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Bachelet II en esteroides

Bachelet II en esteroides

Fundación para el Progreso – Chile
Gerardo Varela
(*)
Publicado en El Mercurio 02.10.2021

He seguido las propuestas de Gabriel Boric (**) y vi a Nicolás Grau, su jefe programático, en el CEP. Es admirable el desenfado y elocuencia con que expresan malas ideas. Las presentan como convenientes y pareciera que estuvieran respaldadas por evidencia.

Centran su modelo en el cambio climático como si lo fuéramos a solucionar nosotros. Chile no es relevante ni en causar ni en solucionar el tema. Es más, podemos apagar Chile e hibernar y el planeta no se va a enfriar (Chile emite menos Co2 al año que China en 3 días), pero ellos quieren condicionar nuestro desarrollo al clima. La tierra se está calentando hace 18 mil años (en ello influye el hombre, la actividad solar, volcánica, las orbitas de Júpiter y Venus, etc.) pero nuestro Chile querido va a detener el cambio climático. Parece que mientras la ciencia avanza, el conocimiento científico de nuestros jóvenes se degrada. Es más fácil escuchar a Greta que leer.

Sus propuestas para Chile son una vuelta al pasado:

  • aumentar impuestos (van 23 alzas desde 1990 que han limitado nuestro crecimiento);
  • reeditar la negociación colectiva ramal (idea económicamente absurda y que hoy sería una colusión ilegal);
  • limitar la capacidad del dueño de administrar su empresa y castigar a todos los que ahorraron y no gastaron en el pasado (impuesto al patrimonio).

Estas ideas evocan la contribución del Enola Gay a la arquitectura de Hiroshima. Nadie que entiende un poco de empresas puede creer que así se promueve la inversión. Las empresas que existen se irán a modo supervivencia; nadie creará una nueva o lo harán en paraísos fiscales siguiendo a los unicornios (NotCo, et al) y los ahorrantes emigrarán o se llevarán su riqueza antes que se la roben. Lo más innovador es proponer un banco estatal del desarrollo cuando el estado ya tiene 2 (Corfo y el Banco del Estado).

Dicen que escuchan y que se basan en evidencia, pero le preguntan a los que piensan como ellos; usan evidencia sesgada que avala sus prejuicios y correlaciones espurias que no demuestran causalidad. Si se trata de inversión, no le preguntan a los empresarios, sino que a los que viven de ellos.

La supuesta evidencia es usar Uruguay y Europa de la postguerra como referentes. Uruguay tiene un sector servicios desarrollado como refugio tributario para argentinos y brasileños; vive de una economía negra que le dejan millones de turistas y más del 18% de su población ha emigrado buscando oportunidades en otras latitudes.

Si de Chile emigraran 3 millones de profesionales y emprendedores bien remunerados mejoraría la igualdad (Gini) pero nos empobreceríamos todos. Uruguay es inmejorable para vivir, veranear y jubilarse. Pero no es un referente para emprender ni progresar. Europa de la posguerra se recuperó -a pesar de los impuestos altos y no gracias a ellos- porque tenía el financiamiento (plan Marshall); la necesidad (infraestructura que reconstruir, millones de desplazados y huérfanos y mutilados que mantener); el capital humano y el compromiso vital nacido de un sufrimiento inimaginable que lleva a sacrificios excepcionales para salir adelante. Pero además pudo ahorrarse su gasto de defensa descansando en EEUU. Así y todo, la Gran Bretaña socialista, siguiendo un programa tipo FA, fracasó y ya el año 79 cuando asume Thatcher Londres había perdido 1/4 de sus habitantes, la inflación campeaba y su economía era mas chica que Italia. Con diagnósticos errados, evidencias sesgadas y medidas contraproducentes, el FA olvida que la riqueza se evapora más rápido de lo que se distribuye. Sus malas ideas ya coartaron nuestra educación, se faenaron las pensiones y seguirán con el resto.

El programa económico de Boric desafía la lógica, como imponer paridad en directorios impares, demuestra una grave ignorancia económica y es una regresión al tradicional estatismo que ha postrado Latinoamérica. Los enemigos de la democracia son la violencia, los estados megalómanos y la crisis económica. Boric es ambiguo con la violencia, quiere agrandar más el estado (y ni hablar de hacerlo más eficiente) y su programa provocará una crisis económica. Si lo eligen después no le bastará pedir perdón porque los daños serán imperdonables.

(*) Gerardo Varela

Presidente del Consejo Directivo de la Fundación para el Progreso. Ex ministro de Educación. Abogado de la Universidad de Chile. Consejero del Círculo Legal de ICARE y Officer del Power Committee de la International Bar Association. Ha sido reconocido por la publicación internacional Best Lawyers como el mejor abogado del año 2012 tanto en el área corporativa como fusiones y adquisiciones.

(**) El 22 de diciembre de 2020 el Frente Amplio (FA) oficializó un pacto con Chile Digno, conformado por el Partido Comunista, la Federación Regionalista Verde Social y Acción Humanista. Este acuerdo se llevó a cabo con las intenciones de participar en las elecciones de convencionales constituyentes, gobernadores regionales y municipales de abril de 2021. Dicho conglomerado llevó el nombre de Apruebo Dignidad.

En miras a la elección presidencial de 2021, el Movimiento Unir proclamó como candidato presidencial al diputado Marcelo Díaz en noviembre de 2020, mientras que Convergencia Social y Revolución Democrática hicieron lo mismo en marzo de 2021 con el diputado por Magallanes Gabriel Boric, llamando a la más amplia unidad de la oposición en una posible primaria presidencial, tomando en cuenta desde Unidad Constituyente hasta Chile Digno.

Finalmente, Boric participó en la primaria presidencial de Apruebo Dignidad como representante del FA, enfrentándose contra el candidato del Partido Comunista, Daniel Jadue, quien representaba además al pacto Chile Digno. Boric se impuso a Jadue en dicha primaria por sobre el 60% de los votos, siendo así carta única de Apruebo Dignidad y la izquierda en las elecciones presidenciales de noviembre.

Fuente: Wikipedia

Lampadia




Masificación del Gas Natural en el Perú

Masificación del Gas Natural en el Perú

Desde el inicio de sus operaciones en 2004, el proyecto de Camisea tuvo importantes impactos positivos en el Perú, generando recursos fiscales y empleo, que contribuyeron con la economía nacional. Además de implementar proyectos y programas socio ambientales que benefician a las poblaciones de sus zonas de influencia, Camisea ha ido más allá, diseñando y ejecutando iniciativas que aportan a la masificación del gas natural, permitiendo que esta energía llegue -por ejemplo- a Cusco, de donde sale el recurso, o brindándole a los transportistas la posibilidad de acceder a vehículos que funcionan con GNV.

GAS NATURAL AL CUSCO

“Gas Natural para uso vehicular en la Región Cusco”, es el proyecto impulsado por el Consorcio Camisea y el Gobierno Regional de Cusco con una inversión de USD 1.9 millones de dólares, para viabilizar la venta de GNV a través de tres gasocentros: dos en Cusco y uno en Quillabamba. El objetivo es que los cusqueños tengan no solo un combustible más económico, sino también una energía que reduce riesgos en caso de fugas o accidentes, además de aportar al cuidado del medio ambiente por producir menor cantidad de emisiones.

A inicios de este año la primera estación de GNV en Cusco, ubicada en el distrito de San Jerónimo, inició sus operaciones representando un paso importante para la masificación del gas natural en esa región. Pronto se construirán dos gasocentros entre Cusco y Quillabamba, zonas estratégicas para el comercio, el turismo y la actividad agropecuaria.

La nueva estación dispensará más de 2.5 millones de m3 de Gas Natural Vehicular en el primer año de funcionamiento. Actualmente en la ciudad de Cusco ya existen más de 120 vehículos convertidos para que funcionen con GNV y se estima que al cierre de año se adecúen un total de 1,500 automóviles, facilitando que más cusqueños accedan a un combustible que es 56% más económico que la gasolina y 45% más barato que el diésel.

TRANSPORTE PÚBLICO Y DE CARGA CON GNV

Recientemente Camisea puso en marcha un fondo de cerca de USD 39 millones de dólares con el fin de promover la adquisición de buses y camiones nuevos que funcionen con Gas natural Vehicular en forma dedicada. La iniciativa proyecta incorporar más de 3 mil nuevas unidades con este combustible en los próximos tres años.

Un vehículo de carga pesada o de transporte urbano a GNV es aproximadamente 20% más costoso que otro a diésel, por lo que el programa de estímulo prevé otorgar beneficios económicos que ayuden a los transportistas a costear este mayor costo. Además, accederán a los beneficios de un combustible más limpio y barato que les concederá una mayor rentabilidad.

En Lima circulan unos 123 mil camiones y 23 mil buses de transporte urbano, que tienen una antigüedad, en promedio, de 25 y 15 años, respectivamente. Se estima que menos del 3% de los vehículos funcionan a GNV, y que el ahorro de los transportistas por migrar del diésel al GNV estaría en el entorno del 50%, explicaron los representantes de Camisea.

El objetivo de esta iniciativa es también contribuir con el Estado en los planes de masificación del Gas Natural para conceder a los transportistas los beneficios de un combustible más barato que además contribuye con un medio ambiente más limpio.

El Gas Natural permite tener un aire más saludable y facilita la reducción de hasta un 40% y 60% en las emisiones de compuestos químicos y dióxido de azufre, que son los principales causantes de los problemas respiratorios en las grandes ciudades como Lima, que sufre los estragos de la pandemia por COVID-19.

Asimismo, Camisea se encuentra trabajando en los detalles finales de un acuerdo con las autoridades para facilitar el desarrollo del Gas Natural Licuado (GNL) como combustible para carga pesada y movilidad. El GNL es un combustible cuyo costo es aproximadamente el 50% del precio del diésel, es ambientalmente amigable, y además permite una gran autonomía para los vehículos, lo cual lo torna particularmente ventajoso para el transporte de carga y pasajeros de largas distancias.

IMPACTOS POSITIVOS

Camisea es el yacimiento de gas natural más grande del Perú y uno de los más importantes de Latinoamérica. Su aporte al cambio de la matriz energética en el país ha permitido cumplir con los compromisos asumidos con el Acuerdo de París en la lucha contra el cambio climático, que busca mantener el aumento de la temperatura mundial por debajo del 2° respecto a niveles preindustriales.

Solo en el 2019, la reducción de CO2 de Camisea fue equivalente a 17,100 hectáreas de bosques húmedos amazónicos, es decir, se evitó el 11% del total de bosques perdidos durante el 2018, que ascendió a 154,800 hectáreas.

Según estimaciones de la consultora Macroconsult, gracias a la producción de este recurso por parte del Consorcio Camisea, se dejaron de emitir 64.3 millones de toneladas de dióxido de carbono entre 2004 y 2019, lo que equivale a la conservación de 166 mil hectáreas de bosques húmedos amazónicos.

Además del impacto ambiental, el componente económico se convirtió en un factor fundamental para el progreso del país. Al tratarse de un combustible más barato, representó un avance importante para el Perú, al reemplazar energías más costosas que habrían significado un freno para el desarrollo y mayores gastos para todas las empresas. Según Macroconsult, entre el 2004 y 2019, el ahorro generado por el uso del gas natural habría llegado a más de US$ 100,600 millones por la sustitución de combustibles.

Estos beneficios económicos también se extendieron a los peruanos y se traducen en hechos tangibles como por ejemplo que el 40% de la energía eléctrica en Perú se genera con gas natural de Camisea. Además, entre el 2004 y 2019, se estiman ahorros de US$ 77 mil millones por parte de los usuarios de los distintos sectores industriales del país.

En los últimos 17 años el gas natural de Camisea ha generado grandes beneficios para el país en términos de ahorros económicos para la población y las industrias, y un medio ambiente más saludable; sin considerar el pago de regalías y canon que impulsan el desarrollo del país, así como con la generación de puestos de trabajo para muchos peruanos. Lampadia




Los riesgos a mediano plazo del Brexit

Los riesgos a mediano plazo del Brexit

Finalmente el Reino Unido abandonó la UE el pasado 31 de enero dando paso a un año  en el que acometerá esfuerzos para concretar un acuerdo comercial que regiría formalmente  las relaciones económicas y financiera entre ambos bloques.

El principal problema que ocasiona este hecho es asumir los riesgos que conllevarían el mal diseño de tal tratado –el comercio del RU hacia la UE representa la mitad de sus intercambios de bienes y servicios hacia el mundo – producto del poco plazo que planea tenerse para ello– se ha puesto como fecha límite este fin de año. Ello sin mencionar los costos adicionales que se tendrían hasta la firma de dicho tratado en términos de incertidumbre política y económica, que desde que explotó el Brexit en el 2016, le habrían costado al país británico al menos US$ 169,000 millones, según estimaciones de Bloomberg.

Pero hay un factor adicional que no están considerando varios analistas y líderes de opinión en torno a discusión sobre los posibles impactos que tendrá en el RU y en el mundo dicha salida: el timing en el que se dará el Brexit. Un reciente artículo publicado por Project Syndicate, que compartimos líneas abajo, da mayores luces sobre el peligroso contexto en el que el país está abandonando el mercado único aduanero.

Así, el cambio climático y la amenaza de China de cara al desarrollo futuro de las democracias liberales, hecha palpable recientemente con el conflicto en Hong Kong (ver Lampadia: Persiste la lucha por la democracia en Hong Kong, El afán de China sobre Hong-Kong y las consecuencias que este trae), plantean muchos retos para la comunidad internacional. Una desafección por parte del RU hacia ambos problemas, que podría hacerse evidente al salir de la UE, no haría más que reducir aún más las pocas posibilidades de emprender una estrategia política que permita frenar ambos fenómenos frontalmente entre varios países. Esto es altamente probable dada la adherencia que tiene el primer ministro Boris Johnson con el pensamiento de Trump, que, entre otras cosas, desprecia abiertamente la existencia del cambio climático (ver Lampadia: Persiste el calentamiento global).

Esperemos que el mencionado tratado a ser firmado entre el RU y la UE sopese y considere de alguna manera la defensa de los principios democráticos y persista en desarrollar mecanismos entre ambos bloques para luchar contra el cambio climático. Esto es fundamental si es que no se desean perder más iniciativas globales que defiendan abiertamente ambas banderas. Lampadia

Gran Bretaña entra a lo desconocido
Chris Patten
Project Syndicate
30 de enero, 2020
Traducido y comentado por Lampadia

En comparación con las amenazas planteadas por el cambio climático y la hostilidad de China hacia la democracia liberal, las consecuencias del Brexit pueden parecer mucho menos significativas. Pero el Reino Unido ha elegido un momento extraño y peligroso para decidir ir solo.

Un profesor de historia de mi escuela creía que cada gran evento en el pasado debería abordarse sobre la base de un análisis tripartito de sus causas, pretextos y resultados. Los enumeraría en columnas en la pizarra, y luego tendríamos que aprenderlos de memoria: las causas de la Guerra de Sucesión Española del siglo XVIII, los pretextos para la Revolución Francesa, los resultados de la Guerra de Independencia de los EEUU, y así.

Por supuesto, la vida y los estudios posteriores nos enseñan que las cosas no son tan simples. Las causas pueden ser una combinación de accidente, ambición y coincidencia, junto con cambios económicos, sociales y tecnológicos más profundos. Los resultados pueden ser igualmente difíciles de medir de forma ordenada. Después de todo, la historia rara vez cierra, y es difícil saber cuándo comienzan y terminan los efectos de un gran evento.

En ese sentido, la salida del Reino Unido de la Unión Europea a las 23:00 GMT del 31 de enero es probablemente el evento político nacional más importante de mi vida. Los entusiastas de los brexiteers están furiosos porque Big Ben, el reloj icónico del Parlamento de Westminster, no puede sonar para marcar este evento debido a reparaciones que se han retrasado mucho. Actúan como si este fuera otro agravio para agregar a la larga lista que ha sostenido su campaña.

¿Pero qué se supone que debemos celebrar? Nadie parece saber lo que viene después. El futuro está envuelto en gofres, ilusiones y el tipo de mentira que en estos días parece no tener ningún precio político.

Para empezar, los brexiteers descartan abiertamente la cuestión de los costos. Bloomberg Economics estimó recientemente que el Brexit ya le ha costado a la economía del Reino Unido £ 130,000 millones (US$ 169,000 millones) desde el referéndum de 2016, y que el país será más pobre en £ 70,000 millones para cuando finalice su período de transición el 31 de diciembre. Otras fuentes creíbles han producido figuras similares.

¿Pero por qué creer algo que contradiga el fervor cuasirreligioso del Brexit Gran Bretaña? Los brexiteers consideran cualquier estimación económica no deseada como un intento de desalentar al país. En cualquier caso, insisten, sea cual sea el costo, en que recuperamos nuestra libertad. Que hemos retomado el control.

Según el canciller de Hacienda de Gran Bretaña, Sajid Javid, el Reino Unido evitará alinearse con las regulaciones de la UE cuando abandone el bloque. En lugar de ser un tomador de reglas en el mercado único o la unión aduanera, será un hacedor de reglas. Pero en 2016, cuando era ministro de negocios, Javid cantó una canción diferente, argumentando que Gran Bretaña enfrentaría “una década de estancamiento y duda” si abandonara la UE. Entonces, después del Brexit, quizás tomaremos el control de una nueva narrativa que niega lo que previamente habíamos pensado y discutido.

Aparentemente, también podremos prometer una cosa en Bruselas y otra en Belfast. El acuerdo de divorcio del primer ministro Boris Johnson con la UE abrazó un acuerdo explícitamente rechazado por él en el pasado y descartado por su predecesora, Theresa May, porque parece dividir el Reino Unido en el medio del Mar de Irlanda. Hasta que el Reino Unido haya acordado un futuro acuerdo comercial con la UE, Irlanda del Norte permanecerá en efecto en la unión aduanera del bloque y tendrá que aplicar controles sobre los bienes que se mueven entre sus propios puertos y el resto del Reino Unido.

Funcionarios de la UE dicen que no puede haber retrocesos, pero Johnson retrocede de todos modos. Irlanda del Norte puede, le dice a la gente de allí, estar dentro y fuera de la unión aduanera. La iglesia cristiana primitiva solía discutir sobre algo llamado consustancialidad cuando debatía la naturaleza de un Dios tres en uno. Quizás esto es lo que los brexiteers tienen en mente. Irlanda del Norte entrará y saldrá al mismo tiempo: un verdadero milagro.

¿Y el acuerdo comercial que el Reino Unido negocia con su mercado más grande será un conjunto de acuerdos cercano o distante? Solo dos cosas están claras. Primero, no podremos acordar nada amplio, detallado y sofisticado para fines de 2020, cuando Johnson quiere que se complete el acuerdo. En segundo lugar, un mayor acceso tendrá el costo de una mayor alineación con las normas de la UE. No hay forma de evitar ese hecho.

Queda por ver si algo de esto importará, y si el Partido Conservador, eventualmente pagará un precio político. O tal vez tales preocupaciones incluso serán olvidadas cuando enfrentemos dos amenazas mucho más grandes en el siglo venidero.

La primera de ellas es el cambio climático y la lucha asociada para lograr que los líderes mundiales se unan para tomarlo en serio. El presidente de los EEUU, Donald Trump, dice que hablar sobre el calentamiento global es simplemente un negativismo extremo, y la mayoría de sus colegas republicanos parecen estar de acuerdo. Además, los líderes en Brasil, Australia y otros países se refugian detrás de los prejuicios que desafían a la ciencia de Trump, incluso cuando las temperaturas y el nivel del mar aumentan y los incendios arden. Cualesquiera que sean los efectos del Brexit, algunas de las consecuencias del cambio climático ya son evidentes.

En segundo lugar, Gran Bretaña celebrará su gloriosa independencia de las complicaciones de la cooperación internacional en un momento en que la hostilidad intelectual, política y económica entre el liderazgo comunista de China y las democracias liberales se vuelve cada vez más clara. Si la democracia liberal va a sobrevivir, debe defenderse por sí misma. Y no debemos ilusionarnos: las sociedades abiertas bajo el imperio de la ley, desde las Américas hasta Europa, África y Asia, están en la mira hostil de China. Occidente no debería apuntar a rodear o escribir en China. Pero las democracias liberales no pueden permitirle distorsionar las normas internacionales a su favor.

En comparación con estos enormes desafíos, las consecuencias del Brexit pueden parecer mucho menos significativas. Pero el Reino Unido ha elegido un momento extraño y peligroso para decidir ir solo. Lampadia

Chris Patten, el último gobernador británico de Hong Kong y ex comisionado de asuntos exteriores de la UE, es canciller de la Universidad de Oxford.




Persiste el calentamiento global

Persiste el calentamiento global

Como hemos señalado en anteriores oportunidades (ver Lampadia: ¿Es posible acabar con la contaminación del aire al 2050?), el problema del cambio climático global, producto del calentamiento de las paredes de la atmósfera, de ninguna manera se soluciona extirpando el sistema capitalista de la faz de la tierra, un argumento que ha sido esgrimido insistentemente por las izquierdas en Occidente, hasta de las más moderadas.

Por el contrario, es la misma economía de mercado y la libre competencia las que pueden proveer de soluciones ecoamigables a diversos problemas de índole ambiental, como de hecho ya lo ha estado haciendo (ver Lampadia: El futuro promisorio de las baterías, Las baterías del futuro de China y EEUU). Ejemplos hay varios, como el desarrollo de los autos eléctricos y la transformación de la industria alimentaria – una de las principales emisoras de gases de efecto invernadero – desde la ganadería hacia la producción de alimentos con alto contenido vegetal.

Sin embargo, es menester señalar que, aún con dichos esfuerzos del empresariado, la realidad es que nuestro mundo sigue sufriendo los embates de la contaminación, producto en gran medida de la aún vasta combustión de los combustibles fósiles. Y es que pareciera que los líderes políticos de las grandes potencias – ensimismados en guerras comerciales y tecnológicas por la geopolítica global – no han terminado de internalizar la gravedad de esta problemática en sus agendas. Inclusive en muchos casos, como es el caso del presidente Trump en EEUU, lo han terminado denigrando y hasta acusando de que es una invención proveniente de China. Nada más lejano de la realidad.

He aquí la autocrítica que realiza The Economist en un artículo reciente, que compartimos líneas abajo, en donde expresa su preocupación por la falta de interés de las clases políticas dominantes en los 12 países que son responsables de las tres cuartas partes de las emisiones a nivel mundial.

Es imperativo que tales actores tomen conciencia no solo de que el cambio climático ya es una realidad y que por ende se deben tomar medidas en conjunto para combatirlo a la brevedad. Más importante aún es que adviertan que el único sistema capaz de proveer de soluciones a la humanidad en este impasse es el sistema capitalista, a través de la inversión y del alineamiento de los incentivos. En ese sentido, las soluciones de política pública provistas para combatir el calentamiento global deben girar en torno a él, de manera que no termine torciéndose la aguja del desarrollo que ha experimentado y sigue experimentando nuestro mundo (ver Lampadia: Recuperando lo mejor del capitalismo).

Un mundo en calentamiento
El problema del clima

El cambio climático toca todo lo que informa este medio. Debe abordarse con urgencia y claridad

The Economist
19 de setiembre, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

De un año al siguiente, no puede sentir la diferencia. Sin embargo, a medida que se acumulan las décadas, la historia se vuelve clara. Las rayas en nuestra portada representan la temperatura promedio mundial en todos los años desde mediados del siglo XIX. Los años azul oscuro son más fríos y los rojos más cálidos que el promedio en 1971-2000. El cambio acumulativo salta. El mundo es aproximadamente 1ºC más caliente que cuando este medio era joven.

Representar este lapso de la historia humana como un conjunto de rayas simples puede parecer reduccionista. Estos son años que vieron guerras mundiales, innovación tecnológica, comercio a una escala sin precedentes y una creación asombrosa de riqueza. Pero esas historias complejas y las rayas simplificadoras comparten una causa común. El clima cambiante del planeta y el notable crecimiento en el número y la riqueza humana provienen de la combustión de miles de millones de toneladas de combustibles fósiles para producir energía industrial, electricidad, transporte, calefacción y, más recientemente, computación.

A nuestro alrededor

Que el clima cambiante afecta a todo y a todos debería ser obvio, como debería ser que los pobres y marginados tienen más que perder cuando el clima se vuelve contra ellos. Lo que es menos obvio, pero igual de importante, es que, dado que los procesos que fuerzan el cambio climático están integrados en los fundamentos de la economía mundial y de la geopolítica, las medidas para controlar el cambio climático deben ser igualmente amplias y abarcadoras. Descarbonizar una economía no es una simple resta; requiere una revisión casi completa.

Para algunos — incluidos muchos de los millones de jóvenes idealistas que, como The Economist fue a la prensa, se estaban preparando para un ataque climático global, y muchos de los que invadirán las calles de Nueva York durante la Asamblea General de la ONU de la próxima semana — esta revisión requiere nada menos que el castrado o el desarraigo del capitalismo. Después de todo, el sistema creció mediante el uso de combustibles fósiles en cantidades cada vez mayores. Y la economía de mercado hasta ahora ha hecho muy poco para ayudar. Casi la mitad del dióxido de carbono extra hecho por el hombre de la atmósfera se colocó allí después del cambio de la década de 1990, cuando los científicos dieron la voz de alarma y los gobiernos dijeron que actuarían.

De hecho, concluir que el cambio climático debería significar encadenar el capitalismo sería equivocado y perjudicial. Existe un inmenso valor en el vigor, la innovación y la adaptabilidad que los mercados libres aportan a las economías que tomaron forma durante ese siglo rayado. Las economías de mercado son los pozos que producen la respuesta que requiere el cambio climático. Los mercados competitivos debidamente incentivados, y los políticos que sirven a una verdadera sed popular de acción, pueden hacer más que cualquier otro sistema para limitar el calentamiento que se puede evitar y hacer frente a lo que no.

Para comprender ese contexto, es importante comprender todas las cosas que el cambio climático no es. No es el fin del mundo. La humanidad no está balanceándose al borde de la extinción. El planeta en sí no está en peligro. La Tierra es una cosa vieja y dura y sobrevivirá. Y aunque se puede perder mucho, la mayor parte de la vida maravillosa que hace a la Tierra única, por lo que los astrónomos aún pueden decir, persistirá.

Sin embargo, el cambio climático es una amenaza grave para innumerables personas, una que tiene un alcance planetario. Desplazará decenas de millones, como mínimo; interrumpirá las granjas de las que dependen miles de millones; secará pozos y tuberías de agua; inundará lugares bajos y, a medida que pase el tiempo, también los más altos. Es cierto que también proporcionará algunas oportunidades, al menos a corto plazo. Pero cuanto más tiempo demore la humanidad en reducir las emisiones, mayores serán los peligros y menos los beneficios, y mayor será el riesgo de sorpresas verdaderamente catastróficas.

La escala de las implicancias subraya otra cosa que el cambio climático no es. No es solo un problema ambiental junto con todos los demás, y absolutamente no uno que pueda resolverse mediante la abnegación autoflagelante. El cambio por parte de las personas que están más alarmadas no será suficiente. Lo que también se necesita es un cambio en la vida de aquellos a quienes aún no les importa mucho. El clima es un asunto de todo el gobierno. No se puede desviar al ministro del medio ambiente, a quien nadie puede nombrar.

Y eso lleva a una tercera cosa que el cambio climático no es. No es un problema que pueda posponerse durante algunas décadas. Es aquí y ahora. Ya está haciendo que eventos extremos como el huracán Dorian sean más probables. Sus pérdidas ya están allí y a menudo están de luto, en paisajes apagados donde los glaciares han muerto y en los arrecifes blanqueados de sus colores coralinos. El retraso significa que la humanidad sufrirá más daño y enfrentará una lucha mucho más costosa para recuperar el tiempo perdido.

Colgando juntos

Qué hacer ya está bien entendido. Y una tarea vital es la especialidad del capitalismo: mejorar la situación de las personas. La adaptación, incluidas las defensas marinas, las plantas de desalinización, los cultivos resistentes a la sequía, costará mucho dinero. Ese es un problema particular para los países pobres, que corren el riesgo de un círculo vicioso donde los impactos del cambio climático les roban continuamente la esperanza de desarrollo. Los acuerdos internacionales enfatizan la necesidad de apoyar a los países más pobres en sus esfuerzos por adaptarse al cambio climático y hacerse lo suficientemente ricos como para necesitar menos ayuda. Aquí el mundo rico está eludiendo sus deberes.

Sin embargo, incluso si tratara de cumplirlos, de ninguna manera todos los efectos del cambio climático se pueden adaptar. A medida que avanza el cambio, menos adaptación podrá compensarlo. Eso lleva a la otra necesidad del capital: la reducción de emisiones. Con mejoras tecnológicas plausibles y mucha inversión, es posible producir redes eléctricas que no necesitan centrales eléctricas que emitan dióxido de carbono. El transporte por carretera puede electrificarse, aunque los envíos de larga distancia y los viajes aéreos son más difíciles. Los procesos industriales pueden ser reestructurados; aquellos que deben emitir gases de efecto invernadero pueden capturarlos.

Es una tontería pensar que todo esto se puede hacer en diez años más o menos, como lo demandan muchos activistas y algunos aspirantes presidenciales estadounidenses. Pero los esfuerzos de hoy, que son demasiado laxos para mantener al mundo alejado de dos o incluso tres grados de calentamiento, pueden mejorarse enormemente. Obligar a las empresas a revelar sus vulnerabilidades climáticas ayudará a los inversores cada vez más preocupados a asignar capital de manera adecuada. Un precio sólido sobre el carbono podría estimular nuevas formas de innovaciones para reducir las emisiones que los planificadores aún no pueden imaginar. Sin embargo, por poderosa que sea esa herramienta, la descarbonización que conlleva deberá acelerarse a través de regulaciones bien orientadas. Los electores deben votar por ambos.

El problema con tales políticas es que el clima responde al nivel general de dióxido de carbono en la atmósfera, no a la contribución de un solo país. Si un gobierno reduce drásticamente sus propias emisiones pero otros no, el galante reductor generalmente no verá daños reducidos. Esto no siempre es del todo cierto: los excesivos subsidios de energía renovable de Alemania impulsaron un auge mundial en la producción de paneles solares que los hizo más baratos para todos, reduciendo así las emisiones al exterior; los prósperos parques eólicos marinos de Gran Bretaña pueden lograr algo similar. Pero es lo suficientemente cierto en la mayoría de los casos como para ser un gran obstáculo.

La solución obvia será desagradable para muchos. Las conversaciones sobre el clima de la ONU tratan a 193 países como iguales, proporcionando un foro en el que todos son escuchados. Pero las tres cuartas partes de las emisiones provienen de solo 12 economías. En algunas de ellas, incluida EEUU, es posible imaginar votantes más jóvenes en las democracias liberales que exigen un realineamiento político sobre cuestiones climáticas, y un nuevo interés en lograr que otros se unan. Para un club compuesto por una docena de grandes y medianos poderes extravagantes, resolver un acuerdo “minilateral” dejaría a miles de millones excluidos de las preguntas que podrían dar forma a su destino; los participantes necesitarían nuevos sistemas de preferencia comercial y otras amenazas y sobornos para mantenerse en línea. Pero podrían romper el estancamiento, empujando lo suficiente del mundo a una trayectoria de mitigación más pronunciada para beneficiar a todos, y ser ampliamente emulados.

El daño que terminará causando el cambio climático depende de la respuesta humana en las próximas décadas. Muchos activistas de la izquierda no pueden imaginar las democracias liberales de hoy respondiendo al desafío en una escala adecuada. Piden nuevos límites a la búsqueda de la prosperidad individual y el control general del gobierno sobre la inversión, restricciones que algunos de ellos aceptarían bajo cualquier circunstancia. Mientras tanto, a la derecha, algunos apartan la mirada del incipiente desastre como diciendo “estoy bien, Jack” e ignoran sus deberes para con el grueso de la humanidad.

Si el espíritu de empresa que primero aprovechó el poder de los combustibles fósiles en la Revolución Industrial es sobrevivir, los estados en los que más ha prosperado deben demostrar que esas actitudes son erróneas. Deben estar dispuestos a transformar la maquinaria de la economía mundial sin renunciar a los valores de los que nació esa economía. Algunos afirman que el amor del capitalismo al crecimiento lo enfrenta inevitablemente a un clima estable. Este periódico cree que están equivocados. Pero, sin embargo, el cambio climático podría ser la sentencia de muerte para la libertad económica, junto con mucho más. Si el capitalismo quiere mantener su lugar, debe mejorar su juego. Lampadia




El aporte social de las corporaciones

Como hemos venido difundiendo extensamente en una serie de publicaciones (ver Lampadia: Filantropía sigue creciendo, Las gratas y no gratas sorpresas de la Fundación Gates en el 2018, Haciendo más consecuentes las inversiones éticas, entre otras), hay suficiente evidencia para demostrar la existencia de una nueva tendencia, nada despreciable, en el mundo corporativo de hoy, que apunta a generar grandes cambios en pos del bienestar social, ya sea a través de la filantropía propiamente dicha o de las denominadas “inversiones éticas”.

Lamentablemente, esta fuente insaciable de recursos – que supera largamente a las recetas del socialismo hacia los grandes males de los países, por su sostenibilidad en la generación de riqueza – ha sido defenestrada de los grandes titulares de los medios internacionales, los cuales apenas hacen eco de sus aportes.

The Economist es de los pocos medios que realmente se ha dedicado no solo a reconocer las iniciativas e inversiones del segmento corporativo en materia social (pobreza, salud, educación, etc.) sino que inclusive ha analizado la anatomía de los sectores económicos que las impulsan.

Recientemente, publicó un artículo en razón de ello, que compartimos líneas abajo, en donde realiza un listado exhaustivo de las acciones que las grandes empresas se encuentran haciendo en torno a los denominados criterios medioambientales, sociales y de gobernanza empresarial (ESG) y cómo ello ha supuesto en muchos casos una reformulación del propósito mismo de tales organizaciones. Un propósito que va más allá de la búsqueda de creación de valor hacia los accionistas.

Al respecto, no podríamos estar más de acuerdo con dicha evolución. Como sentenciamos en Lampadia: Recuperando lo mejor del capitalismo:

“Se hace necesario reformular el rol de las empresas desde su compromiso con una misión y valores que expliciten el verdadero sentido de los negocios, como una fuerza creadora de bienestar”

En estos tiempos, en donde coexisten y persisten diversas problemáticas de antaño, como la discriminación racial y los movimientos antiinmigración; y de carácter más reciente, como el cambio climático, se hace imperativo que las grandes empresas puedan hacer algo al respecto, ante gobiernos que han mostrado constante incapacidad para frenar dichos problemas. De esta manera, el pensamiento anti-empresa que aún permanece presente en la cabeza de varios jóvenes en Occidente podrá ser extirpado. Lampadia

¿Para qué son las empresas?
Las grandes empresas comienzan a aceptar responsabilidades sociales más amplias

Parece que perseguir el valor del accionista ya no es suficiente

The Economist
24 de agosto, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

A los empresarios, al ser personas, les gusta sentir que les está yendo bien. Sin embargo, hasta la crisis financiera, durante una generación más o menos, habían estado felices de pensar que hicieron el bien simplemente al hacerlo bien. Suscribieron la opinión de que tratar la necesidad de ganancias de sus accionistas como lo más importante representaba su propósito más importante. Los economistas, los gurús de los negocios y los directores ejecutivos de primera línea, como los que componen la Mesa Redonda de Negocios de EEUU, lo confirmaron en su opinión. En un mercado libre, la búsqueda del valor para el accionista en sí misma brindaría los mejores bienes y servicios al público, optimizaría el empleo y crearía la mayor riqueza, riqueza que luego podría ser utilizada para todo tipo de buenos usos. Es una visión del mundo al mismo tiempo que se apoya en su simple rigor y es reconfortante en la falta de cargas sociales que impone a las empresas.

También es una que se ha enfrentado a una presión creciente en la última década. Los criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, en adelante) han desempeñado un papel creciente en decisiones sobre cómo asignar la inversión financiera. Los activos administrados bajo tales criterios en Europa, EEUU, Canadá, Japón, Australia y Nueva Zelanda aumentaron de US$ 22.9 trillones en 2016 a $ 30.7 trillones a principios de 2018, según la Global Sustainable Investment Alliance. Algunos de los mayores gestores de activos del mundo, como BlackRock, un gigante de la indexación, están firmemente a favor de este giro en los eventos. El jefe de la empresa, Larry Fink, ha respaldado repetidamente la noción de que las corporaciones deben perseguir un propósito, más allá de las ganancias simples.

El descontento no termina con los inversores. Los jóvenes trabajadores brillantes del tipo que las empresas más desean esperan trabajar en un lugar que refleje sus valores mucho más que la generación de sus padres. Y el público en general ve un mundo con problemas desalentadores, especialmente el cambio climático y la desigualdad económica, que los gobiernos no están resolviendo. También ven a las compañías como parcialmente responsables de estos problemas extremos, las cuales utilizan sus ganancias cada vez mayores (ver Gráfico) para canalizar efectivo a los accionistas, en lugar de invertirlos de manera que mejoren la vida de todos.

Entre los jóvenes estadounidenses, el socialismo es cada vez menos una palabra abucheada.

Ante esta marea creciente, la Mesa Redonda de Negocios ha visto la luz o se ha derrumbado, dependiendo de a quién se le pregunte. El 19 de agosto, los grandes y buenos del mundo de los CEO anunciaron un cambio de opinión sobre para qué sirven las compañías públicas. Ahora creen que las empresas deberían servir a las partes interesadas [stakeholders] y a los accionistas. Deben ofrecer un buen valor a los clientes; apoyar a sus trabajadores con capacitación; ser inclusivos en cuestiones de género y raza; tratar de manera justa y ética a todos sus proveedores; apoyar a las comunidades en las que trabajan; y proteger el medio ambiente.

Hubo una reacción inmediata. El Consejo de Inversores Institucionales, un grupo sin fines de lucro de administradores de activos, lo denunció rápidamente. Otros lo criticaron como “apaciguamiento” de políticos como Warren y como un paso decisivo hacia la muerte del capitalismo. Esto puede parecer extremo: a primera vista, las recomendaciones de la mesa redonda bordean la anodina. Pero si el propósito de la compañía se desvanece en sus amarres de valor para los accionistas, ¿quién sabe dónde podría terminar?

¿De quién es la compañía?

La afirmación más citada de la primacía del valor para los accionistas proviene de Milton Friedman, un economista. En 1962 escribió que “hay una única responsabilidad social de las empresas: usar sus recursos y participar en actividades diseñadas para aumentar sus ganancias siempre que se mantenga dentro de las reglas del juego, es decir, se comprometa abiertamente a la libre competencia sin engaño o fraude “.

En un momento en que los gobiernos esperaban que las empresas fueran patrióticas y las comunidades veían algunos de ellos como recursos vitales, su franqueza sorprendió a muchos. Pero, aunque posteriormente se tradujo como algo extremo, la posición de Friedman tenía bastante de ceder. Llamó a las empresas no solo a cumplir con la ley, sino también a respetar los estándares éticos más generales de la sociedad; no equiparó los intereses de los accionistas con la rentabilidad a corto plazo.

Pero no fue así como se sintió. La forma en que las escuelas de negocios y los consultores de gestión en EEUU, Gran Bretaña y Europa continental hicieron proselitismo por el valor para los accionistas en los años ochenta y noventa ofreció pocos matices. La mayor preocupación de gobierno corporativo fue el problema del agente: cómo alinear a los gerentes con los intereses de los accionistas que buscan valor.

Tales herejes ahora pueden levantar la cabeza de nuevo. Esto no se debe simplemente al clima político o al estado de ánimo público. Algunos economistas argumentan que la posición de Friedman pertenece a aquellos tiempos. Oliver Hart, de la Universidad de Harvard, y Luigi Zingales, de la Universidad de Chicago, ven su argumento como motivado principalmente por una forma del problema del agente; no le gustaba que los gerentes fueran caritativos con el dinero de los accionistas, incluso si aparentemente era en interés de la empresa. Después de todo, los accionistas podrían derrochar sus ganancias en tan buenas causas.

Es cierto, tal vez, en aquel entonces, dicen Hart y Zingales. Ahora, argumentan, las externalidades que las empresas imponen a la sociedad a veces son imposibles de mitigar para los accionistas como individuos, particularmente si el sistema político y legal es una barrera para el cambio. Los accionistas individuales no pueden hacer mucho por ley para prohibir las armas en EEUU, por ejemplo. Pero pueden ejercer sus derechos como propietarios para influir en las empresas que venden armas. Por lo tanto, las empresas pueden tener propósitos, pero los propietarios deben proporcionarlos, no los gerentes.

Otros sostienen que la idea del valor para el accionista, aunque sigue siendo central, necesita algunas modificaciones. Raghuram Rajan, economista de la Universidad de Chicago y ex director del banco central de la India, aboga por tomar nota de las inversiones no financieras que los trabajadores y proveedores realizan en una empresa con una nueva medida de “valor de la firma” que toma nota explícitamente de un determinado conjunto de tales participaciones.

Algunas compañías han asumido la idea de que su mayor poder les impone nuevas demandas. Satya Nadella, director ejecutivo de Microsoft, dice que un sentido de propósito, junto con una misión que está “alineada con lo que el mundo necesita”, es una forma poderosa para que su empresa se gane la confianza del público. Y debido a que la confianza es importante, esto pone el propósito en el centro del modelo comercial de Microsoft. “A medida que la tecnología se generaliza en nuestras vidas y en la sociedad, nosotros, como compañías de plataformas, tenemos más responsabilidad, ya sea ética en torno a la inteligencia artificial, la ciberseguridad o la privacidad”, dice. “Hay una obligación moral”.

Las empresas en otras industrias tienen pensamientos similares. En cada negocio, dice Haythornthwaite de MasterCard, es probable que una ola de digitalización lleve a una compañía a avanzar. Debido a esa concentración de poder, dice, la plataforma ganadora deberá forjar un vínculo estrecho con la sociedad para mantener la confianza.

El cambio climático es quizás el ejemplo más obvio de empresas que hacen más de lo que tienen que hacer en una buena causa. Veinticinco grandes empresas estadounidenses, incluidos cuatro gigantes tecnológicos, hicieron campaña contra la retirada de EEUU del acuerdo de París en 2017. A nivel mundial, 232 empresas que tienen un valor colectivo de más de US$ 6 trillones se han comprometido a reducir sus emisiones de carbono en línea con el objetivo del acuerdo de limitar el calentamiento global a menos de 2ºC.

A pesar de lo audaz que sea, no es una respuesta proporcional a la crisis climática. Las empresas que se vuelven neutrales en carbono son en su mayoría orientadas al consumidor, en lugar de emisoras intensivas. El dinero para el carbón ahora puede ser escaso, al menos en el mundo rico, pero los grandes inversores institucionales poseen una parte considerable de las principales compañías petroleras del mundo, muchas de las cuales aplican un precio teórico del carbono al análisis de inversión, pero siguen bombeando combustible fósil. Y las promesas de neto cero pueden reforzar la idea errónea de que la mejor manera de combatir el cambio climático es a través de las elecciones de empresas y consumidores individuales, en lugar de una transición exhaustiva en toda la economía.

De cada uno según sus habilidades

La política del consumidor no es la única que las empresas deben tener en cuenta; en tecnología, particularmente, la política de la fuerza laboral es importante. El año pasado, los empleados de Google obligaron a la empresa a dejar de proporcionar al Pentágono tecnología de inteligencia artificial para ataques con aviones no tripulados y abandonar el proceso de adquisición de JEDI, una instalación de computación en la nube para las fuerzas armadas. Google depende, tal vez más que cualquiera de sus pares, de un pequeño número de científicos de datos e ingenieros de software de vanguardia; sus puntos de vista tienen peso. Microsoft, a pesar de dudas similares de sus empleados, todavía está en la carrera por el contrato JEDI. Amazon, por su parte, se enfrenta a la presión de los empleados sobre los contratos con las compañías de petróleo y gas.

Si las posturas políticas corporativas pueden justificarse en términos de mantener contentos a los trabajadores o consumidores, no significa que no sean sinceros, simplemente pueden estar sobre-determinados. Esto puede ser molesto para la derecha. Las empresas rara vez defienden los derechos de los no nacidos o la seguridad fronteriza. Pero este es el mercado del trabajo. Las empresas tienden a preferir tanto a los consumidores como a los empleados que son jóvenes, educados y ricos, es decir, de quienes se espera que adopten políticas socialmente liberales.

Lo que el mundo aún no ha visto es una situación en la que los problemas de los ESG entran en conflicto material y sistémico con las ganancias.

Tales cuestiones se vuelven particularmente claras cuando se trata de aumentar el gasto en los estamentos más pobres de la fuerza laboral. Reducción incesante tiene poco sentido. Algunas empresas han elevado los salarios mínimos y están gastando más en la recapacitación de los trabajadores para hacer frente a la automatización futura. Pero las ganancias son muy sensibles a los costos laborales. Según Darren Walker, presidente de la Fundación Ford, una de las mayores organizaciones benéficas de EEUU, muchos directores ejecutivos están conversando sobre cómo gastar más en trabajadores y beneficios, pero sienten que no pueden hacerlo solos. “Necesitarán cobertura”, dice; un cambio más amplio hacia el propósito corporativo podría proporcionarlo.

Muchos inversores y jefes influyentes imaginan un retorno a algo como el “capitalismo gerencial” de épocas anteriores, cuando algunos directores ejecutivos, sus intereses presumiblemente insuficientemente alineados con los de los accionistas, prestaron más atención a las partes interesadas y las comunidades locales. No todos son entusiastas. Paul Singer, fundador de Elliott Management, el fondo de cobertura activista más grande del mundo, dice que el debate actual sobre el propósito corporativo “corre el riesgo de oscurecer el hecho de obtener una tasa de rendimiento para planes de pensiones, cuentas de jubilación, universidades, hospitales, donaciones de beneficencia, etc. y así es en sí mismo un bien social, uno muy elevado”. Además, señala, este bien social es uno que ninguna otra entidad que la corporación puede proporcionar de manera sostenible.

También hay un problema de responsabilidad. “Una vez que la corporación decida que obtener ganancias ya no es su objetivo principal, ¿ante quién será responsable?”, Dice Singer. La respuesta, piensa, es “los activistas políticos más ruidosos y apasionados”, aunque otros podrían esperar que las convicciones establecidas de los accionistas entraran en juego.

Una respuesta a estas críticas podría ser idear un marco que permita a las empresas y jefes declarar claramente qué más quieren hacer además de obtener ganancias. Casi 3,000 empresas en todo el mundo han sido certificadas como “corporaciones B” en la última década, lo que significa que sus prácticas éticas, sociales y ambientales han sido certificadas por monitores independientes para cumplir con los estándares establecidos por B Lab, un grupo sin fines de lucro en Pennsylvania. Pero no muchas grandes empresas lo han solicitado. Los que tienen son en su mayoría marcas de consumo.

Una alternativa a este enfoque sería hacer que las empresas digan qué propósito tenían más allá del valor para los accionistas y luego se las impongan. Este es el enfoque que Mayer de Oxford recomienda para Gran Bretaña: un requisito legal para que las empresas tengan un propósito en sus estatutos y proporcionen medidas para demostrar que se está cumpliendo. Sin embargo, declarar el propósito de tal manera que sea abierto a tal medición, resultaría difícil.

A medida que el capitalismo se critica por todos lados, es difícil para aquellos en la clase empresarial e inversora objetar a las empresas que voluntariamente hacen su parte para modificar el sistema. Pero cuando los rendimientos confiables se ponen en riesgo, las cosas pueden cambiar. Lampadia




Incendios amazónicos y responsabilidad internacional

Embajador ® J. Eduardo Ponce Vivanco
Para Lampadia

Los incendios en la Amazonía afectan vastas zonas de selva en las sequías de verano. Los que asolan el Brasil ahora son de magnitud comparable a los ocurridos en 2016 que, sin embargo, no suscitaron una alarma internacional  tan notoria.  El primer pronunciamiento del G-7  sucedió a la declaración del Presidente del Consejo Europeo sobre el acuerdo de libre comercio UE-MERCOSUR:  “resulta difícil imaginar el proceso armonioso de ratificación por los países europeos, mientras el Gobierno brasileño permite la destrucción de los pulmones verdes de la Tierra”. En calles y plazas resuenan indignadas protestas ciudadanas por la aceleración del cambio climático. Pero  ¿a qué se debe que la reacción actual sea mucho mayor que la de 2016?

A Trump y Bolsonaro, sin duda.  El primero cumplió sus ofertas electorales de terminar “la guerra contra el carbón” y denunciar el Acuerdo de París.  Y aunque Bolsonaro renunció a su promesa de retirar al Brasil del mismo acuerdo, sí cumplió con una frase lamentable que repitió en su campaña, anunciando que no protegería “ni un milímetro” de tierra que pudiera explotarse en la Amazonía. Al populista norteamericano le divierte provocar y ser criticado. Pero Bolsonaro ha comenzado a pagar facturas por imitar a su mentor de la Casa Blanca, justo cuando Europa bate records de calor y las presiones de Trump para comprar Groenlandia se suman al deterritimiento del hielo en el  Artico.  

La modesta rebaja del interés de la FED, la caída de Wall Street y la guerra comercial con China agudizan los presagios de recesión global. El impacto es duro en la economía brasileña, pero no tanto como el desprestigio diplomático de Itamaraty  por haber dado a Macron el mejor pretexto para soliviantar a los europeos contra el TLC con MERCOSUR que aterroriza a la agricultura francesa por la competitividad de las exportaciones mercosureñas, que amenazan con liquidar un sector fuertemente subsidiado en Europa. Más aún, la política amazónica de Bolsonaro afecta las expectativas de sus socios argentinos, uruguayos y paraguayos en el acuerdo con Europa.

Paradójicamente, la idea de organizar un sistema de cooperación entre los países sudamericanos de la inmensa cuenca hidrográfica que ayuda a respirar al mundo provino de los mentores ideológicos del controversial mandatario brasileño.  Cuando el General Morales Bermudez gobernaba el Perú y el General Ernesto Geisel presidía Brasil,  Itmaraty lanzó la iniciativa que culminó con la firma del Tratado de Cooperación Amazónica suscrito en julio de 1978, después de una ardua negociación que me tocó coordinar con el Embajador Hubert Wieland (logramos evitar que Ecuador avanzara su aspiración de  conquistar una cabecera en la ribera peruana del Amazonas).  El TCA – cuya Secretaría (OTCA) tiene sede en Brasilia –  reafirma la soberanía sobre los territorios amazónicos de las Partes y proclama “el necesario equilibrio entre el crecimiento económico y la preservación del medio ambiente”. Era urgente entonces que los Cancilleres se reunieran para cooperar frente a los incendios que podrían transponer  fronteras en la Amazonía (Perú limita con con los Estados de Acre y Amazonas, lo que podría afectar a Madre de Dios, Ucayali y Loreto).

Lamentablemente, esa posibilidad se frustró por una cínica operación de propaganda montada por Maduro y Evo Morales para denunciar a Bolsonaro y, después,  convocar el encuentro ministerial que ellos mismos habían petardeado*. Una infamia más del populismo bolivariano-boliviano con el apoyo de Cuba y Rusia (evidenciado en el diario comunista Granma y la potente TV rusa RT, imitación moscovita de la CNN).

Es deplorable que la ideología perturbadora de esos regímenes antidemocráticos haya bloquedado el funcionamiento armónico del organismo sudamericano de cooperación amazónica, pero no debe ser un obstáculo para que nuestra Cancillería coordine acciones eficaces con Colombia, Ecuador y Brasil. No solo se trata de proteger nuestra propia región amazónica sino de asumir la responsabilidad que nos corresponde frente a una comunidad internacional angustiada por la preservación de un  ecosistema vital para el planeta. Gracias al oportuno pedido de Bogotá, el G-7 acaba de ofrecer ayuda para sofocar los incendios amazónicos.

COOP 20, la reunión preparatoria más importante del Acuerdo de París sobre Cambio Climático, se celebró en Lima (2014) bajo la presidencia y responsabilidad de Torre Tagle. El prestigio diplomático cosechado entonces debería servir para gestionar la cooperación de Estados y organizaciones internacionales no solo para luchar contra eventuales incendios en nuestra Amazonía sino para monitorear el control ambiental en proyectos mineros como Tía María y La Tapada, que son cruciales para el desarrollo nacional. Lampadia 

*http://mppre.gob.ve/comunicado/venezuela-ofrece-ayuda-para-el-amazonas/
http://mppre.gob.ve/comunicado/gobierno-bolivariano-paises-miembros-grupo-lima/




Con una industria de acero muy golpeada

Desde que el proteccionismo en EEUU tomó impulso hace algunos años con el ascenso del presidente Trump, la industria del acero en Europa – considerada la segunda mayor productora a nivel mundial según la World Steel Association – ha visto constantemente amenazada su competitividad frente a otros países.  Ello en un contexto de exceso de oferta (ver Lampadia: El acero en la mira mundial), inducido principalmente por China, y factores relacionados al incremento del costo de los insumos –hierro, principalmente-, se ha limitado sobremanera los márgenes comerciales del sector siderúrgico, lo cual se ha visto reflejado, en caídas de los precios del valor de las principales empresas europeas del rubro.

Voestalpine, sin embargo, una firma austriaca relativamente pequeña, se sostiene como una de las más prometedoras de la región europea frente a estas adversidades en el sector siderúrgico.  Si bien se encuentra entre las firmas que han reportado caídas en su valor el año pasado, habrían atributos diferenciadores de la empresa que le permitirían enfrentar, entre otras cosas, los embates de las crecientes medidas que buscan aminorar los efectos negativos del cambio climático, como son las emisiones carbono. En un reciente artículo escrito por The Economist, que compartimos líneas abajo, se profundiza en ellos.

Como se podrá la industria del acero está afectada por las disputas de la guerra comercial. Sin embargo, como muestra la popular revista británica, Voestalpine representa una de las empresas de la actualidad que está enfocando correctamente su modelo de negocio hacia uno que provea mayor flexibilidad frente a esta nueva ola anti globalización y libre comercio. Lampadia

Algo Bueno
La industria siderúrgica europea está siendo golpeada

Pero una empresa austriaca muestra que es posible ganar dinero haciendo acero, incluso en Europa

The Economist
29 de junio, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Bosques exuberantes, campanillas y un castillo de cuento de hadas hacen que las colinas alpinas de Linz parezcan vivas con “The Sound of Music”. Sin embargo, en el valle, el horizonte de la ciudad austríaca está sembrado de pilas de carbón, embudos que escupen humo y las siluetas ennegrecidas de los altos hornos, el hogar de Voestalpine, un fabricante de acero austriaco. De altos salarios, la prealpina Linz no es un lugar barato para fundir acero. Sin embargo, se ha aducido que la firma es una prueba de que la industria siderúrgica de Europa tiene futuro, incluso cuando este futuro parece una vez más dudoso.

El 26 de junio, los ejecutivos siderúrgicos se reunieron en Bruselas para discutir sus crecientes desafíos. Las acerías de todo el mundo disfrutan de ganancias crecientes. Excepto en Europa. Un aumento del 10% en el costo del carbón de coque y la duplicación de los precios del mineral de hierro en los últimos 12 meses ha reducido los márgenes ya reducidos. Así lo ha hecho el precio de los permisos de comercio de emisiones europeos, el triple de lo que era a principios de 2018.

El precio del acero va en sentido contrario. Rebar está abajo por una quinta parte en la Bolsa de Metales de Londres. Culpa a los aranceles de acero estadounidense impuestos en marzo pasado. Dos tercios de las importaciones de acero que alguna vez habrían ido a EEUU han inundado Europa, lamenta Axel Eggert, director general de Eurofer, un organismo comercial. La UE impuso un arancel del 25% a las importaciones en febrero para tratar de detener el flujo. Las demandas de mayor protección y los rescates para los trabajos de acero en crisis están creciendo.

No en Voestalpine. “La política arruinó a este grupo desde el principio”, dice Wolfgang Eder, su director ejecutivo. El escepticismo de Eder sobre la intervención del Estado es de larga data. Recuerda que en la década de 1980, poco después de unirse a la firma como abogado junior, los políticos que dominaron el directorio de la compañía se negaron a despedir a los trabajadores innecesarios por las tecnologías que ahorran mano de obra. Las manos ociosas se mantuvieron ocupadas con incursiones mal consideradas en la construcción naval (en un país sin litoral), fabricando armas (que ni la OTAN ni el Pacto de Varsovia querían) e intercambiando petróleo (que casi quiebra a la empresa en 1985). Cuando Austria se unió a la UE en 1995, Voestalpine, recientemente privatizada, no parecía estar en posición de competir con las plantas de menor costo del bloque.

Tenía que competir. En la última década, sus márgenes después de impuestos han superado el 4%, en comparación con el 2% para ArcelorMittal, el 1,8% para Thyssenkrupp y el -7,5% para Tata Steel Europe, sus mayores rivales locales. Christian Obst, de Baader Bank, un banco de inversión, acredita el impulso de Eder en la década de 2000 por centrarse en la calidad sobre la cantidad.

Ese fue un movimiento poco ortodoxo. En 2005, Aditya Mittal, ahora presidente de ArcelorMittal, la mayor siderúrgica del mundo, comentó que las empresas tenían que fundir al menos 100 millones de toneladas al año para sobrevivir. Voestalpine era demasiado insignificante para competir con los Mittals de este mundo cuando se trataba de exportar acero barato y de alta calidad para alimentar el auge de la construcción en China, razonó Eder. Pero podría beneficiarse de la creciente demanda de acero especial de alto margen de las crecientes industrias de automóviles y aeronaves de Europa, y producir por sí mismo algunos de los componentes ferroviarios, de automóviles y de aviones aún más lucrativos.

Algo de brillo se ha desprendido del rendimiento de Voestalpine. En octubre emitió su primera alerta de ganancias desde febrero de 2014. Luego, en enero, emitió otra. Los inversores están preocupados por las posibles multas relacionadas con una investigación contra los cárteles iniciada por los reguladores alemanes en 2017. El precio de las acciones de la compañía cayó casi un 40% en el último año, un hecho no tan malo como lo sucedido con ArcelorMittal y ThyssenKrupp, pero cercano.

Las ganancias de Voestalpine podrían recuperarse más rápido que las de sus rivales. El año pasado fueron corroídos por sobrecostos en las nuevas plantas de acero en EEUU y por problemas en la industria automovilística alemana, su mayor cliente. Lo primero fue algo único y lo segundo puede ser temporal, señala Ingo Schachel de Commerzbank. Y la firma de Eder parece estar en una mejor posición para resistir las inminentes normas de emisiones de carbono respetuosas con el clima. Estas golpearían a los fabricantes de acero más grandes, que utilizan métodos más intensivos en carbono. Este año, Voestalpine planea abrir su primera planta en Linz para experimentar con la fabricación de productos con hidrógeno limpio en lugar de carbón de coque sucio. Eder tiene previsto jubilarse el 3 de julio. Depende de su sucesor asegurarse de que los pocos rasguños y abolladuras que deja no se conviertan en óxido. Lampadia




Las baterías del futuro de China y EEUU

Las baterías del futuro de China y EEUU

Como escribimos en Lampadia: El futuro promisorio de las baterias, el desarrollo que experimentará la industria de las baterías en el futuro, en particular, la de baterías de iones de litio (en adelante, ion-litio), es central no solo para lograr eficiencias en la economía del transporte global sino porque además se constituyen como una de las alternativas ecoamigables más importantes –al ser un sustituto directo de los combustibles fósiles- surgidas en el seno del capitalismo.

De esta manera, potenciar dicho mercado es fundamental para aplacar las críticas realizadas en torno al cambio climático, que las izquierdas progresistas y radicales adjudican como responsables a la globalización y al mismo sistema económico de libre mercado.

Otro aspecto importante en esta discusión que además resulta útil para tener mejores avistamientos respecto al futuro de las baterías tiene que ver con identificar los principales actores que intervienen en su cadena de suministro, desde la producción de los principales insumos utilizados en su ensamblaje – llámese cátodos y ánodos – hasta sus posibles usos como en los populares pero aún costosos, autos eléctricos.

Al respecto, un reciente artículo de la revista Foreign Policy (ver artículo líneas abajo) describe brevemente como están compuestas las cuotas de mercado de las diferentes industrias arraigadas a la producción de las baterías ión-litio.

El artículo enfatiza el hecho de que, a pesar de que EEUU alberga la compañía líder en la fabricación de autos eléctricos, Tesla, que es dueña a su vez de la fábrica ensambladora de baterías ion-litio más grande del mundo, su participación global en ambos productos palidece al lado de la de los mercados asiáticos, en particular, China. Ello deja a China con la posibilidad de que, conforme siga profundizando su mercado en el futuro, pueda constituirse como un cuasi monopolio mundial de las baterías, las cuales representan actualmente un tercio del costo de los autos eléctricos.

Ello en un contexto en el que, como indica un reciente artículo de The Economist sobre el mercado de autos eléctricos, “Una combinación de mejor tecnología y mayor escala, y un ambiente en el que las preocupaciones sobre el cambio climático y la contaminación del aire están provocando que las autoridades de todo el mundo consideren la eliminación de nuevos motores de gasolina y diesel en la próxima década, pronto permitirán que los vehículos eléctricos compitan en precio con los vehículos de gasolina”.

Veamos las perspectivas de las ventas de autos eléctricos a batería y los autos híbridos enchufables, frente a los autos a combustión interna, elaboradas por The Economist.

Por otra parte, si bien existe un consenso entre los principales productores respecto a reducir el costo de las baterías en la siguiente década para incentivar la compra de los autos eléctricos, y así fomentar una transición hacia una fuente de energía más sostenible, este factor podría verse inhibido en los próximos años en tanto China ostentase cierto control de los precios a través de su oferta global.

En virtud de ello, consideramos que lo ideal sería ir hacia una mayor competencia entre países productores por lo que a EEUU, en particular, Tesla, le convendría diferenciar su línea de productos ya sea de autos o de baterías respecto de su rival asiático, o alternativamente, incursionar en el mercado de insumos. Una competencia en precios en un mercado que permita ir hacia fuentes de energía menos contaminantes es una combinación que aboga por un desarrollo sostenible. Lampadia

China está construyendo las baterías del futuro
Tesla es el único impulso de EEUU a la nueva tecnología crítica

Un cable de alimentación se ve conectado a un Tesla Roadster después de una conferencia de prensa con el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, el 30 de junio de 2008 en Tesla Motors en San Carlos, California. (Foto por Justin Sullivan / Getty Images)

Damien Ma & Neil Thomas
2 de abril, 2019
Foreign Policy
Traducido y glosado por Lampadia

Tesla es una empresa que a sus críticos les encanta odiar. Un enjambre de vendedores en corto ha apostado US$ 10 mil millones a que el fabricante de automóviles eléctricos fracasará. Twitean incesantemente sobre las operaciones de pérdida de Tesla e incluso vuelan drones sobre sus instalaciones para verificar las cifras de producción. Elon Musk, el CEO errático de Tesla, ha criticado a estos vendedores ambulantes como “enemigos”.

Apostar contra los prospectos de Tesla puede beneficiar a los vendedores en corto, pero podría terminar destruyendo la única esperanza de EEUU de construir cadenas de suministro para una tecnología que reformará la economía del futuro: la batería de iones de litio (ion-litio). Originalmente comercializada por Sony en la década de 1990, la alta densidad de energía de estas baterías, los ciclos de recarga prolongados, la estructura liviana y la seguridad relativa las hacen ideales para alimentar todo, incluso computadoras portátiles, teléfonos inteligentes y vehículos eléctricos.

El potencial de los vehículos eléctricos para transformar el transporte global hará que las baterías de iones de litio sean aún más integrales a la economía global. Pero tales vehículos siguen siendo costosos en comparación con sus predecesores que consumen mucha gasolina. Esto se debe a que las baterías de iones de litio son caras y constituyen una proporción importante de su costo total. Compre un Tesla Model 3, por ejemplo, y aproximadamente un tercio de la etiqueta de precio de US$ 35,000 es de la batería. Por lo tanto, la comercialización de vehículos eléctricos depende en gran medida de la reducción del costo de las baterías.

La buena noticia es que el consenso de la industria ha hecho que los costos de las baterías de iones de litio disminuyan en la próxima década, desde los actuales US$ 176 por kilovatio-hora de energía eléctrica a menos de US$ 100 por kilovatio-hora, el umbral cuando los vehículos eléctricos alcanzan la paridad de costos con los automóviles de gasolina. En ese momento, la batería de ion de litio podría llegar a ser tan importante para el transporte global como el petróleo que alimenta a los automóviles en la actualidad.

Si eso sucediera, impulsaría una transición fuera del petróleo hacia un futuro energético más sostenible. Ese futuro podría hacer que las existencias mundiales de vehículos eléctricos aumenten de 3.1 millones en 2017 a 228 millones para 2030, lo que provocaría un incremento del 6,700% en la demanda de baterías de iones de litio para vehículos y crearía un mercado que se espera que sea valorado en US$ 100 mil millones para el 2025.

Pero si la demanda aumenta tan bruscamente como creen los analistas, las baterías de iones de litio requerirán una enorme ampliación de la fabricación para reducir el costo por unidad. Eso significa que los países que controlan las cadenas de suministro de baterías de iones de litio consolidarán sus ventajas en un aspecto crucial de la nueva economía del transporte.

Las cadenas de suministro pueden parecer abstractas, pero son vitales para la economía global. Una cadena de suministro concentrada principalmente en un solo país podría permitir el surgimiento de monopolios efectivos sobre insumos particulares. Esta situación aumentaría la capacidad de ese país para establecer precios, establecer estándares técnicos, bloquear el acceso a las materias primas e incluso ejercer una influencia geopolítica mediante el control de la oferta. También es de interés nacional de cualquier país desarrollar industrias nacionales de alta tecnología, especialmente en sectores de crecimiento futuro como las baterías de iones de litio.

Si EEUU tiene la intención de establecer una presencia dominante en la cadena de suministro de la batería de iones de litio, entonces Tesla es su única esperanza.

Como el mayor fabricante de vehículos eléctricos del mundo, la compañía ahora alberga la única producción significativa de baterías de iones de litio para vehículos con base en EEUU. Las baterías Tesla Modelo 3 se ensamblan en la empresa Gigafactory en Nevada, que según la compañía es la “planta de baterías de mayor volumen en el mundo”, con una producción anualizada de 20 gigavatios por hora.

Eso es ciertamente una hazaña impresionante para una sola compañía. Pero a escala global, Tesla es solo un jugador entre muchos. En 2018, la capacidad de producción de la batería de iones de litio de los EEUU (atribuible casi exclusivamente a la Gigafactory) representó menos del 10% del mercado global, China ostentó el 61% de la capacidad global (el resto de Asia, principalmente Corea del Sur) y Japón agregó otro 21%, según MacroPolo, el think tank del Instituto Paulson.

Al comparar la producción con las cifras de consumo – EEUU posee el 20% de las existencias mundiales de vehículos eléctricos, mientras que China concentra el 47% – se hace aún más evidente que EEUU está muy por debajo de su peso.

La imagen se vuelve aún peor para EEUU cuando se consideran las entradas de la línea media utilizadas para ensamblar las celdas de la batería final. China fabrica el 65.7% de los ánodos, el 64.3% de los electrolitos, el 44.8 % de los separadores y el 39% de los cátodos. Las empresas estadounidenses, sin embargo, apenas se registran. Lampadia




El socialismo de los Millennials

El socialismo de los Millennials

Hemos escrito numerosas veces acerca del fenómeno millennials (Ver Lampadia: Incluyendo a los millennials en los gobiernos, Los Millennials: una generación que va a cambiar el mundo, entre otros) porque consideramos que es una generación que puede aportar muchísimo a la discusión de política pública dada su preocupación por problemáticas – el cambio climático, la desigualdad, la precarización del empleo, entre otras – que no eran abordadas por generaciones pasadas como los Baby Boomers o la Generación X.

Sin embargo, como deja entrever The Economist en un reciente artículo (ver líneas abajo), el hecho que muestren un creciente interés por estos problemas no quiere decir que sus propuestas de solución sean necesariamente las óptimas. Peor aún, si es que – como sugieren una serie de encuestas y resultados de los recientes comicios electorales en EEUU y Europa – presentan una afinidad con el socialismo decimonónico y con la izquierda política.

Veamos las propuestas provenientes de los principales partidos que han calado en las mentes de los millennials,  el Partido Demócrata en EEUU y el Partido Laborista en el Reino Unido:

  • En relación al problema de la desigualdad, al igual que la izquierda tradicional, abogan por una redistribución de los ingresos desde los más ricos a los más pobres, además de endeudar ilimitadamente al Estado a bajas tasas de interés, con el fin de financiar enormes déficits fiscales.
  • En relación al problema de la precarización del empleo, proponen una mayor participación de los trabajadores en el accionariado de las empresas y por ende en sus utilidades.
  • En lo concerniente al cambio climático, sus propuestas giran en torno a una mayor planificación central y a una expansión del gasto público en energía verde.

Si un liberal clásico analizara estas tres propuestas quedaría aterrado por los perversos efectos – por demás demostrados por la evidencia histórica – que generan en la economía. Pero la pregunta relevante es: ¿Cómo es posible que la generación de los millennials ha podido ser seducida por las propuestas de un sistema que demostró ser inviable económica y socialmente en aquel evento histórico de 1991, la caída del Muro de Berlín?

Como indica The Economist, “El socialismo de millennials tiene una refrescante disposición para desafiar el status quo. Pero al igual que el socialismo de antaño, adolece de una fe en la incorruptibilidad de la acción colectiva y de una sospecha injustificada en el empuje individual. Los liberales deberían oponerse”.

Pero a esta teoría nosotros queremos complementarla con otra, que está íntimamente ligada al trabajo de los think tanks liberales y que, consideramos, fue determinante de este giro político en los millennials: La falta de difusión de los beneficios que generan los instrumentos de mercado, frente a alternativas socialistas.

En efecto, si uno analiza diagnóstico por diagnóstico que llevan a la recomendación de las políticas anteriormente mencionadas se dará cuenta que no solo están errados, sino que además esconden una profunda ignorancia acerca de la existencia de instrumentos de mercado que generan mejores resultados que las propuestas mencionadas por estos partidos:

  • La desigualdad, lejos de seguir creciendo exorbitantemente, ha caído en EEUU en el período 1979-2014, no por redistribución de ingresos, sino por crecimiento económico (ver Lampadia: Cuidados en el manejo de cifras de pobreza).
  • La precarización del empleo no se combate con mayor protección, sino con un marco laboral flexible, que pueda ser abordado tanto por las grandes como por pequeñas empresas, incentivando la formalización.
  • Y en relación al cambio climático, este no se combate aumentando el tamaño del Estado, sino dando los incentivos a empresas y consumidores a expandir el uso de las energías renovables en su día a día.

Si los líderes políticos y empresarios difundieran estas ideas a través de las redes sociales, herramienta informativa por excelencia de los millennials, podrían generar un giro político en reverso en los jóvenes, desde el socialismo al capitalismo. Esta es una tarea que en Lampadia hemos asumido con compromiso e insistimos que es la solución para formar -en el mediano-largo plazo- una mejor clase política dirigente, tan venida a menos en los últimos años en el Perú.  Creemos firmemente que podemos lograrlo. Lampadia

La izquierda resurgente
Socialismo de millennials

Un nuevo tipo de doctrina de izquierda está emergiendo. No es la respuesta a los problemas del capitalismo.

The Economist
14 de febrero, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Después del colapso de la Unión Soviética en 1991, la competencia ideológica del siglo XX parecía haber terminado. El capitalismo había ganado y el socialismo se convirtió en sinónimo de fracaso económico y opresión política. Cojeaba en reuniones marginales, estados fallidos y la turgente liturgia del Partido Comunista de China. Hoy, 30 años después, el socialismo vuelve a estar de moda. En EEUU, Alexandria Ocasio-Cortez, una congresista recién elegida que se llama a sí misma una socialista democrática, se ha convertido en una sensación aun cuando el campo creciente de candidatos presidenciales demócratas para el 2020 gira a la izquierda. En Gran Bretaña, Jeremy Corbyn, el líder de línea dura del Partido Laborista, aún podía ganar las llaves de 10 Downing Street.

El socialismo vuelve a aparecer porque ha formado una crítica incisiva de lo que ha ido mal en las sociedades occidentales.

Mientras que los políticos de la derecha han abandonado con demasiada frecuencia la batalla de las ideas y se han retirado hacia el chovinismo y la nostalgia, la izquierda se ha centrado en la desigualdad, el medio ambiente y la forma de otorgar poder a los ciudadanos en lugar de a las élites.

Sin embargo, aunque la izquierda renacida hace algunas cosas bien, su pesimismo sobre el mundo moderno va demasiado lejos. Sus políticas adolecen de ingenuidad en cuanto a presupuestos, burocracias y empresas.

La renovada vitalidad del socialismo es notable. En la década de 1990, los partidos de izquierda se desplazaron hacia el centro. Como líderes de Gran Bretaña y Estados Unidos, Tony Blair y Bill Clinton afirmaron haber encontrado una “tercera vía”, una acomodación entre el estado y el mercado. “Este es mi socialismo”, declaró Blair en 1994 mientras abolía el compromiso del laborismo con la propiedad estatal de las empresas. Nadie fue engañado, especialmente los socialistas.

La izquierda de hoy ve la tercera vía como un callejón sin salida. Muchos de los nuevos socialistas son millennials.

  • Un 51% de los estadounidenses de 18 a 29 años tienen una visión positiva del socialismo, dice Gallup.
  • En las primarias de 2016, más jóvenes votaron por Bernie Sanders que por Hillary Clinton y Donald Trump juntos.
  • Casi un tercio de los votantes franceses menores de 24 años en las elecciones presidenciales de 2017 votaron por el candidato de la izquierda dura.

Pero los millennials socialistas no tienen que ser jóvenes. Muchos de los fans más entusiastas de Corbyn son tan viejos como él.

No todos los objetivos socialistas de millennials son especialmente radicales. En Estados Unidos, una política es la atención médica universal, que es normal en otros lugares del mundo rico y deseable. Los radicales de la izquierda dicen que quieren preservar las ventajas de la economía de mercado. Y tanto en Europa como en EEUU, la izquierda es una coalición amplia y fluida, como suelen ser los movimientos con un fermento de ideas.

Sin embargo, hay temas comunes. Los socialistas de millennials piensan que la desigualdad se ha salido de control y que la economía está amañada en favor de intereses creados. Creen que el público anhela que el Estado redistribuya los ingresos y el poder para equilibrar las escalas. Piensan que la miopía y el cabildeo han llevado a los gobiernos a ignorar la creciente probabilidad de una catástrofe climática. Y creen que las jerarquías que gobiernan la sociedad y la economía (reguladores, burocracias y empresas) ya no sirven a los intereses de la gente común y deben ser “democratizadas”.

Algo de esto está fuera de discusión, incluida la maldición del cabildeo y el abandono del medio ambiente.

La desigualdad en Occidente se ha disparado en los últimos 40 años. En Estados Unidos, el ingreso promedio del 1% superior ha aumentado en un 242%, aproximadamente seis veces más que el aumento para los trabajadores medios. Pero la nueva izquierda también tiene errores importantes en su diagnóstico, y también la mayoría de sus recetas.

Comencemos con el diagnóstico. Es erróneo pensar que la desigualdad debe seguir aumentando de manera inexorable.

  • La desigualdad de ingresos en Estados Unidos cayó entre 2005 y 2015, después de ajustar los impuestos y las transferencias.
  • El ingreso mediano de los hogares aumentó un 10% en términos reales en los tres años hasta 2017.
  • Un factor común es que los empleos son precarios. Pero en 2017 había 97 empleados tradicionales a tiempo completo por cada 100 estadounidenses de 25 a 54 años, en comparación con solo 89 en 2005.
  • La mayor fuente de precariedad no es la falta de empleos fijos, sino el riesgo económico de otra recesión.

Los socialistas de millennials también diagnostican mal la opinión pública. Tienen razón en que las personas sienten que han perdido el control sobre sus vidas y que las oportunidades se han debilitado. El público también resiente la desigualdad. Los impuestos sobre los ricos son más populares que los impuestos sobre todos. No obstante, no existe un deseo generalizado de redistribución radical. El apoyo de los estadounidenses a la redistribución no es mayor que en 1990, y el país recientemente eligió un multimillonario y prometedor recorte de impuestos a las empresas. Según algunas medidas, los británicos están más tranquilos con los ricos que los estadounidenses.

Si el diagnóstico de la izquierda es demasiado pesimista, el verdadero problema radica en sus prescripciones, que son perversas y políticamente peligrosas.

  • Tomemos la política fiscal. Algunos en la izquierda venden el mito de que las grandes expansiones de los servicios gubernamentales pueden pagarse principalmente con impuestos más altos para los ricos.
  • En realidad, a medida que las poblaciones envejecen, será difícil mantener los servicios existentes sin aumentar los impuestos a las personas de ingresos medios.
  • Ocasio-Cortez ha flotado una tasa impositiva del 70% sobre los ingresos más altos, pero una estimación plausible coloca el ingreso adicional en solo $ 12 mil millones, o el 0.3% de la recaudación total de impuestos.
  • Algunos radicales van más allá y apoyan la “teoría monetaria moderna” que dice que los gobiernos pueden pedir prestado libremente para financiar nuevos gastos y mantener bajas las tasas de interés.
  • Incluso si los gobiernos recientemente han podido obtener préstamos más de lo que muchos formuladores de políticas esperaban, la noción de que los préstamos ilimitados finalmente no alcanzan a una economía es una forma de charlatanería.

La desconfianza de los mercados también lleva a los socialistas de millennials a sacar conclusiones erróneas sobre el medio ambiente. Rechazan los impuestos al carbono neutrales a los ingresos como la mejor manera de estimular la innovación del sector privado y combatir el cambio climático. Prefieren la planificación central y el gasto público masivo en energía verde.

La visión socialista de millennials de una economía “democratizada” difunde el poder regulatorio en lugar de concentrarlo. Eso tiene cierto atractivo para los localistas como este periódico, pero el localismo necesita transparencia y rendición de cuentas, no los comités fácilmente manipulados favorecidos por la izquierda británica. Si las empresas de servicios de agua de Inglaterra se renacionalizaran como pretende Corbyn, es poco probable que sean ejemplos brillantes de democracia local. En EEUU, también, el control local a menudo lleva a la captura. Sea testigo del poder de las juntas de concesión de licencias para bloquear a los forasteros de empleos o de Nimbys para detener los desarrollos de viviendas. La burocracia en cualquier nivel brinda oportunidades para que intereses especiales puedan capturar influencia. La delegación de poder más pura es a individuos en un mercado libre.

El impulso de democratizar se extiende a los negocios. La izquierda de millennials quiere más trabajadores en las juntas y, en el caso del laborismo, apoderarse de las acciones de las empresas y entregarlas a los trabajadores. Países como Alemania tienen una tradición de participación de los empleados. Pero el impulso de los socialistas por un mayor control de la empresa se basa en la sospecha de las fuerzas remotas desatadas por la globalización. Empoderar a los trabajadores para resistir el cambio osificaría la economía. Menos dinamismo es lo opuesto a lo que se necesita para la reactivación de la oportunidad económica.

En lugar de proteger a las empresas y los empleos del cambio, el estado debería garantizar que los mercados sean eficientes y que los trabajadores, y no los empleos, sean el foco de la política.

En lugar de obsesionarse con la redistribución, los gobiernos harían mejor en reducir la búsqueda de rentas, mejorar la educación e impulsar la competencia.

El cambio climático se puede combatir con una combinación de instrumentos de mercado e inversión pública.

El socialismo de millennials tiene una refrescante disposición para desafiar el status quo. Pero al igual que el socialismo de antaño, adolece de una fe en la incorruptibilidad de la acción colectiva y de una sospecha injustificada en el empuje individual. Los liberales deberían oponerse. Lampadia




El futuro promisorio de las baterías

El futuro promisorio de las baterías

El uso de la batería como bien de consumo parece ser  más importante de lo que nosotros, sus consumidores, percibimos en el día a día. Como indicó un reciente artículo publicado en el blog del Foro Económico Mundial, Las baterías son una tecnología central que sustenta el cambio a los sistemas de descarbonización y transporte de energía, y podría ser un cambio de juego en los esfuerzos para frenar el cambio climático”.

Por otro parte, lo interesante es que es un mercado que, además de tener altos prospectos de crecimiento en el mediano plazo – para el 2040, se proyecta que el mercado global de almacenamiento de energía atraerá $ 620 mil millones de inversión – exhibe enormes economías de escala, cuya eficiencia crece a tasa constante y se apoya en una necesidad creciente de la industria electrónica de los EEUU, China y Corea del Sur.

Sin embargo, como toda fuente de energía presta a reemplazar a los combustibles fósiles, como la energía eólica y la energía solar, adolece de algunos problemas que van desde altos costos ambientales y sociales -reflejados en una alta emisión de grandes cantidades de dióxido de carbono, por ejemplo- hasta una falta de coordinación en las estrategias de financiamiento a lo largo de la cadena de valor, lo cual no permite masificar su distribución en los países en vías de desarrollo.

En un contexto en donde el uso de autos eléctricos es cada vez más prominente en los países occidentales y en donde el cambio climático se encuentra ya impactando en menor y mayor medida en varias regiones a nivel internacional – incluyendo a los países de ingresos bajo – urge la necesidad de encontrar mecanismos para potenciar el mercado de baterías.

En este sentido, el presente artículo (ver artículo líneas abajo) propone tres medidas puntuales para llevar a cabo este objetivo:

  • Asumir compromisos claros y firmes y coaliciones que agrupen organizaciones de todos los ámbitos de la sociedad (sector privado, público y sociedad civil), para alinear e impulsar las inversiones hacia una cadena de suministros de cobalto y litio responsable y sostenible.
  • Evaluar las oportunidades, en términos de costos y beneficios, asociadas con una economía circular para las  baterías. Entendiendo en este caso a la economía circular, como todo el ciclo que involucra la reutilización y reciclaje de las baterías en los autos eléctricos.
  • Apoyar los compromisos existentes para aumentar el almacenamiento de la batería y la electrificación del transporte en países de ingresos bajos y medios.

El cambio climático está a la vuelta de la esquina, asomándose detrás de una ventana de cualquier casa o departamento en los barrios del friolento estado de Chicago, por ejemplo. Nuestra capacidad para frenarlo requerirá nuestro compromiso con la cooperación internacional. Lampadia

Las baterías pueden impulsar el desarrollo sostenible. Así es cómo

Los vehículos eléctricos están impulsando el aumento de la demanda actual de baterías. Imagen: REUTERS / Sergei Karpukhin

Benedikt Sobotka
CEO de Eurasian Resources Group
Martin Brudermüller
Presidente del Directorio Ejecutivo y Director de Tecnología de BASF
Foro Económico Mundial
22 de Enero, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Existe una creciente necesidad de movilidad en todo el mundo. Para el 2025, habrá aproximadamente 1.5 billones de autos en las carreteras. La electromovilidad, especialmente en combinación con la energía renovable, es una contribución importante para abordar las necesidades de movilidad global. Para esto, necesitamos el desarrollo de una cadena de valor sostenible y baja en carbono para las baterías con el fin de contribuir a la implementación del Acuerdo Climático de París 2015. Las baterías alimentan vehículos eléctricos, dispositivos electrónicos portátiles y respaldan la energía renovable en hogares, negocios y redes nacionales. Son un facilitador clave de los esfuerzos globales para frenar el cambio climático, y los desarrollos del mercado lo reflejan.

El mercado global de baterías está en alza. Para el 2040, se proyecta que el mercado global de almacenamiento de energía atraerá $ 620 mil millones de inversión. Durante la última década, el mercado de las baterías recargables de iones de litio se duplicó en promedio cada tres años.

Las baterías son una tecnología central que sustenta el cambio a los sistemas de descarbonización y transporte de energía, y podría ser un cambio de juego en los esfuerzos para frenar el cambio climático. Históricamente, la electrónica portátil ha sido el principal motor del crecimiento en el mercado de baterías; Sin embargo, hoy en día el crecimiento de la demanda proviene de los vehículos eléctricos.

La Agencia Internacional de Energía proyecta que para el 2030 una cantidad de 130 millones de vehículos eléctricos podría estar en las carreteras del mundo. Si bien los escenarios varían, las inversiones significativas en la producción de vehículos eléctricos y baterías están en marcha. También están impulsados por objetivos nacionales e internacionales para apoyar la acción climática, mientras que varias ciudades y gobiernos han anunciado sus intenciones de prohibir los motores de combustión interna.

Mirando más allá del transporte, todo el sistema de energía está experimentando una transformación sistémica. Para 2050, se espera que la energía eólica y solar represente el 50% de la generación de energía global, mientras que en 2017 los combustibles fósiles representan el 85% del sistema energético mundial. Además del hecho de que las baterías son la base para la movilidad futura, son claves ya que aseguran la disponibilidad de energía cuando el viento no sopla y el sol no brilla.

El costo de las baterías disminuirá a medida que aumenten la producción y la eficiencia de fabricación.  Imagen: The Economist

Sin embargo, sin una intervención deliberada, el potencial de las baterías para apoyar el desarrollo sostenible y la mitigación del cambio climático se ve socavado por su propia cadena de valor.

En primer lugar, la extracción de materias primas utilizadas en baterías puede tener un costo social y ambiental significativo. Cerca de dos tercios del cobalto del mundo, por ejemplo, proviene de la República Democrática del Congo y se estima que alrededor del 20% proviene de fuentes que pueden estar vinculadas a condiciones de trabajo inseguras y trabajo infantil.

En segundo lugar, la producción de baterías conlleva una gran huella de carbono.

En tercer lugar, la falta de coordinación y esquemas de financiamiento efectivos a lo largo de la cadena de valor parecen estar dificultando el despliegue de baterías para llevar energía limpia y asequible a los países de ingresos bajos y medios.

Se prevé que la salida global de la batería se triplicará en 2025. Imagen: Circular Energy Storage 2018

Se necesitan mejoras fundamentales en toda la cadena de valor de la batería para permitir que las baterías impulsen el desarrollo sostenible y la mitigación del cambio climático. Hoy se requiere una acción de colaboración para desarrollar una columna vertebral sostenible para los sistemas de energía y transporte del futuro. Esto requiere la realización de tres objetivos centrales:

  • Primero, se deben construir cadenas de suministro estables y transparentes de materia prima, caracterizadas por las buenas condiciones de trabajo y la prosperidad compartida. Esto incluye la alineación con los estándares y los marcos de aseguramiento, así como la movilización de fondos combinados a escala para enfrentar desafíos como el trabajo infantil.
  • En segundo lugar, se debe crear una cadena de valor circular, baja en carbono y libre de contaminación para desbloquear el potencial de las baterías para contribuir a la realización del Acuerdo de París 2015.
  • En tercer lugar, se debe desbloquear el potencial completo de las baterías para brindar mejoras de electricidad y productividad a mil millones de personas en países de ingresos bajos y medios.

¿Cómo podemos lograr estos tres objetivos centrales?

  • Necesitamos compromisos claros y firmes y coaliciones de organizaciones públicas, privadas y de la sociedad civil que acepten alinear las inversiones. El objetivo es desarrollar y aprobar estándares para el suministro responsable y sostenible de cadenas de suministro de cobalto y litio.
  • Necesitamos evaluar las oportunidades asociadas con una economía circular para baterías. Se deben formar asociaciones de acción múltiple para definir los criterios de sostenibilidad para el diseño de baterías y reducir los costos de transacción en la reutilización y el reciclaje de baterías de vehículos eléctricos.
  • Necesitamos apoyar los compromisos existentes para aumentar el almacenamiento de la batería y la electrificación del transporte en países de ingresos bajos y medios.

Todos estos esfuerzos están siendo asumidos por The Global Battery Alliance del Foro Económico Mundial, que está copresidida por los autores de este artículo.

The Global Battery Alliance es una plataforma única de colaboración público-privada cuyo objetivo es acelerar la acción público-privada hacia los objetivos antes mencionados. Reúne a las empresas a lo largo de la cadena de valor con gobiernos, organizaciones internacionales y la sociedad civil para coordinar e impulsar los muchos buenos esfuerzos que ya están en marcha.

Este año, debemos aprovechar el impulso ya generado, por ejemplo, mediante la inversión de 1,000 millones de dólares del Banco Mundial en el almacenamiento en baterías, o la misión de The Global Battery Alliance de construir cadenas mundiales de suministro de baterías responsables. La realización de estos objetivos nos llevará un gran paso hacia un mundo en el que las baterías impulsan el desarrollo sostenible. Lampadia




En defensa de la globalización y la integración

En defensa de la globalización y la integración

El discurso del primer ministro Narendra Modi en Davos 2018 ha sido aclamado por muchos. Modi parecía más un vendedor que un político en el escenario mundial, explicándoles a los grandes líderes políticos y empresariales los cambios que su gobierno había provocado en los últimos tres años y medio para hacer de la India el mejor destino de negocios. 

Dijo que un entorno democrático libre, en contraste con una cultura totalitaria cerrada, es más propicio para el crecimiento empresarial. Modi enfatizó que está eliminado la burocracia y, en su lugar, ha desplegado la alfombra roja para los grandes negocios. Explicó cómo ha abolido cientos de leyes arcaicas y, como defensor de la causa ambiental, ha fortalecido los procesos legales e institucionales para garantizar que el desarrollo y la protección del medio ambiente vayan de la mano.

Modi hizo hincapié en la necesidad de estar abierto a los mercados extranjeros y las diferentes culturas y dijo que la India estaba abierta para los negocios, pero advirtió que el proteccionismo estaba ganando terreno, mientras que la globalización estaba perdiendo atractivo. Un ejemplo importante fue cuando citó un incidente de la vida de Mahatma Gandhi: “No quiero que las ventanas de mi casa estén cerradas en todas las direcciones. Quiero que los vientos de las culturas de todos los países entren en mi casa con aplomo y también salgan”.

Habló de lo aterrador de las fracturas que nos acechan, al nivel de las relaciones humanas, dentro de las naciones y, entre las naciones.

Dijo que el mundo debe unirse para resolver estos problemas y que la India podría mostrar el camino, refiriéndose con frecuencia al antiguo pensamiento indio y las escrituras que piden armonía entre los humanos y la naturaleza y se refieren al mundo como familia. Lampadia

Discurso del Primer Ministro de India, Narendra Modi en Davos

Modi habló sobre las graves preocupaciones que enfrenta el mundo, incluido el terrorismo y el cambio climático.

Transcripción por Express Web Desk, Nueva Delhi
24 de enero de 2018
Traducido y glosado por
Lampadia

WEF, Davos: el Primer Ministro Narendra Modi habla durante una sesión plenaria en el Palacio de Congresos el día de apertura de la 48ª Reunión Anual del Foro Económico Mundial, Suiza. (Laurent Gillieron / Keystone vía AP)

(…)

El tema del Foro Económico Mundial de este año es muy relevante. Coloca la atención en los desafíos que enfrenta la humanidad. El sonido y significado de la palabra ‘Fractura’ es tal que asusta. Y la situación global es realmente aterradora. Esta fractura se puede ver en varios niveles en varias facetas. Solo mencionaré algunas:

  • Fractura en las relaciones humanas, a nivel de individuos

En las épocas actuales, parece que los medios; especialmente las redes sociales nos están conectando. Sin embargo, solo nos está conectando; no integrando. Estamos hablando principalmente. ¡No escuchando! Compartimos noticias y puntos de vista, pero no compartimos una visión.

  • Fractura dentro de las naciones

Falta de entendimiento entre los grupos de interés y las comunidades. Hay desigualdades obvias en los ingresos y las oportunidades. Existen disparidades y divisiones en la distribución de activos y recursos. Pero la paciencia ha cedido el paso a la pasión. Todo el mundo está tratando de superar y dominar a los demás al reclamar prestaciones y derechos.

  • Fractura a nivel internacional

  En mi opinión, actualmente ha adquirido una dimensión muy seria.

También hay una fractura entre el presente y el futuro. Existe una división entre los requisitos de hoy y las necesidades de conservación para el futuro.

Los desafíos son multifacéticos. La única esperanza es que todos querramos abordarlos. Queremos ver un mundo cooperativo, armonioso y solidario. De hecho, aquí es donde radica la esperanza.

Pero, desafortunadamente, parte de la vida humana es que permitimos que las cosas se rompan. En el ámbito internacional, hoy en día existen muchas situaciones en las que no sabemos qué hacer.

¡Amigos! Abordar la fractura a nivel individual es más crítico y más difícil. La fractura o ruptura ocurre primero en la mente y el corazón. Puedo decir con plena responsabilidad que India ha aprendido a trabajar en el nivel de la mente. En nuestra cultura, se acepta que (“जहाँ सुमति न ननननाना. जहाँ कुमति न नबिपतिाना”), los buenos pensamientos producen buenos resultados; los malos pensamientos dan malos resultados. India es la tierra que tiene la solución para este problema omnipresente de fractura.

Siempre hemos creído que la victoria sobre uno mismo es la mayor victoria. Lo primero y más importante en esto es la victoria sobre la mente; control sobre la mente Este es nuestro poder blando; de hecho, nuestro verdadero poder. Ahora, el mundo entero ha comenzado a reconocerlo.

De hecho, India también ha creído en Samagrata o Purnata, que es la totalidad, que significa que el universo y toda su creación y sus seres son siempre completos en sí mismos. Porque representan al todopoderoso que siempre está completo.

Para nosotros, la realidad es una; solo sus descripciones son numerosas.

El sentimiento de unidad existía. El espíritu de convivencia fue lo suficientemente fuerte como para superar cualquier barrera de conocimiento o distancia. La búsqueda de la paz en el universo fue primordial. Esta es la razón por la cual nuestras oraciones sagradas siempre terminan con una oración por la paz.

Es por eso que India siempre ha visto lo doméstico y lo global como partes que se refuerzan mutuamente e inseparables del mismo arreglo orgánico.

Daré algunos ejemplos más específicos.

Desde generaciones, hemos creído que todos los recursos y todas las riquezas pertenecen a la Naturaleza y al Todopoderoso. Los Presidentes y Primeros Ministros; los reyes y las reinas son solo los fideicomisarios o administradores de esta riqueza. El mayor defensor reciente de esta filosofía de administración fiduciaria fue Mahatma Gandhi. Gandhi Ji también solía decir que hay suficiente en la Naturaleza para cubrir nuestras necesidades; pero no nuestra codicia.

Hemos aprendido a vivir de una manera que conduce a la existencia, tanto del hombre como de la naturaleza; que conduce a las necesidades de hoy y de las próximas generaciones. Si los males llegan a nuestras mentes, hay formas y procesos para deshacerse de ellos y purificar la mente y el alma humana.

Ahora, llegaré a las fracturas dentro de los territorios de las naciones. Nuestro sistema de creencias también da lugar a los principios y prácticas que son necesarios para una existencia humana feliz y armoniosa. Me enorgullece decir que las tradiciones democráticas de la India y las instituciones de hoy en día son solo una derivación de este sistema de creencias. Hoy, India es la democracia más grande del planeta tierra. Al mismo tiempo, la gente de la India, en los últimos meses, también ha demostrado que a pesar de ser una organización política democrática y federal; una vasta geografía y una sociedad diversa, es una democracia muy dinámica y decisiva.

Es posible que haya visto en el pasado reciente que más de 1,250 millones de indios aceptaron con una sola voz y se movieron hacia una sociedad menos lucrativa y un sistema impositivo unificado en forma de GST.

Es una gran satisfacción para nosotros que:

  • La mayor democracia de la tierra es también la economía grande, de más rápido crecimiento;
  • La sociedad más diversa también asume políticas decisivas.

Una sexta parte de la comunidad global vive en la India y es una sociedad muy diversa que tiene una visión común; para un futuro compartido. Esta es nuestra verdadera fortaleza. Estamos tratando de aprovecharlo y fortalecerlo aún más.

La unidad en la diversidad es nuestro viejo orden. Sabka saath sabka vikas es nuestra práctica actual.

Con esto, puedo decir con confianza que las democracias pueden, quieren y deben funcionar en los años y décadas por venir.

¡Damas y caballeros!

Permítanme ahora llegar al nivel internacional donde las fracturas y las fallas son realmente aterradoras.

Los principales motivos de fractura a nivel internacional son: Control de territorios: directos e indirectos; y control de transacciones: incluido el comercio transfronterizo y el movimiento de personas.

El primero nos concierne a los políticos y el otro concierne a la comunidad empresarial. Pero ambos afectan al hombre y la mujer comunes. Y ambos son solo para adquirir cada vez más poder y recursos. Todo esto surge del ego o la codicia. Todo esto todavía era comprensible y ha estado sucediendo a lo largo de la historia humana moderna. Pero hoy, el ego y la codicia están siendo envueltos en una buena envoltura de los llamados principios de fe o credo.

Sin embargo, para nosotros en India, nuestro mismo sistema de creencias, de coexistencia, se refleja en nuestro enfoque hacia muchos de los problemas globales. Me gustaría mencionar dos cuestiones apremiantes que tienen la capacidad no solo de fracturar sino también de frustrar muchas cosas buenas que la raza humana ha logrado.

El primero es Terrorismo. Debido a nuestra creencia en la coexistencia de razas y religiones; y debido a nuestra creencia en la no violencia, siempre nos hemos opuesto al terrorismo. Digo con plena convicción que el terrorismo es malo en todas sus formas y facetas. Es malo independientemente de su territorio de origen u objetivo de operación. Todos debemos unirnos en la lucha contra el terrorismo. La India se mantiene firme con todas esas fuerzas. También debo aprovechar la oportunidad para hacer un llamamiento a todos ustedes para que vean que esos grupos no reciban dinero, armas y municiones. No puede ser bueno hacer negocios con tales elementos. Todos sabemos que, sin paz, el progreso y la prosperidad no son posibles.

El segundo desafío global es el problema del cambio climático. En nuestra cultura, tratamos a la naturaleza como madre. También creemos que el hombre solo tiene derecho a ordeñarlo; no destruirlo. Es por eso que, a través del Acuerdo de París, le hemos asegurado a la comunidad mundial que nuestro proceso de desarrollo estaría completamente en línea con nuestro ethos cultural hacia las salvaguardias ambientales. De hecho, no solo somos conscientes de nuestras responsabilidades hacia el cambio climático; estamos dispuestos a tomar la iniciativa para mitigar sus efectos.

Para demostrar la sostenibilidad de nuestro proceso de desarrollo, hemos realizado importantes compromisos y logros en energías renovables. Hemos planeado extraer 175 GW de energía de fuentes renovables para 2022. Ya somos el quinto mayor productor de energía solar en el mundo.

Con nuestros esfuerzos, una organización basada en tratados internacionales, llamada Alianza Solar Internacional, ha tomado forma. El ISA (por sus siglas en inglés) se concibió como una coalición de países ricos en radiación solar.

Si realmente queremos seriamente fortalecer la cooperación y la satisfacción en la comunidad global; necesitamos abordar los problemas que enfrentan los jóvenes. El rápido aumento y la expansión del radicalismo entre los jóvenes en diferentes sociedades están poniendo en peligro la seguridad y la estabilidad de muchas regiones. Las personas sentadas aquí pueden ayudar mucho. Pueden crear y facilitar el empleo y la participación remunerada para los jóvenes. Debemos demostrar que las nuevas tecnologías no eliminarán empleos. Por el contrario, crearán nuevos puestos de trabajo en nuevas áreas.

Necesitamos crear una sociedad solidaria y preocupada. Tenemos que pensar en las formas en que la configuración comercial se puede utilizar para crear una civilización considerada no solo corporaciones competitivas. La responsabilidad social corporativa es una palabra antigua. Pero tratemos de darle un nuevo significado; intentemos dar un nuevo mensaje a través de ella. Voy a repetir lo que he estado diciendo desde hace mucho tiempo.

Estoy seguro de que ya saben mucho sobre nosotros. Existen suficientes razones para que India sea conocida globalmente. En los últimos años, hemos tratado de fortalecer y desarrollar aún más los fundamentos de la India.

Nuestra agenda de desarrollo actual se basa en CINCO PILARES.

  • En primer lugar, nuestros sistemas necesitan cambiar. Estamos persistiendo en reformas estructurales de largo alcance. Por lo tanto, nuestro primer pilar es nuestro mantra de reformar, realizar y transformar.

Esto incluye: formalizar la economía a través de desmonetización y transacciones digitales, reformas fiscales directas y expansión de la base tributaria, reformas bancarias, DBT a través de UID y cuentas bancarias, minimizando la discreción, combatiendo la corrupción y controlando la inflación. Además, hemos reducido consistentemente el déficit fiscal y el déficit en cuenta corriente.

Otro buen elemento de esta reforma es que los Estados han comenzado a competir por hacerlo cada vez mejor. “Federalismo competitivo”.

En esta dirección, también hemos emprendido reformas de IED audaces. Más del 90% de las aprobaciones de FDI se han incluido en la ruta de aprobación automática.

  • En segundo lugar, estamos utilizando la tecnología para transformar la gobernanza y brindar derechos y servicios públicos. He estado diciendo que el gobierno electrónico es una gobernanza fácil y efectiva.
     
  • Tercero, es la mejora significativa de la infraestructura física, incluidas las carreteras, los ferrocarriles, los puertos aéreos y marítimos. La escala y el alcance de esta tarea son inmensas.
     
  • En cuarto lugar, también somos conscientes de la necesidad urgente de mejorar las normas que rigen la actividad económica. Necesitamos estar completamente integrados con el mundo en las principales áreas de política.
  • El quinto pilar es el desarrollo económico inclusivo. Como dije, la mayor razón de la fractura dentro de los países es la desigualdad y la disparidad que conducen a la división y la desconfianza.

Hemos tratado a nuestra manera de reducir la brecha de ingresos y oportunidades. Por ejemplo:

  • Cuando facilitamos la industria y los servicios al crear facilidad de negocios; se facilita la creación de empleo para millones de nuestros jóvenes;
  • Cuando anunciamos y trabajamos en Make in India y aspiramos a hacer de India un centro de fabricación global; es para crear oportunidades de trabajo para millones de trabajadores;
  • Cuando implementamos el programa Digital India; es para salvar la brecha digital que se ha convertido en una consideración importante en esta era;
  • Cuando trabajamos en el programa de habilidades para la India; es para proporcionar habilidades a la fuerza de trabajo no calificada y semi-calificada que es una fuente de división en la sociedad;
  • Si desatamos una ola de start-ups; es para crear empleadores junto con el empleo;
  • Si abrimos cuentas bancarias de 310 millones de personas no bancarizadas; es para llevarlos a la fuente financiera principal;
  • Si desplegamos tecnología para la focalización de los beneficiarios y la transferencia directa de beneficios; es eliminar intermediarios del sistema de subsidios del gobierno;
  • Si hacemos un llamamiento al bien para hacer que la gente que tiene mejores condiciones, renuncie a usar gas subsidiado para cocinar; es para apoyar a aquellos que no tienen conexiones de gas para cocinar;
  • Si decidimos electrificar a todos los pueblos y hogares restantes: es ver que la calidad de sus vidas cambia para siempre.

Para cerrar el desequilibrio y las divisiones, tenemos que hacer mucho y tenemos que hacerlo rápido. Para darle algunos ejemplos:

  • Tenemos que construir 50 millones de casas;
  • Tenemos que construir sistemas ferroviarios de metro en más de cincuenta ciudades;
    • Tenemos que ir tanto horizontal como verticalmente:
      desde la distribución de bombillas LED hasta el tendido de líneas de transmisión pesadas;
    • Desde el grifo de agua en los hogares hasta las vías fluviales y las tuberías;
    • Desde las carreteras en las aldeas hasta la red de carreteras de Bharatmala;
    • Desde el tendido y la electrificación de los ferrocarriles a la construcción de municipios modernos más de 400 estaciones.
  • El consumo de acero de la India es de 60 kg por persona, frente a un promedio mundial de 218 kg por persona.
  • El consumo de electricidad per cápita de la India a 1100 kWh es el más bajo entre las naciones BRICS y es solo 1/3 del promedio mundial.
  • Del mismo modo, en India, los vehículos por cada 1000 habitantes son 25 contra alrededor de 500 de los países europeos. (134º lugar en el mundo y el más bajo en los 10 mejores países que fabrican automóviles)

Pensemos en el efecto revolucionario que tendrá la industria si 1,250 millones de personas comienzan a consumir a la par o más cerca del promedio mundial en algunos de estos sectores.

La India ofrece un gran alcance y oportunidad para que prosperen todo tipo de ideas y conceptos e inversiones.

Nuestras agencias gubernamentales están encontrando formas innovadoras de crear un entorno favorable para las empresas.

¡Damas y caballeros! India es una inversión en el futuro. Estarás de acuerdo conmigo si digo eso:
Somos una sociedad vibrante y joven que avanza hacia una economía basada en el conocimiento;
India alberga una gran cantidad de mano de obra de tecnología, instituciones y centros de I + D;
Estamos avanzando para convertirnos en una economía de cinco mil millones de dólares estadounidenses para 2025;
Nos convertiremos en el tercer mercado de consumo más grande del mundo para 2025;
Según el Banco Mundial y el FMI, nuestra tasa de crecimiento será constante y alta;
India ocupó el 3er lugar en la lista de gobiernos más confiables del WEF en 2017;
Somos una democracia profundamente arraigada; se garantiza la apertura, la previsibilidad de las políticas y el estado de derecho;
Moody’s mejoró la calificación de la India a causa de sus reformas económicas;

Estamos construyendo una NUEVA INDIA en la que un sexto de la humanidad se combina y se compromete a obtener una buena administración y mejores servicios para una mejor calidad de vida.

Espere. ¡Una cosa más! El sistema de la Familia de la India y nuestras tradiciones de Guru-Shishya son los mayores ejemplos de plenitud e integridad. Mantienen nuestra cultura de visión compartida, corazones sanadores y comunidad solidaria.

India te ofrece todo lo que buscas de y para tu vida.

Si quieres riqueza con bienestar, trabaja en India;

Si quieres Paz con Prosperidad, vive en India;

Si quieres salud con vidas plenas, anda a la India.

Y nuestra promesa es que tu agenda será parte de nuestro destino. Ambos tendremos un futuro compartido y exitoso.

¡Gracias!

Lampadia




Punto de inflexión en el desarrollo de energías renovables

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