Patricia Teullet
Perú21, 11 de agosto del 2025
«En alguna parte del mundo ha habido siempre conflictos armados: apropiación de tierras, recursos, nacionalismos, religión… Hasta ahora, no aprendemos y, si no nos toca de cerca, preferimos ignorar lo que la prensa no cubre», manifestó la economista.
Violencia, destrucción, enfermedad, muerte… Todo ello está asociado directamente a una guerra. No importa entre quienes, no importa cuándo ni dónde. La historia de la humanidad está íntimamente ligada a las guerras y a sus crímenes, como acabamos de recordar el 6 y 9 de agosto en que se conmemoraron los 80 años de la explosión de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki.
En alguna parte del mundo ha habido siempre conflictos armados: apropiación de tierras, recursos, nacionalismos, religión… Hasta ahora, no aprendemos y, si no nos toca de cerca, preferimos ignorar lo que la prensa no cubre, invisibilizándolo como si no existiera o porque está suficientemente lejos como para preocuparse por ello. Así, dejamos pasar, indiferentes, cientos, miles de crímenes de guerra. Sudán, Etiopía, la República Democrática del Congo, Somalia, Myanmar…
Pero hoy la guerra vuelve a estar presente, primero entre Rusia y Ucrania; demasiado cerca. Se trata de Europa…
Pero hay otra guerra en curso, aún más violenta.
En otra parte del mundo un brutal ataque terrorista de Hamás, el 7 de octubre de 2023, al sur de Israel originó una respuesta israelí que parece apuntar más a una política de exterminio que a una guerra. Lo de Hamás fue imperdonable, pero, como siempre, quienes más están sufriendo con la guerra son víctimas inocentes que no solo están muriendo debido a las armas y bombardeos, sino, lentamente… de hambre, pues incluso se les niega el acceso a la ayuda humanitaria.
Casualmente, en esta coyuntura, “tropecé” entre mis libros con uno cuya relectura me pareció indispensable: Dispara, yo ya estoy muerto.
La historia que narra Julia Navarro transcurre alrededor de la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Son especialmente crudas y brutales las descripciones de los horrores y persecución a los judíos, y el sentimiento que despiertan es de indignación y compasión.
En el libro se aborda el desesperado proceso de migración de los judíos hacia diversos destinos, entre ellos, por supuesto, Palestina. Allí, la migración y adquisición de tierras comenzó a hacerse tan masiva que surgieron conflictos inevitables, y es interesante ver cómo juegan también los intereses y roles de Gran Bretaña, Francia y Turquía (Imperio otomano). Posteriormente, se incluye la intervención de las Naciones Unidas y la arbitraria partición de Palestina.
En la guerra en Gaza, cuyo relato podemos seguir diaria y continuamente en los medios, las imágenes son chocantes; pero tal vez la más brutal que nos ha tocado ver es la foto del cadáver de un niño, tirado en la calle, muerto por desnutrición en Gaza…
Es una imagen que difícilmente se puede borrar y que ilustra la barbarie que continúa existiendo.
La novela de Julia Navarro, escrita en 2013, contiene un diálogo que se da cuando se cuestiona a un grupo neutral de abogados que intenta defender a algunos palestinos durante los enfrentamientos que siguieron a la partición:
—¿Por qué defienden a los palestinos? —Pregunté con curiosidad a aquellos jóvenes.
—Porque queremos que Israel no pierda la moralidad, que es lo que primero se pierde en una guerra.