Uri Landman
Para Lampadia
Al igual que una novela turca, en donde los personajes buscan justicia después de haber sido humillados como en el caso de “Fatmagul”, los peruanos hemos sido testigos de primera fila de la novela político-policial que se desarrolla en el Ministerio Público, en donde una mujer, la repuesta Fiscal de la Nación, Patricia Benavides, pretende retomar su cargo y es impedida de hacerlo por otra mujer, la fiscal en rebeldía, Delia Espinoza.
Voy a resumir brevemente los hechos para un mejor entendimiento.
En diciembre del año 2023 la Junta Nacional de Justicia (JNJ) suspendió tras un proceso “express” a Patricia Benavides por estar presuntamente involucrada en una organización criminal en el MP mediante la cual se canjeaban favores políticos con los congresistas para diversos fines.
Lo anterior se basó en una investigación a cargo de la fiscal Marita Barreto (quien no tenía competencia para investigar a Benavides) y a los dichos de su ex colaborador, Jaime Villanueva, quien presentó copias fotostáticas de supuestos chats de whatsapp, que nunca fueron autenticados.
En mayo del año pasado la JNJ destituyó a Patricia Benavides como Fiscal de la Nación, a pesar que dos de sus miembros habían sido destituidos a su vez por el congreso.
Cuando todos pensábamos que la novela de Patricia Benavides había llegado a su fin, la JNJ nos regaló una nueva temporada cuando emitió hace una semana, una resolución en la cual declaró de oficio la nulidad de todo lo actuado en el caso contra la Fiscal de la Nación, Benavides, retrotrayendo el proceso a la etapa anterior a la emisión del informe de instrucción, dejando sin efecto las medidas disciplinarias que habían llevado a su destitución.
Dicho de manera sencilla, Patricia Benavides regresaba a ser Fiscal de la Nación.
Con resolución en mano, Benavides se presentó el lunes pasado en el MP para retomar su puesto como Fiscal de la Nación, sin embargo, se encontró con la desagradable sorpresa, que la Fiscal de la Nación en funciones, Delia Espinoza, se atrincheró en sus oficinas del noveno piso de la sede del MP y se negó a dejar el puesto.
En un primer momento Espinoza argumentó que el MP no había sido notificado con la resolución de la JNJ que reponía a Benavides.
Luego dijo que la resolución no era válida ya que no estaba firmada por todos sus miembros, sino solamente por su presidente.
Finalmente afirmó que no dejaría el cargo ya que únicamente la Junta de Fiscales Supremos tiene la facultad de nombrar al Fiscal de la Nación.
De lo que yo recuerdo, la fiscal Benavides no armó un berrinche, ni se atrincheró en sus oficinas, ni ignoró la resolución de la JNJ que la destituyó por más que no le gustara. Con los pantalones bien puestos, se comió el trago amargo que seguramente le causó lo que ella consideró una injusticia y se retiró del MP para hacer valer sus derechos en los fueros judiciales.
En el lado contrario y como buen caviar, la fiscal Espinoza cree que tiene el derecho de aceptar las resoluciones que le convienen e ignorar las que no, como la restitución de Benavides. Siguiendo el guión de una novela turca, realizó una vigilia con velas y todo, en el hall principal del MP hasta altas horas de la noche y al día siguiente despidió a los empleados que no la acompañaron en dicha vigilia, según el programa Contracorriente.
Por si todo lo anterior no fuera poco, la fiscal Espinoza tuvo el desparpajo de presentar un Habeas Corpus en el Poder Judicial que buscaba evitar una eventual detención por parte de la policía mientras continua impidiendo el regreso de Benavides a su cargo de Fiscal de la Nación y cometiendo los delitos de abuso a la autoridad, usurpación de funciones, prevaricato, entre otros.
Dicho Habeas Corpus fue finalmente declarado improcedente por el PJ al concluir que no hay indicios de una amenaza directa o concreta que justifique proteger la libertad personal de Espinoza.
Mientras todo eso sucede, el país se encuentra expuesto todos los días a las extorsiones, asesinatos, robos, etc. sin que la autoridad encargada de ejercer la acción penal haga su trabajo. La gran tragedia que vivimos los peruanos es que las tres instituciones encargadas del sistema de justicia como lo son: el Poder Judicial, el Ministerio Público y la Policía Nacional del Perú, son a su vez las más corruptas.
Desde esta columna pregunto: ¿Qué culpa tiene el Perú? Lampadia