Roque Benavides
El Comercio, 5 de junio del 2025
«Necesitamos un enfoque constructivo, que simplifique procesos, amplíe el acceso al crédito y promueva programas de formalización»
“El Perú ha sido bendecido con recursos naturales y talento. Y ese talento está esperando que le abramos las puertas hacia un mejor horizonte”, escribe Roque Benavides, Presidente del Directorio de Buenaventura.
El Perú es un país de emprendedores. Desde jóvenes que venden a través de plataformas digitales hasta aquellos que inician negocios familiares, el espíritu empresarial está en todos los rincones del país. Esta capacidad de generar ideas y abrirse paso frente a la adversidad es una de nuestras principales fortalezas como peruanos. Sin embargo, también enfrentamos el problema de la informalidad.
Más del 99% de las empresas peruanas son pequeñas y medianas, y generan alrededor del 85% del empleo y el 21% del PBI, según el Ministerio de Economía.
Lo mismo ocurre en países desarrollados, como Estados Unidos, donde las pymes representan más de 98% del número de empresas privadas, según el Comité de Economía del Congreso estadounidense. Es decir, el desarrollo de la actividad empresarial no es exclusivo de las grandes corporaciones, sino que empieza con el impulso de los emprendedores.
Debemos entender que una economía eficiente requiere el compromiso tanto del sector público como del privado. En el Perú la inversión es mayoritariamente privada y de origen nacional. Por eso, respaldarla implica facilitar su ejecución y simplificar los trámites que hoy la dificultan.
A pesar del peso que tienen los emprendedores en la economía nacional, muchos operan desde la informalidad. De hecho, el 71% del empleo en el Perú es informal, cifra del INEI que refleja la magnitud de la situación. Las causas son diversas: trámites engorrosos, rigidez laboral y un sistema tributario que, en vez de incentivar, ahoga al pequeño empresario.
En lugar de castigar a los emprendedores, el país necesita un enfoque constructivo, que simplifique procesos, amplíe el acceso al crédito y promueva programas concretos de formalización. El emprendedor necesita respaldo, voluntad política, colaboración público-privada y políticas laborales promotoras para cerrar brechas y generar oportunidades.
La informalidad se puede resolver con decisiones que respalden el potencial productivo de nuestra gente. La educación, la innovación y el impulso al emprendimiento juvenil deben ser pilares de esta estrategia de desarrollo. No es sostenible que sigamos teniendo una de las legislaciones laborales más rígidas del mundo. Esto solo termina incentivando la informalidad.
La lucha contra la informalidad debe convertirse en una política de Estado. Convoquemos a organismos internacionales como el Banco Mundial, que cuentan con experiencia probada en enfrentar este desafío.
El Perú tiene muchas cosas por corregir y también por valorar. Nuestra economía se mantiene estable, con proyecciones positivas, tenemos instituciones sólidas como el BCR y una posición estratégica en la región. Aprovechemos estas fortalezas para consolidar una economía más formal y competitiva.
El Perú ha sido bendecido con recursos naturales y talento. Y ese talento está esperando que le abramos las puertas hacia un mejor horizonte. Recordemos a Jorge Basadre: “El Perú es más grande que sus problemas”.