Entrevista a Rolando Arellano
El Comercio, 29 de mayo del 2025
Víctor Reyes Parra
El presidente del directorio de Arellano Consultoría Para Crecer comenta los resultados de su estudio ‘¿Cómo vota el Perú?’. Considera que a pesar de los resultados preocupantes, conocer esta realidad es un punto de partida para que el electorado tome mejores decisiones en el 2026 con la información y esperanza como principales herramientas.
El estudio ‘¿Cómo vota el Perú?’ de Arellano Consultoría Para Crecer contiene hallazgos que encienden las alarmas de cara a las elecciones del 2026. Con base en una encuesta, se encontró que el 89% considera que los peruanos tienen malas autoridades porque no saben elegir bien. Además, que el 30% del electorado se informa poco o nada para elegir a su candidato presidencial y el 38% se informa poco o nada para votar por el Congreso.
Al respecto, Rolando Arellano Cueva considera que conocer estos hallazgos debe servir como un punto de partida para que, al margen de las ideologías, la ciudadanía apueste por informarse activamente y elegir de forma consciente en los próximo comicios, que se prevén como los “más difíciles de nuestra historia” por el número de partidos.
Pese a las cifras que pueden considerarse negativas, Arellano cree que la admisión de que hay algo por corregir y el creciente interés de los jóvenes por la política son un punto de esperanza y que, a un año de las elecciones, hay tiempo para corregir. “Es posible cambiar las cosas”, remarca en diálogo con El Comercio.
– A partir del estudio que han realizado, ¿Cómo votamos los peruanos?
De manera general, podría decir que le damos muy poca importancia al voto. Es un voto casi despreocupado. Eso es lo primero. Y segundo, votamos más por obligación que por un sentimiento democrático. Votamos casi con un sentimiento de nuestro voto no sirve para cambiar las cosas, es más un voto resignado que un voto con visión de futuro.
– Cuando decimos que nos equivocamos en votar, no pasa por la ideología o perfil de candidato, sino que principalmente el error es no informarse bien antes de elegir…
Sí. Nuestro proyecto no busca orientar a la gente a que vote hacia determinado lugar, izquierda, derecha, centro o lo que sea, sino que busca que el voto sea consciente. No es que sea un voto malo porque votan hacia un lado o hacia el otro; es un voto que no es consciente, se vota casi al azar. Las cosas se deciden en el último momento, sin mayor preocupación, sin mayor interés.

– Este tipo de voto desinformado, sin convicción, ¿tiene reflejo en nuestra actualidad política?
Se ve en un deterioro de la calidad de las instituciones y de las autoridades. Se ve en acciones cada vez más criticadas y autoridades cada vez más cuestionadas por la gente, en los resultados de las encuestas de opinión sobre los presidentes. Cada presidente que sigue tiene menos popularidad. El último que tenemos pues ya casi está en el límite. Se ve una tendencia, se pierde el respeto y la importancia de las autoridades. El fortalecimiento de la informalidad es la muestra más palpable, porque la informalidad es justamente eso: no me interesan las autoridades, no les hago caso, no las quiero y, por lo tanto, me pongo al costado, me voy al lado de hacer las cosas sin tener en cuenta las reglas ni lo que las autoridades dicen.
– Eso es algo que pone en riesgo el mismo sistema democrático
De hecho, ya lo está poniendo en riesgo. Los candidatos antisistema, que hay de derechas e de izquierdas, no es un tema de orientación política, empiezan a alzar la voz (…) Al final, terminan en autoritarismo, dictaduras y esas cosas. Por otro lado, en el caso específico de Perú de hoy, hay un elemento bien importante para estas elecciones del 2026: todas las condiciones macroeconómicas del Perú son bastante favorables al precio de los minerales. Nuestros promedios, en general, son mejores frente a los países de la región. Si elegimos a un mal gobernante, no solamente no vamos a poder aprovechar esa buenísima situación, sino que todo se puede descalabrar, a final se puede terminar un estado fallido.
– Revisando el informe, una de las cifras que más me llamó la atención fue el bajo porcentaje de personas que considera muy importante el voto congresal, por debajo del voto presidencial. ¿A qué se debe esta indiferencia?
Para mí también esta es una de las cifras más preocupantes, porque las personas, de manera general, parecen creer que la autoridad en el país es una sola, el Ejecutivo, y que el resto es menos importante. La idea es que haya un balance de poderes. La gente cree que gran parte del poder la tiene el Ejecutivo y no se preocupa por el Congreso. Y el Congreso sí tiene una fuerza inmensa. De hecho, la mayor parte de cambios y de grandes problemas que estamos viendo ahora se deben básicamente a la actuación del Congreso, más que de lo que no hace el Ejecutivo. El Ejecutivo ahora no está haciendo, pero el Congreso sí. Y lo que está haciendo es preocupante. Lo que hace el Congreso modifica el largo plazo, lo que hace el Ejecutivo modifica el corto plazo. Una ley que cambia el Congreso modifica el larguísimo plazo del país y la gente no se da cuenta.

– Además, porque en la época electoral la mayor parte del debate se fija en quienes postulan a la presidencia y a los candidatos congresales no se hace el esfuerzo por conocerlos tanto.
Ese es un problema, porque cuando hacemos nuestros análisis más profundos, en entrevistas a la gente, encontramos que para ellos lo importante es la segunda vuelta porque ahí se define el país. En realidad, en la primera vuelta es donde se define un poder del Estado tan importante como el otro, que es el Congreso. Entonces, como la gente no piensa en la primera vuelta como fundamental, se deja pasar el tema congresal sin un análisis profundo. Y eso es gravísimo.
– Para el 2026 va a ser clave que se piense bien el voto tanto a la presidencia como al Congreso, que no sea solo por arrastre o por llenar un número.
Lo que vemos en el estudio es que el 75% dice que no le interesa mucho el Congreso, pero casi el 80% marca un número. O sea, es un voto no solo despreocupado, sino, en algunos casos, preocupante. Es un voto mal orientado desde el comienzo.
– El estudio también halló que un 38% admite que se informa poco o nada sobre candidatos al Congreso, que es más que el 30% poco o nada sobre candidatos a la presidencia. Son cifras muy altas, hablamos de un tercio del electorado.
Así es. Hay elecciones que se han definido por un punto. En el último caso, por décimas, por unos 40 mil electores. Cuando hablamos del 30% de electores, hablamos de 8 millones de personas que votan sin pensar. Si una elección se define por 100 mil y hay 8 millones que votan sin pensar, al final lo que tenemos no es una elección, tenemos casi una lotería.

– También hay casi un 52% de personas, según el estudio, que cree que no vale la pena informarse sobre porque luego no cumplen su promesa. Es decir, esta desesperanza o este desinterés del electorado se alimenta de las recientes experiencias de las autoridades que prometen algo y luego no lo cumplen.
Ese es otro elemento preocupante, porque se ha generado un círculo vicioso al respecto: yo voto mal y sale una mala autoridad. ¿Por qué? Porque no vi bien lo que decía, etc. Como sale la mala autoridad, al final pienso mal de la política, que los políticos no sirven para nada. De hecho, hay casi un 50% que piensa que las autoridades hacen más daño que bien. ¿Y qué ocurre? Que los buenos políticos no se quieren meter a un sitio tan desprestigiado. Lo siguiente es que solo se presentan candidatos malos, no tienes otra cosa que elegir entre ellos y se vuelve a repetir el círculo. Ese es el problema que hay que cortar ahora. La oportunidad con este proyecto y esta encuesta es, primero, hacer que la gente se dé cuenta de que gran parte del problema de las autoridades es un problema nuestro, nosotros lo estamos creando; pero lo bueno es que eso se puede romper y no es muy difícil de romper. Si la gente se hace consciente de que votando mejor podemos tener mejores autoridades, creo que podemos empezar a cambiar.
– Otro aspecto llamativo es que son las personas más jóvenes, el grupo entre 18 y 24 años, las que le dan más importancia al hecho de elegir congresistas; mientras que eso se va desvaneciendo en los grupos de mayor edad
Esa es una de las mejores noticias de esta investigación: que los jóvenes creen más en la política, tienen más esperanza en los resultados de la política que los mayores. Los mayores, como estamos un poco desilusionados, ya nos preocupa menos; pero los jóvenes sí tienen esperanza. Creen que su voto puede cambiar las cosas, dicen que van a votar por el candidato en el que creen, sin importar si va a ganar o no. Allí uno puede ser optimista sobre este futuro si es que lo movilizamos, pues los jóvenes creen en la democracia, creen mucho más que los mayores. Por eso es que ellos se preocupan más en elegir congresistas, en elegir en al presidente. Hay casi 2 millones y medio de jóvenes que nunca han votado, que entran al voto con esperanza.

– Hay un 89% de peruanos que reconoce que tenemos malas autoridades porque no sabemos elegir bien. Si hay este reconocimiento, por qué no hay un porcentaje tan alto de personas que se informan para elegir mejor.
Mira, un 89% dice que los peruanos no sabemos elegir bien, pero no necesariamente esas mismas personas dicen “yo no sé elegir bien”. (Dicen que) elegimos mal porque los peruanos elegimos mal, los peruanos menos yo. Lo bueno de esto es que hay un reconocimiento de que eso es parte nuestra y eso es algo sobre lo cual se puede trabajar ya. O sea, sí, sabemos que somos parte del problema. Ahora, en paralelo, un 85% te dice que también es culpa de los malos candidatos y casi el 60%, que es culpa de un sistema electoral defectuoso. Si el sistema no funciona, los candidatos son malos y nosotros no sabemos votar, se presenta la tormenta perfecta. Y ahora la gente se pregunta: ¿cómo es posible que partidos que han falsificado firmas sigan en carrera? Eso pone más dudas en el sistema electoral. Ese el problema que hay que romper, pero felizmente tenemos todavía 10 meses para eso, para trabajar y cambiar un poco. Si cambia una parte del electorado, si el 10% o 15% de los peruanos empieza a votar mejor, ya se supera el problema de las últimas elecciones, que se han definido por décimas.

– Entonces, hay una responsabilidad de los partidos de ofrecer mejores candidatos, de las autoridades electorales de afinar las normas, y de la ciudadanía de informarse mejor.
Así es, con un elemento que queremos remarcar: no podemos controlar los otros dos, las autoridades y los partidos. Lo que sí podemos controlar es nuestra calidad de elección. En todo acto de elección, como en todo acto de compra, hay dos cosas: el que vende y el que compra. Si el que compra no sabe comprar, va a comprar cualquier cosa, por más que sea muy buena la oferta. Si hay 20 productos y todos son buenos, si el comprador no sabe, podría ser que el menos bueno sea elegido. Y eso es lo que sucede ahora. No es posible que casi un 10% de la población reconozca que decide (su voto) en la cola, en la fila. Eso no lo haces ni cuando vas a comprarte un celular. Entonces, no deberíamos quejarnos cuando tomamos las cosas tan a la ligera, pero eso queremos cambiar.
– Habiendo tanta información disponible gracias a Internet, ¿por qué aún nos cuesta tanto informarnos activamente sobre los candidatos?
Hemos encontrado que la fuerza de las redes sociales es muy grande, es la fuente de información más grande, sobre todo en los jóvenes, pero también encontramos que la población desconfía de la información que llega por ahí. Lo segundo es que la gente reconoce que es información pasiva, que no busca la información sobre los candidatos, simplemente recibe lo que le llega. Y allí entra un tercer elemento: los algoritmos te hacen llegar solo la información que a ti te interesa. Al final, no es una información amplia, completa, sino que refuerza las cosas que tú ya crees.
– ¿Y qué deben hacer las autoridades electorales con toda esta información sobre cómo piensa y elige el ciudadano?
Esta primera encuesta muestra que las cosas no están bien en términos electorales. A partir de esto y de otras informaciones, las autoridades electorales deberían ver que su obligación es generar formas para que la gente se interese en votar y para que vote bien, para que vote más informada. Deben ver que su tarea no es simplemente poner el menú y que la gente escoja, sino también es orientar a la gente a cómo se escoge. Su responsabilidad también es hacer que la gente vote más conscientemente. Lo segundo es que se tiene que ser muchísimo más estricto en el respeto de la información adecuada. O sea, si hay alguien que miente, que dice que es profesional y resulta que tiene secundaria incompleta, se debería ser muchísimo más estricto en sacarlo. Son cosas como esas para que la autoridad electoral recobre la credibilidad de la población.
– ¿Qué le diría al ciudadano que lee esta entrevista, lee el estudio que han publicado, y dice ‘está bien, quiero elegir mejor, por dónde empiezo’?
Lo que quisiera decirle es que esto no está perdido, porque sí se puede cambiar. Tú puedes elegir. Si todos son malos, por lo menos elige al menos malo, pero tú puedes cambiar las cosas. Y sin duda, entre todas las posibilidades, va a haber buenas posibilidades. Creo que tu obligación, si eres responsable, es hacer que tu familia se dé cuenta de que esto es importante, porque ahí va a definirse el futuro de tus hijos, de tu trabajo, etc. Luego, cuando sea el momento de empezar a informarse de verdad sobre los sobre los candidatos, hay tres aspectos. Primero, si tienen la capacidad para dirigir, formación, experiencia, etc. Segundo, si sus planes coinciden con lo que tú buscas, lo que implica que tenga credibilidad. Y lo tercero, que es fundamental y muy poca gente lo ve, es si tiene un equipo capaz que lo apoye. Si ven esas tres cosas, creo que podemos elegir. Son 43 candidatos, es la elección más difícil de la historia. Elegir va a ser mucho más difícil. Entonces, prepárate, pero anda con alegría porque es posible cambiar las cosas.