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‘OXI’ al desarrollo, el NO de Grecia

‘OXI’ al desarrollo, el NO de Grecia

Después de dos rescates por un total de 240 mil millones de euros (US 266 mil millones) y seis años de depresión, recortes de gastos y pérdida de empleos, Grecia se pone al borde del colapso. El domingo, los griegos votaron por el “NO”, siguiendo la recomendación de su Primer ministro y rechazaron las propuestas de reformas y de austeridad que los acreedores europeos (Países, BCE y FMI) requirieron a cambio de nuevos préstamos que el país necesita para evitar el default y el colapso bancario. (Aunque las corridas bancarias ya han venido erosionando la solvencia del sistema). Ahora, la mayor preocupación es que este resultado podría sacar a Grecia de la zona euro y llevarlos a una recesión aún mayor.

El 61 % de los griegos votó ‘OXI’ (NO). Esto representa un impresionante rechazo a la austeridad solicitada por Europa. Sin embargo, el primer ministro griego, Alexis Tsipras, ha prometido que Grecia será capaz de permanecer en el euro, a pesar de haber luchado arduamente por el “no”, ya que según él, este resultadole permitiría tener un mayor poder de negociación con los acreedores del país.

La situación llegó a tal nivel de enfrentamientos, que Yanis Varoufakis, su Ministro de Finanzas, declaró poco antes del referéndum: “Lo que están haciendo [los europeos] con Grecia tiene un nombre: se llama terrorismo.” Luego de lo cual, después de la votación, tuvo que renunciar, cosa que hizo via su blog personal afirmando que la “austeridad es como tratar de extraer la leche de una vaca enferma con azotes”. Su alejamiento debiera facilitar las negociaciones, pues evidentemente, ese lenguaje es inaceptable.

Pensionista griego Giorgos Chatzifotiadis, fuera de una sucursal de un banco nacional en Salónica el 03 de julio 2015

Un voto por el “si” habría mantenido a los bancos abiertos y les habría dado la opción de llegar a un acuerdo que reconozca las nuevas realidades griegas e incluir, como afirma ahora el FMI, la reestructuración de la deuda, pues de una u otra forma,es insostenible. Por otro lado, no hay que olvidar la responsabilidad de los gobiernos griegos, que pretendieron que el país viviera como Alemania, sin el esfuerzo, trabajo y generación de riqueza de los teutones.

Sin embargo, la situación actual de Grecia es crítica: los controles de capital impuestos antes del referéndum del domingo pasado han dejado al país con una gran escasez de alimentos y medicamentos (que son, en su mayoría, importados), y además la industria turística (la mayor fuente de ingresos de exportación del país) está sufriendo cancelaciones de hasta 40% por problemas de abastecimiento de los hoteles, ya que la prohibición de transferencias bancarias les impide pagar a sus proveedores. Además, el gobierno han puesto un límite de retiro de efectivo de 60 euros al día, un corralito parecido al argentino, antes de su default. También se ordenó que la bolsa de valores de Atenas se mantenga cerrada el martes y miércoles para evitar la especulación.

Estantes vacíos en los supermercados griegos, 5 julio 2015

“Las importaciones, las exportaciones, las fábricas, empresas, transporte…  todo está congelado”, dijo Vasilis Korkidis, el director de la Confederación Nacional de Comercio Helénico. Afirmó que la economía habría sufrido pérdidas valorizadas en € 1,200 millones durante la semana pasada y que este costo tendría que ser añadido a cualquier nuevo acuerdo de rescate. “Incluso en el mejor de los casos, tomaría meses recuperarse de la conmoción de los bancos cerrados y los controles de capital”, agregó Korkidis.

Incluso con el país al borde del colapso económico, los funcionarios griegos afirman que el gobierno todavía está buscando se les exima de sus promesas de reformas para proteger sus intereses especiales: quieren mantener un descuento del 30 %del impuesto sobre el valor añadido en las islas griegas y retrasar los recortes de gastos de defensa. También se resisten a elevar el IVA en los restaurantes a 23 %, y quieren esperar hasta el 2019 para eliminar un suplemento de ingresos para los pensionistas más pobres.

Quieren seguir viviendo en la misma ‘sociedad de bienestar’ que los llevó a la crisis en primer lugar. El dispendio excesivo del gasto públicose agravó porasegurar apoyo electoral, se pidieron grandes préstamos a los mercados internacionales para financiar más puestos de trabajo en el sector público, pensiones y otros beneficios sociales. Esto acrecentó aún más el déficit fiscal. La deuda griega como porcentaje del PBI  pasó de 126% en el 2009 a 175% en el 2014. Ver en Lampadia: La Sociedad del Bienestar llevada al extremo.

Sin embargo, según el mismo FMI, la deuda sería insostenible, ya que las finanzas de Grecia son prácticamente inviables. Sostiene que si el crecimiento es menor del 1% (creció solo 0.1% en el primer trimestre) o el superávit primario [saldo antes del pago de los intereses de la deuda] es inferior al 2.5% del PBI (fue del 1.7% en 2014) “sería necesaria una quita de deuda”, así como otorgar un periodo de gracia de 20 años a las deudas existentes y extender la vida de los créditos en vigor hasta 40 años. En el gráfico inferior se puede observar los principales acreedores de Grecia, siendo el 60% países de la zona euro, 10% el FMI y 6% el BCE.

No obstante, lo que está en riesgo es más que sólo el futuro de Grecia, que representa tan sólo el 2 % del PBI de la zona del euro. Si los bancos griegos se quedan sin dinero, el país se verá forzado a imprimir su propia moneda, lo que significaría que serían los primeros en abandonar el euro. Algunos temen que el precedente podría aumentar el riesgo de otros países del área, pero, ‘Grexit’, la salida de Grecia, puede ser mejor para todos: Europa quedaría más sana y con más capacidad de dedicarse a consolidar su recuperación económica; Grecia podría devaluar su moneda en vez de ajustar los precios reales, ser así más competitivo y tendría que esforzarse para reconstruir el país; los deudores irresponsables (Grecia) aprenderían que ‘no hay lonche gratis’ y; los acreedores, igualmente irresponsables, tendrían que asumir, de una vez por todas, las pérdidas de sus portafolios que solo contienen hoy, valores nominales.

En este contexto, el débil gobierno de Obama ha instado a Europa a llegar a un arreglo que evite la salida de Grecia de la zona del Euro. Los representantes de los paíse europeos han hecho declaraciones muy duras, pero al mismo tiempo, ya le dieron algunos días extras a Tsypras, para aparecer con mejores propuestas. Pronto veremos como termina esta dolorosa situación.

Los peruanos debemos siempre reflexionar sobre estos acontecimientos. Ver en L: Un remedio peor que la enfermedad -Des (Grecia) y reflexiones para el PerúLampadia




El harakiri

El harakiri

Por Mario Vargas Llosa

La Tercera de Chile, 08 de febrero de 2015

El harakiri es una noble tradición japonesa en la que militares, políticos, empresarios y a veces escritores (como Yukio Mishima), avergonzados por fracasos o acciones que, creían, los deshonraban, se despanzurraban en una ceremonia sangrienta. En estos tiempos, en que la idea del honor se ha devaluado a mínimos, los caballeros nipones ya no se suicidan. Pero el ritual de la inmolación se mantiene en el mundo y es ahora colectivo: lo practican los países que, presa de un desvarío pasajero o prolongado, deciden empobrecerse, barbarizarse, corromperse, o todas esas cosas a la vez.

América Latina abunda en semejantes ejemplos trágicos. El más notable es el de Argentina, que hace tres cuartos de siglo era un país del primer mundo, próspero, culto, abierto, con un sistema educativo modélico y que, de pronto, presa de la fiebre peronista, decidió retroceder y arruinarse, una larga agonía que, apoyada por sucesivos golpes militares y una heroica perseverancia en el error de sus electores, continúa todavía. Esperemos que algún día los dioses o el azar devuelvan la sensatez y la lucidez a la tierra de Sarmiento y de Borges.

Otro caso emblemático del harakiri político es el de Venezuela. Tenía una democracia imperfecta, cierto, pero real, con prensa libre, elecciones genuinas, partidos políticos diversos, y, mal que mal, el país progresaba. Abundaban la corrupción y el despilfarro, por desgracia, y esto llevó a una mayoría de venezolanos a descreer de la democracia y confiar su suerte a un caudillo mesiánico: el comandante Hugo Chávez. Hasta en ocho oportunidades tuvieron la posibilidad de enmendar su error y no lo hicieron, votando una y otra vez por un régimen que los llevaba al precipicio. Hoy pagan cara su ceguera. La dictadura es una realidad asfixiante, ha clausurado estaciones de televisión, radios y periódicos, llenado las cárceles de disidentes, multiplicado la corrupción a extremos vertiginosos -uno de los principales dirigentes militares del régimen dirige el narcotráfico, la única industria que florece en un país donde la economía se ha desfondado y la pobreza triplicado- y donde las instituciones, desde los jueces hasta el Consejo Nacional Electoral, son sirvientes del poder. Aunque hay una significativa mayoría de venezolanos que quiere volver a la libertad, no será fácil: el gobierno de Maduro ha demostrado que, aunque inepto para todo lo demás, a la hora de fraguar elecciones y de encarcelar, torturar y asesinar opositores no le tiembla la mano.

El harakiri no es una especialidad tercermundista, también la civilizada Europa lo practica, de tanto en tanto. Hitler y Mussolini llegaron al poder por vías legales y buen número de países centroeuropeos se echaron en brazos de Stalin sin mayores remilgos. El caso más reciente parece ser el de Grecia, que, en elecciones libres, acaba de llevar al poder -con el 36% de los votos- a Syriza, un partido demagógico y populista de extrema izquierda que se ha aliado para gobernar con una pequeña organización de derecha ultranacionalista y antieuropea. Syriza prometió a los griegos una revolución y el paraíso. En el catastrófico estado en el que se encuentra el país que fue cuna de la democracia y de la cultura occidental tal vez sea comprensible esta catarsis sombría del electorado griego. Pero, en vez de superar las plagas que los asolan, estas podrían recrudecer ahora si el nuevo gobierno se empeña en poner en práctica lo que ofreció a sus electores.

Aquellas plagas son una deuda pública vertiginosa de 317 mil millones de euros con la Unión Europea y el sistema financiero internacional que rescataron a Grecia de la quiebra y que equivale al 175% del producto interior bruto. Desde el inicio de la crisis el PIB de Grecia ha caído un 25% y la tasa de desempleo ha llegado casi al 26%. Esto significa el colapso de los servicios públicos, una caída atroz de los niveles de vida y un crecimiento canceroso de la pobreza. Si uno escucha a los dirigentes de Syriza y a su inspirado líder -el nuevo Primer ministro Alexis Tsipras- esta situación no se debe a la ineptitud y a la corrupción desenfrenada de los gobiernos griegos a lo largo de varias décadas, que, con irresponsabilidad delirante, llegaron a presentar balances e informes económicos fraguados a la Unión Europea para disimular sus entuertos, sino a las medidas de austeridad impuestas por los organismos internacionales y Europa a Grecia para rescatarla de la indefensión a que las malas políticas la habían conducido.

Syriza proponía acabar con la austeridad y con las privatizaciones, renegociar el pago de la deuda a condición de que hubiera una “quita” (o condonación) importante de ella, y reactivar la economía, el empleo y los servicios con inversiones públicas sostenidas. Un milagro equivalente al de curar a un enfermo terminal haciéndole correr maratones.

De este modo, el pueblo griego recuperaría una “soberanía” que, al parecer, Europa en general, la troika y el gobierno de la señora Merkel en particular, le habrían arrebatado.

Lo mejor que podría pasar es que estas bravatas de la campaña electoral fueran archivadas ahora que Syriza ya tiene responsabilidades de gobierno y, como hizo François Hollande en Francia, reconozca que prometió cosas mentirosas e imposibles y rectifique su programa con espíritu pragmático, lo cual, sin duda, provocará una decepción terrible entre sus ingenuos electores. Si no lo hace, Grecia se enfrenta a la bancarrota, a salir del euro y de la Unión Europea y a hundirse en el subdesarrollo. Hay síntomas contradictorios y no está claro aún si el nuevo gobierno griego dará marcha atrás. Acaba de proponer, en vez de la condonación, una fórmula picaresca y tramposa, consistente en convertir su deuda en dos clases de bonos, unos reales, que se irían pagando a medida que creciera su economía, y otros fantasmas, que se irían renovando a lo largo de la eternidad. Francia e Italia, víctimas también de graves problemas económicos, han manifestado no ver con malos ojos semejante propuesta. Ella no prosperará, sin duda, porque no todos los países europeos han perdido todavía el sentido de la realidad.

En primer lugar, y con mucha razón, varios miembros de la Unión Europea, además de Alemania, han recordado a Grecia que no aceptan “quitas”, ni explícitas ni disimuladas, y que los países deben cumplir sus compromisos. Quienes han sido más severos al respecto han sido Portugal, España e Irlanda, que, después de grandes sacrificios, están saliendo de la crisis luego de cumplir escrupulosamente con sus obligaciones.

Grecia debe a España 26 mil millones de euros. La recuperación española ha costado sangre, sudor y lágrimas. ¿Por qué tendrían los españoles que pagar de sus bolsillos las malas políticas de los gobiernos griegos, además de estar pagando ya por las de los suyos?

Alemania no es la culpable de que buen número de países de la Europa comunitaria tengan su economía hecha una ruina. Alemania ha tenido gobiernos prudentes y competentes, austeros y honrados y, por eso, mientras otros países se desbarataban, ella crecía y se fortalecía. Y no hay que olvidar que Alemania debió absorber y resucitar a un cadáver -la Alemania comunista- a costa, también, de formidables esfuerzos, sin quejarse, ni pedir ayuda a nadie, sólo mediante el empeño y estoicismo de sus ciudadanos. Por otra parte, el gobierno alemán de la señora Merkel es un europeísta decidido y la mejor prueba de ello es la manera generosa y constante en que apoya, con sus recursos y sus iniciativas, la construcción europea. Sólo la proliferación de los estereotipos y mitos ideológicos explica ese fenómeno de transferencia freudiana que lleva a Grecia (no es el único) a culpar al más eficiente país de la Unión Europea de los desastres que provocaron los políticos a los que durante tantos años el pueblo griego envió al gobierno con sus votos y que lo han dejado en la pavorosa condición en que se encuentra.




La deuda griega y la falta de habilidad política

La deuda griega y la falta de habilidad política

La creación de la eurozona es la segunda peor idea monetaria de sus miembros; su desintegración es la peor

Por Martin Wolf

Financial Times

(El Comercio – Portafolio, 01 de Febrero de 2015)

A veces, es correcto hacer lo más inteligente. Ése es el caso actual de Grecia. Si se hace bien, la reducción de la deuda beneficiaría a Grecia y al resto de la eurozona. Es cierto que crearía dificultades. Pero serían menores que las que surgirían si Grecia se arroja a los lobos. Desafortunadamente, alcanzar dicho acuerdo podría ser imposible. Es por eso que la creencia de que la crisis de la eurozona ha terminado es errónea.

Nadie debe resultar sorprendido por la victoria del partido izquierdista Syriza de Grecia. En medio de una “recuperación”, se informó que el desempleo es del 26% de la fuerza laboral y el desempleo juvenil es superior al 50%. El producto bruto interno se encuentra también un 26% por debajo de su máximo previo a la crisis. Pero el PBI es una medida particularmente inadecuada de la caída en el bienestar económico en este caso. La balanza por cuenta corriente fue de 15% negativo del PBI en el tercer trimestre de 2008, pero ha permanecido en superávit desde el segundo semestre de 2013. Así que el gasto de los griegos en bienes y servicios de hecho ha disminuido al menos un 40%.

Ante esta catástrofe, no es de extrañarse que los votantes hayan rechazado el gobierno anterior y las políticas que, aunque a medias, perseguía a instancias de los acreedores. Como ha dicho Alexis Tsipras, el nuevo primer ministro, Europa se basa en el principio de la democracia. Ha hablado el pueblo de Grecia. Los poderes fácticos necesitan, por lo menos, prestar atención. Sin embargo, todo lo que se escucha apunta a que las demandas de un nuevo acuerdo sobre la deuda y la austeridad serán más o menos rechazadas de plano. Lo que alienta esa respuesta es una gran cantidad de tonterías santurronas. En especial, dos propuestas moralistas se interponen en el camino de una respuesta razonable a las demandas griegas.

PROPUESTAS FALSAS

La primera propuesta es que los griegos tomaron prestado el dinero y por lo tanto tienen la obligación de devolverlo, cueste lo que les cueste. Esta era la actitud de las prisiones de deudores. Sin embargo, la verdad es que los acreedores tienen la responsabilidad moral de prestar sabiamente. Si no hacen la debida diligencia de sus prestatarios, se merecen lo que suceda. En el caso de Grecia, la magnitud de los déficits externos, en particular, eran evidentes. También lo era la forma en que se gobernaba a Grecia.

La segunda propuesta es que, desde que estalló la crisis, el resto de la eurozona ha sido extraordinariamente generosa con Grecia. También esto es falso. Es cierto que los préstamos suministrados por la eurozona y el importe del Fondo Monetario Internacional alcanzan la enorme suma de 226,7 mil millones de euros (alrededor del 125% del PBI), lo cual es aproximadamente dos tercios de la deuda pública total de 175% del PBI. Pero esto casi en su totalidad no fue para beneficiar a los griegos, sino para evitar la reducción del valor de los préstamos dudosos al gobierno y los bancos griegos. Solo el 11% de los préstamos financió directamente las actividades del gobierno. Otro 16% se utilizó para pagos de intereses. El resto se utilizó para operaciones de capital de varios tipos: el dinero entró y luego salió de nuevo. Una política más honesta hubiera sido rescatar a los prestamistas directamente. Pero esto hubiera sido demasiado embarazoso.

Como los griegos señalan, el alivio de la deuda es normal. Alemania, un moroso en serie de su deuda interna y externa en el siglo 20, ha sido beneficiario de lo anterior. No se va a pagar lo que no se puede pagar. La idea de que los griegos registrarán enormes superávits fiscales durante una generación para devolver el dinero que los gobiernos acreedores utilizaron para rescatar de su locura a los prestamistas privados es algo delirante.

¿Entonces qué hay que hacer? Hay que elegir entre lo correcto, lo conveniente y lo peligroso.

Como indica Reza Moghadam, ex director del Departamento de Europa del Fondo Monetario Internacional: “Europa debe ofrecer un alivio sustancial de la deuda – reduciendo así a la mitad la deuda de Grecia y a la mitad el balance fiscal requerido– a cambio de una reforma”. Añade que esto sería coherente con la deuda considerablemente por debajo del 110% del PBI, lo cual los ministros de la eurozona acordaron en 2012. Pero estas reducciones no se deben hacer de forma incondicional. El mejor enfoque se establece en la iniciativa “países pobres muy endeudados” del FMI y el Banco Mundial, que comenzó en 1996. En virtud de esta, se concede el alivio de deuda solo después de que el país cumple con criterios precisos de reformas. Tal programa sería beneficioso para Grecia, que necesita modernización política y económica.

El enfoque políticamente conveniente es “extender y fingir”. Sin lugar a dudas, hay formas de seguir posponiendo la hora de la verdad. También hay formas de reducir el valor actual de los intereses y las amortizaciones sin bajar el valor nominal. Todo esto le permitiría a la eurozona evitar afrontar el argumento moral del alivio de la deuda de otros países afectados por la crisis, en especial Irlanda. Sin embargo, este enfoque no puede alcanzar el resultado honesto y transparente que se necesita urgentemente.

El enfoque peligroso es empujar a Grecia hacia el incumplimiento. Esto probablemente provoque una situación en la que el Banco Central Europeo ya no se sienta capaz de operar como banco central de Grecia. Eso por lo tanto obligaría una salida. Sin duda el resultado para Grecia sería catastrófico en el corto plazo. Pienso que además eso también revertiría cualquier avance hacia la modernidad durante una generación. Pero el daño no solo sería para Grecia. Se demostraría que la unión monetaria en la eurozona no es irreversible sino simplemente una dura paridad fija de tipo de cambio. Eso sería lo peor de ambos mundos: la rigidez de los tipos de cambio fijo, sin la credibilidad de una unión monetaria. En cada crisis futura, la pregunta sería si ése sería el “momento de salirse”. El resultado sería la inestabilidad crónica.

La creación de la eurozona es la segunda peor idea monetaria de sus miembros. Su desintegración es la peor. Sin embargo, eso es lo que podría provocar el hecho de obligar a Grecia a salirse de la eurozona. El camino correcto es reconocer que existe el argumento para el alivio de la deuda, condicionado al logro de reformas verificables. Los políticos rechazarán la idea. Los estadistas la aprovecharán. Pronto sabremos a cuál grupo pertenece cada quien.




La Sociedad del Bienestar llevada al extremo

La Sociedad del Bienestar llevada al extremo

Este 25 de enero (2015), Grecia tendrá una elección adelantada tras el fracaso de la designación del conservador Stavros Dimas como jefe del Estado en tercera ronda.  Ahora, el principal partido de la oposición es el neo-marxista Syriza liderado por Alexis Tsipras. Las últimas encuestas de opinión muestran que Syriza tiene el apoyo del 30% de los votantes, alrededor de 3% por encima del partido gobernante, Nueva Democracia.

Pero, ¿cómo es que Syriza, una coalición de maoístas, socialistas, comunistas y trotskistas llegan a la cima de las encuestas de opinión? Para responder a esta pregunta, se tiene que analizar qué ha llevado a Grecia a su situación actual.

Hay muchos factores que contribuyeron a la crisis económica griega durante la última década. Las causas principales son: la zona euro, la evasión fiscal masiva, la corrupción del gobierno y el dispendio del gasto público.

En la década anterior a la crisis, uno de los principales motivos del alza de los gastos del gobierno se debe al aumento de los salarios y beneficios del sector público. Con el fin de asegurar el apoyo electoral, se pidieron grandes préstamos a los mercados internacionales para financiar puestos de trabajo del sector público, pensiones y otros beneficios sociales. Esto causó un alza en el gasto público, creando problemas de déficit presupuestal. La deuda griega como porcentaje del PBI  ha pasado de 126%en el 2009 a 175% en el 2014.

Los jóvenes desempleados parecen no entender “por qué les toca a ellos abandonar las prebendas de la “sociedad providencial de la cuna a la tumba”, acompañados por los sindicatos que se oponen a la eliminación de beneficios consagrados, se volcaron a las calles y decretaron huelgas en varias ciudades para protestar violentamente por las medidas impuestas por las naciones y entidades multinacionales acreedoras”.(…) “Unos 600 tipos de profesionales helenos [podían] jubilarse [antes de la crisis] entre los 50 y los 55 años. Peluqueras, camareros, músicos o masajistas están entre estos oficios considerados como de alto riesgo para la salud”, como señala el portal Mercado Libre.

Los resultados de la crisis y el ajuste se pueden resumir en los siguientes indicadores (publicados por el Wall Street Journal):

  • La economía se ha reducido en 25% desde mediados del 2008.
  • El desempleo general llega al 25.8% de la población.
  • Grecia está en la tercera posición entre los países con mayor riesgo de pobreza y exclusión.
  • 23.1%  de los griegos viven a riesgo de caer en la pobreza (2013).
  • El 33.5% de las deudas están en mora por más de 90 días (US$ 89,000 millones).
  • Se calcula que 70 mil millones de Euros han salido de los bancos durante los últimos cinco años.
  • La bolsa de valores ha bajado en 83.9% desde el 2008.
  • Una de cada cuatro empresas pequeñas y medianas han cerrado desde el 2008 (unas 230,000).
  • Los impuestos han aumentado sustancialmente para los profesionales independientes (9 veces); para empleados y pensionistas, 7 veces; y el IGV ha llegado a 23%.
  • Los científicos griegos que trabajan en el exterior llegan a 100,000.

La profunda y prolongada recesión y el alto desempleo, sumado a los recortes de pensiones y un alza en la edad de jubilación han destrozado el sistema. Seis años después de la crisis financiera, el desempleo de los jóvenes supera el 50%. El crecimiento económico es inferior al 1% y la inflación es negativa. La deflación hace que sea más difícil para los deudores reducir el apalancamiento y pagar sus deudas. Al 2014, las deudas privadas llegan a alrededor de 180,000 millones de euros, mientras que las deudas con el tesorollegan a los 100,000 millones. Las empresas y los consumidores dejan de invertir bajo la creencia de que su dinero valdrá más en el futuro. Menos consumo significa menos puestos de trabajo, lo que provoca que las empresas y los consumidores reduzcan aún más sus gastos.

Uno de cada tres griegos está en situación de pobreza. A ello se añade que los nuevos impuestos introducidos en 2014 han reducido a cero la perspectiva de mejora de la situación económica en un país donde dos tercios de los hogares tienen ingresos menores a 18,000 euros al año. 

Todo esto se ha agravado en la sensación de la gente por las estrictas medidas de austeridad exigidas por la Comisión Europea y el Banco Central Europeo (BCE), a cambio de ayuda financiera a Grecia para evitar el default. Estas medidas han llegado en forma de recortes de pensiones, recortes de gastos y aumentos de impuestos, dejando a los ciudadanos griegos con menos dinero para gastar y ha agravado los problemas económicos, puesto que por la falta de inversión, las tasas de desempleo se han disparado a niveles insostenibles.

Esta situación ha aumentado la fuerza de Syriza, que plantea un paquete populista sin el sustento de un programa sólido de crecimiento económico. Ofrecen impulsar la economía y lograr una serie de medidas como: el aumento del salario mínimo que actualmente es de 684 euros hasta 751; el incremento de las pensiones inferiores a 700 euros, el restablecimiento de la gratificación por Navidad y de la asistencia sanitaria gratuita, electricidad gratis y bonos de comida para los pobres.

La elección de Syriza podría significar la salida de Grecia del Euro. Pero más allá de si esto sucede o no, la situación muestra claramente una problemática mayor: la creciente divergencia económica entre los países de la eurozona. Hasta hace poco tiempo se consideraba que sólo medidas de unificación e integración fiscal y bancaria podrían resolver esta crisis, que sigue tomando forma en otras partes de Europa. Pero ahora, esta solución parece casi imposible o tardía. Ya habría pasado la oportunidad de establecer lo que debieron ser los requisitos previos a la adopción del Euro.

Los riesgos de la asunción al poder de grupos políticos populistas o extremistas de todo cuño son muy reales y pueden ser perniciosos, no sólo para Grecia, España o el resto de Europa, sino para toda la humanidad. Lampadia