Para que un gobierno tenga éxito necesita combinar una visión de adónde quiere llevar al país y de qué manera. Esta visión tiene que ser compartida con toda la ciudadanía y asumida plenamente por todo el sistema estatal. En cuanto a la gestión administrativa, ésta generalmente ha fallado en el Perú y por eso es una buena noticia la del ministro de Economía hace unos días cuando anunció un gran esfuerzo para agilizar los engorrosos trámites del Estado.
Veamos algunos de estos temas:
– Las dos principales falencias de nuestra gestión pública son la falta de una élite administrativa que esté bien remunerada y por encima de la corrupción, y el exceso de requisitos burocráticos y administrativos, que a su vez generan desconfianza y corrupción. Es fundamental cambiar el sistema administrativo. Los nuevos funcionarios deben ingresar por examen desde su salida de la universidad y después de un entrenamiento especializado deben ser enviados para iniciar sus trabajos en provincias. El sistema actual es demasiado centralizado pero no tiene una unidad de criterio para seleccionar a la gente más capaz. Sobra decir que debe haber una escala remunerativa atractiva, que compita con el sector privado a los mismos niveles y asegure que la élite administrativa sea respetada por la sociedad. Algo de esto se ha hecho con «Servir» y la «Carrera Pública Magisterial», pero falta muchísimo.
– Es fundamental que los líderes del gobierno y de la opinión pública comuniquen cuál es su visión de adónde debe ir el país. Si el gran público no siente que alguien importante les está dando una orientación, una luz hacia la cual dirigirse, apoyarán la improvisación en vez de medidas fundamentales. Se habla mucho de metas para el Bicentenario del año 2021, y eso está muy bien, pero hay que ir mucho más allá para crear un verdadero entusiasmo nacional sobre el progreso que realiza el Perú y cuáles son las grandes metas que debemos alcanzar, año por año.
– El tema de infraestructura es fundamental. La Asociación para el Fomento de la Infraestructura Nacional (AFIN) prepara periódicamente un mapa de las necesidades de infraestructura. La última edición habla de una brecha de infraestructura de casi $88 mil millones a lo largo de los próximos 9 años. Una buena parte de esto, sobre todo en electricidad y telecomunicaciones, provendrá del sector privado. Pero las cifras en el plan de AFIN están subestimadas en algunos sectores: por ejemplo en agua y saneamiento se proyecta una brecha de sólo $5 mil millones. Pienso que la brecha es más del doble porque no se puede hacer un programa de saneamiento sin al mismo tiempo diseñar programas integrales de conservación y contención de las aguas, sobre todo en los valles de la Costa. En salud sólo proyectan $500 millones y en educación aún menos, $400 millones. Esas cifras son totalmente insuficientes.
El ministro de Economía está proponiendo más asociaciones público-privadas para ejecutar estos programas. Es una propuesta sana, no sólo porque ayudaría a financiar parte de estas ingentes sumas, sino que al mismo tiempo le daría una eficiencia mucho mayor a la gestión y supervisión de los proyectos. Esto se podría hacer creando fondos de infraestructura compartidos por el gobierno e inversionistas privados (ya existe uno que está en marcha). Es importantísimo reducir el gran número de etapas por las cuales debe pasar un proyecto (consulta previa, ambiental, SNIP etc.) para ser realidad: de otra manera estrangularemos la inversión necesaria, tanto pública como privada.
– Finalmente, ninguna visión y gestión llegará a buen término si no hay una mejora sustancial de la seguridad física y jurídica del Perú. Los derechos a la propiedad deben ser defendidos y las comunidades deben sentir que participan en el desarrollo de los recursos cerca de ellas: la oposición a los desarrollos mineros y de hidrocarburos provienen en gran parte del hecho que las comunidades sienten que van a recibir muy poco. Eso se debe modificar y el cambio se podría hacer, por lo menos en parte, vía la distribución directa a los residentes de los enormes recursos de regalías y de canon que hoy reciben municipalidades y regiones para luego depositarlos en algún banco en vez de invertirlos en infraestructura.
Y no olvidemos el gran tema: la seguridad física. Es fundamental que la agitación de huelgas, protestas y paros disminuya: sí, más diálogo pero también más autoridad y mejor coordinación. Lo que ha pasado en La Parada hace unos días, en Jauja hace unas semanas, en el VRAE y en varios otros sitios del Perú, con muertos y heridos, no se debe repetir.