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Totalitarios y autoritarios

Totalitarios y autoritarios

CONTROVERSIAS
Fernando Rospigliosi
Para Lampadia

Las impresionantes manifestaciones de protesta contra la dictadura comunista que oprime Cuba desde hace 62 años, han despertado solidaridad y esperanzas en todo el mundo. No obstante, no será tan fácil para los cubanos liberarse de ese régimen despótico.

La académica y diplomática norteamericana Jeane Kirkpatrick estableció una diferencia sustancial entre totalitarismo y autoritarismo, para diferenciar a los sistemas totalitarios, comunistas o nazis, de las dictaduras como las que, por ejemplo, hemos tenido en el Perú y países vecinos en diversos períodos.

Kirkpatrick sostenía que era mucho más probable que una dictadura autoritaria se liberalizara y evolucionara hacia la democracia, a que un régimen totalitario comunista cambiará.

El totalitarismo comunista -o fascista- no solo impone una brutal represión sobre el pueblo:

  • elimina la libertad de prensa,
  • liquida la alternancia en el poder e impide la existencia de una oposición política,
  • sino que encuadra a la población en un partido único,
  • disuelve la sociedad civil y encasilla a la población en organizaciones controladas por el partido y el gobierno.
  • Además, por supuesto, de impartir, desde el nacimiento hasta la muerte, una ideología que se inocula en las escuelas, los medios de comunicación y las artes.

Por eso es tan difícil que un pueblo que cae bajo el yugo totalitario se libere de él. Los rusos demoraron 74 años en acabar con el totalitarismo comunista. El totalitarismo nazi y fascista duró menos por la derrota militar que sufrió. Un nuevo tipo de totalitarismo, la teocracia islámica en Irán es un fenómeno relativamente nuevo, y no se sabe todavía cómo puede terminar.

Precisamente en un premonitorio artículo publicado en 1979, “Dictaduras y doble estándar”, Kirkpatrick hizo una crítica implacable de la política norteamericana del gobierno de Jimmy Carter, que dejó caer a dos aliados, los socavó y contribuyó a que los reemplacen gobiernos enemigos de los EEUU con el argumento de que lo hacían para defender la democracia y los derechos humanos.

En efecto, en 1979 fueron derrocadas las dictaduras del Sha de Irán y de Somoza en Nicaragua, y reemplazados no por gobiernos democráticos respetuosos de los derechos humanos, sino por otras dictaduras enemigas de los EEUU:

Dice Kirkpatrick, refiriéndose también a otros países como Cuba: “En cada uno de estos países, el esfuerzo norteamericano por imponer la liberalización y la democratización a un gobierno enfrentado a una violenta oposición interna no sólo falló, sino que en realidad ayudó a la toma del poder por nuevos regímenes bajo los cuales las personas comunes gozan de menos libertades y menos seguridad personal que bajo las autocracias anteriores; más aún, regímenes hostiles a los intereses y políticas norteamericanos.”

Y, premonitoriamente, “en este momento [1979] hay mucha más probabilidad de una liberalización y democratización progresiva en Brasil, Argentina y Chile que en el gobierno de Cuba”. En efecto, las dictaduras de Brasil, Argentina y Chile finalmente terminaron y se establecieron gobiernos democráticos en esos países, mientras el pueblo cubano sigue todavía sojuzgado por una tiranía comunista.

En suma, la diferencia que estableció Kirkpatrick entre totalitarismo y autoritarismo tiene una importancia práctica muy importante, no solo académica.

Y su crítica al doble estándar de la política exterior de los EEUU está vigente. Los EEUU no solo actúan, como cualquier país, en función de sus intereses geopolíticos y estratégicos, sino que tienen -como bien ha precisado Henry Kissinger- una política ambivalente, que combina eso con un defensa idealista de la democracia, que los lleva a cometer errores fatales, como en los casos descritos por Kirkpatrick en 1979 en Irán y Nicaragua, donde contribuyeron a derribar dos dictaduras amigas y a establecer otras mucho peores en términos de represión y violación de los derechos humanos, y enemigas de los EEUU.

Hoy la teocracia que gobierna Irán es un peligro con su política nuclear no solo para los EEUU sino para el mundo entero, y en Nicaragua Daniel Ortega, el mismo al que ayudaron a encaramarse en 1979, sigue en el poder después de un breve interregno democrático. Y en ambos, el pueblo sufre mucho más que antes. Lampadia




¿SAGASTI, el segundo Caballo de Troya?

¿SAGASTI, el segundo Caballo de Troya?

 

Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Para Lampadia

EL ESCENARIO

El Perú está sitiado. No solamente Lima y el gobierno. Todo el Perú está sitiado por el autoritarismo callejero que se empoderó desde las marchas destinadas a reinstaurar la Paz Caviar y colocar a Sagasti de presidente. Los puntos focales por ahora son Ica, Trujillo y la carretera central, para sitiar la capital. En los siguientes días sonará el paro en el Corredor Minero en Las Bambas, las nuevas amenazas contra los trenes a Machupicchu, el paro de micros colectivos en Lima y otros puntos de conflicto, sea cual fuere el pretexto local que los justifique.

EL AUTORITARISMO DE LA CALLE

El libreto autoritario latinoamericano tiene dos funciones. Una, la del autoritarismo desde el poder y otra, la del autoritarismo de la calle. El primero es el que se ejerce cuando se toma el poder, por las urnas o por la fuerza. El segundo es el que se ejerce para tomar el poder o ejercerlo, de facto. Castro, Pinochet, Stroessner, Velasco Alvarado anteriormente y en las últimas décadas, Fujimori, Chávez, Maduro y Ortega, son ejemplos del autoritarismo desde el poder, en distinta medida. Evo Morales es el ejemplo típico del autoritarismo callejero, el que consigue el poder con bloqueos, barricadas, corte de suministros, asalto a unidades de transporte, corte de combustible y el sitio de la capital. Lo hizo para llegar al poder, desde donde también protagonizó la otra función autoritaria y volvió a la calle cuando renunció y se tuvo que asilar en México.

LA SITUACION DE SAGASTI

En el Perú de hoy, Sagasti, con ingenuidad, complicidad o ignorancia de la lógica política latinoamericana, afirma que las protestas “están instigadas por grupos de poder para debilitar el gobierno de transición”. No sabe que él fue puesto por la calle y que la calle pide más.

Los “jóvenes” que se estrenaron en el arte de protestar se contentaron con deponer al elegido por el Congreso, los empresarios que apoyaron su llegada al poder se contentaron con sus modos burgueses, pero, a los profesionales de la calle, que estuvieron detrás de los desmanes del 14 N, eso no les basta. Vienen por más. Sólo los ignotos en política o sus cómplices pueden pensar que allí quedaba la cosa.  La calle puso a Sagasti para que abra la puerta, como lo hicieron con Vizcarra, el gran Caballo de Troya de la historia política peruana.

LA LOGICA DEL AUTORITARISMO DE LA CALLE

  • El autoritarismo de la calle no tiene comando único ( aunque sigue las mismas consignas),
  • no tiene un propósito único (cambiar la Constitución es uno de los objetivos, pero no es el único),
  • deja espacio a los actores locales (y a sus negocios políticos propios),
  • se sube a cuanto conflicto sectorial o regional exista (los utiliza, como usaron a Inti y Brian),
  • recibe jugoso auspicio internacional (desde los millones que llegaron para Ollanta),
  • aprovecha cuanto conflicto exista (salarial, empresaria o ambiental),
  • crea los que no existían y convive con el  extremismo violentista (por lo cual no lo condena nítidamente).

Su objetivo es debilitar el sistema democrático, agudizar contradicciones, generar caos. En esa tarea, si es necesario, van con calma, avanzan y retroceden. No tienen la angurria de los políticos de derecha, de centro o los caviares, que se matan por un fajín.

¿FRANCISCO SAGASTI EL SEGUNDO CABALLO DE TROYA?

Hasta ahora, Francisco Sagasti parece ser lo que muchos pensamos: el segundo Caballo de Troya. (Lampadia. 02 agosto de 2019. Vizcarra: Caballo de Troya). El encargado de abrir la puerta para que ingresen los enemigos del país. Solo así se explica que en menos de 15 días haya descabezado a la policía, haya roto la moral policial y luego se hayan desatado estas algaradas de protesta que una policía debilitada obviamente no puede controlar. Menos si la orden que él da es la de no tocar a los violentistas, que rompen vidrios de buses parados con mujeres y niños, ni con el pétalo de una rosa.

Sagasti tiene un solo encargo y parece estarlo cumpliendo muy bien: abrir la puerta.

¿ESTAREMOS EQUIVOCADOS?

Nuestra vanidad podría llevarnos a afirmar: lo veníamos diciendo. Esto iba a suceder. Sin embargo, la fe nos lleva a confiar en que podemos estar equivocados. Si es así, SAGASTI y su gobierno (y si la Primer Ministra no da la talla que de un paso al costado), debieran tomar medidas inmediatas:

  • Suspender toda mesa de diálogo en el país. No hay gobierno que pueda atender 10 o más frentes al mismo tiempo. Eso está en el ABC de la política.
  • Abrir un espacio inmediato de diálogo con los representantes legítimos de los reclamos salariales o gremiales, en el lugar que corresponde: la sede del Gobierno. Por turno e inmediatamente.
  • Otorgar un plazo de 24 horas para el levantamiento voluntario de los bloqueos de carreteras.
  • Disponer a la Procuraduría que vencido el plazo otorgado inicie acciones legales contra todos los autores materiales e intelectuales de estos actos.
  • Ampliar el Estado de Emergencia y otorgar el control de las zonas afectadas a las Fuerzas Armadas conforme lo manda el artículo 137° de la Constitución.
  • Reinstaurar el orden, la paz y el respeto a la ley y a la libertad de las personas.

SAGASTI tiene en sus manos el epitafio político que quiere que le coloquen en la historia. Ojalá escoja el correcto y no el que creemos que tiene. Lampadia




El legado de Mafalda

El legado de Mafalda

Hace pocos días se reveló la lamentable muerte de quien fuera el creador de Mafalda, el argentino Joaquín Lavado, conocido como “Quino” en la entrañable tira de historietas protagonizada por aquella niña de particular personalidad y férreo temperamento hacia los males de su sociedad.

Múltiples medios internacionales y personajes políticos han destacado el trabajo de Quino por lo que vale la pena reseñar porqué, a pesar de la discontinuidad de Mafalda – estuvo en producción menos de una década entre los años 60 y 70 – sus historias mantienen mucha vigencia hoy en día, en particular, para los latinoamericanos.

Un breve artículo de The Economist que compartimos líneas abajo describe cómo la sátira reflejada en las conversaciones entabladas por Mafalda hacia personajes de su entorno expresa lo que vendría a ser su principal atributo: una crítica constante a los autoritarismos de los Estados, así como su ineficacia para la resolución de problemas sociales, un flagelo que todavía seguimos lamentablemente arrastrando en buena parte de la región, incluido nuestro país. Mafalda también es muy crítica del establishment y asume todas las causas de defensa del individuo.

Sentó pues las bases de lo que sería una suerte de arte de reclamo entretenido hacia los políticos de turno, la cual al día de hoy se sigue utilizando ya no solo a través de los cómics, sino también de la imitación y de otras formas de expresión, que como comenta The Economist, en muchos casos han conducido a censuras y hasta apresamientos.

Veamos el halago de The Economist hacia Mafalda. Lampadia

El significado de Mafalda
Aunque su creador ha muerto, su espíritu satírico vive en América Latina

The Economist
15 de octubre, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

La tira cómica apareció apenas nueve años, entre 1964 y 1973, en Argentina. Sin embargo, Mafalda ocupa un lugar único y duradero en la cultura popular latinoamericana. Eso se reflejó en la aclamación y el cariño que le brindó a su creador, Joaquín Lavado, fallecido el 30 de septiembre. La heroína de la tira era una niña regordeta, rebelde y de cabello castaño de seis años. Con la lógica implacable de los niños (pero bastante más sofisticada que la mayoría), interrogaba la vida doméstica, su país y el mundo, y generalmente los encontraba deficientes.

Mafalda era más política que Peanuts y más moderna que Asterix, pero gozaba de una popularidad similar. Lavado, quien dibujó bajo el apodo de Quino de su infancia, distribuyó las tiras en América Latina y el sur de Europa. Fueron traducidos a 26 idiomas y todavía se vuelven a publicar hoy. Mafalda ha vendido más de 20 millones de libros, así como camisetas, tazas y otros objetos de interés. Las historietas originales reflejan un medio y una época particulares: la Argentina de clase media en las turbulentas décadas de 1960 y 1970. Pero gran parte del ingenio de Mafalda es universal y se siente fresco incluso hoy. Ella juega un papel destacado en una larga y continuada tradición de sátira política en América Latina.

Umberto Eco, un escritor italiano, fue uno de los primeros fanáticos. Mafalda, escribió, es “una heroína iracunda que rechaza el mundo tal como es … defendiendo su derecho a seguir siendo una niña que no quiere hacerse cargo de un mundo arruinado por los adultos”. Era una rebelde nativa y odiaba la sopa. En una tira lee la receta de un caldo de verduras en un periódico. Quiere someter a juicio los ingredientes por “asociación ilícita”.

Ella fue una de las primeras feministas. “Lo malo de la familia humana es que todo el mundo quiere ser padre”, dice. Si su madre no hubiera abandonado la universidad para casarse, “tendrías un título en tus manos y no un montón de camisas”, le dice. Lleva a su padre, un oficinista afable cuyo pasatiempo son las plantas en macetas, a la distracción con sus preguntas. La carrera espacial, la guerra de Vietnam, los Beatles, los trajes de baño y la inflación, que ya es un problema creciente en Argentina, hacen acto de presencia.

Mafalda se desespera por el estado del mundo. Luego de un golpe militar en Argentina en 1966, contempla un grafito que dice: “Basta de censu… [ra]”, Quino rápidamente presentó a un nuevo miembro a su grupo de amigos en la tira, una niña llamada Libertad que es una enana. Pero Mafalda no es una izquierdista furiosa. Quizás en su mayor desdén político afirma que “la sopa es para la infancia lo que el comunismo es para la democracia”. Pero también es despiadada con las fallas del establishment y del Estado argentino. Ella llama a su tortuga mascota “Burocracia”. Cuando ella y sus amigos deciden jugar a ser el gobierno, le dice a su madre: “No te preocupes, no vamos a hacer absolutamente nada”. En el fondo, es una potencia progresista liberal que desconfía de todo tipo.

Quizás sea este desprecio sospechoso del Estado lo que convirtió a Mafalda en un éxito en una región que con demasiada frecuencia ha sido mal gobernada. En América Latina, como en otras partes, la sátira ha sido durante mucho tiempo un arma contra el abuso de poder. Mafalda fue parte de su época dorada. Los años sesenta y setenta fueron “un buen momento” para ser dibujante, reflexionó mucho más tarde Quino, porque “había tanto conflicto”.

Eso todavía se aplica. El humor puede estar más globalizado: han aparecido cómics en la región y los memes en las redes sociales transmiten la sátira de los EEUU. Pero las formas más tradicionales todavía provocan la ira oficial, recientemente la de los autócratas de izquierda. En 2011, el régimen de Hugo Chávez en Venezuela cerró una revista satírica y arrestó a su personal. El gobierno ha multado repetidamente a TalCual, un periódico, por sus pasquines. Rafael Correa, cuando era presidente de Ecuador, organizó una multa contra un periódico por una caricatura. En Nicaragua, las amenazas del régimen de Daniel Ortega obligaron a huir en 2018 al caricaturista Pedro X. Molina. Mafalda habría condenado a esos déspotas a toda una vida de sopa. Lampadia




El constitucionalismo gourmet

El constitucionalismo gourmet

Aníbal Quiroga León
Jurista. Profesor Principal PUCP
Para Lampadia

El señor Presidente del Consejo de Ministros ha declarado que las discusiones, por el mismo causadas, acerca de si le corresponde comparecer ante el Congreso de la República -con su Gabinete- para exponer y debatir la política general del gobierno y las principales medidas que requiere su gestión, solicitando el correspondiente voto de confianza de que trata el Art.130° de la Constitución que, por lo demás, nunca recibió; al mismo tiempo que  exponer los actos llevados a cabo por el Poder Ejecutivo durante el pasado interregno parlamentario causado por la disolución del Congreso, conforme reza el Art.135° de la misma, son “exquisiteces técnico-constitucionales”.

Es decir, para el Premier el cumplimiento de claros y expresos obligaciones y mandatos constitucionales, resultan una delicatesen constitucional a la que, en verdad, no merece la pena prestar atención ni gastar tiempo alguno.  Como si fueran adornos intelectualoides sólo para discusiones de café de nerds constitucionales que se muerden la cola y que desconocen en verdad cómo es que funciona la cosa política, lo que él y el Presidente de la República si conocen.

Las malvadas lenguas atribuyen este tipo de expresiones a la formación jurídica (o a su ausencia, en verdad) del Premier proveniente de una universidad que no ha logrado el licenciamiento de la SUNEDU, algo que paradójicamente el propio Gobierno alienta con gran firmeza.  En casa del herrero, el cuchillo es de palo.  Como cuando el Premier confundió en televisión el principio de la libertad -aplicable a las personas naturales- para definir la función pública, que más bien se rige por el principio de taxatividad, su antónimo. Se diría, benévolamente, que de lo que adolece más bien es una adecuada asesoría ya que de cuando en cuando algún consejero bien rentado le induce a ciertos desbarros jurídico-constitucionales de marca mayor.

Ahora resulta que dar cumplimiento a un deber constitucional sobre cuya base está estructuraba la columna vertebral de nuestra forma de gobierno, y que se ha dado ininterrumpidamente y sin discusión por más de veinte años en cuatro sucesiones presidenciales sucesivas termina siendo una “exquisitez técnico-constitucional”. Una alegoría de mal gusto para de eludir un deber constitucional.

En verdad no parece ser una deficiencia en el saber jurídico-constitucional.  Se trata de algo más complicado y más profundo.  Tanto el Premier, como el propio Presidente, comulgan en una idea de democracia y de Constitución bastante alejada de su significado esencial y bastante más cercana a un pensamiento autoritario, de manera que los deberes constitucionales terminan denostados por ser producto de “mentes exquisitas”.

Nuestra Constitución perfila una democracia de presidencialismo atenuado semiparlamentaria.  Es su ADN y eso determina su viabilidad y solidez.  Por eso se exige el voto de confianza cada vez que un Gabinete inicia su andadura, por eso existen las cuestiones de confianza ministeriales y del Premier, y las censuras ministeriales y del Premier.  Cuando recaen en éste, o son protagonizadas por éste y no logra la confianza, o es derribado por la censura, se produce la crisis total de Gabinete.  Así está escrito en blanco y negro en la Constitución que los altos dignatarios han jurado solemnemente cumplir.

Lo que ocurre es que el Gobierno ha caído presa de su propio laberinto.  El Presidente anunció en TV la disolución del Congreso por una supuesta “negativa fáctica de confianza” -que ni siquiera el Tribunal Constitucional tuvo el pudor de recoger-.  Eso lo hizo con un Premier renunciado y sin Gabinete. Es decir, sin refrendo ministerial. Luego de anunciar públicamente la disolución, recién nombró a un nuevo Premier, y al día siguiente -con éste- conformó un nuevo Gabinete con el que convalidó la disolución y el que nunca pudo concurrir al Congreso a dar cuenta de su política general y solicitar la confianza porque en los hechos ya no había Congreso en pleno, tan solo su Comisión Permanente.  En consecuencia, ingresamos al interregno parlamentario sin haberse solicitado ni obtenido la requerida confianza prevista por el Art. 130° de la Constitución.

Conformado por la vía electoral el nuevo Congreso en enero último, corresponden las dos obligaciones, la del 130° -que nunca pudo cumplir- y la del 135° por el interregno parlamentario.  Esas normas deben leerse sistemáticamente bajo el principio de la unidad de la Constitución.  ¿Es muy difícil eso? ¿En verdad es una “exquisitez constitucional”?

Un verdadero demócrata jamás rehuiría semejante responsabilidad, máxime la hora actual en que se debate el país, salidos de una inédita disolución congresal e inmersos en una emergencia nacional de grandes proporciones.

Pero no, ahora el consejero con muy mala leche le ha hecho repetir al Premier que no le corresponde solicitar el voto de confianza del Art. 130° porque su designación, y la de su Gabinete, resultan “preexistentes” al actual Congreso recién elegido.  La preexistencia es un concepto extrapolado, normalmente, de derecho de seguros, del seguro médico en particular, para excluir de una póliza la cobertura a una enfermedad “preexistente” a la firma del contrato.  Es inédito ese concepto en el derecho constitucional o en la ciencia política.  Pero vamos, siempre se puede ser innovador sin llegar a ser “exquisito”.  Lampadia




Otras funciones más del “libreto autoritario latinoamericano”

Otras funciones más del “libreto autoritario latinoamericano”

Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Exclusivo para Lampadia

En agosto de 2009, en un trabajo denominado “EL NUEVO LIBRETO AUTORITARIO LATINOAMERICANO. El fin de la democracia y el triunfo del autoritarismo mayoritarista presentado para rendir un curso de post grado en la Universidad de Buenos Aires, explique como así “En los últimos años del siglo pasado se ha ido perfilando un nuevo libreto autoritario. La diferencia entre el primero y el segundo estaría, según este trabajo, en la importancia que ahora adquiere el factor electoral, el factor constitucional y los factores internacionales, hechos que permiten a su vez mostrar la esperanza del derecho como instrumento de límite del poder político. El trabajo no se limita al autoritarismo tradicional desde el poder. Abarca también el libreto de lo que el autor denomina como autoritarismo en las calles”.

En ese mismo trabajo se definieron los dos tipos de autoritarismos presentes, desde aquella época en la escena política latinoamericana:

el autoritarismo desde el poder y el que está en las calles. Ambos tipos de autoritarismo darán lugar, en su momento, a su vez a dos variantes del libreto. Estas manifestaciones autoritarias son las siguientes:

  1. Cuando el grupo o la persona que ejerce al poder sea autoritario, y como su mandato proviene de una  decisión mayoritaria (porque estamos en sociedades democráticas), lo imponga a los demás por la fuerza tanto a partidarios como a opositores, que no busque al consenso, más aún, que este le incomode; que elimine las minorías o sus canales de expresión y que rompa las formas legales para imponer sus puntos de vista, que se dice es mayoritario, en buena cuenta que incumpla los requisitos democráticos mínimos. Este proceder, a la postre, hará que este régimen pierda el calificativo de democrático y deje de ser una periferia interna, para convertirse en un anverso de la democracia”
  2. Cuando grupos sociales al interior de sociedades democráticas, distintos al poder central o incluso contrarios a él, buscan imponer su visión y fines políticos mediante la fuerza a otros grupos, al propio Estado o a la sociedad en su conjunto. Estos grupos actúan con la autoridad que les otorga su pretensión mayoritaria y su apelación al pueblo[1], en donde reposan su legitimidad y a partir de la cual emana su actitud autoritaria. Estos grupos, que puede tener la forma de movimientos indigenistas, asambleas populares paralelas a los poderes políticos constituidos, conglomerados sindicales o frentes de defensa o similares, dejan también de ser democráticos en tanto prescinden de muchos de los elementos mínimos del concepto de democracia y buscan el poder para ejercerlo, precisamente al margen de ellos, en procura de sus objetivos presentados como mayoritarios.

Estos dos tipos de autoritarismos, a su vez caracterizan dos tipos de autoritarismos. Unos autoritarismos desde el gobierno y otros desde las calles, cuando no se tiene el poder o se ha perdido.

Lo ocurrido estas semanas en Chile con los actos de protesta, los atentados contra su infraestructura pública, sus empresas y sus sistemas político y económico, con un nivel de violencia que se explica de manera necesaria más no suficiente en la injerencia extranjera, nos reedita la idea del autoritarismo callejero, ese según el cual  grupos sociales al interior de sociedades democráticas, distintos al poder central o incluso contrarios a él, buscan imponer su visión y fines políticos mediante la fuerza a otros grupos, al propio Estado o a la sociedad en su conjunto.

Lo ocurrido en La Paz esta semana, luego de la renuncia de Evo Morales Ayma, donde hordas de partidarios de este ultimo agreden, atacan, asesinan y saquean, también nos da cuenta del estreno de una nueva función de este libreto en Bolivia. Más propiamente de un reestreno, ya que fue precisamente Morales quien paso del autoritarismo callejero con el Bloqueo de La Paz contra Gonzalo Sánchez de Lozada, al autoritarismo en el poder durante 13 años de Gobierno y regresa ahora, desde su cómodo asilo en México con la complicidad de AMLO, para buscar perturbar la transición democrática, afectar las elecciones libres y lo que es aún más cínico, ofrecer el cese de la función autoritaria si el vuelve al poder.

¿Hasta cuando América Latina deberá seguir presenciando estas funciones autoritarias? ¿Hasta cuando nuestras democracias seguirán siendo víctimas de los autoritarismos mayoritaristas?

La entereza de la ciudadanía boliviana tal vez sea el ejemplo a seguir para resistir la violencia de este autoritarismo callejero y para defender nuestras democracias y libertades en el resto de la región. El silencio, la indiferencia, la complicidad con los lugares comunes o la conformidad con las afirmaciones políticamente correctas son por el contrario, el caldo de cultivo para estos libretos autoritarismos callejeros cuyas funciones se estrenaran y reestrenarán en nuestros países. Lampadia




Crisis política se agrava en Gran Bretaña

Conforme pasan los días la crisis política de Gran Bretaña, producto del Brexit y la posibilidad de producirse una salida de la UE sin acuerdo, se agrava y los líderes del Partido Conservador lejos de tomar decisiones sensatas para su población, recurren al populismo y la demagogia como principales herramientas para ganar legitimidad. El recién electo primer ministro, Boris Johnson, es probablemente la más viva imagen de ello, al insistir hasta con tono matonesco y ordinario con una salida que ni siquiera tiene claros los términos que tal proceso le implicaría al país británico en temas tan importantes como el comercio o las inversiones. Su pertenencia a un mercado único, como es la UE, le permitía abaratar sobremanera los costos arraigados a tales actividades.

Como escribimos en Lampadia: ¿Qué futuro le depara a Gran Bretaña con Boris Johnson?, la única manera de frenar el suicidio económico y político que cometería Gran Bretaña con esta nefasta salida es que el parlamento acometa acciones o bien para impulsar un segundo referéndum o para prolongar el plazo de negociación con la UE. Pero, ¿qué tanto margen de acción puede tener el parlamento a menos de 3 meses de la fecha límite para interrumpir el Brexit?

A continuación compartimos un reciente artículo escrito por The Economist en el que se exploran a detalle todos los caminos posibles que le permitirían al parlamento limitar el accionar del gobierno respecto a la concreción de un Brexit duro. Desde la emisión de un voto de confianza hasta largas tertulias y debates de emergencia se encuentran como las opciones más probables. Sin embargo, el corto tiempo con el que se cuenta hasta la fecha de negociación y el posible carácter autoritario que podría asumir el gobierno para llevar el Brexit hasta las últimas consecuencias ennegrecen el camino de solución. La esperanza es lo último que se pierde y esperemos que los políticos británicos piensen seriamente en las desastrosas consecuencias que la prensa  internacional ha insistido en señalar hasta el cansancio respecto del Brexit.

Según una publicación del Foreign Policy, Boris Johnson no quiere un no-acuerdo; lo que estaría haciendo es forzar un no-acuerdo para precipitar que los ‘Remainers’ fuercen una elección general, y tener un villano contra el que combatir.

Gran Bretaña, uno de los países con mejores estándares de vida a nivel global, no puede caer víctima del nacionalismo como lo hizo el Perú en su momento y cuyos resultados saltan a la vista hasta el día de hoy (ver Lampadia: El 2014 terminó nuestro círculo virtuoso). Seguiremos atentos a los futuros  eventos que acontezcan en torno a la crisis del Brexit. Lampadia

Ejecutivo vs legislativo
¿Puede el Parlamento detener el no-acuerdo?

El gobierno afirma que los parlamentarios no pueden evitar que Gran Bretaña abandone la Unión Europea el 31 de octubre. Sin embargo, muchos están decididos a intentarlo

The Economist
10 de agosto, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

En marzo, la Cámara de los Comunes rechazó la idea de un Brexit sin acuerdo por un atractivo margen de 43 votos. Sin embargo, esta semana Dominic Cummings, asesor Svengali de Boris Johnson, sugirió que ya era demasiado tarde para que los parlamentarios impidieran que Gran Bretaña se fuera sin un acuerdo el 31 de octubre, la última fecha límite del Brexit. Esta posición fue repetida por un portavoz de Downing Street y por el secretario de salud, Matt Hancock, quien anteriormente se oponía firmemente a no llegar a un acuerdo.

Hay dos partes en el argumento. El primero es que el 31 de octubre es ahora la opción predeterminada, legalmente vinculante tanto para Gran Bretaña como para la UE. En ausencia de alguna acción específica, como aceptar otra extensión, Brexit tendrá lugar en ese momento. El segundo es que, dada la inminencia de la fecha límite, los parlamentarios no tienen suficiente poder o tiempo para evitar que no se llegue a un acuerdo, a menos que el gobierno coopere. Y Johnson no hará eso. Downing Street amenaza con forzar un Brexit sin acuerdo, incluso si el primer ministro pierde un voto de confianza.

¿Lo dirá en serio? Sería sensato tomar la última amenaza con cierta reserva. Johnson tiene dos razones claras de negociación para hablar sobre el riesgo de un Brexit sin acuerdo el 31 de octubre. Una es asegurarse de que Bruselas se tome en serio la noción, lo que no sucedió cuando Theresa May fue primer ministra. Eso debería aumentar la presión sobre la UE para que abandone su negativa a reabrir el acuerdo de retirada. El segundo es recuperar a los votantes del Partido Brexit de Nigel Farage, que favorecen positivamente el no acuerdo. La pérdida de los conservadores de la elección parcial de Brecon el 1 de agosto confirmó que, incluso bajo Johnson, todavía son vulnerables a Farage.

Aun así, una clara mayoría de los parlamentarios todavía se oponen a no llegar a un acuerdo. Las encuestas de opinión sugieren que la mayoría de los votantes también están en contra. Aunque Johnson ha exigido a todos sus ministros que se suscriban a la posibilidad, se sabe que varios se mostraron preocupados por las consecuencias, incluido Michael Gove, quien se encarga de prepararse para ello. Unas dos docenas de rebeldes tory han indicado que están listos para unirse a cualquier esfuerzo entre partidos para detener un Brexit sin acuerdo. Estos incluyen varios de los ex ministros del gabinete de May, en particular Philip Hammond, David Gauke, Greg Clark y David Lidington.

Sin embargo, hay grandes obstáculos en el camino de los intentos de evitar un Brexit sin acuerdo. Algunos miran hacia atrás, a marzo, cuando los parlamentarios lograron apropiarse de la agenda de los Comunes, que generalmente es controlada por el gobierno, para aprobar una ley que exige a May que busque una extensión del plazo del Artículo 50 del Brexit. Pero esto fue posible solo con la vinculación de la legislación o una moción enmendable. El equipo de Johnson dice que ninguno será necesario ni permitido antes del 31 de octubre.

¿Hay otras rutas? Chris White, ex asesor de Tory Whips ahora en Newington Communications, informa que se habló en Westminster de usar debates de emergencia o días de oposición. Los parlamentarios rebeldes esperan la ayuda del orador, John Bercow, que parece dispuesto a romper las reglas de procedimiento normales si es necesario. Pero el gobierno no permitirá ningún día de oposición. La escasez de tiempo parlamentario actúa a su favor: se planean menos de 30 días de sesión antes del 31 de octubre (por lo tanto, los rebeldes buscan una forma de cancelar el receso de otoño). Y no hay mayoría para la opción drástica de revocar la carta del Artículo 50 del Brexit.

Tales incertidumbres explican por qué muchos parlamentarios ahora hablan de un voto de no-confianza. El líder laborista, Jeremy Corbyn, promete proponer uno poco después de que los Comunes regresen el 3 de septiembre. El gobierno de Johnson tiene una mayoría activa de solo uno, por lo que solo requiere un puñado de conservadores para cambiar de bando para que una votación tenga éxito. Sin embargo, Johnson dirá que necesita más tiempo para asegurar un acuerdo. Es difícil para los parlamentarios sin cartera que rechacen su propio gobierno, lo cual explica porque desde 1945 solo un voto de confianza ha tenido éxito contra James Callaghan del Partido Laborista en 1979.

Las reglas también fueron cambiadas por la Ley de Parlamentos de plazo fijo de 2011. Anteriormente, cualquier voto de no confianza provocaba la renuncia del primer ministro y una elección general. Pero la ley de 2011 permite un período de 14 días durante el cual el primer ministro en funciones o una alternativa intentan formar un gobierno que pueda ganar la confianza de los parlamentarios. Solo si estos intentos fracasan se debe convocar una elección, en una fecha fijada por el primer ministro saliente. Como señala Catherine Haddon, del Instituto de Gobierno, un think tank, ni siquiera está claro en virtud de la ley que el primer ministro deba renunciar, aunque una negativa a hacerlo produciría una disputa constitucional que incluso podría involucrar a la reina.

Algunos parlamentarios que esperan bloquear el no-acuerdo están discutiendo la formación de un “gobierno de unidad nacional” entre partidos para reemplazar a Johnson, con el propósito expreso de pedir otra extensión del Brexit para dar tiempo a una elección. La idea sería que un veterano como Ken Clarke de los tories o Margaret Beckett de los laboristas podría ser su líder nominal. Sin embargo, es difícil ver que esto funcione. El Partido Laborista no es entusiasta, y es probable que insista en que cualquier gobierno alternativo debe ser dirigido por Corbyn. Es muy improbable que los rebeldes tories respalden esto.

Las grandes batallas entre el legislativo y el ejecutivo generalmente las gana el primero. Pero la mayoría anti-no-acuerdo es menos coherente y centrada que los Brexiteers de línea dura. Esto puede explicar una sugerencia más de Cummings: que cualquier elección después de un voto de desconfianza se posponga hasta noviembre, lo que garantiza que el Brexit sin acuerdo ocurra mientras tanto. El manual del gabinete dice que, durante una campaña electoral, un gobierno interino no debe tomar grandes decisiones. Pero los Brexiteers replican que, dado que el 31 de octubre está consagrado en la ley como el día del Brexit, la gran decisión sería detenerlo, no dejar que continúe.

Para Johnson, la política de esto es incierta, en el mejor de los casos. Si se celebraran elecciones antes del Brexit, Farage aumentaría el apoyo diciéndoles a los votantes que estaban a punto de ser traicionados. Por otro lado, diseñar un Brexit sin acuerdo contra los deseos de los parlamentarios indignaría a muchas personas. Y una elección celebrada en medio del probable caos que seguiría a un Brexit sin acuerdo podría ayudar a los partidos de oposición. Por lo tanto, algunos se preguntan si el gobierno programará una votación para el 1 de noviembre, el mismo “Día de la Independencia”. Lampadia




Democracia y capitalismo

Democracia y capitalismo

En los últimos años, se ha hecho palpable la vulnerabilidad de las democracias con el ascenso de los populismos no solo en América Latina (ver Lampadia: Se profundiza el populismo en América Latina, Las democracias están en peligro en América Latina), sino también en el mundo desarrollado, en EEUU con Donald Trump, por ejemplo, o en Gran Bretaña con el Brexit y la nefasta posibilidad de que Boris Johnson asuma las riendas del Partido Conservador (ver Lampadia: ¿Boris Johnson como primer ministro del Reino Unido?).

Así, el enorme desarrollo de la calidad de vida en los últimos años provisto por el capitalismo (ver Lampadia: Recuperando lo mejor del capitalismo) – sistema económico que ha coexistido junto a tales democracias – pareciera no haber sido suficiente para amordazar el descontento de las grandes masas, quienes se ven constantemente engañadas por los “supuestos” males de la globalización y el libre comercio – tales como la creciente desigualdad y el estancamiento de las clases medias, pero que son falsos (ver Lampadia: Otra mirada al mito de la desigualdad, Retomemos el libre comercio) – y terminan apostando en las urnas por líderes políticos que los llevan a su autodestrucción. He aquí la crítica de porqué ambos procesos, las democracias – sistema político que defiende la soberanía de las mayorías – y el capitalismo, podrían no ser sostenibles o en todo caso compatibles en el tiempo.

Sin embargo, ¿qué nos dice la evidencia histórica al respecto, más allá de la coyuntura internacional actual?

Un reciente artículo escrito por The Economist, que compartimos líneas abajo, cita un interesante estudio que da algunos insights para responder esta pregunta. Si bien los autores de tal estudio son conscientes de la debilidad que presentan la democracia y el capitalismo en conjunto, su análisis histórico los hace concluir: Desde los albores de la industrialización, ninguna democracia capitalista avanzada ha caído fuera de las filas de los países de altos ingresos o ha regresado permanentemente al autoritarismo”.

Asimismo, agregan: “En las economías avanzadas, la democracia y el capitalismo tienden a reforzarse mutuamente”. Si esto es así, ¿cómo replicar tales modelos en nuestra región para que estas crisis democráticas sean menos recurrentes en el futuro?

Ellos recomiendan profundizar en 3 mecanismos, de los cuales queremos destacar uno en particular: el relacionado a las clases medias. Ellos recomiendan que es fundamental contar con clases fuertes y comprometidas, que internalicen los beneficios del mercado y que los defiendan, para que ambos procesos, la democracia y el capitalismo, funcionen en conjunto.

No podríamos estar más de acuerdo. Como hemos presentado en El libro de la clase media peruana, la clase media en nuestro país es una de las mejores representaciones del desarrollo reciente del país. Asimismo, es una de las más resilientes en los últimos años al seguir mostrando un persistente crecimiento, frente a la desaceleración de nuestra economía (ver Lampadia: Clase media aumentó en mayoría de regiones). Por ende, es clave difundir su progreso y hacerla escuchar en los procesos democráticos, de manera que nuestro país, como indican The Economist, no caiga en la trampa de que la democracia y el capitalismo terminen comportándose como una incómoda pareja. Lampadia

¿Qué tan compatibles son la democracia y el capitalismo?
El estrés económico y el cambio demográfico están debilitando una relación simbiótica

The Economist
11 de junio, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Ultimamente, las democracias más antiguas del mundo han comenzado a parecer más vulnerables que venerables. EEUU parece destinado a un enfrentamiento constitucional entre el ejecutivo y la legislatura. El Brexit ha sumido a Gran Bretaña en una marea constitucional propia. Tales problemas podrían ser confundidos con una venganza. En los últimos años, los economistas políticos han argumentado que la creciente desigualdad en el mundo angloamericano debe eventualmente amenazar los cimientos de la democracia; un libro sobre el tema de Thomas Piketty, un economista francés, ha vendido más de un millón de copias. Ese argumento canaliza una visión desgastada por el tiempo, sostenida por pensadores desde Karl Marx a Friedrich Hayek, de que la democracia y el capitalismo pueden resultar incompatibles.

Tan poderosamente como se hacen tales argumentos, el siglo pasado cuenta una historia diferente. El club de democracias ricas no es fácil de unir, pero los que entran tienden a quedarse allí. Desde los albores de la industrialización, ninguna democracia capitalista avanzada ha caído fuera de las filas de los países de altos ingresos o ha regresado permanentemente al autoritarismo. Esto no es una coincidencia, dicen Torben Iversen de la Universidad de Harvard y David Soskice de The London School of Economics, en su reciente libro, “Democracia y Prosperidad”. Más bien, escriben, en las economías avanzadas, la democracia y el capitalismo tienden a reforzarse mutuamente. Es un mensaje tranquilizador, pero que enfrentará pruebas severas en los próximos años.

Los economistas y los teóricos políticos han imaginado todo tipo de formas en que las democracias capitalistas podrían fallar.

  • La más antigua es la preocupación de que las masas populares votarán para expropiar la riqueza (ganada con esfuerzo o no) de los empresarios y terratenientes, y sin derechos de propiedad seguros no puede haber capitalismo.
  • Hayek pensó que los gobiernos de principios del siglo XX, al responder a las preocupaciones de las masas, tenían una toma de decisiones económicas demasiado centralizada, un camino que conducía eventualmente al totalitarismo.
  • Otros pensadores siguieron a Marx al considerar que era la codicia de los capitalistas la que haría el mayor daño.
  • Joseph Schumpeter temía que a medida que las empresas se hicieran más poderosas, estas pudieran impulsar a un país hacia el corporativismo y el clientelismo, ganando derechos de monopolio que generarían ganancias que podrían compartir con los políticos.
  • Piketty y otros dicen que la desigualdad aumenta naturalmente en los países capitalistas, y que el poder político se concentra junto con el poder económico de una manera inestable.
  • Otros economistas, como Dani Rodrik, han argumentado que la participación plena en la economía global obliga a un país a renunciar a un grado de soberanía nacional o democracia. Reducir las barreras al comercio significa armonizar las políticas comerciales y regulatorias con otros países, por ejemplo, lo que reduce la capacidad de cada gobierno para adaptarse a las preferencias nacionales.

Pero si el capitalismo y la democracia son una pareja tan incómoda, ¿qué explica su larga coexistencia en el mundo rico? Iversen y Soskice consideran que el capitalismo y la democracia pueden apoyarse mutuamente, con tres pilares estabilizadores.

  • Uno es un gobierno fuerte, que limita el poder de las grandes empresas y los sindicatos, y garantiza mercados competitivos. A los países más débiles les resulta más difícil resistirse a la conveniencia a corto plazo de asegurar el poder protegiendo los monopolios.
  • El segundo es una clase media considerable, que forma un bloque político que comparte la prosperidad creada por una economía capitalista. Se llega a un acuerdo en el que el estado proporciona educación superior masiva en términos generosos, al tiempo que fomenta el desarrollo de industrias fronterizas que exigen trabajadores calificados. Por lo tanto, los hogares de clase media consideran que es probable que el crecimiento económico beneficie a ellos y a sus hijos. (El aumento de la desigualdad no es una amenaza para las democracias capitalistas, estiman los autores, porque los votantes de clase media se preocupan poco por los pobres y no apoyan una redistribución más amplia que pueda aumentar sus impuestos). Proporcionar la red de educación, infraestructura y seguridad social que apoya a una clase media próspera requiere ingresos fiscales sustanciales.
  • Para que el sistema tenga un tercer pilar es necesario: grandes empresas que no sean muy móviles. Antes de la rápida globalización reciente no había problema. Sin embargo, incluso ahora las empresas están más enraizadas de lo que comúnmente se piensa. Aunque las multinacionales son expertas en el cambio de la producción y las ganancias en todo el mundo, en una economía del conocimiento, las empresas líderes no pueden romper sus conexiones con redes de personas calificadas como las de Londres, Nueva York o Silicon Valley. Sus complejos planes de negocios y tecnologías de vanguardia requieren el know-how desarrollado y disperso a través de estas redes locales. Eso aumenta el poder del estado en relación con las empresas y le permite cobrar impuestos y gastar.

A media máquina
Discutir con los detalles, pero la historia general —las compañías inmóviles que otorgan a los gobiernos un grado de soberanía, que ellos mismos usan para impulsar a las clases medias— parece una explicación plausible de la estabilidad de las democracias capitalistas avanzadas. Sin embargo, deja mucho de qué preocuparse. Se basa en que las clases medias se sientan confiadas con la economía. Una fuerte desaceleración en el crecimiento de los ingresos medios reales, como en EEUU y Gran Bretaña en los últimos años, podría no enviar a los votantes a las barricadas, pero podría fortalecer el atractivo de los movimientos que amenazan con alterar el status quo. Los gobiernos también se están volviendo menos receptivos a las prioridades de la clase media. EEUU es demasiado disfuncional, y Gran Bretaña está demasiado distraída con el Brexit, para centrarse en mejorar la educación, la infraestructura y la competitividad de los mercados.

El cambio demográfico también puede tener un costo: a las generaciones más viejas y más blancas no les importa mucho si una posible clase media que no se parece a ellas tiene oportunidades para avanzar o no. Entonces, también, los autores pueden haber subestimado el efecto corrosivo de la desigualdad. Amenazar con irse no es la única manera en que los ricos pueden ejercer el poder. Controlan los medios de comunicación, financian el pensamiento y agradecen y se convierten en candidatos políticos. Las democracias orgullosas bien pueden sobrevivir a este período de agitación. Pero sería un error asumir que la supervivencia se puede dar por sentada. Lampadia




Donald Trump inició su guerra comercial contra todos

Llegó el día que tanto temíamos. Donald Trump ha iniciado la guerra comercial que siempre quiso. Y está afectando más a algunos de sus países aliados que a China, el país que acusó repetidamente por prácticas comerciales desleales. La semana pasada, anunció que aplicaría aranceles del 25% a las importaciones de acero de Canadá, la Unión Europea y México. Un arancel de 10% entró en vigor para el aluminio importado de los mismos países.

Con los distintos conflictos comerciales en los que está involucrada la administración Trump, es cada vez más difícil saber qué viene luego. Las tarifas impuestas son las que se anunciaron en marzo pasado; pero China solo exporta alrededor de tres mil millones de dólares en acero y aluminio a los Estados Unidos, mientras que entre Canadá y la Unión Europea exportan más de veinte mil millones de dólares, por lo que serán más afectados.

Canadienses, europeos y mexicanos prometieron responder a la movida estadounidense imponiendo aranceles a las exportaciones estadounidenses, como soya, bourbon y jeans. Así es como escalan las guerras comerciales, se sabe cuando empiezan, pero no como terminan. Una espiral de ojo por ojo podría poner en peligro el crecimiento de la economía de EEUU. Trump parece convencido que extraerá concesiones muy amplias de los socios comerciales más cercanos de Estados Unidos. La semana pasada, Trump ordenó al Departamento de Comercio abrir una investigación que podría conducir a la imposición de fuertes aranceles a los automóviles y camiones importados de Europa. El jueves, nuevamente amenazó con retirar a los Estados Unidos del acuerdo del TLCAN con Canadá y México.

En Europa y Canadá, el nivel de ira hacia Trump está aumentando drásticamente. “Esto es proteccionismo, puro y simple”, dijo el jueves Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea. En el Financial Times, el columnista Edward Luce escribió: “El presidente de EEUU está comprometido con la búsqueda de una guerra comercial de todos contra todos… El hecho de que representa una amenaza para el orden global es una característica, no es un error, de sus acciones”.

En resumen, Trump está llevando a los EEUU a un enfrentamiento simultaneo con México, Canadá, Europa, Rusia y China.

De la guerra comercial a la destrucción del Estado de Derecho

Parece que Trump ya se esta saliendo de control. Con respecto a las investigaciones sobre la trama rusa durante las últimas elecciones presidenciales, Trump afirmó que tiene el “poder absoluto” para otorgarse el perdón presidencial, indultarse a sí mismo.

“Como ha sido establecido por numerosos estudiosos legales, yo tengo el derecho absoluto para PERDONARME a mí mismo.
¿Pero por qué tendría que hacerlo, si no he hecho nada malo? Mientras tanto, la interminable cacería de brujas,
dirigida por 13 molestos y conflictivos demócratas (y otros) continua hasta las elecciones de mitad del período”.

En ABC’s This Week, Giuliani, quien representa al presidente en el caso del fiscal especial desde hace unas pocas semanas, dijo, por ejemplo, que Trump “probablemente” tenía el derecho de perdonarse a sí mismo, mientras aseguraba que él “no tenía la intención” de hacerlo. “Sería impensable que el presidente de Estados Unidos se perdone a sí mismo”, dijo el ex alcalde de Nueva York. “Eso probablemente conduzca de inmediato a una destitución”.

Ya nada puede sorprendernos con respecto a Trump. Esta amenaza es un ataque a la base del Estado de Derecho y el balance de poderes, en una democracia que pretendía ser un modelo institucional. 

Más allá de que Trump pueda citar a algunos juristas que respalden semejante afirmación, esta amenaza constituye una de las afrentas más sucias a la institución presidencial de EEUU y, en nuestra opinión, hace innecesario esperar otros elementos de juicio para concluir que este personaje debe abandonar el poder cuanto antes.

Volviendo al tema comercial, es muy lamentable que, como respuesta al proteccionismo de Trump, se haya desatado una oportunista ola de mercantilismo por parte de muchas empresas en EEUU, que están mirando el corto plazo,  a expensas de la salud del país y del resto del planeta. Lampadia

Por qué el EEUU corporativo ama a Trump

Los ejecutivos estadounidenses apuestan a que el presidente es bueno para los negocios. Pero no a largo plazo.

The Economist
24 de mayo, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

La mayoría de las élites estadounidenses creen que la presidencia de Trump está perjudicando a su país. Los mandarines de la política exterior están aterrorizados de que las alianzas de seguridad se estén arruinando. Los expertos finanzas advierten que el endeudamiento se está descontrolando. Los científicos deploran el rechazo al cambio climático. Y algunos expertos legales advierten sobre una inminente crisis constitucional.

En medio del tumulto hay una sorprendente excepción. Los que dirigen empresas han hecho sus cálculos sobre la era de Trump. En el balance, les gusta. Los ejecutivos reconocen que el valor de los recortes de impuestos, la desregulación y las posibles concesiones comerciales de China superan los brumosos costos de instituciones más débiles y guerras comerciales. Y están dispuestos a jugar con la visión económica elaborada en la casa del presidente Donald Trump, en la que las empresas se liberan del Estado y de la competencia desleal extranjera, y las ganancias, la inversión y, finalmente, los salarios se disparan.

Los fuegos artificiales financieros en exhibición en el primer trimestre de este año sugieren que esta visión se está haciendo realidad. Las ganancias de las empresas que cotizan en bolsa aumentaron un 22% en comparación con el año anterior; la inversión aumentó un 19%. Pero el aumento de la inversión es diferente a las anteriores: está sesgado hacia los gigantes tecnológicos, no hacia las empresas con fábricas. Cuando se trata de calcular los costos totales de la era Trump, América Inc es miope y descuidada.

La vista desde la suite presidencial

Desde que ganaron el Congreso y la Casa Blanca, los republicanos han tratado de desatar el poder de los negocios. Después de las elecciones, Trump celebró cumbres televisadas en vivo con magnates desde la sala de juntas en la Trump Tower y más tarde desde su nuevo cuartel general en la Oficina Oval. Aunque los ejecutivos se han cansado de este tipo de pantomima, particularmente después de las equivocaciones de Trump en las protestas por la supremacía blanca en Virginia, siguen siendo alcistas (bullish). Una razón es la reforma republicana de impuestos corporativos aprobada en diciembre, la primera en esa escala desde 1986, que da varias cosas de alto impacto, incluida la reducción de las tasas corporativas a niveles promedio europeos. Un ahorro anual de US$100 mil millones para las empresas, que representa un 6% de sus ganancias antes de impuestos. También representa una décima parte del déficit fiscal.

La desregulación está en pleno apogeo. Esta semana se produjo una relajación de las reglas bancarias. Los líderes de muchas agencias han sido reemplazados por los designados por Trump. El cambio de funcionarios a cargo, dicen las empresas, implica que están siendo más útiles. Un sorprendente número de mesas directivas respaldan una postura firme sobre el comercio con China. Si, por razones de argumento, China capitulara a las demandas estadounidenses e importara US$200 mil millones más bienes al año, podría aumentar las ganancias de America Inc en otro 2%. Los beneficios para los negocios de Trump son claros, por lo tanto: menos impuestos y trámites burocráticos, posibles ganancias comerciales y un aumento del 6-8% en las ganancias.

El problema es que las empresas suelen ser pobres en la evaluación de riesgos nebulosos, y la visión general del entorno de los CEOs es falible. Durante los años de Obama, la América corporativa estaba convencida de que estaba sitiada cuando, de hecho, a juzgar por los números, estaba en una era dorada, con ganancias promedio 31% por encima de los niveles de largo plazo. Ahora los ejecutivos piensan que han entrado en un nirvana, cuando la realidad es que las reglas del sistema de comercio del país se están tambaleando, la apertura y los tratados multilaterales giran hacia la arbitrariedad, la insularidad y los acuerdos transitorios.

A medida que los contornos de este nuevo mundo se vuelvan más claros, también lo harán sus costos para las empresas en términos de complejidad y previsibilidad. Tome la complejidad primero. Una de las ironías de la agenda del equipo Trump es que, si bien quieren salir de la regulación de las empresas en casa, cuando se trata de comercio internacional quieren regular. Cuando juegan con los aranceles, un gran número de empresas tiene que escabullirse para responder porque tienen cadenas de suministro globales. Los aranceles al acero propuestos en marzo cubren apenas el 0.5% de las importaciones estadounidenses, pero en lo que va del mes 200 firmas estadounidenses listadas han discutido el impacto financiero de los aranceles en sus conferencias con los inversores.

Con el tiempo, se acumulará una red de distorsiones. Debido a que el comercio se está volviendo más regulado, está surgiendo una nueva burocracia de vigilancia. El 23 de mayo, el Departamento de Comercio lanzó una investigación sobre las importaciones de automóviles. Un proyecto de ley en el Congreso prevé examinar todas las inversiones extranjeras en Estados Unidos para garantizar que no pongan en peligro el “liderazgo tecnológico e industrial del país en áreas relacionadas con la seguridad nacional”. Las empresas estadounidenses tienen US$8 billones de capital hundidos en el extranjero; las empresas extranjeras tienen US$7 billones en Estados Unidos; y ha habido 15,000 ofertas empresariales entrantes desde 2008. El costo involucrado en el monitoreo de toda esta actividad podría ser en última instancia enorme. A medida que Estados Unidos evita la cooperación global, sus empresas también enfrentarán una mayor regulación duplicativa en el exterior. Europa ya ha introducido nuevos regímenes este año para instrumentos financieros y datos.

El gasto de volver a regular el comercio podría incluso superar los beneficios de la desregulación en casa. Eso podría ser tolerable, si no fuera por el otro gran costo de la era Trump: la imprevisibilidad. En casa, los recortes tributarios corporativos expirarán en parte después de 2022. Los negociadores de Estados Unidos están buscando una cláusula de caducidad de cinco años en un nuevo acuerdo NAFTA, aunque Canadá y México preferirían algo permanente. Los ejecutivos corporativos esperan que la beligerancia en el comercio sea una estratagema tomada de “The Apprentice”, y que surjan acuerdos estables. Pero imaginen que Estados Unidos firma un acuerdo con China y que el déficit comercial bilateral no disminuye, o las empresas chinas dejan de comprar componentes estadounidenses de alta tecnología a medida que se vuelven autosuficientes, o se genera una burla a Trump por tener un mal acuerdo. Si es así, la Casa Blanca podría romperlo.

Las nuevas leyes de la jungla

Otra razón de la creciente imprevisibilidad es el impulso de Trump de mostrar su poder con actos de pura discrecionalidad política. Acaba de pedirle al servicio postal que aumente los precios de entrega para Amazon, su bête noire y la segunda firma cotizada más valiosa del mundo. Podría atacar con ira a otras firmas de Silicon Valley, después de todo, controlan cada vez más el flujo de información política. El destino de ZTE, una firma de telecomunicaciones china prohibida en Estados Unidos por violaciones a las sanciones, se ha vuelto su capricho personal. Inevitablemente, otros países también están jugando más duro. La autoridad antimonopolio de China está bloqueando la adquisición por parte de Qualcomm por US$52,000 millones de NXP, una empresa rival de semiconductores, como moneda de cambio. Cuando la política se convierte en una negociación continua, el lobby explota. El entorno empresarial menos predecible que resulte aumentará el costo del capital.

A medida que la expansión de Estados Unidos se extiende, estas intervenciones arbitrarias podrían intensificarse. Trump espera que los salarios aumenten, pero se prevé que el 85% de las empresas del S&P 500 amplíen los márgenes en 2019, lo que refleja un control de los costos. O los accionistas, o los trabajadores y Trump, van a estar decepcionados. Dado que las tasas de interés están aumentando, es probable que haya una recesión en los próximos años. En una recesión, las empresas estadounidenses pueden encontrar que su legendaria flexibilidad se ve comprometida porque la política de despedir trabajadores y reducir costos se ha vuelto tóxica.

Los republicanos tienen razón en que los recortes de impuestos y una sabia desregulación pueden impulsar la competitividad de las empresas. Pero se avanza poco en otras prioridades, incluida la reparación de la infraestructura, garantizar que las pequeñas empresas no sean aplastadas por los monopolios y la reforma del sistema educativo. La mayoría de las empresas se enorgullecen de ser sensatas, pero en algún momento eso se convierte en complacencia. Las empresas estadounidenses pueden concluir un día que este fue el momento en que experimentaron todos los beneficios de la era Trump, al tiempo que no contabilizaban los costos. Una estrategia que asume ingresos pero no gastos raramente tiene sentido. Lampadia




Los relatos de América Latina han creado una realidad peor

Hoy compartimos con nuestros seguidores, un magnífico discurso de Fausto Salinas Lovón, que denuncia como los ‘relatos’ han creado en América Latina y el Perú, una interpretación de la realidad que nos ha llevado a desenfocar nuestra visión del desarrollo y nuestra acción política, para terminar cayendo en los tres grandes males de nuestra región, el autoritarismo, el populismo y la corrupción.

Tres grandes males que se refuerzan mutuamente y distraen la atención de los ciudadanos, evitando una presencia crítica en la formación de nuestras estrategias de desarrollo y las políticas públicas.

Fausto, un cusqueño comprometido con la construcción de nuestra nación, colaborador de Lampadia, tiene el valor de alejarse de lo ‘políticamente correcto’, para prender las luces que deben ayudarnos a reaccionar hacia la acción cívica. Reclamo que les plantea a sus colegas del Rotary International, en la inauguración de la Conferencia del Distrito 4455, en el Cusco.

Fausto Salinas Lovón
Cusco
Compartido con Lampadia

Conferencia pronunciada en la Inauguración de la Conferencia Distrital del Distrito 4455 de Rotary International, en el Cusco, el 25 de mayo de 2018

El propósito de esta conferencia es mostrar cómo en América Latina los relatos sobre su historia se van alejando de la realidad, se convierten en una nueva historia y han creado una realidad mucho peor.

La historia de América Latina está llena de relatos. La realidad, desde el sur del Rio Grande hasta la Patagonia, ha sido una sola y ha estado allí, por varios siglos después de la conquista, sin embargo, los relatos que se han dado para contar esa historia y sobre todo para explicarla, han sido muy variados y de distinto tipo.

En la colonia, hubo dos tipos de relatos. Unos que nos decían que no éramos una civilización, que discutían inclusive nuestra condición humana (me refiero a Jines de Sepulveda en la Conferencia de Valladolid) y que, como lógica consecuencia de ello, nos proponían cambiar todo y sustituir una parte de nuestra esencia por el modo de vida de la metrópoli. El otro relato, nos decía que, si fuimos un conjunto de civilizaciones y culturas y que la colonización sólo era despojo, saqueo y muerte, siendo la consecuencia lógica la necesidad de restablecer la utopía precolombina. Este último relato, ciertamente parte de un hecho histórico: la conquista y el exterminio de varias civilizaciones y culturas; sin embargo, oculta, al igual que el primero, el verdadero sentido de la mezcla de dos mundos: el mestizaje y el surgimiento de una nueva sociedad. La realidad del mestizaje racial y cultural no era advertida por estos relatos.

En la emancipación y el primer siglo republicano, el relato interesado de los caudillos nos hizo creer a todos que podíamos pasar fácilmente, de ser súbditos a ciudadanos de repúblicas inexistentes. Siguiendo estos relatos y desoyendo el mensaje sanmartiniano de prudencia constitucional o las advertencias de Juan Bautista Alberdi a quien le preocupaba nuestra falta de ciudadanía, nuestro desapego a la Ley o el irrespeto a la autoridad, nos enfrascamos en un republicanismo tropical que engendró casi un siglo de caudillismo militar estéril, sólo interrumpido por escasas primaveras liberales y constitucionales en la Argentina con Mitre, Sarmiento y Avellaneda;  en Chile con Andrés Bello o en Perú con José Pardo y el Partido Civil.  Este caudillaje militar engendrado por estos relatos, no hizo otra cosa que prolongar nuestra inmadurez continental y retardó la consolidación institucional de nuestros países. Es cierto que en el Siglo XIX la amenaza de una reconquista europea rondaba diversos ámbitos de nuestro continente; sin embargo, esto sólo fue la coartada para no avanzar en la instauración de verdaderas repúblicas y estados de derecho con libertades ciudadanas.

A principios del siglo XX América Latina tiñó sus relatos de radicalismo. Las ideas de los anarquistas Proudhon, Kropotkin y Mijaíl Bakunin llegaron a América y el anarquismo, llamado a exacerbar la libertad, no ayudó en su protección y terminó siendo simple telonero del marxismo anticapitalista que aterrizó, hace un siglo en nuestra Región, para no dejarla nunca más. En efecto, las ideas anarquistas impulsaron los primeros movimientos sindicales en Argentina, Chile, Perú, sin embargo, fueron superadas por el embate comunista que pasó a controlar el sindicalismo en esta parte del mundo.

En este terreno, abonado por el radicalismo, América Latina siguió siendo tierra de relatos y el nuevo pretexto a inicios del Siglo XX fue la Doctrina Monroe.

Según esta doctrina, acuñada en Washington, Norteamérica podía intervenir en caso de que una potencia colonial europea quisiera reconquistar territorios en América. El intervencionismo norteamericano surge entonces como el nuevo y principal enemigo de la Región, y el relato nos dice que los Estados Unidos están detrás de todo porque quiere una América para los Americanos y que invadirán todo aquello que les parezca. A partir de este relato,  se nos ha llevado a ver en todo la mano norteamericana y su afán intervencionista, pese a que ya han pasado 100 años desde la construcción del canal de Panamá (probablemente el acto más nítido del intervencionismo norteamericano) y ha pasado ½ siglo desde la Alianza para el Progreso, tiempo desde el cual hemos dejado de ser parte de la página principal del Departamento de Estado, ocupado en Corea y China en los 50s, en Vietnam, en los 60´s , en Rusia , Medio Oriente, Afganistán e Irak y ahora en Siria y Corea del Norte. Pero el relato está tan vivo, que, en la cumbre de las Américas de abril pasado, en Lima, el canciller Cubano Bruno Rodríguez, espetó al Vicepresidente Norteamericano Mike Pence, la Doctrina Monroe, afirmando que el encarcelamiento de Luis Ignacio Lula por corrupción es una expresión más del intervencionismo norteamericano.

Si la Doctrina Monroe estuviera presente en la realidad latinoamericana de las últimas décadas y no solo en el relato, Allende no hubiera tenido tiempo de destruir la economía y sociedad chilenas, la Isla del Mal hubiera sido destruida por unos cuantos misiles y en Venezuela, Chávez hubiera podido ver las consecuencias de sus atrocidades. 

Así ha transcurrido el Siglo XX en América Latina en medio de relatos.  En el Perú, de la mano del marxismo de Mariátegui y del antiimperialismo de Haya de la Torre en Perú, se construyeron enemigos distantes en Nueva York y Londres, contra quienes se luchaba en calles y plazas, se aglutinaban masas y obviamente se obtenían votos.  Basados en relatos similares, antiimperialistas y nacionalistas, en 1929 surgió en México el PRI, que gracias a su relato populista se mantuvo en el poder 70 años en lo que Octavio Paz llama la Dictadura Perfecta, que le permitió controlar los sindicatos, las alcaldías, las profesiones, los Estado y obviamente el gobierno central por todo este tiempo.

En La Argentina, el relato entronizó a los “descamisados” como protagonistas de la acción política y bajo el concepto de que las “nacionalizaciones nos hacen independientes” acuñado por Perón a raíz de la compra de los ferrocarriles a los ingleses, se estatizó la infraestructura pública de ese país, se hizo de la dádiva y el subsidio el lenguaje político y se creó el engaño más acabado de América Latina, el peronismo, que tiene la capacidad de cobijar en su regazo a personajes tan variados como el pseudo liberal Carlos Saúl Menen o la pareja de Néstor y Cristina Kirchner.

En Chile, el relato comunista tuvo forma poética con Pablo Neruda y este, que no renunció a sus tres esposas, pero si a la candidatura presidencial comunista en favor de Allende, hizo posible la llegada del comunismo al poder, con las consecuencias que todos conocemos.

Pero es Cuba, sin ninguna duda, donde se han fabricado los mejores y más poderosos relatos de la historia latinoamericana. Dos fabuladores brillantes como Fidel Castro y Ernesto Che Guevara le hicieron creer al mundo que destruir una nación, asesinar opositores, abolir las elecciones, eliminar la separación de poderes, suprimir la alternancia en el poder, asesinar homosexuales por simple homofobia, exportar guerrillas e instalar el totalitarismo de estado eran actos de dignidad, de heroísmo y de valor revolucionario, porque se daban en contra del Imperio.

En 1963, Lisa Howard, periodista de la ABC entrevistó a Ernesto Che Guevara y le preguntó cuales son los 2 principales problemas de Cuba. Guevara, puro en mano y con dos balas de fusil como decorado de esta entrevista le respondió: Uno el Imperialismo. Dos, el Imperialismo.

Obviamente, en Cuba más que en ningún sitio era necesario un relato de esta magnitud. Había que justificar la destrucción de una nación libre y el enemigo, estaba apenas a 70 millas.

El relato del antiimperialismo y la lucha de clases ligado al anterior, es tan fuerte y vigente que nos ha puesto en guardia de alguien a quien hemos dejado de interesarle hace décadas y hemos perdido la carrera frente a quienes no vieron esos enemigos y nos han ganado la carrera de la historia. Corea, Singapur, Taiwán no se pusieron en guardia frente a imperialismo y sus fantasmas y, en 40 años, han dejado el tercer mundo y son potencias, mientras nosotros, seguimos apostados en trincheras universitarias, académicas, políticas, en contra el imperialismo.

Hay otro relato que no se acuñó en las batallas políticas sino en los gabinetes. La teoría de la dependencia. Esta teoría utiliza la dualidad metrópoli-satélite​ para sostener que la economía mundial posee un diseño desigual y perjudicial para los países no desarrollados, a los que se les ha asignado un rol de subordinación de producción de materias primas con bajo valor agregado, en tanto que las decisiones fundamentales y los mayores beneficios se realizan en los países centrales, a los que se ha asignado la producción industrial de alto valor agregado.

La versión poética de esta teoría (porque los poetas, siguiendo el mandato de Gramschi tenían el encargo de tomar la cultura para garantizar la hegemonía), la dio Eduardo Galeano en sus Venas Abiertas de América Latina de 1971.

“La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, se especializó en perder”   

Este debe ser uno de los relatos más tóxicos de la realidad latinoamericana, ya que, si a alguien le dicen que nació para perder, probablemente no esté dispuesto ni siquiera a entrar al campo de juego.

El último relato es el Socialismo del Siglo XXI creado en el Foro de Sao Paulo, fundado en 1990 a instancia del PT de Luis Ignacio Lula da Silva, como la agrupación de izquierdas latinoamericanas. En su formación, posterior a la caída del muro de Berlín, este Foro sólo tenía a un partido miembro que estaba en el poder: El partido comunista de Cuba. En 20 años llegó a tener hegemonía en América Latina con la llegada de Chávez al poder en Venezuela en 1998, el triunfo de Lula y el Partido de los Trabajadores en 2002 en Brasil, luego Tabaré Vázquez del Frente Amplio en Uruguay en 2004, Evo Morales por el  Movimiento al Socialismo en Bolivia en 2005, Michelle Bachelet del Partido Socialista de Chile en 2006, Rafael Correa por Alianza PAIS en Ecuador en 2006, Daniel Ortega por el Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua en 2006, Fernando Lugo en Paraguay, José Mujica por el Frente Amplio en Uruguay en 2009, Mauricio Funes del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional de El Salvador en 2009, Dilma Rousseff por el PT de Brasil en 2010, Ollanta Humala por el Partido Nacionalista de Perú en 2011, Nicolás Maduro del Partido Socialista Unido de Venezuela en 2013, Michelle Bachelet del Partido Socialista de Chile de nuevo en 2014 y Salvador Sánchez Cerén del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional en 2014.

El Foro de Sao Paulo nos contó el relato de que el socialismo real, caído estrepitosamente en 1989 en Europa del Este y luego en la Unión Soviética si era posible en América Latina en la medida en que se agregaran ciertas dosis de autoritarismo, privación de libertades, nacionalizaciones, populismo y clientelismo.

Es verdad que algunos países y por algún tiempo, han tratado de sustraerse de este relato. El Perú, en los últimos 25 años, con la excepción del quinquenio humalista. Chile desde 1980, con algunos tropiezos en el segundo gobierno Bachelet.  Colombia desde Álvaro Uribe y México desde Salinas de Gortari y con mayor firmeza desde Fox y Calderón, a través de su apertura comercial, su apuesta por la democracia, su agresiva política social para reducir la brecha de ingresos y su apertura al capital y la inversión. Sin embargo, nada garantiza que el relato no se vuelva a imponer en estos países y señores como Petros, Lopez Obrador u otros sombríos seguidores del relato de Sao Paulo hagan tropezar a esos países, ya que la vacuna del progreso no ha llegado aún a esas naciones.

¿Pero, cual ha sido el precio de estos y otros relatos similares que han cambiado y sustituido la realidad de América Latina? ¿Qué consecuencias han generado?

Estos relatos, reafirmados día a día en la política doméstica de América Latina, en los debates sindicales, en las notas periodísticas, en los debates universitarios, en los comentarios en redes sociales, han engendrado dos consecuencias muy graves:

En primer lugar, nos ha sustraído la responsabilidad de nuestro destino. La ha puesto en manos de los conquistadores, del imperio, del capitalismo y de la globalización. Nosotros no hemos sido ni seremos responsables de nuestro destino. Nada de lo que hagamos para mejorar como personas, empresarios, intelectuales o lo que fuera, será suficiente porque como indica el relato, la culpa es del Imperio o nacimos para perder.

En segundo lugar, ha construido enemigos falaces y ha creado batallas innecesarias.

Los verbos de una sociedad que no tiene estos relatos son: Inventar, Crear, Progresar, Enriquecer o Innovar. La sociedad que no tiene enemigos falaces inventa y crea. La sociedad que no se siente perdedora progresa. La sociedad que no cree en la lucha de clases progresa y se enriquece. La sociedad que no tiene complejos, innova.

Pero, una sociedad como la nuestra, plagada de estos relatos, usa otros verbos. Los verbos de una sociedad que no es responsable de su destino y que tiene enemigos que la hacen pobre son: Luchar, Reivindicar, Confrontar, Conquistar.

Con una predicación de este tipo, hemos tolerado que hoy día, América Latina sea el continente de la corrupción, el populismo y el autoritarismo. La corrupción de las empresas brasileras apadrinadas por el PT, el autoritarismo rabioso de Maduro o el disimulado de Evo Morales, la perpetuación en el poder y la mayor y más triste crisis humanitaria de Venezuela, son la consecuencia de todos estos relatos.

No es casual que Luis Ignacio Lula Da Silva, en su última visita a Caracas en el 2010, le dijera a Chávez:

“Quiero agradecer a los empresarios brasileros porque ellos a pesar de su preocupación de algunas noticias de que Venezuela va a estatizar empresas o no les pague a las empresas, estos empresarios tienen confianza porque ellos están motivados y conozco la extraordinaria relación que usted tiene con esos empresarios.”

Pero, esto solo ha sido posible porque los gurús del relato sostuvieron que en Venezuela sólo había manipulación y no dictadura. Eduardo Galeano en el 2004, en Italia decía:

“El caso más claro y escandaloso de manipulación de la opinión pública mundial es hoy por hoy el caso de Venezuela. En el teatro del bien y del mal hay una distribución de funciones entre ángeles y demonios y Hugo Chávez es uno de los principales demonios, un dictador desde el punto de vista de las fábricas de la opinión pública mundial”.

En clave contemporánea, podemos concluir sin temor a equivocarnos que, han sido estos relatos los que han engendrado el autoritarismo que tenemos hoy en Nicaragua y Bolivia y las dictaduras infames de Venezuela y Cuba. Esos relatos en su afán de mostrar una realidad acorde a sus intereses han creado una realidad peor y de ella somos víctimas hoy día.

Pero entonces, ustedes se preguntarán, y en todo esto, ¿cuál es el rol de los rotarios?

  • ¿Seguir repartiendo refrigerios para los vacunadores de la Polio, cuando el Estado en manos de los seguidores del relato sigue oprimiendo a los pueblos latinoamericanos?
  • ¿Llevar abrigo a nuestros compatriotas empobrecidos por seguidores del relato que les impiden desarrollar actividades mineras o forestales en sus tierras?
  • ¿Poner agua potable en comunidades que se oponen a tener su propia riqueza en base a la explotación de los recursos naturales?

Algunos deben pensar que si.

Yo, y con esto comienzo el final de esta conferencia, no creo en estos relatos. Creo que la historia de América Latina debe borrar estas páginas horribles. Debe arrancar estos relatos infames que han creado una realidad peor y debe recuperar las enseñanzas de Sarmiento, el valor del mestizaje de Víctor Andrés Belaunde Diez Canseco y José Uriel García, las enseñanzas de Andrés Bello y volver a poner al latinoamericano en el protagonismo de su propia historia.

Y creo que los rotarios, si queremos ser líderes en un mundo y una realidad como esta, no podemos quedarnos en el balcón, viendo, por ejemplo, como nuestra inacción frente a los relatos, ha convertido a Venezuela en lo que es. Hemos dejado que el relato cause mucho daño.

Cuando veo los sitios de internet de los clubes de la frontera de Colombia con Venezuela en las zonas de Bucaramanga, por ejemplo, o los sitios web de los distritos de Venezuela y advierto que allí no se refleja lo que pasa en esas realidades, pienso que estamos convertidos en los músicos del Titanic, enviados a tocar “Cerca de ti Señor”, la patética interpretación en medio del naufragio.

Yo, no creo que ese sea el rol del rotario. El rotario no solo debe alimentar hambrientos y curar heridos, el rotario debe alimentar espíritus para que la destrucción de los relatos no siga haciendo de América Latina la región perdida del mundo.

En esta ciudad, ombligo del Mundo Andino, donde se ha creado, por ejemplo, uno de los disparates diplomáticos más grandes de los últimos años, la UNASUR, que solo ha servido para mermar protagonismo a la OEA y para validar autoritarismos, también podemos asumir el compromiso de buscar que el relato termine y que la libertad, la democracia y el estado de derecho sean el verdadero alimento de los pueblos de América Latina. Solo así podremos decir que somos líderes prestando servicios humanitarios, promoviendo normas de ética y contribuyendo a fomentar la buena voluntad y la paz en el mundo.

Espero que este breve ensayo nos motive en esta Conferencia a tomar acción.

Muchas Gracias. Lampadia




La batalla por el mejor espacio para la prosperidad

Nuestra Misión en Lampadia es defender la economía de mercado, la inversión privada, el desarrollo y la modernidad, además promovemos el Estado de Derecho y la meritocracia para los funcionarios públicos. Esto implica que defendemos el libre comercio, la globalización y el mercado como el espacio de expresión de la creatividad e iniciativa individual. 

En esa línea, hemos analizado y destacado cómo el libre comercio, la más clara expresión de la globalización económica de las últimas décadas, produjo los grandes avances para la humanidad en términos de reducción de la pobreza y de la desigualdad, la mortalidad infantil, el aumento de la esperanza de vida, la emergencia de una clase media global y el crecimiento de la población mundial al doble de lo que fue hace pocas décadas, con mejor calidad de vida, salud e ingresos.

Lamentablemente, aprovechando las confusiones y mentiras sobre la evolución de los ingresos y la desigualdad en los países más ricos, se ha desarrollado un discurso populista que cuestiona el libre comercio y la globalización. Este impulso populista ha conquistado buena parte del discurso político de nuestros días. Inclusive, se ha llegado cuestionar la vigencia del liberalismo y hasta del libre albedrío.

Esta ola populista presenta grandes riesgos y peligros para el mundo y especialmente, para países como el Perú que solo podemos derrotar la pobreza en un mundo abierto. Por eso nos da mucho gusto que The Economist, una fuente líder de análisis sobre desarrollo y asuntos mundiales, haya anunciado esta semana la creación de “Open Future”, una iniciativa editorial que tiene como objetivo rediseñar el argumento de los principios fundacionales de The Economist del liberalismo británico clásico que están siendo desafiados desde la derecha y la izquierda, en el actual clima político de populismo y autoritarismo.

Esta campaña es fundamental para recuperar un espacio que fomente e incentive el libre comercio y la globalización como el espacio fundamental para generar prosperidad. Solo ese espacio puede traer los beneficios que necesitamos los países emergentes como el Perú, porque en el es que se puede traer parte de la riqueza de los países más ricos a nuestros pobres, exportando nuestros magníficos productos como frutas, hortalizas, pescados, minerales, maderas, confecciones y servicios como el turismo y la gastronomía, creando mayor riqueza y beneficios para nuestra sociedad, algo que solo pueden darse en una sociedad abierta. 

Líneas abajo compartimos la carta de la editora de The Economist presentando su iniciativa:

Explicando qué es ‘Open Future’

Una carta a los lectores del editor

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Zanny Minton Beddoes
The Economist
16 de abril de 2018
Traducido y glosado por Lampadia

Querido lector,

Este año The Economist celebra su 175 aniversario. James Wilson, un fabricante de sombreros de Escocia, fundó este periódico en septiembre de 1843 para argumentar contra las Leyes de Maíz de Gran Bretaña, que imponían aranceles punitivos a los cereales. Desde entonces hemos defendido el libre comercio, los mercados libres y las sociedades abiertas.

A lo largo de los años, también hemos defendido muchas causas controversiales, desde la privatización hasta la legalización de las drogas y el matrimonio entre personas del mismo sexo. Al hacerlo, siempre nos hemos guiado por los valores liberales clásicos: una creencia en el progreso humano, la desconfianza en los intereses poderosos y el respeto por la libertad individual. Este es el liberalismo de grandes pensadores del siglo XIX como John Stuart Mill. (Confusamente, en Estados Unidos, el término “liberal” se ha convertido en sinónimo de izquierdismo de los grandes estados. Eso no es lo que defendemos).

Aunque el mundo ha cambiado drásticamente desde 1843, creemos que los valores que guían a The Economist son tan relevantes como siempre. Sin embargo, en un período de creciente populismo y, en muchas partes del mundo, de creciente autoritarismo, se enfrentan a una mayor resistencia hoy de lo que lo han hecho durante muchos años. En medio de la ira por la desigualdad, la inmigración y el cambio cultural, los elementos básicos del credo liberal, desde la globalización hasta la libertad de expresión, son atacados desde la derecha y la izquierda.

Así que hemos lanzado Open Future, una iniciativa para rediseñar el argumento de los valores y las políticas liberales en el siglo XXI. Queremos que esta exploración de ideas involucre tanto a nuestros críticos como a nuestros seguidores, y atraiga a una audiencia joven. Estamos llevando a cabo la conversación en todas las plataformas de The Economist: en el periódico, en este sitio web, a través de podcasts, películas y en las redes sociales. La iniciativa culminará en un evento mundial, el Open Future Festival, que se realizará simultáneamente en Hong Kong, Londres y Nueva York el sábado 15 de septiembre.

 

 

 

 

 

 

 

 

Esta web es el centro de las discusiones de Open Future. Aquí encontrarán regularmente debates en línea, en los que destacados colaboradores externos toman un punto de vista en un tema controvertido y ustedes, nuestros lectores, pueden votar y comentar. (Nuestro primer debate de esta semana es si las universidades deberían prohibir a los oradores ofensivos.) Encontrarán detalles de un concurso de ensayos para jóvenes, con fecha límite para postular hasta el 15 de julio. Y encontrarán una amplia variedad de artículos sobre mercados libres y sociedades abiertas. En los próximos meses, publicaremos contribuciones de invitados y nuevos artículos del personal de The Economist. Celebraremos la historia del liberalismo con una serie de informes sobre grandes pensadores liberales. Y miraremos hacia adelante con un informe especial sobre el futuro del liberalismo.

Hemos organizado los debates en torno a cinco temas. Open Markets examinará el futuro del capitalismo; Open Ideas analizará la libertad de expresión; Open Society discutirá el equilibrio entre la diversidad, la política de identidad y la corrección política; Open Borders se enfocará en inmigración y Open Progress considerará si la tecnología sigue siendo una ruta para el progreso humano.

Cuando James Wilson lanzó este periódico en 1843, dijo que su misión era “participar en una contienda severa entre la inteligencia, que sigue adelante, y una ignorancia tímida e indigna que obstruye nuestro progreso”. Open Future es la última versión de esa misión. Los animo a que se unan a la conversación. Participen en nuestros debates, voten en las encuestas, participen en el concurso de ensayos y envíenos sus comentarios a openfuture@economist.com.

 

 

Zanny Minton Beddoes, Editora en Jefe
Explore el centro de Open Future Hub de The Economist

The Economist desarrollará su gesta promoviendo el análisis y debate sobre cinco grandes temas:

  • Open Markets examinará el futuro del capitalismo;
  • Open Ideas analizará la libertad de expresión;
  • Open Society discutirá el equilibrio entre la diversidad, la política de identidad y la corrección política;
  • Open Borders se enfocará en inmigración y
  • Open Progress considerará si la tecnología sigue siendo una ruta para el progreso humano.
  1. Open Markets

La primera sección analiza qué salió mal con el capitalismo en las economías avanzadas y qué se puede hacer al respecto. Primero se analiza bajo el punto de vista del comercio, luego, competencia y, por último, el rol que desempeña el gobierno en la economía moderna.

The Economist aclara que actualmente existe la sensación de que la economía ya no trae muchos beneficios para muchas personas, a pesar de que la globalización ha traído enormes beneficios para el mundo en general. Sin embargo, “las personas de ingresos medios en los países ricos parecen haber tenido un mal desempeño en los últimos años”.

Open Markets se enfoca en tres temas:

El primero es el comercio. Los economistas han argumentado durante mucho tiempo que el libre comercio enriquece a todos. Pero últimamente esa visión ha sido atacada.

Luego, competencia. El capitalismo funciona mejor cuando las personas y las empresas compiten en igualdad de condiciones.

Por último, consideramos el rol que desempeña el gobierno en la economía moderna. En particular, examinamos una idea que le interese a economistas, políticos y titanes tecnológicos: un ingreso básico universal (UBI).

2. Open Ideas

Estamos en una época muy importante para la libertad de expresión. Las redes sociales permiten que haya una comunicación directa entre políticos y los ciudadanos y opinólogos. Sin embargo, también es una época de desinformación, mentiras y confusión por la gran cantidad de publicaciones al alcance de todos nosotros en el Internet.

Por eso, The Economist sigue, desde el 2016, cuatro reglas:”

  • Nunca tratemos de silenciar puntos de vista con los que no estamos de acuerdo.
  • Respondamos a un discurso objetable con palabras.
  • Ganemos la discusión sin recurrir a la fuerza.
  • Tengamos una piel más dura.

3. Open Society

Actualmente existe la duda de cómo equilibrar los derechos de diferentes personas. Estos desacuerdos, ya sea en igualdad de género, distintas sexualidades racismo, etc, se han convertido en un campo de batalla importante en la sociedad y The Economist siempre ha apoyado a las sociedades abiertas.

Ahora, busca crear debates sobre cómo equilibrar estas preocupaciones con el objetivo de crear una sociedad tolerante en nuestros tiempos: “Esta sección analizará derechos civiles y diversidad, y formulará las preguntas incómodas que deben responderse para tener una sociedad que funcione para todos”.

4. Open Borders

La mayoría de las personas se encuentran en un incómodo punto medio sobre el tema de las fronteras abiertas y las políticas de muchas democracias liberales incorporan elementos de ambos lados: reconocen el derecho de asilo, pero también tienen límites a los números de inmigrantes y las leyes que prevén la deportación de los inmigrantes ilegales.

La verdad es que las políticas de migración existentes ya no son adecuadas para nuestra coyuntura actual. Como dice The Economist, “los países ricos pueden y deben hacer más para ayudar a aquellos acosados por la guerra, la persecución o la coerción económica. Cómo pueden hacer esto sin poner en peligro sus propias democracias es una de las preguntas más difíciles que enfrentan los liberales hoy en día”.

Pero la única solución sostenible a los problemas causados por la migración, es actuar sobre los países de origen de la misma, tratando de evitar el abuso de los regímenes autoritarios que auyentan a su población y generando viabilidad al desarrollo económico y social.

5. Open Progress

Una preocupación actual es que las tecnologías están creando una disrupción descontrolada en el mundo. Después del escándalo de Facebook, se teme que podrían operar fuera de la transparencia y la responsabilidad que exige la democracia. Pero los sistemas, suministrados por empresas privadas, no están abiertos a la inspección externa, generalmente por razones de seguridad o propiedad intelectual.

Entonces. La última sección de The Economist analiza la lucha por el liberalismo en el siglo XXI: hombre versus algoritmo. En esta sección, el objetivo es examinar “las controversias y las consecuencias que surgen de tecnologías emergentes, como las interfaces cerebro-computadora y los autos sin conductor. La tecnología parece destinada a tocar y transformar prácticamente todo: la necesidad de comprenderla en el marco de los valores liberales es esencial.”

Sobre el evento

La iniciativa de Open Future se inicia con un debate entre Larry Summers y Evan Smith sobre las plataformas y la libertad de expresión en las universidades. Summers es profesor de la Universidad Charles W. Eliot y presidente emérito de la Universidad de Harvard. Se desempeñó como secretario del Tesoro para el presidente Clinton y como director del Consejo Económico Nacional para el presidente Barack Obama. Evan Smith es investigador en historia en la Universidad Flinders en Adelaide, Australia, y está escribiendo un libro sobre la historia de la no-formación de plataformas.

El 15 de septiembre The Economist será el anfitrión del Open Future Festival, que se celebrará simultáneamente en Hong Kong, Londres y Nueva York. También habrá un concurso de ensayos de Open Future para jóvenes; encuestas y otras visualizaciones de datos; podcasts; programas de redes sociales y nuevo video de Economist Films.

De esta manera, The Economist se está posicionando como un baluarte contra una ola creciente de populismo y autoritarismo en todo el mundo con el lanzamiento de su iniciativa ‘Open Future’ y reafirmando sus principios fundamentales. En Lampadia, apoyamos los mismos valores y seguiremos muy de cerca su campaña. Lampadia




Los enemigos del pueblo iqueño

Los enemigos del pueblo iqueño

Fernando Cillóniz B.
Gobernador Regional de Ica
Ica, 5 de enero de 2018
Para Correo Ica y Lampadia

Uno de los más ilustres pensadores del Perú fue – sin duda – Don Jorge Basadre. Efectivamente, él fue quien identificó los enormes lastres de la historia peruana: militarismo, clientelismo, autoritarismo, centralismo, y CORRUPCIÓN.

Sin embargo, su genio metafórico se coronó cuando identificó a los tres grandes enemigos que impiden la consolidación de la promesa peruana: los PODRIDOS, los congelados, y los incendiados. (Las mayúsculas son mías)

Entonces… sí. Me queda muy claro. Luego de corroborarlo como Gobernador Regional, los CORRUPTOS – o lo que es lo mismo… los PODRIDOS – son los principales enemigos del pueblo iqueño.

Son unos miserables. Están por todas partes. Le roban – sin escrúpulos – a la gente pobre… pero lo niegan con total desparpajo. Puede ser un dirigente sindical que rinde cuenta de sus viáticos con facturas falsificadas. O un médico malacostumbrado a abandonar el hospital – en horario de trabajo – para cobrar a dos cachetes. O uno que sustrae equipos del hospital y / o medicinas de la farmacia para sus prácticas privadas, o para venderlas – por lo bajo – a pacientes necesitados.

Por otro lado ¿qué decir de la corrupción – o podredumbre – que había en la Dirección Regional de Transportes? Concretamente en el tráfico de Licencias de Conducir. ¡Mafiosos que medraban de las coimas – y el maltrato – a todo aquel que aspirara a ser un transportista formal!  

Pero eso no es todo. La sobrevaloración de las compras de bienes y servicios. El “diezmo podrido” detrás de las obras de construcción. La “venta” de favores en los concursos de puestos de trabajo. Y muchos etcéteras más. ¡Odebrecht es una plaga enquistada en todas las instituciones de nuestra región! Esos son los CORRUPTOS… el enemigo No. 1 de los iqueños.

Pero nuestra población tiene otros enemigos también. Los INDOLENTES pueden no ser tan miserables como los corruptos… pero por ahí van. El INDOLENTE es aquel servidor público que no atiende con eficiencia y cordialidad a la ciudadanía que depende de él para vivir con dignidad.

Por ejemplo, un burócrata que hace esperar inútilmente – a veces meses o años enteros – a ciudadanos que acuden a su despacho para realizar un trámite de cualquier índole. Calín Ramos – el ex alcalde de Ica – fue un indolente. No le dolió que vivamos rodeados de basura. Pueden no ser corruptos… pero igual maltratan a los ciudadanos. Son crueles. No se inmutan frente al dolor de la gente necesitada. Son unos maltratadores incorregibles. Se parecen mucho a los CONGELADOS de Basadre. ¡Son detestables!

Por último, también están los MIEDOSOS. No son – necesariamente – corruptos o indolentes. Pero se mueren de miedo de tomar alguna decisión – o firmar cualquier resolución – por temor a ser involucrados en alguna denuncia o proceso sancionador.

A este respecto – valgan verdades – Ica está plagada de leguleyos expertos en denunciar a cuanto funcionario se les cruce en su camino. Las denuncias pueden ser formales… es decir, a través de la Fiscalía. O mediáticas… a través de periodistas corruptos. Me refiero – por supuesto – a las denuncias sin sustento que tan frecuentemente aparecen en las redes sociales y / o programas de ciertos periodistas chantajistas.

Pero bueno… para eso estamos. El Gobierno Regional no es lugar para MIEDOSOS. Nuestra institución está abierta para gente honesta, servicial… ¡y valiente! Obviamente, hay que tener buenos asesores en materia legal, porque de eso se agarran los Flores Camargo, las Dery Gonzáles, etc. Esa gente vive para denunciar. Traspiran odio por sus poros. Hay que tener cuidado con ellos, pero de ahí a tenerles miedo… tampoco, tampoco. Al contrario… hay que confrontarlos. ¡Qué se creen!

Conclusión. Los enemigos de los iqueños son – de mayor a menor – los CORRUPTOS, los INDOLENTES, y los MIEDOSOS. Los primeros están saliendo – poco a poco – con la ley atragantada. Y los segundos y terceros… ojalá se vayan porque ¡cuánto daño le están haciendo a los iqueños! Lampadia




Parece que EEUU se gobernará a ‘Trumpeadas’

Después de la Segunda Guerra Mundial, EEUU se convirtió en el paladín de la democracia que trató de exportar, por las buenas y también por las malas. Después de los años 60, los derechos civiles le dieron a la política interna un nuevo tono. Más adelante, fueron los derechos humanos los que ocuparon un importante espacio en la política estadounidense. En el plano económico, EEUU ha sido el campeón del libre comercio y la globalización. El estilo ha sido cada vez más diplomático y basado en negociaciones en foros internacionales o directas, pero basadas en lineamientos de política global.

Pronto, todo ello será parte del pasado. EEUU está a punto de entrar a formas de gobierno contrarias a las que las actuales generaciones han conocido. La política tomará un tono agreste, con un populismo bastante extremo y tendrá una expresión de voluntarismo digna de otros tiempos y lugares. Y, por lo que ya se puede ver, aún a días de la toma del mando, con características autoritarias y hasta caprichosas, que simplemente, se impondrán a ‘Trumpeadas’.

Un giro fatal de los acontecimientos, cuando justamente Rusia está gobernada por una suerte de zar, que ya tomó por la fuerza territorios ajenos, controla el 70% del PBI de Rusia y juega a la geopolítica usando inclusive la empolvada baraja nuclear.

Otra infeliz coincidencia, es la de la evolución de la política en China, donde desde la muerte de Deng Xiaoping, que tuvo que revertir 25 años de comunismo, no se había vuelto a ver la construcción de un culto a la personalidad, como lo está haciendo Xi Jinping, incluso especulándose la posibilidad de que se alteren los mecanismos de sucesión.   

El discurso anti libre comercio y anti globalización viene expandiéndose en el mundo, sobre todo en los países ricos, sumándose a la inestabilidad e incertidumbre política, generada por el aumento de la desigualdad en las economías avanzadas, la migración y el impacto del Brexit. La perspectiva de que el presidente Donald Trump abandone el globalismo es real. La elección de Trump consolida la tendencia anti-comercio internacional y anti-globalización, que  pueden ser fatales para el crecimiento en el mundo.

www.news1971.com

Fuente:  www.news1971.com

Lo que distingue a Trump de sus predecesores es su falta de convicción en las normas y tradiciones, y su temperamento autoritario y errático. Se esperaba que el período de transición entre las elecciones y la toma de mando permitieran un paulatino ‘appeasement’ (apaciguamiento), pero no ha sido así. Ahora nos encontramos ante la perspectiva de que Trump, como presidente, sea aún peor que como candidato.

Nadie puede estar seguro de qué hará Trump cuando asuma el cargo. Pero ya podemos hacer algunas suposiciones.

  • Podemos asumir con seguridad que Trump se mantendrá firme en su promesa de “Make America Great Again”. Durante su campaña, enmarcó la idea que EEUU abandone su papel de liderazgo mundial. Un EEUU que avanza hacia el nacionalismo aislacionista seguirá siendo el país más poderoso del mundo por un amplio margen, pero ya no garantizará la seguridad de los países occidentales ni defenderá un orden internacional basado en el libre comercio, la globalización y la democracia.
  • Trump ya descarriló el TPP y el TTIP (la Asociación Transpacífica de 12 países y la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión con la Unión Europea, respectivamente).
  • Seguramente pretenderá renegociar el Acuerdo Norteamericano de Libre Comercio (NAFTA) con Canadá y México.
  • Peor aún, usará la amenaza de aranceles punitivos para manipular las decisiones empresariales de las industrias estadounidenses, como ya lo ha hecho los últimos días con Ford y GM.
  • Es probable que haga lo mismo con las importaciones de China, sin reparar que el nivel de integración global determina que muchas de ellas contienen producción estadounidense de hasta 45%. Este frente de su gobierno puede provocar una absurda guerra comercial.
  • Con Rusia, muestra una cercanía inconducente en relación a la política externa de EEUU. Sin embargo, tuvo que reconocer la posibilidad de que Rusia hackeara una serie de objetivos durante las elecciones de noviembre, pero aseveró que los ataques cibernéticos no tuvieron ningún efecto en el resultado de la elección.
  • Muchos de los nombramientos de puestos clave parecen llenos de personajes más confrontacionales y extremistas que conciliadores. Nombró como jefe de gabinete de la Casa Blanca a  Reince Priebus.  A Stephen Bannon (director ejecutivo de la web de noticias de extrema derecha Breitbart News), como director de estrategia y asesor principal (alguien acusado de racismo, antisemitismo y sexismo). También ha elegido a Steven Mnuchin, un exbanquero de Goldman Sachs que se habría beneficiado de la crisis inmobiliaria, como su secretario del Tesoro. Por otro lado, el crítico contra las vacunas, Robert Kennedy Jr., ha aceptado una posición dentro de la administración de Donald Trump, como presidente de un panel sobre la seguridad de las vacunas y la integridad científica.
  • Se prepara para desafiar las leyes anti-nepotismo al confirmar a su yerno Jared Kushner, esposo de su hija Ivanka, como asesor presidencial. Según Associated Press, Kushner tendrá que discutir una ley que no se aplica a sí mismo.
  • En un claro ejemplo de autoritarismo y de una conducta digna del dictador de un ‘Banana Country’, Trump amenazó a Toyota con aplicarle aranceles fronterizos más altos, si continua su plan de construir una planta en Baja California, México. “Toyota Motor dice que construirá una nueva planta en Baja, México, para fabricar autos modelo Corolla que se venden en Estados Unidos. De ninguna manera, construyan la planta en Estados Unidos o pagarán más aranceles”, escribió Trump en su cuenta personal de Twitter.

Una cosa queda clara: el excéntrico fascistoide, futuro presidente de Estados Unidos, Donald Trump, es una de las mayores amenazas a los valores de la civilidad, la tolerancia, la concordia y el orden mundial que representa EEUU, así como al libre comercio y globalización, las fuerzas que hicieron posible el gran avance de la humanidad durante las últimas décadas. Esperamos que una oportuna reacción del ‘establishment’ americano, pueda contener y balancear los impulsos autoritarios de Trump, así como sus pulsiones altaneras y despectivas. Lampadia