergencia. La crisis del COVID-19 es la mayor prueba de solidaridad global en generaciones. Nos ha recordado un hecho obvio: ante una pandemia, nuestra cadena de seguridad sanitaria es tan fuerte como el sistema de salud más débil. COVID-19 en cualquier lugar es una amenaza para las personas y las economías de todo el mundo.

La pandemia exige una fuerte respuesta internacional coordinada que amplíe rápidamente el acceso a pruebas, tratamientos y vacunas, reconociendo la inmunización extensiva como un bien público global que debe estar disponible y asequible para todos. En este sentido, apoyamos plenamente la plataforma global única Access to COVID-19 Tools (ACT) Accelerator, lanzada por la Organización Mundial de la Salud y los socios del G20 en abril.

Para cumplir su misión, ACT-Accelerator necesita con urgencia un apoyo político y financiero más amplio. También promovemos el libre flujo de datos entre socios y la licencia voluntaria de propiedad intelectual. A más largo plazo, también necesitamos una evaluación independiente y exhaustiva de nuestra respuesta para extraer todas las lecciones de esta pandemia y prepararnos mejor para la próxima. La OMS tiene un papel central que desempeñar en este proceso.

La emergencia también es ambiental. Antes de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) en Glasgow en noviembre, debemos intensificar nuestros esfuerzos para abordar el cambio climático y hacer que nuestras economías sean más sostenibles. A principios de 2021, es probable que los países que representan más del 65% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero hayan asumido compromisos ambiciosos con la neutralidad de carbono. Todos los gobiernos nacionales, empresas, ciudades e instituciones financieras deberían unirse ahora a la coalición global para reducir las emisiones de CO2 a cero según el acuerdo climático de París y comenzar a implementar planes y políticas concretas.

La pandemia ha provocado la peor crisis económica del mundo desde la Segunda Guerra Mundial. La recuperación de una economía mundial fuerte y estable es una prioridad fundamental. De hecho, la crisis actual amenaza con deshacer el progreso que hemos logrado durante dos décadas en la lucha contra la pobreza y la desigualdad de género. Las desigualdades amenazan nuestras democracias al socavar la cohesión social.

Sin duda, la globalización y la cooperación internacional han ayudado a miles de millones de personas a salir de la pobreza; pero casi la mitad de la población mundial todavía lucha por satisfacer sus necesidades básicas. Y dentro de muchos países, la brecha entre ricos y pobres se ha vuelto insostenible, las mujeres aún no disfrutan de las mismas oportunidades y muchas personas necesitan que se les alivie sobre los beneficios de la globalización.

Mientras ayudamos a nuestras economías a superar la peor recesión desde 1945, nuestra principal prioridad sigue siendo garantizar el libre comercio basado en reglas como un motor importante de crecimiento inclusivo y sostenible. Por lo tanto, debemos fortalecer la Organización Mundial del Comercio y utilizar plenamente el potencial del comercio internacional para nuestra recuperación económica. Al mismo tiempo, la protección del medio ambiente y la salud, así como las normas sociales, deben situarse en el centro de nuestros modelos económicos, garantizando al mismo tiempo las condiciones necesarias para la innovación.

Necesitamos asegurarnos de que la recuperación mundial llegue a todos. Eso significa intensificar nuestro apoyo a los países en desarrollo, particularmente en África, construyendo y yendo más allá de las asociaciones existentes, como el Pacto del G20 con África y su esfuerzo conjunto con el Club de París dentro de la Debt Service Suspension Initiative. Es fundamental seguir apoyando a esos países en la reducción de la carga de la deuda y garantizar una financiación sostenible para sus economías, utilizando todo el alcance de los instrumentos financieros internacionales, como el activo de reserva del Fondo Monetario Internacional, los derechos especiales de giro (DEG).

El auge de las nuevas tecnologías ha sido un gran activo para el progreso y la inclusión, contribuyendo a la apertura y resiliencia de sociedades, economías y estados, al tiempo que ha salvado vidas durante la pandemia. Sin embargo, casi la mitad de la población mundial, y más de la mitad de las mujeres y niñas del mundo, permanecen desconectadas y no pueden acceder a sus beneficios.

Además, el considerable poder de las nuevas tecnologías puede utilizarse indebidamente para limitar los derechos y libertades de los ciudadanos, propagar el odio o cometer delitos graves. Necesitamos aprovechar las iniciativas existentes e involucrar a las partes interesadas relevantes en la regulación efectiva de Internet con el fin de crear un entorno digital seguro, libre y abierto, donde el flujo de datos en un entorno confiable esté garantizado. Los beneficios deben recaer especialmente en los más desfavorecidos, incluso abordando los desafíos fiscales de la digitalización de la economía y combatiendo la competencia fiscal nociva. Principio del formulario

Finalmente, la crisis de salud interrumpió la educación de millones de niños y estudiantes. Debemos mantener la promesa de brindar educación para todos y equipar a la próxima generación con el conocimiento de las habilidades básicas y la ciencia, así como con el conocimiento de las diferentes culturas, la tolerancia y aceptación del pluralismo y el respeto por la libertad de conciencia. Los niños y los jóvenes son nuestro futuro y su educación es clave.Final del formulario

Para hacer frente a estos desafíos, el multilateralismo no es una técnica diplomática más. Da forma a un orden mundial y es una forma muy específica de organizar las relaciones internacionales basadas en la cooperación, el estado de derecho, la acción colectiva y principios compartidos. En lugar de enfrentar civilizaciones y valores entre sí, debemos construir un multilateralismo más inclusivo, respetando nuestras diferencias tanto como nuestros valores comunes consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos.

El mundo después de COVID-19 no volverá a ser el mismo. Aprovechemos los diferentes foros y oportunidades, como el Foro de la Paz de París, para trabajar para abordar estos desafíos con una visión clara. Invitamos a líderes políticos, económicos, religiosos y de pensamiento a contribuir a esta conversación global.

En el Foro de la Paz de París el 12 de noviembre del año pasado, el presidente francés Emmanuel Macron y otros líderes mundiales lanzaron una discusión global sobre la creación de un nuevo consenso para el mundo posterior al COVID-19. Esta discusión continúa a través de un debate en curso publicado por Project Syndicate y sus periódicos miembros en todo el mundo. Lampadia




EEUU debe acomodarse a una nueva realidad

EEUU debe acomodarse a una nueva realidad

Recientemente Kishore Mahbubani, el popular ex embajador de Singapur y líder intelectual del cual hemos escrito en innumerables ocasiones por su acertada visión del acontecer asiático (ver Lampadia: El comportamiento de China y EEUU, La divergencia del nuevo orden global), ha dado sus reflexiones de los retos que encarará la administración Biden en torno a la geopolítica global y la enturbiada relación de EEUU con China (ver entrevista en la revista Project Syndicate líneas abajo).

La visión pues de Mahbubani se mantiene firme a cómo se ha venido expresando en los últimos años sobre la necesidad de que EEUU reaccione, de cuenta del probable paso de la economía china como primera potencia mundial y que, en vez de intentar estropear su desarrollo – como ha venido haciendo Trump con constantes embates arancelarios y vetos tecnológicos – busque aprovecharlo con el fin de mejorar las condiciones de vida de sus conciudadanos.

Ya hemos comentado de que este empecinamiento de Trump estuvo sustentado en su errónea idea de que las importaciones son malas y las exportaciones son buenas, algo que no tiene cabida con la evidencia acerca de los verdaderos beneficios que otorga el comercio internacional (ver Lampadia: El bumeran económico de Trump). Ambas caras de la moneda mejoran el bienestar local y extranjero a través de la especialización de los países, tanto por el lado de las importaciones con el abaratamiento de costos de los bienes de consumo como por el lado de las exportaciones con la generación de divisas y de empleo adecuado.

Mahbubani comenta además que EEUU debe retomar con vigor su inserción al multilateralismo, pero consideramos que también ello debe pasar por acoger sus relaciones con UE, tan despreciadas en la administración Trump, lo cual fortalecería el bloque occidental de cara a la defensa mundial de las democracia liberales, tan venidas a menos en los últimos años con los fantasmas nacionalistas y populistas que han asolado buena parte de Europa.

En suma, Biden tiene la oportunidad de acometer esa gran convergencia entre occidente y oriente de la cual tanto aboga Mahbubani y que consideramos es necesaria para encarar los retos que trascenderán a la presente pandemia, como el calentamiento global y la preservación de la paz global. Esperemos que el mandatario y sus asesores tengan la suficiente pericia para acoger las recomendaciones de los intelectuales que convienen con estas ideas, de las cuales Mahbubani probablemente sea el mayor exponente.

Recomendamos seriamente la lectura de la siguiente entrevista. Lampadia

Kishore Mahbubani dice más…

Project Syndicate
24 de noviembre, 2020
Traducida y comentada por
Lampadia

Esta semana en Say More, Project Syndicate habla con Kishore Mahbubani, un distinguido miembro del Instituto de Investigación de Asia de la Universidad Nacional de Singapur.

Project Syndicate: Usted ha advertido que “el orden internacional se ha quedado peligrosamente a la zaga de las cambiantes dinámicas de poder global”. ¿Mejorará la administración del presidente electo de EEUU, Joe Biden, las perspectivas de reforma?

Kishore Mahbubani: Lamentablemente, la respuesta es no. La combinación de pereza intelectual e inercia política ha alimentado la creencia en Washington, DC, de que las instituciones multilaterales más débiles son mejores para los intereses nacionales de EEUU. Pero, si bien esa lógica puede haber tenido algún mérito en un mundo unipolar, no se adapta al mundo multipolar en el que vivimos. Como dijo Bill Clinton en 2003, EEUU debería estar intentando crear el tipo de mundo en el que le gustaría vivir cuando “ya no sea la superpotencia militar, política y económica”.

La propensión de EEUU a restringir las instituciones multilaterales se remonta a décadas, tal vez hasta la presidencia de Ronald Reagan. Por ejemplo, EEUU ha luchado durante mucho tiempo para reducir sus contribuciones a las Naciones Unidas, e incluso ha retenido pagos, a pesar de que el dinero ahorrado es una gota en el cubo del presupuesto estadounidense.

Si la administración Biden está verdaderamente comprometida con el multilateralismo y, más fundamentalmente, con ser un buen ciudadano global, debería pagar de inmediato todos los atrasos estadounidenses. Esto enviaría un mensaje poderoso, abriendo el camino para un replanteamiento más amplio del orden multilateral del siglo XX y lo haría adecuado para su propósito en el siglo XXI (liderado por Asia).

PS: En enero de 2019, usted notó que gran parte del 50% más pobre de los asalariados confiaba en el presidente Donald Trump. Por lo tanto, los oponentes de Trump enfrentaron una opción: “sentirse bien al condenar a Trump” o “hacer el bien atacando los intereses de la élite que contribuyeron a su elección”. Biden se apegó al primer camino. Pero al postularse en gran medida sobre la plataforma de que no era Trump, entrará en la Casa Blanca con EEUU tan polarizado políticamente como siempre. ¿Hay lecciones en la construcción de confianza e instituciones ampliamente creíbles que la administración Biden debería aprender del este de Asia?

KM: La primera lección que la administración Biden debería aprender del este de Asia comienza con una mirada a la distribución relativa del ingreso.

  • Los datos más recientes para Japón (2012) muestran que el 12.3% del ingreso total del país va al 1% superior de los asalariados, mientras que el 19.6% del total va al 50% inferior.
  • En Corea del Sur, las últimas cifras comparables (2015) son 14% y 19.3%.
  • En los EEUU, las cifras se invierten: el 1% superior reclama el 18.7% de los ingresos totales y el 50% inferior obtiene solo el 13.5% (a partir de 2019).

La explicación simple de este desequilibrio es que EEUU se ha convertido en una plutocracia, en la que los súper ricos se han apoderado del sistema político para promover sus propios intereses.

Esto ha contribuido significativamente a la desesperación y frustración que han envuelto a la clase trabajadora blanca, alimentando el apoyo al supuestamente “anti-sistema” Trump. Pero, lejos de romper el control de las élites económicas sobre el gobierno, las acciones de Trump, desde la contratación de expertos de la industria para dirigir agencias reguladoras hasta la reducción de impuestos para los estadounidenses más ricos, refuerzan la plutocracia.

Si Biden quiere construir el tipo de confianza pública e instituciones creíbles que se ven en el este de Asia, deberá rechazar la plutocracia de manera inequívoca. Esto significa, ante todo, introducir nuevas y estrictas regulaciones sobre el dinero en la política. Aquí, Australia también ofrece un modelo que vale la pena emular.

PS: Quizás el único asunto en el que los demócratas y republicanos estadounidenses están de acuerdo es que el ascenso de China representa una amenaza para los intereses estadounidenses, una visión simplista y peligrosa que usted condenó en 2018. Si bien es de suponer que Biden actuará con menos crudeza e impetuosidad que Trump, ¿cree usted que esto realmente dejará a China en una mejor situación? ¿O imagina a Biden adoptando un enfoque más metódico, posiblemente con el apoyo de aliados que alguna vez estuvieron alienados, para “contener” a China?

KM: Sobre China, Biden tiene las manos atadas. Dado el abrumador consenso bipartidista, parecer débil con China sería un suicidio político. Biden es muy consciente de esto: llamó al presidente chino Xi Jinping un “matón” durante la campaña electoral, precisamente para disipar cualquier duda sobre su voluntad de adoptar una línea dura.

Sin embargo, como me señaló una vez el exsecretario de Estado estadounidense Henry Kissinger, EEUU carece de una estrategia real para tratar con China. Si Biden es realmente astuto, ideará una que promueva los intereses estadounidenses fundamentales (como proteger las empresas estadounidenses en China) y permita la cooperación en desafíos compartidos, como la crisis del COVID-19. Si Winston Churchill pudiera cooperar con Josef Stalin para luchar contra Adolf Hitler, EEUU ciertamente puede lograr trabajar con China para poner fin a una pandemia.

Al mismo tiempo, Biden debería reconocer que China todavía representa enormes oportunidades económicas para EEUU. Los agricultores estadounidenses se han visto gravemente afectados por las imprudentes guerras comerciales de Trump. Estarían mucho mejor si Biden redujera gradualmente las sanciones comerciales a China y mejorara el acceso de los agricultores estadounidenses a los mercados chinos. Más allá de los beneficios económicos, esto ayudaría a erosionar la base de Trump, mejorando las perspectivas electorales de los demócratas en los próximos años.

PS: En el lado chino, ¿hasta qué punto los políticos han captado la intensidad del cambio en la opinión pública y de la élite de EEUU y han reconsiderado sus “políticas tranquilas y racionales hacia EEUU”? ¿Cómo podrían cambiar sus cálculos bajo la administración de Biden y cómo deberían cambiar?

KM: China tiene una gran ventaja estratégica: siempre juega a largo plazo. Como señala Kissinger en su libro de 2011 On China, los chinos juegan Wei Qi, no ajedrez. Y, como él dice, “Wei Qi se trata de la campaña prolongada”. Entonces, mientras EEUU se tambalea de una administración a otra, China ha estado ejecutando silenciosamente sus maniobras planificadas desde hace mucho tiempo, fortaleciendo su posición de manera gradual y constante.

Los líderes de China son lo suficientemente astutos como para reconocer que si Biden restaura la reputación de EEUU como un aliado confiable, un grupo formidable de países podría unirse a EEUU para enfrentar a China. Dado esto, los líderes de China deberían trabajar duro para establecer relaciones constructivas y de beneficio mutuo con la administración Biden, permaneciendo todo el tiempo “tranquilos y racionales”.

PS: ¿En su libro reciente, “Has China Won? The Chinese Challenge to American Primacy”, observa que cuando sirvió en el Servicio Exterior de Singapur, aprendió una “gran lección” de los tres excepcionales maestros geopolíticos de Singapur (Lee Kuan Yew, Goh Keng Swee y S. Rajaratnam): el primer paso para formular una estrategia a largo plazo es formular las preguntas adecuadas. Mientras los estrategas estadounidenses intentan desarrollar “nuevos marcos analíticos para capturar la esencia de la competencia con China”, ¿qué preguntas deben responder primero?

KM: En Has China Won deletreo diez preguntas importantes, todas las cuales la administración Biden debería considerar. Aquí hay otro gran problema: ¿Qué sucede si la economía de China supera a la de EEUU en la próxima década o dos?

Para muchos en Washington, DC, este escenario es impensable. Pero la verdad es que es completamente posible. También es posible que EEUU siga siendo el país más influyente del mundo, incluso si se convierte en la potencia económica número dos. George Kennan, el maestro estratega que dio forma a la política estadounidense hacia la Unión Soviética durante la Guerra Fría, explicó cómo en 1947: EEUU crea “entre los pueblos del mundo en general” la impresión de que tiene éxito a nivel nacional y disfruta de una “vitalidad espiritual”. “

Si estuviera vivo hoy, Kennan desaprobaría sinceramente la creencia de los estrategas estadounidenses de que la primacía global del país es más importante que los intereses de su gente. También se opondría enérgicamente al crecimiento incesante del gasto en defensa. Después de todo, Kennan seguramente reconocería que el resultado de la contienda geopolítica entre EEUU y China no estará determinado por balas y bombas, sino por la relativa “vitalidad espiritual” de los dos países. Es por eso que la administración Biden debería cambiar el enfoque de EEUU de mantener la primacía global a mejorar el bienestar humano.

PS: En mayo, usted dijo que Hong Kong se había convertido en un “peón” en el partido de ajedrez geopolítico entre EEUU y China. ¿Los movimientos decisivos de China para afirmar el control del continente allí le han dado una ventaja en el juego? ¿Dónde deja eso a la gente de Hong Kong?

KM: La sabiduría convencional es que Hong Kong sufrirá enormemente como resultado de un mayor control del gobierno central. Pero es igualmente probable que el aumento de la estabilidad deje a la gente de Hong Kong en una mejor situación, especialmente si el gobierno de la ciudad finalmente puede superar los intereses creados y ampliar significativamente su programa de vivienda pública. Esto contribuiría en gran medida a abordar una fuente importante de ira popular en Hong Kong.

PS: ¿Qué consejo le daría a los líderes de otros territorios y países que probablemente quedarán atrapados en el fuego cruzado de la rivalidad chino-estadounidense?

KM: No cometa el mismo error que Australia. En las culturas asiáticas, incluida la de China, es importante salvar las apariencias. Cuando Australia pidió públicamente una investigación internacional sobre el manejo de China de la crisis del COVID-19, puso a China en un aprieto. Con tantos ojos en el enfrentamiento, China no puede parpadear, o correrá el riesgo de más enfrentamientos con más países. Por lo tanto, todo lo que Australia obtendrá de su iniciativa es una guerra lenta y dolorosa de desgaste económico.

Afortunadamente, la mayoría de los países han dejado claro que no quieren tomar partido en la rivalidad entre EEUU y China. Ni EEUU ni China deberían intentar obligarlos a hacerlo.

PS: Usted señala en Has China Won su diversa gama de conexiones culturales que se extienden por Asia. Pero su descripción de esos vínculos revela un interés activo en buscarlos, por ejemplo, a través de las raíces árabe-persas de su nombre. ¿Cómo, en todo caso, influyó esta inclinación en su década de servicio como embajador ante la ONU, y qué nos dice sobre los límites conceptuales del estado-nación?

KM: Esta conexión cultural me convierte en un optimista entusiasta. Creo que, con el tiempo, veremos desafíos compartidos como el calentamiento global y la pandemia del COVID-19, y reconoceremos que pertenecemos a una humanidad común. Los estados-nación se han convertido en pequeñas cabañas en un barco global más grande. Tener la cabina más lujosa no significa nada si el barco se hunde. Lampadia




Cómo seguir reduciendo pobreza

Cómo seguir reduciendo pobreza

Como ya hemos comentado en anteriores oportunidades (ver Lampadia: La globalización sigue perdiendo fuerza, ¿Cadenas de suministro globales dañadas?) la desglobalización, un proceso que ya venía escalando desde la crisis financiera del 2008 y la guerra comercial EEUU-China, se ha exacerbado con la pandemia, llevándola probablemente a un punto de no retorno por lo menos en las próximas décadas.

Ello guarda fuertes implicancia para nuestro país, al ser el Perú altamente dependiente del comercio internacional para su desarrollo, por lo que siempre hemos recomendado qué políticas podrían acometerse para paliar esta suerte de implosión global – como la hemos denominado, haciendo referencia a cómo los países han empezado a mirarse a sí mismos, escudriñando motores de crecimiento internos y viendo con cierta animosidad el exterior.

Nuestra visión, por el contrario, nunca ha sido esta y más bien ha ido en la línea de la profundización de nuestra apertura comercial al mundo, pues consideramos que no solo no puede despreciarse el enorme mercado de consumo exterior – que además siempre está presto a explorarse conforme cambian las condiciones económicas internacionales – sino porque también ha sido uno de los principales impulsores de nuestra caída sostenida de la pobreza en las últimas 2 décadas (ver Lampadia: Las Cifras de la Prosperidad).

Consciente de que los mercados abiertos son críticos para la reducción de pobreza en países en desarrollo como el nuestro, la economista Pinelopi Koujianou de la Universidad de Yale ha publicado recientemente un artículo en la revista Project Syndicate, en donde propone medidas económicas exploratorias para no depender tanto del mundo desarrollado. Empero, consideramos que el enfoque es en parte inadecuado por los siguientes puntos:

  • En primer lugar, se propone desarrollar sinergias comerciales con países similares al Perú en nuestra región. Creemos que si bien hay espacio para esto, pues aún hay un gran porcentaje de importaciones que aún no están sujetas a algún acuerdo comercial entre países de ALC (ver  Lampadia: La globalización va a paso lento), no se puede prescindir del mundo desarrollado, pues nuestro potencial sigue estando allí – EEUU y Europa abarcan el 36% de nuestras exportaciones totales (Fuente: MINCETUR 2019). Y por supuesto tampoco dejar de negociar con China, nuestro principal socio comercial – concentra el 28% del total exportado – peor aún si sabemos que es el país, cuya demanda está sosteniendo los precios de los commodities en los últimos meses de la pandemia, impulsando así nuestras exportaciones mineras.
  • En segundo lugar, también propone una mayor redistribución de recursos desde los sectores de altos ingresos hacia la clase media, de manera que se haga más equitativo el crecimiento. En este respecto, no estamos de acuerdo ya que esta política ha terminado más en palabras que hechos en nuestra región. Ello porque presupone ex-ante que la imposición de impuestos a la riqueza no afectará la producción, además que el estado distribuirá eficientemente los recursos entre sus beneficiarios. Además, en el Perú los impuestos están concentrados en pocos contribuyentes formales, que incluso puede considerarse que sobrellevan una carga tributaria excesiva. Como hemos mostrado en Lampadia: ¿Más impuestos a los ricos?, los países de nuestra región carecen de la institucionalidad necesaria para realizar estas redistribuciones de manera inteligente, pues el impacto de políticas relacionadas apenas y han movido los índices Gini que miden la desigualdad (ver gráfico líneas abajo). Y hacer una comparación entre Noruega y México tampoco ayuda al argumento pues el primero empezó a redistribuir cuando ya había alcanzado altos niveles de desarrollo y grado institucional, cosa que nunca sucedió con México.
  • En el caso del Perú, los mercados para nuestras exportaciones de minerales y frutas y hortalizas, están en buenas condiciones para continuar promoviéndolas. Por el lado del sector externo, lo que tenemos que recuperar es el turismo, que todavía está paralizado.

Fuente: Macroconsult

En tal sentido, debemos insistir que los golpes de la desglobalización deben ser contrarrestados con mayor liberalización de nuestros mercados, que consentirá la atracción de flujos de capitales extranjero, generando finalmente mayor crecimiento y reducción de la pobreza. Lampadia

Cómo la reducción de la pobreza puede sobrevivir a la desglobalización

Pinelopi Koujianou Goldberg
Project Syndicate
17 de septiembre, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

Al reducir drásticamente el comercio internacional, la pandemia del COVID-19 ha acelerado una tendencia que ya estaba en marcha. Ahora es más importante que nunca para los países en desarrollo buscar alternativas al crecimiento impulsado por las exportaciones.

NEW HAVEN – La pandemia de COVID-19 parece haber reducido la globalización de formas que la actual administración estadounidense difícilmente podría haber soñado ni siquiera hace un año. Pero, visto en un contexto más amplio, la retirada de este año de la globalización es simplemente el capítulo más reciente de un proceso en curso que ha dejado al mundo en desarrollo cada vez más pesimista acerca de perseguir el crecimiento impulsado por las exportaciones como una vía para salir de la pobreza.

Antes de la llegada de COVID-19, las últimas estimaciones del Banco Mundial mostraban que la proporción de la población mundial que vivía en la pobreza extrema (menos de 1.90 dólares al día en dólares de 2011) había disminuido del 36% en 1990 al 10% en 2015. Pero desde entonces la pandemia ha amenazado con revertir parte de este progreso; e incluso sin la crisis actual, la pobreza habría seguido siendo un desafío importante en muchas partes del mundo, especialmente en el África subsahariana.

Las economías avanzadas, en particular EEUU y el Reino Unido, se han vuelto cada vez más hacia adentro, restringiendo el comercio, socavando el multilateralismo y cerrando sus fronteras a los inmigrantes. Y es extremadamente improbable que estas tendencias se reviertan pronto.

No obstante, incluso si el comercio mundial ya no es el motor principal del crecimiento, los países en desarrollo tienen a su disposición otros medios para reducir la pobreza. Una opción es promover la integración regional, profundizando los lazos transfronterizos con países vecinos en una etapa similar de desarrollo. Aunque las asociaciones regionales no pueden proporcionar el mismo poder adquisitivo que los mercados de altos ingresos en el pasado, aún pueden formar un mercado lo suficientemente grande como para lograr economías de escala. Como fue el caso de la primera Comunidad Económica Europea (la precursora de la Unión Europea), las similitudes económicas de los países en desarrollo pueden transformarse de un impedimento a una ventaja.

Pero la integración regional requerirá un cambio de mentalidad. Los países en desarrollo deben mostrar una mayor disposición a colaborar con vecinos a los que tradicionalmente han visto como competidores. Tendrán que invertir en infraestructura para vincular los mercados tanto dentro como entre países. Y necesitarán desarrollar nuevas instituciones y acuerdos comerciales para mantener un sistema estable.

Otra opción para los países en desarrollo es centrarse más en sus propios mercados internos para compensar la pérdida de la demanda internacional. Este enfoque llega más fácilmente a países con grandes poblaciones. India, por ejemplo, ciertamente podría impulsar un crecimiento más fuerte dentro de sus propias fronteras, siempre que adopte las políticas adecuadas. Tal modelo aún dependería en gran medida del comercio, pero sería comercio entre regiones dentro de la India y no con el resto del mundo.

Sin duda, en un país donde la mayoría de la gente vive a nivel de subsistencia, una gran población no genera automáticamente una demanda suficiente para que el crecimiento despegue. Pero para los países que tienen una clase media considerable con suficiente poder adquisitivo para comprar bienes industriales o servicios comerciables producidos en el país, existe una amplia oportunidad para estimular el crecimiento y la reducción sostenible de la pobreza.

Sin embargo, los países menos poblados tienden a no tener mercados internos lo suficientemente grandes para respaldar el crecimiento en ausencia de comercio exterior. Especialmente en su caso, es más importante que nunca que los responsables de la formulación de políticas enfaticen las medidas para garantizar la igualdad. Muchos países en desarrollo, particularmente en África subsahariana, exhiben desigualdades asombrosas. Por lo general, una pequeña cohorte de ultra-ricos controla los recursos naturales del país mientras millones viven en la pobreza. En ausencia de comercio, la única forma de crear y apoyar una clase media en esos países es mediante la redistribución de los recursos de los ricos.

Una distribución más equitativa de los recursos no solo contribuiría a la armonía social. También crearía las condiciones para el crecimiento, porque garantiza que cualquier recurso adicional generado por un choque de riqueza positivo (por ejemplo, el aumento de los precios de las materias primas) se filtraría, generando el poder adquisitivo necesario para apoyar la producción nacional.

Si esta idea parece descabellada, considere la experiencia de Noruega. Cuando el país descubrió el petróleo en 1969, su ingreso per cápita era de US$ 31,861 (en dólares de 2010). Para 2018, esa cifra casi se había triplicado, a US$ 92,120. Fundamentalmente, a partir de 1979 (el primer año del que se dispone de datos), el Estudio de ingresos de Luxemburgo muestra que Noruega tenía un coeficiente de Gini relativamente bajo de 0.224, lo que indica una desigualdad relativamente baja.

Consideremos ahora a México, que hizo importantes descubrimientos de petróleo en la década de 1970, pero tenía un coeficiente de Gini de 0.430 en 1984, lo que indica una desigualdad mucho mayor. Entre 1960 y 2018, su ingreso per cápita aumentó de US$ 3,908 a US$ 10,404.

Por supuesto, existen muchas diferencias entre Noruega y México más allá de las medidas de desigualdad de ingresos. Pero el hecho es que, al equilibrar cuidadosamente la igualdad y el crecimiento, muchos países en desarrollo tendrán una buena oportunidad de reducir la pobreza y lograr objetivos económicos más amplios incluso en el entorno mundial actual. Lampadia

Pinelopi Koujianou Goldberg, ex economista jefe del World Bank Group y editor en jefe de American Economic Review, es profesor de economía en la Universidad de Yale.




Fortalezcamos la OMC/WTO

Fortalezcamos la OMC/WTO

Rogers M. Valencia
Exministro de Ministro de Comercio Exterior y Turismo ​ y Ministro de Cultura del Perú
Desde Cusco
Para Lampadia

Cuando el entonces Vice premier de China Wu Bangguo, quien luego serviría a su país como presidente del Comité central del partido Comunista Chino estuvo de visita en Perú, llego a Cusco y visito Machupicchu, Carlos Valencia Miranda presidente del CTAR Cusco, nos invitó a acompañarlo en su visita. Cuando volábamos sobre la ciudad pregunto, ¿cuántos habitantes tiene Cusco por kilómetro Cuadrado? un cálculo rápido de la ciudad de entonces nos dio 21 Kilómetros cuadrados desde el Arco hasta San Sebastián 7 kmts y de Huancaro a San Blas 3 y éramos 350,000 habitantes en el Cusco de entonces, así que conteste poco más de 16,000 personas por kilómetro, mirando a la ciudad dijo: Si casas juntas de uno y dos pisos.

El motivo de su visita afirmó: es solicitar a Perú que vote a favor de la incorporación de la China a la OMC, luego comentó: la secretaria de estado de USA, Madeleine Albright se opone a que la China sea parte de la OMC, pide el respeto irrestricto de las leyes de propiedad intelectual para admitirnos.  Dijo además: Le he dicho, que el sistema de propiedad necesitó en el mundo occidental más de 2 siglos en formarse, en la China cuando fui niño no había propiedad privada, no fuimos dueños ni de los pantalones que usábamos, hoy hay propiedad privada en la china, Los Chinos son dueños de bienes muebles e inmuebles, pronto también lo serán de ideas y conceptos pero no lo exijas hoy y luego a manera de pedido dijo; ayúdennos a cambiar e incorporar estas formas de propiedad a nuestro día a día.

La china fue admitida a la OMC, en el año 2001 luego de varios años de negociaciones, con el voto favorable de la mayoría de los países latinoamericanos y asiáticos. El premier Zhu Rongui incrementó rápidamente las trasformaciones de la economía China, privatizó muchas empresas estatales deficitarias, desactivó el Planeamiento central de la economía y propició la creación de las Cámaras de Comercio en manos del sector privado.

Estos fueron cambios sustanciales, ser miembro del OMC significaba: competir en el mercado mundial con reglas que no las dictaban en casa, su participación implicó un decidido apoyo al multilateralismo y a la institucionalidad internacional 

Después de su ingreso a la OMC su sector de servicios se liberalizó considerablemente, la inversión extranjera fue permitida; las restricciones en retail y ventas al por mayor se terminaron, Bancos y servicios financieros, seguros y telecomunicaciones se abrieron a la inversión extranjera.

¿Que gano China?: acceso a mercados en condiciones de igualdad, nadie miembro de la OMC, podría imponer restricciones arbitrarias al comercio con China.

Mucha agua ha pasado desde los inicios del siglo 21 hasta hoy y la OMC que nació en 1995 casi con el siglo no solo le sirvió a China, le sirvió al Perú y a muchos otros países como nuestro vecino Chile, de distintas maneras, especialmente como marco en nuestros tratados comerciales y en defensa de la libertad de comercio, por ejemplo cuando la Comunidad Europea aprobó el reglamento (CEE) Nro. 2136/89 que  impedía a los exportadores pesqueros peruanos usar la denominación comercial “Sardinas” para sus productos ya que este  no incluía la Especie Sardinops sagax sagax, ( FAO Sardina Peruana o Sardina del Pacifico) La misma que sí estuvo incluida en el Codex Alimentario (STAN 94-181) por lo que Perú  considero este nuevo reglamento como una traba injustificada al comercio.. La OMC a través del órgano especial y del grupo de apelación, nos dio la razón determinando que podíamos seguir exportando con el nombre de sardinas, como consta en la Solución mutuamente convenida del 2003 y que sigue en vigencia hoy.

En otras palabras, la Organización Mundial de Comercio es un patrimonio de los estados, al promover un comercio internacional basado en reglas, ha permitido y contribuido al crecimiento económico del mundo, liberalizando el comercio reduciendo los aranceles y luchando contra las barreras paraarancelarias y con ello mejoro la calidad de vida de millones de ciudadanos globalmente.

En los últimos años hay un ataque de movimientos populistas y nacionalistas, particularmente en los países desarrollados a la apertura comercial, culpándola de todos los males, pérdida de empleo, competencia desleal, encarecimiento del costo de vida, subida de la edad de jubilación etc. etc., y en los países en vías de desarrollo donde también se la supone responsable de todos los males incluido el COVID 19; estos actores políticos han colocado a “La OMC y el Sistema de comercio mundial en peligro”.

Este patrimonio de la multilateralidad debe ser defendido, debemos como País, como miembro de la Alianza del Pacífico, del Acuerdo de Cartagena, de Apec, es decir en todos los foros donde Perú tiene una voz e influencia, promover una campaña para fortalecer la OMC y la apertura comercial, por su potente contribución a la transformación de la economía de los ciudadanos de nuestros países, especialmente ahora que su Director General Roberto Azevedo anunció su renuncia temprana al Cargo este próximo mes de agosto. Lampadia




Productividad desacelerada en el mundo emergente

Productividad desacelerada en el mundo emergente

Un reciente e interesante artículo publicado por The Economist, que compartimos líneas abajo, explica la situación de desaceleración que se encuentra experimentando la productividad laboral tanto en el mundo desarrollado como el emergente en la década pasada, a la vez que sugiere posibles hipótesis para explicar este comportamiento.

Como se podría conjeturar, en los países desarrollados el rol tecnológico habría jugado un papel importante en esta desaceleración en tanto puede que las innovaciones del 2010 no significaron en su momento un notorio avance en relación a otros inventos que gatillaron la producción en la década de los 2000. A esto se sumaría también la guerra comercial EEUU China que ha lanzado a los países a imponer proteccionismos en sus industrias, desplomando el comercio internacional.

Sin embargo, como también enfatiza el popular medio británico, el meollo del asunto en el caso de los países emergentes estaría explicado fundamentalmente por una desacumulación de capital, lo cual estaría haciendo menos productivos a los trabajadores en relación a los años 2000. La década de los 2000 a diferencia de la de los 2010 estuvo caracterizada por un boom de commodities impulsado por China, lo cual generaba grandes retornos con consecuentes altos niveles de inversión extranjera en los países exportadores de materias primas como el Perú.

Si bien esto explica gran parte del estancamiento experimentado en América Latina (ver Lampadia: ¿Una década perdida en América Latina?), creemos que existe una suerte de responsabilidad compartida puesto que a la par del factor externo, la coexistencia de populismos de izquierda como el acaecido en Brasil, Argentina, Venezuela, y en menor medida en Perú, comprometieron fuertemente los volúmenes de atracción de inversión privada tanto nacional como extranjera, en tanto se lapidaban los incentivos de acumulación de capital. Los escándalos de corrupción de Odebrecht también jugaron un rol como hemos escrito en anteriores oportunidades.

En ese sentido, consideramos que para retomar el gran crecimiento de la productividad que caracterizó la década de los 2000 en el mundo emergente, se debe atraer más inversión y más comercio, de forma que la brecha que aún nos lastra en nuestros niveles de vida frente a los países ricos pueda ser acortada con mayor premura. Lampadia

No solo un problema del primer mundo
Las economías emergentes están experimentando una desaceleración prolongada de la productividad

Parecen condenados a quedarse atrás de los países ricos por más tiempo de lo esperado

The Economist
18 de enero, 2020
Traducido y comentado por Lampadia

¿Cómo se comparan las innovaciones modernas con las del pasado? Algunos economistas, como Robert Gordon, de la Universidad Northwestern, argumentan que los autos sin conductor, las impresoras 3D, etc., se vuelven insignificantes en comparación con los frutos de revoluciones industriales anteriores, como la producción en masa. Eso, piensan, explica una prolongada desaceleración de la productividad en EEUU y otras economías ricas que la crisis financiera profundizó.

¿Pero qué hay de otros lados? Los países en desarrollo están, por definición, a cierta distancia de la frontera tecnológica. Un consuelo de su posición es la vasta acumulación de innovaciones pasadas que les queda para explotar más plenamente. Su crecimiento depende más de la imitación que de la innovación. Un país donde la mayoría de las personas todavía andan en scooter no tiene que preocuparse si el próximo Tesla no llega a tiempo.

Y, sin embargo, ellos también han sufrido una disminución de la productividad. Según un nuevo informe del Banco Mundial, la desaceleración es la “más pronunciada, más larga y más amplia hasta la fecha”, según los datos que se remontan a cuatro décadas. El PBI por trabajador de las economías en desarrollo es casi un 14% más bajo que si la productividad no hubiera perdido impulso.

El Instituto de Finanzas Internacionales, un grupo de expertos, cree que los mercados emergentes ahora sufren una variante del “estancamiento secular” que atormenta al mundo rico. Oxford Economics, una consultora, argumenta que los mercados emergentes han perdido volatilidad y vigor, consignándolos a una “estabilidad de rejilla”. Capital Economics, otra consultora, predice que en la próxima década, “el crecimiento generalizado de los mercados emergentes de las últimas dos décadas llegará a su fin”. En la mayoría de los mercados emergentes que rastrea, el PBI por persona creció menos rápidamente el año pasado que en EEUU. Se supone que la imitación es más fácil que la innovación. Pero a pesar de que a las economías líderes les resulta más difícil abrir un camino, muchos de sus seguidores se han perdido por completo.

¿Cómo pasó esto? Cuando miran al mundo rico, a algunos economistas les preocupa que las grandes empresas la tengan demasiado fácil. Sin una fuerte competencia, tienen pocos incentivos para innovar o invertir. Pero cuando miran al mundo pobre, a algunos les preocupa que las grandes empresas ahora la tengan demasiado difícil. En una encuesta a más de 15,000 compañías, el Banco Mundial muestra que las grandes empresas en los países pobres tienden a ser más productivas y más propensas a exportar que sus rivales más pequeños. En el pasado, estas empresas han sido conductos importantes para mejorar el conocimiento y las tecnologías adquiridas de socios y rivales en el extranjero y transmitidas a proveedores e imitadores en casa. Pero las “rutas hacia la transferencia de tecnología se están reduciendo”, señala el banco, gracias al creciente proteccionismo y el alto en la expansión de las cadenas de valor mundiales.

Sin embargo, la falta de transferencia de tecnología es solo una parte del problema. La mitad de la desaceleración en el crecimiento de la productividad laboral en los últimos años refleja no un fracaso para imitar, sino un fracaso para acumular: la débil inversión ha dejado al trabajo con muy poco capital para trabajar. Este déficit en la inversión explica toda la desaceleración de la productividad en el sur de Asia, el Medio Oriente y el norte de África, y dos tercios de eso en Europa y Asia Central. Ese es un problema grave, pero también tranquilizador convencional. En la medida en que el bajo gasto de capital proviene de la falta de crédito o confianza, es bastante fácil imaginar una reversión una vez que las heridas financieras sanan y el espíritu animal revive.

La renuencia a movilizar capital ha sido igualada por la lentitud de los trabajadores en la mudanza. En cualquier país, algunas partes de la economía (como la manufactura) son más productivas que otras (como la agricultura). Pero esta brecha es inusualmente grande en los países en desarrollo, donde lo moderno y lo medieval a menudo coexisten. En principio, por lo tanto, las economías emergentes tienen mucho que ganar al trasladar trabajadores entre sectores, incluso si la productividad dentro de cada sector no mejora. En el típico país en desarrollo, este movimiento contribuyó con aproximadamente 1.1 puntos porcentuales al crecimiento en los años previos a la crisis financiera mundial. Esa contribución se ha reducido a solo 0.5 puntos en los últimos años (ver gráfico líneas abajo). En América Latina y el Medio Oriente, la contribución fue negativa: los trabajadores se mudaron por el camino equivocado, a donde eran menos productivos.

Quizás la explicación más simple para la caída de la productividad radica en el auge que la precedió. Durante cinco años extraordinarios, marcados por la crisis financiera mundial, China experimentó un crecimiento excepcional que atrajo a los exportadores de productos básicos. Ese mismo éxito dejó al gigante asiático con menos espacio para un mayor crecimiento de recuperación, lo que contribuyó a su inevitable desaceleración. Su crecimiento también se ha vuelto más autónomo y menos intensivo en productos básicos.

El ritmo y el patrón cambiantes del crecimiento de China resultaron ser un desastre para muchas economías en desarrollo que exportan productos, especialmente en América Latina y Oriente Medio. Su crecimiento de la productividad se ha derrumbado. Pero en otras economías en desarrollo, las afirmaciones de estancamiento secular y el fin del crecimiento de recuperación parecen exageradas. Su crecimiento de la productividad está cerca de su promedio de 25 años y todavía está cómodamente por encima del mundo rico. Es lento solo en comparación con unos pocos años antes y después de la crisis financiera mundial.

En una publicación del Banco Mundial hace 25 años, Lant Pritchett, ahora en la Universidad de Oxford, enfatizó que el crecimiento por imitación fue históricamente bastante raro. Sí, la imitación debería ser más fácil que la innovación (y los rendimientos de la inversión deberían ser altos cuando el capital es escaso). Pero a menudo se interponen otros factores. Después de todo, si los países pobres crecieran de manera confiable más rápido que los ricos, no habría tantos países pobres todavía alrededor. El “rasgo dominante” de la historia económica moderna no era la convergencia entre países ricos y pobres, escribió Pritchett, sino “divergencia, a lo grande”.

La última década, a pesar de todas sus decepciones, ha resistido esa tendencia histórica, aunque menos impresionante que la década anterior. Para las economías emergentes, los años 2010 fueron decepcionantes. Pero seguían siendo la segunda mejor década de los últimos 50 años. Lampadia




10 años del TLC Perú EEUU

10 años del TLC Perú EEUU

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

La semana pasada, el Ministerio de Relaciones Exteriores y el Americas Society & Council of the Americas (AS/COA), organizaron la conferencia: 10 Años del TLC Perú-EEUU: Impacto y perspectivas, en la que participé como ex miembro del Comité Internacional de AMCHAM.  

Comparto algunas de las ideas que presenté:

Un país chico como el Perú solo puede generar riqueza trayéndola del exterior, y eso solo puede suceder vía el aumento del comercio internacional y la inversión extranjera.

El TLC con Estados Unidos permitió ambos procesos y además permitió que nuestras relaciones comerciales se multiplicaran con otros países.

Ese proceso fue muy importante para la recuperación de la economía peruana. Marcó un hito muy importante. Por ello hay que agradecer a los funcionarios públicos que participaron en esta importante gesta, así como a los ciudadanos del mundo civil que lo hicieron.

Esta gesta conllevó tres grandes batallas, la negociación misma del acuerdo, la batalla política en EEUU, y la batalla política en el Perú. Las tres requirieron y lograron superar grandes dificultades. Por ejemplo, en pleno proceso en EEUU se produjo un cambio de administración, de los republicanos a los demócratas, que eran manifiestamente anti TLC. En la negociación se cayó la participación de Colombia, que era, originalmente, el tren del que nos colgamos para ser parte de la negociación. En la batalla política local, el establishment político y mediático eran completamente adversos al acuerdo, sin embargo, hacia el final de la negociación, el 75% de la población llegó a manifestar su aprobación del TLC.

El TLC Perú – Estados Unidos se firmó justo a tiempo para que el Perú pudiera aprovechar el súper ciclo de los commodities, el aumento de los flujos de inversión internacional y la reducción de las tasas de interés, que permitieron que redujéramos la pobreza, la desigualdad y mejoraremos todos los indicadores sociales. Fenómeno que duró hasta inicios de la segunda década del nuevo siglo.

Durante el proceso, el gobierno peruano dejó consentir que el sector agrícola era el sector perdedor del acuerdo. En ese contexto, a mí me tocó desarrollar la tesis contraria:

Ver: https://www.lampadia.com/assets/uploads_documentos/03d0b-estudio-del-impacto-del-tlc-en-el-sector-agri-cola-peruano-jul-07.pdf

La realidad ha demostrado que justamente el sector agrícola, con las agro-exportaciones, ha sido el gran ganador del acuerdo, multiplicando nuestras exportaciones y generando empleo formal en el sector rural.

Lamentablemente, hoy día hay una guerra comercial entre EEUU y China, que nos ha afectado dramáticamente al haber bajado el crecimiento de China y el precio del cobre.

Además, se está deshaciendo la Organización Mundial del Comercio (OMC), que se va a quedar aparentemente sin capacidad de arbitraje de las disputas. Ver en Lampadia: ¿Es el fin de la OMC?.

Este ambiente tan negativo del comercio internacional es muy perjudicial para el Perú. Por ello, debemos ser muy proactivos en promover la recuperación del comercio internacional, aprovechar todos los espacios, foros, instituciones, etc., para unir esfuerzos con otros países pequeños que tienen nuestras mismas necesidades.

El TLC fue liderado por MINCETUR y acompañado por la Cancillería. Ahora les toca a ambas instancias un rol muy proactivo de promoción de nuestra participación en el comercio internacional. Lampadia




El error teórico de Trump en el conflicto EEUU-China

El error teórico de Trump en el conflicto EEUU-China

El conflicto comercial EEUU-China se asemeja a un partido de tenis, en el cual los contrincantes buscan acometer, ante el movimiento de su adversario, respuestas más violentas con tal de sacar ventaja y no verse doblegados en su puntuación durante el juego. Así, cada subida de aranceles sobre una cierta gama de productos viene acompañada de una represalia más implacable tanto en tasas como en valor imponible.

Ello sucedió con la imposición de aranceles por parte del gobierno chino de hasta el 25% sobre las importaciones de vehículos estadounidenses por un monto de US$ 75,000 millones, la cual se hizo efectiva el 1 de setiembre. Como respuesta, Trump arremetió con aranceles del 30% a las importaciones de bienes de consumo chinos por US$ 300,000 millones a partir de la misma fecha. Si nos vamos a meses pasados esta misma rueda de estrategias se repite una y otra vez, hasta llegar al meollo del inicio del conflicto, allá por marzo del 2018, iniciado por EEUU.

Si bien pueden existir argumentos a favor de las políticas proteccionistas de Trump como la manipulación discrecional que ha tenido y tiene el gobierno chino sobre el yuan – que ha traído como consecuencia, entre otras cosas, un persistente déficit de balanza comercial en la economía de EEUU – ya no es tan cierto que EEUU es insensible a esta guerra comercial. Su crecimiento empieza a perder fuerza lentamente, que, en un contexto de desaceleración global, ha volcado al pesimismo a los economistas, quienes empiezan a hablar de una posible recesión global al 2020 (ver Lampadia: ¿Recesión global en 2020?). Y como es costumbre en los políticos, Trump ha creado sus propios enemigos para culparlos sobre sus errores de gestión; en este caso, al mismo presidente Powell de la FED o a las mismas empresas que, según él, no son lo suficientemente productivas para enfrentar estas nuevas condiciones del mercado internacional.

Sin embargo, y más allá de las motivaciones geopolíticas que pudiera haber detrás de este conflicto, vale la pena analizar las motivaciones teóricas, de haberse, de manera que pueda rebatirse o justificarse tales políticas proteccionistas, a la luz de la ciencia económica.

Dicho análisis ha sido realizado por el profesor de la Universidad de Stanford y prestigioso economista Robert J. Barro, y ha sido presentado a modo de artículo en la revista Project Syndicate (ver artículo líneas abajo). Como se puede desprender de su diagnóstico, el enfoque adoptado por Trump es consecuencia de una completa incomprensión de las teorías de comercio internacional tanto clásicas como modernas, y que además arrastra el lastre de ideas mercantilistas desfasadas y peligrosas. Considerar a las importaciones como un simple componente negativo en la ecuación del gasto agregado del PBI, como plantea dicho enfoque, no considera los potenciales beneficios arraigados del comercio, como el incremento de las oportunidades de los negocios que se especializan en determinadas actividades económicas, con el único fin de proveer bienes de calidad ya no solo a sus prójimos nacionales, sino también extranjeros. Pero lo más lamentable es que el impacto de estos perniciosos aranceles impuestos, a la larga, irá en desmedro de los mismos consumidores estadounidenses, a través del alza de los precios, producto de los shocks de suministros negativos (ver Lampadia: ¿Cadenas de suministro globales dañadas?) y el traslado de la producción de los bienes chinos a industrias estadounidenses menos especializadas.

Este es sin duda un rico análisis que debe ser difundido no solo entre economistas sino entre lectores de otras disciplinas por su fácil comprensión. Porque la teoría debe ser rebatida con teoría, inclusive cuando son promovidas por políticos que ostentan tener el conocimiento suficiente para proveer de bienestar a sus países en el campo de la economía. Lampadia

El desorden mercantilista de Trump

Robert J. Barro
Project Syndicate
5 de setiembre, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Cuando el presidente de los EEUU, Donald Trump, se jactó de que las guerras comerciales son “fáciles de ganar” en marzo de 2018, fue conveniente descartar el comentario como una floración retórica. Sin embargo, ahora está claro que Trump lo decía en serio, porque realmente cree en las extrañas y anacrónicas teorías macroeconómicas que subyacen a su enfoque.

La razón por la que los países participan en el comercio internacional es para obtener importaciones (bienes de consumo, bienes intermedios utilizados en la producción y equipamiento de capital) a cambio de exportaciones. Enmarcado de esta manera, las exportaciones son simplemente los bienes de los que los estadounidenses están dispuestos a desprenderse para adquirir algo que desean o necesitan.

Pero el comercio internacional también aumenta, en términos netos, el tamaño del pastel económico general, porque significa que los países pueden concentrarse en hacer lo que mejor hacen, produciendo bienes en áreas donde son relativamente más productivos. Según la teoría de la ventaja comparativa de David Ricardo, las fortalezas relativas de los países se derivan de las diferencias en las dotaciones de factores. Y, como lo demostraron los economistas Paul Krugman y Elhanan Helpman en la década de 1980, las fortalezas relativas de los países también están relacionadas con sus inversiones en diversas áreas de especialización.

Al adoptar un modelo mercantilista primitivo en el que las exportaciones son “buenas” y las importaciones son “malas”, Trump ha revertido esta lógica económica impecable. En un modelo mercantilista, un exceso de exportaciones sobre importaciones contribuye a la riqueza nacional a través de la acumulación de reclamos en papel (anteriormente oro). Esto parece ser lo que Trump tiene en mente cuando se queja de que China está drenando US$ 500,000 millones por año de la economía de EEUU, principalmente mediante el intercambio de productos chinos por bonos del Tesoro de EEUU. No es necesario decir que es difícil ver cómo recibir una gran cantidad de productos de alta calidad a bajo costo equivale a “perder”.

Trump parece confiar en una teoría desarrollada por su asesor comercial Peter Navarro, quien ha notado que las importaciones aparecen con un signo menos en la relación de identidad satisfecha por el PBI. (Es decir, el PBI es igual al consumo más la inversión interna más las exportaciones menos las importaciones). Llegó a la conclusión de que una reducción de las importaciones inducida por aranceles conducirá mágicamente a un aumento de la producción interna (PBI), que satisface la demanda previamente atendida por importaciones. No importa que la certeza de las represalias conduzca a una contracción en el comercio internacional general y el PBI estadounidense. (Como comentario aparte, espero que Navarro no haya aprendido macroeconomía internacional mientras obtenía un doctorado en la Universidad de Harvard a principios de la década de 1980 con Richard Caves, quien tenía ideas muy diferentes).

Ahora, es cierto que China restringe el comercio internacional e impone altos costos a la inversión extranjera, a menudo obligando a las empresas extranjeras a transferir tecnología a sus socios chinos. El robo directo de tecnología por parte de las entidades chinas también es un tema importante. Sería mejor para el mundo, y casi seguramente también para China, si se redujeran estas prácticas restrictivas. Sin embargo, si el objetivo de EEUU es reducir las barreras comerciales, imponer aranceles a las importaciones chinas es una forma extraña de hacerlo.

Sin duda, hace unos meses hubo un momento en que China parecía dispuesta a adoptar reformas significativas como parte de un acuerdo para evitar aranceles en represalia. Pero incluso entonces, había algo extraño en el acuerdo propuesto: la administración Trump quería una lista cuantitativa de exportaciones estadounidenses específicas que China importaría en mayor volumen.

Los chinos, por supuesto, estaban contentos de proceder de esta manera, porque está en consonancia con una forma de gobierno económico de mando y control. Pero se supone que el enfoque estadounidense es diferente. Reconociendo que no sabemos si las compras chinas adicionales deben tomar la forma de productos agrícolas, camionetas Ford o aviones Boeing (que solían considerarse confiables), EEUU debería abogar por una reducción general de los aranceles y otras restricciones comerciales para que el mercado pueda decidir qué bienes se deben producir e intercambiar.

En cualquier caso, ahora parece probable que EEUU se quede con una guerra comercial duradera, lo que implica costos a largo plazo para los consumidores y las empresas estadounidenses. A pesar de los efectos aún favorables de la reforma tributaria de 2017 y los recortes de la administración a las regulaciones dañinas, el crecimiento se está debilitando, y Trump ha intentado, inútilmente, culpar a la Reserva Federal de los EEUU y a las compañías estadounidenses improductivas. El verdadero problema es el enfoque de Trump sobre la política comercial, que es mucho peor que el de su predecesor, y bien podría empujar a la economía estadounidense a la recesión.

El problema, en términos más generales, es que el establecimiento político de los EEUU ha alcanzado un consenso de que se debe hacer algo para frenar las prácticas comerciales restrictivas de China. Sin embargo, a veces es mejor vivir con una situación que no alcanza el ideal.

En cuanto a Trump, parece que realmente ama los aranceles, ya que impiden las importaciones “malas” y aumentan los ingresos. A diferencia de muchos otros argumentos económicos que ha presentado, su defensa de los aranceles es aparentemente sincera, y su compromiso con la política es irrevocable. Pero eso hace que sea difícil ver cómo EEUU puede lograr un acuerdo comercial satisfactorio con China. Peor aún, Trump puede ampliar aún más su uso de aranceles como herramientas de negociación con respecto a muchos otros países.

En total, no diría que Trump tiene el “coeficiente intelectual de economía” más bajo entre los presidentes recientes. Pero claramente hay una gran brecha entre lo que sabe y lo que cree que sabe. Debido a que esto es lo último lo que determina la política comercial. EEUU tiene un grave problema en sus manos. Lampadia

Robert J. Barro es profesor de economía en la Universidad de Harvard y profesor visitante en el American Enterprise Institute. Es coautor (con Rachel M. McCleary) de The Wealth of Religions: The Political Economy of Believing and Belonging.




¿Cuáles son las verdaderas repercusiones de la guerra comercial entre EEUU y China?

¿Cuáles son las verdaderas repercusiones de la guerra comercial entre EEUU y China?

The Economist presenta algunas reflexiones sobre el conflictivo escenario que se vive entre Estados Unidos y China. Lo que al principio no tuvo las repercusiones esperadas – estas fueron menores a las estimadas – ahora se ha convertido en un tira y afloja que amenaza con afectar la integridad económica de ambos países por igual.

El caso de Estados Unidos es el que más llama la atención, pues una recesión parece estar en ciernes, a la vez que los mercados financieros expresan una caída histórica, tanto en el mercado de renta variable (precios de acciones y el S&P 500) como en mercados de renta fija (bonos privados y del tesoro). Es entonces que se hace palpable un cambio de estrategia por parte del equipo de Donald Trump.

La crisis se agravó hace poco más de una semana cuanto se anunciaron una serie de aumentos de tarifas por parte de EEUU, que se traducían a US$300 mil millones. La respuesta china fue ordenar a sus empresas no adquirir más bienes agropecuarios americanos.

Este es solo el outcome que se esperaba tras tanta tensión. Lo que pasa es que EEUU ya había señalado a China como un competidor desleal que mantenía una moneda de valor artificialmente bajo para reforzar sus exportaciones. Esto, no bien visto en los ojos de los americanos., fue el principal aliciente para que este acuse a China de “manipulador de su moneda”.

En cuanto al escenario de Estados Unidos en los últimos años, se puede apreciar una floreciente economía que ha basado su solidez en las políticas de Trump, un dólar relativamente barato y accesible y protegido por tarifas al comercio internacional. ¿El resultado? Un crecimiento claro de la economía estadounidense, en comparación a sus privilegiados pares, pero no necesariamente sostenible en el tiempo.

En este sentido, las verdaderas repercusiones de esta guerra comercial serán las afectaciones al panorama económico de los próximos años, tanto para ambos países como para los que dependen de estos. Esto dado que una serie de políticas que trastocan tanto la fluidez del comercio internacional tendrá como un escenario de incertidumbre y; por ende, de desconfianza. Esto, al término, significará un obstáculo para el crecimiento de la economía americana y una inyección desmedida de liquidez en el caso de China. La solución al conflicto puede, también, venir por parte del compromiso de las instituciones americanas – como la Reserva Federal – para brindar solidez a la economía y salvaguardar la confianza de quienes apuestan por ella. Esperemos que, para setiembre, en cuanto se retome el diálogo entre ambos países, se pueda llegar a un acuerdo que haga justicia a ambas partes. Lampadia

Comercio entre China y Estados Unidos
Peligrosos cálculos erróneos

Estados Unidos no puede tener una economía fuerte, una guerra comercial y un dólar débil al mismo tiempo.

The Economist
08 de agosto del 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Desde que comenzó la guerra comercial en 2018, el daño causado a la economía mundial ha sido sorprendentemente leve. Estados Unidos ha crecido de manera saludable y el resto del mundo se ha complicado. Pero esta semana la imagen se oscureció a medida que se intensificó la confrontación entre Estados Unidos y China, con más aranceles amenazados y una amarga disputa sobre el tipo de cambio de China. Los inversores temen que la disputa desencadene una recesión, y hay signos ominosos en los mercados: los precios de las acciones cayeron y los rendimientos de los bonos del gobierno cayeron a mínimos casi récord. Para evitar una recesión, ambas partes deben comprometerse. Pero para que eso suceda, el presidente Donald Trump y sus asesores deben repensar su estrategia. Si aún no se ha dado cuenta, pronto debería: Estados Unidos no puede tener una moneda barata, un conflicto comercial y una economía próspera.

El último aumento de las tensiones comenzó el 1 de agosto, cuando la Casa Blanca amenazó con imponer una nueva ronda de aranceles sobre las exportaciones chinas de $ 300 mil millones a principios de septiembre. China respondió cuatro días después diciéndole a sus compañías estatales que dejaran de comprar productos agrícolas estadounidenses. El mismo día permitió que su moneda fuertemente administrada pasara una tasa de siete frente al dólar, un umbral que puede parecer arbitrario, pero es simbólicamente importante.

Eso encendió un fusible debajo de la Oficina Oval. Trump ha afirmado durante mucho tiempo que otros países, incluida China, mantienen sus monedas artificialmente baratas para impulsar sus exportaciones, perjudicando a Estados Unidos. Se ha estado agarrando sobre el dólar fuerte durante meses. En junio acusó a Mario Draghi, el jefe del Banco Central Europeo, de debilitar injustamente el euro al insinuar recortes de tasas. Horas después de la caída del yuan, el Tesoro de Estados Unidos designó a China como un “manipulador de divisas” y prometió eliminar su “ventaja competitiva injusta”. A medida que aumentaron las hostilidades, los mercados se desvanecieron, con un rendimiento de los bonos a diez años en Estados Unidos que alcanzó el 1,71%, ya que los inversores consideraron que la Reserva Federal recortará las tasas de interés para tratar de mantener viva la expansión.

No se puede negar que China ha manipulado su tipo de cambio en el pasado. Pero hoy se está desarrollando una dinámica diferente en todo el mundo. Trump quiere una economía en auge, protegida por aranceles e impulsada por un dólar barato, y cuando no los consigue, arremete. Pero la realidad económica hace que estos tres objetivos sean difíciles de conciliar. Los aranceles perjudican a los exportadores extranjeros y frenan el crecimiento más allá de las fronteras de Estados Unidos. Un crecimiento más débil a su vez conduce a monedas más débiles, a medida que las empresas se vuelven cautelosas y los bancos centrales facilitan la política de respuesta. El efecto es particularmente pronunciado cuando Estados Unidos está creciendo más rápido que otros países ricos, como lo ha hecho recientemente. La fortaleza duradera del dólar es el resultado, en parte, de las políticas de Trump, no de una conspiración global.

A menos que este hecho llegue pronto, se hará un daño real a la economía global. Ante la incertidumbre creada por una pelea de superpotencias viciosas, las empresas en Estados Unidos y en otros lugares están reduciendo la inversión, perjudicando aún más el crecimiento. Las tasas de interés más bajas están haciendo que los bancos desvencijados de Europa sean aún más frágiles. China podría enfrentar una inundación desestabilizadora de dinero tratando de abandonar sus fronteras, como sucedió en 2015. Y es posible una mayor escalada a medida que ambas partes buscan armas económicas que se consideraban impensables hace unos años. Estados Unidos podría intervenir para debilitar el dólar, socavando su reputación de mercados de capital sin restricciones. China o Estados Unidos podrían imponer sanciones a más empresas multinacionales, de la misma manera que Estados Unidos ha incluido en la lista negra a Huawei, o suspender las licencias de los bancos que operan en ambos países, causando estragos.

Mientras persigue una confrontación comercial cada vez más imprudente, la Casa Blanca puede imaginar que la Reserva Federal puede ir al rescate recortando las tasas nuevamente. Pero eso malinterpreta la profundidad de la inquietud que ahora se siente en las fábricas, salas de juntas y pisos comerciales en todo el mundo. En septiembre se reanudarán las conversaciones entre Estados Unidos y China. Es hora de un acuerdo. La economía mundial no puede soportar mucho más de esto. Lampadia




Consecuencias del conflicto EEUU-China

Consecuencias del conflicto EEUU-China

La guerra comercial EEUU-China ha alcanzado niveles inusitados en menos de un mes; un mes que ha estado caracterizado por notables incrementos arancelarios y bloqueos comerciales en industrias estratégicas y altamente integradas entre ambos países y con el mundo – como la tecnología móvil y la de las tierras raras (ver Lampadia: La guerra contra Huawei, EEUU vs. China: ¿Una nueva Guerra Fría?).

Más allá de los daños que puedan estarse generando ambos países entre sí con estas medidas en sus indicadores macroeconómicos – llámese desaceleración del PBI, de las exportaciones e inclusive peligros de incremento en las tasas de inflación en el caso de China – urge aproximarse a los impactos mundiales, no solo en el ámbito comercial sino también en el ámbito geopolítico e ideológico. Como hemos constatado a través de la historia – con el capitalismo y el socialismo, por ejemplo – el poder de las ideas y su engranaje con la política puede ser muy poderoso para la movilización social, ya sea en pro de la mejora de la calidad de vida o para desbaratar los avances logrados.

Nouriel Roubini – prestigioso economista y ex funcionario del FMI, conocido por haber predicho la crisis financiera del 2008 – nos da algunos visos respecto de los efectos que podría generar esta “guerra fría sino-estadounidense” sobre la misma globalización (ver artículo líneas abajo). Señala: “Una guerra fría a gran escala podría desencadenar una nueva etapa de des globalización, o al menos una división de la economía global en dos bloques económicos incompatibles”. Es decir, el mencionado conflicto estaría no solo reduciendo el comercio internacional – afectando a países como el Perú – sino que además estaría induciendo una desarticulación política entre países a favor de dos coaliciones separadas y lideradas por EEUU y China, conformando a su vez un nuevo orden geopolítico en constante conflicto o animosidad. Esto sería sumamente peligroso para  la globalización, un proceso que, como hemos escrito en Lampadia: Recuperando lo mejor del capitalismo, ha sido uno de los principales responsables de la mejora del bienestar global, con especial notoriedad en los últimos 50 años.

En este sentido, consideramos que estas advertencias por parte de Roubini deben llamar a la reflexión a nuestras autoridades y empresarios para que estén atentos a futuros movimientos por parte de ambas potencias mundiales, tomando en cuenta que su influencia puede mover enormes cadenas de valor de países afines a sus lineamientos políticos. Por supuesto siempre estará la posibilidad de que ambos países retomen sus relaciones en buen término; sin embargo, dados los cauces en los que actualmente se mese el conflicto – que como hemos mencionado, trasciende a lo político – esta es una posibilidad remota. Lampadia

¿Des globalización?
Las consecuencias globales de una guerra fría sino-estadounidense

Project Syndicate
20 de mayo de 2019
NOURIEL ROUBINI
Traducido y glosado por Lampadia

Lo que comenzó como una guerra comercial entre los EEUU y China se está escalando rápidamente en una lucha a muerte por el dominio económico, tecnológico y militar global. Si los líderes de los dos países no pueden manejar la relación definitoria del siglo XXI de manera responsable, el mundo entero asumirá los costos de su fracaso.

Hace unos años, como parte de una delegación occidental a China, me reuní con el Presidente Xi Jinping en el Gran Palacio del Pueblo de Beijing. Al dirigirse a nosotros, Xi argumentó que el ascenso de China sería pacífico, y que otros países, a saber, los EEUU, no deberían preocuparse por la “trampa de las Tucídides”, llamada así por el historiador griego que relató cómo el temor de Esparta a una Atenas en ascenso, generó una guerra entre los dos inevitables. En su libro Destined for War: ¿Can America and China Escape Thucydides’s Trap?, Graham Allison, de la Universidad de Harvard, examina 16 rivalidades anteriores entre un poder emergente y otro establecido, y encuentra que 12 de ellos llevaron a la guerra. Sin duda, Xi quería que nos concentráramos en los cuatro restantes.

A pesar de la conciencia mutua de la trampa de Tucídides, y el reconocimiento de que la historia no es determinista, China y los EEUU parecen estar cayendo en ella de todos modos. Aunque una guerra caliente entre las dos potencias principales del mundo todavía parece inverosímil, una guerra fría es cada vez más probable.

EEUU culpa a China por las tensiones actuales. Desde que se unió a la Organización Mundial de Comercio en 2001, China ha cosechado los beneficios del sistema global de comercio e inversión, al tiempo que no cumple con sus obligaciones y se libera libremente de sus reglas. Según los EEUU, China ha obtenido una ventaja injusta a través del robo de propiedad intelectual, las transferencias forzadas de tecnología, los subsidios para las empresas nacionales y otros instrumentos del capitalismo estatal. Al mismo tiempo, su gobierno se está volviendo cada vez más autoritario, transformando a China en un estado de vigilancia orwelliano.

Por su parte, los chinos sospechan que el objetivo real de EEUU es evitar que China siga creciendo o que proyecten un poder e influencia legítimos en el extranjero. En su opinión, solo es razonable que la segunda economía más grande del mundo (por PBI) busque expandir su presencia en el escenario mundial. Y los líderes argumentarían que su régimen ha mejorado el bienestar material de 1.4 billones de chinos mucho más de lo que los sistemas políticos paralizados de Occidente podrían alguna vez.

Independientemente de qué lado esté el argumento más fuerte, la escalada de las tensiones económicas, comerciales, tecnológicas y geopolíticas puede haber sido inevitable. Lo que comenzó como una guerra comercial ahora amenaza con convertirse en un estado permanente de animosidad mutua. Esto se refleja en la Estrategia de Seguridad Nacional de la administración Trump, que considera a China como un “competidor” estratégico que debería estar contenido en todos los frentes. En consecuencia, EEUU:

  • Está restringiendo drásticamente la inversión extranjera directa china en sectores sensibles y persiguiendo otras acciones para garantizar el dominio occidental en industrias estratégicas como la inteligencia artificial y 5G.
  • Está presionando a los socios y aliados para que no participen en la Iniciativa Belt and Road, el programa masivo de China para construir proyectos de infraestructura en toda la masa de Eurasia.
  • Y está aumentando las patrullas de la Marina de los EEUU en los mares del este y sur de China, donde China se ha vuelto más agresiva al afirmar sus dudosas reclamaciones territoriales.

Las consecuencias globales de una guerra fría chino-estadounidense serían incluso más graves que las de la guerra fría entre los EEUU y la Unión Soviética. Mientras que la Unión Soviética era una potencia en declive con un modelo económico fallido, China pronto se convertirá en la economía más grande del mundo y continuará creciendo desde allí. Además, los EEUU y la Unión Soviética comerciaron muy poco entre sí, mientras que China está totalmente integrada en el sistema global de comercio e inversión, y está profundamente entrelazada con los EEUU, en particular.

Una guerra fría a gran escala podría desencadenar una nueva etapa de des globalización, o al menos una división de la economía global en dos bloques económicos incompatibles. En cualquier caso, el comercio de bienes, servicios, capital, trabajo, tecnología y datos se vería severamente restringido, y el reino digital se convertiría en un “splinternet”, en el que los nodos occidentales y chinos no se conectarán entre sí. Ahora que EEUU ha impuesto sanciones a ZTE y Huawei, China luchará para garantizar que sus gigantes tecnológicos puedan obtener insumos esenciales a nivel nacional, o al menos de socios comerciales amigos que no sean dependientes de los EEUU.

En este mundo balcanizado, China y EEUU esperarán que todos los demás países elijan un lado, mientras que la mayoría de los gobiernos tratarán de filtrar la aguja de mantener buenos lazos económicos con ambos. Después de todo, muchos aliados de EEUU ahora hacen más negocios (en términos de comercio e inversión) con China que con EEUU. Sin embargo, en una economía futura donde China y EEUU controlan por separado el acceso a tecnologías cruciales como AI y 5G, es probable que el terreno intermedio se vuelva inhabitable. Todos tendrán que elegir, y el mundo puede entrar en un largo proceso de des globalización.

Pase lo que pase, la relación chino-estadounidense será el tema geopolítico clave de este siglo. Un cierto grado de rivalidad es inevitable. Pero, idealmente, ambas partes lo manejarían de manera constructiva, permitiendo la cooperación en algunos temas y la sana competencia en otros. En efecto, China y los EEUU crearían un nuevo orden internacional, basado en el reconocimiento de que al nuevo poder (inevitablemente) en ascenso se le debería otorgar un papel en la configuración de las normas e instituciones globales.

Si la relación es mal administrada, con los EEUU tratando de descarrilar el desarrollo de China y contener su crecimiento, y China proyectando agresivamente su poder en Asia y en todo el mundo, se producirá una guerra fría a gran escala, y una ardiente (o una serie de guerras de proxy) no se pueden descartar. En el siglo veintiuno, la Trampa de las Tucídides se tragaría no solo a los EEUU y China, sino a todo el mundo. Lampadia